miércoles, 30 de junio de 2021

Las tres M de Burdeos: Montaigne, Montesquieu, Mauriac

 Las casas donde vivieron, donde escribieron los grandes de la literatura siempre despertaron y siguen despertando un interés especial en sus lectores, como si el hecho de conocer esos espacios nos permitiese comprender mejor sus obras y sus vidas. Una de las rutas que la ciudad de Burdeos ofrece a los viajeros más allá de los  châteaux de los viñedos, son las moradas de tres escritores cuyos nombres comienzan por la letra M: Montaigne, Montesquieu, Mauriac. Los tres, cada uno en su época, brillan en tres géneros literarios diferentes: el ensayo, el pensamiento político y la novela.

La Tour de Montaigne y el Château

Probablemente la más conocida de las tres sea La Tour de Montaigne, en el Périgord, muy cerca de Bergerac y Saint-Émilion. Forma parte de un château, hoy propiedad privada, del que sólo se visita la Torre. En su último piso se encuentra la famosa librería cuyo techo está adornado por 75 inscripciones en griego y en latín, pintadas en las vigas. Aquí el señor de Montaigne redactó Les Essais/Los Ensayos entre 1571 y 1592. Hace muchos años que la visité por primera vez, durante el curso de assistante de español en el lycée Camille-Julien de Burdeos. Volví con los alumnos en uno de los intercambios escolares en 1996. Desde entonces he leído  Les Essais y artículos de otros escritores que han hecho esta visita. El último, el del periodista J.B. De su visita a la estancia de trabajo del escritor, muy reciente, me sorprende la mención de los anaqueles repletos de libros. Nosotros la vimos vacía, con solo dos sillas de montar y las famosas citas en las vigas. Un lugar al que me gustaría volver.

La Maison de Mauriac

Malagar en Las Landas es el espacio de Mauriac. La Maison Mauriac ocupa un emplazamiento excepcional, dominando a la vez el valle del Garona, la ciudad de Langon y el bosque landés. Fue en su origen una propiedad de los monjes Célestins de Verdelais en el Ancien Régime. Pasó a ser propiedad de la familia Mauriac en 1843, adquirida por el bisabuelo del escritor y es entonces cuando toma un aspecto similar al que tiene hoy. Una maison de maître: una casa señorial entre dos bodegas, con una construcción anexa para granja prolongada por dos aleros, un parque de cuatro hectáreas y un viñedo de dieciocho. Aquí venía de niño François Mauriac en vacaciones, aquí situó la acción de tres de sus novelas. Su amor por Malagar que empieza a principios del siglo XX se acrecienta cuando se convierte en su propietario en 1927. En Pascua, en verano, en las vendimias, Mauriac y su familia no faltarán a su cita con Malagar. Lugar de vida fue también un havre/puerto de paz  y de inspiración hasta su última venida en 1968. Sus cuatro hijos la donarán al Conseil Régional de Aquitaine en 1985. Se inauguró, restaurada y acondicionada en 1997, como Maison d'Ecrivains/Casa de Escritores, lugar de protección y conservación del patrimonio literario que acoge todos los años numerosos coloquios universitarios, jornadas temáticas, conciertos, cine. A finales de septiembre tienen lugar Les Vendanges de Malagar/Las Vendimias de Malagar, una serie de conferencias sobre temas de actualidad.

Estuve sentada  en un banco del jardín, con el panorama descrito ante mis ojos, poco tiempo, aunque suficiente para pensar en  Thérèse Desqueyroux, la primera novela que leí de Mauriac. Thérèse, la mujer que no respira, que se ahoga en el ambiente opresivo de la familia de su marido, tan burguesa y tan cerrada, propietaria de una parte de las Landas, la mer des pins/el mar de pinos, así llamadas por Mauriac. Thérèse no respira y busca una salida...

Château de la Brède
He reservado para el final mi visita más reciente a la tercera  morada de las tres M de Burdeos. En los años que precedieron a mi jubilación viajaba a París cada año con los alumnos  hasta que los atentados islamistas lo impidieron. Ya que mi carrera de profesora se había iniciado en Burdeos, en 2018, año de mi despedida, los alumnos me animaron a cerrarla con una  nueva visita al lugar que había decidido mi destino profesional. Así lo hicimos y, entre otras visitas, volvimos a La Brède, propiedad de la familia Montesquieu desde la Edad Media hasta principios de este siglo cuando muere la última del linaje sin dejar descendencia. Jacqueline de Chabannes legó sus pertenencias  a una fundación que lleva su nombre  que se dedica a su cuidado y mantenimiento así como a la difusión de la obra de Montesquieu. En este castillo nació, vivió y escribió el gran filósofo y escritor, sobre todo en verano, ya que también pasaba largas temporadas en París. Conocido por ser el autor de L'esprit des lois, una obra fundamental del siglo XVIII  en la que se asientan las democracias modernas. O Les lettres persanes que leíamos en aquel bachillerato de los años 60. Pero quizá no sepan como me pasó a mi que fue un gran propietario de viñedos y otras tierras. Que aumentó su patrimonio con su matrimonio con una mujer también rica. Fue una administradora extraordinaria, una mujer de mano de hierro para los negocios, temida y odiada por los otros propietarios que no aceptaban su papel de "hombre de negocios" en aquella época.. Otra faceta del escritor es la de gran viajero. Durante cuatro años viajó por Europa para observar los gobierno de las democracias más adelantadas de la época. La guía del château fue desgranando este relato al tiempo que nos enseñaba las estancias: la sala de las columnas, el salón, el bureau de su hija Denise que le ayudo en la escritura de sus obras ya que padecía una enfermedad importante en la vista. En la planta baja, la habitación del escritor con su ventana mirando al jardín donde pasó sus últimos años, casi ciego. Los libros de la biblioteca fueron donados a la biblioteca municipal de Burdeos.


 El buen tiempo de ese día de primavera siguió acompañándonos en el viaje de regreso a la ciudad por esas carreteras departamentales bordeadas de árboles, centinelas, aún con sus vestiduras de invierno, de los inmensos viñedos igualmente austeros, sin hojas todavía. Mi amiga bordelesa M.L. me dice que me fije en las plantas de la cabecera en cada fila de viñas. Son rosales. Una astucia de los vignerons/viticultores para que los insectos se detengan en ellas y no dañen al vino, también para anunciar posibles enfermedades que se manifiestan en las rosas antes que en las vides. Días de vino y rosas...

Carmen Glez Teixeira

Como todos los años, leer y tejer se despide de sus lectores. Volvemos en agosto. Bonnes vacances.

martes, 29 de junio de 2021

Las tribus de Sebastiao y Lélia

Sebastiao Salgado

En su estudio parisiense, el fotógrafo franco-brasileño y su mujer hablan de cómo llevan toda una vida trabajando mano a mano para sacar adelante proyectos excepcionales como Amazônia.

Es su tribu. "Mi mujer, mis hijos, mis relaciones...", enumera Sebastiao Salgado que ha viajado a los rincones más remotos  del planeta, donde ha convivido con tribus perdidas y ha admirado a estos hombres y mujeres en los que vio un espejo de la humanidad. Casi medio siglo lleva Salgado intentando extraer con su cámara fotográfica algo parecido a la esencia del mundo y de la humanidad, como hacían los novelistas desmesurados en el siglo XIX o sus coetáneos latinoamericanos del siglo XX como García Márquez o Vargas Llosa.

Pero él no se confunde. Sabe que su tribu no está al fondo de la Amazonia o en Sumatra. Y cuenta que a su edad ya no está para esos trotes. Sebastiao Salgado lo anuncia en su estudio en París: "Es la hora de empezar a calmarme un poco".

La editorial Taschen publica en formato de libro Amazónia. Y hasta finales de octubre se puede ver una exposición que lleva el mismo título en la Ciudad de la Música en París. Ambos el libro y la exposición, los ha editado y concebido Lélia Wanick Salgado, su compañera desde que se conocieron en la Alianza Francesa de la ciudad de Vitória, en Brasil, cuando el tenía 20 años y ella 17, y su media naranja profesional desde que, al cumplir los 30, él abandonó una prometedora carrera de economista en organizaciones internacionales por la fotografía.

Amazónia es la saga de las comunidades indígenas, retratadas a ras del suelo, en sus vidas cotidianas, y al mismo tiempo de la selva como raramente se ha visto, fotografiada desde aviones y helicópteros. Es el último gran proyecto del hombre que revolucionó la fotografía documental  con sus imágenes en blanco y negro que reflejaban la dureza del trabajo, la miseria del mundo, la naturaleza en su estado primigenio. No habrá más.

"Muchachito, ¡sabe?, tengo 77 años", dice y cuenta que durante los viajes a la selva, entre 2013 y 2019, para realizar este proyecto ha enfermado varias veces y su cuerpo ya no da para misiones descabelladas. "Ahora es el momento de editar todo lo que tengo aquí. Posiblemente yo sea el fotógrafo que más trabajó en la historia de la fotografía. Tengo muchas historias que editar"...

