domingo, 31 de mayo de 2020

El regreso a las aulas en Francia

A las clases de la escuela infantil Chanteloip, al sur de París, han vuelto seis de sus 101 alumnos. Son los pioneros de la lenta y minoritaria reapertura escolar en Francia.
 Al principio los niños se sentían raros. El aula había cambiado: ahora había cinta adhesiva en el suelo que separaba el territorio de un niño y de otro. Cada uno debía quedarse en su rincón. Los compañeros de siempre no estaban, eran tres en clase. La maestra iba enmascarada. "Las mascarillas son impresionantes para un niño. Significan que hay un peligro. Todo esto da miedo", dice Fanny Maillard, una de las maestras de la escuela infantil Chanteloup de Moissy-Cramayel, un municipio de 17.000 habitantes al sur de París.
Las escuelas se han convertido en el campo de pruebas de la desescalada en Francia, después de dos meses de confinamiento. No se trata de retomar los programas escolares, ni de recuperar el tiempo perdido, sino de retomar el contacto y dar los primeros pasos en el aprendizaje del nuevo mundo. Los pequeños son la vanguardia: los pioneros. El Gobierno francés considera que la educación es la clave de bóveda de la primera fase de la desescalada que empezó el 11 de mayo. El argumento es social: el riesgo de que dos meses sin salir agravasen, para los más desfavorecidos, la exclusión y las desigualdades. Hay otro motivo: sin escuela los padres no pueden trabajar y la economía difícilmente se pondría en marcha. De ahí que el presidente Emmanuel Macron  desoyese en abril la recomendación  del Consejo científico, favorable a mantener las escuelas cerradas hasta septiembre. Y que decretase la apertura de los centros de manera voluntaria y progresiva.
"Cuando los padres me preguntan qué hacer, yo les explico cómo nos organizamos para que tengan toda la información puedan decidir", dice Caroline Chatelot la directora de la escuela infantil Chanteloup.  De los 101 alumnos han vuelto 6. La escuela - un edificio nuevo y luminoso en un apacible pueblo de clase media en los confines del Gran París- tiene estos días un aire fantasmal. Los toboganes y otros juegos están sellados. Las aulas, vacías. En los pasillos reina el silencio.
"Cada niño tiene su casita", explica mientras eneseña una de las aulas. "La casita es un espacio delimitado por un banco, un armario y una mesa en el que el alumno -en Chanteloup entre 3 y 6 años- trabaja y juega durante el horario lectivo de 6 horas.

"Habrá que hacer rotaciones, no hay otra opción"


Cuando el Gobierno decidió reabrir las escuelas, dio prioridad  a la infantil y la primaria, los primeros en retomar las clases.  En la semana del 18, llegó el turno en buena parte del país  de las escuelas intermedias o collèges, donde los alumnos tiene entre 11 y 14 años. A partir del 2 de junio, cuando arranca la segunda fase de la desescalada, abrirán los institutos. 

El balance oficial señala que se han reabierto 40.000 escuelas infantiles y primarias, un 80/% del total. Han ido a clase 1,3 millones de alumnos, un 20%, además de 200.000 profesores, un 55%. Cien escuelas han cerrado al detectarse un caso entre el personal o los alumnos, o en el municipio. El pretendido regreso de los alumnos más desfavorecidos -los que durante la clausura desconectaron del sistema escolar- no es fácil. "Querriamos que ciertos niños fuesen a la escuela y no lo logramos" ha admitido el ministro de Educacion, Jean Muchel Blanquer. 
En Chanteloup ningún alumno ha desconectado durante el confinamiento. Todo está milimetrado aquí. Cada alumno tiene un lavabo propio y un triciclo, lo que permite evitar una proximidad excesiva en el patio. El aula vieja -la que abandonaron en marzo, con sus mesas, sus dibujos en la pared, sus juguetes- parece congelada. "Si quieren un juguete se lo traemos y después lo lavamos", dice la directora. El día que el ritmo habitual regrese queda lejos .


¿Y qué ocurrirá en septiembre? ¿Cómo se organizara las aulas para guardar las distancias seguras? "Es el gran interrogante", responde la maestra Magali Levoir"Habrá que hacer rotaciones no habrá otra opción", apunta en la biblioteca de la escuela Hanane Moughamir inspectora del Ministerio de Educación responsable de Moissy-Cramayel. "Quizá acogiendo medias clases uno de cada dos días. O quizá los niños vendrán dos días por semana y otros dos días harán clases a distancia" Como después de los atentados la escuela educa para la seguridad cuanto antes de aprendan a protegerse  ante cualquier situación, mejor se construirá el ciudadano ilustrado del mañana"... "Todo está individualizado", dice la maestra. Cada uno en su casita a lo suyo".


Marc  Bassets. Moissy-Cramayel. El País 31-5-2020

sábado, 30 de mayo de 2020

Le Perthus: El pueblo con una acera francesa y otra española

El coronavirus ha devuelto las barreras a las fronteras, pero en Le Perthus es imposible  impedir el paso de un país a otro. Las letras de los carteles de Policía están medio borradas. En una inscripción falta la ele y en otra, la ce y la i. Los agentes no habían vuelto a este puesto transfronterizo desde antes de 1995 para controlar a diario a todo el que entra y sale de España. Pero la crisis del coronavirus ha vuelto a levantar las barreras en la frontera por lo que solo los trabajadores con autorización o los transportistas pueden cruzar al otro lado. Es el caso de Aziz Essadek, de 39 años y residente en Figueres (Girona), que gestiona una tienda en la acera española del municipio francés de Le Perthus. Desde que comenzó el estado de alarma, enseñar su documentación y su certificado de trabajo se ha convertido en una más de sus rutinas. "Hago unos 50 Kilómetros de ida y vuelta. Aquí en la frontera trabajamos con clientes franceses y en verano un poco con turistas también", cuenta dentro de su coche, tras una larga fila de vehículos. Unos metros más atrás de donde Essadek espera su turno para pasar por el control policial es imposible evitar el paso a pie de los ciudadanos de un país a otro.
La avenida Catalunya de Le Perthus
Le Perthus es uno de los primeros pueblos tras cruzar la frontera con Francia, a unos seis kilómetros de La Jonquera (Girona), en el límite desde Cataluña. Pero la división territorial hizo que tanto una de las aceras de la avenida Catalunya de Le Perthus, como otras calles más atrás, quedasen bajo jurisdición española. Mientras que la calzada de la otra acera y el resto del pueblo estén bajo mandato francés. A la parte española se la conace como El Pertús y su gestion local está a cargo del Ayuntamiento de La Jonquera. Cada día cientos de franceses hacen hasta una hora en coche para comprar tabaco y alcohol en la zona española, porque los impuestos especiales son más bajos que en Francia. Y de paso hacen acopio de otros productos en los supermercados...
Hasta ahora la afluencia de compradores franceses en el territorio español del pueblo no había supuesto ningún problema, pero el distinto grado de desescalada que han seguido España y Francia ha provocado que una y otra franja del suelo sigan unas normas distintas frente a la covid-19... Desde que empezó la fase 1 en Girona, los franceses acuden a Le Perthus  a por tabaco de lunes a domingo sin interrupción, ya que los estancos nunca han tenido que cerrar en el estado de alarma. Lo que ocurre es que el control de aduanas está a unos metros más abajo de la avenida de Catalunya, por lo que es imposible evitar que los franceses pongan un pie en suelo español a pesar de que las fronteras estén cerradas para frenar el avance del coronavirus...

Virginia Martínez. Le Perthus/La jonquera. El País, 27 de mayo de 2020.

viernes, 29 de mayo de 2020

El "bolero" de Béjart: hasta las costillas bailan

Jorge Donn en El Bolero de Ravel
Una coreografía que empieza con un brazo iluminado en escena y poco a poco, paralelamente a la partitura, va añadiendo distintos elementos del cuerpo del bailarín. Maurice Béjart creó su célebre Bolero en 1961 para el bailarín Duska Sifnios, pero este baile se ha quedado en la retina del espectador gracias a la interpretación de Jorge Donn, quien lo bailó por primera vez en 1979.
En la coreografía de Béjart, el ritmo de la música es acentuado por un grupo masculino que, alrededor de una enorme mesa, enfatiza desde la penumbra la tántrica actuación del solista, que a su vez da cuerpo a la melodía de Ravel. A lo largo de la obra, el espectador se llega a sentir uno más de los que rodean la gran plataforma para adorar al solista. Mucho se ha hablado de la personalidad de Jorge Donn pero poco de su técnica, precisamente porque en sus grandes papeles, los que le hicieron famoso -Nijinsky, clown de Dios entre ellos-  lo que impresionaba al público eran sus manos grandes y expresivas, su rostro anguloso y un cuello que parecía alargarse todavía más para contemplar con detalle al espectador. Pero Donn tenía un precioso salto y un giro limpísimo, además de unas posiciones de piernas que deslumbraban en las distancias cortas.
En Bolero, no necesitaba desplegar todo su arsenal técnico: lo que este solo requiere es una gran personalidad escénica ya que el peso de la obra recae enteramente sobre él. Se recuerdan las interpretaciones de Maya Plisétskaya, de Sylvye Guillem, de José Carlos Martínez... La española Elisabet Ros lo baila actualmente en el Béjart Ballet Lausanne desde 1998, alternándose en tan emblemático papel con Julien Favresu. En esta pieza, Béjart juega con la simplicidad  de vestuario habitual de sus obras, dando una especial libertad expresiva al torso que por quedar al descubierto"roba la luz"  y enfatiza las flexiones de muñecas y codos que el coreógrafo tomó prestadas de las danzas orientales. En esta pieza, hasta las costillas del bailarín parecen hablar.

