viernes, 31 de marzo de 2023

Lionel Meunier: "Soy creyente cuando canto a Bach"

La idea del coro belga Vox Luminis nació en Chicago en 2002, durante el encuentro anual del World Youth Choir (Coro Juvenil Mundial), que reunió a 83 jóvenes cantantes de 32 países. "Aquella experiencia me cambió la vida", reconoce su creador, el bajo francés Lionel Meunier (Clamecy, 41 años). Allí conoció a grandes amigos actuales, como el actor Michael Spyres y la mezzo Katarina Bradic, pero descubrió dos cosas que marcaron la creación de su prestigioso foro: "La pasión que me producía compartir la música y la posibilidad de combinar voces de diferentes procedencias para crear un sonido único".

En aquel encuentro también descubrió la magia de la música antigua. Lo hizo cantando el motete renacentista para cuarenta voces, Spem in alium, de Thomas Tallis y la noche de aquel concierto junto a su compañero de habitación, el bajo Bertrand Delvaux, también fundador de Vox Luminis, pensó en lo que sería fundar un coro y dedicar su vida a compartir música antigua con un grupo de colegas. Fundo ese coro, en 2004, junto a nueve compañeros del Conservatorio Real de La Haya, dirigiendo desde su atril de bajo. Ha madurado con ellos e incluso construyó una familia con la primera soprano del conjunto, Zsuzsi Tódth, con la que tiene dos hijos. El viernes Vox Luminis cumplirá 19 años de edad.

Meunier afrontará por vez primera con Vox Luminis la Pasión según San Mateo, de Bach, en colaboración con la Orquesta Barroca de Friburgo. "Fue un proyecto que formalizamos hace cinco años para realizar, en 2020, en una gira internacional, pero que tuvimos que cancelar por la pandemia. Ahora lo hemos retomado y la gira es todavía mayor", aclara. Actuarán hoy en el Auditorio Nacional de Madrid, después viajarán a Barcelona, el jueves, irán al Teatro Maestranza de Sevilla, el domingo, y culminarán, el lunes, en Valencia...

Meuniere conoce muy bien la Pasión según San Mateo. "La he cantado con Richard Egarr, Peter Djkstra o Lars Ulrik Mortensen, aunque conviene recordar que en Países Bajos hay una inmensa tradición y solemos cantar unas 200 pasiones de Bach cada año en un territorio mucho más pequeño que España", admite. Pero no oculta el reto que supone cantar esta obra. "Siempre pensé que no era para nosotros, pues no tenemos suficientes voces", reconoce. No obstante , ahora disponen de colaboradores estables hasta sumar 24 voces" y satisfacer todas las partes solistas . "Mi intención es hacer lo mejor con esta música y eso pasa por conocer muy bien no solo la partitura y el autógrafo de la obra , sino también el entorno y todo lo que sabemos acerca de la iglesia de Santo Tomás  de Leipzig, a la hora de tomar decisiones  acerca de la sonoridad  y el tiempo, y también seleccionar las mejores voces para cada solo", admite. Al hablar de la conexión entre la muerte, la religión y la música  aduce: "Me aterra morirme, pero le aseguro que cantando la Pasión según San Mateo quieres creer en el más allá, aunque no creas. Yo soy creyente cuando canto Bach".

Pablo L. Rodríguez. Madrid. El País, martes 28 de marzo de 2023.

jueves, 30 de marzo de 2023

El amor no es solo romance si lo escribe Annie Ernaux

Ante la premisa de este nuevo libro El hombre joven de Annie Ernaux (Lillebonne, 1940) -un amor a destiempo, de esos que hacen que se paren todos los relojes, incluso los biológicos-, uno puede imaginar una historia arrolladora, repleta hasta la nevera de amor y lujuria, al más puro estilo Marguerite Duras. Algo con aroma de Pura Pasión que tantas penas le trajo a la propia Annie escribirlo y tantas alegrías a nosotros leerlo. Algo desenfrenado con un toque obsesivo. Impulsos imparables, noches en vela, un toque de lascivia. Eso esperaba, pero nada de eso encontré.

Vuelve aquí la Ernaux de El lugar, de El acontecimiento y de La vergüenza. Una Ernaux analítica, muy sosegada y llena de templanza, que está por encima de todo sentimentalismo. Esa que ata en corto la parte de sí misma que quiere dejarse llevar. La que se deshace del yo desenfrenado que no le sirve de nada en esta historia y lo apuñala por la espalda.

Nos queda entonces su mejor versión, la que la catapultó al éxito por saber demostrar que una historia es mucho más personal si se despersonaliza y, de repente se convierte en universal. Haciendo de lo íntimo algo social y de lo nimio un golpe de Estado.

En un café de Rouen, Ernaux conoce a A. , un joven de 25 años -30 menos que ella en aquel momento- que le devuelve al entorno y las sensaciones de un tiempo pasado que a veces fue mejor y otras muchas fue peor. En El hombre joven-, publicado en francés en 2022, meses antes de que recibiese el Premio Nobel,  y recién llegado a España de la mano de Cabaret Voltaire- Ernaux explora lo que supuso para ella aquella relación que le hizo revivir su memoria.

Estar con A. significa para Annie dar marcha atrás al tiempo y volver a un mundo que tras tantos años, ya no es el suyo. Romantiza la precariedad de una juventud  en la que solo funciona un hornillo de la cocina y las ventanas están mal aisladas, le enternece saber que A. prefiere ir a un supermercado mucho más lejano  porque la barra de pan es 50 céntimos  más barata. "Él era el portador de la memoria de mi primer mundo", asegura. Estar con A. es estar con ella misma, un par de décadas más tarde. Estar con A. le revitaliza, le insufla aires de juventud. Estar con A. le permite meter un pie en la piscina en la que solía bañarse.

Pero, claro, ahora Annie tiene más experiencia, más sabiduría y una economía más saneada. Ahí comienza el desapego, la racionalización. "Yo ya no estaba en el mismo mundo que él", dice cuando se da cuenta de que la relación no es más que un analgésico, un parche para hacer que la herida de su conciencia de clase deje de sangrar.

 Al final, esa posición de dominación lo enturbia todo y acaba dibujando a Ernaux con tintes fríos.¿Demasiado calculadora? ¿Un poco manipuladora? Dejémoslo en que para ella el agua de aquella piscina ya no está tan fría como solía estarlo y, siendo sinceros, este affaire no es más que un chapuzoncillo para ambos.

Aún así, este fugaz episodio amoroso acaba con un sentimiento de victoria. El hombre joven consiguió desbloquear  recuerdos olvidados, algo que, para alguien  que vive de escribir sus memorias es un valioso legado. Pasear por Rouen de la mano de A. revivió a la Annie que paseaba por esas mismas calles en los años 60: aquella estudiante embarazada que buscaba desesperadamente una solución en El acontecimiento. Y la empujó a escribir.

El paso del tiempo nunca fue un problema para Annie, una mujer segura de sí misma a los 20, a los 40 y a los 60. Sin embargo en El hombre joven se muestra casi frágil, consciente de que lo vivido  es mucho más largo que lo que le queda por vivir. Se resquebraja su imagen de roca imperecedera y nos deja con una amarga sensación: los años pasan para todos.

Dice: "Si estaba con un joven de 25 años era para no tener ante mí (...) la cara marcada de un hombre de mi edad, la de mi propio envejecimiento. Frente a la de A. la mía también era joven". Una fórmula de felicidad que los hombres descodificaron hace siglos, pero que, por supuesto, fue siempre indigna en la piel femenina.

Este impulso de querer frenar las horas y recuperar un pasado más brillante y jovial es tan universal como inhalar aire, pero tan peligroso como inhalar humo. Annie lo descubre en esta relación tan escandalosa y decisiva y, en cierta manera, que ayuda a aceptar  la realidad más humana: nos hacemos mayores, ¿y qué?

Belén Araujo. La Voz de Galicia, viernes 24 de marzo de 2023.

miércoles, 29 de marzo de 2023

María Casares, una vida de éxito, exilio y amor

En 2022 recordamos el centenario del nacimiento de la actriz María Casares, nacida el 21 de noviembre en Coruña, y con este motivo la editorial Renacimiento rescató de su catálogo Residente privilegiada, escrita originalmente en francés y cuya primera edición en castellano se publicó en 1981 (Argos Vergara), un año después de la versión francesa. La obra fue editada nuevamente por Renacimiento aportando entonces un imprescindible aparato de notas preparado por la profesora María Lopo, quien también se hizo cargo de la necesaria revisión del texto de 1981. María Casares (en francés Casarès) se decidió a escribir su autobiografía en los dos años posteriores al viaje a  España que llevo a cabo en julio de 1976, cuarenta después de su partida. El objetivo era ensayar el papel del dominante Gorgo en  El adefesio, un poema dramatizado de Rafael Alberti escrito en su exilio montevideano e inspirado en un caso real, el encierro de una joven en Rute. La aparición de la actriz en el escenario del teatro Reina Victoria de Madrid la noche del estreno (el 24 de septiembre de 1976) levantó al público de sus asientos. Se la recibió con una ovación que duró dos minutos largos y que fue, al parecer, de una intensidad sobrecogedora. Todo el mundo vio en aquel estreno teatral donde iban de la mano, simbólicamente dos exiliados -Alberti y Casares-, un gesto cargado de significación política que venía a poner paz a la la larga guerra. Entonces se aspiraba a la reconciliación nacional y así lo confirmaban las más dispares presencias entre el público del estreno y el aplauso unánime y entusiasta que se tributó a la actriz.

