miércoles, 18 de junio de 2025

Y un silencio abrupto preservó sus palabras.

La autora de Suite francesa escribió espléndidos relatos y construyó una narrativa ética para buscar la libertad  y para escapar de las frustraciones familiares. Como a su coetáneo Nabokov, a Némirovsky le fue destinada una combinación de bienestar y de exilio. Y tuvo en ambos su infancia una relevancia crucial para la literatura que nos había de llegar. La de Vladimir, feliz con helados de vainilla; la de Irène, perjudicada por una madre  en cuyos planes no entraba la maternidad. Abandonada Rusia por la Revolución Bolchevique, los dos fueron trasterrados y políglotas, y abrazaron una lengua extranjera con la que conquistar la literatura. 

Irène veraneaba de niña en Biarritz o en la Costa Azul, dominaba el francés en el que escribió de una forma precoz con ayuda de una prolífica pluma de tinta azul y una insólita vocación devoró la obra de Wilde, leyó a Marcel Prévost, a cuyo personaje Maud de Rouvre cita en El baile (1930) como menciona el estilo de Paul Bourget en su espléndido relato Destinos -recogido junto a otras joyas publicadas por revistas como Domingo, Eco o Fraternidad, en Cuentos selectos (a propósito, ¿selectos por quién y aparecidos en primera instancia dónde?)-, fue biográfa de Chejov, salió al paso de una velada acusación de haber plagiado Ocaso de un corazón de Zweig, compartió catálogo con Proust chez Grasset y, como muchos más narradores en lengua inglesa de su época, aprendió el oficio con ese singular tratado de narratología avant la lettre titulado Aspectos de la novela  que pergueñó  E. M. Foster, aquel insigne miembro del grupo de Bloomsbury de la Woolf.

A los 28 años publica bajo el pseudónimo anagramático de Pierre Nérey La enemiga, un texto de naturaleza autobiográfica que precede a su mayor éxito David Golder (la historia de un rico advenedizo que devino el ambiguo retrato del judaísmo por el que la autora fue puesta en entredicho. Y después, la gloria del prestigio y las reediciones. Escribía y reescribía de una forma febril con frecuencia con letra ínfima apurando las páginas de cuadernos de notas como los que cita en su novela El baile, se expuso al virus de la vanguardia en aquel enloquecido París de Joséphine Baker, del dadaísmo y el charlestón al que llegó con 16 años, pero, pese a trabar amistad con Cocteau, no se dejó contagiar y construyó su narrativa valiéndose de un naturalismo epigonal. cargado de psicologismo y de cierto ascendiente del impresionismo de las sensaciones que se conjuga con una atenta mirada al milieu burgués.(...)

Escribe sin tregua una narrativa ética de denuncia que emana de las frustraciones familiares que la empujaron a buscar la libertad íntima como un globo busca al cielo, y abomina de la novela de tesis porque lo que le interesa es la vida. (...) Astuta, incasable, capaz de subsistir bajo distintas identidades, como supo  ver Jonnathan  Weis en Iréne Némirovsky. Her Life  and Works (Stanford University Press, 2006) se refugia en su escritura  cuando la invasión nazi  oscurece su mundo, y escribe bajo noms de plume y heterónimos como Denis Merande, Julie, Jacques Labarre o Pierre Lepage porque firmar Némirovsky ya no es posible. Cumplido el peor presagio fue detenida por la policía de Vichy. Deportada a Auschwitz,muere en agosto de 1942. Fundido a negro. Y un silencio abrupto preservó sus palabras para siempre.

Javier Aparicio Maydeu. Babelia. El País, sábado 31 de mayo de 2025.

martes, 17 de junio de 2025

'Déco Manía'

Un "chifonier" de Émile Jacques Ruhlmann.
(Dea/Etude Tajan; de Agostini via Getty Images)

En el París de 1925 nació el único estilo tan eternamente moderno que todavía triunfa hoy: lo llamaron 'Art Déco'. Los mejores hoteles de París, las casas de los interioristas ilustres y las listas de la compra de los coleccionistas de antigüedades más puntillosos tienen una cosa en común: la locura por el art déco, ese estilo lujosamente geométrico -piense en imponentes biombos de laca negra o carísimas butacas beis- y eternamente moderno que hoy cumple cien años. Y que, por supuesto, nació de las cenizas del estilo contrario.

En los años veinte del siglo pasado Francia contemplaba con preocupación sus floridas sillas y lamparitas art nouveau. Admiradas hasta hacía poco en los salones más elegantes del país, se habían convertido en la prueba de un fracaso nacional: mientras que las pinturas cubistas de Picasso y Braque, los vestidos rectilíneos de Chanel o los ensayos de André Breton mantenían a los franceses en la cresta de la vanguardia, los muebles y los edificios modernistas se habían quedado muy por detrás de los otros países y, en particular, de la Alemania de la Bauhaus. Lucien Dior, tío segundo del famoso modista y ministro de comercio e industria en aquel entonces, se tomó muy en serio el asunto y habló de la urgencia de que el gusto francés volviera a imponerse en el diseño. Tras arduas negociaciones, consiguió la cesión por parte de París de varias hectáreas en el centro de la ciudad: las que hacían falta para montar la madre de todas las exposiciones de artes aplicadas y que, de entonces en adelante, el mundo volviera  a necesitar la erre francesa para describir los interiores más sofisticados.

"Un detonante de estos celos de Francia fue la invitación a los alemanes de la Werkbund (la agrupación de diseñadores precursora de la Bauhaus) al Salón de Otoño que se celebró en París en 1910", explica desde esta ciudad Anne Monier Vanryb, conservadora  del Musée des Arts Décoratifs. 

"Los franceses se sintieron tan amenazados por sus muebles que pidieron organizar una exposición propia que les ayudara a ganar la batalla cultural y comercial. Se iba a haber celebrado en 1915, pero llegó la guerra". Considerada la cuna del art déco, la Exposition Internationale des Arts Décotratifs et Industries Modernes se inauguró el 25 de abril de 1925 y, durante los seis meses siguientes, atrajo a unos 16 millones de visitantes a los 15.000 pabellones y expositores que Francia, España, Japón, Reino Unido, Austria, China, y el resto de los países invitados -a los diseñadores alemanes esta vez no se les convocó- instalaron a un margen y otro del Sena, en la zona que va del Grand Palais a la explanada de Los Inválidos. 

Según las normas los participantes debían limitarse a mostrar diseños que fueran originales y mostraran claras tendencias modernas. No todos lo entendieron de la misma manera -unos visitantes británicos describieron el pabellón  de la Italia de Mussolini como "un monumento al clasicismo analfabeto que habría avergonzado a Calígula"-pero la idea que tenían los organizadores de la modernidad quedaba clara desde antes incluso de acceder al recinto: diseñada por Louis-Hippolyte Boileau, de la Porte d'Orsay (la puerta más imponente de las doce que se mandaron construir) colgaba un enorme estandarte en el que la Cerámica, la Escultura, la Arquitectura o el Mueble aparecían representados mediante esas líneas tensas y elegantes tan características de lo que, muchos años después, se llamaría el estilo art déco .

En rigor, no era un estilo nuevo. Antes de la Primera Guerra Mundial, muchos artesanos ya habían trasladado a sus piezas las mismas formas esquinadas con las que los cubistas habían revolucionado la pintura, inspirándose al igual que ellos en las máscaras africanas o las artesanías chinas o japonesas y doblegando mediante la geometría las sinuosas curvas del art nouveau. No obstante, la Exposición de 1925  añadió a estas piezas un ingrediente muy importante, un barniz de glamour sin el que  el déco no sería lo mismo y gracias al cual se mantuvo durante muchos años como el estilo preferido de los trasatlánticos, los hoteles de lujo o las películas de Hollywood. Ayudó no solo la ubicación de la exposición junto a algunas de las vistas más bellas de París sino, sobre todo, la estrecha relación  que se entabló entre diseño y moda a través de la participación de grandes almacenes de lujo como Le Bon Marché y Galéries Lafayette, presentes en la exposición  con sus propios pabellones, o de Paul Poiret, el gran modista francés, quien fletó tres barcazas en el Sena decoradas con este mismo estilo  para mostrar sus vestidos y perfumes.

Fue, para que nos entendamos, como si ahora Chanel, Hermès y Jonathan  Anderson se pusieran de acuerdo en patrocinar un estilo decorativo en concreto. solo lo más exquisito valía. Porcelanas de Rapi, los paneles lacados con los que Jean Dunand convirtió en un bosque de palmeras geométricas el fumoir del pabellón de la embajada francesa, las alfombras con dibujos  cubistas de Jean Lurçat, la gigantesca fuente de René Lalique que se iluminada de noche en los Inválidos... y el pabellón más aplaudido de todos, el Hôtel d'un Collectionneur, una mansión diseñada por Pierre Patou para un coleccionista imaginario en la que se mostraban los muebles  de Émile-Jacques Ruhlmann, el ebanista en quien por fin  la Francia moderna  encontró a un Riesener -el favorito de Louis XVI y María Antonieta- para el nuevo siglo...

Diego Parrado. Icon, Design. El País, 17 de junio de 2025.

lunes, 16 de junio de 2025

Una ficción sobre ETA que choca con la realidad, 'La frontera'

La frontera, la serie de cinco capítulos escrita por David Zurdo y Luis Marías y dirigida por María Pulido y Yolanda Centeno que próximamente emitirá RTVE y que Prime Video estrena hoy, se presenta como una historia de acción, fidelidades y traiciones, llena de tensión, donde cada uno tendrá que demostrar en qué cree y cuáles son sus límites. Una historia, continúa su presentación, centrada en la búsqueda de un comando de ETA, casi sin pistas, casi  contra reloj, con unos héroes casi antagónicos. 

