viernes, 13 de junio de 2025

En Bamako siempre es domingo

 Los domingos en Bamako son día de boda /los djembés y los dununs resuenan en todas partes", cantan Amadou Bagayoko, fallecido a comienzos de abril, y Mariam Doumbia (Amadou & Mariam) en 'Beaux dimanches', una de las piezas de su álbum Dimanche à Bamako (2004), producido por Manu Chao. Pero en la capital de uno de los territorios musicalmente más vigorosos de África, Malí, no es preciso que sea domingo ni celebrar un casamiento para que los instrumentos hablen y las voces canten. Ni siquiera hay que estar en el país para sentir el embrujo de ritmos que asientan su modernidad sobre la tradición.

Salif Keïta, la voz más hermosa de África, se encierra en una habitación de hotel en Asia y despierta la memoria tañendo poco más que una guitarra. Keïta anunció en 2012 que Talé, el álbum publicado ese año, sería su última grabación. Afortunadamente, el pecador siempre puede recurrir el arrepentimiento y en 2018 editó Un autre blanc, con Angélique Kidjo y Alpha Blondy. De ese disco también dijo que sería el último de su carrera pero ha vuelto a retractarse. La necesidad o el picor de la música le han llevado a grabar So Kono en la habitación del hotel en que vivió en Japón durante su participación  en el festival Kyotophonie. Salif no es guitarrista, pero decidió que ese sería el instrumento principal tocado por él. Y para evitar la soledad, Badié Tounkara (ngoni), Mamadou Koné (tama), Clement Petit (violonchelo) y Julia Sarr y Olyza Zamati (coros) le echaron una mano en algunas piezas.

Nuevas composiciones y escrituras más antiguas configuran la propuesta. Entre las primeras 'Aboubakrin'; la fascinante y circular 'Awa' pespunteada por el chelo de Petit; 'Chérie', también e excepcional y 'Proud un canto que es un grito, un manifiesto de reafirmación, junto con temas reformulados como 'Tasi', 'Soundiata' o 'Tu vas me manquer'. Con 75 años, Salif sigue desplegando la emoción y la fuerza del griot que convoca a sus ancestros a pasear por las perturbadoras calles del siglo XXI...

Javier Losilla. Babelia. El País, sábado 24 de mayo de 2025.

jueves, 12 de junio de 2025

Bernard Minier: "Esa atmósfera de Galicia genera un clima literario"

A cielo descubierto, con aire frío, vuelve Bernard Minier (Béziers, 1960) a la calle de la Amargura de A Coruña, a tiro de piedra de Berbiriana, la librería donde presentó, Olvidadas, Les effacées, su nueva novela. "Hay lugares desprovistos de toda esperanza", observa al asomarnos al abismo de las dos tramas de una novela, que alternan cadáveres de ricos con otros de mujeres trabajadoras. Pero matiza que con esa frase, "hay lugares desprovistos de toda esperanza", no se refiere a Combarro, el lugar que la teniente Lucía Guerrero debe plantar apresuradamente, en plena investigación de un crimen, para tratar de esclarecer el asesinato  de una estrella de la jet set madrileña, amiga de la familia real y de la flor y nata del país. Esa frase que nubla la esperanza es una declaración de principios, la primera carta sobre la mesa de un autor que mide más sus palabras que los hechos  de sus personajes. A lo conflictivo se refiere como conflictual (conflictuel), con una ele sonora marcando la diferencia. Minier es un conquistador  de la geografía del detalle. Fabulador con causa, no pierde de vista la vida salvaje  de la web oscura del fango del mundo real y de las personas.

-"Olvidadas" nos hace bajar a la arena de la playa de Padrón de Combarro. ¿Qué ha traído a Galicia a uno de los "betsellers" de la novela negra europea?

-La idea de crear a Lucía fue descubrir ese servicio para el que trabaja, la UCO (Unidad Central Operativa) que actúa en distintos lugares de España cuando hay investigaciones complejas. En principio, lo que quiero presentar a mis lectores, que son los primeros en leerme, lugares, ciudades y provincias de España que no se conocen mucho. No, quiero mandar a Lucía a Toledo , a Sevilla, a Barcelona, que se conocen suficientemente. No quiero mandarla a Segovia, a Salamanca, al Alto Aragón (al pueblo de Graus que conozco perfectamente) o aquí, a Galicia... Si vengo aquí, es sobre todo para mandar a Lucía a zonas que no son demasiado turísticas. Aparte de Combarro el resto no lo son tanto, como Malpica.

P.- Quizá muchos gallegos desconocen el pasado de Malpica como puerto ballenero, que cuenta.

R.- Descubrí esa empresa en O Pindo (el último reducto ballenero de Europa). Ocupa dos líneas en el libro, pero la pesca de la ballena es parte de la historia de Galicia.

P.- ¿Por qué le interesaron Combarro, Malpica o A Coruña como escenario?

R.- Galicia tiene parecido con la Bretaña francesa. Los dos estamos al Oeste, frente al Atlántico y tenemos una meteorología peculiar, tormentosa, de niebla... Toda esa atmósfera genera un clima literario. Yo soy como Thomas Mann, prefiero los cielos nubosos, los primitivos flamencos como pintura que el paisaje solar. Por eso Galicia es un lugar perfecto.

P.- ¿En tiempo revuelto germina mejor la novela negra?

R.- Sí. Siento que estamos todos formados o deformados, por los lugares donde vivimos. No es lo mismo vivir en el monte que en la ciudad. Churchill decía que los hombres hacen los muros y luego los muros hacen a los hombres. Esto es verdad en el paisaje. Yo he estado en Argentina, México, Polonia, Noruega... Y veo que las condiciones de cada país impactan en las personas. En México pasan unas cosas que no pasan en Oslo. En Oslo hay casi seis mese de verano y seis de invierno. Eso tiene un impacto sobre la mente. Cuando era estudiante solía ver las películas de Bergman, maravillosas pero deprimentes. Esas películas no existirían si Bergman hubiera vivido en Alicante. (...)

P.- ¿Cómo manipula el escritor al lector?

R.- ¡Eso es un experimento psicológico aparte! Sí, es una manipulación, aquí esa manipulación es un juego. Vargas Llosa escribió un libro sobre grandes obras literarias del siglo XX que se titula La verdad de las mentiras. Toda ficción es una mentira, pero es una mentira que quiere decir una verdad.

P.- ¿ Tiene un vínculo familiar con la terriña o es el resultado de su trabajo de campo para documentar "Olvidadas"?

R.- He estado aquí, he entrado en las casas, he hablado con la gente y me han llevado a lugares como ese pueblo abandonado en medio del monte, en el que hay una sola casa ocupada, no vamos a decir `por quién. Ese pueblo existe, en él hay una sola casa en medio de la nada. Todos los lugares que aparecen en la novela existen. Por ejemplo, cuando estuve en A Coruña, descubrí la calle de la Amargura y no pude resistirme a utilizarla... Ayer estuve en esa calle, ¿entra ahí el sol alguna vez?

Ana Abelenda. Libros. Fugas, La voz de Galicia, viernes 6 de junio de 2025.

miércoles, 11 de junio de 2025

Nathalie Cabrol:"Un logro de la ciencia es admitir que no sabemos que es la vida"

Nathalie Cabrol

La científica fracoestadounidense dirige la Fundación Carl Sagan e investiga las opciones de los humanos de habitar los lugares extremos de nuestra galaxia. Nathalie Cabrol no es una científica común. La astrobióloga posee dos récords de buceo a mayor altura. Los conquistó sin proponérselo, mientras exploraba el lago de Licancabur, el volcán de cerca de 6.000 metros de altura entre Chile y Bolivia. Cabrol (París, 1963) lleva décadas estudiando la tierra para entender la posibilidad de la vida humana en las condiciones extremas de nuestra galaxia. Menuda y de pelo cano, la exploradora viste chaleco del instituto SETI, la organización sin fines de lucro con la que trabaja y donde sirve, desde hace una década, como directora del Centro Carl Sagan, el gran divulgador científico estadounidense.

En las paredes de su despacho, al sur de San Francisco, cuelga una reproducción del disco dorado que viaja acoplado al Voyager 1 y 2. El mensaje flota a más de 20.000 millones de kilómetros de la Tierra con sonidos como la risa humana, el viento, el canto de una ballena e imágenes del entorno terrícola. El dato más importante en la oficina de Cabrol da la bienvenida a los visitantes. Se trata de la ecuación de Frank Drake, con la que el astrónomo estadounidense calculó en 1961 el número aproximado de planetas con condiciones similares a la Tierra que pueden existir. La fórmula es considerada la hoja de ruta de la astrobiología y estima que el número de planetas habitables está entre los 300 y los 2.000 millones. Cabrol que ha auxiliado en misiones de exploración de la NASA a Marte y Titán (la mayor luna de Saturno) y es autora de cinco libros, desarrolla estas ideas en The Secret Life of The Universe (2024, sin traducir al español). El pasado 15 de mayo participó en un debate del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona junto al premio Nobel Didier Queloz, descubridor del primer exoplaneta.

P.- ¿Cómo comprendió que para estudiar a los planetas de la galaxia  había primero que entender la Tierra?

R.- Le puedo decir la fecha exacta: el 19 de noviembre de 2006. Eran las 9.30 de la mañana. Estaba en la cima del Aconcagua con mi esposo, Edmond Grin. Nos preparábamos para bucear. Habíamos entrenado mucho y no sabíamos en qué condiciones iba a estar el lago. Ese año El Niño fue intenso y el agua estaba en su máximo nivel. Era realmente espectacular. Estábamos a más de 6.000 metros y hacía calor. Le dije a mi marido: "Hemos venido aquí para entender si Marte era habitable hace 3.500 millones de años, pero este lugar también nos dice lo que está pasando ahora mismo en la Tierra".