María Casares había salido de España con 14 años, en noviembre de 1936, de la mano de su madre Gloria Pérez Corrales. Su padre, el político republicano y fiel azañista Santiago Casares Quiroga, ejercía la presidencia del Gobierno cuando se produjo la sublevación militar en julio de 1936 y su actitud política, antes y después de aquellos dramáticos momentos, ha sido siempre muy discutida por los historiadores. Murió en París en 1950 rodeado de silencio y aislamiento: su dimisión política el mismo 18 de julio lo acompañó hasta el final de sus días. ¿Por qué no escribió Casares Quiroga unas memorias dando su propia versión de lo sucedido en los últimos y fatídicos meses anteriores al golpe militar? La escritura de Residente privilegiada aportó en su momento algo de luz al silencio paterno. Casares Quiroga había tenido una hija en 1908 , siendo estudiante en Madrid. Una hija a la que reconoció y se hizo cargo hasta donde pudo. El hecho de que Esther Casares Quiroga y su hija fueran retenidas en A Coruña el verano de 1936 y quedaran en arresto domiciliario hasta 1955, nada menos , sin duda condicionó las decisiones políticas del político republicano. La preocupación y el temor a las represalias que pudiera sufrir su hija mayor y su nieta a manos de los franquistas enmudecieron probablemente a un hombre agobiado también por problemas de salud y por un carácter orgulloso.

María Casares era muy consciente al escribir su libro en busca de las señas de una identidad precozmente escindida, de modo que uno de sus objetivos implícitos fue recatar la memoria familiar aportando sutil información; la autora recupera por ejemplo, fragmentos de cartas y agendas de su padre que serían publicadas íntegramente por María Lopo en 2008, ofreciéndonos un perfil inédito de la figura política y también un retrato de su infeliz matrimonio con Gloria Pérez. Casares empieza diciendo que fue una hija no deseada por sus padres. Pero los mimbres de su caleidoscópica autobiografía son muchos. Desde su textura sorprendentemente literaria hasta la desnudez, incluso el desgarro de algunos pasajes. Por ejemplo ante la muerte del que fuera su amante, Albert Camus, entre 1948 y 1960, escribe: "De ese muerto. escamoteado, no sé nada y nunca he sabido nada. Es el único de mis muertos que me estuvo prohibido ver". Y es que a Francine Faure, esposa del escritor, le costó años reconocer en público la existencia de María Casares, aunque en privado le cupieran pocas dudas pues era una relación muy expuesta y conocida, aunque menos idílica, sin embargo, de lo sugerido en el libro: Camus, según Olivier Todd, mantuvo en los últimos años de su vida relaciones al menos con otras dos mujeres, Catherine Sellers y Mette Ivers (Mi), circunstancia que hace pensar en un enfriamiento en su relación con L'unique. La relación con la joven Sellers, también actriz, dio comienzo en septiembre de 1956 y con Mi unos meses después. Ambas se prolongarían hasta la muerte del escritor. Y la clave de este embrollo puede hallarse, tal vez , en un cuaderno de trabajo para El primer hombre, donde Camus describe a su protagonista. "J. tiene cuatro mujeres a la vez y lleva por tanto una vida vacía". Vacía o llena, con sufrimiento o sin él. Camus tenía también cuatro mujeres impactantes en su vida: Francine, María, Catherine y Mi. Todas estaban al corriente unas de otras.

En todo caso, en la biografía de Todd hay un empeño muy notable de minimizar la apasionada relación  del escritor con María Casares, probablemente para no irritar de más a la familia de Camus y poder sacer adelante su biografía, difuminando su importancia en un contexto sentimental más complejo. Sin embargo la correspondencia entre Camus y Casares y que por fin puede leerse íntegramente en castellano (la publicó Gallimard en 2017) gracias al esfuerzo de Debate dice otra cosa muy distinta...

Anna Caballé. Babelia. El País, sábado 4 de marzo de 2023.

martes, 28 de marzo de 2023

Lartigue o cómo pintar el sol sobre las flores con una cámara

Florette en Morgan. Provenza, 1954

Una exquisitez, Lartigue. El cazador de instantes felices. Fotografías a color; producida por la Fundación Canal es una exposición que recorre casi siete décadas del trabajo fotográfico con color de Jacques Henri Lartigue. Pintor y poeta, pero sobre todo un ojo entrenado para detectar la belleza, el encuadre perfecto, el instante adecuado. Padre de la fotografía de Henri Cartier-Bresson, sus imágenes devienen memoria  de momentos inolvidables en los que uno quiere permanecer siempre.

"¿Qué intento hacer? Pintar, no flores al sol, sino sol sobre flores.... sobre flores, sobre árboles, sobre cualquier cosa y sobre todo". Escribía Lartigue (Courbevoie, 1884- Niza, 1986) en sus diarios el 15 de abril de 1954. Palabras de un pintor que fotografía o de un fotógrafo que pinta con la cámara y que experimenta  el medio fotográfico desde los ocho años. Su fama vino de la mano del blanco y negro pero el color fue una obsesión que le acompañó toda su vida; incluso al final de su carrera decide refotografiar en color sus instantáneas monocromas más emblemáticas. Esta reinterpretación cierra el recorrido expositivo mediante una proyección en la que se pueden advertir las diferencias  entre sus composiciones, atravesadas por la influencia de la fotografía callejera americana, que transforma y humaniza  su lenguaje. De sus 118.000 imágenes donadas en vida al Estado Francés en 1979, solo un tercio ha sido en color, y esta exposición recorre esa especial sinergia, desde la que Lartigue inventa la felicidad. 

Preocupado desde pequeño por la fugacidad del tiempo, su insaciable curiosidad le mueve a experimentar modos de atrapar la plenitud de la vida para poder revivirla  eternamente, Jacques Henri se deja fascinar por la belleza que rodea su cotidianidad de clase acomodada, de hecho, su padre es la octava fortuna de Francia a finales del siglo XIX. Seducido por los nuevos descubrimientos en automovilístico y aviación, crece rodeado de fotógrafos aficionados y de prensa ilustrada.

En 1902 le regalan su primera cámara, pero no será hasta el descubrimiento del autocromo por los hermanos Lumière, en 1912, cuando el artista podrá experimentar con el color. El autocromo permite aplicar diminutos puntos de color sobre placas de 6 por 13 cm. que carecen de negativo y que necesitan de unos visores específicos para visualizar la imagen en tres dimensiones y cuyos largos procesos de exposición exasperan a Jacques Henri Lartigue, obsesionado por el movimiento...

Conocido como el fotógrafo de las flores, Lartigue convierte este motivo en lenguaje, estudiando a fondo su cromatismo. En 1915 ingresa en la prestigiosa Academia Julien en la que estudian pintura Matisse, Leger o Calder y convierte las flores en un laboratorio para experimentar también con la abstracción. La exposición trae a Madrid en primicia mundial unos estudios textiles que demuestran cómo sus preocupaciones abarcan además cuestiones técnicas y artesanales vinculadas con las arte decorativas  y la moda, como la serie del décollage de carteles de París utilizado para confeccionar un fular para la prestigiosa Maison Craven...

Lartigue es pura elegancia, placer escópico. Vean la exposición  en la Fundación Canal hasta el 23 de abril y sean felices.

Maria Marco. El Cultural, 24-2-2023.

lunes, 27 de marzo de 2023

"Un paso adelante"

Los obsesos de las etiquetas llaman a flimes como Un paso adelante "feel good movies", lo que vendría a ser algo así como películas de tono amable y reconfortante, de esas que te cargan las pilas para suavizar las cicatrices que te deja la vida.

La narración del largometraje de Cédric Klapisch se construye como una estructura en dos niveles que pivotan en torno a la protagonista, una bailarina. A un lado, esta brillante artista de ballet clásico que sufre un accidente en el escenario poco después de descubrir la infidelidad de su pareja, y el agobio que le produce la posibilidad de no regresar a las tablas a causa de su lesión en el tobillo. Una perspectiva que la haría sentirse fracasada ante esa madre ausente que la ayudó a llegar muy arriba en su profesión. Al otro, un futuro incierto, ella misma ante el reencuentro familiar con un padre viudo y abogado de prestigio que siempre consideró su dedicación a la danza como un mal menor, lamentando que no hay preferido el Derecho al espectáculo. Realmente el hombre es un buen tipo, residente en una población próxima a París, y que parece ajeno al universo de sus tres hijas, en particular de la protagonista, que no duda en reprocharle su indiferencia afectiva.

Pero no estamos ante la convencional trama de inspiración personal que arrastra todos los tópicos  hacia un final estridente. Al contario, el muy curtido realizador francés Cédric Klapisch (1961) -con una veintena de filmes rodados en poco más de tres decenios, los últimos escritos junto al prolífico guionista argentino Santiago Amigorena (1962)- maneja con soltura los resortes del drama blando a sabiendas de que en ese asunto no le interesa ir de original porque con hilos semejantes otros tejieron antes, pero sí es consciente de que puede regresar sobre esas situaciones y darles otro aire.

A los vaivenes sentimentales de la frustrada bailarina le sigue la posibilidad de otros caminos, de otras actitudes ante la vida. Es así como entra en escenario el coreógrafo y bailarín israelí Hofesh Shechter, quizá como la solución a un futuro que le inquieta. Y como manda el canon, reunir a una serie de personajes de apoyo para revestir el entorno emocional, concluyendo la cinta con una puerta abierta a la esperanza que invita al espectador a una sonrisa. La felicidad también es eso.