En la presentación de un thriller cuya trama, acción y actores -como  el francés Vincent Pérez-, y escenario -el atractivo entorno de la frontera hispano-francesa -por el paso de Irún-Hendaya- pueden enganchar, pero que al no renunciar a enmarcarla en un contexto político, provoca en quienes conocimos aquellos acontecimientos no tan lejanos desconcierto y falta de credibilidad.

La serie deja claro que la historia está situada en 1987, cuando gobernaban François Mitterrand en Francia y Felipe González  en España y ETA militar asesinaba con coches-bomba con el objetivo de forzar al Gobierno español a negociar el derecho de autodeterminación en Euskadi. Recoge explícitamente el atentado contra la casa cuartel  de la Guardia Civil de Zaragoza que asesinó a 11 personas, seis de las cuales eran menores.

Poco antes de 1987 había empezado la colaboración policial hispano-francesa que acosaba a una ETA que llevaba años utilizando, sin grandes problemas, el territorio francés como refugio para atentar en España. Una colaboración que el Gobierno español, cuya pretensión era que su policía pudiera actuar en Francia, le parecía insuficiente.

Esta tensión aparece reflejada en la serie. Como también el debate interno en ETA sobre cómo responder al incipiente acoso francés que se zanjó con la decisión  etarra de no atentar en su territorio y limitarse a una campaña irrelevante  de boicot a los productos franceses.

En medio de aquel contexto real, la serie da un salto y acaba centrando la trama en un hecho irreal: la organización por parte de un grupo disidente de ETA de un atentado terrorista espectacular en París. Para mayor inverosimilitud, un capitán de la Guardia Civil y un policía francés, con la ayuda de una militante de ETA contraria al atentado, se confabulan por su cuenta para evitarlo porque el Gobierno español no quiere notificar a su homólogo francés la preparación del atentado pues de consumarse, Francia se comprometería más en el combate contra los terroristas.

La mezcla de un contexto real con una trama, basada en hechos ficticios un tanto disparatados, perjudica a la serie. Le resta la emoción que, por ejemplo, provocaba Patria, ideada por Aitor Gabilondo y basada en la novela homónima de Fernando Aramburu, emitida en 2020. Aunque, también era una ficción, la trama de Patria era fiel a la época. La verosimilitud de la historia, su contundencia, su interpretación, trasladaba al público emoción. Y era una ficción. Algo que no sucede en La frontera, que dibuja las pautas del momento, pero de su fuga tan irreal emana una inevitable sensación de incredulidad e inconsistencia. Acaba convirtiéndose en un thriller sin más ...

El terrorismo etarra terminó hace 13 años. Su historia fue dramática y las heridas no están cerradas. Afortunadamente, hay películas -documentales y de ficción- que, desde distintas perspectivas, contribuyen a construir una memoria respetuosa con los hechos. No debe frivolizarse con un tema tan sensible con la excusa de la ficción que, finalmente, no lo es tanto.

Luis R. Aizpeolea. El País, 13 de junio de 2025.

domingo, 15 de junio de 2025

Astérix y Obélix, siempre irreductibles

La serie de animación 'El combate de los jefes' renueva el tirón del dúo galo, que protagoniza un reciente videojuego y que en su 41ª entrega, en otoño, visita Portugal. La olla hierve como siempre. Muérdago, langosta, un puñado de fresas... En principio debería estar todo. El hechizo sin embargo no se produce. En lugar de la superfuerza, explota la marmita. Falta algún ingrediente, pero ¿cuál?  Solo lo sabría Panoramix, y ahí está el problema: desde que Obélix le arrojó por error un menhir encima, el druida no recuerda la receta de su célebre pócima. "El combate de los jefes me encanta porque, de todos los cómics de Astérix que he leído, es el en que  la aldea lo tiene más crudo", apunta Alain Chabat en las notas de producción de la miniserie de animación televisiva homónima. Su adaptación del tebeo en Neftlix, relata cómo se las apañan los galos para derrotar a los romanos incluso sin su mítico brebaje. Pero, en realidad, demuestra que la poción mágica nunca pierde su poder. Un reciente videojuego, los cinco capítulos de la miniserie y una nueva historieta para este otoño, la número 41, confirman que la pasión de Astérix y Obélix se mantiene como ellos: irreductible.

Han pasado más de seis décadas desde que el dibujante Albert Uderzo y el guionista René Goscinny crearan una leyenda. La premisa apenas ha cambiado desde aquel primer Astérix, el galo (editado en castellano por Salvat, como el resto de la saga). Año 50 a. C. "Toda la Galia está ocupada por los romanos... ¿Toda? ¡No!", arrancan una y otra vez las tramas de la única aldea capaz de parar el avance  de las tropas de Julio César. Y siempre terminan en un banquete, con el pobre bardo amordazado para que su canto no amargue la velada. En cada entrega, básicamente, sigue habiendo dos señores repartiendo mamporros. El videojuego y su secuela incluso se titulan Astérix y Obelix. Slap Them all (Abofetéalos a todos). Pero, a la vez, la saga ha ridiculizado a menudo el exceso de testosterona. Y entre aventuras, risas y guantazos, ofrece reflexiones sobre el mundo alrededor. De los galos, hace 2.000 años. Y de nosotros, hoy.

"Cada álbum aborda de manera implícita temáticas de la época. Seguimos a personajes inmutables en una sociedad en constante mutación. Son un poco como nosotros: intentamos adaptarnos como podemos a los tiempos y a sus cambios", reflexiona Fabcaro, guionista de los últimos dos cómics. Además de un sinfín de centuriones, los dos amigos han afrontado la expansión inmobiliaria en La residencia de los dioses, o el capitalismo en Obélix y compañía, igual que recientemente descubrieron el ecologismo, el bum de la autoayuda o alguna lección de feminismo.

El 39º tomo, La hija de Vercingétorix, introdujo a la adolescente Adrenalina, una de las primeras mujeres no tan estereotipadas de la saga. La serie El combate de los jefes ha dado más importancia a Karabella y añadido a la trama original cuatro personajes femeninos, de la joven Metadata a la madre de César.

"Siempre se aborda la oposición tradición-modernidad: la aldea, bastante conservadora, se enfrenta a un cambio que llega del exterior y esta nueva situación, en cierto modo, origina la evolución", subraya Céleste Surugue, director general de la Éditions Albert René, dueña de los derechos de estos iconos. El combate de los jefes aborda incluso una temática espinosa como el colaboracionismo francés con los nazis. Y, entre tantos conflictos, lleva al límite el propio vínculo entre los dos amigos, además de contar sus orígenes. "No queríamos que fuera una adaptación más. Tenía que ser algo memorable , una obra que quedara en la historia de Astérix", ha llegado a declarar Surugue.

Palabras mayores, ¡por Tutatis! Porque la pareja más famosa de galos ha derrotado a legiones y  atletas olímpicos, afrontando travesías marinas y odiseas, lidiado con la crianza y la pubertad. Ellos mismos perdieron a sus padres originales, fallecidos, pero ahora se dejan guiar por Facbaro Y Didier Conrad. Han viajado a Hispania, Italia, Helvecia o India. El 23 de octubre pondrán rumbo a Lusitania, el actual Portugal. El ritmo de publicación ha bajado: en los sesenta y setenta, hubo años con dos cómics. Hoy, se lanza uno cada 24 meses. Pero, en cuanto aparece, suele conquistar la lista de los más populares. Los 393 millones de libros vendidos, en más de 100 idiomas y dialectos, siguen subiendo. Con la llamativa excepción del mercado estadounidense, tal vez poco afín a un pueblecito que se opone al imperialismo...

Tommaso Koch. Madrid. El País, martes 6 de mayo de 2025.

sábado, 14 de junio de 2025

Refugiarse del mundo, inventarse un mundo

Los refugios se asocian a dos conceptos casi antagónicos: la supervivencia -durante una guerra o catástrofe natural- y el renacer emocional, otro tipo de supervivencia. Ambas situaciones tienen en común un parón, la detención de casi todo -salvo el tiempo, claro- y un cambio de vida, temporal o decisivo. También un desprendimiento de lo material y una demanda de lo esencial derivada de la huida o de la búsqueda de una mayor introspección. 

En una época en la que en el mundo hay más de 43 millones de refugiados, el desespero por sobrevivir de esa parte de la población contrasta con la necesidad de apartarse del mundo que sienten buena parte de la otra. Aunque podría parecer que tienen puntos de partida distantes, no se trata de urgencias contrapuestas. Los cobijos de los refugiados, sus habitáculos temporales, representan la domesticación de la supervivencia, cuando, por fin, logran detener su huida en un campamento que los acoge. Como pequeñas ciudades, esos campos, en Sudán, Kenia, Grecia o Jordania, superan a veces los 15.000 habitantes. Son por lo tanto,  ciudades no tan de paso -la media de permanencia según ACNUR oscila entre los 10 y los 15 años-. Esos tiempos convierten los campos, y los propios refugios, en lugares de transformación tanto como de supervivencia. Así, aunque nazca de motivos incomparablemente distantes, también es esa metamorfosis extrema la que busca en los refugios quien, paradójicamente, no tiene que sobrevivirse más que así mismo, a un duelo, a malas rachas o a una serie de decisiones equivocadas.