P.- ¿Fue su momento eureka?

R.- Amplió mi visión. La información que busco para entender cómo era Marte hace miles de millones de años se puede usar con otros propósitos. Cómo las especies se están adaptando al cambio climático o qué está pasando con nuestra adaptabilidad. Fue como si se levantara un velo.

P.-¿Estamos en la era dorada de la astrobiología? La humanidad vio por primera vez una imagen de Marte en los años sesenta.

R.-Fueron unas imágenes decepcionantes por la mala resolución de la cámara.

P.- Pero suficientes para acabar con siglos de especulación...

R.- Hasta la misión Mariner 6, de 1969, Marte parecía otra luna con grandes cráteres. Mariner 9, de 1971 y con una tormenta de polvo cubriéndolo todo, descubrió cosas para las que no necesitábamos palabras nuevas: dunas, volcanes, ríos y lagos secos. El aspecto de ciencia ficción de Marte dio paso al sueño científico. Entendimos cómo se intercambiaban los materiales en la etapa temprana del sistema solar; lo que hace posible que seamos nosotros los marcianos que estamos buscando o que ellos sean los terrícolas. O ambas cosas. O ninguna. Cambió la narrativa.

P.- Carl Sagan murió en 1996, un año después de dar con el primer exoplaneta´

R.- Esa es la próxima revolución copernicana, pero Carl llegó a vislumbrarla. El día de San Valentín de 1990, el Voyager I estaba en la vecindad de Neptuno y el pidió que se volteara la cámara para ver la Tierra. Allí estaba ese pálido punto azul con toda su fragilidad y aspecto poético. Fue la primera vez que vimos el planeta del tamaño de un pixel en la oscuridad. Tuvo esa visión. Pensaba en la Tierra suspendida en el universo, una nave en el espacio.

P.- Treinta años más tarde parece que cada día aprendemos algo nuevo de nuestra galaxia. A pesar de esto, usted rechaza decir con contundencia si hay vida en Marte.

R.- ¿Y sabe por qué? Es el experimento científico más parcial que existe. Somos el experimento y el experimentador. El observador y la observación. Sagan decía que hay que mantener el escepticismo. Un gran logo de la ciencia hoy es admitir que no sabemos lo que es la vida... La vida no es una cosa sino un proceso. Es una transición de la química prebiótica a la biología... La vida no apareció en la Tierra, emergió de ella...

Luis Pablo Beauregard.  Ideas, El País, domingo 25 de mayo de 2025.

martes, 10 de junio de 2025

En el atelier de alta joyería de Cartier en París

El sol entra tímidamente por las ventanas del atelier de alta joyería de Cartier en el centro de París. En el interior del majestuoso edificio, trabaja con mimo y con concentración un grupo de mujeres escultoras especializadas en la glíptica, el arte de grabar y esculpir piedras duras, finas o preciosas. Al frente del equipo está Emilie Marques, alumna aventajada de Philippe Nicolas, Maître d'art, un título único que concede el ministro de Cultura francés a los profesionales de artes y oficios que poseen una pericia poco común. Nicolas llevó el arte ancestral de la glíptica a Cartier en el año 2010. Trece años después antes de retirarse, se aseguró de que traspasaba sus conocimientos a Marques, que ahora hace lo mismo con el resto de escultoras que trabajan en crear piezas de alta joyería con esta técnica ancestral. La glíptica es otra apuesta de Cartier por la riqueza de los oficios manuales: poner la tradición al servicio de la innovación siempre ha sido la consigna de la casa, pero en tiempos de producción seriada e imitaciones la especialización cobra un sentido más especial que nunca.

"Ahora me toca a mí transmitir al resto del equipo todo lo aprendido. No solo sobre el arte de esculpir, también trato de inculcar la pericia para saber escoger una buena piedra. Viajamos a las grandes ferias anuales, una en Tueson (Arizona) y otra en Francia, y ahí compramos los materiales con los que vamos a trabajar. Además, estoy muy centrada en transmitir la responsabilidad de los códigos y los estándares de calidad de Cartier", explica Marques. Hoy en el taller se respira una mezcla de orgullo y nostalgia. Después de dos años trabajando en la pieza Hathiyon, compuesta de dos elefantes tallados sobre madera de magnolio petrificada, el collar parte para Singapur donde se  encontrará con su compradora. Se trata de una pieza realizada, en oro blanco, en la que los colmillos se tallaron en madera de cacahuete petrificada. La composición muestra dos cabezas de elefante rodeadas de cuentas de espinela y diamantes talla brillante. "La idea en la que me inspiré fue el vínculo entre dos elefantes que se convierten en uno. Con la madera petrificada he podido plasmar las arrugas típicas de la piel de este animal. Hay un poco de ilusión óptica con esta pieza. La primera vez que la ves piensas que se trata de un solo elefante, pero una vez que te acercas puedes ver que las dos trompas están unidas. Las espinelas que los rodean quieren expresar cómo los elefantes se pueden comunicar con una distancia de 100 kilómetros y a través de ellas se vuelven a encontrar", detalla Laurianne, una de las discípulas de Marques y la autora de este collar de alta joyería.

Detrás de cada pieza hay una idea y una historia que contar. Los animales, la flora y la naturaleza  más salvaje inspiran las joyas que salen de este atelier. "El arte de esculpir existe desde siempre en la humanidad. La particularidad de nuestro modo de trabajar es que partimos de la piedra. Es la materia la que nos transmite lo que podemos tallar en ella. Nos fijamos mucho en los colores, en su dureza, en cómo se refleja la luz. Todas las piedras son diferentes. Es importante tener muy clara la idea antes de ponerse a trabajar en ella porque ninguna piedra se comporta igual. El gran desafío al que nos enfrentamos es que una vez que empiezas a tallar ya no no hay vuelta atrás".

Las piedras preciosas siempre han sido las más deseadas. Pero tienen ciertas limitaciones a la hora de jugar con sus formas y tallados. Es por eso que en el taller de glíptica de Cartier valoran mucho lo que cada piedra es capaz de ofrecer como lienzo para esculpir. "En nuestro trabajo tenemos la oportunidad de testear la emoción que desprenden las piedras que han estado aquí desde hace millones de años y que permiten una talla excepcional. Sobre todo las petrificadas, que resultan de madera fósil que conserva su apariencia aunque hayan pasado cientos de años, son completamente únicas. Es el tiempo el que ha hecho que se petrifiquen así y no habrá nunca una igual", eplica Marques. Cartier ha sido la pionera en el uso de este material...

Beatriz García. Smoda. El País, 29 de mayo de 2025.

lunes, 9 de junio de 2025

"Un buen padre"

Si los demás te llaman padre ¿por qué yo no puedo llamarte papá ? Es uno de los diálogos de Un buen padre, notable ópera prima del montador bretón Ronan Tronchot, aquí también coguionista. Se confiesa educado en el catolicismo y le interesa señalar la esclerosis de la Iglesia y su necesidad de ponerse al día. El mensaje es diáfano, aunque otra cosa es que sirva de algo. La película repara en un sacerdote, volcado en su pequeña parroquia y muy conectado con sus fieles, que un día recibe la visita de una mujer acompañada de su hijo de once años. Viene a presentárselo: es suyo, de su etapa de seminarista. El shock es lógico, y la reacción del apelado, la que uno espera; si bien, en favor del guion, conviene anotar que no se regodea. Más allá de los reproches mutuos iniciales, el dilema está servido. El religioso tiene claro que no renunciará a su vocación, pero intervienen la moral, su conciencia y el propio chaval, al que su madre nunca ocultó  la condición de su progenitor.

Virtud principal de esta trabajo es su contención y su equilibrado tono formal. La paternidad en el colectivo de las sotanas  va pareja  a la antigüedad de la propia institución a la que sirven, por lo que regresar sobre el tema para un oportunista más de lo mismo provocaría un seguro descarrilamiento de la propuesta. Pero Tronchot, más allá del doble juego entre ser padre espiritual y padre biológico, con sus diferencias  y similitudes, lo plantea  sin andarse por las ramas. Las conversaciones con el obispo y la reunión final con el consejo diocesano resumen el inmovilismo de la curia y los hipotéticos caminos reformistas que debería afrontar para, cuando menos, ganarse a la opinión pública laica y abrirse al mundo real. El protagonista -un muy convincente Grégory Gadebois- apunta en un momento de su defensa al riesgo de que el gremio sacerdotal se comporte cual casta con sus privilegios. El desenlace de la trama, visto cómo anda el patio, no podía ser otro. Que se la proyecten a León XIV, que al parecer gusta del cine.

Miguel Anxo Fernández. La Voz de Galicia, jueves 29 de mayo de 2025. 

domingo, 8 de junio de 2025

Pierre Nora. "Los lugares de la memoria"

Pierre Nora. (Sophie Bassouls/Sygma Via Getty Images)

El lunes falleció en París, a los 93 años, Pierre Nora. Historiador y maestro de historiadores, era la figura académica clave en la compleja relación entre pasado y presente. Centrada en Francia su extensa obra fue determinante para construir una historia fuera de los parámetros dictatoriales, en lugares como España, el Cono Sur o los países excomunistas del este de Europa.. Todo comenzó en 1984 con la coordinación de su gran apuesta, Los lugares de la memoria, una obra colectiva  de siete volúmenes, prolongada hasta 1993 y en la que trabajaron más de cien autores.