Marc Bassets. El País Semanal, 21 de mayo de 2021.

lunes, 28 de junio de 2021

Envidia sana: del triunfo y su soledad

Intentando encontrar algo digerible me acerco a la comedia francesa Envidia sana. Ya sé que abunda ese género en el cine francés. Pero generalmente no consigo reírme  con la mayoría de ellas. Esta la dirige Daniel Cohen, autor de una comedia que se me atragantó: El chef: la receta de la felicidad . Y en Envidia sana todo me invita en los 15 minutos iniciales a salir corriendo del cine. Hay una secuencia interminable que el autor debe considerar el colmo de la originalidad, la brillantez y la gracia, en la que dos parejas de amigos discuten, hasta poder provocar el ataque de nervios de los espectadores, sobre si quieren y deben tomar postre después de cenar en un restaurante. Y lamentas que el productor de la película o alguna persona sensata no haya aconsejado a Cohen: acorta o elimina esta secuencia, porque no hay dios que la aguante. 

A partir de ahí la cosa mejora levemente, incluso tiene momentos ingeniosos. El tema se presta a la perversión, a reflexiones  nada amables sobre la condición humana. Habla del éxito y de las patéticas consecuencias que este puede tener en relación con los que se consideraban íntimos amigos, de algo tan mezquino como humano llamado envidia. El cuarteto lo forman una señora dicharachera e insoportable; su muy bobo marido, que cambia de aficiones todas las semanas tratando de encontrarse a sí mismo y otorgar belleza y sentido a su anodina existencia; otro tipo convencido de que  su trabajo en el aluminio es la profesión más necesaria de la tierra, y su esposa, dependiente en una boutique y aguda observadora de las personas y las cosas. Cuando esta consigue  imprimir en un libro lo que siente y este se convierte en un admirado best-seller, estalla la armonía que tenía con sus amigos y con su marido. Ninguno le perdona el inesperado y masivo triunfo, todos se creen más capacitados que ella para haber logrado el reconocimiento social y profesional, el dinero y la fama que le proporcionan. La conclusión es desoladora. Lo de estaremos juntos en la dicha y en la adversidad que proclama el sagrado matrimonio puede reducirse en este caso al "te abandonaremos si alcanzas tus sueños y los nuestros fracasan.

Tengo mis manías en cuanto a actores y actrices. Envidia sana la protagoniza Vincent Cassel, una estrella del cine francés y también con prestigioso recorrido internacional. No dudo que posea talento, personalidad y magnetismo. Tampoco de que tengan idénticos dones, interpretes como Joaquin Phoenix, Isabelle Huppert, Cassey Afleck, Tilda Swinton, Colin Farrell y unos cuantos más que reciben todo tipo de premios y el fervor de incondicionales fans. Simplemente no me caen bien. Y hay otros a los que siempre me gusta verlos y escucharlos, incluso en sus películas más decepcionantes. Sí me atrae Bérénice Bejo, la deliciosa protagonista  de The Artist, que aquí interpreta a la triunfadora que se quedó solita, sin comerlo ni beberlo, debido a la envidia de sus seres más cercanos. No me divierto excesivamente con esta película, pero tampoco tengo nada contra ella, a excepción de su insufrible arranque.

Carlos Boyero. El País, viernes 25 de junio de 2021

domingo, 27 de junio de 2021

Milan Kundera, un clásico en la sombra

Milan Kundera

Milan Kundera vive en el centro de París, en uno de los barrios de la ciudad, y quizá del mundo, con más concentración de periodistas, editores y personas vinculadas al mundo de las letras. A los 92 años, su salud se ha deteriorado, pero hasta no hace tanto hacía vida social. Se dejaba ver en la calle y en restaurantes, y cultivaba un círculo de amigos y conocidos amplio. 

El autor de La broma, La insoportable levedad del ser y otras novelas y ensayos que son clásicos de la literatura contemporánea (publicadas por Tusquets en castellano) lo tenía todo para estar bajo los focos en la Rive Gauche parisiense, donde reside desde hace décadas con su inseparable Vera. Y, sin embargo, ha conseguido durante años y años escapar a la exposición pública. Hay pocas fotos recientes de él. Mantiene un control férreo sobre sus obras publicadas y traducidas. Su biografía la resume en dos frases: "Milan Kundera nació en Checoslovaquia. En 1975 se instala en Francia. El resto no importa: cuentan los textos. No da entrevistas ni asiste a actos con cámaras y fotógrafos.

Tampoco acudió el jueves a la embajada de Francia en Praga, cuando fue galardonado con el prestigioso premio Franz Kafka, que antes habían merecido Philip Roth, Margaret Atwood, Peter Handke y Eduardo Mendoza, entre otros. Recibió el premio, en nombre del escritor, la traductora de su obra francesa al checo, Anna Kareninova.

Un cuarteto interpretó obras de Pavel Haas, maestro de composición del joven Kundera en su ciudad natal, Brno, y muerto en Auschwitz en 1944, Haas era el padre de su primera esposa, Olga Haas, "borrada de la novela oficial", escribe la periodista francesa Ariane Chemin en Á la recherche de Milan Kundera/En busca de Milan Kundera, uno de los libros recientes que indagan en la vida del autor que siempre consideró que su biografía no tenía ningún interés.

La ceremonia no podía ser más kunderiana. Ahí estaba su idolatrado Kafka, "el menos comprendido de todos los grandes escritores del siglo pasado", que, como escribió, "mezcla lo grave y lo ligero, lo cómico y lo triste, el sentido y lo sinsentido". Ahí estaba la ausencia de Kundera, uno de los últimos gigantes vivos de las letras del siglo XX, un clásico huidizo. Y ahí, también, su compleja relación con el país natal -entonces Checoslovaquia, ahora República Checa, en sus novelas Bohemia y Moldavia-, una relación algo más distendida aunque no del todo apaciguada. 

La nostalgia impregna las últimas páginas del libro de Ariane Chemin, basado en una serie de reportajes publicados en Le Monde. "En su espíritu", escribe, los Kundera están en Brno, en Moravia", aunque sigan en París.

"Los recuerdos vuelven, quizá es la nostalgia, un movimiento natural al envejecer", dice el ensayista Christian Salmon. Antes de ser el autor de celebrados libros como Storytelling y El arte de fabricar historias y formatear las mentes (editorial Península), Salmon fue la mano derecha de  Kundera en el legendario seminario de literatura que en los años ochenta impartió la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, y es un buen amigo de la familia. 

El momento para la reconciliación podría ser propicio, después de décadas de desencuentros. El régimen comunista prohibió sus libros, lo expulsó del partido y le espió después de la Primavera de Praga, en 1968. Ayudados por sus amigos intelectuales franceses,  Milan y Vera se marcharon a Francia, primero a Rennes, en Bretaña y después en la capital...

Marc Bassets. París. El País, sábado 12 de junio de 2021 

sábado, 26 de junio de 2021

Lyon, Gastronomía con mayúsculas

La patria del chef Paul Bocuse (1926-2018) y de la nouvelle cuisine sigue siendo una referencia gastrónomica imprescindible para viajeros gourmet. Aunque a Lyon no se va solamente a comer, su excelente cocina es una magnífica excusa para hacer una escapada a la antigua capital de la Galia, culta y llena de joyas arquitectónicas, museos interesantes y, por supuesto, buenos restaurantes.

La ciudad está construida sobre dos colinas y entre dos ríos, el Ródano y el Saona, con una topografía tan particular que el recién llegado se orientará con facilidad. Así, resulta sencillo pasar de una colina a otra, de un puente al siguiente, deambulando por las calles adoquinadas y por sus curiosos callejones entre patios (traboules). Un sencillo placer que también se obtiene paseando por sus grandes avenidas o por las orillas sombreadas de los dos magníficos ríos que bañan la ciudad.

Y para reponer fuerzas nos esperan sus mercados gastronómicos, restaurantes -de todo tipo y precios- y cervecerías. Sin olvidar que al norte de la ciudad irrumpen los viñedos con los que se hace el famoso vino Beaujolais, el tinto ligero y afrutado de la región.

Lyon no es una ciudad pequeña: es la tercera mayor de Francia, tras París y Marsella, con más de medio millón de habitantes que aumenta a más de dos millones con el área metropolitana. Pero en sus barrios del centro ha logrado conservar un encantador ambiente de ciudad de provincias. Conscientes de ello, a los lioneses les gusta presumir  de tener entre sus héroes nativos a Saint-Éxupéry, el aviadro y autor de El Principito (1943), y a los hermanos Lumière, que inventaron aquí el cinematógrafo. Y, por supuesto, ostentan con orgullo el título de ser la ciudad de Paul Bocuse, el precursor de la nouvelle cuisine, motivo suficiente para considerar a Lyon una de las grandes capitales gastronómicas del mundo.

Los bouchons, templos del gran comer.- En vista del número de restaurantes -más de 4.000-que hay aqui, no cabe duda que estamos en la capital gastronómica de Francia. Hay locales de todo tipo, pero mejor comenzar por por los más genuinamente lioneses: los bouchons, un nombre que probablemente venga de las posadas donde los caballos eran bouchonnés/ cepillados o de los establecimientos que servían vino fuera de las horas de las comidas, reconocidos por el bouchon/corcho de su letrero. Sea como fuere, son los restaurantes más populares y típicos de Lyon donde probar recetas tradicionales en un ambiente acogedor. Platos como el saucisson chaud (salchica cocida y servida con patatas), el gras-double (callos de buey en ensalada o salteados con mantequilla y cebolla), el tablier de sapeur (callos marinados en vino blanco y luego empanados y fritos), los grattons (chicharrones de cerdo fritos), la quenelle (una especie de croqueta  con forma ovalada con sémola de trigo duro o harina, huevos y leche), el pogne (brioche originario del sudeste) o el cervelle de canut (queso fresco para untar  batido con nata, aceite de oliva, vinagre y vino blanco).

