domingo, 22 de junio de 2025

Más libros, menos lectura

Feria del libro de Madrid.
"En tanto que primer editor en Francia, el padre de Jonás mantenía la opinión de que, más que nunca, y por razón misma de la crisis de la cultura, el futuro estaba en el libro". Jonás es el protagonista  de "Jonás o el artista trabajando", uno de los últimos relatos escritos por Albert Camus, recogido en El exilio y el reino (1957).

Pero oigamos lo que dice su padre para justificar su opinión: "La historia demuestra que cuanto  menos se lee más libros se compran".

Vaya. ¿Será así? ¿Lo sería en los años cincuenta del siglo pasado? Lo es en la actualidad?

De un tiempo a esta parte, editores y libreros constatan con euforia el aumento de la ventas. Pero lo hacen desde el convencimiento de que los índices de lectura están en alza, cosa sobre la que albergo muchas dudas, al menos en lo que respecta a la lectura de libros.

Lo cierto es que observo que la mayoría de la gente con la que me relaciono lee pocos libros, muy pocos, cada vez menos y entretanto proliferan los pequeños sellos editoriales, se inauguran librerías de todo tipo y las grandes multinacionales del libro no cesan de ampliar su mercado.

Soy más bien de la opinión del padre de Jonás: tiendo a pensar que existe cierta correlación inversamente proporcional entre la lectura y las venta de libros.

Me encantaría que el padre de Jonás me proveyera de más argumentos de los que dispongo para sustentar esta convicción, pero como no puedo hacerlo me resigno a declararla intuitivamente. Lo cierto es que observo que la mayoría de la gente con la que me relaciono lee pocos libros, muy pocos, y entretanto proliferan los pequeños sellos editoriales, se inauguran librerías de todo tipo y las grandes multinacionales del libro no cesan de ampliar su mercado.

Mientras escribo estas líneas, se celebra en Madrid la Feria del Libro y se repiten , como cada año, las multitudes de visitantes, las colas para las firmas de libros y las compras en las casetas. A pesar de lo cual insisto en pensar - disculpen si resulto cenizo-que por muy halagüeñas que sean las estadísticas, se leen cada vez menos libros. Se compran, se hojean, se habla de ellos, pero apenas se leen unos pocos, casi siempre los mismos. 

Vuelvo al padre de Jonás. Partiendo de esa convicción de que "cuanto menos se lee más libros más se compran", se jactaba de leer raras veces "los manuscritos que le proponían, y solo se decidía publicarlos basándose en la personalidad del autor o en la actualidad del tema". Al hilo de estas palabras, se me ocurre pensar que la estructura de la relación entre los los lectores y los libros viene pareciéndose cada vez más a la que mantiene con la prensa periódica.

Tiempo hubo en que un ciudadano más o menos culto y deseoso de mantenerse bien informado compraba dos y hasta tres periódicos, de lo que no cabía desprender una ratio de lectura proporcional a la cantidad de letra impresa que simplemente inspeccionaba, tan impacientemente, por cierto, como en la actualidad las múltiples cabeceras digitales a que se asoma.

He leído con sorpresa el relato de Camus al que me vengo refiriendo. Jonás es un artista de talento que confía en su buena estrella y no tarda en hacerse un nombre en el mundillo del arte. Lo que  se nos cuenta de él, sin embargo, es cómo el medio en el que se introduce no tarda en parasitarlo y en desviarlo de su camino impotente como es para resistirse a los reclamos de todo tipo  que absorben sus energías creadoras.    

Imposible no reconocer en Jonás una contrafigura paródica, a la vez cómica y patética, de las circunstancias en que se vio atrapado Camus en su madurez, y de sus desesperados intentos por sustraerse de ellas, a los que puso un  fin trágico  el accidente  acabó con su vida en 1960.

Ignacio Echevarría. El Cultural, 13-6-2025.

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