Miguel Anxo Fernández. La voz de Galicia, sábado 4 de marzo de 2023.

domingo, 26 de marzo de 2023

Pascal Quignard, el escritor que se esconde.

Pascal Quignard

Es uno de los grandes autores europeos y un experto melómano. Estuvo al frente de la poderosa editorial Gallimard hasta que decidió retirarse a escribir. Ahora publica la novela El amor el mar. "Soy el único escritor francés, usted debe saberlo, que jamás ha firmado el más mínimo manifiesto", sonríe Pascal Quignard (Verneuil-sur-Avre, 74 años) cuando estamos a punto de despedirnos. "No creo en lo colectivo".

- ¿Vota?

-Quignard mira con una punta de timidez y responde.

- No.

El autor de Todas las mañanas del mundo, alejado desde hace tres décadas del mundanal ruido, es todo lo contrario de este espécimen literario tan francés que es el escritor engagé, declara. "Una de las cosas bellas de Francia es esta especie de anarquismo letrado y desesperado, el de Montaigne o La Boétie. Me siento bien en esta disposición. Mi única compañía es esta: la de los solitarios".

Hay escritores y luego hay literaturas: Quignard es una literatura él solo. Autor de más de medio centenar de obras, músico además de escritor, clásico vivo de las letras europeas sin haber hecho concesiones a la galería, creador de un género inclasificable que conjuga relato, ensayo, aforismo, historia, filosofía y poesía, un raro que no se parece a nadie, ahora publica en castellano su último libro, El amor el mar (Galaxia Gutenberg, traducción de Ignacio Vidal-Folch). La novela es un compendio de todo Quignard: el estilo fragmentario, la fascinación por los músicos del siglo XVII, la voz que viene del fondo de los siglos, el narrador intemporal, moderno y arcaico a la vez.

Cuando Quignard se pone las gafas, abre la partitura y se sienta al piano, es como si la novela y la realidad se fusionasen. Los personajes se hacen presentes en el diminuto salón del apartamento donde recala cuando pasa por París. Quignard se transmuta en un personaje. La pieza que interpreta se titula Meditación sobre mi muerte futura la cual se toca lentamente con discreción. Podría ser una frase de Quignard, pero el autor es el clavecinista Johann Jakob Froberger, personaje de El amor el mar, y uno de esos nombres semiolvidados que Quignard se ha especializado en resucitar junto a su amigo el maestro Jordi Savall.

"Yo ya no puedo tocar el violín, tengo artrosis", se lamenta Qignard. "El piano sí. Lo toco cada día. Al atardecer, cuando la cosa se entristece, cuando se va el sol. Toca Froberger, o Chausson, "el equivalente en música a lo que Mallarmé era en poesía", explica, y compositor de una obra titulada Poemas del amor y del mar.

En la música, al tocar así para sus invitados, o en los recitales en los que participa recitando, encuentra algo que, después de medio siglo publicando, no le da la literatura. Es lo que él llama "las pequeñas angustias", por oposición a las grandes angustias, las depresiones que sufrió en el pasado.

"Yo he rechazado los honores, la Academia, no me veo con nadie, me veo con ustedes, pero esto ocurre raramente. Paso mis mañanas, mis noches, mis días como un gato sobre un radiador. Y, al cabo de un momento, al gato le falta la angustia".

- ¿Usted busca la angustia en la música?

-Exactamente. Lo que busco es una emoción imprevisible.

- Su escritura ya es imprevisible: digresiva, casi improvisada.

-Sí intento no hacer discurso, no hacer nada que pertenezca al mundo ni a la política, una lengua algo más salvaje. es lo que busco en la oscuridad del teatro: algo un poco más auténtico...

-En 1994, Quignard era un hombre poderoso en el París literario. Ocupaba el cargo de secretario general de la editorial Gallimard, el número uno después de los propietarios. Era el autor de Todas las mañanas del mundo, que el cineasta Alain Corneau llevó al cine con Gerard Depardieu como protagonista  y con Savall a cargo de la música. Un día cortó en seco y se instaló en la provinciana Sens a 130 kilómetros de París, en el departamento del Yonne. Como Monsieur de Sainte-Colombe, músico recuperado por Quignard y Savall, o como algunos personajes de la nueva novela, renunció al escenario.

"Lo que me conmueve tanto de la identidad y la vida de Jordi Savall es el sentido de la continuidad en las épocas, de una confraternidad con los tiempos de los solitarios y los olvidados", dijo en una conversación con Savall publicada en el monográfico de la editorial L'Herne dedicado a Quignard. Estas palabras se las podría aplicar a sí mismo. Pero él, al contrario que Sainte-Colombe que se negó siempre a salir de su  aislamiento, había conocido el escenario antes de marcharse. En el fondo, gracias a su prolífica obra, nunca ha dejado de estar en él...

Marc Bassets.Babelia. El País, sábado 4 de marzo de 2023.

sábado, 25 de marzo de 2023

Historias de los nadies a ambos lados del Pirineo

…Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
(Fragmento de Los nadies de Eduardo Galeano)
Ellos son nadies. Invisibles, secundarios, vidas corrientes. Olvidados de la Guerra Civil. Como el soldado Francisco Pérez Ponte. Tiene 21 años y lleva sucio el uniforme cuando le escribe a su hermana Dorinda desde el frente, a la luz de un candil. Después se verá que dirán esas cartas, rescatadas por el historiador Francisco J. Leira Castiñeira en Los nadies de la guerra de España (Akal), un viaje a las tripas más humildes de la batalla. A esos rincones oscuros que solo iluminan cartas, memorias o entrevistas con los ausentes de la historia, hijos de nadie, dueños de nada.

Ellas, también, son nadies. Borradas, omitidas, mujeres comunes. Trabajadoras anónimas del otro lado de los Pirineos -Francia- en esos años treinta. Como Leopoldina Haas. Es fresadora, 3.000 tuercas al día en la fábrica Citroën, un trabajo alienante. Aguarda tras la barra de un café del Barrio Latino. Luego se verá qué le dice al camarero, un padre desconocido al que jamás había visto. Es una de las historias recogidas por la novelista francesa Michèle Audin en La señorita Haas (Periférica), un extraordinario fresco de las ningunas ninguneadas. Una novela de gran riqueza formal y estilística que hunde un pie y medio en la memoria de lo real y apoya el otro medio pie en la recreación convertida en ficción. Un libro que reconstruye las vidas de 13 trabajadoras minúsculas -todas ellas apellidadas Haas- atravesadas por la historia mayúscula de esos años: el ascenso del fascismo, el fervor comunista, el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la deportación y el exterminio de los judíos.

Ambas novedades no solo coinciden en el tiempo. Comparten un interés por esos nadies de Galeano, por los menores de Pasolini, por los molineros de Carlo Ginzburg y su microhistoria. (...)

En esos mismos años , las señoritas Haas de Michèle Audin pululan por Francia. Con una prosa musical, llena de ritmo y muy arriesgada en el estilo -pura factura del grupo literario OuLiPo, deudora de Raymond Queneau y con homenajes al poeta del pueblo Jacques Prévert-, la autora resucita a esas trabajadoras cotidianas sin rastro en la historia.

La maestra Catherine, dispuesta a abortar, algo considerado un crimen por la nación  que había sacrificado a un millón y medio de jóvenes en los campos de batalla. La pianista Claudine, nueva camarada comunista de clase bien, hechizada por la fuerza de la hoz y el martillo. Valentine y su huelga en las Galerías Lafayette: un reino de seda, elegancia y punta en blanco que oculta la explotación  cuando la izquierda del Frente Popular gana las elecciones. Las conversaciones de peluquería mientras Francia decide no intervenir en la guerra de España. Los bailes acaramelados de Francine con su novio en la víspera del 14 de julio, en una verbena organizada por el sindicato del metal. Los oropeles  de la Exposición Universal que no acallan "las voces en todas las lenguas de la pobreza" de los barrios humildes de estas señoritas Haas. Como Suzanne Haas, borrada por su origen judío.

Unos años antes de ese horror, en la barra del café parisiense  que antes había quedado en suspenso, Leopoldine Haas escucha a su padre. Ha ido a decirle que es su padre. Pero no se lo dirá. Porque le oye decir que una tal Nozière, asesinada por su marido y que ocupa los titulares de prensa, se acostaba hasta con judíos y árabes. "Tome nota, queridita", le suelta a quien no sabe que es su hija, Leopoldine, asqueada,  le responde: "Yo no soy su queridita". Y se larga. Para volver a la fábrica a fresar tuercas...

Paco Cerdá. Valencia. El País, lunes 20 de marzo de 2023.

viernes, 24 de marzo de 2023

Bach se empadrona en Sevilla

El Festival de Música Antigua de Sevilla (FeMÀS) llega a su 40ª edición, un aniversario que da la medida de su solera. Impulsado por Juan Víctor Yagüe en 1083, hoy está regido por el inquieto violagambista Fahmi Alqhai, que este año, por vez primera, lo prolonga hasta la Semana Santa. El día 2 de abril, Domingo de Ramos, será clausurado por la Friburger Barockorchester y el coro belga Vox Luminis. Ambos conjuntos dirigidos pr Lionel Meunier, interpretarán al alimón en el Teatro de la Maestranza La pasión según San Mateo de Bach.