En el aislamiento para el autoconocimiento fue pionero San Jerónimo -que vivía con la única compañía de un león, al que había amansado curándole las heridas (qué hermosa lección)-. Pero el que más célebremente escribió sobre el distanciamiento del mundanal ruido, vale decir sobre el refugio de la naturaleza, fue Henry David Thoreau. Lo hizo a mediados del siglo XIX, tras a irse a vivir a una cabaña de madera que él mismo había construido junto al lago Walden, no lejos de Concord, en Massachussets.

La cabaña de Henry David Thoreau.

Hijo de una familia que se ganaba la vida fabricando lápices, Thoreau estudió Filosofía y Ciencias en Harvard, pero, terminados sus estudios, no quiso pagar por el pergamino con el título. Fue su primer acto de desobediencia civil. O de libertad. Tenía 28 años cuando, tras fundar su propia escuela, trabajar como tutor para los hijos de Ralph Waldo Emerson y, sobre todo, tras la repentina muerte de su hermano -que se infectó de tétanos con una navaja de afeitar oxidada-, decidió irse a vivir al bosque para "evitar descubrir a la hora de la muerte que no había vivido". Rodeado de naturaleza, quería extraer la médula de la vida: una vivencia espartana que lo alejara de cualquier distracción no esencial.

Permaneció allí dos años, dos meses y dos días. Y aprendió que "el hombre es rico en proporción a la cantidad de cosas de las que puede prescindir". En Walden escribió que en su casa había tres sillas: una para la soledad, dos para la amistad y tres para la sociedad. Ese mismo espíritu, de descubrimiento de la naturaleza - y de reencuentro con uno mismo-, de despojamiento de lo superfluo y de búsqueda de una verdad, ha llevado a muchas personas a procurarse un refugio, físico y psíquico. Y a muchos arquitectos a trabajar la idea de lo indispensable. (...)

Lo esencial es lo mejor de lo básico. A ese ámbito pertenece la cabaña más famosa de la  de la historia de la arquitectura. Se conoce así, Cabanon, está en Cap-Martin, frente al Mediterráneo francés. Mide poco más de nueve metros cuadrados. Amueblada con una mesa, dos cajones que hacen de taburete, una estantería y un lavamanos (la ducha está fuera), tiene el suelo pintado de amarillo y el techo de rojo y verde. La firmó y la utilizó el arquitecto más relevante del siglo XX, Le Corbusier. Su único lujo era un mural, que él mismo pintó, con una vista sobre la bahía.

Levantado con troncos de madera en 1951, el Cabanon tiene tanto de autoconstrucción  como de cálculo. Es a la vez refugio y legado. Le Corbusier pasó allí 16 veranos de su vida. El último, el de 1965, murió ahogado frente a su casa. Después de un funeral en la Cour Carrée del Louvre fue enterrado en el cementerio de ese pueblo, Roquebrune...

Anatxu Zabalbeascoa. El País Semanal, 9 de mayo de 2025.

viernes, 13 de junio de 2025

En Bamako siempre es domingo

Salif Keïta. (Pedro Etura)

Los domingos en Bamako son día de boda /los djembés y los dununs resuenan en todas partes", cantan Amadou Bagayoko, fallecido a comienzos de abril, y Mariam Doumbia (Amadou & Mariam) en 'Beaux dimanches', una de las piezas de su álbum Dimanche à Bamako (2004), producido por Manu Chao. Pero en la capital de uno de los territorios musicalmente más vigorosos de África, Malí, no es preciso que sea domingo ni celebrar un casamiento para que los instrumentos hablen y las voces canten. Ni siquiera hay que estar en el país para sentir el embrujo de ritmos que asientan su modernidad sobre la tradición.

Salif Keïta, la voz más hermosa de África, se encierra en una habitación de hotel en Asia y despierta la memoria tañendo poco más que una guitarra. Keïta anunció en 2012 que Talé, el álbum publicado ese año, sería su última grabación. Afortunadamente, el pecador siempre puede recurrir el arrepentimiento y en 2018 editó Un autre blanc, con Angélique Kidjo y Alpha Blondy. De ese disco también dijo que sería el último de su carrera pero ha vuelto a retractarse. La necesidad o el picor de la música le han llevado a grabar So Kono en la habitación del hotel en que vivió en Japón durante su participación  en el festival Kyotophonie. Salif no es guitarrista, pero decidió que ese sería el instrumento principal tocado por él. Y para evitar la soledad, Badié Tounkara (ngoni), Mamadou Koné (tama), Clement Petit (violonchelo) y Julia Sarr y Olyza Zamati (coros) le echaron una mano en algunas piezas.

Nuevas composiciones y escrituras más antiguas configuran la propuesta. Entre las primeras 'Aboubakrin'; la fascinante y circular 'Awa' pespunteada por el chelo de Petit; 'Chérie', también e excepcional y 'Proud un canto que es un grito, un manifiesto de reafirmación, junto con temas reformulados como 'Tasi', 'Soundiata' o 'Tu vas me manquer'. Con 75 años, Salif sigue desplegando la emoción y la fuerza del griot que convoca a sus ancestros a pasear por las perturbadoras calles del siglo XXI...

Javier Losilla. Babelia. El País, sábado 24 de mayo de 2025.

jueves, 12 de junio de 2025

Bernard Minier: "Esa atmósfera de Galicia genera un clima literario"

A cielo descubierto, con aire frío, vuelve Bernard Minier (Béziers, 1960) a la calle de la Amargura de A Coruña, a tiro de piedra de Berbiriana, la librería donde presentó, Olvidadas, Les effacées, su nueva novela. "Hay lugares desprovistos de toda esperanza", observa al asomarnos al abismo de las dos tramas de una novela, que alternan cadáveres de ricos con otros de mujeres trabajadoras. Pero matiza que con esa frase, "hay lugares desprovistos de toda esperanza", no se refiere a Combarro, el lugar que la teniente Lucía Guerrero debe plantar apresuradamente, en plena investigación de un crimen, para tratar de esclarecer el asesinato  de una estrella de la jet set madrileña, amiga de la familia real y de la flor y nata del país. Esa frase que nubla la esperanza es una declaración de principios, la primera carta sobre la mesa de un autor que mide más sus palabras que los hechos  de sus personajes. A lo conflictivo se refiere como conflictual (conflictuel), con una ele sonora marcando la diferencia. Minier es un conquistador  de la geografía del detalle. Fabulador con causa, no pierde de vista la vida salvaje  de la web oscura del fango del mundo real y de las personas.

-"Olvidadas" nos hace bajar a la arena de la playa de Padrón de Combarro. ¿Qué ha traído a Galicia a uno de los "betsellers" de la novela negra europea?

-La idea de crear a Lucía fue descubrir ese servicio para el que trabaja, la UCO (Unidad Central Operativa) que actúa en distintos lugares de España cuando hay investigaciones complejas. En principio, lo que quiero presentar a mis lectores, que son los primeros en leerme, lugares, ciudades y provincias de España que no se conocen mucho. No, quiero mandar a Lucía a Toledo , a Sevilla, a Barcelona, que se conocen suficientemente. No quiero mandarla a Segovia, a Salamanca, al Alto Aragón (al pueblo de Graus que conozco perfectamente) o aquí, a Galicia... Si vengo aquí, es sobre todo para mandar a Lucía a zonas que no son demasiado turísticas. Aparte de Combarro el resto no lo son tanto, como Malpica.

P.- Quizá muchos gallegos desconocen el pasado de Malpica como puerto ballenero, que cuenta.

R.- Descubrí esa empresa en O Pindo (el último reducto ballenero de Europa). Ocupa dos líneas en el libro, pero la pesca de la ballena es parte de la historia de Galicia.

P.- ¿Por qué le interesaron Combarro, Malpica o A Coruña como escenario?

R.- Galicia tiene parecido con la Bretaña francesa. Los dos estamos al Oeste, frente al Atlántico y tenemos una meteorología peculiar, tormentosa, de niebla... Toda esa atmósfera genera un clima literario. Yo soy como Thomas Mann, prefiero los cielos nubosos, los primitivos flamencos como pintura que el paisaje solar. Por eso Galicia es un lugar perfecto.

P.- ¿En tiempo revuelto germina mejor la novela negra?

R.- Sí. Siento que estamos todos formados o deformados, por los lugares donde vivimos. No es lo mismo vivir en el monte que en la ciudad. Churchill decía que los hombres hacen los muros y luego los muros hacen a los hombres. Esto es verdad en el paisaje. Yo he estado en Argentina, México, Polonia, Noruega... Y veo que las condiciones de cada país impactan en las personas. En México pasan unas cosas que no pasan en Oslo. En Oslo hay casi seis mese de verano y seis de invierno. Eso tiene un impacto sobre la mente. Cuando era estudiante solía ver las películas de Bergman, maravillosas pero deprimentes. Esas películas no existirían si Bergman hubiera vivido en Alicante. (...)

P.- ¿Cómo manipula el escritor al lector?

R.- ¡Eso es un experimento psicológico aparte! Sí, es una manipulación, aquí esa manipulación es un juego. Vargas Llosa escribió un libro sobre grandes obras literarias del siglo XX que se titula La verdad de las mentiras. Toda ficción es una mentira, pero es una mentira que quiere decir una verdad.

P.- ¿ Tiene un vínculo familiar con la terriña o es el resultado de su trabajo de campo para documentar "Olvidadas"?

R.- He estado aquí, he entrado en las casas, he hablado con la gente y me han llevado a lugares como ese pueblo abandonado en medio del monte, en el que hay una sola casa ocupada, no vamos a decir `por quién. Ese pueblo existe, en él hay una sola casa en medio de la nada. Todos los lugares que aparecen en la novela existen. Por ejemplo, cuando estuve en A Coruña, descubrí la calle de la Amargura y no pude resistirme a utilizarla... Ayer estuve en esa calle, ¿entra ahí el sol alguna vez?

