jueves, 31 de octubre de 2019

El gueto interior

Santiago H. Amigorena 
Santiago H. Amigorena candidato al prestigioso  premio Goncourt, es uno y es muchos a la vez. ¿Cineasta? ¿Escritor? ¿Argentino? ¿Francés? La novela da alguna clave. Del protagonista, su abuelo materno, se dice:"Vicente era un joven judío . O un joven polaco. O un joven argentino. De hecho, el 13 de septiembre de 1940, Vicente Rosenberg todavía no sabía con exactitud lo que era". Y lo mismo podría aplicarse al autor, hijo de exilios sucesivos -a Uruguay primero; a Francia después- cuya obra es tan ambiciosa como poco leída hasta ahora. "Me molesta mucho cuando se dice que soy un escritor franco-argentino, o un escritor argentino que vive en Francia. Como escritor me considero solamente francés. Mi idioma de escritura es el francés", dice Amigorena (Buenos Aires, 57 años). "Y, al mismo tiempo, si me ves mirando un partido de fútbol, soy totalmente argentino". 
Con Le Ghetto intérieur que Literatura Random House publicará en español y Ediciones 62 en catalán. Amigorena ha abandonado el estatus de escritor de culto. Apreciado por la crítica pero sin ventas exorbitantes ni premios de renombre, era tanto más habitual encontrarle en las publicaciones de cine (su oficio desde los 22 años son los guiones y ha dirigido tres películas ) o en páginas de las revistas del corazón (ha estado casado con y ha sido pareja de actrices famosas) que en las páginas culturales. El éxito le ha llegado con su décima novela, finalista en dos de los principales premios literarios de otoño, el Goncourt y el Médicis. También figuro en la primera lista de candidatos del Renaudot...
Marc Bassets. París. El País, domingo 27 de octubre de 2019

miércoles, 30 de octubre de 2019

Donde esté el peaton que se quite el coche

El  primer paso de peatones en 3D en Paris.
© Groupe Hélios/Twitter
París insiste en su lucha contra el cambio climático y en defensa de una ciudad hecha para personas más que para máquinas. El último experimento, consecuencia de un debate participativo, es el parklet. Se trata de un proyecto desarrollado por la asociación Dédalo y financiado por la alcaldía dentro del programa Paris aux piétons (París para los peatones) que bajo el proyecto Urban Folies impulsa la instalación  de mesas, sillas, bancos, chaises longues y eventualmente pequeños parterres en plazas de parking de las calzadas, cambiando así su funcionalidad. Artistas, diseñadores, paisajistas fueron llamados por la asociación a exponer sus ideas. Finalmente cuatro parklets van a ser implantados en cuatro puntos distintos de la ciudad: uno en el distrito 2 (4 Rue de la Bourse), otro en el distrito 4 (Rue de l'Hôtel Saint-Paul), otro en el distrito 15 (24 Rue des Quatre Frères Peignot) y otro en el 18 (Rue André Messager).
Julien Brouillard, responsable de desarrollo en Dédalo, explicó en Le Parisien  que cada parklet está dedicado a un uso particular. "Por ejemplo, en el segundo distrito, formado por muchas oficinas, está concebido para que los trabajadores puedan sentarse a comer; en el cuarto está más vegetalizado, para homenajear a la naturaleza; el del 15 está destinado a la reparación de bicicletas, mientras que el del 18 propone conciertos o reuniones de vecinos". Me interno en esta estupenda zona del distrito 2, paso por la inevitable entrada de la Galerie Vivianne y me dirijo al número 4 de la Place de la Bourse. Detecto el parklet . Piso una elevada plataforma de madera de 3 por 2, me siento en una de las sillas-taburete (con barra delante) y saco la libreta como si lo hiciera en uno de aquellos pupitres de Jean Prouvé que poblaron las escuelas públicas francesas de los años cincuenta. Al final de la calle se encuentra el edificio de la Bolsa. Son las 12,30. Al lado, tres jóvenes oficinistas comen ensaladas ajenos al asombro de los conductores que, desquiciados, les observan retadores. Todos los motoristas niegan incrédulos y más allá del casco puede leerse su rabia. Cuando consiguen aparcar, vuelven por aquí y miran con desprecio a los usuarios del parklet y parecen preguntarse qué tendrá en la cabeza que está estirado en la chaise longue en mitad  de una calle...
Use Lahoz. El País Semanal, 28 de septiembre de 2019

martes, 29 de octubre de 2019

Ramo de tulipanes en París

Es el punto final a una de estas polémicas que tanto gustan en París, una ciudad antigua donde cualquier intervención moderna sacude los espíritus. Ya ocurrió en el siglo XIX con la Torre Eiffel y, más recientemente con la pirámide del Louvre de Ming Pei o con las columnas de Daniel Buren en el Palais Royal. Comparar  a Jeff Koons, el artista vivo más cotizado del momento -y también uno de los más vilipendiados- con algunas figuras del pasado tiene poco sentido. Pero sí es parecida la pasión  con la que los parisienses se han soliviantado a propósito de una obra de arte que aterriza como una nave extraterrestre en medio de numerosos palacetes y avenidas decimonónicas.
"Poder tener la escultura aquí con los franceses y los parisienses ese era el objetivo" dijo Koons a El País unos minutos después de inaugurar ayer el imponente Bouquet of Tulips/Ramo de Tulipanes en los jardines de los Campos Elíseos, entre el Petit Palais y la Plaza de la Concordia. "El lugar es fantástico, maravilloso", celebró el artista mientras le asediaba un enjambre de fotógrafos. "Las controversias son menores. Se trata de lograr algo que muestre nuestra amistad, nuestra solidaridad, nuestro apoyo. Esto me llena de alegría".
La escultura que ha costado 3,5 millones de euros ( financiados por mecenas estadounidenses y franceses), se presenta como un regalo a París en señal de apoyo del pueblo estadounidense tras los atentados terroristas de 2015, en los que murieron 137 personas  y otras 415 resultaron heridas. Mide 12,62 metros de altura, pesa más de 33,8 toneladas y está elaborada con bronce, acero inoxidable y aluminio policromo. Representa una mano gigantesca que sostiene unos tulipanes. La mano evoca la que sostiene la antorcha de la Libertad en Nueva York, regalo del pueblo francés a Estados Unidos. Las flores de colores pretenden simbolizar la esperanza y la ausencia: son 11 en vez de la habitual docena. La mano es realista; las flores tienen un aire plastificado, de chuchería industrial...
En su discurso inaugural, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, resumió las tensiones. "Como París ama con pasión la libertad, ama con pasión el arte, ama con pasión las controversias, este proyecto tenía que pasar por el rito iniciático de los grandes proyectos que dejan rastro en nuestro corazón y que se dirigen  a las generaciones futuras". Y añadió: "Un regalo se acepta, sobre todo este tipo de regalo que viene del corazón y que está dedicado a la ciudad, al optimismo, a lo que tenemos en común, nuestros valores"...
Marc Bassets. París. El País, sábado 5 de octubre de 2019

lunes, 28 de octubre de 2019

Tan cerca, tan lejos

Fotograma de Tan cerca, tan lejos
En Tan cerca, tan lejos, los protagonistas de la historia son Rémy y Mélanie, dos treintañeros solitarios, sin pareja y absorbidos por sus trabajos. Tanto, como para ir al psicoterapeuta. Viven uno al lado del otro y suelen asomarse a sus balcones al finalizar sus largas jornadas laborales. Sin embargo, rompiendo con la tónica habitual en este tipo de películas, no llegarán a conocerse hasta el final. Y no es el único aspecto que convierte esta cinta en algo alejado de la norma. Según explica Cédric Klapisch (Neully-sur-Seine, Hauts-de-Seine, Francia, 1961), su director, "vivimos encerrados en una modernidad que nos lleva a estar refugiados en nuestras casas, en nuestros ordenadores y sin tener en cuenta a quienes pasan a nuestro lado. Eso nos hace vivir en una sociedad dominada por la frialdad. Hay millones de historias de amor, pero quería contar esta realidad y hacerlo de una manera diferente. No sabes lo que me cuesta resumir una historia de amor que, en realidad, comienza al final de la película".
El director de filmes como Como en las mejores familias, Una casa de locos o Nuestra vida en la Borgoña concede aquí todo el protagonismo a François Civil (Clara y Claire) y Ana Girardort (Escobar: Paraiso perdido, serie Les Revenants ). Uno y otra rodaron independientemente sus escenas. A excepción, claro está, de aquellas en las que sus personajes coinciden en la calle. "El espectador puede ver mejor cómo viven y sienten sus intimidades de maneras separadas . Y pueden entender que, al final, uno esté hecho para el otro", indica Klapisch. "Lo más curioso fue descubrir la reacción de los actores al ver las escenas del otro cuando la película estaba terminada".
Para conocer mejor la realidad que rodea a los solteros hoy en día, el realizador no tuvo reparos en convocar una reunión con mujeres que se citan con hombres por internet."Fue muy curioso saber cómo usan aplicaciones como Tinder para conocer a sus parejas. No podía imaginarme que es algo tan cotidiano y que lo utilice todo el mundo...
París, que aparece como telón de fondo en esta curiosa historia de amor , es un elemento que el director ha cuidado con esmero..."Como habitante de esta preciosa ciudad quería hablar de un país alejado de la postal turística. Es lo que conozco mejor".
Javier Estrada. El Mundo, viernes 25 de octubre de 2019