Alqhai ha confeccionado una programación jugosa a la altura de la efeméride. El arranque lo blindarán en el Espacio Turina este viernes el Ensemble Correspondances con un concierto titulado Esplendores polifónicos de Lübeck a Paris. Sonarán piezas de Schütz, Buxtehude, Charpentier, Josetxu Obregón, por su parte, inaugurará con su violonchelo Sebastian Klotz de 1740 este sábado las matinés del festival. En atriles, Bach estará ensartado con Domenico Galli (Sonata IX ) y Domenico Gabrielli (Ricercar Sesto). Será en la Iglesia de San Luis de los Franceses. La Academia del Piacer, la formación liderada por Alqhai, también comparece en la fiesta, facultada por el Cantor de Leipzig, de cuyo profuso repertorio escanciarán un par de contrapun tos de El arte de la fuga. La arrostrada violista pamplonesa Isabel Villanueva rendirá, por su parte, honores a Hildegar von Bigen, la fascinante compositora medieval que también cultivó la medicina, la botánica y la teología.

En la cita hispalense no podía faltar, claro, la Orquesta Barroca de Sevilla, que aporta más a Bach (Concierto de Bradenburgo nº 1) y guiños a Rameau, Zelenka y a la Música acuática de Haendel. Destaca así mismo la presencia de Les cornets Noires & Nuria Rial, Vandalia & Daniel García Trío, Akamus &Queyras, Jean Rondeau, Concerto 1700, Margret Koell y el cotizado contratenor polaco Jakub Józef Orlinski, que vendrá acompañado de II Giardino d'Amore.

A. Ojeda. El Cultural, 10-3-2023.

jueves, 23 de marzo de 2023

Balzac y la campanilla del dinero

Prolífico. Si antes lo digo... Hablábamos aquí hace nada de la desafección de la televisión pública y del cine español por la figura y obra de Pío Baroja. Apuntábamos el interés que siguen manteniendo el cine inglés y el francés por sus grandes escritores. Y ahora de golpe han llegado la película británica Emily, de Frances O'Connor, suerte de biografía novelada y fantaseada de Emyl Brontë, y Eugénie Grandet, cuarta versión cinematográfica francesa de la novela homónima de Honoré de Balzac. En dos años, y contando con la excelente Las ilusiones perdidas, de Xavier Giannoli, han sido dos las adaptaciones de Balzac en el cine francés, ambas pertenecientes al descomunal ciclo de "La Comedia Humana", compuesta por noventa y seis títulos publicados, más cerca de cincuenta sin terminar. Fallecido prematuramente a los 51 años, Balzac (1799-1850) se deslomaba escribiendo desde la medianoche, a veces hasta cerca de dieciocho horas al día. Enfebrecido y prolífico con la pluma, Balzac escribió hasta la extenuación tanto para recabar recursos económicos que le permitieran abordar sus malhadados negocios como para intentar saldar las cuantiosas deudas que sus ruinosas empresas le deparaban.

Avaricia. El mediano escritor Léon Gozlan, íntimo del novelista, le dedicó una peculiar y jugosa biografía, Balzac en zapatillas (Planeta), en la que contaba que su amigo, no contento con cambiar de casa cada poco tiempo para eludir a sus acreedores, hizo instalar en la verja de una de ellas una muy estridente campanilla. Cuando la campanilla sonaba, tanto Balzac -seguramente embutido en un holgado batín- como su aleccionado servicio, enmudecían y permanecían inmóviles con el fin de hacer creer al visitante que la casa estaba vacía  y que nada se podía reclamar  a sus habitantes. El dinero, así, fue un tema central en la literatura de Balzac. También en Eugénie Grandet (1833), en la que el padre vinatero y pueblerino de la infortunada heroína es un avaro mayúsculo, equiparable al protagonista de Gobsek (1830). Félix Grandet raciona el pan que se sirve en la mesa familiar, no ve con buenos ojos que su hija se case algún día porque le tocaría a él apoquinar la dote y codicia la herencia que Eugenia ha de recibir de su madre. Además, el inmisericorde y tiránico patriarca considera la quiebra empresarial y las deudas de su hermano como una insoportable deshonra que putrefacta el apellido familiar.

La sangre. "El dinero es la sangre, la fuerza propulsora de la sociedad", escribió el ahora idolatrado Stefan Zweig a propósito de la visión del mundo de Balzac. El austríaco le dedicó un hiperbólico ensayo biográfico -no una biografía-, en la que lo medía con Napoleón, publicado (Acantilado) junto a otros dedicados a Charles Dickens y Fiódor Dostoyeski, la plana mayor de la novela europea realista del siglo XIX. No es de extrañar el interés de Zweig por Balzac, pues comparten afición al psicologismo, al sentimentalismo y a las reflexiones pomposas. La versión de Eugénie Grandet del escritor y cineasta Marc Dugain es austera y menos convencional de lo que cabría temer, al ofrecer una gran depuración estilística, ir a lo esencial y rehuir , en sus intensos y breves tableaux, la complacencia con la qualité visual que suele aquejar a bastantes adaptaciones. Sin embargo, la película , que sigue la novela de Balzac en su retrato del padre tirano y avaro y de la pulsión por el dinero, hace una inesperada pirueta en el desenlace. Cuando todo parece estar ordenado a seguir fielmente la fatídica culminación del relato de Balzac y el destino inevitable de Eugenia, remachados en la novela en una Conclusión y un Epílogo, Dugain, desde una voluntad y un voluntarismo contemporáneos, empodera a la mujer y la empuja a un futuro independiente. El misógino Balzac, convertido y reconvertido.

Manuel Hidalgo. El Cultural, 20-1-2023. 

miércoles, 22 de marzo de 2023

Una activista entre la selva y el cemento

Txai Suruí. (Foto: @mujeresbacanas)

Txai Suruí es la joven activista medioambiental brasileña más conocida en el mundo. Su capacidad para moverse igual de bien en un despacho palaciego que en una aldea amazónica la hace especial. Cuando viaje en avión, rara vez coloca su delicado tocado en la maleta porque teme aplastar las elegantes plumas. Mientras las acaricia con mimo, explica lo que lleva en la mano. "Mira esta es de gavilán, esta de papagayo, esta de guacamayo..., detalla esta brasileña nacida en la Amazonia. Alguna es de un amarillo arrebatador; otras de un azul intenso; las más de distintos tonos de marrón, y todas están cuidadosamente cosidas. Cuenta que entre los de su etnia fabricar los cocar -así llaman en Brasil a los tocados indígenas- es cosa de hombres. Este que luce durante la entrevista y que la ha acompañado por medio planeta se lo regaló uno de sus tíos. Walelasoetxeige Suruí, de 25 años, activista, defensora del medio ambiente y de los indígenas, aprovecha el más mínimo indicio de curiosidad para adentrar a sus interlocutores en el rico mundo de los pueblos que durante milenios convivieron en armonía con la naturaleza y la protegieron como nadie. 

La agenda de Suruí está repleta. Basta el ejemplo de los días de enero en los que El País Semanal le pidió cita. El ministro de Medio Ambiente francés la recibió en París, dio un discurso en la misma ciudad a los alumnos de la Universidad Sciences Po, regresó a Brasil para participar en un evento en Recife y voló a Estados Unidos, al festival de Sundance, a presentar The Territory, un documental que ha producido y que fue preseleccionado para los Oscar... No logró entrar en el Olimpo de los candidatos. La desilusión fue grande, cuenta Suruí al día siguiente sentada en un tronco bajo un árbol.

Estamos en Sao Paulo, rodeadas de una exuberante vegetación, en una aldea indígena incrustada en plena megalópolis que lidera su chico Thiago. Suruí se mueve con la misma soltura en las aldeas, en la selva y en las ciudades. Es tan inseparable de su cocar como de su móvil. Ese es su poder, su encanto.

Con el ministro francés habló de cambio climático, de dinero, de vacas y de supermercados. "Me dijo que ahora, con el Gobierno de Lula, van a restablecer el diálogo sobre medio ambiente porque con Bolsonaro era imposible. Y le hablé de un caso que llevamos a los tribunales, sobre 6.000 cabezas de ganado en una tierra indígena que se venden a JBS (gigante cárnico brasileño) que vende a su vez al grupo Casino (de supermercados franceses). Le dije que era una vergüenza que Francia hablara de contribuir a proteger el medio ambiente, los pueblos tradicionales, y siga comprando carne que viene de nuestro genocidio", explica. Para Suruí es además un asunto personal. "¡Esas vacas están en mi casa!".

Cuando se le pregunta cómo se sintió en aquellos dorados palaciegos, con su cocar frente al trajeado ministro, esboza una sonrisa. "Al entrar pensé, todo este oro es nuestro", confiesa entre risas, antes de arrepentirse un poco por el comentario.

Hija de dos veteranos en la lucha por los derechos de los indígenas, Suruí es la más conocida internacionalmente entre la nueva generación de activistas brasileños contra la emergencia climática. Dio el salto a ese grupo gracias a un discurso de dos minutos en inglés durante la cumbre climática de Glasgow en 2021..

Su experiencia personal, el activismo que mamó de cría y su conocimiento del entramado legal son los ingredientes con los que construye su discurso. Con amigos, llevó a Brasil a los tribunales por incumplir el Acuerdo de París. Cuando era adolescente, su familia necesitó escolta policial y todavía recibe amenazas de muerte...