Elena Matamoros. El Cultural. El Mundo, 25 de mayo de 2020



jueves, 28 de mayo de 2020

Afrancesados

De la ingente obra del maestro -sobrio, sabio, afable y cortés- Miguel Artola -que incluye la oportunísima Partidos y programas políticos, 1808-1936, publicada en 1974-, su investigación más sagaz y poliédrica es su bautizo académico: Afrancesados. En pleno franquismo definió el pensamiento liberal y moderado español. Muy poco antes de Constant, los afrancesados representaron el monarquismo, reformismo y oposición a los avances incontrolados de la Revolución. Para Artola los afrancesados no fueron todos traidores, ni mucho menos. Los hubo trepas, oportunistas y advenedizos; también los que practicaron la obediencia debida. Son los juramentados o colaboracionistas. Pero distingue el afrancesamiento ideológico y por principios, que conectaba con nuestra tradición -afrancesamiento cultural- y sobre todo con el liberalismo del bando patriota. La invasión francesa partió en dos el liberalismo en España.

En Afrancesados hay mucho más. Artola desmiente a Marx, que volvió a errar con lo que desconocía. Marx trató de explicar para el New York Daily Tribune la vicalvarada y se topó con sus prejuicios y el liberalismo español. No entendía 1812 porque negaba que existiera Ilustración en un país católico. Artola sigue el rastro de los ilustrados de Carlos III y destaca el papel de Jovellanos y Floridablanca en Aranjuez. 

Indaga en la tormentosa relación entre  José I y Napoleón, que no quería a su pusilánime hermano como rey de España. Su elección fue por descarte. Artola se centra en la encrucijada insalvable de José I, que tuvo un recibimiento "siniestro"en Madrid. En sus cartas admite que nunca obtendría el favor de los españoles si no se reconocía la independencia, libertad e integridad de la nación -renacida cuando amenazada-. Los españoles nunca renunciarían a su patria. Sin embargo requería constantemente de tropas y dinero para ganar la guerra. Lo cual  debilitaba su posición ante los afrancesados, que mayoritariamente buscaron la incorporación de las Cortes de Cádiz a las de Bayona -de carácter cuasi estamental- . Resultaba imposible porque en Cádiz radicaba la soberanía nacional.

José I renunció más de una vez al trono y Napoleón lamentó que se hubiera"vuelto completamente rey" y contradijera sus planes para España: integración, desmenbración y sustitución. Artola aclara el devenir de nuestra revolución: muchos afrancesados desconfiaron de Fernando VII y los innovadores optaron por el lado patriota. El progresismo se forjó en Cádiz, junto con la nación de ciudadanos.

Javier Redondo. El Mundo, jueves 28 de mayo 2020.

miércoles, 27 de mayo de 2020

El Gobierno de Macron aborda una amplia reforma sanitaria

Los aplausos diarios para los sanitarios no bastan. Así lo han dicho los médicos y así lo ha comprendido el Gobierno francés. Tras hacer oídos sordos durante meses a las demandas de mejoras de las condiciones salariales y de trabajo de hospitales del país, cuando estalló la crisis del coronavirus, el presidente de Francia Emmanuel Macron, hizo una promesa: "plan masivo de inversión del sector sanitario". El primer paso se dio este lunes, con el comienzo de las negociaciones para una "renovación profunda" del sistema de salud. "Sería difícilmente comprensible, y probablemente insoportable, que esta crisis que hemos atravesado no sea la ocasión de cambios radicales (...), que no usáramos este momento para desbloquear el sistema", ha declarado el primer ministro Edouard Philippe, al inaugurar una reunión telemática con 300 representantes de sindicatos, hospitales y residencias de ancianos. Es la primera cita de un proceso negociador que, según ha confirmado el jefe de Gobierno, durará unas siete semanas y redundará en "cambios radicales" y "rápidos"de todo el sistema de salud francés.
De acuerdo con el Ejecutivo, el plan que se diseñe durante este "calendario ajustado"debe basarse en cuatro"pilares": una "revalorización " de la carrera y desarrollo de los profesionales de los hospitales  y residencias de ancianos; la "definición de un plan de inversión y reforma de los modos de fiananciación" del sistema sanitario; una "simplificación de la burocracia y que el sistema se base "en el territorio", mediante una mejor integración de los servicios de médicos de cabecera y los hospitales.
"Sacudiremos los corporativismos. las costumbres, las inercias. Seremos transgresores si hace falta", prometió la semana pasada el ministro de Sanidad, Olivier Véran...

Silvia Ayuso. París, 25 de mayo de 2020

martes, 26 de mayo de 2020

Un empresario francés quiere que se venda la Mona Lisa

El 15 de noviembre de 2017, una desconocida y discutida obra de Leonardo da Vinci se vendió en Nueva York por 450,3 millones de dólares. Ese día "Salvator Mundi" se convirtió en la obra más cara vendida en una subasta de la historia, y confirmaba el valor de la firma del genio renacentista, aun quinientos años después de su muerte. Ahora un empresario francés se ha preguntado si la Mona Lisa, la obra más famosa del mundo podría venderse para pagar la crisis del coronavirus en Francia. Porque, ¿cuánto valdría la Mona Lisa?, 
Según Stéphane Distinguin, CEO de la tecnología Fabernovel, ese cuadro se vendería por no menos de 50.000 millones de euros. El empresario ha desatado la polémica en el país galo al proponer que esta sería una buena forma de sufragar los gastos de la pandemia.
"Día tras día enumeramos los miles de millones que conlleva esta crisis, como niños que cuentan cuánto tarda en llegar al fondo una piedra cuando la tiras a un pozo para medir su profundidad", ha explicado en una entrevista concedida a la revista "Usbek&Rica"y recogida por The Independent". "Como empresario y contribuyente sé que estos miles de millones no se pueden inventar y que necesariamente nos costarán a nosotros. Un reflejo obvio es vender un activo valioso al mayor precio posible, pero que afecte a lo más mínimo posible a nuestro futuro", ha añadido.

Y he aquí la conclusión; "Una pintura es fácil de mover y por lo tanto de entregar. Tenemos muchos cuadros...En 2020 tenemos que sacar dinero donde esté. Así que vendamos joyas familiares...El precio es lo esencial y la principal causa de la controversia . El precio tiene que ser descabellado para que la operación tenga sentido. Calculo que costaría no menos de 50.000 millones de euros adquirir la Mona Lisa"...   

ABC, 21-5-2020                                                      

lunes, 25 de mayo de 2020

Muere el actor Michel Piccoli

Michel Piccoli  y  Catherine Deneuve en
 Belle de jour
Mítico y, sin embargo, tan cercano que se diría que todo en él se antojaba perfectamente lógico. Entre le mito y el logos, pues. En sus memorias publicadas en 2015 (J'ai vécu dans mes rêves/ He vivido en mis sueños) y coescritas de la mano del que fuera también legendario jefe en el Festival de Cannes, Gilles Jacob, hablaba de sí mismo y de su  trabajo con una modestia que, a fuerza de modestia, acababa por resultar  rigurosamente creíble. Pasa pocas veces. "Conseguir sorprender con mi trabajo  sin pretensiones y con sencillez fue mi ideal. Soy un niño eterno, feliz de contar una historia. Darle vida a un texto me da un placer increíble, y  me ha sorprendido vivir esta extravagante profesión. ¡Actuar es muy extraño! Primero tienes que trabajar mucho, luego debes comenzar a jugar/actuar y ya no hay vuelta atrás", dejó escrito y, de alguna manera, es difícil no ponerse de su lado. Michel Piccoli (1925-2020), como Mastroniani y Fernando Rey, por poner dos ejemplos cercanos y universa, hizo de la transparencia, de su imperceptibele y evidente saber hacer su sello y grandeza. El 12 de mayo a causa de un derrame cerebral, informa AFP, se sabía que el actor francés moría a los 94 años y  ya desde hace tiempo alejado de la escena. Se quejaba de que, por culpa de los seguros y de una memoria quebradiza, no le dejaban seguir haciendo lo que más le divertía.  

Repasar u filmografía es pasear por todas las revoluciones del cine moderno. Su primer papel de relevancia, de hecho, fue desde el primer fotograma una revolución. Le mépris/El desprecio (1963), de Jean Luc Godard, es la más evidente  declaración de intenciones  que el cine haya hecho de sí mismo.Aterrizó en la película al lado de Brigitte Bardot con casi 40 años cumplidos y después de una extensa carrera en el teatro y de haber trabajado  con gente como Jean Renoir, Jean Pierre Melville y con uno de sus directores de referencia  en el futuro inmediato: Luis Buñuel...

Claude Sautet le tuvo como fetiche y arma arrojadiza contra el hombre medio de una sociedad moderna mediana que se desmorona. Sus papeles en Les choses de la vie/Las cosas de la vida  (1970) o Max y los chatarreros (1971) dan la medida exacta de esos personajes introspectivos sin pretenderlo, profundos en la livianidad de sus modales. De paso, ahí coincidió com Romy Schneider, una de sus pasiones, que no necesariamente de sus amantes...

Por las más de 200 películas que componen su filmografía, se repite con una recurrente normalidad el retrato del burgués que claudica, del hombre por fuerza acomplejado que no es capaz de entenderse con una masculinidad estéril y fuera de norma y de época. Así es en La Gran comilona / La grande bouffe (1973), de Marco Ferreri, y en Tamaño natural (1974) de Luis García Berlanga...

"Preferiría ir desapareciendo poco a poco...¡y no morir nunca!", escribe en sus memorias Quién sabe si no es el verdadero destino de cualquier actor: desaparecer  en cada uno de sus personajes ...¡ y no morir nunca!. Entre el mito y el logos asediado por la contradicción de llamarse Piccoli siendo el más grande.