domingo, 27 de octubre de 2019

La historia continúa

Georges Duby
No todos los días un autor entra en el selecto grupo de los autores publicados en La Pléiade, la prestigiosa colección de la editorial francesa Gallimard, El último caso es el de Georges Duby (1919-1996), cuyo volumen titulado Oeuvres, de más de 2.000 páginas y con un prefacio de Pierre Nora, llegó este jueves a las librerías. El historiador asume definitivamente la categoría de clásico. Duby fue un medievalista influyente y muy leído -desde el renovador Los tres órdenes o el imaginario del feudalismo hasta el fascinante Guillermo el Mariscal-, pero también un autor, más generalmente convencido de la necesidad de la divulgación y la búsqueda de nuevas maneras para conectar con el público como bien muestran sus obras de síntesis y trabajos televisivos. El tiempo de las catedrales, tanto el libro como la serie documental fue un éxito. Duby terminó su carrera académica en el Colegio de Francia. En La historia continúa(1991), sostenía: "Ante la historia seca, fría impasible, yo prefiero la historia apasionada. Me parece que es más verdadera". Combinar una historia sensible, apasionada y bien contada con la historia rigurosa y crítica, constituye, sin lugar a dudas, una de las mayores aportaciones de este historiador.
La importancia de Duby en la historiografía de la segunda mitad del siglo XX no resulta completamente comprensible, no obstante, sin ubicarlo en el marco de la escuela a la que perteneció. Forma parte de la denominada tercera generación de Annales. Mientras que la primera generación de esta escuela historiográfica, nacida tras la Gran Guerra, está integrada por Marc Bloch y Lucien Febvre, y la segunda mitad tiene a Fernand Braudel como pilar único, su tercera generación analista bautizada en ocasiones como nouvelle histoire o historia de las mentalidades, cuenta con un buen número de integrantes de peso notable. Reaccionaron, desde la década de 1970, contra el cuantitativismo y apostaron por una vuelta antropológica, un ensanche del territorio del historiador y una recuperación de lo político y de la narración. Los historiadores más destacados son Georges Duby y Jacques Le Goff entre los medievalistas...Fueron muy leídos en España, tanto en las ediciones originales -todavía en la década de 1980 los universitarios leían en francés- como en las numerosas traducciones existentes...
Jordi Canal. Babelia. El País, sábado 28 de septiembre de 2019   

sábado, 26 de octubre de 2019

Midi d'Ossau, corazón de lava

La gran mole del Midi d'Ossau.
"Pomble es una isla. Flota en un opaco mar de nubes que las horas más calurosas del día tardaran en disipar ... De vuelta en el refugio aunque las últimas luces hayan abandonado la cara sureste, dedico unos momentos a contemplar la pared con los prismáticos,,, Sigue pareciendo un escudo de mármol ", Christian Ravier, experimentado escalador y guía de montaña  francés - hijo y sobrino de una de las cordadas míticas de los Pirineos (los hermanos Jean y Pierre Ravier)-, describe así la gran mole del Midi d'Ossau. Su magnetismo es innegable. Un formidable gigante pétreo que roza los 3.000 metros de altura en el valle francés de Ossau, en la región del Béarn, justo al otro lado de la frontera del Portalet, dentro del parque nacional  de los Pirineos. Ravier lleva contemplando esta montaña desde hace 40 años. Mi primera vez en el Midi fue con 15 años; subí a escalar con mi primo. Escogimos una vía muy repetida, la sureste clásica, pero nos confundíamos de camino muchas veces en medio de la pared. Cada vez que nos perdíamos, el guarda del refugio de la Pomble, que seguía nuestra escalada desde abajo, golpeaba una cacerola. Así retornábamos al itinerario correcto", cuenta.
Desde la primera ascensión a su cima (2.884 metros), en 1787, el Midi d'Ossau ha cautivado a montañeros y escaladores de ambos Pirineos. Y no solamente a ellos. Su silueta reclama la atención de cualquiera: las dos cumbres principales, en forma de cuernos, se recortan limpiamente en el horizonte sin otras elevaciones de su porte alrededor. "Es una montaña solitaria, bífida, sobre todo vista desde Pau", la describe Ravier, quien reside en esta ciudad francesa. "Y es especialmente porque tiene dos ambientes muy diferentes en sus vertientes norte y sur"....
La negra piel del Midi atrae al llegar a Pomble; imposible apartar la mirada. Un vasto paredón de roca andesita que delata el origen magmático de la montaña. Lo que contemplamos es el interior de un volcán: formado hace unos 300 millones de años, el cono  se desgarró y la posterior erosión dejó a la vista el contenido de la chimenea, una mole de dura piedra -lava solidificada en su origen- repleta de cicatrices por las que ahora progresan cordadas de escaladores. Hacia el lado opuesto  se distingue el valle de Arrious y las puntas del Pic Palas  y el fronterizo Balaitus el primer gran tresmil de la cordillera desde su extremo occidental...
Antes de regresar a España por el Portalet, conviene conducir unos kilómetros en dirección contraria hasta Port de Camps para llevarse un buen sabor de boca; un trozo de fromage  d'Ossau elaborado artesanalmente  en una queseía anclada, como el Midi d'Ossau, en épocas más pretéritas.
Jordi Pastor.El Viajero. El País, viernes 4 de octubre de 2019

viernes, 25 de octubre de 2019

La moda de París: entre la ecología y el miriñaque

De la fantasía a la austeridad. París ha demostrado que el concepto tradicional de tendencia está cada vez más obsoleto. En la Semana de la Moda de París -clausurada el martes- se han visto tules, crinolinas y encajes victorianos junto americanas austeras, pantalones de pinzas y faldas plisadas. Hay mujeres burguesas, hadas de cuento, faraonas góticas, uniformes de ejecutiva y alusiones a las Meninas. Con este panorama resulta imposible predecir el estilo que triunfará la próxima primavera. Aunque en tiempos de prendas virales, colaboraciones sorpresa y shows que parecen  (y son) superproducciones, quizás eso sea lo de menos.
Moda dieciochesca en la semana de la Moda de Paris.
Versalles 5.0.  Una de las tendencias más sorprendentes que ha recorrido la semana de la moda toma como referencia a María Antonieta y, en general, toda la ampulosa indumentaria dieciochesca. Aparece en Balenciaga, donde Denma Gvasalia hizo un pequeño guiño al final de su desfile incluyendo varios vestidos en terciopelo con miriñaques monumentales; y en Rick Owens, que viste sus tecnofaraonas con cancanes plisados o de látex. J. W. Anderson, director creativo de Loewe, vuelve la vista hacia los Países Bajos y decora sus piezas de encaje con polisones que funcionan como una evolución de los cinturones con ala que lanzó hace un par de años y que tantos éxitos le granjearon. Pero sin duda el más literal en la interpretación historicista de este vestuario fue Thom Browne que jugó a mezclar tejidos  y algunos patrones de sastrería masculina con guardainfantes. Como ejercicio visual, este retorno a la mujer encorsetada  y constreñida por una silueta cincelada con estructuras de metal siempre es eficaz por lo teatral del atuendo. Pero si esa tendencia esconde un mensaje más profundo -la fascinación por la mujer que sacrifica su libertad por encajar en un canon de belleza- entonces sería mejor no trasladar el pasado al presente...
C. Mañana/L. García. París. El País, sábado 5 de octubre de 2019 

jueves, 24 de octubre de 2019

En busca de la identidad

Alice Zeniter
Alice Zeniter indaga en sus orígenes argelinos en El arte de perder. Viene de un mundo en el que imperaba el silencio, ese que suele abundar en las familias que han sufrido la guerra y el exilio. Por eso, para Alice Zeniter, hablar de Argelia de donde procede la rama paterna de su árbol genealógico, suponía reavivar un dolor innecesario. Por eso todo el mundo prefirió callar. 
"Si tuviera que escribir todo lo que sé de la historia de mi familia, el resultado no sumaría más de 10 páginas", admite Zeniter. De esos robustos mutismos suelen surgir grandes escritores, como demuestra esta escritora francesa de 33 años con su quinta novela, El arte de perder 
(Salamandra) que la ha convertido en una de las voces más poderosas de la literatura en su país. 
El libro que alterna recuerdos familiares, documentación histórica y una alta dosis de ficción, es un fresco literario con la descolonización de Argelia como telón de fondo. Describe el destino de tres generaciones de una misma familia, de los días de la guerra de independencia a una actualidad marcada por el debate migratorio y la obsesión identitaria.  La protagonista, Naïma, es una joven galerista a la que no dejan de recordar que procede de una cultura que ni siquiera conoce. Igual que la propia atora, que no visitó el país de sus ancestros hasta los 25 años. "Fui buscando la prueba de que era argelina, aunque fuera en parte. Pero, una vez allí, me sentí cada vez más francesa. Me marché sabiendo que la biología no te confiere un país. Solo la historia compartida puede lograr eso", señala...
Alex Vicente. Smoda. El País, noviembre de 2019.
  