Muchos de los bouchons más famosos están en el barrio de La Presqu'île, el centro de la ciudad en cajado entre el Ródano y el Saona, una zona muy comercial, con largas calles peatonales, tiendas de diseño y muchos restaurantes, además de teatros y cines. Aquí está la Ópera, con la cúpula remodelada por Jean Nouvel en la Place de la Comédie, y el Museo de Bellas Artes, la segunda mejor colección de arte de Francia después del Louvre. Su jardín de acceso gratuito, es un lugar muy tranquilo lejos del tumulto. Y aquí está también la emblemática Plaza de Bellecour -de forma rectangular y la más grande peatonal de Europa-, el Hôtel de Ville (ayuntamineto), el espectacular Teatro de los Celestinos, de estilo italiano, o la románica basílica de Saint-Martin d'Ainay. Queda incluso hueco para espacios más vanguardistas, como Les Subsistances el gran laboratorio artístico lionés, que ocupa un antiguo convento del siglo XVII a orillas del Saona...

LONEL Y PLANET. El Viajero. El País, 24 de junio de 2021

viernes, 25 de junio de 2021

Danza para Camus en el lazareto

Danza de tormenta en el lazareto para evocar a
Albert Camus

Los intensos encuentros internacionales Albert Camus de Menorca se clausuraron ayer con las aportaciones finales, tan distintas, de la coreógrafa de la École des Sables senegalesa, Germaine Acogny, que evocó a sus amigos Léopold Sédar Senghor y Maurice Béjart, y que puso a bailar, literalmente al público, y el pensador Nuccio Ordine. El encuentro había regresado al auditorio de Sant Lluis tras la velada del sábado en la que la obra del Nobel, el arte, el paisaje y hasta la climatología se juntaron de una manera absolutamente estremecedora. El carrusel camusiano de estudiosos, escritores, seguidores de los encuentros y fans se embarcó al atardecer para un viaje singular. No era hacia la Argel de El extranjero ni el Orán de La peste, pero sí hacia un destino lleno de significado: la isla de Llatzeret, el antiguo lazareto del puerto de Mahón. Construida en 1793 y en funcionamiento hasta 1919, la instalación servía para el aislamiento, reclusión y eventual tratamiento de los afectados por enfermedades contagiosas como el cólera, la fiebre amarilla o la peste, que arribaban a Menorca...

La excursión al lazareto, con todas sus connotaciones camusianas y actuales, tenía sin embargo carácter festivo: era para cenar y ver un espectáculo, pues los encuentros juntan actividades  artísticas a las conferencias y mesas redondas como parte integral de su ecléctico de suma del pensamiento, la literatura, la ciencia (ayer intervino la física teórica Alicia Sintes que logró cuadrar el círculo uniendo a Camus con las ondas gravitacionales) y las artes. Pero la rebeldía camusiana lo impregnó todo. Cuando la bailarina Amie Mbye, noruega de raíces africanas, especialista en danza afromoderna, irrumpió en la esplanada del edificio principal entre pinos con la pieza El quitador de miedos (una coreografía de Aida Colmenero, se desató una tormenta con gran aparato eléctrico. La artista no se arredró ante el desafío atmosférico, sino que se sumó a él, dejándose empapar por la lluvia mientras evolucionaba como una encarnación del viejo espíritu de la peste o de la moderna pandemia. Cabalgando la tormenta, fue a la vez una metáfora de todas las violencias modernas que hubo de afrontar Camus y asimismo de la belleza que tanto lo obsesionó.

Las III Trobades Mediterráneas Albert Camus escogieron como tema el diálogo, que ciertamente es una superación de la peste. El diálogo presente desde el mismo tema del encuentro. "No hay vida sin diálogo", se ha destilado en todas las actividades y ha estado en boca de todos. La astrofísica Sintes, que por cierto es de San Lluís, logró la proeza de hacer dialogar a Carl Sagan con Camus en su intervención en la mesa redonda con el camusiano francés Rémi Larue y la poeta estadounidense de origen palestino Nathalie Handal, con cuyos bellísimos poemas, un torrente de sensualidad no menos camusiano, ha entrado en la estela de las estrellas: "Él besó mis labios a medianoche/ lo dejé/Él me quitó la blusa/ Lo dejé".

El formato mesa redonda propició algunos de los momentos más intensos de los encuentros. La cantante Noa, la bailarina y coreógrafa María Pagés y la escritora Najar El Hachmi protagonizaron una el sábado (El arte no puede ser un monólogo ) en la que bajo la advocación de Camus se abordaron temas tan variados como la maternidad, el imaginario de los desheredados, los muros que deshumanizan o el conflicto palestino-israelí...

Jacinto Antón. Mahón. El País, lunes 21 de junio de 2021

jueves, 24 de junio de 2021

El laberinto de los signos

Lévi-Strauss
Regarder, écouter, lire es el título que cierra el volumen que la Pléiade dedica a Lévi-Strauss. De su ingente obra solo unos títulos tienen su lugar en la edición que podemos llamar clásicos. Y esto por voluntad propia. Ahí se encontrarán aquellos títulos que marcaron su viaje intelectual y son hitos de su pensamiento. Otros títulos que representarán su obra de etnólogo y antropólogo serán leídos en sus diversas ediciones, su lugar. Ahora se trata de sugerir un largo viaje que inaugura Tristes Tropiques y que se concluye con la reflexión sobre las Ciencias Sociales de quien se considera un "humaniste modeste". De una forma libre, dando cuenta a título de síntesis de largos años de probada observación, anota: "Proust compone la sonata de Vinteuil y su célebre frase a partir de impresiones experimentadas escuchando a Schubert, Waegner, Franck, Saint-Saëns y Fauré. Cuando describe la pintura de Elstir, nunca se sabe si está pensando en Manet, Monet o en Platinir. Existe la misma incertidumbre en cuanto a la identidad de los escritores concentrados en la persona de Bergotte".

Música, pintura, literatura se presentan como construcciones en las que se superponen momentos y lugares, escrituras varias recogidas en la memoria que no solo archiva sino que orienta la composición. No en vano su fidelidad a Proust trasciende la parte emotiva de las ausencias sino que igualmente remite al trabajo por restaurar el tiempo de las cosas y acontecimientos, aquel tiempo que como sombra acompaña la vida tan poco cronológica. Desde un extraño regard eloigné discurría su obra en los diferentes sistemas que Tristes Tropiques  habían ya señalado. Y la lección inaugural en el Collège de France, uno de sus textos fundamentales, nos introducirá no sin polémica en el universo de órdenes y clasificaciones que orientan las formas mentales de los pueblos que se hallan en la base del inmenso trabajo de Mythologies y que recogen 113 relatos que cifran, en su conjunto, la historia más variada jamás contada. En el juego del aparecer y desaparecer se va iluminando la lógica de procesos culturales irrepetibles que dan cuenta de la historia humana.

Recuerdo la fuerte impresión que tuve al asistir por primera vez a su seminario en el Collège de France en 1981. De una forma socrática y al mismo tiempo desafiante venía a decir que lo más importante en la investigación etnográfica era "atreverse a construir relaciones, asociaciones entre los elementos observados". En efecto, en los sistemas etnológicos que Lévi-Strauss identifica observamos en su análisis una lógica con la que reconstruye el orden de las estructuras y desde ahí su correlación con las formas de vida y la cultura. Para ello es necesario recorrer el largo viaje que va de lo sensible a lo inteligible, siguiendo un camino de relaciones e inferencias que dará lugar a la configuración de un sentido. La mirada puede detenerse en un tatuaje o en el rostro de un joven caduveo o en el ritmo de una danza borobó. Lo que importa, dice Lévi-Strauss, es llegar a la comprensión de aquellos signos que esconden su verdad como en el caso de la piel del joven caduveo, teñida de azul, sobre la que se recortan entre geometrías y arabescos los principios sociales de jerarquía y reprocidad. Aparecen así nuevos niveles de significado que dan lugar a un relato que la antropología sostiene con su ejercicio, iluminando desde los signos la verdadera historia humana... 

Francisco Jarauta. Babelia. El País, sábado 5 de junio de 2021. 

miércoles, 23 de junio de 2021

Cómo calefactar las bóvedas de la Catedral

Figuras del Pórtico de la Gloria

La condensación es el gran problema de conservación de la Catedral y el motivo por el que el Pórtico de la Gloria continúa encapsulado. La obra cumbre del Mestre Mateo deberá permanecer aislado del resto del templo "mientras no se garantice una estabilidad ambiental", según adelantaba la Fundación Catedral, dependiente del Cabildo metropolitano. Este es el reto en el que se centran ahora los técnicos para garantizar una correcta conservación del conjunto monumental después de diez años de trabajos que superaron los seis millones de euros. Una vez rehabilitadas las cubiertas pétreas y las torres, por las que se filtraban pluviales que mantenían empapados durante los meses de lluvias, ahora el objetivo de la seo es acabar con la condensación que deteriora con rapidez las recién recuperadas pinturas originales del Pórtico de la Gloria. 