Luis Martínez. El mundo, lunes 18 de mayo de 2020.

domingo, 24 de mayo de 2020

Philippe Aghion. El consejero de Macron analiza la crisis

Philippe Aghion contesta a El Mundo por teléfono y se ha acostumbrado durante el confinamiento parisino a herramientas como Zoom, pero prefiere el correo electrónico, el texto. Así mantiene correspondencia este economista francés con el presidente Emmanuel Macron, con el que ha llegado a trabajar codo con codo para la elaboración de programas electorales. Este catedrático del Collège de France, profesor de la London School of Economics y catedrático visitante en Havard no maneja certezas sobre la esperada recuperación ("oh, Dios Mío, no sé"), aunque sí aporta luz sobre esta crisis y los modelos de crecimiento vinculados a la tecnología, una línea de estudio a partir del trabajo de Joseph Schumpeter que le ha valido, junto a Peter Howitt, el último premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Economía, Finanzas y Gestión de Empresas.

P.- ¿Por qué hacía falta un nuevo modelo de análisis del crecimiento?
R,- La teoría dominante era el modelo neoclásico, pero no explicaba todo lo que era necesario saber sobre el crecimiento. Hemos creado un modelo nuevo, schumpeteriano, que introduce la innovación para abordar ese tema. Hay tres ideas principales: la innovación que consigas depende de la que haya previamente; la innovación nunca viene del cielo, sino del carácter emprendedor de empresas que tiene la perspectiva de conseguir dividendos propios de un monopolio, un retorno condicionado a aspectos como la fiscalidad o la competencia; y, como tercer factor, el hecho de que la innovación sea un proceso constructivo y destructivo, un conflicto entre lo nuevo y lo antiguo, y lo antiguo quiere prevalecer y no ser reemplazado
P.- ¿Qué visos de innovación deja una economía tan castigada como la actual?
R.- El Gobierno tiene un papel como inversor muy importante. La Guerra fría, por ejemplo, fue un catalizador fantástico para la innovación en EEUU. El Gobierno debe actuar como inversor, pero también como asegurador, por ejemplo mediante sistemas de subsidios, y también de bancarrotas, por lo que hacen falta políticas fiscales y monetarias. Son necesarios los dos papeles y el Covid-19 lo ha puesto sobre la mesa. Por ejemplo, en Francia, no hemos sido tan buenos como los alemanes a la hora de invertir en material sanitario. Por otra parte, Alemania da una cobertura social que la aleja del drama de EEUU, donde si pierdes el empleo acabas en la calle, muerto. Igualmente si quieres que se recupere la actividad económica, necesitas dar garantías a las empresas. El coronavirus ha reafirmado todo esto.
P.- ¿Hay dinero suficiente como para abandonar sectores importantes tradicionalmente como el turismo en España, y al mismo tiempo ahondar en la tecnología?
R.- Lo que parece claro es que hay que actuar en los dos lados, en el de la demanda y en el de la oferta. Si no innovas, te quedas sin demanda, y sin demanda nunca podrás innovar .
P.- ¿Hay riesgo de que la inteligencia artificial y la automatización cobren mala prensa ahora que sube el paro?
R.- En la revolución industrial ya se anticipó un crecimiento del paro que luego no tuvo lugar. La automatización, tal y como he estudiado en Francia, no quita empleo, sino que lo crea. Se generan nuevos productos y por tanto nueva demanda. 
P.- ¿En el nuevo mundo van a aumentar las barreras y se va a imponer  el modelo de Donald Trump en EEUU frente a otros países, muy especialmente China?
R.- No animo a imitar a Trump, pero sí a crear un proyecto europeo. En sectores como energía o salud, Europa debe ser innovadora  y muy proactiva en inversiones. Europa es una torre de Babel y resulta muy complicado llegar a cualquier tipo de acuerdo. Tenemos un Banco Central y eso está muy bien, pero es muy difícil tomar decisiones conjuntas. Si no trabajamos juntos, EEUU y China nos van a borrar del mapa...


Eduardo Fernández. Madrid. El Mundo, lunes 18 de mayo de 2020 

sábado, 23 de mayo de 2020

Con la música a cualquier parte

La capacidad de la música para hacernos recordar y viajar es una gran oportunidad para la mente. Experimentar el placer de saltar las fronteras geográficas y dejarse llevar por tentaciones melódicas es, ahora que esperamos que pronto acabe el confinamiento, una buena ocasión para revivir el lenguaje de las vanguardias del siglo XX. Porque la música como decía Alex Roos en el prólogo de El ruido eterno, actúa sobre los oyentes por medio de la física sonora, agitando el aire y despertando extrañas sensaciones.
 Shostakóvich
En el convulso siglo XX, las composiciones estuvieron muy ligadas a los acontecimientos históricos. En un mundo desmembrado, muchos compositores volvieron a las raíces de sus antepasados para entenderse a ellos mismos, e investigaron en el arraigo folclórico de la vida preurbana. Otros escribieron al hilo de la tragedia y amenazados por el totalitarismo. Shostakóvich compuso Leningrado (dedicado a lo que es hoy San Petersburgo) mientras los alemanes acribillaban la ciudad Schoenberg inventa el dodecafonismo en la Viena efervescente y creativa de principios de siglo, casi en paralelo al estallido del movimiento artístico de la Sezession, y, de alguna manera, anticipando el antisemitismo pujante. El propio Stravinski, genio mayor de la música del siglo XX, también bebió en su juventud de las danzas rurales rusas, que además, le sirvieron para La consagración de la primavera, historia de una doncella condenada a bailar hasta la muerte en la Rusia pagana antigua, para lo que se valió de los recuerdos de su infancia en Ustiluh.

Para empezar, Praga, capital de la República Checa adonde volamos a través de los seis poemas sinfónicos de Bredich Smetana recogidos en Ma vlast (Mi patria de finales del XIX), en la que transcribió con música una travesía por el Moldavia para describir su belleza y adjetivar todo un país. La primera parada se llama igual que el castillo de Vysehrad, a orillas del río. Las cualidades sonoras (como la evocación de Kafka) acompañan a cualquier ruta por la ciudad, desde el puente de Carlos hasta el Grand Café Orient ( la única cafetería cubista del mundo), situado en el primer piso de la Casa de la Madona Negra, del arquitecto Josef Gocar, (...)

 También Manuel de Falla sintió la necesidad de la búsqueda de lo real en el folclore. Animado por Felipe Pedrell primero, y por Lorca después, escarbó en el flamenco y en el cante jondo. Le gustaba tanto Granada que, desde su Cádiz natal la soñó por adelantado y así luego pudo vivir lo inventado. Sin conocerla ambientó allí su primera ópera: La vida breve (1913). Pidió consejo a su amigo Antonio Arango, que había visitado la Alhambra, quién le contestó por carta: "El Albaicín es un barrio extremo de la ciudad, que está en cuesta...La fuente de donde dices que es buena el agua es la del Avellano; pero ésta no creo que se venda a gritos por la calle (...) La que sí se pregona es iagua de los aljibes de la Alhambra".
Después de estrenar dos obras mayores y de hacerse amigo en París de los compositores Debussy y Dukas, en 1920 se instaló al fin en la ciudad andaluza, en la que hoy es la Casa Museo Manuel de Falla, en un carmen de la Antequeruela Alta, donde tantas veces se juntó con su amigo Lorca, que veía en él lo que tanto perseguía: la unión de la música culta y popular. Escuchando sus Noches en los jardines de España evocamos una Granada nocturna y misteriosa, de calles que retan a la geometría y esa Alhambra que tan cerca tuvo el compositor, el encanto de un pueblo en una ciudad, el embrujo, los patios, los jardines. La primera obra que compuso aquí fue el Homenaje pour le tombeau de Claude Debussy. No es de extrañar. Los intensos años en la capital francesa le marcaron. Por algo dijo: "Me siento en Granada como en el centro del mundo, como si fuera un pequeño París".

Uno de los nombres más influyentes del siglo XX en el circuito musical parisién fue el de Nadia Boulanger. Según el poeta y ensayista Paul Valéry, "la música personificada". Compositora y profesora de tantos (Stravinski -su debilidad-, Aaron Copland, Philip Glass...), su piso de la Rue Ballu es tan determinante como la sala de conciertos Salle Cortot (joya de Auguste Perret), la iglesia de la Santa Trinidad (donde Messiaen ejerció de organista todos los domingos  ¡desde 1931 hasta su muerte en 1992!) o la Maison de Caude Debussy en Saint-Germain-en-Laye. También su hermana Lili fue compositora. Tempranamente enferma, falleció a los 24, pero tuvo tiempo de crear un repertorio entre la depresión y la religiosidad. Aunque su Nocturne o Cortège gocen de prestigio, D'un matin de printemps condensa sus virtudes contrapuntísticas y nos muestra una mañana de primavera que se abre con ímpetu a su IX Arrondissement, donde la Place Lili Boulanger la mantiene viva...

Use Lahoz. El Viajero. El País, 22 de mayo de 2020

viernes, 22 de mayo de 2020

Pascal Comelade, el punk tranquilo y educado

Pascal Comelade
En Constelación Comelade, el documental dirigido por Luis Ortas sobre el músico francés, su amigo el dibujante Max le define como "un hombre de pocas palabras". "Es un punk sin que se note, tranquilo y educado", añade. Ambos se conocieron en los 90 y se hicieron "amigos intantáneos". Max ha pintado las portadas de tres de sus discos y con él comenzó lo que se ha convertido casi en una tradición comeladiana: los conciertos dibujados en los que el compositor pone la banda sonora a un artista en acción, como por ejemplo el pintor Miquel Barceló.
Pascal Comelada (Montpellier, 1955), al otro lado del teléfono desde Céret, la capital de las cerezas entre Perpiñán y Figueras, acepta un poco a regañadientes lo de "hombre de pocas palabras", pero no se considera en absoluto tímido o introvertido. "¡Si no no subiría a un escenario!" asegura. "Lo que pasa es que nunca me ha gustado ser filmado, grabado o fotografiado. Odio las entrevistas. Yo no tengo nada que ver con un actor de cine o un cantante. Sólo soy un compositor de música instrumental, nada más".
Esa alergia a ser capturado es lo que hace que Constelación Camelade que se estrena dentro del Festival Docs (que comienza hoy y se celebra hasta el 31 de mayo en Filmin), tenga especial favor. Otras no ha conseguido que Comelade se abra en canal y), cuente intimidades, pero sí le ha filmado en el estudio de la grabación (repasando concienzudamente nota tras nota), en el escenario desatado (hay un concierto verbenero en el que acaba asestando golpes de kárate al piano) y en su casa-estudio llena de dibujos de trazo fanzinero a lo Raymond Pettibon de algunos de sus grupos favoritos como The Cramps o MC5.
Resulta difícil calibrar la enorme influencia que ha tenido Camelade en la música de de las últimas décadas. Ha hecho de todo como y cuando ha querido: experimental, electrónica, rock, cobla y sardana modernas ("Me encante el folclore polvoriento", confiesa), montó una orquesta, la Bel Canto, con instrumentos de juguete... Albert Pla, Yann Tiersen y Cathy Claret, por citar tres artistas muy cercanos a su órbita, no serían lo mismo sin él. Pese a todo, Comelade insiste en quitarse importancia. "Para mí las cosas han de ser lo más sencillas posible. Subir al escenario, hacer mi trabajo y después irme a casa. Intento hacer todo eso con el mayor respeto y cariño por el público. Nada más".