miércoles, 23 de octubre de 2019

El destierro eterno del generalísimo francés

A él le hubiera gustado que le enterrasen en la necrópolis de Douaumont, donde reposan los soldados muertos de Verdún. O habría podido acabar en los Inválidos de París, cerca de Napoleón o de Foch, héroe, como él, de la Primera Guerra Mundial. Pero los restos de Philippe Pétain están enterrados a centenares de kilómetros de los monumentos de los caídos y de todos los honores.
"Philippe Pétain Mariscal de Francia", reza la inscripción en una tumba blanca junto al muro del cementerio de Port-Joinville, capital de la Île de Yeu, una pequeña isla de de 4.500 habitantes a 30 minutos en ferry de la costa francesa. 
El mariscal Pétain -el comandante que en la Gran Guerra disfrutó como ningún otro de la admiración de los franceses, y el que años más tarde encabezó el régimen colaboracionista con la Alemania nazi- acabó sus días en este pedazo de tierra en el Atlántico. Tras la liberación de Francia, fue condenado a muerte por "alta traición" e "inteligencia con el enemigo", pero el general De Gaulle le conmutó la pena. Después de un paso breve por una fortaleza de los Pirineos, se trasladó a la isla de Yeu, lejos de todos y de todo. Encarcelado en un fuerte militar, pasó aquí sus últimos seis años. Su esposa, Annie Pétain , conocida como la mariscala, vivía en el Hôtel des Voyageurs, junto al puerto. Cuando se acercaba la hora final, le trasladaron a una casa de Port-Joinville, cerca de la iglesia. Murió el 23 de julio de 1951. Tenía 96 años...
La isla de Yeu, la tumba imponente pero sobria y sin adornos oficiales podrían ser una metáfora del lugar que Pétain ocupa hoy en la historia. Un personaje maldito que representa los momentos más oscuros del siglo XX, incluido su papel en la deportación de los judíos, y al mismo tiempo, un personaje idolatrado en los años veinte y treinta por su papel en la victoria de 1918 ante los alemanes...
Marc Bassets. Port-Joinville. El País, domingo 13 de octubre de 2019

martes, 22 de octubre de 2019

El Greco en el Grand Palais

Francia siempre se ha reivindicado, con la modestia conocida, como responsable del descubrimiento de El Greco a mediados del siglo XIX, cuando el rey Luis Felipe creó la galería de pintura española en el Louvre, en la que figuran nueve obras del pintor cretense. Desde estas salas fascinaría a os hombres de la época, como Baudelaire o Delacroix. Manet viajó hasta Toledo para exponer su retina a esos colores eléctricos, mientras que Cézanne lo convirtió en su comendador particular y llego a copiar su Dama del armiño como homenaje. Más tarde sus enigmáticas composiciones causaron sensación en el Salón de Otoño que se celebró en 1908 en el Grand Palais, seis años después de la gran muestra que le dedicó El prado.
Más de un siglo después, el artista anteriormente conocido como Doménikos Theotokópulos (15411614) regresará al escenario de esa consagración parisiense. El Grand Palais inaugura el miércoles una de las mayores exposiciones  dedicadas al pintor de la historia, con 69 obras del Greco sobre 73 préstamos. No alcanzan a los más de 100 que concentró la muestra en el Museo de Santa Cruz (Toledo) en 2014, en el cuarto centenario de su nacimiento. Pero esta retrospectiva destaca por la calidad de sus lienzos y el nivel de las tesis , a cargo del comisario Guillsume Kientz, que hasta enero ejerció de jefe de Pintura española en el Louvre, coproductor de la muestra, antes de ser nombrado conservador en el Kimbell Art Museum de Fort Worth (Texas). La principal idea es que la obra del Greco parece contener el código fuente de la modernidad: su repetición obsesiva de unos mismos motivos, en un afán perfeccionista e insaciable, tendrá una influencia indudable en los lenguajes pictóricos del siglo XX, del impresionismo al pop art...
Álex Vicente. París. El País, lunes 14 de octubre de 2019

lunes, 21 de octubre de 2019

Retrato de una mujer en llamas

Fotograma de Retrato de un mujer en llamas
Retrato de una mujer en llamas, cuarta película de Céline Sciamma, premio al mejor guión y Palma de Oro Queer en el último Festival de Cannes, acaba de llegar a los cines españoles. "Soñé con una película dedicada al amor adulto y quería trabajar de nuevo con Adèle  Haenel", cuenta. Haenel, de 30 años, fue la protagonista  de Water Lillies. Debutante entonces, hoy es uno de los nombres más potentes y omnipresentes del cine francés. Desde 2014 Haenel y Sciamma son, además, pareja sentimental. Conociéndola como la conoce, le ha escrito esta vez un papel muy lejos de su contemporáneo espectro. Y en ese sentido, Retrato de una mujer en llemas, su cuarta película es también, en parte, un retrato de su relación de pareja. "Es la primera capa del filme. La intimidad entre las dos mujeres es obvia", explica Siamma. "Las dos eramos muy jóvenes cuando nos conocimos y aunque no habíamos vuelto a trabajar juntas, sí hemos crecido juntas, en la vida y en el cine"...
"La obra no es sólo política por colocar de nuevo a mujeres en su centro, en los extremos y fuera de la pantalla, también lo es porque reivindica a las maestras de la pintura del siglo XVIII, famosas en su tiempo y que luego la historia borró". Cuando ella las descubrió decidió situar en esa época este romance entre una pintora (Noémie Merlant) y su modelo (Adèle Haenel) y romper con la idea de las musas, esas mujeres perfiladas como poco más que floreros, pasivas, pero que son en realidad, colaboradoras muy activas del artista ("Como Dora Maar con Picasso", pone como ejemplo". 
La directora reivindica también las relaciones equilibradas, de igual a igual: "La película habla también de cocreación y colaboración con alguien a quien conoces", dice refiriéndose a Haenel. "Es un romance igualitario, la sorodidad puede destruir la jerarquía y eso también la hace muy contemporánea", explica. "Lo paradójico es que haya tenido que mirar al pasado para hacer una película muy actual".
Irene Crespo. S Moda. El País, noviembre 2019

domingo, 20 de octubre de 2019

El paraiso perdido de Rimbaud, 2

La plaza Ducale
Todo en Charleville resulta simbólico y literal desde el principio. ¿Soñó Carlos de Gonzaga a Rimbaud dos siglos antes, o fue Rimbaud el que desde niño soñó con ser el príncipe de Charleville? De hecho la casa donde vivió con su madre y sus hermanos de los 7 a los 17 años está a pocos pasos de esta curiosa construcción que él veía cada mañana al levantarse, y delante, el río, un río frontera donde termina la ciudad y comienza el bosque. Y más allá Bruselas. Vivir aquí debe marcar carácter. El molino está cerrado a estas horas, y también la Maison des Ailleurs (la casa del más allá, de lo lejano), donde Rimbaud escribió la mayor parte de su obra antes de los 20 años. A este domicilio se mudó Vitalie cuando sus retoños ya habían crecido. Era su sueño. Ocupar una de las viviendas burguesas que dan la espalda al pueblo y solo escuchan la murmuración del río. Lo curioso es que frente a la casa natal -Rimbaud nació el 20 de octubre de 1854-, en el otro extremo de la calle, se levanta la estatua de Carlos de Gonzaga. Me pregunto si Arthur la veía desde sus ventanas. O la han colocado luego.
Cada paso que doy en esta mañana de domingo me confirma en la idea del príncipe poeta. La arquitectura tiene aquí el cruño inequívoco de un sueño. La plaza Ducale, la principal, es otra de esas sorpresas que te reciben. Cosntruida a imitación de la plaza des Vosges de París, el arquitecto Clément Métezeau, era hermano del que diseño la famosa esplanada parisiense. Y aquí me siento a tomar un almuerzo temprano. Enfrente hay un grupo de jóvenes parejas con sus hijos celebra la mañana del domingo, y pienso que esos niños que no chillan ni molestan son lo que fue Rimbaud: un buen chico al que un buen día  le dio por arrojar versos como pedradas a sus vecinos. Me pregunto por qué fisuras o por qué huecos se coló en él el dios de las fugas...
Luisa Castro. El Viajero. El País, viernes 27 de septiembre de 2019   