Su gran activo es esa habilidad con la que transita entre universos dispares. Desde el extranjero se la puede ver como heredera del cacique Raoní, el primer indígena brasileño que llevó su causa al resto del mundo, al protagonizar en 1978 un documental titulado como él. El cantante Sting lo convirtió en celebridad planetaria al llevárselo de gira para llamar la atención sobre las amenazas que se cernían sobre la Amazonia. Este Año Nuevo, ya nonagenario, Raoní acompañó, junto a otros brasileños, al nuevo presidente Lula mientras subía la rampa del palacio presidencial en su toma de posesión...

La joven trabaja con 25 pueblos autóctonos en el Estado de Rondonia, participa en Engajamundo y es activa en Kanindé, una ONG socioambiental con tres décadas de trayectoria que fundó y dirige su madre. Y los sábados escribe una columna en Folha de S. Paulo, uno de los diarios más leídos...

Niara Calarraga Gortázar. El País Semanal, 12 de marzo de 2023.

martes, 21 de marzo de 2023

03 Musée National Picasso-Paris. "Dadme un museo y lo llenaré".

Abierto en 1985 en el barrio de Le Marais, acoge la colección del pintor más grande del mundo. Alberga 5.000 obras, incluidas las 3.500 que poseía el artista y que fueron el germen del museo a su muerte, así como el Centro de Estudios sobre Picasso.

- Sin duda , el museo de París es el más completo de este trío museístico, ya que proporciona una perspectiva múltiple del artista que es una aventura, el camino de esa visión panorámica, por así decir, y ese es el privilegio del público que lo visita en el Hôtel Salé, un palacete del siglo XVII en el Marais, construido por Pierre Aubert, uno de los financieros más importantes de la capital que hizo fortuna como encargado de cobrar, en nombre del rey, el impuesto de la sal (de ahí el nombre, "palacio salado"). Inaugurado en 1985 como Musée National Picasso-París, conserva un total de 5.000 obras, entre pinturas, dibujos, grabados, estudios, cerámicas y esculturas, además de decenas de miles de piezas de archivo donadas por sus herederos, representados por Claude Picasso, lo que la convierte en la colección y centro de estudios picassianos más grandes del mundo (centro que contará con una nueva sede a partir del año que viene en el cercano Hôtel de Rohan).

- La creación del museo se gestó en los sesenta. Entonces Picasso vivía en una preciosa casa de Mougins llamada Notre Dame de Vie, muy cerca de Cannes. En la planta baja, llamada Cubil del Minotauro, tenía su taller, donde todavía trabajaba frenéticamente. En vista de su avanzada edad, el presidente francés Charles de Gaulle y el ministro de Cultura André Malraux se apresuraron a preparar una ley que sería histórica conocida como Ley Malraux (1968), que permitía la dación en pago de obras de arte para hacer frente a los impuestos por herencia. En 1974, con Picasso recién fallecido y de acuerdo con su familia, se decidió que el palacio Salé sería la sede del futuro Musée National Picasso-Paris.

- Obedeciendo al deseo del artista, se donaron 3.500 piezas que serían la base de este museo. Se trataba de obras de las que Picasso no se había separado nunca: 254 pinturas, 200 esculturas, 29 relieves, 106 cerámicas, 18 assemblages, 1.500 dibujos, todos sus grabados (un total de 1.600), collages, manuscritos y libros ilustrados, además de su colección particular, formada por obras primitivas y de maestros como Cézanne, Degas, Rousseau, Matisse, Miró y Braque, depositadas primero en el Louvre y luego en el nuevo Musée Picasso.

- Tras la apertura, en 1985, se sumaron otras donaciones, como la producida en 1990 tras la muerte de la última esposa de Picasso, Jacqueline Roque, o la más reciente en 2021, de Maya Ruíz-Picasso. En 2009, el museo cerró al público para una renovación radical. Tras muchas polémicas por retrasos y sobrecostes, volvió a abrir en 2014 con la renovación de la colección permanente, que exhibe alrededor de 500 obras, entre un total de 5.000, que rotan en exposiciones temáticas a lo largo de cinco pisos. Es un lugar donde el visitante siempre encontrará las piezas obligadas en un arco temporal de 1895 a 1972, Autorretrato (1901), La Celestina (1904), Mujeres corriendo en la playa (1922), Retrato de Pablo vestido de arlequín (1924), La flauta de pan (1923),  Guitarra (1926) -probablemente la primera arpillera de la historia del arte-, El beso (1969) y las esculturas Hombre con cordero (1943) y La cabra (1950) son algunas de ellas.

Picasso dijo alguna vez: "Dadme un museo y lo llenaré". Lo cumplió.

Ángela Molina. El País Semanal, 22 de octubre de 2022.

lunes, 20 de marzo de 2023

El caftán azul

¿Es posible que una película se presente como una celebración de una determinada tradición y que, al mismo tiempo, articule una invectiva contra la asunción del tradicionalismo como mantra cívico? Sobre esta aparente paradoja, la cineasta Maryam Touzani (Tánger, 1980) elabora un filme, El caftán azul, que se aproxima con espíritu devocional al mundo de la sastrería artesanal norteafricana, pero que en paralelo denuncia la falta de libertades que impera en una sociedad, la marroquí, que aparece maniatada por el clasismo, el machismo y el autoritarismo. Ambientada en la medina de Salé, una de las más antiguas de Marruecos, El caftán azul construye su discurso a partir del retrato de la intimidad de tres personajes. Por un lado, figura el matrimonio formado por Halim (Saeh Bakri y Mina (Lubna Azabal), quienes ostentan una sastrería en la que el marido prolonga el legado de su padre, quien dedico a su vida a la confección de caftanes. El armónico día a día de la pareja se ve perturbado por una misteriosa enfermedad que afecta a la mujer  y por las urgencias que impone una clientela que cada vez valora menos la labor de orfebrería desempeñada por Halim. Unas tensiones que se verán acentuadas por la aparición de Youssef (Ayoub Missioui), un joven aprendiz de sastre que despierta el interés del marido, quien mantiene en secreto sus encuentros sexuales con otros hombres en el hamman local.

Atrapado entre el apego a un oficio marcadamente tradicional y la represión de su homosexualidad, impuesta por una sociedad retrógrada, el personaje de Halim se ve empujado a una suerte de clandestinidad, un aislamiento interior que la película acentúa situando la acción en espacios cerrados. Por su parte, Touzani decide filmar la jaula de oro en la que habita Halim mediante un preciosista trabajo de puesta en escena y dirección artística. En cierto sentido, la cineasta aspira a establecer un paralelismo entre el virtuosismo del trabajo artesanal del protagonista y su propia delicadeza a la hora de capturar con la cámara los gestos en los que se juega el destino de los personajes, o los cuidados que el marido dedica a su debilitada esposa.

Cabe apuntar que la sugerente apuesta de Touzani por un cine de la fisicidad se ve mermada por una cierta tendencia  a explicitar  los resortes del drama social y humano. Para evidenciar la opresión que sufren los personajes, los guionistas (la propia Touzani y su marido, Nabil Ayouch) enfrentan a Halim y Mina a un control callejero en el que un policía de paisano, les exige que muestren su certificado de matrimonio.

 Por suerte, su elaborado guion deja por el camino algunas enseñanzas valiosas. "Un caftán debe durar más años que la persona que lo lleva; debe sobrevivir al transcurso del tiempo", le explica Halim a su amado aprendiz. Esta reflexión apela al valor de la tradición, que guía y a la vez lastra la existencia de unos personajes que, a lo largo del filme, deberán sobrellevar juntos el peso de la tragedia. Así es como Touzani sitúa, en el ámbito de lo privado, su transparente y conmovedor canto a la unión de los desheredados. 

Manu Yañez. El Cultural, 10-3-2023.

domingo, 19 de marzo de 2023

Francia desaparece

Alain Finkielkraut y "La posliteratura". Daniel Rossell

Francia se va a la mierda. Ahora es el fin. Las llamas de Notre Dame lo simbolizaron. ¿Un incendio? Un suicidio. Desde este convencimiento interviene en el debate público de su país Alain Finkielkraut, un polemista culto, prototípicamente parisiense. Activo ya en el Mayo del 68 y comprometido entonces con el maoísmo que nos dimos entre todos, no tardó en desmarcarse de su generación. Su temprana constatación fue que la ortodoxia progre desembocaría en el colapso de Francia y de Occidente. Lo planteó ya en 1987 con La derrota del pensamiento. ¿De verdad que debería considerarse un cómic en igualdad de condiciones a una novela de Nabokov? Una variante de esa pregunta la vuelve ahora a plantear en uno de los textos de La posliteratura. ¿De verdad que el presidente de la República debe despedirse oficialmente del cantante Johny Hallyday caracterizándolo como un "héroe francés"?

 Como el suicidio de la catedral, este es otro síntoma del fin de la sociedad que nació con la Ilustración. "El entretenimiento se ha adueñado de la grandeza sin por ello cimentar la nación, contrariamente a lo que quería creerse".

