Fue el prototipo del intelectual orgánico comprometido con un Partido Comunista Francés estalinista. Rompió al darse cuenta del engaño y se pasó a una actitud abierta, en la que pregonaba el diálogo entre comunistas y cristianos, huyendo de la tentación totalitaria. Fue un desengañado como muchos de su generación. Ese desengaño le llevó a convertirse al Islam y a negar el Holocausto. Pasó del stalinismo a la democracia para terminar en el fanatismo más irracional. Para Pedro Cuartango, subdirector de Opinión de El Mundo "simboliza la gran tragedia del siglo XX." La necesidad de creer en algo monolíticamente, el dogmatismo, la violencia intelectual.
Luis Alemany. Madrid. El Mundo.es
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