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martes, 27 de mayo de 2025

El trágico y brutal trance de 'Sirât'

La película de Oliver Laxe que concursa por la Palma de oro, es una aventura trágica que introduce al espectador en un brutal trance, un viaje por el desierto cuya intensidad -y sonido- reventó en la tercera jornada del Festival de Cannes con su desoladora respuesta a un presente descarrilado. Lo que empieza con las hechuras de una aventura clásica -la historia de un padre que busca a su hija perdida en una rave de Marruecos y en esa búsqueda, junto al hermano pequeño de la desaparecida, se une a una troupe de nómadas del sonido- acaba convertida en otro tipo de viaje, nihilista y desbocado. Laxe, que hace 15 años llegó a Cannes con su primera película bajo el brazo, Todos vosotros sois capitanes, se estrena en la sección más codiciada del certamen, su concurso oficial, con una road movie en el desierto, entre raveros curtidos en fiestas ilegales como lagartos, a la sombra de columnas gigantes de sonido y subidos en camiones que cruzan montañas en busca de cualquier beat perdido.

Después del viaje espiritual (también en Marruecos) de Mimosas (2016) y del drama rural gallego Lo que arde (2019), Laxe vuelve a firmar su nuevo guión -más estructurado que los anteriores- junto a Santiago Fillol. Desde un lugar propio, Laxe y Fillol (y la fotografía en 16 mm de Mauro Herce) remiten al ruido furioso de Mad Max, pero con ecos del nihilismo de una de las películas de culto del Nuevo Hollywood, Carretera asfaltada en dos direcciones, de Monte Hellman. En su viaje a través del viento y las olas de sonido del techno, Laxe conduce al espectador hacia ese trance/ desdoblamiento que siente el cuerpo cuando se abandona al baile.

Los personajes de Sirât vagan en busca de algo -un sonido, una hija o una respuesta-, y en su viaje conviven la utopía y la sincronía emocional de la rave con una realidad de la que huyen, pero que va calando por otros altavoces, los de las noticias que hablan de otras muertes y guerras que no se nombran porque no hace falta. Sirât se divide así en dos partes: tras la aventura clásica, llega la pesadilla a partir de un suceso que rompe el relato. Es esa impactante traca final la que conduce al espectador al estremecedor desenlace, una secuencia en la que está el final y el principio de todo.

Laxe abre Sirât a muchas interpretaciones: políticas, contraculturales, religiosas... Caben unas cuantas teorías sobre el misterioso viaje dentro del viaje que encierra esta poderosa película y sobre el destino de sus personajes y de esas caravanas humanas que, en el desierto o en el mar, buscan algo que dé sentido y consuelo a sus vidas...

Elsa Fernández Santos. El País, viernes 16 de mayo de 2025.

Oliver Laxe, premio del jurado en Cannes. La Voz de Galicia, domingo 25 de mayo de 2025.

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