Las ideologías que han disuelto la nación moderna y los valores asociados a ella son su obsesión . "No diré que la democracia francesa está en crisis", dijo durante La noche de las Ideas de 2017 debatiendo con Javier Gomá y Juan Cruz, "sino que la nación está en crisis". Considera que esta crisis comienza en la escuela y tiene como origen el cuestionamiento sesentayochista de la autoridad del maestro, cuando la autorización sustituyo a la autoridad". Hoy sería más importante enseñar a expresarse que enseñar la lengua y "así muere el francés en su propio país". Esa desnaciolización la siembra la pedagogía, tiene el antiracismo como acelerador  y culmina con una sustitución identitaria. La encarnan élites cosmopolitas. Las que leen Le Monde, por ejemplo, "uno de los órganos más elocuentes de la moral posidentitaria y posnacional". Aquellas cuya patria ya no es su país sino las capitales globales. "Esa élite conectada, que se cree europea porque se siente más en casa en Berlín y en Milán que en Limoges o Valenciennes, contribuye activamente al entierro de Europa".

Finkielkraut contempla el suicidio de la catedral, la muerte de su lengua  y el entierro de Europa. Y no se queda impasible. En un ejercicio de libertad intelectual a veces al límite, el polemista combate. En defensa de la nación  occidental y el sujeto que la configuró -el hombre blanco-, provoca.

Dedica diversas páginas al movimiento Black Lives Matter y pretende evidenciar contradicciones que nos costaría asumir. "Las nuevas generaciones creyeron reconocer en el asesino de George Floyd el rostro impasible de la civilización a la que han aprendido a despreciar". El principal dardo, como era de esperar, lo lanza contra la moralización de la cultura impuesta, según él, por la ideología de género. Si apoya a Polanski y es atacado por ello, no se amilana y dobla la apuesta al afirmar que cada noche somete a tortura a su mujer para comprobar si se tolera la ironía. "¿Está convirtiéndose Francia, patria literaria, para su desgracia en una sociedad literal?". Denunciar esta deriva es el tema del primer ensayo, una conferencia sobre la virtud que dictó en la Academia Francesa. Su hipótesis es que la victimización como primer mandamiento de esta sociedad censura la complejidad moral que plantearon en sus ficciones Kundera o Roth, al que lee de manera ejemplar. Pero es que a Roth lo seguimos leyendo para explorarnos. Él no lo cree. Cautivo de la nostalgia del viejo orden de las cosas, el catastrofismo lo obnubila.

Jordi Amat. El País, sábado 25 de febrero de 2023.

sábado, 18 de marzo de 2023

Gauchos en París

Sofía posa en su apartamento de París  
con ropa de Acheval Pampa.
(Pedro Potestá)

Cuando era una niña en el Buenos Aires de los años ochenta, a Sofía Achaval le gustaba disfrazarse y maquillarse, inventar personajes. Su hermana mayor coleccionaba ejemplares de Vogue y ella miraba también la revista argentina Para Ti. "Conocía los nombres de todos los modelos y diseñadores", sonríe. Pasaba tardes entera en casa de su tía abuela. Francesa y sin hijos era una mujer con especial sensibilidad para los colores y la decoración . "Todo era celeste, azul, terciopelo", describe Achaval. "Tenía una ropa increíble: unos tapados, unos bijous , unos make -ups". La tía abuela vivía en un edifico haussmaniano, el urbanismo típico parisiense del siglo XIX. "Era como estar en París".

Otro objeto de fascinación, en la misma época, eran los gauchos: hombres del campo que vestían con sombreros de fieltro, bombachas, cinturones decorados llamados rastras. Los veía durante los fines de semana y las vacaciones en la propiedad familiar en La Pampa. "Desde chica pensaba: ¡Qué elegancia! ¡Qué estilo!", recuerda.

A los 22 años, aterrizó en París para estudiar moda en el prestigioso Studio Berçot. Entonces le ocurrieron dos cosas inesperadas. La primera fue que nada le parecía exótico en París. Se sentía en casa. Las calles, las casa, incluso los rituales de la alta burguesía  y de la alta intelectualidad ; nada era nuevo para ella. Saint-Germain-des-Prés no quedaba tan lejos de La Recoleta. La segunda cosa inesperada fue que, cuando paseaba vestida al estilo gauchesco, los jóvenes parisienses la paraban y le decían: "Quiero este pantalón, este poncho, este bombacho".

El desenlace era inevitable. Cuando, en 2018, y después de trabajar para otros en el mundo de la alta costura, Sofía Achaval creó la marca Àcheval junto a Lucila Sperber, lo que surgió era un compendio de toda esta historia y esta geografía. Àchaval es un juego de palabras con el apellido de Sofía y la locución que en francés significa "a caballo". La marca convoca las vivencias infantiles y los sueños de cruzar el charco. Es el espíritu de los gauchos -fabrican en Urugay- en rara alquimia con la élite de la moda: Milán sede del showroom de Ácheval donde presenta las colecciones y París, campamento base de la cofundadora. "Para mí el estilo gaucho siempre fue una inspiración", afirma. "Con Lucila, teníamos la idea de que había que hacer algo con esto, tan fuerte y tan nuestro. El mundo lo quiere. Nosotras lo transformamos de una manera contemporánea".

Sofía Achaval lo cuenta en un sofá del apartamento de la rive gauche de París donde vive con su marido, el escritor Thibault de Montaigu, y sus hijos Tadzio y Paloma. Vogue la ha descrito como "una figura botticeliana con cabellos color trigo". Hoy lo "botticelliano" se mezcla con lo "maradoniano": el día que la visitamos, lleva una camiseta del Boca Juniors, marca Àcheval, con el 10 de Diego Maradona. "¡Fanática de Maradona", proclama. Paseamos por la casa: las estantería con las colecciones de La Pléiade de Gallimard, la editorial fundada por el bisabuelo de Thibault. Las fotos de la boda en Uruguay, ella vestida de Christian Lacroix (antes se había casado por lo civil en Saint-Tropez). El luminoso ventanal que da al castaño del patio interior.

En otro apartamento del mismo edificio tuvo su consulta Jacques Lacan, pope del psicoanálisis, En el pasillo colgaba El origen del mundo, la famosa pintura en la que Gustave Courbet retrató el primer plano del sexo de una mujer. Ahora se expone en el Museo de Orsay, a cuatro pasos de aquí. En la calle una placa indica; "Lacan practicó aquí el psicoanálisis desde 1941 hasta su muerte".

"Los argentinos se paran enfrente y tratan de entrar", dice Achaval. Porque esta es, también, una historia de psicoanálisis argentino y francés. La última novela de Thibault, La gracia, es autobiográfica y cuenta una conversión al cristianismo. Todo empieza con una visita del narrador a una psicoanalista mientras vive con su familia en Buenos Aires. "Yo también me analizo", confiesa Sofía. "No me había analizado mucho en mi vida, solo de adolescente. Y ahora, de grande, me dieron ganas, pero más que nada como una curiosidad y una investigación personal. Como un viaje interno".

Marc Bassets. El País Semanal, 30 de septiembre de 2022.

viernes, 17 de marzo de 2023

Nueva York cae rendido ante Thierry Mugler

                                             Foto: Instagram @manfredthierrymugler
Cuando se cumple un año de la muerte del modista francés Thierry Mugler (1948-2022) se presenta en Nueva York Thierry Mugler: Couturissime, la retrospectiva que explora el fascinante legado del diseñador y que hizo una gira por Montreal, Ámsterdam, Munich y París antes de su muerte. Ahora, a título póstumo, adquiere un significado diferente, como todo lo que se aprecia cuando se acaba: Mugler hizo historia.

Es un icono de lo transgresor. Durante los años ochenta y noventa revolucionó las pasarelas al convertir lo que podía ser la mera presentación de una colección de ropa en la sensación de la temporada. Miles de personas pagaron por ver desfiles de moda que duraban más de una hora y eran un puro espectáculo. Giraban en torno a una temática y contaban con banda sonora e invitados especiales. La de Mugler era una imaginación exacerbada, puro juego y deleite, que encontró en el vestuario escénico la mejor forma de manifestación. Fueron esas imprescindibles puestas en escena que acompañaban a sus diseños lo que le hizo sobresalir entre sus contemporáneos. Vistió tanto a modelos (Jerry Hall, Iman, Kate Moss, Naomi Campbell...) como a celebridades (entre las que se encuentran Lady Gaga, Beyoncé, Cardi B o Kim Kardashian) o compañías que nada tenían que ver con la moda pero sí buscaban la originalidad como el Cirque du Soleil. Recurría a Mugler todo aquel que quería pasar a la posteridad de forma rompedora. También dirigió videos musicales, colaborando con artistas como George Michael, y su perfume, Angel, se convirtió en un bestseller. Fue además un visionario ya que sus diseños jugaron con la dualidad hombre-máquina, mucho antes de que los cíborgs fueran una dualidad tan normalizada en la sociedad. No seguía tendencias las creaba. "Mugler fue un pionero abordando la diversidad y el empoderamiento femenino ya en 1970", remarca Tierry-Maxime Loriot, comisario de la exposición, en la que pueden verse 150 piezas que recogen su trayectoria desde 1977 a 2014.

Tan fascinante como su obra fue la personalidad y la vida de este extravagante creador de moda que empezó su carrera a los 14 años como bailarín profesional en el ballet de la Ópera de Rhin (Estrasbrugo) y murió a los 73 años con la apariencia física de un boxeador. Su metamorfosis radical empezó en 2003, cuando Mugler abandonó temporalmente la alta costura. Se volcó en el culturismo  (siempre había sido un aficionado) rayando la vigorexia y varias operaciones dejaron su cara irreconocible. Las primeras operaciones habían sido para reparar daños a consecuencia de accidentes, pero como reveló el propio Mugler a la revista Interview, hubo cambios que introdujo por puro divertimiento. Por ejemplo, ponerse un poco de hueso en la barbilla. "Quería que mi cara representase progreso, porque después de tantos años siendo un bailarín dulce y delgado deseaba ser un guerrero. He hecho tantas cosas a lo largo de mi vida. He luchado tanto. Soy un superhéroe, así que es normal que tenga la cara de uno", dijo.