Leticia Blanco, Barcelona. El Mundo, martes 19 de mayo de 2020

jueves, 21 de mayo de 2020

El movimiento en un mundo parado en seco

François-Xavier Bellamy
Y de repente todo se ha frenado. Menos la historia. Confinados entre las paredes de nuestra conciencia, es un momento adecuado para preguntarnos si estamos aún a tiempo de resolver la crisis que parece haber agotado a la civilización que la hizo nacer. ¿Una nueva oportunidad? ¿Un nuevo comienzo? Es la hora de los filósofos, de los pensadores.
François-Xavier Bellamy (París, 1985) es eurodiputado por el partido de Los Republicanos franceses. Profesor de filosofía, además de dedicarse al asesoramiento en materias de política cultural, ha escrito uno de los libros más relevantes de crítica al sistema cultural en boga (Los desheredados. Por qué es urgente transmitir la cultura).En el caso que nos ocupa, la categoría sobre la que articula su análisis de la modernidad o de la posmodernidad, es la del movimiento. La modernidad, por cierto, que es un periodo histórico y una visión del mundo. Ser rápido. Innovar. Cambiar. Adaptarse.. Viajar. Estar a la última moda. Progresar. Siempre más y más deprisa. Ser dinámico, móvil, flexible, maleable.
La novedad como un bien en sí misma. La disrupcion como el motivo de la existencia provocadora. La pasión por el cambio se puede convertir así en una forma de resentimiento, un rechazo a aceptar que las cosas sean como son. ¿Hacia dónde vamos? ¿Con quién? ¿A costa de qué? No se puede negar que en estas preguntas haya mucho, quizá más que la intuición primigenia, de los Escritos de guerra de Saint-Exupéry y su afirmación de que "luchamos para ganar una guerra que está situada exactamente en la frontera del imperio interior". Pero también nos topamos con pinceladas de una buena digestión de aquel Nietszche cuando afirmaba que los grandes ídolos del progreso "están vacíos de toda sustancia humana".
Para pensar sobre el nacimiento hay que partir,  sin lugar a dudas, de Parménides, Heráclito y Platón, y luego irnos a la solución aristotélica, llave para entrar en el tiempo nuevo de Copérnico, Galileo, Giordano Bruno, Hobbes y cómo no Maquiavelo.

Crisis interior

Al fin y al cabo Bellamy tiene claro que nuestra concepción del mundo, nuestra idea de la historia, la conciencia que tenemos del tiempo y del espacio, son fruto de esa revolución científica. Pero esa pasión moderna por el movimiento suscita una serie de desequilibrios que muchas veces lamentamos sin comprender, y que tienen un mismo origen, la crisis interior de la conciencia sobre lo que es estable, y necesario, en lo humano, y lo que cambia y debe cambiar.
Las hipótesis adquiere perspectivas novedosas cuando se aplica, por ejemplo, al fundamento de la economía de mercado, al ámbito de la política o al desarrollo tecnológico, que, al fin y al cabo, es la combinación de ciencia y acción. Del que es fruto granado por cierto, el digitalismo, la fascinación por el número.
No es nuestro autor un apocalíptico, ni un reaccionario, ni un conservador a ultranza, ni mucho menos. Su propuesta nos alerta sobre el hecho de que, en la perspectiva de la política, creer en la superioridad del devenir es ignorar lo que hay en el presente de la herencia de la historia, bienes que deben ser protegidos y transmitidos a las generaciones posteriores. Así entendido, "el progresismo -escribe Bellamy- no es una opción política, sino la neutralización de la política.  No consiste en considerar que un progreso concreto es deseable, sino en considerar que todo movimiento es un progreso, lo que no es más que una tautología".

Pluralidad

Entonces , ¿qué es lo que hay que preservar, qué nos permite conocer el origen y el fin, qué es lo que facilita la navegación humana y de lo humano, con un puerto desde el que levar  anclas y un puerto en donde amarrar la existencia? Pues la cuestión política más importante, el bien y lo justo, que no fluctúan con las circunstancias y que son difíciles de alcanzar, que nos permiten saber qué libertad hay que defender hasta la extenuación. La democracia tiene así sentido en la medida en que facilita una pluralidad de opciones y ayuda a la organización del diálogo en torno a la búsqueda del bien y de la justicia.

Permanecer. Para escapar de la era del movimiento perpetuo François Xavier Bellamy. Encuentro, 2020

ABC. José Francisco Serrano. 1-5-2020


miércoles, 20 de mayo de 2020

Carta a la Sra. Ministra de Educación

Con todos mis respetos señora,  le escribe otra señora que fue como usted catedrática, en mi caso de francés, usted de inglés. Yo desde el año 1974, usted no lo sé. Cuando la nombraron a usted ministra yo seguía trabajando con la tiza, el ordenador, la pantalla y mis alumnos. Calcule mis años de servicio. Mi atrevimiento a la hora de escribirle esta carta creo que está suficientemente justificado con los avales que presento. Aún así permítame que le presente otro del que me siento especialmente orgullosa. Fui,  junto a un grupo de alumnos del Instituto Eduardo Pondal de Santiago de Compostela, Premio Giner de los Ríos a la Innovación Pedagógica en 1986, por un trabajo que realizamos durante un intercambio con Lorient, el año en que se cumplían los 40 años de la Liberación de Francia después de la Segunda Guerra Mundial.
Mi larga carrera en la Enseñanza me permitió conocer y sufrir los grandes cambios educativos auspiciados por el partido del que usted forma gobierno. Las leyes, no las voy a nombrar, todos las conocemos. Había que democratizar la Enseñanza nos dijeron cuando su colega el Sr. Rubalcaba nos hizo tragar la Logse. Democratizar por abajo como siempre. El esfuerzo y el mérito empezaron su batida en retirada. Fueron unos años muy duros los de la adaptación a los nuevos tiempos. Los profesores de mi generación que habíamos dejado de ser jóvenes para ser maduros fuimos molestos, no les hicimos fáciles las cosas. Y empezaron las jubilaciones anticipadas, premiadas además con una sabrosa cantidad de dinero para dejar sitio a los jóvenes que también sabemos son el presente y el porvenir del país mientras que los viejos, no estamos muy bien vistos aquí, más bien sobramos, no le daré ejemplos.
Mi asombro y mi indignación no tienen límites con lo que está ocurriendo en la Educación en estos meses de Confinamiento. Una carta publicada en el Correo Gallego de hoy ha sido la gota que ha colmado mi paciencia.  "Carta de un docente "firmada por Jacobo Santos, docente de Secundaria. Leála. Explica con claridad lo que está ocurriendo. Usted, especialista en echar balones fuera, dirá: "Es en la Comunidad Autónoma de Galicia". No, señora, es mas o menos lo mismo en todos los sitios- Con una excepción: la comunidad de donde usted procede, el País Vasco.  La más rica, la que siempre ha tratado muy bien a sus profesores que han cobrado y supongo que siguen cobrando bastante más que el resto de los profesores españoles La tan cacareada IGUALDAD  que empiece por ahí: la igualdad de derechos para todos los españoles.
Otro motivo por el que me siento agraviada es la concesión de becas, que dijo usted ayer con una media sonrisa, "la situación será un poquito mejor" Pues no, señora, desde mi punto de vista, bastante peor. Explíqueme por qué tengo que pagar con mis impuestos a un alumno que solo consigue un 5. ¿Sabe usted que nota tenía que alcanzar yo para mantener mi beca, gracias a la cual soy lo que soy? Un 9. No, usted no lo sabe porque es rica de cuna. ¿Sabe cuantos profesionales chapeau de nuestra generación la suya y la mía, ente ellos algunos de los médicos ejemplares en la crisis que vivimos, estudiamos, nos formamos gracias aquellas becas de los tiempos de Franco, exigentes, despiadadas, según los criterios de hoy ?

Escribo esta carta en reconocimiento a la de Jacobo Santos (El Correo Gallego. miércoles 20 de mayo de 2020. Así como a mis compañeros del Instituto Eduardo Pondal en activo y al equipo directivo.