En declaraciones a El País, el canónigo fabriquero, Daniel Lorenzo, indica que "vivimos pendientes de de la meteorología. La Catedral está completamente monitorizada. Además del flujo de personas, controlado por cámaras, se registran parámetros como el movimiento del aire, la temperatura o la humedad relativa. Es fundamental saber a qué horas y qué días son nefastos, pero hemos visto que no es tan fácil prever lo que va a venir". Precisamente para controlar la condensación una de las posibilidades que barajan los técnicos que trabajan en la basílica es la implementación de un sistema que permita el calentamiento de las bóvedas. Se trataría de "calefactar" las zonas altas del santuario "con energías sostenibles", a través de una instalación que se podría colocar en la tribuna del templo.

La intención del Cabildo es reintegrar de nuevo el Pórtico en el conjunto de la Catedral lo más pronto posible, una petición a la que se sumaron no pocos visitantes y turistas desilusionados al comprobar que la gran obra del Mestre Mateo permanece amputada de la planta de la basílica mediante unos grandes muros de madera. Lorenzo confirmó que la intención del órgano de gobierno de la seo es instalar en los próximos meses un tipo de barrera de "quita y pon", es decir, una estructura que permita aislar con rapidez el conjunto artístico cuando las condiciones ambientales son perjudiciales. "Buscamos una intervención rápida, sistemas de aislamiento de fácil desmontaje para situaciones de emergencia, pero las distintas alternativas no nos convencen porque son aparatosas y complejas de instalar",  y añade que el objetivo es que el nuevo encapsulado "invada lo menos posible"...

Pepe Vergara. Santiago. El Correo Gallego, miércoles 26 de mayo de 2021 

martes, 22 de junio de 2021

Cuatro platos fuertes en la vuelta de las exposiciones

Los museos de París reabren sus puertas tras cinco meses de clausura por la pandemia. Estas son cuatro de la exposiciones más interesantes de la temporada en la capital francesa.

Museo del Louvre. El museo más visitado del mundo abre sus puertas con Cuerpo y alma, una exposición sobre la escultura renacentista italiana, de Donatello a Miguel Ángel, que solo estuvo unos días en cartel antes de verse obligada a cerrar. La muestra presta atención a las innovaciones en la representación de la figura humana y de los movimientos que tuvieron lugar  durante este periodo histórico.

Museo de Orsay: en el año 1859, Darwin publica El origen de las especies y con ello revoluciona la manera de concebir la relación entre el hombre y la naturaleza. La exposición Los orígenes del mundo observa el reflejo que la pintura decimonónica ofreció de los grandes avances en campos como la biología o la geología. En esa época el arte contribuyó a erigir un nuevo imaginario científico y natural que ha llegado hasta nuestro presente.

Centro Pompidou: Por su parte, la apuesta del museo de arte moderno es Ellas hacen la abstracción, muestra que revisa el papel de las mujeres artistas que se expresaron por medio de este lenguaje, y en el que, a menudo, fueron relegadas a una injusta segunda fila. La exposición reivindica los nombres de Sonia Delaunay, Sophie Taeuber-Arp, Carmen Herrera, Anni Albers, Joan Mitchell o Julie Chicago, entre otras muchas artistas. 

Museo del Quai Branly. El museo de las civilizaciones apuesta por Ex Africa, que analiza la influencia del arte africano en la obra de los creadores actuales, del pintor neoyorkino Jean-Michel Basquiat a la francesa Annette Messager, que se alejan de las lecturas coloniales o meramente formalistas de las vanguardias del siglo XX y proponen una mayor atención tanto a su simbología como a su importancia cultural.

Silvia Ayuso. París. El País, martes 18 de mayo de 2021.   

lunes, 21 de junio de 2021

Gaza mon amour

Fotograma de Gaza mon Amour
No parece, así de primera impresión, que de un lugar como la Franja de Gaza -y de la tragedia que la circunda, con todo un conflicto que vuelve a estar (si alguna vez dejó de estarlo) de triste actualidad- pueda salir una comedia amable. Sin embargo, los hermanos Arab y Tarzán Nasser, en el que es su segundo largometraje de ficción, se han marcado como objetivo demostrar que incluso en lugares tan castigados como este, sus habitantes luchan, como en cualquier otro lugar, por temas tan universales como el amor . Y no un amor trágico, sino un amor visto desde la cotidianidad, la ilusión y el humor. 

La tragedia de la situación palestina no  desaparece, en absoluto, pero pasa a ser un elemento más del entorno, sin ser el que define a los personajes de esta singular película. Gaza mon amour (bonito título y bonito homenaje a Resnais por otra parte) nos relata la historia de un maduro pescador que estudia cómo declarar su amor a una costurera viuda de la que se ha enamorado, mientras una estatua del dios Apolo que ha caído en sus redes de pesca le complica la vida y la consecución de su objetivo. La historia es desde luego peculiar, y se materializa en una película inocente e irónica, con trazos de absurdo (y alguna canción de Julio Iglesias).

Como ocurría en Hiroshima mon amour, y a pesar de las -enormes- diferencias entre ambos filmes, el amor puede aflorar en lugares que inicialmente no parecen ser "terreno abonado" para ello. Los hermanos Nasser , en su empeño, construyen un filme entrañable que consigue transmitirnos la realidad cotidiana de los habitantes de Gaza, y que no escapa de mostrar, aunque sea muy tangencialmente, el conflicto o el abuso policial. Aunque a veces de excesiva sencillez, esta película es una carta de amor a Gaza, con lo bueno y lo malo que hay en ella, y un canto de esperanza a historias pequeñas como ésta, donde por una vez, y como tan bien resume su epílogo, el amor y la renovada alegría de vivir pueden vencer a las armas. Cuando menos, momentáneamente. O durante la hora y media que dura el filme.

Sabela Pillado. La Voz de Galicia, viernes 11 de junio de 2021 

domingo, 20 de junio de 2021

El arte de ser francés

En un debate con el ex primer ministro francés Manuel Valls publicado por el semanario L'Express, el filósofo Michel Onfray sostiene que ser francés consiste en querer a Francia: "¿Se ama a Francia? A partir de ese momento se es francés: con eso basta.

A mí no. Yo no sé si amo a Francia -una entidad demasiado abstracta y plural como para despertar mis sentimientos-, pero me encanta la lengua francesa, me siento en casa en ciertos lugares de Francia y adoro a algunos de sus artistas y pensadores; no por ello, sin embargo, soy francés. Lo cual demuestra que el concepto sentimental que postula  Michel Onfray es falso. Las ideas de Onfray, cuyo último libro se titula L'Art d'être français, representan bastante bien las de una izquierda francesa, opuesta a la izquierda de Valls, que en algunos aspectos linda con el nacionalpopulismo que recorre Occidente y que tiene en la ultraderechista Marine Le Pen a su mejor representante galo. No en vano la sentimentalización de la política constituye el rasgo quizá más notorio del nacionalpopulismo; también, tal vez, el más tóxico. Porque la contaminación sentimental de la política equivale a la muerte de la política, al menos de la política democrática; esta consiste precisamente en racionalizar los problemas, para poder resolverlos: sobre razones se puede discutir, pero no sobre sentimientos que cada uno tiene los que tiene, y es absurdo intentar convencer a nadie de que son equivocados (Marcel Proust observó que no se puede sacar racionalmente de una cabeza aquello que no ha entrado en ella de forma racional). La izquierda de Onfray es una izquierda obnubilada por su propio chauvinismo, profundamente antieuropeísta: una izquierda que, igual que la ultraderecha de Le Pen, alimenta un delirio de persecución nacionalista según el cual la UE busca destruir la cultura francesa y "diluir"a Francia y que no entiende o no quiere entender la evidencia flagrante de que una Europa federal no se construye destruyendo ninguna cultura, sino conciliando la diversidad cultural de Europa con su unidad política, y que ese constituye el proyecto político más ambicioso del siglo XXI, además del único capaz  de preservar la concordia, la prosperidad  y la democracia en el continente. No existe un arte de ser español (o francés o europeo ) sintiéndose sólo catalán (o bretón o siciliano). Mientras pague a tocateja sus impuestos y respete las reglas del juego que nos hemos dado entre todos -esas leyes que nos hacen iguales y a la vez nos permiten ser diferentes-, el resto es cosa suya... En eso estriba la ciudadanía democrática, laica, antitribal, no en buscar o exigir inquebrantables adhesiones a no sé qué sentimientos o valores supuestamente españoles o franceses o europeos. Onfray afirma que ser francés  consiste en asumir una herencia que va desde Montaigne a Victor Hugo; me parece una herencia admirable, pero no creo que sea necesario asumirla para ser francés (ni que baste asumirla para serlo), del mismo modo que no creo que para ser español sea necesario asumir la herencia que va desde Cervantes a Ortega, por admirable que me parezca. Se puede ser francés (y español) de muchas otras maneras. Que cada cual elija la que quiera.

Nadie es perfecto: al lado de la Francia libérrima, abierta, hospitalaria, racionalista y europeísta, que Montaigne y Hugo encarnan como pocos, existe todavía una Francia narcisista, claustrofóbica, reaccionaria, pusilánime y ensimismada. Y no es sólo la Francia de Le Pen.