Los lugares de la memoria, su gran hallazgo, su gran idea, fue el motor de renovación  y de impulso de nuevos estudios. Aquel estudio original sobre la simbología de la Francia republicana fijaría la denominada historia pública, un campo que no ha parado de crecer y que sitúa  el pasado en el centro de los debates sobre el papel de la ciudadanía en el espacio público. La clave pasa por comprender que, lejos de ser sinónimos, memoria e historia son completamente opuestos. La memoria está presente y está en constante evolución, mira hacia el futuro. La historia, en cambio, mira hacia atrás, "borra la memoria", decía Nora pensando en el papel del historiador como portavoz de un mundo, de un tiempo en plena transformación.

En su primer trabajo sobre Argelia mostró esta doble problemática  en el colonialismo, alejándose de la memoria traumática de posguerra, de la memoria del nazismo, del colaboracionismo y del Holocausto. A partir  de ahí comenzó a comprender los significados cambiantes del pasado en el presente. Un trabajo continuo que ha permitido un giro sustancial en la propia Historia Contemporánea, desplazada, cada vez más hacia el presente.

Firme defensor del oficio de historiador, no puso solo el énfasis en la observancia de la regla y el  método, sino en el papel en la sociedad, en el espíritu cívico que debe demostrar toda historiografía. En pleno auge de la era digital, volvió a esa doble dimensión entre historia y memoria que estaba en el origen de todo como portavoz de un mundo y un tiempo y que se complementaba de una forma muy similar a las redes sociales. La historia se elabora con documentos o materiales de archivo que permiten reconstruir un hecho, pero es siempre posterior. 

En cambio la memoria es afectiva, psicológica, emotiva, y por encima de todo es individual. Tiene muchos perfiles y no tiene tiempo, es un pasado siempre presente. Nora nos demostró de este modo por qué confundimos historia y memoria colectiva. Estaba orgulloso de ello, le gustaba que se refirieran a él así, como el historiador de la memoria colectiva.

Por lo demás lo fue todo en el mundo intelectual francés. Director de varias colecciones de humanidades en la editorial Gallimard, fundador de la revista Le Débat y miembro de la Academia Francesa, vivió uno de sus momentos profesionales más controvertidos en 1997, cuando rechazó traducir la obra fundamental de Eric Hobsbawm La Edad de los extremos. Más adelante cuando comprendió  que este libro en realidad no implicaba  serias contradicciones con sus tesis, volvió a su preocupación  por las conmemoraciones y los cambios en los símbolos nacionales. Así lo demostró en la última Olimpiada de París  que coincidió con el aniversario del Dia D, el desembarco de Normandía, en 2024.

Nora compartió hasta el final la investigación y la docencia. Profesor en la Escuela de Altos Estudios desde los años ochenta, enseñó a varias generaciones a amar la historia. Alejada del relato nacional grandilocuente pero atenta a los riesgos de la politización y los peligros de la manipulación del pasado en el presente.

Gutmaro Gómez Bravo. El País, miércoles 4 de junio de 2025.

sábado, 7 de junio de 2025

Un anillo, la prueba de la unión entre Navarra y el País Vasco Francés

Los dos anillos de oro encontrados en los yacimientos
de Zaldua y Donazaharre. (Aranzadi/Europa Press)

El mapa de las calzadas del Imperio Romano era inmenso y, por suerte, lo anotaron todo.  Incluido, entre otros, el nombre Iter XXXIV. "Es la calzada transpirenaica que une la ciudad de Astorga (León) con la de Burdeos (Francia). Es la vía principal que comunica  el norte de la península Ibérica con lo que sería el suroeste de la Galia en aquella época. Sería la calzada principal para acceder al continente", detalla Oiane Mendizabal Sandonís, doctora en Ciencias de la Antigüedad del País Vasco y directora del proyecto transfronterizo Pirenaeus. "Se suele hablar de la importancia que tuvieron las calzadas romanas y no era solo por la vía, sino por la logística que existía a su alrededor. Cada cierta distancia había una parada  donde te podías alojar, descansar, comer..." . Paradas similares a las de las actuales estaciones de servicio.

Esta información se conoce por las fuentes antiguas, pero también porque en 2011 la Sociedad de las Ciencias Aranzadi, que lidera este proyecto, halló los miliarios o las señales que marcaban ese camino. Ahora, se ha dado un paso más. La organización ha encontrado en el yacimiento de Donazaharre o Saint-Jean-Le Vieux (en el País Vasco francés) un anillo de oro de 2.000 años de antigüedad muy similar al localizado en 2018 en el yacimiento navarro de Zaldua (Auriz-Burguete). A estas dos antiguas paradas las separan 35 kilómetros. La relevancia de este hallazgo es doble. Para empezar, es un anillo de oro de la época romana, datado en el siglo II d.C. y en un muy buen estado de conservación. Está entero, tiene una base de oro y un entalle con una ágata azul con un grabado. En él se muestran un guerrero de pie, apoyado en una lanza, con una espada en la otra mano y, en el suelo, colocado de perfil, un escudo. Es la primera vez que se encuentra uno de este estilo en el País Vasco francés, aunque este motivo lo tienen también  otros tres ejemplares  encontrados en las regiones francesas de Charente Maritime y Borgoña.

Lo relevante es que el anillo es muy similar a otro localizado en el cercano yacimiento de Zaldua. En este último la piedra también es azul pero es ónix, no ágata, y el grabado es de la diosa de la fortuna, de la abundancia. Cada uno tiene su iconografía, su estilo, pero los dos pertenecieron a la misma época", explica la directora de las excavaciones. Apunta que esto evidencia dos cuestiones: las paradas de Donazaharre y Zaldua estaban "bien comunicadas con las modas de la época" y que "por aquí  pasaba o vivía gente con poder, lo que recalca la importancia de estos entornos". Es decir, rompe con la creencia de que estos lugares estaban aislados.

Quedan incógnitas: quién pudo ser su dueño y si era de la zona o estaba viajando cuando lo perdió. Solo se pueden plantear hipótesis basadas en los datos: "Es un anillo de oro y estas joyas no eran accesibles a toda la sociedad, por lo que sería de alguna persona  de la élite". Tampoco se puede saber  a quién perteneció, aunque dada su estrecha circunferencia, "está claro  que tenía unas manos y unos dedos  muy pequeños", dice la experta.

El lugar de su hallazgo también es relevante: se ha encontrado en Donazaharre, a apenas 35 kilómetros de Zaldua. "Atravesando el Pirineo, sería la siguiente parada o estación" en la Iter XXXIV, señala Mendizabal. Es una distancia que se podía recorrer en un día de camino. Eso sí, reconoce, es una ruta dura "con un gran desnivel porque Zaldua está a unos 900 metros de altitud y Donazaharre a unos 200. La mayoría de la gente, sobre todo los pudientes, iría en caballos o en carros".

Estas dos paradas -Zaldua y Donazaharre- se corresponden con lo encontrado en las "fuentes históricas literarias grecolatinas antiguas", que "detallan las diferentes paradas de la Iter XXXIV",  pero reconoce que no siempre es fácil casar  los nombres escritos en las fuentes antiguas con los lugares. Entre ellos, aparece  el asentamiento de Pompelo -actual Pamplona- o la mansio de Iturissa, "que hay dudas si se corresponde  con este yacimiento de Zaldua o pudo haber otro a medio camino". Después está Summus Pyrenaeus, que se interpretaría como el Collado de Ibañeta, que se ha solido reaccionar con el asentamiento de Saint-Jean-Le-Vieux", termina la doctora.

 El anillo fue encontrado en el yacimiento de Donazaharre, en el marco del proyecto transfronterizo Pirenaeus, cofinanciado por la Eurorregión (Euskadi, Navarra, y Nueva Aquitania). Esta iniciativa busca "unir" las investigaciones que se realizan a los dos lados de la frontera. "Nuestro objetivo es aplicar la misma metodología de estudio a ambos lados del Pirineo para tener una imagen completa de toda esta zona de montaña", explica Mendizabal.

Amaia Otazu. El País, miércoles 4 de junio de 2025.

viernes, 6 de junio de 2025

"Sueño con una España jacobina"

Jon Viar. (Foto: Rubén Plaza)

Dramaturgo, cineasta, docente y actor, Jon Viar (Bilbao, 39 años), se acercó con valentía y honestidad al nacionalismo vasco partiendo de su padre, procesado en los juicios de Burgos. Profesor en la Escuela superior de Arte Dramático de Castilla y León, sus obras Incel o El hacha y la serpiente han sido premiadas y la que ha escrito sobre el abuso de un sacerdote a un menor, Una herida incurable, acaba de ser editada  por Kabo & Bero. Otro de sus textos, El encuestador, será representado en Off Latina el 19 y 26 de Junio y el 3 de de julio.

-.¿Cuándo supo  que se dedicaría al teatro? A los 11 años supe que quería ser cineasta y actor. Supongo que fue la única manera que encontré de darle sentido a mi vida, y de paso rentabilizar mi peculiar fisionomía interpretando papeles cómicos.

-.¿A qué actor o dramaturgo le hubiera gustado  conocer? A Georg Büchner. Es el precursor de tantas cosas..., y murió con apenas 23 años.

-. ¿Quiénes son sus tres autores de cabecera? Jan Kott, Martin Esslin  y muy probablemente Albert Camus, aunque me interesa mucho Guy Debord.

-. ¿Qué obra de teatro debería leer todo el mundo? Orestíada de Esquilo.

-. ¿Que autor esta injustamente olvidado? En España se me ocurre gente como Lauro Olmo o Alfonso Sastre.

-. ¿Qué libro ha regalado más veces? "Historia de un alemán", de Sebastián Haffner.