Carmen Glez Teixeira

martes, 19 de mayo de 2020

Un día en el triángulo vacío del arte

La aparente levedad que ofrece el Paseo del Prado una mañana de mayo de 2020 es solo un espejismo. Madrid no es como se ve ahora. Son las 10.00 de la mañana y en los aledaños de la Plaza de Neptuno no suena el pálpito habitual, las bandadas de turistas, la oferta de los guías espontáneos, la turba estudiantil formando un alvéolo alrededor de sí misma, los dispensadores humanos de cualquier propaganda. Tampoco hay noticia de burbujeo loco que desde primera hora hace de la calle una turba más alegre.
El Museo de Prado
Aquí en este palmo de ciudad, se conjugan los tres grandes museos nacionales de pintura y escultura. Más o menos un kilómetro a la redonda. Tres de las mejores pinacotecas internacionales. En 2019, sumando todos los visitantes, pasaron por sus salas casi nueve millones de seres humanos. Gentes de todas las razas, los sexos, las edades, desplazándose por un espacio que tiene algo de clase alta, de historia removida, de recogimiento. Y de donde se sale con los ojos algo más llenos. Quizá con algún entusiasmo.
Al Prado le hacen ahora guardia un puñado de palomas que no se asustan por nada. Han recalificado para su cortejo el suelo público y se apiñan bajo el sol que asoma, cumpliendo con una venganza de siglos al pie de la "roca española", como  bautizó el museo el pintor Ramón Gaya. O la auténtica catedral de Madrid, según Gómez de la Serna. (Aún nadie no lo ha desmentido). Bajo la escalinata de la puerta de Goya, donde arrancan las colas de la entrada, empalidecen las taquillas con el cierre echado. El espectáculo es esta quietud desfigurada. Al corredor que remata en la Puerta de los Jerónimos le falta también el guitarrista de siempre, su costumbre de su música afinada. Llegamos a la hora pactada. Un guardia de seguridad trastea con el candado de la cancela que da paso al hall del museo, donde a la izquierda la consigna nunca daba tregua. Al fondo de este espacio que tiene pulsos de estación de trasbordos espera el director, Miguel Falomir, avituallado de guantes y mascarilla. "Qué raro esto, ¿verdad?", lanza a modo de bienvenida...
Falomir sugiere subir en fila de tres por las escaleras que llevan a la galería central. Caminamos achicando el silencio con frases cortas. En la rotonda de acceso -la sala oo1- está el Ticio (1632) de Ribera, al que un águila devora por castigo eternamente las entrañas. "Un museo sin gente está muerto", dice de golpe. "Todo esto tiene sentido cuando hay vida dentro...Ahora es muy triste"...

Antonio Lucas. Alberto Di Lolli. El Mundo, sábado 16 de mayo 2020

lunes, 18 de mayo de 2020

En el sofá, con Audrey Hepburn

Días de cine clásico nos está deparando La 2, sin que medie el pretexto de una efemérides, un inesperado miniciclo de películas de Audrey Hepburn (1929-1993. Después de Charada (1963) y Sabrina (1954) -vistas por más de 800.000 y 700.000 espectadores, respectivamente, que es mucho-, mañana a las 10 de la noche La 2 emitirá Desayuno con diamantes (1961). Al gozo de ver en acción a la carismática y muy singular actriz se suma, claro, el regalo de poder ver sin cortes -y si se desea en versión original subtitulada -películas firmadas por maestros de la comedia como Stanley Donen, Billy Wilder y Blake Edwards, lo que representa una programación en la que la cadena pública debería perseverar. Al mismo tiempo en Filmin se pueden ver nueve películas de la actriz y cinco en Movistar...
Tengo la impresión, tal vez infundada, de que, gozando de la admiración general, la actriz belga siempre aparece en nuestro recuerdo asociada a tres o cuatro películas importantes, pero que nos cuesta un poco darnos cuenta de que su apretada filmografía fue descomunal y versátil y que estuvo en manos de muchos de los directores más valiosos de varias generaciones con John Huston, King Vidor, Richard Quine o Steven Spielberg, quien fue en Para siempre cuatro años antes de morir, su último director. Carismática y singular, dije. Su carisma fue de una singularidad que le hizo, a la vez, atractiva y escurridiza. De aspecto frágil, bastante andrógina al tiempo que muy femenina, elegante, de finos modales, de una personalidad muy privada pese a su proyección y a sus apariciones públicas, de imagen muy poco sexualizada -sobre todo si se compara con las rubias y no rubias de los años 50-60-, era, y a la vez no era una estrella (como las demás), tenía un encanto tan digno de admirar como difícil de incorporar a los sueños personales de sus admiradores, que la podían ver tan cercana como inaccesible, demasiado comedida pese a haber dado en la pantalla tantas muestras de gracia y picardía, como si fuera algo antigua pese a haber exhibido sobrados síntomas de ser moderna. En fin, un poco de mírame y no me toques, más hermana que amante. ¿No es así? Pues estaré equivocado. Y también si digo que, pese a todo, es como si no hubiera tenido una biografía, como si no estuviera aureolada de una mitología personal que permitiera la transmisión de algo parecido a una leyenda a los jóvenes y menos jóvenes espectadores  de hoy... Audrey Hepburn tiene algo de rabiosamente actual...
Audrey Hepburn tenía una biografía bien intensa, con solo 16 años, al término de la II Guerra Mundial, tras haber vivido la montaña rusa de una primera infancia feliz y desahogada, una ruptura familiar, un peregrinaje por tres países (Bélgica, Holanda e Inglaterra), el abismo de la pobreza y el hambre, saber que su madre que siempre se ocupó de ella había llegado a fregar suelos para pagar sus estudios de música y danza con las mejores profesoras, la preocupación por un hermanastro metido en la Resiatencia holandesa, capturado y confinado por los nazis y, el conocimiento de que sus padres habían jugado en el bando equivocado y derrotado. Por eso, cuando a los 22 años rodando en Montecarlo su sexto papel pequeño y casi anónimo en una película inglesa, la escritora francesa Colette se fija en ella, digamos que "la descubre"y logra imponerla como protagonista de la versión musical de su novela Gigi que se va a hacer en Nueva York , la vida de Audrey Hepbur que dio una gran vuelta de campana hacia un horizonte inalcanzable y que atravesó al ser elegida por William Wyler para Vacaciones en Roma, Oscar, Bafta y Globo de Oro para ella con su primera película americana, su primer papel protagonista y 24 años. Mañana la veremos -a pesar de Truman Capote, que prefería a su amiga Marilyn Monroe- frente a la joyería Tiffany's, al comienzo de Desayuno con diamantes, con ese ya icónico vestido negro de Hubert de Givenchy, el discípulo de Balenciaga que marcó con su sencillo y elegante clasicismo la imagen de Hepburn...

Manuel Hidalgo. El Mundo, 18 de mayo de 2020.

domingo, 17 de mayo de 2020

Las Lealtades

Delphine de Vigan. (Foto AFP, poecedente de Clarín)
Nada se opone a la noche/Rien ne s'oppose à la nuit  (Anagrama, 2012/éditions Jean-Claude Lattès, 2011) fue la revelación de una autora, Delphine de Vigan (Boulogne-Billancourt, 1966), hasta entonces desconocida por los lectores españoles. En Francia ya había publicado cinco libros, el primero, Jours sans faim/ Días sin hambre en 2001. Nada se opone a la noche, una novela sobre su infancia, en la que trata de entender la vida y la muerte de su madre, supuso su consagración como escritora  de culto. Galardonada en 2011 con más de cinco premios entre ellos: Premio novela Fnac y Premio Renaudot de los institutos de Francia. Más de 500.000 lectores en 2011 y las mejores críticas: "Un relato sensible y fascinante que nos devuelve el eco de nuestras propias heridas" (L'Express). Publica en 2017 Basada en hechos reales/ D'après une histoire vraie, llevada al cine por Polanski. Las Lealtades/Les loyatés, 1 de enero de 2019, se publica en España en octubre  de 2019 en Anagrama. Delphine de Vigan reflexiona ahora sobre la adolescencia comparándola con la suya, una adolescencia rota y herida. 

 Las Lealtades

Son lazos invisibles que nos vinculan a los demás -lo mismo a los muertos que a los vivos-, son promesas que hemos murmurado y cuya repercusión ignoramos, fidelidades silenciosas, son contratos pactados las más de las veces con nosotros mismos, consignas aceptadas sin haberlas oído, deudas que albergamos en los entresijos de nuestras memorias.
Son las leyes de la infancia que dormitan en el interior de nuestros cuerpos, los valores en cuyo nombre actuamos con rectitud, los fundamentos que nos permiten resistir, los principios ilegibles que nos corroen y nos aprisionan. Nuestras alas y nuestros yugos.
Son los trampolines sobre los que despliegan nuestras fuerzas y las zanjas en las que enterramos nuestros sueños.

Con esta declaración sobre el significado que la autora atribuye a la lealtad abre su novela. Una novela coral a cuatro voces que van apareciendo ordenadamente capítulo a capítulo: Hélène,  la profesora; Théo, un niño de trece años; Cécile, la madre de Mathis; Mathis, el mejor amigo de Théo. Son sus voces las que narran los hechos. Hélène, profesora de SVT/Biología, ha sufrido malos tratos siendo niña. Es la primera de los adultos del entorno de Théo en percibir que su alumno tiene un problema. Théo, es hijo de padres separados. Vive en custodia compartida  entre un padre deprimido y una madre que odia a su ex que la abandonó por otra mujer. Théo en su primera aparición ya declara su problema: "me gusta notar el alcohol dentro de mi cuerpo". Cécile, la madre de Mathis no aprueba la relación de los dos chicos, precisamente ahora cuando descubre que su marido, al que siempre ha sido leal, tiene una doble vida. Desde esta situación de partida cada uno actúa según sus "lealtades". Y son las que deciden el transcurso de la historia: La lealtad hacia su padre y también a su madre porque los quiere a los dos impide a Théo confesar a su madre lo que ocurre con su padre (pg.132). Mathis miente a su madre cuando ella descubre que bebe alcohol (pg.63) y volverá a mentirle en otras ocasiones siempre leal a su amigo hasta el desenlace final cuando tiene que ayudarle. Mathis  ya no se divierte como al principio con las costumbres de su amigo y es consciente de la gravedad del asunto en el que están metidos. El día de la visita de los alumnos al Jardín Botánico esta a punto  de pedir ayuda a la profesora de Biología que los acompaña,  Hélène. Pero la lealtad a su amigo le detiene (pg.125). Hélène se implica seriamente en el estado de Théo, su lealtad consigo mismo la alejara del colegio, donde no ha respetado los códigos establecidos,  con una baja por enfermedad de al menos un mes (pg.176). Y son ellos dos, los que le han sido leales, Mathis y Hélène los que acuden a salvarle...