Ana Abelenda. Libros. Fugas, La voz de Galicia, viernes 6 de junio de 2025.

miércoles, 11 de junio de 2025

Nathalie Cabrol:"Un logro de la ciencia es admitir que no sabemos que es la vida"

Nathalie Cabrol

La científica fracoestadounidense dirige la Fundación Carl Sagan e investiga las opciones de los humanos de habitar los lugares extremos de nuestra galaxia. Nathalie Cabrol no es una científica común. La astrobióloga posee dos récords de buceo a mayor altura. Los conquistó sin proponérselo, mientras exploraba el lago de Licancabur, el volcán de cerca de 6.000 metros de altura entre Chile y Bolivia. Cabrol (París, 1963) lleva décadas estudiando la tierra para entender la posibilidad de la vida humana en las condiciones extremas de nuestra galaxia. Menuda y de pelo cano, la exploradora viste chaleco del instituto SETI, la organización sin fines de lucro con la que trabaja y donde sirve, desde hace una década, como directora del Centro Carl Sagan, el gran divulgador científico estadounidense.

En las paredes de su despacho, al sur de San Francisco, cuelga una reproducción del disco dorado que viaja acoplado al Voyager 1 y 2. El mensaje flota a más de 20.000 millones de kilómetros de la Tierra con sonidos como la risa humana, el viento, el canto de una ballena e imágenes del entorno terrícola. El dato más importante en la oficina de Cabrol da la bienvenida a los visitantes. Se trata de la ecuación de Frank Drake, con la que el astrónomo estadounidense calculó en 1961 el número aproximado de planetas con condiciones similares a la Tierra que pueden existir. La fórmula es considerada la hoja de ruta de la astrobiología y estima que el número de planetas habitables está entre los 300 y los 2.000 millones. Cabrol que ha auxiliado en misiones de exploración de la NASA a Marte y Titán (la mayor luna de Saturno) y es autora de cinco libros, desarrolla estas ideas en The Secret Life of The Universe (2024, sin traducir al español). El pasado 15 de mayo participó en un debate del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona junto al premio Nobel Didier Queloz, descubridor del primer exoplaneta.

P.- ¿Cómo comprendió que para estudiar a los planetas de la galaxia  había primero que entender la Tierra?

R.- Le puedo decir la fecha exacta: el 19 de noviembre de 2006. Eran las 9.30 de la mañana. Estaba en la cima del Aconcagua con mi esposo, Edmond Grin. Nos preparábamos para bucear. Habíamos entrenado mucho y no sabíamos en qué condiciones iba a estar el lago. Ese año El Niño fue intenso y el agua estaba en su máximo nivel. Era realmente espectacular. Estábamos a más de 6.000 metros y hacía calor. Le dije a mi marido: "Hemos venido aquí para entender si Marte era habitable hace 3.500 millones de años, pero este lugar también nos dice lo que está pasando ahora mismo en la Tierra".

P.- ¿Fue su momento eureka?

R.- Amplió mi visión. La información que busco para entender cómo era Marte hace miles de millones de años se puede usar con otros propósitos. Cómo las especies se están adaptando al cambio climático o qué está pasando con nuestra adaptabilidad. Fue como si se levantara un velo.

P.-¿Estamos en la era dorada de la astrobiología? La humanidad vio por primera vez una imagen de Marte en los años sesenta.

R.-Fueron unas imágenes decepcionantes por la mala resolución de la cámara.

P.- Pero suficientes para acabar con siglos de especulación...

R.- Hasta la misión Mariner 6, de 1969, Marte parecía otra luna con grandes cráteres. Mariner 9, de 1971 y con una tormenta de polvo cubriéndolo todo, descubrió cosas para las que no necesitábamos palabras nuevas: dunas, volcanes, ríos y lagos secos. El aspecto de ciencia ficción de Marte dio paso al sueño científico. Entendimos cómo se intercambiaban los materiales en la etapa temprana del sistema solar; lo que hace posible que seamos nosotros los marcianos que estamos buscando o que ellos sean los terrícolas. O ambas cosas. O ninguna. Cambió la narrativa.

P.- Carl Sagan murió en 1996, un año después de dar con el primer exoplaneta´

R.- Esa es la próxima revolución copernicana, pero Carl llegó a vislumbrarla. El día de San Valentín de 1990, el Voyager I estaba en la vecindad de Neptuno y el pidió que se volteara la cámara para ver la Tierra. Allí estaba ese pálido punto azul con toda su fragilidad y aspecto poético. Fue la primera vez que vimos el planeta del tamaño de un pixel en la oscuridad. Tuvo esa visión. Pensaba en la Tierra suspendida en el universo, una nave en el espacio.

P.- Treinta años más tarde parece que cada día aprendemos algo nuevo de nuestra galaxia. A pesar de esto, usted rechaza decir con contundencia si hay vida en Marte.

R.- ¿Y sabe por qué? Es el experimento científico más parcial que existe. Somos el experimento y el experimentador. El observador y la observación. Sagan decía que hay que mantener el escepticismo. Un gran logo de la ciencia hoy es admitir que no sabemos lo que es la vida... La vida no es una cosa sino un proceso. Es una transición de la química prebiótica a la biología... La vida no apareció en la Tierra, emergió de ella...

Luis Pablo Beauregard.  Ideas, El País, domingo 25 de mayo de 2025.

martes, 10 de junio de 2025

En el atelier de alta joyería de Cartier en París

El sol entra tímidamente por las ventanas del atelier de alta joyería de Cartier en el centro de París. En el interior del majestuoso edificio, trabaja con mimo y con concentración un grupo de mujeres escultoras especializadas en la glíptica, el arte de grabar y esculpir piedras duras, finas o preciosas. Al frente del equipo está Emilie Marques, alumna aventajada de Philippe Nicolas, Maître d'art, un título único que concede el ministro de Cultura francés a los profesionales de artes y oficios que poseen una pericia poco común. Nicolas llevó el arte ancestral de la glíptica a Cartier en el año 2010. Trece años después antes de retirarse, se aseguró de que traspasaba sus conocimientos a Marques, que ahora hace lo mismo con el resto de escultoras que trabajan en crear piezas de alta joyería con esta técnica ancestral. La glíptica es otra apuesta de Cartier por la riqueza de los oficios manuales: poner la tradición al servicio de la innovación siempre ha sido la consigna de la casa, pero en tiempos de producción seriada e imitaciones la especialización cobra un sentido más especial que nunca.

"Ahora me toca a mí transmitir al resto del equipo todo lo aprendido. No solo sobre el arte de esculpir, también trato de inculcar la pericia para saber escoger una buena piedra. Viajamos a las grandes ferias anuales, una en Tueson (Arizona) y otra en Francia, y ahí compramos los materiales con los que vamos a trabajar. Además, estoy muy centrada en transmitir la responsabilidad de los códigos y los estándares de calidad de Cartier", explica Marques. Hoy en el taller se respira una mezcla de orgullo y nostalgia. Después de dos años trabajando en la pieza Hathiyon, compuesta de dos elefantes tallados sobre madera de magnolio petrificada, el collar parte para Singapur donde se  encontrará con su compradora. Se trata de una pieza realizada, en oro blanco, en la que los colmillos se tallaron en madera de cacahuete petrificada. La composición muestra dos cabezas de elefante rodeadas de cuentas de espinela y diamantes talla brillante. "La idea en la que me inspiré fue el vínculo entre dos elefantes que se convierten en uno. Con la madera petrificada he podido plasmar las arrugas típicas de la piel de este animal. Hay un poco de ilusión óptica con esta pieza. La primera vez que la ves piensas que se trata de un solo elefante, pero una vez que te acercas puedes ver que las dos trompas están unidas. Las espinelas que los rodean quieren expresar cómo los elefantes se pueden comunicar con una distancia de 100 kilómetros y a través de ellas se vuelven a encontrar", detalla Laurianne, una de las discípulas de Marques y la autora de este collar de alta joyería.

Detrás de cada pieza hay una idea y una historia que contar. Los animales, la flora y la naturaleza  más salvaje inspiran las joyas que salen de este atelier. "El arte de esculpir existe desde siempre en la humanidad. La particularidad de nuestro modo de trabajar es que partimos de la piedra. Es la materia la que nos transmite lo que podemos tallar en ella. Nos fijamos mucho en los colores, en su dureza, en cómo se refleja la luz. Todas las piedras son diferentes. Es importante tener muy clara la idea antes de ponerse a trabajar en ella porque ninguna piedra se comporta igual. El gran desafío al que nos enfrentamos es que una vez que empiezas a tallar ya no no hay vuelta atrás".

Las piedras preciosas siempre han sido las más deseadas. Pero tienen ciertas limitaciones a la hora de jugar con sus formas y tallados. Es por eso que en el taller de glíptica de Cartier valoran mucho lo que cada piedra es capaz de ofrecer como lienzo para esculpir. "En nuestro trabajo tenemos la oportunidad de testear la emoción que desprenden las piedras que han estado aquí desde hace millones de años y que permiten una talla excepcional. Sobre todo las petrificadas, que resultan de madera fósil que conserva su apariencia aunque hayan pasado cientos de años, son completamente únicas. Es el tiempo el que ha hecho que se petrifiquen así y no habrá nunca una igual", eplica Marques. Cartier ha sido la pionera en el uso de este material...