sábado, 19 de octubre de 2019

El paraíso perdido de Rimbaud

Museo Rimbaud
He llegado a Charleville-Mezières desde París tras dos horas de tren. Aquí yace el retoño más rebelde de Vitalie Cuif La Dejada. Tuvo que ser de muerto que su madre lo devolviera al pueblo con aires de ciudad principesca, después de años de peregrinación por tierras de Indonesia, Yemen, y Etiopía, y aquí está ahora compareciendo ante el terruño. Vitalie La Piadosa no podía dar al mundo más que una criatura como él, y después de pasear esta ciudad durante día y medio se entiende que Arthur solo quisiera huir, de su madre, de sí mismo. Charleville es un lugar bello y sin escapatoria, como hecho a tiralíneas; una ciudad soñada por Carlos de Gonzaga, el príncipe italiano que la fundó en 1606 como un ensueño de orden y grandeza. En la vecina Mezières, que hoy forma parte de la misma ciudad de Charleville (juntas suman casi 48.000 habitantes), estaba destinado el padre de Rimbaud, un militar que abandonó el hogar  con cuatro hijos cuando Arthur tenía solo seis años. Y Vitalie, empeñada en levantar  a la familia ejemplar que la redimiera de la vergüenza, diseñó sin darse cuenta al más inesperado y fugitivo de los poetas. La ciudad más rigurosa y la madre más estricta dieron como resultado al poeta más maldito: Rimbaud el sacrílego, o Rimbaud el santo, como se quiera.
Es domingo. Nada más llegar, me acerco al b&b  La Clef des Champs para alojarme en una habitación bautizada Le Batteau Ivre en honor a uno de los poemas de Rimbaud. La pequeña ciudad dormita aún, y mi cuarto ni siquiera está listo. Casi lo agradezco, pasearme por esas calles medio-desiertas sin otra brújula que la del azar. Todas las puertas están cerradas, los cafés aún no abren, pero intuyo tras los visillos multitud de ojos abiertos. Ojos que te espían desde el siglo XIX. Ojos en las esquinas, ojos muy despiertos. Más entrada la mañana, los charlevillenses empiezan a bajar de sus madrigueras, y me cruzo con dos niños de ojos azul Caribe idénticos a los de Rimbaud. Menudean esos ojos por aquí, el azul borroso, un azul lloroso y soñoliento como de acuarela sin secar.
Charleville pertenece a la región del Gran Este, provincia de las Ardenas. Estamos en la Siberia francesa, para entendernos, y aquí en verano debe estarse bien con la brisa que viene del río Mosa. Es la tierra del champán, el oro líquido que ha hecho famosa esta zona. Pero todo en Charleville tiene una aire de cuento, de ciudad inventada. Nada ha sido dejado al azar por el príncipe italiano, y toda la ciudad data del siglo XVII. El Museo Rimbaud, ubicado en un molino con forma de panteón jónico sobre las aguas del río, es lo primero que veo en mi paseo matutino. Si una no tiene demasiada información, hasta podría confundirse con un pastiche, pero lo alucinante es su originalidad  y la función para la que fue creado, un auténtico molino con forma de templo griego, como si el arquitecto que lo construyó  hubiera intuido  que dos siglos después el espíritu de Rimbaud se custodiaría aquí...
Luisa Castro. El Viajero. El País, viernes 27 de septiembre de 2019

viernes, 18 de octubre de 2019

Finir en beauté! C'est la vie

C'est la vie
Mohamed El Khatib (Beaugency, 1980) considera que la misión del teatro es precisamente ésta: usar la palabra para definir lo indefinible. Cuando murió su madre en 2012 escribió Finir en beauté, un espectáculo sobrio entre los escombros de la pérdida.
Una noche, tras una representación del montaje se le acercaron dos personas: Daniel Kenigsberg y Fanny Catel. Al primero se le había suicidado un hijo de 25 años. La segunda había perdido otro de apenas cinco. Le contaron su historia a El Khatib y se solidarizaron con él por la pérdida de su madre, aunque quisieron dejarle clara una cosa sobre la equiparación  entre ambas pérdidas: "Es un chiste en comparación con lo que hemos vivido nosotros". De ahí nació C'est la vie, un espectáculo que interpretan los propios Kenigsberg y Catel, y que presenta emparejado con Finir en beauté en los Teatros del Canal de Madrid el 11, 12 y 13 de octubre.
Programa doble sobre la muerte en una época que ésta queda reducida a necrológicas vanas en Twitter e Instagram. "En Francia y en toda Europa Occidental no sabemos qué es la muerte ni qué hacer con ella. Es un tabú", denuncia El Khatib. "Ya no vemos a los muertos: los esconden en los hospitales, se meten rápidamente en los cementerios". Y eso, según él, es tan doloroso como la propia pérdida. "Desaparecen los rituales. Hay un retroceso de la religión, pero nada vino a suplirla". Por eso él propone que "el teatro sea el lugar del ritual"...
Darío Prieto. El Mundo, 6 de octubre de 2019

jueves, 17 de octubre de 2019

Siete cuentos inéditos en el armario del genio

Retrato de M. Proust de J. Émile Blanche
La publicación en Francia, la semana próxima, de Le mystérieux correspondant et autres nouvelles inédites (El misterioso corresponsal y otros relatos inéditos ) es quizá el gran acontecimiento de la rentrée, el inicio del curso literario. El libro contiene nueve cuentos -ocho inéditos- de Marcel Proust  (1871-1922), el autor de En busca del tiempo perdido. Publicado por Éditions de Fallois y editado por el profesor Luc Fraisse, permite asomarse a lo que Bernard de Fallois, fundador de la editorial fallecido en 2018, llamó en uno de sus ensayos "Proust antes de Proust". Es decir, el escritor cuando todavía no lo era: el artista en pleno aprendizaje. Los cuentos de El misterioso corresponsal ... habrían podido encajar perfectamente en Los placeres y los días, libro publicado, con escaso eco, en 1896, 17 años antes del primer volumen de su monumental ciclo novelesco. ¿Por qué Proust no los incluyó? "Una razón es que quizá no estaba satisfecho y los dejó de lado", dice Fraisse en la sede de Éditions de Fallois en París.Otra razón es que la mitad de estos relatos ponen en juego su homosexualidad", añade. Una tercera razón es "estética": ya había textos que evocaban la homosexualidad  en Los placeres y los días; añadir más lo habría desequilibrado.
El cuento que da título al nuevo libro es la historia de una mujer que requiere el amor de una amiga para curarse de una enfermedad mortal. Otros, como "La conciencia de amarlo", no hablan directamente de la homosexualidad , pero presentan personajes que viven como una maldición su diferencia, sus "delicadezas incomprendidas", su vida  en la que "todo el mundo le hará daño, le herirá"...
Hacía décadas que no se desvelaba una ficción inédita de Proust. La última se publicó en los años cincuenta. Fue el propio Fallois quien descubrió Jean Santeuil, la novela que prefiguraba En busca del tiempo perdido. También el ensayo Contra Sainte-Beuve. Desde entonces se había publicado la correspondencia del escritor... Proust fue el anti Rimbaud, un caso ejemplar de autor que alcanzó su genio en la madurez, después de años de labioroso aprendizaje. Solo con sus cuentos  de finales del XIX, sería un autor olvidado...
M. Bassets. Babelia. El País, sábado 5 de octubre de 2019

miércoles, 16 de octubre de 2019

Herida abierta: Seis meses del incendio de París

Uno de los proyectos para Notre-Dame
Lentas, caras y con dificultades. Así van las obras de consolidación  de la catedral Notre-Dame, que se incendió hace hoy seis meses. El presupuesto se ha triplicado: 85 millones de euros. Por culpa del plomo, aunque no solo: la burocracia entorpece lo suyo. Se espera que acaben en la próxima primavera. Entonces se abrirá la iglesia al culto y nos acercaremos a la reconstrucción. Ahí va a arder Troya. Ya hay pelea entre tradicionalistas y modernos. Las donaciones van bien, eso sí. 
"Es imposible saber cuánto va a durar y cuánto va a costar", suele decir el arzobispo de París , Michel Aupetit. El plazo de cinco años para tener una catedral "más bella que antes", en plabras de Emmanuel Macron, ha bajado de categoría, ahora es solo un objetivo. 
Macron propuso "un gesto contemporáneo" a la hora de reconstruir la flecha destruida por los llamas. Al fin y al cabo era un añadido de Violet-le-Duc, que remozó en el siglo XIX el templo construido entre 1163 y 1345. 
Nada de moderneces claman (al cielo) los tradicionalistas, que tienen a su favor el aval de la opinión pública, según las primeras encuestas. "Hay que rehacer Notre-Dame idéntica", tronó Philippe Villeneuve, arquitecto al frente de la restauración. Lo tiene fácil, los planos de Viollet-le-Duc se conservan.
Y las estatuas, entre ellas la de Violet-le-Duc como Santo Tomás, se habían retirado del tejado unos días antes del incendio que el 15 de abril arrasó el templo. Las estatuas y el gallo de la veleta van a ser expuestas desde esta semana en la Ciudad de la Arquitectura en París. Dominique Perrault abrirá el ciclo de conferencias sobre la restauración.
Frente a los tradicionales, los arquitectos estrella van lanzando ideas. Así el británico Norman Foster propone un techo de vidrio y una flecha de cristal y acero inoxidable. El suizo Fuksas haría  de vidrio las dos cosas e iluminaría la flecha por la noche...
Ese incendio es aún una brasa en los medios de comunicación porque no se discutirá hasta finales de 2020, como pronto, cuando el equipo de arquitectos  de los monumentos históricos presente al Estado sus opciones...
Iñaki Gil. París. El Mundo, martes 15 de octubre de 2019  