Javier Cercas. El País Semanal, 12 de junio de 2021

sábado, 19 de junio de 2021

Los misterios sumergidos de Cosquer

Pinturas de la gruta sumergida de Cosquer

A veces, lo que parece un trazo tosco, a veces, esconde muchas más complicaciones que la más refinada de las técnicas pictóricas. Es lo que sucede con la creación de réplicas de cuevas prehistóricas para que el público pueda acceder a esas misteriosas obras del pasado sin poner en riesgo su conservación. El taller en las afueras de Toulouse donde se reproducen las pinturas rupestres de la gruta sumergida de Cosquer, cuya réplica se inaugurará en Marsella el año que viene, es una muestra de la gran complejidad que implica un proyecto así, de los que existen solo contados precedentes en el mundo, como los de Lascaux, también en Francia, o Altamira en España. Materias primas usadas hace decenas de miles de años se entremezclan en estas oficinas donde reina un caos controlado con las últimas tecnologías creadas por el ser humano. Todo ello con un único fin: conseguir que el ciudadano del siglo XXI vea, y sobre todo sienta lo que su ancestro el Homo sapiens veía y sentía cuando, hace unos 30.000 años, se vio impelido a tratar su mundo en las paredes de oscuras y húmedas cavernas. 

Algunos en su equipo lo llaman "mago". Sonriente, Gilles Tosello dice que prefiere considerarse un "artista de las cavernas". De las fuertes pero delicadas manos de este licenciado en artes gráficas y doctor en prehistoria, francés de 64 años han salido facsímiles como el famoso panel de los leones de la cueva de Chauvet, cuyas espectaculares pinturas originales fueron hechas poco después de la llegada del Homo sapiens al continente europeo, hace unos 36.000 años. Su nuevo proyecto es, si cabe, más desafiante aún: reproducir junto a un reducido equipo, las más de 500 pinturas y grabados de Cosquer, donde se han establecido al menos dos periodos, hace 33.000 y hace 19.000 años.

Tosello lleva ya varios meses reproduciendo bisontes o caballos, como ya hizo en Chauvet. Pero también se enfrenta ahora con el reto de hacer de "copista" de representaciones rupestres mucho más inusuales, como los pingüinos, focas y hasta medusas que decoran la gruta original de Cosquer, parcialmente sumergida -la subida del nivel del agua por el cambio climático amenaza su futuro- y de acceso casi imposible, donde también se hallan huellas de manos y hasta representaciones de símbolos sexuales. (...)

La gruta situada en la calanque / cala de Triperie, cerca de Cassis, al este de Marsella, fue descubierta por casualidad por el buceador profesional Henri Cosquer en 1985 pero no lo declaró hasta seis años después. Su acceso es casi imposible: la entrada está a casi 37 metros de profundidad en el mar y para llegar hasta ella hay que atravesar un angosto túnel submarino de 175 metros. "La gran dificultad para reproducir la cueva es que no podemos ir a verla, así que nos hacia falta un modelo, explica Laurent Delbos, jefe de la misión Cosquer  de la sociedad Kléber Rossillon, encargada de gestionar la réplica por mandato del Gobierno de la región Sur-Provenza-Alpes-Costa Azul que cofinancia el proyecto de 23 millones...

Silvia Ayuso. El País, domingo 6 de junio de 2021


viernes, 18 de junio de 2021

Un dulce tormento

 Ahora que ha acaparado titulares en la prensa, Caravaggio parece el correlato pictórico perfecto de la música torturada y tortuosa de su exacto coetáneo Carlo Gesualdo, príncipe de Venosa. El 16 de octubre de 1590 sorprendió a su prima María d'Avalos, también su mujer, "in fragante delito di fragrante peccato" con su amante, Fabricio Carafa. Mató en la cama a ambos, aristócratas como él, y aquel hecho cambiaría su vida para siempre. Salvaguardado su honor conforme a los códigos morales de la época, que lo eximían de ser perseguido por el doble asesinato, abandonó Nápoles y se recluyó en su propiedad de Gesualdo, en la provincia de Avellino, cerca, pero lo suficientemente lejos del escenario del uxoricidio, dedicado a componer música, su gran pasión. Concentró sus esfuerzos en uno de los géneros en boga en la época, el madrigal, composición a varias voces, sin acompañamiento instrumental, que se convertían casi en la segunda piel de los poemas que las inspiraban, tal es la atención que prestan a cada palabra, cada sílaba, cada letra del texto. 

Las voces se entrelazan, se separan, vuelven a anudarse, formando escorzos melódicos y armónicos que Gesualdo empapa de generosas disonancias y bruscos contrastes, como esas abruptas composiciones de luces y sombras de los cuadros de Caravaggio. Después de interpretarlos en conciertos por muchas ciudades, Madrid incluida, Les Arts Florissants han llevado al disco estas pequeñas perlas de dos, tres minutos, que exigen toda nuestra atención, pero que saben recompensar en consecuencia. Los poemas, de autoría a menudo incierta, se regodean en los oxímoros, en las referencias a la muerte (pero se trata de un "dolce morire"), en el amor no correspondido o traicionado. Paul Agnew y otras cinco grandes voces logran esa simbiosis perfecta de texto y música a la que aspira todo gran madrigal. Y la escucha de cada uno de estos pequeños dramas se convierte en un dulce tormento, o en una acerba dulzura.

Luis Gago. El País, sábado 5 de junio de 2021

jueves, 17 de junio de 2021

La perplejidad de Semprún

Jorge Semprún

Se cumplen diez años de la muerte de Jorge Semprún. Su biografía, "tan repleta de las escorias del siglo, tan furiosamente atravesada por sus ilusiones y sus pulsiones", recorre el siglo XX: el exilio por la Guerra Civil, la Resistencia y el campo de concentración, la clandestinidad antifranquista, la expulsión del Partido Comunista, el cine, el compromiso antitotalitario, el Ministerio de Cultura y la democracia española, la defensa de la Unión Europea, entendida como un producto de la memoria de la catástrofe. Su vida y sus libros ayudan a comprender las cegueras, los sueños y los desastres del siglo. 

Era un gran intelectual  europeo. Escribía en francés y en castellano y decía que la patria de un escritor es el lenguaje. Publicó libros inolvidables sobre Buchenwald: El largo viaje, Aquel domingo, La escritura o la vida. Son obras obsesivas y autoconscientes, que entroncan con la tradición filosófica europea, que exploran las paradojas y la relación entre la literatura y la experiencia.

Decía que había pasado buena parte de su vida intentando ser comunista y otra intentando dejar de serlo. Admiraba el coraje de los militantes y lamentaba la sovietización del partido y la esclavitud mental a la que sometía a sus miembros: la describió en Autobiografía de Federico Sánchez.

Es difícil saber cuál es su lugar en una tradición literaria: su trayectoria es peculiar en una escala casi inabarcable; habla de un mundo que preferimos invocar a conocer, en un universo de referencias no siempre cercano al nuestro.

Ahora, como decía Todorov, todo el mundo quiere ser víctima pero nadie quiere haberlo sido: esa actitud victimista está lejos de Semprún. Era sentimental cuando hablaba de la infancia y voluntarista cuando hablaba de la UE. Otras veces su análisis era frío y poco complaciente. No le importaba ser incómodo y pensaba que un escritor debe atreverse a estar solo. Se definía como un "intelectual inorgánico"."Inorgánico: que no pretende hablar en nombre de la historia, ni de una clase social, ni de un partido mesiánico que se atribuya a sí mismo el papel de demiurgo de la realidad, o portavoz de la verdad absoluta y del progreso histórico. Que solo habla en su propio nombre, en función de una reflexión personal que arranque del asombro, de la duda. De la perplejidad, en fin de cuentas como el pensamiento generoso de Maimónides".

Daniel Gascón. El País, sábado 5 de junio de 2021

miércoles, 16 de junio de 2021

Una entrada a Galicia sin subir montañas

Monasterio de Sobrado

 Quedó en el tradición oral que había una entrada a la comunidad de Galicia que no implicaba subir hasta las altas montañas de los Ancares, El Cebreiro o La Canda, las dos primeras en Lugo y la otra situada en Orense. Se trataba de un paso muy secundario por el Courel vigilado por el castillo de Carbedo.

Había una buena base histórica: la presencia romana siguiendo el curso del río Sil. Es decir, entrando en Galicia por Valdeorras. Y para muchos es mucho más cómodo que cualquier otro procedente del este de la península ibérica.

Luego se supuso que, ya que habían entrado los romanos, también habría peregrinos, aunque no dejaran escritos, como sí sucedió en otros Caminos de Santiago. Y, hace un decenio, con constancia, un grupo de personas logró que esa ruta fuese declarada xacobea bajo el nombre de Camino de Invierno. Son muy pocos los peregrinos que lo recorren hoy en día, tan solo 1035 en 2019, lo que significa un escaso 0,3% del total de los visitantes y, por supuesto, este año va a ser mucho peor. Así pues, es un viaje por la soledad y, desde luego, con notables paisajes, como no podía ser de otro modo en Galicia.

De modo que, todo aquel que quiere seguir este itinerario en Ponferrada deja el Camino Francés -el más conocido y concurrido- y se dirige un poco hacia el sur, buscando Sobrado, su puente y El Barco, Vilamartín, Montefurado ( su nombre ya lo dice todo, y quienes lo furaron/ horadaron fueron los romanos buscando oro) y Quiroga son las siguientes paradas, para continuar por San Clodio, Monforte (palabras mayores con su enorme torre, en lo más alto) y el impresionante salto de Belesar.