Beatriz García. Smoda. El País, 29 de mayo de 2025.

lunes, 9 de junio de 2025

"Un buen padre"

Si los demás te llaman padre ¿por qué yo no puedo llamarte papá ? Es uno de los diálogos de Un buen padre, notable ópera prima del montador bretón Ronan Tronchot, aquí también coguionista. Se confiesa educado en el catolicismo y le interesa señalar la esclerosis de la Iglesia y su necesidad de ponerse al día. El mensaje es diáfano, aunque otra cosa es que sirva de algo. La película repara en un sacerdote, volcado en su pequeña parroquia y muy conectado con sus fieles, que un día recibe la visita de una mujer acompañada de su hijo de once años. Viene a presentárselo: es suyo, de su etapa de seminarista. El shock es lógico, y la reacción del apelado, la que uno espera; si bien, en favor del guion, conviene anotar que no se regodea. Más allá de los reproches mutuos iniciales, el dilema está servido. El religioso tiene claro que no renunciará a su vocación, pero intervienen la moral, su conciencia y el propio chaval, al que su madre nunca ocultó  la condición de su progenitor.

Virtud principal de esta trabajo es su contención y su equilibrado tono formal. La paternidad en el colectivo de las sotanas  va pareja  a la antigüedad de la propia institución a la que sirven, por lo que regresar sobre el tema para un oportunista más de lo mismo provocaría un seguro descarrilamiento de la propuesta. Pero Tronchot, más allá del doble juego entre ser padre espiritual y padre biológico, con sus diferencias  y similitudes, lo plantea  sin andarse por las ramas. Las conversaciones con el obispo y la reunión final con el consejo diocesano resumen el inmovilismo de la curia y los hipotéticos caminos reformistas que debería afrontar para, cuando menos, ganarse a la opinión pública laica y abrirse al mundo real. El protagonista -un muy convincente Grégory Gadebois- apunta en un momento de su defensa al riesgo de que el gremio sacerdotal se comporte cual casta con sus privilegios. El desenlace de la trama, visto cómo anda el patio, no podía ser otro. Que se la proyecten a León XIV, que al parecer gusta del cine.

Miguel Anxo Fernández. La Voz de Galicia, jueves 29 de mayo de 2025. 

domingo, 8 de junio de 2025

Pierre Nora. "Los lugares de la memoria"

Pierre Nora. (Sophie Bassouls/Sygma Via Getty Images)

El lunes falleció en París, a los 93 años, Pierre Nora. Historiador y maestro de historiadores, era la figura académica clave en la compleja relación entre pasado y presente. Centrada en Francia su extensa obra fue determinante para construir una historia fuera de los parámetros dictatoriales, en lugares como España, el Cono Sur o los países excomunistas del este de Europa.. Todo comenzó en 1984 con la coordinación de su gran apuesta, Los lugares de la memoria, una obra colectiva  de siete volúmenes, prolongada hasta 1993 y en la que trabajaron más de cien autores.

Los lugares de la memoria, su gran hallazgo, su gran idea, fue el motor de renovación  y de impulso de nuevos estudios. Aquel estudio original sobre la simbología de la Francia republicana fijaría la denominada historia pública, un campo que no ha parado de crecer y que sitúa  el pasado en el centro de los debates sobre el papel de la ciudadanía en el espacio público. La clave pasa por comprender que, lejos de ser sinónimos, memoria e historia son completamente opuestos. La memoria está presente y está en constante evolución, mira hacia el futuro. La historia, en cambio, mira hacia atrás, "borra la memoria", decía Nora pensando en el papel del historiador como portavoz de un mundo, de un tiempo en plena transformación.

En su primer trabajo sobre Argelia mostró esta doble problemática  en el colonialismo, alejándose de la memoria traumática de posguerra, de la memoria del nazismo, del colaboracionismo y del Holocausto. A partir  de ahí comenzó a comprender los significados cambiantes del pasado en el presente. Un trabajo continuo que ha permitido un giro sustancial en la propia Historia Contemporánea, desplazada, cada vez más hacia el presente.

Firme defensor del oficio de historiador, no puso solo el énfasis en la observancia de la regla y el  método, sino en el papel en la sociedad, en el espíritu cívico que debe demostrar toda historiografía. En pleno auge de la era digital, volvió a esa doble dimensión entre historia y memoria que estaba en el origen de todo como portavoz de un mundo y un tiempo y que se complementaba de una forma muy similar a las redes sociales. La historia se elabora con documentos o materiales de archivo que permiten reconstruir un hecho, pero es siempre posterior. 

En cambio la memoria es afectiva, psicológica, emotiva, y por encima de todo es individual. Tiene muchos perfiles y no tiene tiempo, es un pasado siempre presente. Nora nos demostró de este modo por qué confundimos historia y memoria colectiva. Estaba orgulloso de ello, le gustaba que se refirieran a él así, como el historiador de la memoria colectiva.

Por lo demás lo fue todo en el mundo intelectual francés. Director de varias colecciones de humanidades en la editorial Gallimard, fundador de la revista Le Débat y miembro de la Academia Francesa, vivió uno de sus momentos profesionales más controvertidos en 1997, cuando rechazó traducir la obra fundamental de Eric Hobsbawm La Edad de los extremos. Más adelante cuando comprendió  que este libro en realidad no implicaba  serias contradicciones con sus tesis, volvió a su preocupación  por las conmemoraciones y los cambios en los símbolos nacionales. Así lo demostró en la última Olimpiada de París  que coincidió con el aniversario del Dia D, el desembarco de Normandía, en 2024.

Nora compartió hasta el final la investigación y la docencia. Profesor en la Escuela de Altos Estudios desde los años ochenta, enseñó a varias generaciones a amar la historia. Alejada del relato nacional grandilocuente pero atenta a los riesgos de la politización y los peligros de la manipulación del pasado en el presente.

Gutmaro Gómez Bravo. El País, miércoles 4 de junio de 2025.

sábado, 7 de junio de 2025

Un anillo, la prueba de la unión entre Navarra y el País Vasco Francés

Los dos anillos de oro encontrados en los yacimientos
de Zaldua y Donazaharre. (Aranzadi/Europa Press)

El mapa de las calzadas del Imperio Romano era inmenso y, por suerte, lo anotaron todo.  Incluido, entre otros, el nombre Iter XXXIV. "Es la calzada transpirenaica que une la ciudad de Astorga (León) con la de Burdeos (Francia). Es la vía principal que comunica  el norte de la península Ibérica con lo que sería el suroeste de la Galia en aquella época. Sería la calzada principal para acceder al continente", detalla Oiane Mendizabal Sandonís, doctora en Ciencias de la Antigüedad del País Vasco y directora del proyecto transfronterizo Pirenaeus. "Se suele hablar de la importancia que tuvieron las calzadas romanas y no era solo por la vía, sino por la logística que existía a su alrededor. Cada cierta distancia había una parada  donde te podías alojar, descansar, comer..." . Paradas similares a las de las actuales estaciones de servicio.

Esta información se conoce por las fuentes antiguas, pero también porque en 2011 la Sociedad de las Ciencias Aranzadi, que lidera este proyecto, halló los miliarios o las señales que marcaban ese camino. Ahora, se ha dado un paso más. La organización ha encontrado en el yacimiento de Donazaharre o Saint-Jean-Le Vieux (en el País Vasco francés) un anillo de oro de 2.000 años de antigüedad muy similar al localizado en 2018 en el yacimiento navarro de Zaldua (Auriz-Burguete). A estas dos antiguas paradas las separan 35 kilómetros. La relevancia de este hallazgo es doble. Para empezar, es un anillo de oro de la época romana, datado en el siglo II d.C. y en un muy buen estado de conservación. Está entero, tiene una base de oro y un entalle con una ágata azul con un grabado. En él se muestran un guerrero de pie, apoyado en una lanza, con una espada en la otra mano y, en el suelo, colocado de perfil, un escudo. Es la primera vez que se encuentra uno de este estilo en el País Vasco francés, aunque este motivo lo tienen también  otros tres ejemplares  encontrados en las regiones francesas de Charente Maritime y Borgoña.

Lo relevante es que el anillo es muy similar a otro localizado en el cercano yacimiento de Zaldua. En este último la piedra también es azul pero es ónix, no ágata, y el grabado es de la diosa de la fortuna, de la abundancia. Cada uno tiene su iconografía, su estilo, pero los dos pertenecieron a la misma época", explica la directora de las excavaciones. Apunta que esto evidencia dos cuestiones: las paradas de Donazaharre y Zaldua estaban "bien comunicadas con las modas de la época" y que "por aquí  pasaba o vivía gente con poder, lo que recalca la importancia de estos entornos". Es decir, rompe con la creencia de que estos lugares estaban aislados.

Quedan incógnitas: quién pudo ser su dueño y si era de la zona o estaba viajando cuando lo perdió. Solo se pueden plantear hipótesis basadas en los datos: "Es un anillo de oro y estas joyas no eran accesibles a toda la sociedad, por lo que sería de alguna persona  de la élite". Tampoco se puede saber  a quién perteneció, aunque dada su estrecha circunferencia, "está claro  que tenía unas manos y unos dedos  muy pequeños", dice la experta.

El lugar de su hallazgo también es relevante: se ha encontrado en Donazaharre, a apenas 35 kilómetros de Zaldua. "Atravesando el Pirineo, sería la siguiente parada o estación" en la Iter XXXIV, señala Mendizabal. Es una distancia que se podía recorrer en un día de camino. Eso sí, reconoce, es una ruta dura "con un gran desnivel porque Zaldua está a unos 900 metros de altitud y Donazaharre a unos 200. La mayoría de la gente, sobre todo los pudientes, iría en caballos o en carros".