martes, 15 de octubre de 2019

Jean Dubuffet.Un bárbaro en Europa

Jean Dubuffet en el IVAM
Durante años, el francés Jean Dubuffet (1901-1985) no tuvo buena prensa. Se le acusó de ganar dinero vendiendo vino a los nazis (aunque también lo repartía gratuitamente entre los parisienses), y se le despreció  por no saber pintar y hacer un arte degenerado. Finalmente fue reconocido por el canon -que él había combatido-, pero no resultó cómodo.
En su credo del art brut, no jerarquizaba entre el dibujo de una mujer ingresada en el psiquiátrico o el de un preso y el de un artista reconocido. En sus escritos, expresó su hartazgo con los izquierdistas situacionistas de Mayo del 68 que, precisamente, reivindicaban sus críticas a la cultura dominante. Practicó la pintura, la escultura, el montaje de marionetas, la música atonal y la escritura. Trabó amistad y colisionó con el padre del surrealismo André Breton y con el escritor y etnógrafo Michel Leiris, entre otros destacados artistas e intelectuales, pero al poco dejaba de dirigirles la palabra. Las discusiones entonces no se superaban fácilmente. Eso sí, nunca dejó de admirar a Henri Michaux, autor de Un bárbaro en Asia, en el que el poeta y pintor relata su viaje por China, Japón y otros países, y como allí descubre su condición de salvaje.
La exposición Jean Dubuffet. Un bárbaro en Europa, que se presentó ayer en el Institut Valencià d'Art Modern (IVAM), toma prestado el título de Michaux para mostrar las diversas caras del artista francés, "un hombre muy complejo , un anarquista de derechas al que en Francia a veces se le trata con la misma incomodidad que produce Céline, cuya obra él apreciaba", comenta Jean-François Chougnet, presidente del Museo de las Civilizaciones de Europa y el Mediterráneo de Marsella (Mucem). Este centro coproduce la muestra junto al Museo Etnográfico de Ginebra, donde recalará después de su clausura en Valencia... 
Ferran Bono. Valencia. El País, martes 8 de octubre de 2019

lunes, 14 de octubre de 2019

La verdad en la Mostra de Venecia

Fotograma de La verdad
La verdad  de Hirokazu Kore-eda  la primera película que el cineasta japonés y reciente Palma de Oro por Un asunto de familia realiza fuera de su país natal (en París de forma precisa), es un cálido y encendido homenaje a la ficción en la piel de una actriz del tamaño de la siempre imperial Catherine Deneuve a la que secundan Juliette Binoche  y Ethan Hawke.  
La película cuenta la visita de una hija (Binoche) a su madre (Deneuve). La segunda es una gran diva que acaba de publicar sus memorias  (todo mentira) y la primera es simplemente la hija de la diva. Mientras ocurre el encuentro que también es desencuentro, la otoñal intérprete trabaja en una película de ciencia-ficción que reflexiona entre otras cosas sobre el tiempo que pasa. Y nos traspasa. Algo así como Interstellar pero en francés. Lo que sigue no solo es una película con una película dentro, ni una vida con otras tantas mil vidas en su interior, ni siquiera un amor filial preñado de todas las reconciliaciones y rencores inimaginables. Es todo eso y algo más, tan indefinible como evidente, que tiene que ver con asuntos tales como la belleza transparente de una magnífica mentira (el cine, el arte...) que no puede ser más que verdad...
Cada una de las contundentes respuestas del personaje de Deneuve desarma. Cada inflexión de su voz conmueve. Y todo para dejar en apenas un chasquido de labios de Binoche la respuesta a la pregunta que le formula su hija pequeña sobre si se puede o no mentir... La película trata de actores  y de cómo su trabajo se filtra en la vida. Pero el recorrido de la reflexión es hacia fuera, hacia el sentido de la mirada misma. Y aquí, en efecto, estamos todos.
Lo dicho. Kore-eda no se acaba nunca. Ni en Japón ni en Francia. De otro modo, un inmejorable arranque de festival.
Luis Martínez. El Mundo, jueves 29 de agosto

domingo, 13 de octubre de 2019

El premio que descubrió un nuevo continente literario

No siempre el talento y el esfuerzo bastan para fabricar un clásico. A veces un buen premio en el momento adecuado ayuda.
Es el caso de Marcel Proust. Hace un siglo, el 10 de diciembre de 1919, A la sombra de las muchachas en flor, segundo volumen del ciclo novelesco En busca del tiempo perdido, recibió el Goncourt. La elección, que desató una polémica virulenta, propulsó a Proust a la condición de clásico vivo. Consagró al Goncourt como el premio de los premios, estatus que todavía ostenta. Y colocó a Gallimard como el sello de calidad que en las décadas siguientes contriburía como ningún otro en Francia a confeccionar el canon. 
"La fecha de 1919 es histórica para la literatura francesa", resume el escritor Pierre Assouline en un café cerca del Arco del Triunfo en París. "Fue el año que lanzó a Proust, hasta entonces desconocido. Lanzó el Goncourt, el premio más prestigioso del palmarés. Y lanzó Gallimard, que hasta entonces había sido una editorial pequeña".
Assouline es un proustiano reconocido, biógrafo de Simenon y Hergé, y autor, entre otras novelas, de Regreso a Sefarad, que la editorial Navona acaba de publicar en castellano, en traducción de Phil Camino. Además es uno de los 10 miembros de la Academia Goncourt.
Después de la conservación con Babelia, el martes pasado, Assouline preveía asistir al almuerzo mensual del Goncourt. Era un día especial, porque debía reducirse a nueve la lista de las obras finalistas. Todas son novelas publicadas durante el año, la mayoría durante la rentrée, el inicio de curso en el que, de golpe, aterrizan en las librerías 336, la cifra de 2019. El ganador se decidirá el 4 de noviembre.
El poder de estos jueces vitalicios y no remunerados era y es inmenso. En la época de Proust, el premio, cuya dotación procedía de la herencia de los hermanos Jules y Edmond de Goncourt y que se concedía desde 1903, constaba de 5.000 francos. Hoy es un cheque de 10 euros. El verdadero premio son las ventas, que superan los 100.000 ejemplares; traducciones a decenas de lenguas, las adaptaciones al cine. Y el reconocimiento. Desde Proust, lo han obtenido Malraux, Beauvoir, Modiano, Duras, Houellebec, por citar a unos pocos... Hoy el premio es multinacional. Existen 18 goncourts extranjeros, con jurados formados por estudiantes de francés de cada país, además del Goncourt de los estudiantes del Instituto de Francia y el Goncourt de la primera novela, del relato corto, de la poesía y de la biografía. Desde el Femina al Renaudot, los premios que nacieron tras el Goncourt siguen definiendo gustos y tendencias...
Marc Bassets. Babelia- El País, sábado 5 de octubre de 2019