-. ¿ El que tiene ahora mismo abierto en la mesilla de noche? Una recopilación de obras de teatro de ópera chino. No se conoce la autoría. He empezado con "El salón de jade". Es curiosa.

-. ¿Uno que no pudo terminar? "El Reino" de Emmanuel Carrère. Lo abandoné a la mitad.  Me gustaron mucho más "El adversario" y "Limonov".

-. ¿Su película favorita de todos los tiempos? Cualquiera de Woody Allen  y "Network",de Sidney Lumet.

-. ¿Cuál es el suceso histórico que más admira? La Revolución Francesa. Sueño con una España jacobina integrada en una Europa federal.

-. ¿Qué está socialmente sobrevalorado? La identidad. Sin duda, el peor de los fanatismos.

-. De no haberse dedicado al teatro, sería... Seguramente me hubiese tirado por la ventana.

Babelia. El País, sábado 24 de mayo de 2025.

jueves, 5 de junio de 2025

"La costurera de Chanel"

En La costurera de Chanel , Wendy Guerra se aleja de los dramas de su país, Cuba, para relatar la historia de la gran modista. Un giro que refleja la distancia escogida  por otras autoras de la diáspora. Hasta hace veinte años me era imposible trazar un mapa de los rumbos, las tendencias, las cristalizaciones más significativas de la realidad cubana en una diáspora cada vez más nutrida. Podía, creo, armar algo así como un corpus.

La ya dilatada crisis del sistema editorial doméstico -tan dilatada y más que la crisis económica que asola al país desde la década de 1990, hoy agudizada hasta extremos distópicos- rompió una cierta coherencia preexistente. Con ediciones que no circulaban por los caminos habituales (o no circulaban), tiradas cada vez más reducidas, obras que por diversos motivos no eran estampadas (censura incluida) y una dramática dispersión de creadores, repartidos por medio mundo  y muchos de ellos sin volver a concretar  sus necesidades expresivas (por no hallar ediciones o simplemente  por haber dejado de escribir), la literatura que escribían los cubanos  justo en este periodo de entre siglos alcanzó una notable visibilidad  incluso internacional. El género más favorecido fue la novela, con obras como las de Abilio Estévez, Pedro Juan Gutiérrez, Eliseo Alberto, Jesús Díaz, Daína Chaviano, Amir Valle, entre los más reconocidos, aunque también se destacaron poetas, dramaturgos y ensayistas, como Rafael Rojas, de notable profundidad analítica. Y que conste que se pueden añadir varios nombres.

Todavía sobre esa ola que, al decir de un músico cubano, hoy se ha convertido "en espuma y arena", aparecieron en los albores del siglo XXI un grupo de autores, pronto calificados como novísimos, entre los cuales alacanzarían notoriedad tres "lindas cubanas", novelistas todas: Ena Lucía Portela, Wendy Guerra, y Karla Suárez, las dos primeras entonces afincadas en Cuba, la tercera ya sumada a la diáspora.

Representantes de la generación que sigue a la nuestra (la de esos autores ya visibles en los años noventa),  estas tres novelistas comenzaron a ganar premios dentro y fuera de Cuba, a publicar en editoriales cada vez más importantes en el ámbito del mercado ibérico y foráneo, y a crear con sus obras, muy diferentes entre sí aunque en cierta forma también confluyentes en determinadas preocupaciones generacionales, un micro panorama artístico que, tal vez por primera vez en toda nuestra historia literaria, tenía a tres mujeres en tan notable pedestal. (...)

En las tres autoras  se produce un proceso de distanciamiento de lo cotidiano cubano, de los muchos y punzantes dramas de un país y una generación, algo que resulta mucho más radical en la reciente entrega de Wendy Guerra, La costurera de Chanel, recién publicada por Lumen.

Que Wendy Guerra se haya decantado por el mundo de la moda, el glamur, la Francia que va de la belle époque a la Segunda Guerra Mundial, no resulta extraño para los que conocen su muy evidente y persistente atracción por esos elementos. Que haya decidido ficcionalizar de un modo sesgado la vida de Coco Chanel, un personaje oscuro, pletórico de contradicciones, que pasa por encima de todo y de todos para conseguir sus propósitos y con el cual es difícil establecer una empatía (no solo en la novela, sino y sobre todo en la realidad), ha sido un reto aceptado por la novelista en la que quizás es la más literaria y estilísticamente elaborada de sus piezas publicadas.

La dispersión existente y creciente de los autores cubanos ¿provocará a la vez una dispersión de sus asuntos, cada vez más alejados de una realidad tan peculiar como la cubana, tan densa dramáticamente pero quizás por esas mismas razones un poco agobiante y repetitiva? Las señales enviadas por estas tres mujeres novelistas parecen ser también un grito de alarma o de hastío respecto a una realidad que solo cambia para hacerse más dura y agónica..., ¿y también por eso más literaria?

Leonardo Padura. Babelia. El País, sábado 26 de abril de 2025.

miércoles, 4 de junio de 2025

El cine de Chantal Akerman no tiene fin

Chantal Akerman . (Laszlo Ruszka/INA/Getty Images)

En una sala, siete monitores repiten en bucle de casi seis minutos, la secuencia final de Jeanne Dielman,23 Quai du commerce,1080 Bruxelles (1975), de la belga Chantal Akerman. Hay algo de pintura o casi de fotografía de la cotidianidad, del aburrimiento existencial, en este plano fijo de una mujer, la Jeanne Dielman del título, sentada en una mesa. Sin embargo, acumula una tensión casi palpable por el espectador. Solo observando una mano en la que asoma una mancha de sangre casi imperceptible, puede atisbarse el motivo de esa brumosa turbiedad, que se conoce si se ha visto la película o se ha leído el nombre de la videoinstalación: Mujer sentada después de asesinar (2001).

Travelling, una antológica sobre Akerman (Bruselas,1950 -París, 2015) que se puede visitar hasta el 7 de septiembre  en el Museu de Arte Contemporánea (MAC/CCB) de Lisboa. La exposición procedente de Bruselas honra varios aniversarios: los 75 años del nacimiento de la cineasta; el medio siglo del estreno de su Jeanne Dielman...; y la década desde su suicidio, acaecido antes del terremoto artístico que supuso en 2022, que Jeanne Dielman, 23, Quai du Commerce, 1080 Bruxelles encabezara por primera vez la prestigiosa lista que elabora cada década la revista británica Sight and Sound, por encima de Vértigo o Ciudadano Kane. Dicho de otra manera : la mejor película de la historia la había dirigido una realizadora que, en el momento de su estreno, ni siquiera  había cumplido 25 años y que retrata en su largo la existencia durante tres días de una mujer dedicada a unas tareas cotidianas realizadas de manera morosa, casi robótica (filmadas en rotundos planos secuencia), que para sacar adelante económicamente a su hijo se dedica a la prostitución.

Su influencia en las nuevas generaciones de cineastas es grande. Para Belén Funes  (La hija de un ladrón), Jeanne Dielman...fue una "película descubrimiento absoluto": Estaba dirigida por una mujer, pero a la vez contradecía todo lo que se suponía que debía o podía ser el cine que hacían las mujeres porque la película es un tratado acerca de la violencia y de los caminos que encuentra para escaparse y salir al exterior. Me parece que Chantal nos ha ido recordando a lo largo del tiempo que no necesitamos que nos representen, que podemos a hacerlo nosotras mismas". Por esa pasión , Funes ha escondido un guiño  a Akerman en Los Tortuga, que se estrena el 23 de mayo.

A Isabel Coixet le fascina "porque filma a mujeres fumando, encuadradas en ángulos de cine negro contrapicados e iluminadas con sombras marcadas. Me gusta que sus protagonistas frieguen los platos, se paren en las escaleras, en una mesa de cocina, en un bar... Y todas sumidas en sus pensamientos, parecen intensamente conscientes de sí mismas mientras interpretan los papeles que la sociedad les ha marcado. Akerman introdujo en el cine una nueva forma de mirar y fue la primera en retratar lo que antes se había ignorado".

Para Neus Ballús (Seis días corrientes) , su cine fue "una sacudida": "La descubrí después de la universidad, donde había estudiado lo canónico. Su propuesta es radical en su recuperación del tiempo vivencial por encima del cinematográfico y en su retrato de la feminidad, sobre el lugar que ocupamos en el mundo. Es que su cine cuestiona todas las normas". Y Alauda Ruiz de Azúa (Cinco lobitos, Querer ) desgrana: "Se adelantó décadas a conversaciones que estamos teniendo ahora. Personalmente, muchos de sus trabajos me llevan a replantearme la importancia que ponemos en primer término, a qué le damos protagonismo  y a qué no. Esta frase suya lo explica bastante bien: "No hay nada que decir, decía mi madre, y es sobre esa nada sobre la que yo trabajo".

En las salas del MAC/CCB la férrea presencia de la madre de Akerman, una judía polaca superviviente de Auschwitz, asoma en la obra de su hija que llegó a darle el protagonismo en piezas como No Home Video (2015) o el libro y el video-ensayo My Moother Laughs (2019). "Mi madre que sabía de desgracias, me contaba que las grandes crisis no las ves venir porque crecen poco a poco hasta que un día te han devorado  la vida..."Una madre es algo inmune al paso del tiempo, es resistencia y roca y, a la vez, como ser humano, envejece", contaba Akerman a este periodista en 2014, recién fallecida su progenitora. 

Casi todo Akerman está en Lisboa. Casi, porque la exposición acaba con su muerte.

Gregorio Belinchón. Lisboa. El País, viernes 9 de mayo de 2024.

martes, 3 de junio de 2025

Maurizio Cattelan, un genio en la colección del Pompidou.