Estas dos paradas -Zaldua y Donazaharre- se corresponden con lo encontrado en las "fuentes históricas literarias grecolatinas antiguas", que "detallan las diferentes paradas de la Iter XXXIV",  pero reconoce que no siempre es fácil casar  los nombres escritos en las fuentes antiguas con los lugares. Entre ellos, aparece  el asentamiento de Pompelo -actual Pamplona- o la mansio de Iturissa, "que hay dudas si se corresponde  con este yacimiento de Zaldua o pudo haber otro a medio camino". Después está Summus Pyrenaeus, que se interpretaría como el Collado de Ibañeta, que se ha solido reaccionar con el asentamiento de Saint-Jean-Le-Vieux", termina la doctora.

 El anillo fue encontrado en el yacimiento de Donazaharre, en el marco del proyecto transfronterizo Pirenaeus, cofinanciado por la Eurorregión (Euskadi, Navarra, y Nueva Aquitania). Esta iniciativa busca "unir" las investigaciones que se realizan a los dos lados de la frontera. "Nuestro objetivo es aplicar la misma metodología de estudio a ambos lados del Pirineo para tener una imagen completa de toda esta zona de montaña", explica Mendizabal.

Amaia Otazu. El País, miércoles 4 de junio de 2025.

viernes, 6 de junio de 2025

"Sueño con una España jacobina"

Jon Viar. (Foto: Rubén Plaza)

Dramaturgo, cineasta, docente y actor, Jon Viar (Bilbao, 39 años), se acercó con valentía y honestidad al nacionalismo vasco partiendo de su padre, procesado en los juicios de Burgos. Profesor en la Escuela superior de Arte Dramático de Castilla y León, sus obras Incel o El hacha y la serpiente han sido premiadas y la que ha escrito sobre el abuso de un sacerdote a un menor, Una herida incurable, acaba de ser editada  por Kabo & Bero. Otro de sus textos, El encuestador, será representado en Off Latina el 19 y 26 de Junio y el 3 de de julio.

-.¿Cuándo supo  que se dedicaría al teatro? A los 11 años supe que quería ser cineasta y actor. Supongo que fue la única manera que encontré de darle sentido a mi vida, y de paso rentabilizar mi peculiar fisionomía interpretando papeles cómicos.

-.¿A qué actor o dramaturgo le hubiera gustado  conocer? A Georg Büchner. Es el precursor de tantas cosas..., y murió con apenas 23 años.

-. ¿Quiénes son sus tres autores de cabecera? Jan Kott, Martin Esslin  y muy probablemente Albert Camus, aunque me interesa mucho Guy Debord.

-. ¿Qué obra de teatro debería leer todo el mundo? Orestíada de Esquilo.

-. ¿Que autor esta injustamente olvidado? En España se me ocurre gente como Lauro Olmo o Alfonso Sastre.

-. ¿Qué libro ha regalado más veces? "Historia de un alemán", de Sebastián Haffner.

-. ¿ El que tiene ahora mismo abierto en la mesilla de noche? Una recopilación de obras de teatro de ópera chino. No se conoce la autoría. He empezado con "El salón de jade". Es curiosa.

-. ¿Uno que no pudo terminar? "El Reino" de Emmanuel Carrère. Lo abandoné a la mitad.  Me gustaron mucho más "El adversario" y "Limonov".

-. ¿Su película favorita de todos los tiempos? Cualquiera de Woody Allen  y "Network",de Sidney Lumet.

-. ¿Cuál es el suceso histórico que más admira? La Revolución Francesa. Sueño con una España jacobina integrada en una Europa federal.

-. ¿Qué está socialmente sobrevalorado? La identidad. Sin duda, el peor de los fanatismos.

-. De no haberse dedicado al teatro, sería... Seguramente me hubiese tirado por la ventana.

Babelia. El País, sábado 24 de mayo de 2025.

jueves, 5 de junio de 2025

"La costurera de Chanel"

En La costurera de Chanel , Wendy Guerra se aleja de los dramas de su país, Cuba, para relatar la historia de la gran modista. Un giro que refleja la distancia escogida  por otras autoras de la diáspora. Hasta hace veinte años me era imposible trazar un mapa de los rumbos, las tendencias, las cristalizaciones más significativas de la realidad cubana en una diáspora cada vez más nutrida. Podía, creo, armar algo así como un corpus.

La ya dilatada crisis del sistema editorial doméstico -tan dilatada y más que la crisis económica que asola al país desde la década de 1990, hoy agudizada hasta extremos distópicos- rompió una cierta coherencia preexistente. Con ediciones que no circulaban por los caminos habituales (o no circulaban), tiradas cada vez más reducidas, obras que por diversos motivos no eran estampadas (censura incluida) y una dramática dispersión de creadores, repartidos por medio mundo  y muchos de ellos sin volver a concretar  sus necesidades expresivas (por no hallar ediciones o simplemente  por haber dejado de escribir), la literatura que escribían los cubanos  justo en este periodo de entre siglos alcanzó una notable visibilidad  incluso internacional. El género más favorecido fue la novela, con obras como las de Abilio Estévez, Pedro Juan Gutiérrez, Eliseo Alberto, Jesús Díaz, Daína Chaviano, Amir Valle, entre los más reconocidos, aunque también se destacaron poetas, dramaturgos y ensayistas, como Rafael Rojas, de notable profundidad analítica. Y que conste que se pueden añadir varios nombres.

Todavía sobre esa ola que, al decir de un músico cubano, hoy se ha convertido "en espuma y arena", aparecieron en los albores del siglo XXI un grupo de autores, pronto calificados como novísimos, entre los cuales alacanzarían notoriedad tres "lindas cubanas", novelistas todas: Ena Lucía Portela, Wendy Guerra, y Karla Suárez, las dos primeras entonces afincadas en Cuba, la tercera ya sumada a la diáspora.

Representantes de la generación que sigue a la nuestra (la de esos autores ya visibles en los años noventa),  estas tres novelistas comenzaron a ganar premios dentro y fuera de Cuba, a publicar en editoriales cada vez más importantes en el ámbito del mercado ibérico y foráneo, y a crear con sus obras, muy diferentes entre sí aunque en cierta forma también confluyentes en determinadas preocupaciones generacionales, un micro panorama artístico que, tal vez por primera vez en toda nuestra historia literaria, tenía a tres mujeres en tan notable pedestal. (...)

En las tres autoras  se produce un proceso de distanciamiento de lo cotidiano cubano, de los muchos y punzantes dramas de un país y una generación, algo que resulta mucho más radical en la reciente entrega de Wendy Guerra, La costurera de Chanel, recién publicada por Lumen.

Que Wendy Guerra se haya decantado por el mundo de la moda, el glamur, la Francia que va de la belle époque a la Segunda Guerra Mundial, no resulta extraño para los que conocen su muy evidente y persistente atracción por esos elementos. Que haya decidido ficcionalizar de un modo sesgado la vida de Coco Chanel, un personaje oscuro, pletórico de contradicciones, que pasa por encima de todo y de todos para conseguir sus propósitos y con el cual es difícil establecer una empatía (no solo en la novela, sino y sobre todo en la realidad), ha sido un reto aceptado por la novelista en la que quizás es la más literaria y estilísticamente elaborada de sus piezas publicadas.

La dispersión existente y creciente de los autores cubanos ¿provocará a la vez una dispersión de sus asuntos, cada vez más alejados de una realidad tan peculiar como la cubana, tan densa dramáticamente pero quizás por esas mismas razones un poco agobiante y repetitiva? Las señales enviadas por estas tres mujeres novelistas parecen ser también un grito de alarma o de hastío respecto a una realidad que solo cambia para hacerse más dura y agónica..., ¿y también por eso más literaria?

Leonardo Padura. Babelia. El País, sábado 26 de abril de 2025.

miércoles, 4 de junio de 2025

El cine de Chantal Akerman no tiene fin

Chantal Akerman . (Laszlo Ruszka/INA/Getty Images)

En una sala, siete monitores repiten en bucle de casi seis minutos, la secuencia final de Jeanne Dielman,23 Quai du commerce,1080 Bruxelles (1975), de la belga Chantal Akerman. Hay algo de pintura o casi de fotografía de la cotidianidad, del aburrimiento existencial, en este plano fijo de una mujer, la Jeanne Dielman del título, sentada en una mesa. Sin embargo, acumula una tensión casi palpable por el espectador. Solo observando una mano en la que asoma una mancha de sangre casi imperceptible, puede atisbarse el motivo de esa brumosa turbiedad, que se conoce si se ha visto la película o se ha leído el nombre de la videoinstalación: Mujer sentada después de asesinar (2001).

Travelling, una antológica sobre Akerman (Bruselas,1950 -París, 2015) que se puede visitar hasta el 7 de septiembre  en el Museu de Arte Contemporánea (MAC/CCB) de Lisboa. La exposición procedente de Bruselas honra varios aniversarios: los 75 años del nacimiento de la cineasta; el medio siglo del estreno de su Jeanne Dielman...; y la década desde su suicidio, acaecido antes del terremoto artístico que supuso en 2022, que Jeanne Dielman, 23, Quai du Commerce, 1080 Bruxelles encabezara por primera vez la prestigiosa lista que elabora cada década la revista británica Sight and Sound, por encima de Vértigo o Ciudadano Kane. Dicho de otra manera : la mejor película de la historia la había dirigido una realizadora que, en el momento de su estreno, ni siquiera  había cumplido 25 años y que retrata en su largo la existencia durante tres días de una mujer dedicada a unas tareas cotidianas realizadas de manera morosa, casi robótica (filmadas en rotundos planos secuencia), que para sacar adelante económicamente a su hijo se dedica a la prostitución.