sábado, 12 de octubre de 2019

Un café en la casa de Balzac

Pasada la medianoche, Honoré de Balzac ya habría consumido varias cafeteras. Y ahí seguía, escribiendo y escribiendo febrilmente, a la luz de un candil, con su letra menuda sobre ese también diminuto escritorio de madera lleno de marcas de su pluma. Así permanecería, noche tras noche, trabajando sin cesar en esa ambiciosa obra, La comedia humana (1830), con la que pretendía describir en más de un centenar de novelas y relatos interconectados, cual catedral humana, "la historia y la crítica de la sociedad, el análisis de sus males y la discusión de sus principios", como explicó él mismo. "Trabajo 18 horas y duermo 6, trabajo mientras como  y no creo que deje de trabajar ni siquiera cuando duermo", le contaba el novelista francés a su amiga primero, luego amante y finalmente esposa, Eve Hanska, en una de las numerosas cartas que forjaron su relación.
Maison de Balzac
No es difícil imaginar la escena. Sobre todo cuando se visita la Maison de Balzac de París, una encantadora casita de persianas verdes y tejado de pizarra en el 47 de la Rue Raynouard, en el acomodado barrio parisiense de Passy, donde Balzac vivió entre 1840 y 1847. Situada a una decena de minutos a pie del Trocadero, la referencia para todo aquel viajero que quiera hacerse una foto con la Torre Eiffel de fondo, constituye una excelente excusa para prolongar el paseo por esta zona de la capital francesa y descubrir un museo pequeño sin demasiados visitantes.
Sobre todo ahora, que, tras un año de renovaciones, la Maison de Balzac, la única residencia del autor francés que sigue en pie, ha vuelto a abrir sus puertas con una ambición: atraer a un público más amplio y no solo experto en el autor de Père Goriot. "Lo que buscamos es darle a la gente ganas de leer esos libros", señaló el director del museo, Yves Gagneux, durante su reapertura oficial, el pasado mes de septiembre. "El museo tendrá éxito si, a la salida, el visitante tiene ganas de leer o de releer a Balzac"...El universo de Balzac se comprende mejor cuando uno se topa, por ejemplo, con su imprescindible cafetera, que le regaló otra de sus amigas, la escritora Zulma Carraud. En esta pieza de porcelana de Limoges se preparaba taza tras taza de ese café que le permitía trabajar sin descanso y cuya mezcla confeccionaba él mismo minuciosamente a partir de tres variedades diferentes que le hacían recorrer media ciudad para conseguirlas...
Silvia Ayuso. El Viajero. El País, viernes 11 de octubre de 2019

viernes, 11 de octubre de 2019

La voz gallega de la catedral de Notre Dame

María Lueiro
Me hubiera gustado hablar de ella sin tener que lamentar el incendio en la catedral de Notre Dame. "Nos quedamos sin casa. Ahora cantamos en otros lugares, como la iglesia de Saint-Sulpice, al lado del Louvre"comenta María Lueiro. Esta soprano gallega de 27 años forma parte de la Maitrise, el coro eclesiástico del templo que la pasada primavera fue pasto de las llamas. "Ese mismo día estábamos muy cerca, en el museo Cluny, el museo medieval de París, asistiendo a un concierto. Mientras escuchábamos la música se empezaron a oír sirenas de policías, bomberos y ambulancias, pero no supimos lo que había ocurrido hasta que acabó el recital. Fue todo muy rápido. Después fuimos hasta allí y fue un impacto muy grande ver las llamas y el humo", relata. Desde entonces su voz suena en los grandes oficios en la citada iglesia de Saint-Sulpice, y también se la puede escuchar en la de Saint-Séverin. El cartel que les muestro es el del primer concierto de la Maitrise, quince días después del incendio. María, que es la que aparece en la imagen, me explica la historia de este coro. "Es una cantoría. Hay mucha gente implicada. Hay un coro de niños pequeños, otro juvenil y el de adultos, del que formo parte desde hace cuatro años. Todos participan en las misas y en los conciertos. Tenemos clases particulares como profesionales del Conservatorio Superior de París. Es una formación muy completa", me cuenta esta joven intérprete poco antes de salir al escenario del Teatro Colón de A Coruña.
Por unas horas cambió la ciudad de la luz por la del cristal para actuar en el Don Carlo de Verdi que programó Amigos de la Ópera de A Coruña. "No es la primera vez que cuentan conmigo y estoy muy agradecida. Es una manera de seguir aprendiendo y, de paso, puedo estar en casa", destaca esta mujer natural de A Pastoriza (Arteixo). Acumula centenares de horas de trabajo desde que entonó las primeras notas musicales siendo una niña. "Es uno de los grandes talentos que han salido de Cantábile  y de mi aula de canto", asegura Pablo Carballido, director de ese coro juvenil coruñés de referencia donde inició su carrera la voz gallega de la catedral de Notre Dame. "Por el momento no sabemos cuando volveremos a cantar allí, siguen con labores de análisis". Ojalá que cuando se acaben las obras de restauración María forme parte del grupo.  
Pablo Portabales. La Voz de Galicia, sábado 5 de octubre de 2019

jueves, 10 de octubre de 2019

La venganza de los hijos del acero

Nicolas Mathieu
Con la cabeza inclinada y los brazos abiertos, una virgen de 10 metros, que mandó construir en un siglo ya lejano una familia de ricos industriales, parece velar sobre un valle industrial que en otro tiempo fue próspero. Aunque en vista del actual estado de este rincón de la Lorena francesa, sometido a un feroz proceso de decadencia, ese monstruo de piedra parezca más impotente que benefactor. Los lugareños juran que algunas noches la oyen pronunciar, resignada: "¿Y qué queréis que haga yo por vosotros?". Al pie de la montaña, impregnada de una gama de verdes luminosos e improbables, yacen los fósiles de la industria que, hasta hace no tanto, solía dar de comer a toda la región: varias decenas de hornos siderúrgicos extinguidos en los que trabajaron miles de obreros que hoy deambulan por las calles como muertos vivientes.
La novela que marcó la temporada pasada en Francia fue escrita observando estos paisajes. Las frases de Sus hijos después de ellos (AdN), ganadora del último premio Goncourt, brotaron en barras de bares en los que el escritor Nicolas Mathieu empinó el codo y tendió la oreja. Si cambió los nombres de estos lugares en su libro -Hayange por Heillange; Frensch por Henne- fue para poder tomarse alguna que otra licencia poética. Sus protagonistas son tres adolescentes de los noventa, futuras víctimas de la globalización a los que, como admite el autor, hoy no sorprendería ver luciendo un chaleco amarillo en alguna rotonda.
El libro transcurre en este enclave, pero podría hacerlo en las minas inglesas o el Rust Belt  estadounidense. En las fábricas metalúrgicas pegadas a la frontera alemana, o en alguna recóndita comarca leonesa o asturiana. El fenómeno procede, pese a todo, de Francia, donde la literatura centrada en la lúgubre epopeya de la clase obrera en el siglo XXI se ha convertido en un poderoso nicho editorial. Otros dos títulos que llegan este mes a las librerías españolas junto con el de Mathieu dan fe de ello: Quién mato a mi padre (Salamandra) nueva entrega de una estrella como Édouard Louis, y El día antes (Reservoir Books), crónica de un trágico accidente minero en el norte francés a cargo del escritor y periodista Sorj Chalandon...
Álex Vicente. Babelia. El País, sábado 21 de septiembre de 2019

miércoles, 9 de octubre de 2019

Denislamismo

Dénislamisme, denislamismo, denegación del islamismo. Palabro del momento en un París sobresaltado por el asesinato de cuatro funcionarios a manos de un informático del servicio de vigilancia a terroristas. Jueves pasado. El ministro de Interior se pilló los dedos:"No dio el menor signo de alarma o de dificultades de comportamiento", dijo Castaner. La investigación, a la fiscalía criminal.
Sábado. Los hechos reportados por el fiscal antiterrorismo al cargo ya del caso lo dejan en ridículo: Un "converso radicalizado en contacto con salafistas". Lunes, el director de Le Figaro, Aléxis Brézet, firma el editorial de la portada: Para acabar con el denislamismo. Cito:"Si no vimos venir lo que se tramaba en Jefatura es porque no quisimos. Y si no lo vimos es porque en Francia somos víctimas de un extraño mal muy virulento en administraciones, gabinetes ministeriales y redacciones. Una enfermedad del espíritu, ceguera voluntaria, a la que, si queremos combatir, habrá que llamar por su nombre: denislamismo".
Ponía ejemplos. El último: Refugiado afgano al que se negó asilo ataca con un cuchillo a quienes esperaban el bus. Fue el 31 de agosto en la periferia de Lyon. Un muerto y ocho heridos. El relato policial es siempre el mismo: desequilibrado, se le fundieron los plomos, locura. En segundo plano islamista. Pero, no estaba fichado...Vamos, para que te consideren terrorista islámico en Francia tienes que ir en chilaba a la mezquita  y tener el ordenador lleno de ejecuciones del IS. Si no, eres un pobre loco.
Brézet achacaba la patología al "catecismo denislamista escrito por la vanguardia islamo izquierdista en guerra abierta con nuestra cicilización". Horas después le rebatió Laurent Joffrin, director de Libération. "Acusación absurda. Apunta no a una supuesta pusilaminidad  en la lucha contra el terrorismo islámico sino al rechazo a englobar a todos los musulmanes en el movimiento islamista, que no es más que una minoría". Ayer en el homenaje a los muertos, Macron pareció darle la razón a este último. Combatimos "no una religión sino su desviación que lleva al terrorismo". Pero añadió: Para luchar  contra "la hidra islamista". sólo las instituciones no bastan". Por eso, "nos toca construir un a sociedad de vigilancia". Los ciudadanos   deben "detectar en la escuela, el trabajo y los lugares de culto...pequeños gestos" que delatan al prototerrorista.
Para empezar, opina la cuadrilla, una limpieza en los servicios de información. Y llamar terrorista al terrorista. Sin tener en cuenta su fe.
Iñaki Gil. El Mundo, miércoles 9 d octubre de 2019

