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Salif Keïta. (Pedro Etura) |
Salif Keïta, la voz más hermosa de África, se encierra en una habitación de hotel en Asia y despierta la memoria tañendo poco más que una guitarra. Keïta anunció en 2012 que Talé, el álbum publicado ese año, sería su última grabación. Afortunadamente, el pecador siempre puede recurrir el arrepentimiento y en 2018 editó Un autre blanc, con Angélique Kidjo y Alpha Blondy. De ese disco también dijo que sería el último de su carrera pero ha vuelto a retractarse. La necesidad o el picor de la música le han llevado a grabar So Kono en la habitación del hotel en que vivió en Japón durante su participación en el festival Kyotophonie. Salif no es guitarrista, pero decidió que ese sería el instrumento principal tocado por él. Y para evitar la soledad, Badié Tounkara (ngoni), Mamadou Koné (tama), Clement Petit (violonchelo) y Julia Sarr y Olyza Zamati (coros) le echaron una mano en algunas piezas.
Nuevas composiciones y escrituras más antiguas configuran la propuesta. Entre las primeras 'Aboubakrin'; la fascinante y circular 'Awa' pespunteada por el chelo de Petit; 'Chérie', también e excepcional y 'Proud un canto que es un grito, un manifiesto de reafirmación, junto con temas reformulados como 'Tasi', 'Soundiata' o 'Tu vas me manquer'. Con 75 años, Salif sigue desplegando la emoción y la fuerza del griot que convoca a sus ancestros a pasear por las perturbadoras calles del siglo XXI...
Javier Losilla. Babelia. El País, sábado 24 de mayo de 2025.
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