Su influencia en las nuevas generaciones de cineastas es grande. Para Belén Funes  (La hija de un ladrón), Jeanne Dielman...fue una "película descubrimiento absoluto": Estaba dirigida por una mujer, pero a la vez contradecía todo lo que se suponía que debía o podía ser el cine que hacían las mujeres porque la película es un tratado acerca de la violencia y de los caminos que encuentra para escaparse y salir al exterior. Me parece que Chantal nos ha ido recordando a lo largo del tiempo que no necesitamos que nos representen, que podemos a hacerlo nosotras mismas". Por esa pasión , Funes ha escondido un guiño  a Akerman en Los Tortuga, que se estrena el 23 de mayo.

A Isabel Coixet le fascina "porque filma a mujeres fumando, encuadradas en ángulos de cine negro contrapicados e iluminadas con sombras marcadas. Me gusta que sus protagonistas frieguen los platos, se paren en las escaleras, en una mesa de cocina, en un bar... Y todas sumidas en sus pensamientos, parecen intensamente conscientes de sí mismas mientras interpretan los papeles que la sociedad les ha marcado. Akerman introdujo en el cine una nueva forma de mirar y fue la primera en retratar lo que antes se había ignorado".

Para Neus Ballús (Seis días corrientes) , su cine fue "una sacudida": "La descubrí después de la universidad, donde había estudiado lo canónico. Su propuesta es radical en su recuperación del tiempo vivencial por encima del cinematográfico y en su retrato de la feminidad, sobre el lugar que ocupamos en el mundo. Es que su cine cuestiona todas las normas". Y Alauda Ruiz de Azúa (Cinco lobitos, Querer ) desgrana: "Se adelantó décadas a conversaciones que estamos teniendo ahora. Personalmente, muchos de sus trabajos me llevan a replantearme la importancia que ponemos en primer término, a qué le damos protagonismo  y a qué no. Esta frase suya lo explica bastante bien: "No hay nada que decir, decía mi madre, y es sobre esa nada sobre la que yo trabajo".

En las salas del MAC/CCB la férrea presencia de la madre de Akerman, una judía polaca superviviente de Auschwitz, asoma en la obra de su hija que llegó a darle el protagonismo en piezas como No Home Video (2015) o el libro y el video-ensayo My Moother Laughs (2019). "Mi madre que sabía de desgracias, me contaba que las grandes crisis no las ves venir porque crecen poco a poco hasta que un día te han devorado  la vida..."Una madre es algo inmune al paso del tiempo, es resistencia y roca y, a la vez, como ser humano, envejece", contaba Akerman a este periodista en 2014, recién fallecida su progenitora. 

Casi todo Akerman está en Lisboa. Casi, porque la exposición acaba con su muerte.

Gregorio Belinchón. Lisboa. El País, viernes 9 de mayo de 2024.

martes, 3 de junio de 2025

Maurizio Cattelan, un genio en la colección del Pompidou.

Maurizio Cattelan. (Centre Pompidou-Metz)

A Maurizio Cattelan (Padua, 1960) le entusiasma nadar, física e intelectualmente. Y en la ciudad de Metz, situada en el noroeste de Francia, ha recibido dos regalos para practicar esa pasión. Uno ha sido otorgado por el alcalde, que le ha facilitado un pase permanente para la piscina municipal. El otro ha sido la invitación de Chiara Parisi, directora del Centro Pompidou-Metz, para establecer conexiones entre su propia obra y la inmensa colección del Centro Pompidou de París-plenamente disponible porque el museo permanecerá cerrado cinco años para su renovación-. Ese reto conlleva peligros y satisfacciones, pero Cattelan ya había superado con éxito una experiencia similar al dialogar con la colección del Moderna Museet de Estocolmo en 2024. Ahora en Metz conviven 335 obras de la colección del Pompidou con 37 del artista, en una interacción audaz que por momentos suspende la respiración.

Como experto navegador en las procelosas aguasa del arte contemporáneo, Maurizio Cattelan se sorprende de las polémicas que suscita su obra pues no se considera un provocador. Creó la icónica escultura del Papa Juan Pablo II caído sobre una alfombra roja después de haber sufrido el impacto de un meteorito sobre su cuerpo; la pequeña ardilla disecada que alude a un suicidio sobre una mesa de escuela o la terrorífica instalación de tres niños ahorcados que se presentó con gran escándolo en la fugaz Bienal de Sevilla. (...)

La exposición del Centro Pompidou-Metz lleva por título Domingo sin fin y ha sido comisariada por Chiara Parisi y Maurizio Cattelan. De su colaboración continuada y de sus prolíficos diálogos surgieron dos ideas fundamentales para dar cuerpo a la muestra. La primera fue pensar en el domingo como día de descanso después de la creación divina o del trabajo humano; como tiempo extraño en que se paran las actividades cotidianas y se organizan rituales religiosos, celebraciones familiares, encuentros en la naturaleza, y como un tiempo en el que se siente más que nunca la melancolía del silencio de las tardes vacías... La segunda idea fue utilizar las 27 letras del abecedario como índices que puntúan las diferentes secciones  en secuencias no ordenadas alfabéticamente, sino según una lógica oculta que integra imágenes, obras, palabras y sensaciones en un circuito de circunvalaciones  espaciales y visuales impactantes.

El recorrido huye de la linealidad cronológica y propone conexiones temáticas y transhistóricas. Hay asociaciones conscientes a la manera de Aby Warburg. Algunas, repentinamente, llevan a profundidades abisales conectadas con la muerte. Se incluyen piezas magnas como el bajorelieve pompeiano de Gradiva, "la que camina", prestado por los Museos Vaticanos, que inspiró los análisis de Sigmund Freud sobre las proyecciones fantasmáticas y la "terapia del héroe". Y hay obras magnéticas como la pared del estudio de André Bretón. Bretón reunió más de 200 objetos en la pared situada detrás de su escritorio en un ejercicio de archivo que es a la vez manifiesto estético y autorretrato a través de sus fascinaciones. Pinturas de Miró, Kandisky o el Aduanero Rousseau conviven con fetiches de culturas no occidentales y elementos naturales que plantean el misterio de lo que consideramos arte. (...)

Exorcizar la propia imagen a través del autorretrato y participar en el gran teatro del mundo  son leitmotivs para Cattelan, y esta exposición le representa  y nos representa en tanto que cuestiona la sacralidad del museo como depositario de la memoria. Cattelan  dice que espera que su trabajo sobreviva a su desaparición como autor. Tendríamos así un Maurizio sin fin.

Rosa Martínez. El Cultural, 23-5-2025.

lunes, 2 de junio de 2025

Las oportunidades perdidas

Concebida como una cápsula del tiempo procedente de la década de 1900, Sus hijos después de ellos consolida a los hermanos (gemelos) Ludovic y Zoran Boukherma como autores de cabecera de un nuevo cine francés que no le hace ascos a la nueva influencia de Hollywood. Formados en L'École de la Cité du Cinéma, la escuela fundada por Luc Besson, los Boukherma se dieron a conocer con Teddy (2020), una comedia fantástica que llevó hasta la sección oficial de Cannes el universo de la licantropía. Luego llegaría ¡Tiburón a la vista! (2022), otra comedia de terror con guiños al imaginario de Steven Spielberg. Con estos antecedentes no debería sorprender que el acercamiento de los Bourkherma al relato de iniciación romántico esté más influenciado por las teen movies estadounidenses que por el canon del cine francés sobre adolescentes. En definitiva, cuando los protagonistas de Sus hijos después de ellos se entregan al dolce far niente, no se echan a leer a Balzac, como hacía Antoine Doinel en Los 400 golpes (1959) de François Truffaut, y tampoco imitan a Chaplin como los estudiantes de Bande aparte (1964) de Jean-Luc Godard, sino que juegan con la consola al Street Fighter o miran en VHS Mal gusto (1987), el himno algore de Peter Jackson.

En cualquier caso, Sus hijos después de ellos -un proyecto que iba a dirigir  Gilles Lellouche, quien figura como productor y coprotagonista del filme- aleja a los Boukherma del cine fantástico y los acerca a un realismo que, pese a su alto grado de estilización, apunta a la denuncia de un cierto determinismo social. En este sentido el interés de los directores por los entornos  de aliento proletario encuentra un perfecto acomodo en esta adaptación de la novela homónima de Nicolas Mathieu, que obtuvo el Premio Goncourt en 2018 y que convertía la ciudad ficticia de Heillange (una banlieue de ambiente campestre) en una bomba de relojería habitada por adolescentes en celo y familias disfuncionales. Así, el eje romántico y el drama generacional de la película aparecen atravesados por un conjunto de conflictos de clase y tensiones interculturales que acaban perfilando una Francia marcada todavía marcada por su pasado colonial.