La parte final de este tratado implica dejar atrás Chantada, subir hasta el Faro por una sierra con grandes vistas y descender hasta Lalín . Y ahí el Camino de Invierno finaliza, puesto que el peregrino se une a aquellos que proceden de Orense siguiendo el Camino del Sudeste. Y enfilan todos juntos hacia la Catedral de Santiago de Compostela , la meta del viaje.

Cristóbal Ramírez. La Voz de Galicia, miércoles 28 de abril de 2021


martes, 15 de junio de 2021

Abstracciones de mujer

"Este cuadro es tan bueno que nunca sospecharían que lo pinto una mujer". La cita que da la bienvenida a la colosal exposición que el centro Pompidou dedica a las pintoras abstractas salió de la boca de Hans Hofmann, precursor alemán del expresionismo abstracto. Iba dirigida a Lee Krasner y pese a que hoy resulte imposible ignorar su misoginia implícita, tenía la intención de sonar como un halago. Hofmann creía que Krasner era su alumna más aventajada y la consideraba superior en todos los aspectos, a su sobrevalorado marido, Jackson Pollock.

El malentendido que inspira esta cita es un punto de partida idóneo para examinar, desde el signo del pertinaz desdén que despertó su trabajo hasta para las almas más caritativas, las más de 500 obras pertenecientes a 110 artistas inscritas en las distintas escuelas de la abstracción, desde finales del siglo XIX hasta la actualidad.. Se suma a otra buena idea: la comisaria Christine Macel, que ya desarrolló una brillante genealogía del arte hecho por mujeres  al asumir el comisariado de la Bienal de Venecia de 2017, ha colocado al inicio del recorrido una galería de retratos de todas las creadoras expuestas. Apenas dos o tres rostros -Louise Bourgeois, Judy Chicago, ¿es esa Etel Adnan?- son reconocibles a primera vista. El resto forma parte de una masa inabarcable de historias silenciadas, la crónica de un borrado tal vez involuntario, pero no por ello menos injusto. "La invisibilización de las mujeres en esta historia pasa por la ausencia de su representación, de su encarnación visual y de la difusión de sus imágenes, inversamente proporcionales a las de sus compañeros, que personificaban el mito del genio en lo que virilmente se designó, con una metáfora militar, como avant-garde, escribe Macel en el catálogo, recordando su origen como antónimo de retaguardia.

En la estela de iniciativas similares impulsadas en la última década -este mismo museo abrió la veda en 2000 al reordenar su colección permanente solo con mujeres en la escandalosa muestra elles@centrepompidou-, la exposición aspira a retirar  a estas artistas de un lugar subalterno y elevarlas al rango de "coproductoras de la modernidad pictórica, siguiendo las tesis de Griselda Pollock, que acusa a museos e historiadores de haber orquestado una "eliminación activa". En este sentido, la muestra tiene un afán reparador, pero no enciclopédico: se estructura en una retícula de microsalas por las que el visitante deambula instintivamente, que siguen un orden cronológico, pero están comunicadas por discretos pasajes que permiten los saltos extemporáneos...

Álex Vicente. Babelia. El País, sábado 29 de mayo

"Elles font l'abstraction". Centre Pompidou. París. Hasta el 23 de agosto.

lunes, 14 de junio de 2021

El secreto es pasarlo bien

Omar Sy es Lupin

La primera vez que intentó instalarse en Hollywood, allá por 2006, Omar Sy, hoy el famoso Lupin de Netflix, solo consiguió un par de cameos como actor de doblaje, uno en un videojuego de la saga Tomb Raider y otro en la versión en francés de Hermano Oso. Magro botín para un comediante de cierto recorrido en su Francia natal pero que seguía viendo el salto al estrellato internacional como una quimera. Criado en un suburbio parisino, hijo de senegalés y mauritana, Sy formaba parte por entonces del dúo cómico Omar et Fred, unos Cruz y Raya de humor anárquico y delirante con notable repercusión en las mañanas de Virgin Radio y las tardes de Canal +. Cinco años después, el hombre que se había acostumbrado a hacer reír a Francia se mudó al piso de los jefes gracias a Intocables (2011), esa comedia bendecida por 22 millones de espectadores. En ella, según los que presumen de conocerle, el actor se mostraba tal cual es: alegre, empático, con la picardía del superviviente y eterna sonrisa de seductor.

Ganó un César, se convirtió en actor de moda y volvió a cruzar el charco, para participar esta vez en superproducciones del calibre de la saga X-Men, Transformers o la puesta al día de Parque Jurásico. Hoy, en la presentación de la segunda tanda de capítulos de Lupin, la serie de Netflix, Omar Sy (Francia, 43 años) lleva ya unas horas encadenando entrevistas en inglés y francés, pero en absoluto da muestras de cansancio o impaciencia. Al contrario, se mantiene fiel a su imagen de tipo cordial al que el éxito no ha desconectado de la realidad. Tal vez porque ese presunto disfraz no ha dejado nunca de ser piel. Lo único que le hace fruncir el ceño y aparcar por un instante su sonrisa de dientes blanquísimos es un problema de memoria: no tiene el móvil a mano y no consigue recordar el nombre del actor que interpretaba a Arsène Lupin en la serie original de los primeros setenta. "Echadme una mano que tengo a un periodista esperando, ¿cómo se llama ese tipo, el del bombín y el monóculo?", pregunta  a los cuatro o cinco profesionales de Netflix que se han conectado con las cámaras apagadas para ejercer de testigos mudos de nuestra charla por Zoom. Uno de ellos irrumpe para decirle que es Georges Descrières. "¡Exacto!, el gran Georges Descrières", confirma Sy recuperando esa sonrisa de la que ya no volverá a bajarse. "De él aprendí lo esencial del personaje que compartimos. Arsène Lupin es un delincuente, pero tiene alma de artista y, sobre todo, es un tipo que se lo pasa en grande siendo quien es. Ese aire frívolo y juguetón que encontré en Descrières  es la clave  de mi propia aproximación al personaje". Lupin trae al siglo XXI al ladrón de guante blanco creado para la literatura folletinesca por Maurice Leblanc y ya interpretado en el cine por Jean-Claude Brialy, Robert Lamoureux o Romain Duris , actores todos con los que Sy se siente "en deuda", por lo que de lo que se trataba era de "dar continuidad a una tradición y, a ser posible, estar a la altura de ella". Claro que el personaje de Omar no es exactamente Arsène Lupin, sino un discípulo contemporáneo. Assane Diop, empujado a la delincuencia por el profundo trauma que le causó el suicidio de su padre, víctima de las intrigas de un millonario sin escrúpulos....

Miquel Echarri. Icon. El País, 5 de junio de 2021

domingo, 13 de junio de 2021

Profesor en Francia, oficio de alta tensión

Didier Lemarie

Es extraño pasear por las calles de París con un hombre que se desplaza acompañado siempre de uno o dos agentes armados. El hombre era, hasta hace unas semanas, profesor de instituto. Se llama Didier Lemaire, tiene 55 años y vive bajo protección desde que empezó a denunciar en los medios de comunicación la presión del islamismo en las escuelas y barrios de Francia. "No tengo miedo, pero vigilo", dijo en una mañana de marzo mientras, junto a uno de los policías que le hacen sombra día y noche, cruzaba a pie la ciudad.

El paseo nos llevó -al profesor, al policía y al periodista- por la estación de Saint-Lazare, por la Ópera y los grandes bulevares, por el Louvre y tras cruzar el Sena por el puente de las Artes, al barrio de Saint-Germain-des-Près. "Lleve usted un día a su mujer a una velada  a la Ópera. ¿Alguna vez ha visto los interiores?", le recomienda al guardaespaldas este hombre de voz suave y melena de medio hippy. Unos metros más allá se detiene ante unas chaquetas elegantes y caras en un escaparate. "Esto no es para mí", suspira.

Podría parecer el paseo de tres provincianos durante un día laborable en la capital. En realidad, aquella conversación peripatética evidenciaba una anomalía francesa: la de un país en que hay dibujantes, periodistas, profesores que corren peligro por expresar sus ideas. No habíamos encontrado otro sitio dónde hablar. Los cafés estaban cerrados por la pandemia, y él no quería que fuese a su casa, ni en Trappes, la ciudad a 30 kilómetros de París donde llevaba 20 años dando clases, cuando, en octubre, su vida dio un vuelco. "Sé que pueden asesinarme mañana", dice.

El 16 de octubre de 2020, un hombre de 18 años y de origen checheno, Abdoullakh Anzorov, decapitó a Samuel Paty, un profesor de Historia y Geografía que acababa de salir de la escuela secundaria donde daba clase en Conflans-Sainte-Honorine, cerca de París. El docente había mostrado brevemente, en una clase sobre la libertad de expresión, una caricatura obscena del profeta Mahoma del semanario satírico Charlie Hebdo. El padre de una alumna que no había asistido a clase aquel día, protestó ante la dirección y difundió mensajes contra Paty en las redes sociales. Los mensajes inspiraron a Anzorov, quien murió por los disparos de la policía después de haber decapitado al profesor. 

"¿Te has enterado?", empezaba el mensaje de móvil que recibió aquella tarde Didier Lemaire. El profesor de filosofía viajaba en autocar con sus alumnos camino de Versailles para ver una obra de teatro. "Por la noche, al volver a casa, me pregunté qué demonios pasa en este país". Y decidió escribir una Carta abierta de un profe de Trappes y conceder entrevistas para hablar de la influencia islamista en la ciudad del Lycée La Plaine de Neauphle, donde dio clase hasta que este invierno se tomó una excedencia. Trappes es el municipio con más yihadistas en Francia: 67 jóvenes partieron de ahí entre 2014 y 2016 para combatir en Siria e Irak...