La muestra Thierry Mugler: Couturissime, que ahora adquiere la condición de auténtico legado del diseñador, puede verse en Brooklyn Museum, que en los últimos años, en un esfuerzo por llegar a un nuevo público, ha acogido la obra de Christian Dior, Jean-Paul Gaultier o Pierre Cardin. Y es que, en los últimos años, museos de la talla del MET suelen dedicar  al menos uno de sus espacios al legado de los diseñadores  más importantes  de la historia y dar protagonismo a la moda como arte. 

Ana Vidal Egea. El País Semanal, 12 de marzo de 2023.

jueves, 16 de marzo de 2023

"No hablemos más de amor"

Lo conocimos en España con su anterior novela, La anomalía (Seix Barral, 2021), uno de esos fenómenos editoriales que suelen llegarnos desde Francia precedidos de prestigiosos premios como el Goncourt. Entonces, los protagonistas de la trama coral de Hervé Le Tellier vivían una doble vida impuesta por las circunstancias, las de un extraño suceso a bordo de un avión. Los dos personajes femeninos principales de su nuevo título, No hablemos más de amor, sucumben a la tentación de ser dos Anna y dos Louise. Una es la que conocen sus maridos, hijos y padres; la otra es la que deja que ganen sus pasiones.

Desde la Eva de Adán a la Emma de Flaubert o la Anna Karenina de Tolstói, los textos nos cuentan que las madres adultas que deciden morder la manzana nunca salen bien paradas. Es una constante, como la mala suerte de aquellos que viajan en el tiempo. ¿Será igual en el siglo XXI, con mujeres independientes, con trabajos de prestigio y la vida holgada de aquellos privilegiados de la clase media alta?

Los hombres de los que de repente se enamoran están libres de ataduras y son también algo más adultos. Es sobre ellas sobre las que recaen las sospechas.

Le Tellier propone un juego con sus personajes de cuyas vidas, poco a poco, van salpicando vivencias y datos. Con su escritura dinámica, y también profusa, a veces puede que en exceso, en los detalles técnicos -aquí deja que permee el matemático que lleva dentro-, Hervé n juzga, plantea las consecuencias de un amor adulto y adúltero. También explora la posibilidad de la pasión cuando se superan ciertos umbrales, como haber cumplido los 40. De la euforia del deseo, que no tiene edad límite, al aterrizaje forzoso.

Los seis protagonistas de sus dos historias de amor y desamor pueden resultar algo snobs y superficiales. Sintonizamos con ellos a medida que sabemos de sus sentimientos, de sus vidas. Con una estructura ágil, gracias a capítulos cortos y directos, es también un libro ingenioso. Las trayectorias de los personajes se van entremezclando y hay sorpresa al final. Sin cautivar ni descolocar al lector al mismo nivel que logró con la novela del avión duplicado, No hablemos más de amor divierte y mantiene la tensión. Esas son sus pretensiones. Y las consigue. 

Mila Méndez. La Voz de Galicia, viernes 27 de febrero de 2023.

miércoles, 15 de marzo de 2023

Alice Diop, cineasta: "El cine francés muestra a la mujer negra de manera simplista"

          Alice Diop. (© Cyrille Choupas)

Alice Diop (Aulnay.sous-Bois, Francia, 44 años) promociona en Madrid su primer largo de ficción, Saint-Omer. Una propuesta contundente  en la que Diop indaga en dos temas que han marcado su carrera: el desarraigo de la inmigración y la maternidad. El filme ganó en Venecia el León de Futuro a la mejor ópera prima y el gran premio del jurado y hace diez días el César del cine francés a mejor primera película. También le ha supuesto alguna decepción porque parecía un título claro para llegar al quinteto finalista al Oscar a la mejor película internacional. Diop creció en una de las ciudades que conforman el gran París. A esos franceses que no suelen aparecer en la gran pantalla les ha dedicado documentales como La mort de Danton (2011), La permanence (2016) o Nosotros (2021). A Diop le cuesta sonreír, muy concentrada en sus respuestas.

P.- Las protagonistas de Saint-Omer se plantean su maternidad y la que han vivido con sus madres. ¿Tanto le preocupa?

R.- Sí, pero no es el único tema. No quiero encerrar a Saint-Omer en un discurso concreto. Mis respuestas cambian en cada visionado, incluso las reacciones del público son distintas según  los países. El filme escapa a las relaciones binarias.

P.- El cine francés parece moverse entre lo que ocurre en los grandes pisos de París  y dramas de la banlieue. Usted abandera una tercera vía.

R.- La respuesta es qué tipo de cineasta admiramos desde la sociedad francesa, y qué tipo de cineasta logra hacer películas. Siento que mis obsesiones me llevan a hacer unos filmes siguiendo a creadores que me interesan y que no son los habituales en la cinematografía francesa. Y que conforman otra visión de mi país. Con Nosotros intenté llegar a todas las capas de Francia. Mi manera de ser francesa es única, soy yo, y como mujer negra de orígenes sengaleses enriquezco esa visión general. Pero no es mi intención principal.

P.- ¿Es Saint-Omer el paso orgánico a Nosotros?

R.- Sí, aunque insisto, no afronto grandes cuestiones generales, sino mis obsesiones, temas particulares. Partiendo de cosas pequeñas acabas mostrando la sociedad en que vives, claro. Ilustras qué es ser francesa en el siglo XXI. Película tras película se completa un discurso, pero el discurso no es el motor. Aunque soy consciente de que mis opciones transforman la representación de Francia. 

P.- ¿Cómo acabó una apasionada de la literatura haciendo cine?

R.- Hago un cine muy integrado con la literatura. Me apasionan Marguerite Duras y Chantal Akerman tanto en su faceta de cineastas que como escritoras. Por eso he coescrito el guion con Marie NDiaye, premio Goncourt con Tres mujeres fuertes. La cuestión formal me preocupa, y mucho, en el cine. El público espera de mí reflexiones políticas, ideológicas, y yo ya sé que surgirán, pero será a través de un cuidado formal.

P.- ¿Qué coste emocional ha tenido para usted Saint-Omer?

R.- Ha sido muy duro. Ningún premio puede compensar ese coste emocional. El filme me ha roto, me ha llevado muy lejos, a sitios que ni me planteé. Ha sido un trabajo peligroso. Con el guion hubo una cierta distancia, una frialdad que desapareció en le rodaje. Nos pasó a todo el equipo. Corría además el riesgo de caer en un psicodrama de mujeres enfrentadas a su maternidad. Soy consciente de que acarreo un bagaje, y que lo he soltado en pantalla.

P.- ¿Cómo siente que es la representación de las francesas negras en el cine?

R.- En el cine francés se cuenta a la mujer negra de manera simplista y binaria. Es una especie de madre coraje, cuidadora de sus hijos. No hay complejidad ni ambivalencia, ni tenemos derecho a la singularidad. Las mujeres negras también atravesamos travesías emocionales. ¿Dónde están en pantalla las universitarias negras?

Gregorio Belinchón. Madrid. El País, lunes 6 de marzo de 2023

martes, 14 de marzo de 2023

02, Museo Picasso de Barcelona

"Toma mucho tiempo llegar a ser joven". Referencia para conoce la obra de los años de formación del artista. Entre las 4.500 referencias actuales destaca Ciencia y caridad , óleo que Pablo Picasso pintó cuando tenía 15 años.

Un joven estadounidense le pidió matri- 
 monio a su novia ante La ofrenda...

- Todavía hay visitantes que entran en un museo sin saber muy bien lo que encontrarán. En el Museo Picasso de Barcelona, una mujer presentó una queja porque el cuadro de Las meninas no estaba expuesto en la salas junto a la serie que realizó el pintor en homenaje al cuadro de Velázquez. "Aí es imposible comparar", dijo. Otro visitante preguntó cuál era el dormitorio de Picasso, pensando que estaba en la antigua casa del pintor cuando este vivía en Barcelona. Un joven estadounidense le pidió matrimonio su novia ante La ofrenda, con la colaboración del personal del museo, que apartó al público de la obra justo antes de la petición. En aquel pequeño gouache, que representa una figura masculina ofreciendo un ramo de flores a una mujer semidesnuda, Picasso celbraba su reconcialiación con Fernande Olivier. Es una de las obras más emblemáticas del museo, realizada un año después de Les demoiselles y fundamental para entender su camino hasta el cubismo. Un médico inglés, Lord Amulree, donó por sorpresa la obra al museo en 1985.

- En 1960, Jaume Sabartés, su amigo y secretario personal, propuso al Ayuntamiento de Barcelona, con el consentimiento de Picasso, la posibilidad de crear un museo dedicado exclusivamente a su obra. El 27 de julio de aquel mismo año se firmaba el acuerdo con el Consistorio. La colección arrancó con la donación de la colección privada de Sabartés, a la que se añadió el Arlequín, la colección del industrial Luis Plandiura y los aguafuertes del libro Las metamorfosis de Ovidio, cedidos por Dalí. En 1963 se inauguró el museo en el palacio de Aguilar del barrio de la Ribera, al que poco a poco se fueron adosando cinco palacios más de estilo gótico civil catalán 8de los siglos XIII y XIV de la calle Montcada. El nombre del museo, sin embargo, fue colección Sabartés, ya que el régimen de Franco prohibió ponerle el nombre del pintor. Preguntado Sabartés por Brasaï si Picasso regresaría a España para la apertura del museo, le respondió que el artista juró no volver a poner los pies en el país mientras durar el régimen franquista, pero que estaba emocionado, y que había supervisado al detalle los planos y la colección.