Maurizio Cattelan. (Centre Pompidou-Metz)

A Maurizio Cattelan (Padua, 1960) le entusiasma nadar, física e intelectualmente. Y en la ciudad de Metz, situada en el noroeste de Francia, ha recibido dos regalos para practicar esa pasión. Uno ha sido otorgado por el alcalde, que le ha facilitado un pase permanente para la piscina municipal. El otro ha sido la invitación de Chiara Parisi, directora del Centro Pompidou-Metz, para establecer conexiones entre su propia obra y la inmensa colección del Centro Pompidou de París-plenamente disponible porque el museo permanecerá cerrado cinco años para su renovación-. Ese reto conlleva peligros y satisfacciones, pero Cattelan ya había superado con éxito una experiencia similar al dialogar con la colección del Moderna Museet de Estocolmo en 2024. Ahora en Metz conviven 335 obras de la colección del Pompidou con 37 del artista, en una interacción audaz que por momentos suspende la respiración.

Como experto navegador en las procelosas aguasa del arte contemporáneo, Maurizio Cattelan se sorprende de las polémicas que suscita su obra pues no se considera un provocador. Creó la icónica escultura del Papa Juan Pablo II caído sobre una alfombra roja después de haber sufrido el impacto de un meteorito sobre su cuerpo; la pequeña ardilla disecada que alude a un suicidio sobre una mesa de escuela o la terrorífica instalación de tres niños ahorcados que se presentó con gran escándolo en la fugaz Bienal de Sevilla. (...)

La exposición del Centro Pompidou-Metz lleva por título Domingo sin fin y ha sido comisariada por Chiara Parisi y Maurizio Cattelan. De su colaboración continuada y de sus prolíficos diálogos surgieron dos ideas fundamentales para dar cuerpo a la muestra. La primera fue pensar en el domingo como día de descanso después de la creación divina o del trabajo humano; como tiempo extraño en que se paran las actividades cotidianas y se organizan rituales religiosos, celebraciones familiares, encuentros en la naturaleza, y como un tiempo en el que se siente más que nunca la melancolía del silencio de las tardes vacías... La segunda idea fue utilizar las 27 letras del abecedario como índices que puntúan las diferentes secciones  en secuencias no ordenadas alfabéticamente, sino según una lógica oculta que integra imágenes, obras, palabras y sensaciones en un circuito de circunvalaciones  espaciales y visuales impactantes.

El recorrido huye de la linealidad cronológica y propone conexiones temáticas y transhistóricas. Hay asociaciones conscientes a la manera de Aby Warburg. Algunas, repentinamente, llevan a profundidades abisales conectadas con la muerte. Se incluyen piezas magnas como el bajorelieve pompeiano de Gradiva, "la que camina", prestado por los Museos Vaticanos, que inspiró los análisis de Sigmund Freud sobre las proyecciones fantasmáticas y la "terapia del héroe". Y hay obras magnéticas como la pared del estudio de André Bretón. Bretón reunió más de 200 objetos en la pared situada detrás de su escritorio en un ejercicio de archivo que es a la vez manifiesto estético y autorretrato a través de sus fascinaciones. Pinturas de Miró, Kandisky o el Aduanero Rousseau conviven con fetiches de culturas no occidentales y elementos naturales que plantean el misterio de lo que consideramos arte. (...)

Exorcizar la propia imagen a través del autorretrato y participar en el gran teatro del mundo  son leitmotivs para Cattelan, y esta exposición le representa  y nos representa en tanto que cuestiona la sacralidad del museo como depositario de la memoria. Cattelan  dice que espera que su trabajo sobreviva a su desaparición como autor. Tendríamos así un Maurizio sin fin.

Rosa Martínez. El Cultural, 23-5-2025.

lunes, 2 de junio de 2025

Las oportunidades perdidas

Concebida como una cápsula del tiempo procedente de la década de 1900, Sus hijos después de ellos consolida a los hermanos (gemelos) Ludovic y Zoran Boukherma como autores de cabecera de un nuevo cine francés que no le hace ascos a la nueva influencia de Hollywood. Formados en L'École de la Cité du Cinéma, la escuela fundada por Luc Besson, los Boukherma se dieron a conocer con Teddy (2020), una comedia fantástica que llevó hasta la sección oficial de Cannes el universo de la licantropía. Luego llegaría ¡Tiburón a la vista! (2022), otra comedia de terror con guiños al imaginario de Steven Spielberg. Con estos antecedentes no debería sorprender que el acercamiento de los Bourkherma al relato de iniciación romántico esté más influenciado por las teen movies estadounidenses que por el canon del cine francés sobre adolescentes. En definitiva, cuando los protagonistas de Sus hijos después de ellos se entregan al dolce far niente, no se echan a leer a Balzac, como hacía Antoine Doinel en Los 400 golpes (1959) de François Truffaut, y tampoco imitan a Chaplin como los estudiantes de Bande aparte (1964) de Jean-Luc Godard, sino que juegan con la consola al Street Fighter o miran en VHS Mal gusto (1987), el himno algore de Peter Jackson.

En cualquier caso, Sus hijos después de ellos -un proyecto que iba a dirigir  Gilles Lellouche, quien figura como productor y coprotagonista del filme- aleja a los Boukherma del cine fantástico y los acerca a un realismo que, pese a su alto grado de estilización, apunta a la denuncia de un cierto determinismo social. En este sentido el interés de los directores por los entornos  de aliento proletario encuentra un perfecto acomodo en esta adaptación de la novela homónima de Nicolas Mathieu, que obtuvo el Premio Goncourt en 2018 y que convertía la ciudad ficticia de Heillange (una banlieue de ambiente campestre) en una bomba de relojería habitada por adolescentes en celo y familias disfuncionales. Así, el eje romántico y el drama generacional de la película aparecen atravesados por un conjunto de conflictos de clase y tensiones interculturales que acaban perfilando una Francia marcada todavía marcada por su pasado colonial.

Sus hijos después de ellos arranca por todo lo alto gracias a la energía musical que los Boukherma  imprimen al curso de la acción, tomando como referente esencial el cine de Martin Scorsese. Nada mejor que el Run to the Hills de Iron Maiden para encender las hormonas adolescentes de los protagonistas, quienes se entregan a la sensualidad de la mano del Under de brigde de Red Hot Chili Peppers. El filme se beneficia además del magnetismo de su troupe de estrellas juveniles, encabezada por Paul Kircher, quien ha heredado el espíritu de inocencia interrumpida de su madre, la eterna Irène Jacob. Sin embargo, este fulgor inicial se va disipando a medida que el relato avanza, a golpe de elipsis, de un verano al siguiente. Surge entonces la gravedad dramática-impulsada por el alcoholismo del padre del protagonista, interpretado por un Lellouche algo histriónico-, acompañada de una tendencia a la redundancia y la arritmia narrativa. A la postre, y pese a todo, Sus hijos después de ellos logra articular una melancólica meditación sobre el marchitamiento de las ilusiones de juventud, un réquiem por las oportunidades perdidas al ritmo del Nothing Else Matters de Metallica.

Manu Yáñez. El Cultural, 23 -5 -2025.

domingo, 1 de junio de 2025

La teoría del gusto social explicada en viñetas

Si usted elige la ensalada sofisticada antes que el pollo frito franquiciado, si prefiere vivir  en cierto barrio antes que en otro, si lleva una americana casual en lugar de una chaqueta de chándal, se diría que es cuestión de gustos. No hay discusión sobre gustos: para gustos hay colores. Pero la cosa no es tan sencilla: sus gustos no son tan personales, o voluntarios, o arbitrarios, sino que vienen fuertemente determinados por su clase social: en el entorno en el que se han formado como persona. "Los ricos no juegan al golf porque les guste", ejemplifica el profesor Luis Enrique Alonso, de la Universidad Complutense de Madrid. Juegan al golf porque jugar al golf es de ricos.

Fue la propuesta que hizo el sociólogo francés Pierre Bourdieu (Denguin, 1930-París 2002) en el que tal vez sea su libro más célebre: La distinción. Criterio y bases sociales del gusto (1979). Ahí expone que cada clase social tiene un habitus, es decir, una forma de pensar, un estilo de vida, unos gustos culturales, y por ese habitus nos definimos frente a los otros, se perpetúan las diferencias de clase y las dinámicas de dominación social. Como veremos, las teorías de Bourdieu (que también ahondaron las relaciones entre los diferentes capitales: el económico, pero también el social o el cultural) pueden ser matizadas y cuestionadas en un mundo que ha experimentado cambios radicales, como la digitalización y la globalización. "Pero La distinción es inapelable, nos mira como nos miran los clásicos, y en Francia sigue siendo un monumento de la sociología", explica Alonso.

La obra de Bourdieu es estudiada en un instituto francés en el que un profesor novato trata de hacer notar esas sutilezas de la desigualdad a un grupo de alumnos variopinto y, en principio no muy receptivo. Pero, poco a poco, observando a sus familias, a los ambientes en los que se relacionan, a las diferencias entre los unos y otros, los alumnos acaban detectando en su vida cotidiana algunas de las observaciones del famoso sociólogo. No es lo mismo provenir de una familia obrera sin demasiado interés por la cultura refinada o el interiorismo moderno que ser la hija  de un esteta adinerado que asiste a la ópera y desprecia la música popular. La distinción funciona así como una forma de dominación simbólica.

La historia de ese instituto es la que cuenta la autora francesa Tiphaine Rivière (Francia, 42 años) en su obra La distinción (Garbuix Books), una divulgación narrativa, en cómic y  para todos los públicos del tocho sociológico de 700 páginas en lenguaje académico. "Pensé que era importante hacer accesible a Bourdieu, tiene un gran potencial emancipador precisamente para las clases sociales que no podrán leer un libro largo en un lenguaje complejo", explica la autora. 