sábado, 16 de mayo de 2020

Luxemburgo, 24 horas en el corazón de Europa

La abadía de Neumünster
Es la gran desconocida. Y no por falta de méritos, pues el escenario es grandioso: cuatro mesetas/plateaux enhebradas por un tajo profundo y sinuoso, cuyas paredes están acorazadas por baluartes y casamatas. Verde por todas partes, abajo, arriba y sobre todo alrededor, lo que podrían ser barrios, son bosques tupidos. Un decorado campestre y medieval, pero algo engañoso: en las mesetas deslumbran los autos de alta gama, las vitrinas de joyeros y reyes de la moda, el gusto refinado. Luxemburgo ciudad cuenta con unos 115.000 vecinos y el censo del Gran Ducado supera los 600.000 habitantes; un país más o menos como la provincia de Bizkaia. Ese es el tamño del corazón de Europa. En este territorio se han cruzado calzadas romanas, rutas medievales o el ahora impulsado Camino Español o Camino de Flandes, que seguían tropas, artistas y comerciantes de Italia a los Países Bajos. La historia no es pasado: este país pequeño fue uno de los fundadores de la Comunidad Europea, en 1952, y en esta ciudad chica tiene sede algunas instituciones de la Europa actual. Se diría que nada le falta para despertar a la vez el asombro y la simpatía.
Para hacerse una idea de la compleja armonía de la ciudad, lo mejor es empezar en la plaza de la Constitución, donde una Victoria dorada recuerda desde 1923 a los héroes de todas las guerras. A los pies del mirador se abre el valle de la Pétrusse, que enlaza con el cañón del río Alzette. A su espalda, con solo cruzar la calle se llega a la catedral, más interesante por dento que por fuera; en su cripta está el panteón ducal, con algunos nichos inquietantes a estrenar. Desde el templo gótico se llega a dos plazas geminadas: la de Armas, el salón de la ciudad; y la plaza Guillaume II, donde está la oficina de turismo y en la que se monta un colorido mercado los miércoles y sábados por la mañana. La Rue de la Reine lleva al palacio Gran Ducal de trza renacentista y visitable, con la Cámara de Diputados recostada en una de sus esquinas. 

Todo queda apretado en esta Ville Haute/la ciudad alta que, junto con el sistema formidable de defensas, fue declarada patrimonio mundial y donde los rótulos de las calles y monumentos alternan las tres lenguas oficiales: francés, alemán y luxemburgués. Detrás del Palacio gran Ducal, se alza el Museo Nacional de Historia y Arte y, un poco más abajo, el Lëtzebuerg City Museum. El Lëtzebuerg ha estrenado un macroascensor  de cristal que atraviesa por el interior del edificio, los diversos estratos que han ido formando la ciudad; desde la pura roca prehistórica hasta el actual empedrado. Los elevadores son piezas claves en esta urbe , que parece más bien un bloque de pisos, aparte de éste del museo hay otros dos ascensores públicos, uno de ellos panorámico y un funicular. A partir de marzo de 2020 todos loa transportes y elevadores públicos serán gratuitos...

Debajo de la Corniche, asomadas al río, se imponen la aguja y los tejados de pizarra de la antigua abadía benedictina  de Neumënster, convertida en activo centro cultural. Junto a ella , la iglesia de San Juan alberga el Museo de Historia Natural, que cuida algunos de los huertos urbanos que se escalonan por esta ribera. El zócalo rocoso de la Corniche está convertido en un queso emmental, horadado por casamatas que suman 23 kilómetros de galerías; solo Gibraltar o Nápoles poseen un termitero militar comparable.

Desde las riberas de Clausen y Pfaffental ( así se llaman los barrios ribereños) se puede subir con un reciente funicular a Kirchberg, el distrito europeo. Cuyo ommbligo es la Place de L'Europe, diseñada por Ricardo Bofill en 2004. En torno a ella siguen creciendo como setas flamantes edificios de cristal. Entre ellos, el icónico museo de arte moderno MUDAM, firmado por I,M.Pei, el arquitecto de las pirámides del Louvre. En esta zona se encuentra la Secretaría General del Parlamento Europeo, el Tribunal de Justicia de la UE y diversas comisiones , auditorías o bancos comunitarios. Robert Schuman - no el el compositor romántico, sino el padre de la Europa Unida - nació abajo en el barrio de Clausen. Otro de los edificios emblemáticos de la zona  es la Philarmonie, del premio Pritzker de arquitectura Christian de Portzamparc, una auditorio blanco, rutilante que acoge  conciertos y un buen restaurante...

Carlos Pascual. El viajero. El País, 19 de octubre de 2019

viernes, 15 de mayo de 2020

Confinamientos: la cultura como esperanza y salvación

Susan Sontag en Sarajevo en 1993, retratada por Annie Leibovitz
Cuentan que a Churchill le plantearon hacer recortes a la cultura para afrontar la situación crítica de Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial. El primer ministro, al parecer, respondió a los ideólogos del ajuste con una pregunta paradójica;"¿Entonces para qué luchamos?". Puede que sea una más de las leyendas apócrifas asociadas al personaje pero es muy atinada para recalcar la relevancia de la cultura en momentos críticos como el que tenemos ahora encima a cuenta del coronavirus. Este confinamiento forzado nos permite experimentar en carne propia el infierno que vivieron tantas poblaciones a lo largo de la historia. Salvando distancias siderales, claro. Lo nuestro está muy lejos del asedio de Madrid, Sarajevo, Leningrado...Por supuesto. Pero en tal tesitura uno intuye mejor los miedos que se cebaron con sus habitantes por la carestía de víveres, la cercanía de la muerte, el desastre financiero, la aniquilación del empleo...En contextos así la cultura fue uno de los últimos asideros a los que aferrarse para conjurar el desplome moral...
En los días tenebrosos de Sarajevo se abrió paso entre otras iniciativas culturales, una protagonizada por Susan Sontag. Sus amigos la llamaron loca cuando les reveló que iba a ir a Sarajevo para montar Esperando a Godot. Los intentos de disuadirla no obtuvieron resultados. Allí se plantó, bajo el fuego de Mladic y sus subordinados, para ponerse al frente de una compañía de diez actores bosnios y representar la obra de Beckett, sin duda pintiparada para reflejar el limbo incierto y cruel en el que había quedado varada  la cosmopolita urbe, ejemplo antaño  de convivencia de religiones y etnias. Sus moradores al igual que los protagonistas de la pieza beckettiana, esperaban que alguien viniera a socorrerles y abrir la tenaza serbia. Aguardaban en balde también, Godot (la comunidad internacional) no llegaba. La presencia de Sontag, una de las pocas intelectuales (coincidió con ella, por cierto, Juan Goytisolo) que se implicaron en aquella guerra secundaria en la agenda de los jerarcas del viejo continente, al menos permitió darle al conflicto por unos días cierta reputación mediática. Asimismo aquel espectáculo ensayado a luz de cuatro velas consiguió otro objetivo, como explica Benjamin Moser en su biografía de la escritora:"La producción se convirtió en un acontecimiento cultural en el sentido más elevado de al expresión, algo que mostraba lo que la cultura vanguardista había sido y lo que, en circunstancias extraordinarias, podía todavía ser ". Sontag le da nombre hoy a la plaza del Teatro Nacional de Sarajevo...

Alberto Ojeda. El cultural, 25 de marzo de 2020.

jueves, 14 de mayo de 2020

Caroline Lamarche: hombres y animales entre dos mundos

Caroline Lamarche
Poeta y narradora fuera de toda norma, desasogante y descarnada, oscilando siempre entre el pesimismo de angustias becketianas y la asfixia de unas pesadillas kafkianas que rozan muchas veces lo tenebroso, Caroline Lamarche (Lieja, 1955) es una escritora admirable, estilísticamente espectacular. Sus frases e imágenes fulgurantes deslumbran a cada paso y se encadenan sin dejar un respiro, atravesando páginas y escenas al modo de un despiadado y feroz cuchillo. Autora escasamente divulgada fuera de sus fronteras, a Lamarche la conocimos no hace mucho  a través de una impactante novela corta, La memoria del aire, publicada por una pequeña  pero potente nueva editorial, Tránsito.
Ahora coinciden dos libros en el mercado: El día del perro (Nórdica), que la reveló al público en lengua francesa, de 1996, obteniendo el premio Víctor Rossel, y un conjunto de relatos Estamos en el borde (Tránsito), en los cuales su enorme talento como creadora de personalidades complejas y de situaciones emocionales marcadas fieramente por obsesivas y extrañas fijaciones, vuelve a lucir en todo su sombrío esplendor.

Vidas erradas

Abandono, soledad, vidas erradas que buscan su lugar, a veces revelado de la forma más insólita, no dejarán de aparecer en los seis relatos encadenados de El día del perro. Los protagonizan seis personajes reunidos en el momento de un accidente que, entre lo onírico y lo real, nunca llegaremos a saber si al final se ha llegado a producir. El causante de este espanto repentino que conecta a varios hombres y mujeres es un perro solitario que corre aturdido, de forma suicida, zigzagueando, en mitad de una autopista...
Muy implicada poética y vitalmente, con el mundo animal, una pasión que recorre una parte importante de su obra, Lamarche ganó el Premio Goncourt del Relato Corto en 2019 con una obra estremecedora y perturbadora, Estamos en el borde, que convierte en pequeñas joyas cada uno de los nueve cuentos protagonizados por animales...  