Sus hijos después de ellos arranca por todo lo alto gracias a la energía musical que los Boukherma  imprimen al curso de la acción, tomando como referente esencial el cine de Martin Scorsese. Nada mejor que el Run to the Hills de Iron Maiden para encender las hormonas adolescentes de los protagonistas, quienes se entregan a la sensualidad de la mano del Under de brigde de Red Hot Chili Peppers. El filme se beneficia además del magnetismo de su troupe de estrellas juveniles, encabezada por Paul Kircher, quien ha heredado el espíritu de inocencia interrumpida de su madre, la eterna Irène Jacob. Sin embargo, este fulgor inicial se va disipando a medida que el relato avanza, a golpe de elipsis, de un verano al siguiente. Surge entonces la gravedad dramática-impulsada por el alcoholismo del padre del protagonista, interpretado por un Lellouche algo histriónico-, acompañada de una tendencia a la redundancia y la arritmia narrativa. A la postre, y pese a todo, Sus hijos después de ellos logra articular una melancólica meditación sobre el marchitamiento de las ilusiones de juventud, un réquiem por las oportunidades perdidas al ritmo del Nothing Else Matters de Metallica.

Manu Yáñez. El Cultural, 23 -5 -2025.

domingo, 1 de junio de 2025

La teoría del gusto social explicada en viñetas

Si usted elige la ensalada sofisticada antes que el pollo frito franquiciado, si prefiere vivir  en cierto barrio antes que en otro, si lleva una americana casual en lugar de una chaqueta de chándal, se diría que es cuestión de gustos. No hay discusión sobre gustos: para gustos hay colores. Pero la cosa no es tan sencilla: sus gustos no son tan personales, o voluntarios, o arbitrarios, sino que vienen fuertemente determinados por su clase social: en el entorno en el que se han formado como persona. "Los ricos no juegan al golf porque les guste", ejemplifica el profesor Luis Enrique Alonso, de la Universidad Complutense de Madrid. Juegan al golf porque jugar al golf es de ricos.

Fue la propuesta que hizo el sociólogo francés Pierre Bourdieu (Denguin, 1930-París 2002) en el que tal vez sea su libro más célebre: La distinción. Criterio y bases sociales del gusto (1979). Ahí expone que cada clase social tiene un habitus, es decir, una forma de pensar, un estilo de vida, unos gustos culturales, y por ese habitus nos definimos frente a los otros, se perpetúan las diferencias de clase y las dinámicas de dominación social. Como veremos, las teorías de Bourdieu (que también ahondaron las relaciones entre los diferentes capitales: el económico, pero también el social o el cultural) pueden ser matizadas y cuestionadas en un mundo que ha experimentado cambios radicales, como la digitalización y la globalización. "Pero La distinción es inapelable, nos mira como nos miran los clásicos, y en Francia sigue siendo un monumento de la sociología", explica Alonso.

La obra de Bourdieu es estudiada en un instituto francés en el que un profesor novato trata de hacer notar esas sutilezas de la desigualdad a un grupo de alumnos variopinto y, en principio no muy receptivo. Pero, poco a poco, observando a sus familias, a los ambientes en los que se relacionan, a las diferencias entre los unos y otros, los alumnos acaban detectando en su vida cotidiana algunas de las observaciones del famoso sociólogo. No es lo mismo provenir de una familia obrera sin demasiado interés por la cultura refinada o el interiorismo moderno que ser la hija  de un esteta adinerado que asiste a la ópera y desprecia la música popular. La distinción funciona así como una forma de dominación simbólica.

La historia de ese instituto es la que cuenta la autora francesa Tiphaine Rivière (Francia, 42 años) en su obra La distinción (Garbuix Books), una divulgación narrativa, en cómic y  para todos los públicos del tocho sociológico de 700 páginas en lenguaje académico. "Pensé que era importante hacer accesible a Bourdieu, tiene un gran potencial emancipador precisamente para las clases sociales que no podrán leer un libro largo en un lenguaje complejo", explica la autora. 

La meritocracia, afirma La distinción y recalca Rivière, es una ficción útil para hacer creer que los privilegios de la clase  dominante se deben realmente a su mérito. Y que cualquiera puede llegar lejos  si se esfuerza lo suficiente. Bourdieu demuestra que no es así . "Estadísticamente, las clases se reproducen masivamente  y la escuela no cambia nada", señala la autor)a... Las ideas de Bourdieu, volviendo al principio, merecen un repaso porque el mundo ha cambiado mucho. Por ejemplo, internet ha democratizado el acceso a muchos materiales culturales antes restringidos, mientras que se han dado fenómenos como el omnivorismo cultural (según el concepto de Richard Peterson): entre las clases altas se pica de todo. "Hoy todo parece más fluido", dice Rivière. "La cultura popular está en todas partes, y la mayoría de los jóvenes usan sudaderas con capucha y zapatillas, independientemente de su clase social. Y, sin embargo, creo que el sistema de dominación no ha cambiado profundamente".

Sergio C. Fanjul. Madrid. El País, sábado 3 de mayo de 2025.

sábado, 31 de mayo de 2025

El Elíseo endurece las condiciones para acceder a la nacionalidad francesa

El ministro del Interior de Francia, Bruno Retailleau, ha enviado una circular  a los prefectos de regiones y departamentos para que restrinjan aún más al acceso a la nacionalidad francesa. Ayer hizo público el nuevo documento consagrado a la naturalización de los extranjeros, con el que pretende marcar una "ruptura" con todo lo que se ha hecho hasta ahora para soportar las condiciones de adquisición de nacionalidad, exigiendo un mayor nivel del idioma, el respeto de los valores de la República y la suficiente solvencia económica como para no depender de las ayudas sociales para vivir.

 "Asumo totalmente el endurecimiento de los criterios", comentó Ratailleau, durante la la presentación de la circular que clarifica las reglas, "nadie puede justificar su naturalización  sin asimilación". Insistió especialmente en "el sentimiento de pertenencia" que es necesario para ser francés, y recordó que la naturalización no es contemplada por la jurisprudencia como un derecho, sino como "una decisión soberana del Gobierno".

El año pasado, 66.745 personas adquirieron la nacionalidad francesa por decreto o declaración  (matrimonio, padres o hermanos) lo que supone un aumento del 8,3 en relación al 2023, en parte debido a que este año hubo una serie de problemas técnicos, según la dirección general de extranjeros en Francia.

Entre las numerosas normas que ya existen, Retailleau recordó la importancia del "respeto de la laicidad" o "la ejemplaridad del demandante". Y pidió a los prefectos que rechacen las peticiones  de aquellos extranjeros que estén en Francia en situación irregular, o que hayan sido objeto de una orden de expulsión. (...)

Entre las nuevas exigencias  figura, a partir del 1 de enero de 2026, la superación de un "examen cívico" que permitirá medir los conocimientos que posee el demandante en materia de "cultura cívica" y de "historia de Francia". Actualmente, solo es necesario justificar el conocimiento del francés tanto oral como escrito con un nivel B1, pero ahora también será necesario mostrar que posee un nivel B2 de lengua.

La exministra socialista Najat Vallaud-Belkacem, presidenta de Francia Tierra de Asilo, critica estos anuncios y dice que Retailleau "está haciendo campaña y no actúa como un hombre de Estado". El ministro del Interior quiere ser investido presidente de su partido, Los Republicanos, y busca así marcar diferencias con el otro candidato, Laurent Wauquiez, el jefe de los diputados conservadores de la Asamblea.

Asunción Serena. París. La voz de Galicia, lunes 12 de mayo del 2025.

viernes, 30 de mayo de 2025

Beatrice Rana, infatigable y limpia espiritualidad

Beatrice Rana. (Foto: Simon Fowler)

Entre la pléyade de estupendas orquestas que pueblan este año la temporada de Ibermúsica, figura la Filarmónica de Radio Francia, un conjunto que posee una innegable solidez gracias a su sonoridades bien acolchadas, al equilibrio entre sus familias, a su pátina de texturas agradables. No es su espectro tan sutil, tan bello, tan sedoso como el de otras grandes formaciones, pero sí muy atractivo.

No hay duda que para que sea así habrá tenido mucho que ver la labor de su titular al haber establecido una unión aparentemente hipostática con su director, el finlandés Mikko Franck. Hombre de baja estatura, de brazos ágiles de compás muy abierto, de batuta clara y precisa, de criterios musicales bien asentados, de exposiciones y resoluciones muy lógicas. Otro discípulo aventajado del gran maestro Jorma Panula. No es un poeta, pero lo racional de sus propuestas y la flexibilidad de sus músicos nos llevan siempre a buen puerto.

Algo que esperamos comprobar de nuevo en el concierto que se anuncia para el día 5 de mayo  en el Auditorio Nacional de Madrid en un programa que podrá ser degustado también en Zaragoza (6), Valencia (7) y Oviedo (8). Y que viene abierto por el architocado y oído Concierto nº1 para piano de Chaikovski.

En esta ocasión sonará en las manos de la sensible  y dotada pianista italiana  Beatrice Rana, quien ya va siendo bastante conocida por nuestros públicos y que nació en Copertino en 1990 y estudió con el maestro Benedetto Lupo. A los 20 años empezaba ya una importante carrera, que iría adquiriendo - y sigue in crescendo- una importancia inesperada. Algo no tanto raro, si bien se mira, considerando sus méritos y actitud. Es muy significativa su capacidad de concentración que siempre la ha distinguido. Igual que lo es su espirituoso toque, su limpia digitación una sorprendente y al menos aparente espiritualidad en la exposición de los accidentes pentagramáticos. 

Esperamos, pues, lo mejor de la sesión, que se completa con dos partituras salidas de la mano de Debussy y que el conjunto francés y su director tienen ya muy ahormadas: el Preludio a la siesta de un fauno, sorprendente pórtico de un nuevo modo de hacer, comienzo maravilloso de un impresionismo que alcanzaría su plenitud orquestal con la segunda: la inefable La Mer. Un concierto, por tanto, lleno de alicientes. 

A. R. El Cultural, 2-5-2025.