La meritocracia, afirma La distinción y recalca Rivière, es una ficción útil para hacer creer que los privilegios de la clase  dominante se deben realmente a su mérito. Y que cualquiera puede llegar lejos  si se esfuerza lo suficiente. Bourdieu demuestra que no es así . "Estadísticamente, las clases se reproducen masivamente  y la escuela no cambia nada", señala la autor)a... Las ideas de Bourdieu, volviendo al principio, merecen un repaso porque el mundo ha cambiado mucho. Por ejemplo, internet ha democratizado el acceso a muchos materiales culturales antes restringidos, mientras que se han dado fenómenos como el omnivorismo cultural (según el concepto de Richard Peterson): entre las clases altas se pica de todo. "Hoy todo parece más fluido", dice Rivière. "La cultura popular está en todas partes, y la mayoría de los jóvenes usan sudaderas con capucha y zapatillas, independientemente de su clase social. Y, sin embargo, creo que el sistema de dominación no ha cambiado profundamente".

Sergio C. Fanjul. Madrid. El País, sábado 3 de mayo de 2025.

sábado, 31 de mayo de 2025

El Elíseo endurece las condiciones para acceder a la nacionalidad francesa

El ministro del Interior de Francia, Bruno Retailleau, ha enviado una circular  a los prefectos de regiones y departamentos para que restrinjan aún más al acceso a la nacionalidad francesa. Ayer hizo público el nuevo documento consagrado a la naturalización de los extranjeros, con el que pretende marcar una "ruptura" con todo lo que se ha hecho hasta ahora para soportar las condiciones de adquisición de nacionalidad, exigiendo un mayor nivel del idioma, el respeto de los valores de la República y la suficiente solvencia económica como para no depender de las ayudas sociales para vivir.

 "Asumo totalmente el endurecimiento de los criterios", comentó Ratailleau, durante la la presentación de la circular que clarifica las reglas, "nadie puede justificar su naturalización  sin asimilación". Insistió especialmente en "el sentimiento de pertenencia" que es necesario para ser francés, y recordó que la naturalización no es contemplada por la jurisprudencia como un derecho, sino como "una decisión soberana del Gobierno".

El año pasado, 66.745 personas adquirieron la nacionalidad francesa por decreto o declaración  (matrimonio, padres o hermanos) lo que supone un aumento del 8,3 en relación al 2023, en parte debido a que este año hubo una serie de problemas técnicos, según la dirección general de extranjeros en Francia.

Entre las numerosas normas que ya existen, Retailleau recordó la importancia del "respeto de la laicidad" o "la ejemplaridad del demandante". Y pidió a los prefectos que rechacen las peticiones  de aquellos extranjeros que estén en Francia en situación irregular, o que hayan sido objeto de una orden de expulsión. (...)

Entre las nuevas exigencias  figura, a partir del 1 de enero de 2026, la superación de un "examen cívico" que permitirá medir los conocimientos que posee el demandante en materia de "cultura cívica" y de "historia de Francia". Actualmente, solo es necesario justificar el conocimiento del francés tanto oral como escrito con un nivel B1, pero ahora también será necesario mostrar que posee un nivel B2 de lengua.

La exministra socialista Najat Vallaud-Belkacem, presidenta de Francia Tierra de Asilo, critica estos anuncios y dice que Retailleau "está haciendo campaña y no actúa como un hombre de Estado". El ministro del Interior quiere ser investido presidente de su partido, Los Republicanos, y busca así marcar diferencias con el otro candidato, Laurent Wauquiez, el jefe de los diputados conservadores de la Asamblea.

Asunción Serena. París. La voz de Galicia, lunes 12 de mayo del 2025.

viernes, 30 de mayo de 2025

Beatrice Rana, infatigable y limpia espiritualidad

Beatrice Rana. (Foto: Simon Fowler)

Entre la pléyade de estupendas orquestas que pueblan este año la temporada de Ibermúsica, figura la Filarmónica de Radio Francia, un conjunto que posee una innegable solidez gracias a su sonoridades bien acolchadas, al equilibrio entre sus familias, a su pátina de texturas agradables. No es su espectro tan sutil, tan bello, tan sedoso como el de otras grandes formaciones, pero sí muy atractivo.

No hay duda que para que sea así habrá tenido mucho que ver la labor de su titular al haber establecido una unión aparentemente hipostática con su director, el finlandés Mikko Franck. Hombre de baja estatura, de brazos ágiles de compás muy abierto, de batuta clara y precisa, de criterios musicales bien asentados, de exposiciones y resoluciones muy lógicas. Otro discípulo aventajado del gran maestro Jorma Panula. No es un poeta, pero lo racional de sus propuestas y la flexibilidad de sus músicos nos llevan siempre a buen puerto.

Algo que esperamos comprobar de nuevo en el concierto que se anuncia para el día 5 de mayo  en el Auditorio Nacional de Madrid en un programa que podrá ser degustado también en Zaragoza (6), Valencia (7) y Oviedo (8). Y que viene abierto por el architocado y oído Concierto nº1 para piano de Chaikovski.

En esta ocasión sonará en las manos de la sensible  y dotada pianista italiana  Beatrice Rana, quien ya va siendo bastante conocida por nuestros públicos y que nació en Copertino en 1990 y estudió con el maestro Benedetto Lupo. A los 20 años empezaba ya una importante carrera, que iría adquiriendo - y sigue in crescendo- una importancia inesperada. Algo no tanto raro, si bien se mira, considerando sus méritos y actitud. Es muy significativa su capacidad de concentración que siempre la ha distinguido. Igual que lo es su espirituoso toque, su limpia digitación una sorprendente y al menos aparente espiritualidad en la exposición de los accidentes pentagramáticos. 

Esperamos, pues, lo mejor de la sesión, que se completa con dos partituras salidas de la mano de Debussy y que el conjunto francés y su director tienen ya muy ahormadas: el Preludio a la siesta de un fauno, sorprendente pórtico de un nuevo modo de hacer, comienzo maravilloso de un impresionismo que alcanzaría su plenitud orquestal con la segunda: la inefable La Mer. Un concierto, por tanto, lleno de alicientes. 

A. R. El Cultural, 2-5-2025.

jueves, 29 de mayo de 2025

Algunas lecciones de Simone Weil

En estos tiempos de desconcierto y de guerras, y en los que el mundo parece dirigirse al abismo, resulta tentador buscar alguna iluminación en aquellas figuras que se han acercado de manera radical a la fragilidad del ser humano. Una de ellas es Simone Weil. Albert Camus dijo de uno de sus trabajos, Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social (1934): "Desde Marx el pensamiento político y social no había producido en Occidente nada más penetrante y profético". El escritor Carlos Ortega ha reunido en La firmeza de un nudo (Trotta) que son una guía inmejorable para empezar a leer la obra de esta filósofa que fue también revolucionaria y mística. Sobre el ensayo que deslumbró a Camus dice que "evidencia una pérdida total de la fe en la revolución, que solo sirve para el heroísmo inútil de la clase obrera y acaba reproduciendo en su seno los defectos del régimen que derriba" y "una cierta amargura por el fracaso del ideal de la Ilustración que no habría logrado quebrar el proceso de especialización en las tareas humanas en el cual reside en última instancia el germen de la desigualdad y la opresión". 

Simone Weil nació en París en 1909 y murió en 1943, y en 34 años tuvo tiempo para crear una obra heterodoxa que todavía hoy sigue ofreciendo herramientas para entender los resortes del poder y las durezas de cualquier esclavitud, y para acercarse a esos instantes en que el hombre "escapa a las leyes de este mundo" y "es capaz de lo sobrenatural", la experiencia mística. Cuando era adolescente, de Simone Weil dijeron que era "insoportable". La llamaron también "virgen sucia por su desaliño al vestir y el abandono de su cuerpo, o la "Virgen roja". De Gaulle exclamó que estaba loca cuando propuso en Londres en 1943 participar en la Resistencia contra los nazis llevando enfermeras a los combates en Francia.

Su familia formaba parte de la burguesía de origen judío, pero fue educada como agnóstica. En 1931 era ya catedrática de filosofía y compartió en Le Puy su sueldo de profesora con los parados. Trabajó en distintas fábricas para saber que significa vivir como obrero y se alistó en 1936 en las Brigadas Internacionales  para pelear en España contra el fascismo. Estuvo en el frente de Aragón con la columna Durruti, se quemó con el aceite que hervía en una sartén y tuvo que ser evacuada. Su acercamiento a la religión cristiana se produjo tras tres momentos reveladores -en una aldea cerca de Lisboa, en Asís, en la abadía benedictina  de Solesmes-, pero tenía claro que estaba "al lado de las cosas que no tienen cabida en la Iglesia". Padeció terribles dolores de cabeza.

Simone Weil. (Foto: Tallandier/Album)

Una de sus ideas políticas centrales, cuenta Carlos Ortega, es la de "echar raíces, que se opone a la peor de las miserias que puedan sufrirse, la de verse desarraigado, arrancado del mundo". "Nuestra época tiene la misión de constituir una civilización basada en la espiritualidad del trabajo", escribe Weil: el reto es borrar cualquier distancia entre el trabajo manual y el intelectual. Ortega observa también que en Simone Weil el esfuerzo de los místicos por anular el yo tiene una correspondencia colectiva. "La parte del alma que dice nosotros es aún infinitamente más peligrosa", apunta en sus cuadernos en 1943, y Ortega subraya que los "porque deja inhábil al individuo frente al magnetismo de lo colectivo, lo inhibe de sus responsabilidades personales". Una pequeña y enorme lección: la de no esconderse en el falso señuelo del nosotros, y asumir cada uno su propio compromiso.