Mercedes Mommay, ABC, 14/5/2020

miércoles, 13 de mayo de 2020

En septiembre

En septiembre, seguramente no habrá aún vacuna a la Covid pero estaremos más cerca de conseguirla. Nuestros médicos y todo el personal sanitario habrá respirado tras tantos días y noches al límite; estará, además, mejor preparado para afrontar una segunda embestida de la epidemia.
En septiembre, los muertos habrán recibido el merecido homenaje nacional. Con el Rey a la cabeza, todos los poderes del Estado  habrán aparcado por un día sus rencillas y, juntos, hecho suyo el dolor de más de 26.000 familias que enterraron a sus próximos sin duelo. La cuadrilla suma su pésame al de las autoridades.
En septiembre, o antes, y a raíz de esa jornada, los líderes políticos habrán enterrado el hacha de guerra. En especial, el Gobierno y en singular, el presidente Sánchez. No por contrición sino por atrición. Bruselas no aprecia la contabilidad creativa y lo que ahora no ha conseguido con la gente muriendo por decenas, no lo logrará cuando la epidemia remita. Europa no es una hada madrina sino una vieja avara. Sin cuadrar un presupuesto creíble (y sumar los votos para aprobarlo) no nos van a dar un euro sin ponernos condiciones. En septiembre, estaremos hablando de rescate.
En septiembre, habrán abierto los museos y volverán los estrenos a los teatros y, al salir de la función, podremos ir a cenar. Todo a la distancia de seguridad. Lo que hará más intenso cada uno de nuestros abrazos. 
En septiembre, París lucirá como sólo lo hace en otoño. Dorado, con el bronceado en la piel de los recién regresados a sus terrazas, sus neones rutilantes. Las grandes exposiciones compitiendo con la alta costura por sitio en las noticias. Será una rentrée política movida y no descarto manifestaciones. este septiembre será especial: el Tour terminará un domingo y, al siguiente, empezará Roland Garros.
En septiembre, concretamente, el día 13, volveré a pelear por hueco en todas las secciones de este periódico para darles novedades del país vecino. Y si la autoridad de estas páginas no cambia de opinión, volverán a tener noticias de mi cuadrilla.
De aquí a septiembre voy a tomarme unas largas vacaciones no retribuidas. Lo que en jerga laboral llaman ERTE. Uno más entre cuatro millones. Espero perder el par de kilos tomados en el confinamiento y leer media docena de libros pendientes. Agradezco las muestras de cariño recibidas y por venir. Ustedes lectores, en lugar de (o además de) los mensajes  de solidaridad, compren el periódico. EL MUNDO, a poder ser. O mejor, suscríbanse. Lo necesitamos. Les necesitamos.Ahora, sin esperar a septiembre, Au revoir.

Iñaki Gil, Corresponsal de El Mundo en París, miércoles 13 de mayo de 2020.

martes, 12 de mayo de 2020

Pradocontigo, más online que nunca

El Museo del Prado expone las obras maestras
de Georges De la Tour
En su afán porque la cultura no se pare, el Museo del Prado lanza diferentes iniciativas para que, todas las semanas, los usuarios disfruten de alguna actividad específica. PradoContigo es un programa de acciones online a través de las redes sociales y  de su web para garantizar el conocimiento sobre sus obras y artistas durante el tiempo que debe permanecer cerrado. También ofrece la posibilidad de visitar exposiciones actuales y otras que han tenido lugar en los años 2015, 2016, 2017, 2018. Les propongo un itinerario para visitar la exposición de Georges De la Tour con el objetivo de que se animen a visitarla a través de este programa del Museo. Considerado uno de los pintores franceses mas importantes del siglo XVII,  De la Tour recupera todo su esplendor en el Museo del Prado.

Un paseo por la realidad del siglo XVII: De la Tour recoge en sus pinturas la realidad de una época marcada por las guerras y el hambre.

Descubre las fechas que marcaron la vida y la obra de Georges de la Tour: 1593: Georges de la Tour nace en Vic-sur Seille, Lorena. En 1617: Contrae matrimonio con Diana Le Nerf. En 1639: Viaje a París. Solo dos de su cuadros llevan la fecha por lo que la cronología de su obra sigue siendo muy discutida. Se cita en un documento como "Pintor ordinario del Rey, Luis XIII. 1652: Muere víctima de una epidemia.

Luces y sombras de Georges de la Tour: Sus pinturas nocturnas y sus escenas violentas reflejan la historia que le tocó vivir. Georges de la Tour pintó mendigos, ancianos, músicos callejeros...todos protagonistas de la realidad del Siglo XVII.

La espectacularidad de la miseria: Conocido por sus cuadros oscuros, su dominio de la luz es casi perfecto. Andrés Úbeda, comisario de la exposición de De la Tour que el Museo del Prado acoge hasta el mes de Junio, nos adentra en las diferentes partes por las que el pintor atravesó a lo largo de su vida.

La miseria, protagonista de sus inicios: Los primeros cuadros de De la Tour están marcados por la pobreza y la mendicidad.

El color "toma" a De la Tour: En plena guerra de los 30 años, el artista deja atrás la podredumbre y se centra en temas más banales y coloristas.

unpaseoporelprado.elmundo.es, martes 12 de mayo

lunes, 11 de mayo de 2020

Whatsapps de amor

Fotograma de Conquista a medias
Una película de Netflix, Conquista a medias (The Half Oft It), aspira a convertirse en una de las sorpresas de nuestra obligada etapa de cine en casa. El segundo largometraje de la estadounidense de origen asiático Alice Wu, basado libremente en Cyrano de Bergerac, de Edmond Rostand, tiene además algo distintivo de sus hermanos mayores del sigloXX: un tono mucho más calmado y elegante, tenue y cálido, quizá más relacionado con el cine indie que con el producto comercial de estrellas de físico rotundo. Un matiz representado por la encantadora protagonista que interpreta Leah Lewis, tan reconocible en las aulas contemporáneas: la empollona a la que pocos hacen claso en clase y recreos salvo para encargarle, a cambio de dinero, la realización de los trabajos que por vagancia o falta de inteligencia otros deciden no llevar a cabo.
Conquista a medias añade un cambio esencial respecto a la obra de Rostand y de la maravillosa adaptación de Jean-Paul Rappeneau: aquí son una chica y un chico los enamorados de la misma joven, con la consiguiente diversidad sexual. Y para completar el conjunto, en los diálogos de Wu, también guionista, se acude a referentes tan insólitos como A puerta cerrada, de Sartre, las novelas de Kazuo Ishiguro, las películas de Win Wenders y las dos míticas Hepburn del cine. Con líneas y réplicas de excelente nivel... 
Las nuevas vías de comunicación se imponen. Ya no hay cartas de amor sino whatsapps, pero las emociones son las mismas. El amor no se finge y su complejidad es inexplicable. Y, como tantas veces, la belleza está en el camino, donde nunca hay un modo correcto sino uno personal, sincero y espontáneo de llegar al éxito o al fracaso.

Javier Ocaña. El País, 8 de mayo de 2020

domingo, 10 de mayo de 2020

La vida con mascarilla

Un aluvión de palabras llegaron con el coronavirus. Palabras escritas y habladas. Editoriales, columnas, tribunas, discursos, diarios, ensayos, novelas, poemas. Palabras, palabras.  Algunas inesperadas que soltaban a veces los expertos en sus tan incesantes como atropellados discursos A todos nos ha sorprendido alguna. Por ejemplo, en uno de esos decálogos de  normas y horarios que se nos impusieron: "Podrá salir usted con su conviviente" escuché decir a uno de los ministros intervinientes. Nacieron palabras nuevas como desescalada  y lo que viene después, la nueva normalidad. Ni nueva, ni buena dice Iñaki Gil, corresponsal de El mundo en París.(El Mundo, 6-5-2020). Una palabra que no le gusta nada. "Para empezar no es nueva, ya se usó en la crisis económica de 2007 y ¿cómo se puede volver a un estado que es  nuevo? ¿Cómo se puede considerar normal un tiempo  de incomodidades y restricciones de libertad?  La vida con mascarilla".
Ayer mismo comprobé estas acertadas palabras del corresponsal. Primera cita en la peluquería después de dos meses largos. No puedo compartir el coche con la amiga con la voy  casi siempre. Va su hijo. Somos tres y solo pueden compartir coche dos. Hemos tenido suerte. Somos de las primeras en ser atendidas de una lista de 300 que se extiende hasta finales de junio. Se nos pidió extrema puntualidad. Entramos las dos en el segundo turno por lo que hay que esperar que salgan dos del primer turno. Su hijo tendrá que quedarse dentro del coche, al menos 1 hora. El local es muy amplio pero solo atienden a cuatro personas a la vez. Cuatro que en este caso solo nos vemos dos. Todo esta perfectamente estudiado para cumplir las normas impuestas. Felicito a A., el peluquero por la premura en abrir sin que falte ni un detalle de lo que hay que cumplir. "Desde el principio del confinamiento me dedique a estudiar en internet lo que podía venir en relación con mi trabajo y lo mismo hice con la compra del material". Eso se llama previsión y excelencia profesional. ¿Ocurrirá lo mismo en las otras peluquerías, casi todas en locales mucho más pequeños en los que resulta imposible la distancia social requerida?  Y en cuanto a las mascarillas, las tres peluqueras y el peluquero y las cuatro clientes, los ocho con ellas puestas. Mientras esperaba el tiempo que necesita el tratamiento de mi pelo frente al espejo comprendí que las cosa habían cambiado para mal. La mujer europea del siglo XXI que soy cruzó su mirada con una extraña que la observaba en el espejo, envuelta en ropajes oscuros, una capa larga y otra más corta de celulosa, mascarilla hasta los ojos, una toalla negra, envolviendo su cabeza, caía sobre sus hombros. Me costó unos segundos aceptar que aquella extraña no era otra sino yo misma...