Marc Bassets. El País Semanal, domingo 6 de junio de 2021

sábado, 12 de junio de 2021

Recobrar el tiempo, y el turismo, de la mano de Proust

Marcel Proust

En una carta dirigida a su madre desde Cabourg, en septiembre de 1891, Marcel Proust recordaba los días pasados con su abuela en esa misma localidad, cuando paseaban "luchando con el viento, y hablando aislados del mundo". Proust (1871-1922) volvería a este pueblo de  la costa normanda, al que llamó Balbec, en su obra En busca del tiempo perdido, muchos veranos más. Y casi un siglo después de su muerte, el Consistorio de Cabourg (3.600 habitantes) se dispone a saldar su deuda con el escritor dedicándole un museo oportunamente llamado Villa del Tiempo Recobrado. Ubicado en un hotelito de 1860, año en el que comenzó el despegue turístico de la localidad, el museo no se centra únicamente  en Proust -del que se exhiben los dos únicos retratos que existen y el manuscrito de A la sombra de las muchachas en flor, segundo volumen de la serie-, sino en el mundo de la belle époque.

Mobiliario de época, esculturas y cuadros cedidos por grandes instituciones públicas pretenden recrear aquellos años de esplendor en un espacio que ha costado más de seis años y 4,5 millones de euros poner en pie. A cambio el Consistorio espera ataraer a unos 30.000 visitantes anuales. No se trata, por supuesto del primer museo dedicado a Proust en Francia. En 1971, en el centenario de su nacimiento, Illiers (el Combray de su obra) inauguró uno en la casa de sus familiares donde pasó temporadas. Y en París, ciudad del escritor, a falta de un domicilio propio, porque siempre vivió de alquiler, el Museo Carnavalet ha reconstruido su habitación del piso del bulevar Haussmann aislamiento de corcho incluido-, donde residió entre 1906 y 1919, y donde redactó la mayor parte de En busca del tiempo perdido.

El joven asmático que profesaba un amor patológico a su madre, el dandi aficionado a la literatura que vivió sin trabajar gracias a la buena posición económica de su familia, y cuya mayor aspiración era ser aceptado en los salones del Faubourg Saint-Germain, renacería con una estatura humana superior en el Marcel de su extraordinaria obra.

Y es que algo de razón tienen los estudiosos del escritor cuando insisten en diferenciar a Proust del narrador de su inmortal novela. Una obra autobiográfica, sí, pero en la que el proceso creativo ha transformado profundamente la realidad. A veces, por un deseo de ocultar identidades reales, lo que ha alimentado el morbo de los biógrafos. Solo hay que ver la cantidad de hipótesis que hay sobre el verdadero compositor de la sonata del ficticio Vinteuil, o sobre el personaje de Albertina, el amor que tanto hace sufrir al narrador. Para el estadounidense William C, Carter, autor de Proust enamorado, se trata de Alfred Agostinelli, chófer del coche alquilado en el que el escritor recorrió Normandía, y al que conoció en 1907. Pero el perfil de Albertina ya estaba trazado en esa fecha, sostiene George D. Painter en su canónica biografía del autor.

Lo que llama la atención en una historia de más de millón y medio de palabras, centrada totalmente en la vida del autor, es que no aparezca en ella su único hermano. Médico como el padre, Robert Proust mantuvo siempre buena relación con Marcel y estuvo al pie de su lecho cuando falleció de una neumonía el 18 de noviembre de 1922. Para entonces, Marcel Proust era ya una celebridad, y como cuenta la princesa Bibesco, que le frecuentó, en su libro El visitante velado, algunas damas lamentaron haber tirado a la basura las cartas del escritor que, anadando el tiempo, bien podrían haber sido expuestas en algunos de sus museos.

Lola Galán. El País Semanal, 6-6-2021

viernes, 11 de junio de 2021

Tiempo de cerezas

"Quand nous chanterons le temps des cerises, / et gai rossignol et merle moqueur / serons tous en fête,  / les belles auront la folie en tête / et les amoureux du soleil au coeur". "Cuando llegue el tiempo de las cerzas, "el alegre ruiseñor y el mirlo burlón estarán de fiesta, / las mujeres hermosas tendrán la locura en la cabeza / y los enamorados sol en el corazón", dice el poema de Jean Baptiste Clément, poeta de la Comuna francesa, de la que tomo prestado el título Montserrat Roig, para la novela que integra la trilogía que inició con Ramona, adiós y completó con La hora violeta, tres novelas publicadas en los años setenta del pasado siglo y dedicadas a la Barcelona en la creció y vivió la escritora hasta que falleció prematuramente hace 30 años con solo 45 de edad. El poema de Clément, convertido en canción por Antoine Renard, fue el himno de la Comuna de París, aquel movimiento obrero que quiso establecer principios de libertad en contra de la monarquía, pero también una de las canciones de amor  más célebres de la música francesa, que han cantado cantantes de todos los tiempos. La canción que dice que el tiempo de las cerezas -el de la felicidad- es breve, pero que siempre vuelve, por lo que siempre habrá un tiempo de las cerezas, en el que recuperar la alegría después de épocas de tristeza y de muerte. 

Metáfora o no de la felicidad, lo cierto es que el tiempo de las cerezas ha llegado nuevamente al hemisferio norte y en ls mercados se ofrece esa fruta roja cuyo color evoca la sangre mientras que su sabor trae dulzura al paladar. Después de un invierno oscuro (más oscuro que otros años por la situación del mundo ), el sol y el brillo de las cerezas invitan a vivir y a disfrutar un tiempo que ya sabemos será fugaz pero que no por eso menos real. Como los revolucionarios del poema de Clément o los protagonistas de la novela de Montserrat Roig, que se obstinan en encontrar un sentido a la vida en la promesa de un tiempo de felicidad, todos los hombres y las mujeres identificamos el tiempo de las cerezas, esta primavera tardía que dejará pronto paso al verano, con el de la felicidad, por más que sepamos que esta no existe del todo y que su pérdida nos llena de melancolía. Sabemos que es así, pero también que las cerezas siempre vuelven a los mercados y a nuestras mesas y con ellas el tiempo de la alegría y el sol, esos dos ingredientes tan necesarios para nuestro bienestar  -últimamente no muy abundantes por desgracia. Como al soldado francés que cantó la canción a una enfermera antes de morir, según la leyenda popular, saber que el tiempo de las cerezas siempre regresa y que podremos disfrutarlo nos consuela , pese a que también sepamos que tendrá fin. Por eso algunos cuelgan cerezas en las orejas d esus amantes (para perpetuar su amor) y por eso todos las deseamos en nuestras mesas, porque mientras las cerezas duran sabemos que el otoño y el invierno están muy lejos y que ya habrá tiempo de lamentarse entonces de las penas que ni la novela de Montserrat Roig ni el poema de Clément ocultan :"Mais il est bien court le temps des cerises, /pendants de corail qu'on cueille en rêvant" "Pero es muy corto el tiempo de las cerezas/ pendientes de coral que se cortan soñando".

Julio Llamazares. El País, sábado 22 de mayo de 2021                                                                                                                             

jueves, 10 de junio de 2021

Emmanuel Carrère, Premio Princesa de Asturias de las Letras

Emmanuel Carrère

El cine y la tele, el surrealismo, la espiritualidad, el periodismo, la fascinación por la Unión Soviética, los trastornos psicológicos la tendencia al narcisismo, la literatura de género, la melancolía de la clase media, el surrealismo, el síndrome de Peter Pan, la cultura gore, la autoficción, las actitudes adversativas... Si mezcláramos todas esas ideas en un solo escritor, el retrato robot se parecería mucho al del autor francés Emmanuel Carrère. Si las empleásemos para caracterizar una época, funcionarían bien para identificar las dos primeras décadas del siglo XXI. Esta mañana el jurado de los Premios Princesa de Asturias ha elegido a Carrère para su categoría de las Letras. 

En realidad, la carrera del escritor empezó mucho antes, en los años 80. Carrère, nacido en 1958, hijo de Hélène Carrère (insigne historiadora del socialismo) y vecino de la banlieue/ periferia burguesa del oeste de París, llegó a la literatura desde la crítica cinematográfica. Por eso, su primera novela, L'amie de Jaguar ( 1983, inédita en español ) suena casi a los libros de Manuel Puig, a una mezcla de melodrama hollywoodiense y absurdo surrealista.

Por ese hilo del surrealismo, es fácil llegar hasta  El bigote (1986), la primera obra bien difundida de Carrère. El bigote es un texto muy breve y, a la vez, es muy amplio. Un hombre se afeita un día su bigote y su idea de sí mismo se derrumba, como si hubiera despertado en el cuerpo de una cucaracha. La paranoia, la depresión y la alienación son los temas de una novela que, vista a distancia, parece remitir a los libros casi contemporáneos suyos de David Foster Wallace.