martes, 8 de octubre de 2019

Bienal de Lyon, diluirse entre las aguas

En la Bienal de Lyon
La Bienal de Lyon continúa flotando en su nueva edición, pero no sabemos si es una navegación a la deriva. La analogía con el agua sirve para que el equipo curatorial del parisino Palais de Tokyo vuelva a poner en marcha la máquina marca de la casa: su experiencia en la producción de nuevas obras y la sucesión constante de mezcla de voces. Han tomado como punto de partida el título del poema del escritor americano Raymond Carver, en castellano Donde el agua se une a otras aguas, para presentar el concepto de paisaje de la manera más amplia posible. Así el agua que se mezcla, la de los ríos que confluyen en esta ciudad y que son clave para su existencia y su histórico desarrollo industrial, se convierte en metáfora de todo flujo de personas, información, historias y productos. También se considera el territorio como ecosistema y la respuesta biológica y ecológica de seres vivos y novivos.. Todas estas cuestiones de nuestro tiempo se plantean en el catálogo y nos hacen esperar una sucesión de espacios y exposiciones  que sean "la unión de paisajes biológicos, económicos y cosmogónicosª.
El resultado en su sede principal -una antigua fábrica de Fagor de 29.000 metros cuadrados que hasta 2015 producía lavadoras-es, más que acuático, un poco árido y sin intimidad. La mayoría de los 56 artistas despliegan sus grandes instalaciones, en las que abunda el rostro de lo humanoide, una cierta vuelta hacia una figuración organicista y en transformación  a una -"ruina presente". La identidad líquida de Bauman, ya referente en la bienal anterior, se une al hibridismo y virilización más cercano a las ideas de la ecología profunda del filósofo Arne Naess y de las multiespecies y tiempos simultáneos que sobreviven en el mundo dañado de la pensadora Donna Haraway.
¿Pero que calado real tienen estas reflexiones en la ciudad y en los visitantes? ¿Se produce a través de este arte que responde a una "política desde la poética , nunca frontal" un "cambio de mentes y sentimientos", palabras de los comisarios?...
Marta Ramos-Izquierdo. El Cultural, 27-9-2019 

lunes, 7 de octubre de 2019

Cuando un funeral explica un país

"Nos contamos historias para poder vivir", escribió en los años sesenta la norteamericana Joan Didion. La vida es una "fantasmagoría en movimiento", decidía Didion, y encontrar un hilo narrativo que otorgue sentido a ese desorden podría ser una vía de salvación . Lo mismo podría aplicarse a las naciones. También ellas necesitan contarse historias para vivir, y para sobrevivir.
En Francia lo llaman la"novela nacional": el relato más o menos heroico o con más o menos claroscuros, dependiendo de quien lo cuente, con el que los franceses se cuentan a sí mismos quienes son, y se lo cuentan al mundo. Cuando un país tiene al frente del Estado a una persona con vocación narrativa -el presidente Emmanuel Macron siempre quiso ser escritor  y quiere dedicarse a ello cuando abandone el palacio del Elíseo-, ya no es solo una nación  la que se relata a sí misma, sino el mandatario quien, al gobernar , escribe de su mano la crónica de su gobierno. Y uno de los instrumentos que Macron ha encontrado para escribir -"la novela nacional" son los funerales de grandes figuras.
Podría coescribirse una historia de la Francia de Macron  a través de tres muertes: la del cantante Johnny Hallyday, el 6 de diciembre de 2017, la del teniente coronel de la gendarmería Arnaud Beltrame , el 24 de marzo de 2018, y la del presidente Jacques Chirac, el pasado 26 de septiembre. 
Cada uno representa una faceta diferente  de lo que hoy es ser francés . Hallyday, la cultura popular en un país donde la fractura entre las clases sociales la marca con frecuencia el nivel educativo y cultural. Beltrame, el heroísmo militar, con la tradición del pueblo en armas  y en un contexto de lucha contra el terrorismo. Y Chirac, la institucionalidad encarnada  en un hombre que a pesar de sus defectos , o gracias a ellos, se hizo querer. 
En cada caso la leyenda se mezcla con la realidad. Los tres son reflejos incompletos  y engañosos. Hallyday era el ídolo francés que cantaba un sucedáneo de canción americana. Beltrame , un gendarme en un país que vive de espaldas a las fuerzas policiales y militares. Y Chirac, que conocía como pocos Francia y a los franceses, fue el presidente de la parálisis; el que, una vez en el poder, ya no supo que hacer con él...
Marc Bassets. El País, domingo 6 de octubre de 2019  

domingo, 6 de octubre de 2019

Marcel Proust sin las muchachas en flor

Mi destino era el Gran Hotel de Cabourg, en Normandía. Después de atravesar colinas de jugosos pastos pobladas de vacas húmedas hice un alto en Rouen para rendir homenaje a Gustave Flaubert y en su honor en una terraza frente a la catedral, que un día pintó Monet 
me tomé un calvados fabricado con manzanas benedictinas. Cualquiera de aquellas señoras provincianas que cruzaban la plaza podía haber sido Madame Bovary. Luego en la larga bajamar de la playa de Deauville galopaban jinetes contra la puesta de sol y bajo las sombrillas de color naranja había bañistas rodeadas de niños rubios y perros hermossos. Al pasar por Honfleur  recordé al músico Erik Satie. Finalmente a orillas de un mar brumoso estaba el establecimiento de baños, el Gran Hotel  de Cabourg, el Balbec  de En Busca del tiempo perdido de Marcel Proust. 
Era un niño asmático con sombrerito blanco de paja dura cuando Marcel Proust llegó por primera vez aqui en 1881 llevado de la mano de su abuela y de la criada Françoise. Durante su adolescencia y madurez, hasta 1914, nunca dejó de pasar temporadas de verano en este hotel ce Cabourg. Tendido en una cama con dosel, muerto de melancolía, desde su habitación oía al atardecer la orquestina de pistones que tocaba valses en el templete de la música. Por el paseo de la playa discurrían las muchachas en flor, Albertine, Andrée, Gisèle, Rosemunde, de tenzas y mejillas doradas.
A la hora de la cena bajaba al comedor convertido en un maravilloso acuario, y allí aristócratas y burgueses anillados, damas con pamelas de frutas y niñas con muchos lazos, se mecían como extraños peces y crustáceos con una fosforescencia submarina. Amparados en la oscuridad de la noche, los pescadores y los obreros del pueblo pegaban la nariz a las vidrieras para contemplar la vida ociosa de esta fauna acuática y tal vez algunos ya dudaban si la pared de cristal protegería por siempre aquel festín. No fue la ira social de la pobre gente la que invadiría aquella pecera sino la oleada de sangre de la Gran Guerra y después la lluvia de acero del desembarco de Normandía  de las tropas aliadas de la Segunda Guerra Mundial.

Cuando llegué el asalto corría a cargo de un centenar de ejecutivos de una multinacional de informática que habia invadido la pecera, cada uno detrás de un ordenador en mesas formando una herradura, llenas de carpetas, atentos a una gran pantalla que manipulaba un monitor.
Pero el ectoplasma de Proust parecía vagar todavía por las estancias y aposentos, por las salas de juego,por los espacios de baile, el antiguo teatro del casino, las casetas de baño azules y blancas de la playa...
El hotel conservaba el esplendor decadente adherido a los espejos biselados, a los frescos con ninfas danzantes, a las cortinas de terciopelo verde manzana. En la pecera del comedor, los antiguos crustáceos que eran aristócratas y burgueses de entreguerras, habían sido suplantados por ejecutivos, programadores y vendedores informáticos, quienes después de cada sesión de trabajo, invadían los salones y no paraban de soltar carcajadas sobre las floridas alfombras, repantingados en los canapés con un licor en la mano seguían con ojos golosos  las chicas de carnes mesocráticas que cruzaban en bikini  por el salón, aunque ninguna era ya Albertine, ni Andrée, ni Gisèle ni Rosemunde, aquellas muchachas en flor desparecidas junto al fantasma de Marcel Proust.  
Manuel Vicent. El País, domingo 1 de septiembre de 2019