sábado, 9 de mayo de 2020

Macron se acuerda de la Cultura...tarde

Fue el propio Macron, camisa blanca, mangas arremangadas,
el que hizo los anuncios.
Tarde. Emmanuel Macron trató hoy de desmentir que la Cultura haya sido la gran olvidada del gobierno francés a la hora de compensar los daños económicos causados por el coronavirus. El presidente esbozó las primeras ayudas tras reunirse por videoconferencia con una docena de representantes del sector del que viven 1,3 millones de personas. ¿Más vale tarde que nunca?
Macron ha visitado escuelas, centros de investigación científica, hospitales, residencias de ancianos y se ha reunido con empresarios, sindicatos, líderes espirituales y religiosos, restauradores y empresarios de locales de ocio. La Cultura parecía no estar en la agenda. Algo sorprendente en un país como Francia que presume del lugar que ocupa la creación en sus prioridades y que ha hecho de ella una industria que factura, dicen, tanto como la agroalimentaria. En cifras del ministerio de Cultura, 47.000 millones de euros al año.
Un centenar de personalidades, con Catherine Deneuve  como emblema, había denunciado este "olvido" en una tribuna publicada por Le Monde. El ministro del ramo Franck Riester permanecía afónico ante los medios.
Pues bien, el presidente de la República, secundado por el titular de Cultura y los ministros de Economía, Bruno Le Maire, y Trabajo, Muriel Pénicaud, habló ayer con cineastas, escritores y músicos. Los políticos sentados  en una mesa dispuesta en U en el Elíseo, los representantes del sector conectados a distancia.
Fue el propio Macron, camisa blanca, mangas arremangadas, el que hizo los anuncios. El más social concierne a los llamados intermitentes del espectáculo, técnicos y artistas que suelen ser contratados por obra, rodaje, días u horas. Son un colectivo de 274.000 personas que tiene que trabajar 507 horas al año  si quiere seguir cobrando el subsidio al año siguiente entre trabajo y trabajo. De ahí el nombre de intermitentes. Antes del parón impuesto por el virus solo el 36% había superado el listón. A todos ellos se les extiende el subsidio de desempleo (entre contrato y contrato) hasta agosto de 2021.
La fecha tiene su por qué. Gran parte de los intermitentes hacen las horas reglamentarias durante los festivales de verano, suspendidos este año. Estos eventos se han convertido en grandes ingenios. Olivier Py, director del Festival de Aviñón, el más serio de todos, calculó que la muestra tiene un impacto económico de 100 millones en la ciudad y su área de influencia.
La Ópera de París podría perder este ejercicio 40 millones si aplaza su rentrée hasta enero. Su director. Su director Stephane Lissner  no sabe cómo programar la temporada que incluía la Tetralogía de Wagner. El Centro Nacional de la Música estima que las entradas no vendidas suponen ya 500 millones. 
Todo esto sigue en suspenso. La lucha contra el virus y evitar una segunda ola de contagios es la prioridad. Nada de festivales, ni grandes museos por el momento. Sí se va a permitir que se reanuden los ensayos en los teatros, arte al que es muy aficionado Macron...y su esposa que dirigía el grupo teatral del colegio donde estudiaba el hoy presidente...

Iñaki Gil. Corresponsal. París. El Mundo, miércoles 6 de mayo de 2020

viernes, 8 de mayo de 2020

La vida, el amor, la voz, la muerte y el mundo según Charles Aznavour

Charles Aznavour en Le regard de Charles
Walter Benjamin creía haber descubierto en el cine un arte, un acto, que acababa con la rémora de lo sagrado. Lo santo es siempre impuesto, lo profano viene dado. En su irreflexiva manera de acabar con los ritos y el aura como símbolos de privilegio, el cine se aproxima tanto al mundo que puede llegar a transformarlo. Esa mirada distraída que según el filósofo define a los espectadores de cine permite la posibilidad de asociaciones de ideas, de la discusión activa, de la casualidad, del error, de la revolución tal vez. Le regard de Charles (La mirada de Charles) es quizá la más extraña y brillante película benjaminiana. Posee el encanto aureo, casi sagrado y sin duda mítico, de su verdadero autor, Charles Aznavour, y, sin embargo, nada tiene que ver con él. Él solo mira. Se trata de una mirada tan emocionada como distraída del mundo; una más, una cualquiera y, sin embargo completamente única y transformadora. Revolucionaria.
Le regard de Charles, para situarnos, no es exactamente una ficción. Tampoco un documental. La dirección la firma Marc Di Domenico porque es él el encargado de pasar a limpio, ordenar y dotar de sentido el material original. "Llegué a Charles", relata por teléfono el director, "a través de su hijo Mischa. Tras conocernos empecé a trabajar con él en una entrevista-reportaje para la televisión francesa. Un día me enseñó la caja en que guardaba todas las cintas que había rodado a lo largo de su vida desde que Édith Piaf le regalara allá a finales de los 40 una cámara Bolex. Lo hago en todas las entrevistas como ésta, pero me cuesta describir la emoción que sentí. Era una vida entera de Charles, pero sin Charles". Y es ahí, en la contradicción, donde habita el milagro.
En efecto, el cantante de origen armenio que además fue actor y que por encima de todo y ante todo fue pequeño, feo, perfeccionista, irascible y sentimental se dedicó a grabar  no tanto lo que veía o sentía como su propia mirada...
Pero con todo, lo que cuenta es justo apenas lo que se alcanza a ver, lo opuesto a todo. Cuenta la voz en off  que Aznavour filmaba y ya. Jamás se molestó en revisar, montar y volver a lo filmado. Lo que le mantenía atento a la cámara era el poder mismo de acercarse y transformar la realidad. El mundo pierde su impostura sagrada, su aura que diría Benjamin, para adquirir el tacto profano de lo sustancial, de lo único, de lo verdadero. Y es eso mismo lo que ofrece Le regard de Charles; la posibilidad no tanto de acercarse a Charles como a todo lo que convirtió a Charles en ese hombre antes que mito que fue. Y es. Hablamos del hombre que escribió con mucho dolor 800 canciones ("Le costaba muchísimo. Sufría", recuerda Di Domenico); del hombre que quería ser antes de nada actor; del hombre que protagonizó películas como Un taxi para Tobruk o Tirad sobre el pianista  ("Truffaut le dijo que la película no era más que su mirada"); del hombre que actuó hasta casi el mismo día de su muerte con 94 años en 2018 y que canto hasta casi morir J'abdiquerai..."Alcanzó a ver diez minutos del montaje final antes de morir", comenta el director... "Y le gustó". No es tanto película como revolución. Es cine sin la impostura del cine. Es la realidad transformada por una mirada, la mirada de Charles Aznavour.

Luis Martínez, El Mundo, jueves 7 de mayo de 2020

jueves, 7 de mayo de 2020

La mayor herida posible de una infancia es no haber sido amado

Delphine de Vigan. (Foto Sergi Conesa)
Delphine de Vigan, 54 años, escribió su primer libro, Días sin hambre, con el pseudónimo Lou Delvig. Relató el infierno y la resurreción de su anorexia. Explicaba como comer la había hecho soportables cuando tenía 19 años. Una década y un puñado de novelas después, en 2011, vendió casi un millón de ejemplares narrando el suicido y la locura de su madre: Nada se opone a la noche. Su siguiente trabajo, Basado en hechos reales, fue llevado al cine por Roman Polanski. En sus relatos traducidos a más de 20 idiomas, ha abordado problemas actuales como el acoso, la construcción de la memoria o el alcoholismo en los niños desde un hilo común que denuncia la incomunicación entre parejas, familias y amigos.
En Montparnasse, De Vigan vive con su hijo de 21 años, que llega en medio de la charla, y con su pareja, el periodista François Busnel conocido por el programa de libros: La Grande Biliothèque. Cuando prepara un libro se encierra en su piso, en la novena planta de un edificio de los años sesenta. De modo que para cuando estalle la covid19 la escritora llevará ya un par de meses enclaustrada. Tiene suerte, en su ático no son los libros sino la luz la que lo invade todo. La cocina está abierta al comedor y al salón y ambos tienen vistas sobre las azoteas y los bloques del sur de París. Ofrece un té y prepara otro para ella.

P.- ¿Cómo nos marca la infancia?
R.- De adultos seguimos arrastrando su huella. Hay algo que se queda. Cuando fui madre imaginé que convertirse en adulto sería desembarazarse de esas huellas. Pero he comprendido que los dolores que no se atienden no cicatrizan.

P.- ¿Le ha marcado como madre ser consciente del peso de la infancia?
R.-Mi hija de 24 años estudia Medicina y el chico de 21, Filosofía. Están aprendiendo a ser autónomos -una fase clave de la vida- y a veces ella me pregunta por el tipo de niña que fue. Trata de entender los problemas con los que se encuentra o, al contrario, de encontrar apoyo para confrontarlos.

P.- ¿Qué es ser una buena madre?
R.- No sé si existe. Es muy difícil ser padre. Ninguno es perfecto por suerte: debe ser angustioso tener padres perfectos... Lo que transmitimos a nuestros hijos es nuestra manera de asumir nuestros propios fracasos. Para mí ha sido muy importante ser una madre benévola. Buena, no sé, pero al menos amorosa. Creo que la herida mayor de una infancia es sobreponerse a la falta de amor.

P.- ¿Fue su caso?
R.- No. A veces, me quisieron torpemente, brutalmente, pero, pese a todo, recibí amor. Evidentemente, con mis hijos he tratado de no reproducir lo que me ha hecho sufrir.

P.- ¿Reparamos las cosas cuando aprendemos a contarlas?
R.- Sin duda. Creo en el poder de la palabra. Poder decir o escribir las cosas ayuda

P.-¿Habla de hacer público el dolor?
R.- No necesariamente. Podemos necesitar poner en palabras lo vivido para comprenderlo. A mí me ocurrió. Escribí Días sin hambre y Nada se opone a la noche por mí. La palabra es terapéutica en sí misma, pero publicar un libro sobre algo personal tiene sentido cuando esa historia propia puede tener un carácter universal y entrar en resonancia con las de otras personas. Para mí eso es lo que podría explicar el éxito de esas mis novelas más personales: son como un espejo...

Anatxu Zabalbeascoa. El País Semanal, 3 de mayo de 2020