Aquel Carrère de ficción pura, casi teatral, ya llamaba la atención, aunque aún no había encontrado la personalidad por la que hoy le conocemos. Una semana en la nieve (1995) era aún una novela casi pura, oscura pero bonita, más o menos convencional. En sus páginas, un niño de nueve años, un poco deprimido por el descubrimiento de las mezquindaes del sus padres, viaja a la nieve, hace algunos amigos a medias encantadores y a medias siniestros, y se cruza con un crimen.

El núcleo duro llegó ya en el siglo XXI, en dos libros que en parte son paralelos y, en parte, se explican por oposición el uno al otro. El adversario (2009) y Limonov (2011) se parecen en la medida que son dos crónicas periodísticas /novelescas dedicadas a dos hombres escalofriantes: Jean Claude Romand (El adversario) y Edward Limónov (Limónov).

El primero fue un farsante, un hombre que se presentó ante el mundo como médico y como ejecutivo, que vivió suntuosamente gracias a sus engaños, que rumió en solitario el final de su farsa  y que, al no saber muy bien como salir  de su atolladero, mató en 1993 a su mujer, sus dos hijos y sus padres. En su momento, El adversario se leyó en paralelo a A sangre fría de Capote por la ambigüa barrera entre la crónica de los hechos probados  y la especulación literaria. Con el tiempo, el libro de Carrère parece más relacionado con la sensación de pánico de la cultura de clase media en Europa.

Limónov es algo parecido pero, a la vez, es un libro más ambicioso. La voz y la experiencia del narrador está más presente  y la personalidad del protagonista es más contradictoria que la de Romand. Al principio, Limónov se presentaba como un émulo de David Bowie en una ciudad de provincias de Ucrania: era tierno y un poco ridículo. Después cruzaba al mundo capitalista  y se convertía en vagabundo, un chapero y un superviviente que convertía su aventura en un par de libros admirables. A estas alturas Limonov era un personaje transgresor y casi heroico. En su tercera vida, Limónov aparecía alistado en el ejército de la República Serbia de Bosnia, bombardeando Sarajevo. Y, en la cuarta, convertido en un líder de la oposición más under contra Vladimir Putin. Tan under, que era a la vez fascista y comunista. ¿Qué hacer con un personaje así?

En la duda estaba el encanto del libro.

Hay más calles paralelas en al obra de Carrère. Una novela rusa y De vidas ajenas son textos biográficos que se esconden bajo la forma de la novela y de la colección de semblanzas. Una novela rusa (2008), escrita en los años dorados de la autoficción, es un libro especialmente interesante: empieza como un relato costumbrista en las amables calles de Neuilly-sur-Seine y después gira hasta convertirse en un quiz en la historia familiar y en una sátira sexual sobre su propia vida, sobre sus propios genitales.

Ese último hilo lleva hasta los últimos libros de Carrère. Yoga trata de la pelea del escritor con sus trastornos de la personalidad ( electrochoques incluidos), de sus agarraderas a la vida a través la espiritualidad. El escritor, un hombre duro y arrollador, muestra ahora sus fragilidades.

El jurado del Premio estuvo presidido por Santiago Muñoz Machado (...) El acta del jurado ha destacado la "obra personalísima" de Carrère, "generadora de un nuevo espacio de expresión que borra las fronteras entre la realidad y la ficción. Sus libros contribuyen al desenmascaramiento de la condición humana y diseccionan la realidad de manera implacable. Carrère dibuja un retrato incisivo de la sociedad actual y ha ejercido una notable influencia en la literatura de nuestro tiempo, además de mostrar un fuerte compromiso con la escritura como vocación inseparable".

Luis Alemany. El Mundo, 9 de junio de 2021

 

miércoles, 9 de junio de 2021

Disfrutar de la naturaleza a través del Camino

Los Caminos de Santiago recorren territorios muy variados, desde las Rías Altas hasta las montañas de Lugo, desde la península en donde el cabo Finisterre invade el Atlántico hasta la llanura de La Limia (famosa, por cierto, por sus patatas, que por razone claras no podían ni conocer los peregrinos medievales: las patatas vinieron de América y los europeos no llegamos a América, de la mano de Cristóbal Colon, hasta 1492). Y algunos de esos espacios disfrutan de una protección especial, catalogada en la Red Natura 2000. Pero en todo caso, el paisaje en Galicia es uno de los más espléndidos del mundo

Uno de ellos es la desembocadura del río Lambre, una vez dejado atrás el Miño, en el Camino Inglés, que tiene un gran interés desde el punto de vista ornitológico: por allí pasan cientos, miles de aves. Otro es, también un río, pero en la punta contraria del país, el Támega. Y esto último requiere una explicación. 

Existía  un Camino de Santiago secundario que transcurría y transcurre por el interior de Portugal, lleno de viejas montañas y sin grandes alturas. Es una ruta reconocida como oficial, que conste. La ciudad más fácil de encontrar en un mapa es Chaves, muy cerca de la frontera con la provincia orensana. 

Y por ahí, caminando en paralelo al río Támega, transcurre esa ruta jacobea.  O sea, va hacia el norte para unirse al Camino del Sureste. ¿Dónde exactamente? Pues es curioso, porque llega a Verín, y lo lógico sería pensar que justo ahí. Y en efecto, muchos peregrinos hacían eso, y giraban al oeste, hacia Xinzo de Limia y a la hoy turística Allariz.

Pero otros peregrinos continúan rectos por el precios valle del Támega  y su magnífico bosque de ribera, para llegar a Laza y encontrar en esa localidad -muy famosa por su carnaval- el otro desvío del Camino del Sureste, la llamada históricamente  Vereda Vieja.

Aquellos que prefieren el largo Camino del Sureste -sobre todo los que eligen ir por Verín y Allariz- van a cruzar el río Arnoya, que es una maravilla botánica y fáunica, igual que los que eligen el del Norte pasan a la altura de la lucense Villalba por una complicada red de ríos y pequeñas lagunas que también están incluidas en la Red Natura

Claro que hay más espacios dignos de ser apuntados. Por ejemplo,  la ensenada de San Simón, que ven en toda su grandeza los que recorren el Camino Portugués. La divisan cuando descienden hacia Arcade. Les quedan a la vista también dos islotes llamados Las Alvedosas, antes con vacas pastando, ahora sin vida animal de gran tamaño... 

Cristóbal Ramírez. La Voz de Galicia, miércoles 26 de mayo

martes, 8 de junio de 2021

Laurence des Cars, primera mujer presidenta del Louvre

Laurence des Cars

La historiadora del arte Laurence des Cars (Antony, Francia, 54 años) fue nombrada ayer presidenta del Museo del Louvre. Se convierte así en la primera mujer que ocupa el cargo desde la fundación del museo en 1793. Des Cars encabezará la pinacoteca  más visitada del mundo, que superó la plusmarca de los 10 millones de entradas vendidas en 2019. Lo hará con una voluntad de apertura a nuevos públicos y temáticas, similar a la que ha desarrollado en los últimos años en el Museo de Orsay, institución que dirigía desde 2017. Su proyecto titulado, Louvre 2030, con el que propone "abrirse al mundo de hoy hablando del pasado", convenció al Ministerio de Cultura y al propio Elíseo, del que depende el nombramiento de los responsables de los mayores museos franceses, como el Louvre, el Museo de Orsay, el Centro Pompidou  y el Palacio de Versalles.

"El Louvre puede ser plenamente contemporáneo. Necesitamos perspectiva, salimos de una crisis que nos desestabiliza. Vivimos una época apasionante pero complicada", explicó Des Cars en su primera entrevista como presidenta, en la radio France Inter. "El museo es la caja de resonancia de la sociedad. Siempre ha reflejado al mundo que lo rodea. No se trata solo de un lugar de conservación, sino también de transmisión. Hay que escuchar al público y sus distintas sensibilidades", afirmo Des Cars, que opina que el Louvre tiene mucho que decir a los jóvenes. "Estarán en el centro de mis preocupaciones como presidenta", añadió.

Formada en la Sorbona y la Escuela del Louvre, Des Cars empezó su carrera en el Museo de Orsay en 1994, haciendo inventario de los marcos que criaban polvo en sus archivos. Esta especialista en arte del siglo XIX y comienzos del XX no tardó en asumir proyectos de mayor envergadura: en 1996, orquestó el ingreso de El origen del mundo, el polémico cuadro de Courbet, a las salas de la institución, donde se hizo cargo de exposiciones dedicadas a Thomas Eakins, Édouard Vuillard o Edward Burne-Jones, entre otros pintores decimonónicos. Permaneció en el Museo de Orsay hasta 2007 cuando fue nombrada directora científica de la agencia France Muséums, a cargo del desarrollo del proyecto Louvre Abu Dabi y de la adquisición de su colección en los años previos a su inauguración. Después dirigió el Museo de la Orangerie entre 2014 y 2017, cuando regresó a Orsay convertida en su máxima responsable. Allí ha protagonizado una programación respetuosa con la solemnidad del centro, pero también muy renovadora, con proyectos a cargo de artistas contemporáneos como Marlene Dumas, Tracey Emin o Julian Schnabel.

Des Cars desciende de una familia aristocrática en la que abundan los intelectuales, pero se ha desmarcado con un discurso que cuestiona  ciertos privilegios y jerarquías sociales. Por ejemplo, su exposición El modelo negro que triunfó  en el Museo de Orsay en 2019, dirigía una mirada crítica a la representación de hombres y mujeres negros en el arte de los últimos siglos...

Álex Vicente. París. El País, jueves 27 de mayo de 2021