viernes, 4 de octubre de 2019

Monsieur Goya, Una indagación

Grupo Monsieur Goya. (Foto. de David Ruíz)
El título alude doblemente a la condición de afrancesado del artista leonés y a su efectivo exilio en Burdeos. José Sanchis Siniestra ha escrito la pieza por encargo del Centro Cultural de la Villa, para conmemorar, junto a una exposición, las efemérides de la realización de las Pinturas negras, realizadas en la madrileña Quinta del Sordo hasta cuatro años antes de que Goya se exiliara en Francia, donde moriría en 1828, en la cercanía amistosa de otro ilustrado y exiliado, el dramaturgo Leandro Fernández Moratín -fallecido el mismo año, aunque en París- y en compañía de su fiel sirvienta Leocadia y de los hijos de ésta, Guillermo y Rosario Weis, que llegaría a ser notable pintora. Todos ellos comparecen en la función. 
Quien no comparece es Goya, aunque sí su espíritu, sus ideas y sus conflictos, silueteados sobre el devenir político de España. Una indagación. Esta coletilla, a modo de añadido completa el título, Monsieur Goya, elegido por Sanchis Siniestra, quien está presente a través de una voz en off que, desde un rincón de la sala, narra, comenta, expone sus cuitas, corrige, reorienta o discute  con sus personajes/actores. Este procedimiento, con su punto metateatral y su deje pirandelliano, se revela algo arduo  a la hora de consumar el hecho teatral, dramático, dialéctico. La dirección de Laura Ortega se esfuerza en lograrlo con aciertos  y también en crear un espectáculo visual y sonoro. Plástico. El propio autor se pregunta , en un momento dado, si no estará haciendo un caleidoscopio, un mosaico, un álbum de estampas. Y lo cierto es que sí: ilustrativo, discursivo, casi didáctico. Extenso y apaisado como la embocadura del escenario.
Manuel Hidalgo. El Mundo, martes 1 de octubre de 2019

jueves, 3 de octubre de 2019

Annie Ernaux: Los años

Los libros de Annie Ernaux forman parte de un proyecto amplio que pretende dar cuenta de la vida en toda su complejidad. Carrère dice de ella que lo que hace es una mezcla es una mezcla de autobiografía, historia y sociología. Y eso se ve más que en ningún otro libro en Los años, premio Marguerite Duras y François Mauriac en 2008, año de su publicación en Francia, y que acaba de ser reeditado en Cabaret Voltaire  (Herce lo tradujo en 2012)...
Los años es el proyecto más ambicioso de Annie Ernaux, es su obra total, la que contiene todos sus libros, sus intereses, y también, precisamente por eso, puede servir de entrada a su singular literatura. En este libro, Ernaux se propone contar la vida de "una mujer que ha vivido de 1940 a hoy"; "lo que querría es salvarlo todo en su libro, lo que ha existido alrededor suyo, continuamente, salvar su circunstancia". 
Junto al ventanal que da al impresionante jardín del Hotel Formentor, donde ha acudido a recibir el premio Formentor, Annie Ernaux explica que su proyecto era "integrar , contar una vida, la mía, sin los detalles, mi recorrido vital, en el interior de la historia general de Francia". El libro tiene una estructura peculiar, el recorrido por las seis décadas de la historia de Francia están enmarcadas por listas de imágenes, "todas las imágenes desaparecerán", escribe Ernaux al principio de Los años y "salvar algo del tiempo en el que ya no estaremos nunca", escribe al final. En medio hace un repaso por las décadas de la vida  y las décadas de la historia, pero su atención se fija sobre todo en los cambios sociales, políticos, filosóficos, de comportamiento y de hábitos: el hambre y la miseria en la posguerra, el progreso, el despertar sexual, la entrada en la vida adulta, la liberación de la mujer, la sociedad de consumo, la llegada de internet. Todos esos cambios sociales tienen un reflejo en las vidas particulares, la de Ernaux actúa aquí como catalizador de todas las vidas. por eso , describe fotos suyas  de cada una de las décadas, a veces lustros, en que divide el relato... Los años  cubre hasta la primera década el milenio, cuando l autora tiene 70 años... El material que usa es hetorogéneo: hay canciones, películas, escritores, pero también aparecen términos en argot, refranes o frase que decía su madre  y que nunca creyó que repetiría...
Paloma Rodríguez. El Mundo, domingo 29 de septiembre de 2019

miércoles, 2 de octubre de 2019

Adiós al símbolo de la "grandeur"

J. Chirac. ( Foto. Reuters.Charles Platiau
Duelo nacional el lunes. Homenaje solemne en San Sulpicio. Condolencias en el Palacio del Elíseo. Francia comenzó a despedir el jueves 26 a su ex presidente Jacques Chirac. Lo anunció su lejano  (en el tiempo) y cercano (en el afecto) sucesor, Emmanuel Macron. En una alocución en directo, llena de emoción, el presidente tomó prestada del general De Gaulle una de sus frases más célebres para atribuir a Jacques Chirac "una cierta idea de Francia" y forzando la interpretación, "una cierta idea de Europa".
Todos los líderes políticos elogian la figura de Jacques Chirac, fallecido tras una larga carrera -12 años en la Presidencia, 18 en la Alcaldía de París- y unos años finales en los que su decadencia física le hicieron desaparecer del escenario. Amigos  y afines destacaron sus virtudes políticas ; los rivales, las humanas. Jean-Marie Le Pen, al que combatió siempre con firmeza dijo del finado: "Muerto, hasta el enemigo merece respeto".  
"Hombre de Estado", podría ser el sustrato común. Pero quien quiso expresar lo que Chirac, símbolo de la grandeur, debía significar para Francia fue Emmanuel Macron, quien se mantuvo en silencio total durante varias horas hasta aparecer en todas las televisiones a las 20.00 horas.
Macron, de luto, serio, compareció con tristeza y emoción . Hizo un guiño desde sus primeras palabras: -"Queridos compatriotas"-, fórmula que el propio Chirac empleaba en sus intervenciones. "Entra en la Historia y nos faltará a todos nosotros", dijo Macron, mencionando a todos los presidentes de la V República. Glosó su carácter de "jefe" que "representó a la nación en su diversidad" y "la protegió frente a los odios". Una alusión a la firmeza de Chirac frente a la extrema derecha, hoy gran rival del actual presidente. "Un hombre de estado al que queríamos tanto como él a nosotros"...
Iñaki Gil. París.El Mundo, viernes 27 de septiembre de 2019 

martes, 1 de octubre de 2019

Boldini, entre Proust y Paganini

Retrato de señora de Boldini
Nunca antes se había celebrado en España una retrospectiva sobre la elegante, amable y excelente pintura de Giovanni Boldini (Ferrara, 1842-París,1931). Una carencia que suple la Fundación Mapfre, que con una muestra inédita descubre a través de un centenar largo de piezas el trabajo del maestro que retrató el espíritu despreocupado de la belle époque. Relaciona la obra del italiano (menospreciado por su desenfadado y preciosista estilo tan del gusto burgués, pero que vuelve a estar de moda )con colegas españoles que convivieron con él en París como Madrazo,  Fortuny, Zamacios, Casas, Sorolla o Zuloaga.
Con sus retratos de melancólicas y sofisticadas damas en suntuosos salones, de aristócratas, mecenas y potentados en los cafés y paisajes urbanos  del aquel París bullicioso feliz, "fue el pintor italiano más influyente y prolífico  de la segunda mitad del siglo XIX en la capital francesa". Lo asegura Francesca Dini, comisaria junto a la española Leyre Bozal de una muestra que estará en cartel hasta enero.
La especialista italiana, responsable del catálogo razonado de Boldini, se felicita de la cambiante suerte crítica del artista, que ha dado un giro sustancial en los últimos años. Sin complejos, sitúa a Boldini  entre Marcel Proust y Nicolo Paganini. "Su esplendorosa técnica y su don de la perfección le convierten en el Paganini de la pintura, mientras que su temática le aproxima a Marcel Proust, con quien iba al teatro, rememora."Como el escritor, Boldini interpreta la sociedad decadente en busca de un tiempo perdido y lo fija en sus pinturas", asegura la experta. Para la comisaria, la obra de Boldini es la demostración de que "el pasado no es un tiempo que puede ser  recobrado a través de la literatura y el arte", tal como escribió Proust en El tiempo recobrado, el último volumen de En busca del tiempo perdido. (...)
Instalado en París en 1871 Boldini fue uno de los primeros pintores de Montmartre, el barrio que acogería a la bohemia nacional e internacional. Pero Boldini no fue ni quiso ser jamás bohemio "y está en las antípodas de esa manera de vivir y de pintar". Apodado The Little Italian, quería vivir dignamente de su trabajo y no ser ni siervo ni cortesano ni bufón, ni ser considerado un artista loco.
Un planteamiento moderno y antitético de la figura del artista típico del cambio de siglo. Una manera de ser pintor que comparte con varios de sus colegas españoles a la busca de la fortuna  plástica en el efervescente París de la belle époque. Todos los "antibohemios" reflejaron a través de su obra y su modo de vida una imagen de si mismos que se aleja del pintor bohemio por antonomasia. Integrados en la sociedad parisina cosmopolita y elegante de su tiempo, trabajaron para los grandes marchantes como Adolph Goupil  que tranformó el poder de la imagen vendiendo cuadros en pequeño y medio formato con escenas amables y a menudo pintorescas que hacen las delicias de la burguesía  y la nueva clase en alza. 
Miguel Lorenci. Madrid. La Voz de Galicia, martes 17 de septiembre