José Andrés Rojo. El País, viernes 9 de mayo de 2025

miércoles, 28 de mayo de 2025

Una búsqueda de la identidad en la España de la heroína

La directora de Romería, Carla Simón. (Foto: Kristy Sparow/
Getty Images)

Tanto Alpha, de la ganadora de la Palma de Oro en en 2021 por Titane, Julia Ducournau, como Romería coinciden en recuperar en este Cannes la memoria de las víctimas del sida y del heroína. Ambas películas reviven a los muertos en el concurso. Hasta ahí las coincidencias. Si Alpha se regodea en el tormento, Romería lo hace en la vida. Con la España de los ochenta de telón de fondo, la conmovedora nueva película de Carla Simón habla de una chica de 18 años que viaja a Galicia para encontrarse con el fantasma de sus padres biológicos.

Ese viaje a la identidad perdida se sitúa en 2004, y está narrado a partir del diario de la madre, que en el guion de Romería se nutre de las cartas que la madre de Simón envió a sus amigas. Con la excusa de un documento oficial que necesita para una beca, Marina investiga que fue de sus padres. En su rastreo de las pistas borradas, Marina devolverá la voz a una generación que se enganchó sin remedio, dejando en sus familias el estigma de la droga y el sida.

Romería se acerca a la triste huella de la heroína de los ochenta desde un lugar insólito por su fragilidad y admirable delicadeza. Simón vuelve a demostrar su capacidad para el fresco familiar, esta vez mucho más oscuro y problemático que el de Alcarrás. En Romería se trata de una familia de provincias de clase media alta educada en silencio. Los abuelos, tíos y tías conforman un coro que habla mucho, pero poco de lo importante. De la mano de la bella fotografía de Hélène Louvart  (habitual de Alice Rohrwacher), Romería supone un paso al frente en la filmografía de Simón gracias a su tramo final, en el que un viaje onírico al pasado eleva toda la película. Tras recorrer, guiada por la voz de su madre, cada esquina de Vigo, Marina busca los restos de aquel naufragio en un Atlántico de delfines y barcos encantados. Y así, en su imaginación, su padre y su madre empiezan a tomar cuerpo. Ese contacto con los fantasmas que la engendraron está resuelto de una forma arriesgada y emocionante, ocurre en el mundo de los sueños. Sin fuegos artificiales, Simón entra en el terreno de la fantasía y del cuento convirtiendo a Marina y su vestido rojo en una especie de Alicia en el país de la heroína. 

Elsa Fernández Santos. El País, jueves 22 de mayo de 2025.

martes, 27 de mayo de 2025

El trágico y brutal trance de 'Sirât'

La película de Oliver Laxe que concursa por la Palma de oro, es una aventura trágica que introduce al espectador en un brutal trance, un viaje por el desierto cuya intensidad -y sonido- reventó en la tercera jornada del Festival de Cannes con su desoladora respuesta a un presente descarrilado. Lo que empieza con las hechuras de una aventura clásica -la historia de un padre que busca a su hija perdida en una rave de Marruecos y en esa búsqueda, junto al hermano pequeño de la desaparecida, se une a una troupe de nómadas del sonido- acaba convertida en otro tipo de viaje, nihilista y desbocado. Laxe, que hace 15 años llegó a Cannes con su primera película bajo el brazo, Todos vosotros sois capitanes, se estrena en la sección más codiciada del certamen, su concurso oficial, con una road movie en el desierto, entre raveros curtidos en fiestas ilegales como lagartos, a la sombra de columnas gigantes de sonido y subidos en camiones que cruzan montañas en busca de cualquier beat perdido.

Después del viaje espiritual (también en Marruecos) de Mimosas (2016) y del drama rural gallego Lo que arde (2019), Laxe vuelve a firmar su nuevo guión -más estructurado que los anteriores- junto a Santiago Fillol. Desde un lugar propio, Laxe y Fillol (y la fotografía en 16 mm de Mauro Herce) remiten al ruido furioso de Mad Max, pero con ecos del nihilismo de una de las películas de culto del Nuevo Hollywood, Carretera asfaltada en dos direcciones, de Monte Hellman. En su viaje a través del viento y las olas de sonido del techno, Laxe conduce al espectador hacia ese trance/ desdoblamiento que siente el cuerpo cuando se abandona al baile.

Los personajes de Sirât vagan en busca de algo -un sonido, una hija o una respuesta-, y en su viaje conviven la utopía y la sincronía emocional de la rave con una realidad de la que huyen, pero que va calando por otros altavoces, los de las noticias que hablan de otras muertes y guerras que no se nombran porque no hace falta. Sirât se divide así en dos partes: tras la aventura clásica, llega la pesadilla a partir de un suceso que rompe el relato. Es esa impactante traca final la que conduce al espectador al estremecedor desenlace, una secuencia en la que está el final y el principio de todo.

Laxe abre Sirât a muchas interpretaciones: políticas, contraculturales, religiosas... Caben unas cuantas teorías sobre el misterioso viaje dentro del viaje que encierra esta poderosa película y sobre el destino de sus personajes y de esas caravanas humanas que, en el desierto o en el mar, buscan algo que dé sentido y consuelo a sus vidas...

Elsa Fernández Santos. El País, viernes 16 de mayo de 2025.

Oliver Laxe, premio del jurado en Cannes. La Voz de Galicia, domingo 25 de mayo de 2025.

lunes, 26 de mayo de 2025

Paseo entre las joyas de un tesoro romántico, 2

La música es una de las manifestaciones artísticas más importantes del Romanticismo. "En este momento histórico la música se domestica", explica Burdiel, "la zarzuela, que era un género muy popular, se transforma para que el público la escuche sentado y en silencio". Una caja de música marca otro hito: por primera vez se puede escuchar música sin músicos. Un cambio abismal. Aunque falta siglo y medio para llegar a las playlists de ahora, esta caja de música ya tiene su lista de reproducción y un mecanismo para parar la canción, adelantarla o repetirla.

No se escapan las melodías de la política. Cada ideología popularizaba sus coplillas. Para saber más sobre la identificación política a través de la música, Burdiel recomienda las investigaciones de Xavier Andreu Miralles, su colega de la Universidad de Valencia. También para analizar los tópicos románticos. Estos reflejaban una España plagada de bandoleros, bailarinas y toreros: el deseado destino de los viajeros europeos que hallan aquí un país exótico. "Querían encontrarse con gitanas apasionadas, armadas con un puñal en la liga", supone la catedrática.

"No hay una España, hay muchas", recuerda mientras señala que aumentan los nacionalismos, la búsqueda del origen. En momentos de cambios acelerados surgen movimientos reaccionarios. En el museo hay salas dedicadas al costumbrismo andaluz y al madrileño, pero no solo, también se da importancia a otros territorios, como los valles pasiegos, de donde proceden las más reputadas nodrizas, como las que retrata Valeriano Domínguez, el pintor hermano de Gustavo Adolfo, el poeta.

Escuchar música sin músicos fue el umbral de un nuevo mundo. Comienza la modernidad y el museo lo plasma. Hay otros aspectos de la vida cotidiana actual que entonces solo eran el germen del progreso: el tren, la fotografía y el Canal de Isabel II. La fotografía en sus comienzos, ayuda a que se vean otros inicios. La fisonomía de las ciudades cambia. Es el momento de los ensanches, como el Plan Haussmann, en París; el Cerdà, en Barcelona, y el Castro, en Madrid, por el que surge el barrio de Salamanca. Se dota a las urbes de mayor salubridad: en las viviendas no hay cuarto de baño, "el vaciado de los orinales, en las casas burguesas, era cosa del servicio", explica de manera gráfica Burdiel. Se derrumban calles hacinadas para construir grandes avenidas. Las desamortizaciones contribuyen a esto: expropiados los bienes de la Iglesia, se podían derribar sus inmuebles. La fotografía ya juega un papel fundamental...El museo atesora unos 9.000 fondos fotográficos, la mitad de sus piezas.

Y en su corazón, en la parte privada del hogar, están las alcobas, el oratorio y el comedor, única estancia que se ha mantenido en el mismo lugar los últimos 100 años. Burdiel saca a relucir otro cambio fundamental que permea todos los ámbitos. "Los afectos cobran importancia. El matrimonio es por amor. Reina la mujer en el hogar. Creo que esta es una figura ambivalente , por un lado son las cuidadoras, tienen una entidad relativa al marido o a los hijos, pero por otro se les da una dignidad que no tenían". Todo esto lo cuenta en la habitación de los niños, una sala repleta  de retratos infantiles y de juegos. Es en el siglo XIX cuando la infancia se empieza a tener en cuenta  como periodo vulnerable, dedicado a jugar y a aprender... "Aunque en las clases bajas siguen empezando a trabajar con cinco años", aclara.

Burdiel se alegra de ser de una generación de historiadores que ha mantenido a la mujer en el relato. Y pone dos ejemplos románticos obligatorios: las escritoras Carolina Coronado y Gertrudis Gómez de Avellaneda, representadas en el museo con algunos de sus objetos personales...

El Museo del Romanticismo cumple un siglo con sus puertas abiertas, los segunderos de los relojes que conserva, 40 en total, 22 expuestos, no han parado ni pararán de girar (cuerda mediante)... También hay que cuidar ese patrimonio, como quiso hacer Benigno de la Vega-Inclán ), (1858-1942), el fundador del museo, conservando el tiempo de sus antepasados.