-Al morir Sabartés, y en homenaje a su amigo, Picasso donó su Retrato azul y las 58 telas de la serie Las Meninas, además de la extensa colección que su familia (su madre, hermana y sobrinos) tenían en Barcelona, más de 900 obras que abarcan toda su etapa infantil y juvenil.

- Desde entonces, el museo no ha parado de adquirir obras y sumar donaciones. Entres sus 4.000 piezas, sobresale el gran óleo Ciencia y caridad, que Picasso pintó con 15 años ("toma mucho tiempo llegar a ser joven", solía decir). Para los modelos utilizó a su padre en el papel de médico. Una mendiga con una criatura en brazos que encontró en la calle, a la que contrató por 10 pesetas, le sirvió para el personaje de la enferma  el niño, y para la monja disfrazó a una adolescente con un hábito tomado de una religiosa amiga de la familia.

Ángela Molina. El País Semanal, 22 de octubre de 2022.

lunes, 13 de marzo de 2023

"Thriller"modélico de nobleza sólida

Fotograma de La noche del 12

El pasado viernes, un thriller sobrio y modélico sobre las desgraciadas y continuas muertes de mujeres a manos de hombres se hizo con el premio a la mejor película del año en Francia. En medio de la fiesta y el prestigio internacional creciente del cine español gracias a As bestas y Pacifiction, la gran sorpresa de la ceremonia de los César la dio La noche del 12, película de Dominik Moll que, pese a sus diez candidaturas, en modo alguno figuraba como favorita.

El otro gran imprevisto es que mientras se estrenan   infinidad de títulos franceses en las salas españolas, la ganadora de seis premios César no había pasado por los cines y se hallaba en Filmin desde diciembre. Y ello a pesar de la buena acogida de crítica público del anterior trabajo de Moll. Solo las bestias (2019)

La respuesta a uno y otro asunto puede estar en las muy especiales características de la película. En primer lugar: La noche del 12 es un policíaco procedimental en torno al asesinato de una joven, quemada viva tras ser rociada con gasolina por un encapuchado en medio de la madrugada  del día 12 del título. Una obra que se encarga de bajar las expectativas con respecto a la intriga y al entretenimiento pasajero del espectador: "Cada año, la policía judicial abre más de 800 investigaciones por asesinato. Casi el 20% queda sin resolver. Esta película relata una de esas investigaciones".

Es decir, como Zodiac y alguna otra gran obra reciente, esta es la historia de una obsesión policial y probablemente de un fracaso. También el relato de unos tiempos descarnados. Mucho más que un whodunit (quién lo hizo) o un true crime al uso. Una película de tesis extraída de un hecho real que acaba lanzando una teoría espeluznante: cualquiera de los hombres que rodeaba a la chica fallecida en su vida personal podría haberlo hecho. Mujeres muertas en un mundo de hombres y, además, con investigaciones llevadas a cabo por hombres. Policías que vuelcan en el trabajo sus propias oscuridades, en un ambiente en el que siempre hay una pregunta, una afirmación, una duda de un, en principio, buen hombre, que le acaba delatando como otra cosa. Violencia de género en toda su extensión: desde la más ligera a la más brutal, todas lo son. Y una sociedad comandada por una masculinidad tóxica por la que, eso sí, y como se encarga de mostrar la historia, algunas mujeres se sienten atraídas: por dependencia social, por amor, por deseo. En las películas de Moll siempre hay una atmósfera inquietante y malsana, turbia y atractiva.

Javier Ocaña. El País, miércoles 1 de marzo de 2023.

domingo, 12 de marzo de 2023

Arthur Rimbaud y el libro que cambió la poesía

Hace 150 años se editó en Bruselas, en la imprenta de Jacques Poot et Cie, un libro sin presente, solo con futuro. En 1873, vio la luz un pequeño folleto de poco más de 50 páginas titulado Una temporada en el infierno, firmado por el joven poeta, tenía entonces 21 años, Arthur Rimbaud. La edición constaba de 500 ejemplares y la madre del autor era quien financiaba el proyecto. El librito se vendía por un franco. Rimbaud solo pudo retirar cinco ejemplares de manos del impresor porque el dinero de su madre fue a parar a otro destino, desconocido hoy y sospechado siempre. El caso es que el grueso de la edición  se lo quedó el impresor, y el resto de los ejemplares aparecieron por casualidad en un húmedo sótano en 1901.

Siempre me imagino a mí mismo, en una especie de delirante viaje en el tiempo, una mañana de octubre de 1873, con unos 100 francos en la cartera, incluso solo con 50, en la puerta del número 37 de la Rue aux Chous de Bruselas, con el ánimo de comprarle al impresor Jacques Poot toda la edición, no sin invitarle a comer por todo lo grande y llevarme esos 495 ejemplares a España. El mayor negocio del mundo: mis herederos serían millonarios. Solo había que esperar unos 30 o 40 años . Pero 30 0 40 años son mucho tiempo en la vida de un ser humano. Nadie estaba dispuesto a pagar un franco por un ejemplar de la primera edición de Una temporada en el infierno  en 1873. Porque el valor de las cosas se mueve, tal vez el movimiento más misterioso del universo, más misterioso que el movimiento de las estrellas y de todos los millones de planetas que pueblan el cosmos. El dinero se mueve.

La historia editorial del libro que iba a cambiar, no solo la poesía sino también la literatura occidental es asombrosa y sin duda, cómica. Rimbaud eligió el dinero en vez de la poesía. El impresor no quiso entregarle la edición entera porque faltaba una suma por satisfacer. Discutieron una mañana soleada del 23 de septiembre de 1873. No se puede llevar los ejemplares sin satisfacer la cantidad pendiente, dijo Jacques Poot. De acuerdo, déjeme cinco a cuenta para que los vea mi madre, que está esperándome en el hotel y esta tarde regreso con el dinero. Con cinco ejemplares Rimbaud tuvo bastante. El dinero de la madre fue desviado a la vida de Rimbaud y no a su poesía.

Este es el primer acto surrealista de la historia. No en vano, fueron los surrealistas quienes ya en el siglo XX canonizaron a Rimbaud. En 1975, Rimbaud abandonó la poesía y se convirtió en un ciudadano anónimo. Hay dos identidades: el poeta hasta 1875, y el hombre de negocios hasta 1891. Y no existe ningún puente entre ambas identidades. El hombre de negocios ni se acordaba de que una vez escribió poesía. Pasaron unas décadas y el siglo XX elevó su figura a los altares del mito y construyó la vida de Rimbaud en torno a sus pasiones: amores sodomitas con Paul Verlaine, vida disoluta, alcohol, drogas, abandono de la poesía y los viajes a Oriente. Y el deseo de hacerse rico. El comercio con armas, la vida errante, las acusaciones de asesinato, las mujeres con quienes convivió en países exóticos de África y Oriente y el olvido absoluto de que alguna vez tuvo tratos con la poesía. Es fascinante y tristemente irrepetible. Si Rimbaud pudiera contemplar el mito sólido que los surrealistas edificaron con su vida, no daría crédito e imagino que lo único que le importaría es cobrar a quien  fuese los derechos de explotación de su leyenda, pues una buena leyenda es también tráfico de armas. 

Una temporada en el infierno es uno de los libros más inolvidables y maravillosos de la literatura universal. El título ya es un acierto, porque es irónico. El infierno quedaba reducido a estancias no eternas, sino temporales. Cuando piensas que este libro fue escrito hace 150 años te entran escalofríos. Está lleno de inteligencia, humor y sarcasmo. Hay algo muy especial: en ese libro se ve el futuro. En ningún país de Europa nadie fue capaza de escribir así. Algo pasaba en Francia que permitió ese tipo de literatura, que era una prospección enigmática. Francia siempre Francia. La libertad con que está escrito ese libro no se volverá a ver hasta la aparición de las novelas de Kafka. Una temporada en el infierno no es poesía medida, es un libro en prosa. Es un libro sin género literario. Parece una autobiografía llena de arrebatos poéticos. Es un libro que evade su definición. Tal vez sea el primer libro de autoficción en un sentido contemporáneo. Es tal vez solo literatura que interpela al lector, que te dice "atrévete a ser libre".

Rimbaud fundó el artista moderno, sin valores morales reconocibles. Fue un James Dean del siglo XIX. Fue también un Elvis Presley. Fue un Bob Dylan antes que todos ellos juntos. El primer escritor pop. Cuando murió en Marsella un 10 de noviembre de 1891, su hermana Isabelle no sabía que su hermano era poeta. Cuando murió lo único que preocupaba a Rimbaud era el dinero que le debían de sus negocios de tráfico de armas, porque el dinero fue para él la poesía más precisa y más elevada que ha creado el ser humano. Y esa poesía del dinero sigue en pie. No se pasa de moda. Además, Rimbaud fue el poeta más guapo del mundo. Leonardo DiCaprio lo llevó a la gran . Y su temporada en el infierno continúa.

Manuel Vilas. El País, viernes 3 de febrero de 2023.