Rut de las Heras Bretín. El País Semanal, 15 de mayo de 2025.

domingo, 25 de mayo de 2025

Paseo entre las joyas de un tesoro romántico

Isabel Burdiel ante el retrato ecuestre de Isabel II
pintado por Charles Porion. (Joseph Fox)

En el centenario de la institución, la historiadora y especialista en el siglo XIX Isabel Burdiel recorre el Museo del Romanticismo de Madrid, testigo de una época llena de convulsos cambios políticos y socioculturales que fueron umbral de la modernidad. 

El Romanticismo español coincide con el reinado de Isabel II (1833-1868) y Burdiel (Badajoz, 67 años) es una de las especialistas del siglo XIX más reputadas. Es lunes, día de cierre al público. No hay visitantes, pero es una jornada de mucha actividad. Poco antes de que la historiadora llegara desde Valencia, donde vive desde los 15 años, las conservadoras desembalaban y observaban con atención el estado en que regresaba Sátira del suicidio romántico (1839), de Leonardo Alenza, prestado para la exposición El siglo de Tegeo, celebrada  en Caravaca de la Cruz (Murcia). Es uno de los lienzos más conocidos del Romanticismo español y una de las piezas estrellas del museo. Incide en la idea del suicidio romántico, en la soledad, bohemia y compleja vida de los artistas. Uno de los tópicos románticos, pero precisamente Burdiel tiene un objetivo con esta visita y este centenario: aclarar clichés sobre un periodo engorroso, muy inestable políticamente y repleto de acelerados cambios sociales y culturales.

"No hay una única familia o casa romántica. No hay un solo Romanticismo, hay muchos. La clase social en esta época es fundamental, existen diferencias muy acusadas", explica. Eso no significa que haya que poner en duda la existencia del Romanticismo español, "en algún momento ocurrió , aunque solo por ser relativamente tardío y por ser España una potencia de segundo rango, al contrario que Alemania y el Reino Unido, que tuvieron más poder de difusión de sus figuras". Pero las más de 18.000 piezas del museo -solo 1.500 expuestas-muestran y demuestran su existencia. Burdiel que se define como una historiadora sin memoria, comienza parándose ante lo que domina: Isabel II está omnipresente en las paredes y en los objetos del museo, que es la recreación de un hogar de una familia de la alta burguesía. "Burguesía con posibles, no es la casa de un comerciante, ni de un contable. Aquí hay dinero, negocios", aclara. Se fija en los retratos de la reina, aún niña, durante la regencia de su madre, María Cristina, cuarta esposa de Fernando VII. Deja entrever que "no recibió mucho aprecio de sus padres". A Fernando VII no se le recuerda, ni de lejos, como el monarca más querido; y eran conocidas las corruptelas de su madre, que, ya exiliada en París y vinculada con la trata de esclavos, usaba información privilegiada para sus negocios.

La catedrática se fotografía ante un retrato ecuestre de la monarca pintado por Charles Porion en 1867. En él se ve a Isabel II a caballo con uniforme  de capitana general de los ejércitos . "Cabalga con su marido, Francisco de Asís, que es algo que pudo ocurrir, aunque no frecuentemente", se ríe con sorna mientras alude a que el matrimonio hizo aguas desde muy pronto. "Fue un problema político y contribuyó a deteriorar la imagen de la monarca". En la pintura aparecen también políticos de la época, como Narváez, el general Castaños, Espartero y O'Donnell. Un resumen del Gobierno isabelino.

Continua Burdiel hablando de la monarca ante el retrato que Federico de Madrazo pintó en 1840, uno de los más reproducidos de la reina, totalmente idealizada, con un rostro dulce y una figura estilizada, que contrasta con las fotografías  que de ella se pueden ver  sobre el piano, en el mismo salón de baile donde cuelga el madrazo. Destaca Burdiel el azul de sus ojos y su buena voz "de mezzosoprano". Habla de ella como si la conociera.

Poco a poco la profesora se va soltando para despegarse  de la figura política y acabar llegando hasta la cocina. En las casas burguesas del siglo XIX, la cocina no es apta para visitas ilustres, es territorio del servicio. Estaría situada  en la parte baja de ese palacete construido entre 1776 y 1779, junto al zaguán y las caballerizas, donde hoy se encuentran las taquillas -como celebración del centenario, hasta el 29 de junio la entrada es gratuita-, las consignas, la tienda y la cafetería.

Volvamos al salón de baile, la estancia más importante de la parte pública de la vivienda, donde se recibía a las visitas y donde las familias mostraban su poder. En esta habitación, la reina pasa de gobernante a aficionada a la música. El piano de la firma parisiense Pleyel, de las más prestigiosas del XIX, uno de los siete que exponen en la casa, le perteneció. "Asistía habitualmente a la ópera. A veces, eso fomentaba la degradación de su imagen, ya que no podía empezar hasta que no llegara, y ella llegaba cuando le daba la gana. Alguna vez la platea la abucheó", cuenta Burdiel...

Rut de las Heras Bretín. El Pais Semanal, 15 de mayo de 2025.

sábado, 24 de mayo de 2025

El coctelero testigo de la ocupación nazi de París

El traqueteo del hielo golpeando el metal de la coctelera ya no deja de escucharse al traspasar la puerta de ese universo mítico atrapado entre las paredes del pequeño bar del hotel Ritz de París. El lugar, algo edulcorado hoy, evoca en sus paredes y mesas, con todo tipo de parafernalia, los tiempos gloriosos y la obra de uno de sus mejores clientes, el escritor Ernest Hemingway. Pero durante un tiempo fue también el lugar donde Frank Meier, un legendario coctelero vio desfilar a los protagonistas de una de las épocas más convulsas de Francia. La llegada de los nazis a París  y la ocupación provocaron un éxodo masivo de la ciudad. Y el Ritz, propiedad de una familia suiza, con las ventajas de esa neutralidad que aporta el pequeño país, fue el único hotel de lujo que permaneció abierto. Detrás de la barra, Meier asistió a la metáfora etílica de lo que sucedía en el resto del país: oficiales de la SS borrachos de poder, colaboracionistas, resistentes, espías. La última frontera entre la dignidad humana y el mal.

 El material, una recopilación de archivos y relatos orales, sirvió al historiador Philippe Collins (Brest, Francia, 50 años) para construir El barman del Ritz (Galaxia Gutenberg), una novela inspirada en  aquel ecosistema surgido en la niebla social  del célebre hotel durante la ocupación nazi. Collin, un bretón de origen humilde, productor de la radio France Inter y autor de fabulosos podcasts de historia, conoció en 2002 a Collin Field, quien fue el sucesor de Meier. Después de muchas tardes de domingo, este comenzó a contarle la historia de quien le había precedido preparando brebajes al borde de aquella bisagra legendaria. "Me había prohibido entrar aquí cuando llegué a París, como si fuera una barrera social. Pero en 2002 tuve que venir a entrevistar a Yoko Ono. Fue una oportunidad para entrar con una legitimidad profesional. Y me dije: 'Va, estás en el Ritz, quién sabe si volverás'. Atravesé el pasillo y llegué al bar. Había poca gente entonces. No tenía mucho dinero, pero podía pagarme una cerveza...", recuerda sentado en una mesita del bar del hotel de la plaza Vendôme, sobre la primera vez que pisó el establecimiento.

Collin se convirtió en una celebridad entre los empleados del Ritz tras la publicación del libro, que ha despachado ya más de 300.000 ejemplares en Francia. "La época que vivió Frank -un judío que oculta su identidad ante sus clientes de la SS- se parece de manera lejana  a la que atravesamos todos", apunta mientras aconseja tomar un Sidecar, un cóctel que diseñó el propio Meier, sin darse cuenta de que está publicitado como el más caro del mundo: 3.000 euros. Tras convenir que alguien en la Redacción de Madrid podría estar en desacuerdo con la factura, Collin sugiere una suerte de Dry Martini. Uno de los preferidos de las SS. "Los oficiales estaban encantados con el bar de Frank. Era un lugar de recepción para quienes venían de visita, como Goebbels, o para los que se instalaban aquí, como Hermann Göring, que vivía en la suite Imperia cuando venía a robar obras de arte a judíos".

Meier, curtido en Nueva York, siempre cerca de expertos en euforias líquidas como Francis Scott Fitzgerald, preparaba los mejores brebajes del París ocupado. Pero él fue también en sí mismo una suerte de cóctel que contenía los ingredientes que constituían el abanico emocional francés. Colaboracionista moderado, pero resistente a su manera. Ambiguo y laxo. Pero también incómodo, turbado. "Se aclimató muy bien a la situación. Servía los cócteles a los nazis, pero cuando fue pasando el tiempo muchas cosas se volvieron insoportables y quiso reaccionar. Él habría deseado ser más valiente, pero no lo logró. Y es algo muy humano y común".

Meier, o el personaje que compone Collin a través de ese equilibrio de imaginación e historia, se alegra de la llegada del mariscal Pétain, símbolo del colaboracionismo. "Usé a Frank para contar la psicología de los franceses. Su camino personal y moral evoluciona como el de muchos compatriotas. Al comienzo, en junio de 1940, Francia vive en pánico la catástrofe. Luego Pétain firma el armisticio y llega el fin de la guerra y eso alivia a mucha gente. Hay que recordar que había batido a los alemanes en la I Guerra Mundial. Era un abuelo, el bigote blanco, guapo. La gente se reconocía en ese personaje. En la época había 40 millones de petainistas y solo un puñado de resistentes", analiza, subrayando la contradicción que afloró en la sociedad francesa...

Daniel Verdú. París. El País, domingo 4 de mayo de 2025.