miércoles, 31 de marzo de 2021

En el fondo de un abismo

Emmanuel Carrère
En lo que va de año se han publicado en España unas cuantas novedades francesas.  Dos de ellas sobre la salud mental y el bienestar psíquico, de plena actualidad en estos tiempos del covid, aunque ambos fueron escritos antes de la aparición del virus: Yoga de Emmanuel Carrère (Anagrama, 24 de febrero 2021), El baile de las Locas, Victoria Mas (Salamandra, 4 de febrero  2021). Hoy les presentaré el primero.

El título que he escogido para el artículo: En el fondo de un abismo, parece contradictorio con Yoga . Dos cosas que no parecen ir juntas. sin embargo van juntas.  Escribir sobre "esa hermosa actividad a la vez física y meditativa, es decir espiritual" era el objetivo de Carrère cuando empezó el libro en 2015. Quería escribir un libro "sonriente" sobre el yoga pero  la depresión lo derribó.

 Ese es el núcleo del libro, su caída en una depresión profunda que le llevó, en 2017, a Sainte-Anne, un psiquiátrico de París donde fue diagnósticado bipolar tipo 2. En el que permaneció hospitalizado 4 meses. En una de la entrevistas con motivo de la publicación del libro en España, describe así lo que vivió: "En un momento de depresión profunda, es decir, lo que los psiquiatras llaman depresión melancólica"-melancólico no significa estar un poco triste, significa estar en el fondo de un abismo- ni el psicoanálisis ni la meditación fueron un auxilio." Lo que me ayudó a remontar fue la química". Aunque él hubiera preferido decir que mejoró gracias a un trabajo existencial filosófico y espiritual.

El libro, maravillosamente escrito, como es habitual en este escritor, puede resultar desconcertante para el lector, que, en una primera lectura, tiene la impresión de que hay un vacío, de que falta algo. Sobre todo para el lector inocente que no esté al tanto de la otra "historia" surgida en torno a él.  Existe otra versión secreta que no es la publicada. Su mujer  entre 2011 y 2020, "diez años que fueron lo mejor de mi vida", la periodista Hélène Devynck, durante el proceso de divorcio, le exigió que borrara todas las menciones a ella. Lo que obligó al escritor a  rehacer el libro. Para algunos críticos no es su mejor libro sino varias historias unidas: un libro sobre el yoga y la meditación, los atentados de Charlie Hebdo, un reportaje sobre los inmigrantes en una isla griega, un amor y sus amigos desaparecidos. Otros críticos y lectores, entre los que me encuentro, recomendamos con entusiasmo este libro. Porque es interesante, porque es conmovedor, porque es una lección de vida. Porque el escritor es un narrador extraordinario, por su modo tan honesto de abordar la depresión, algo que en mayor o menor grado algunos hemos conocido. Por su cultura, por sus citas de Simone Weil a Montaigne, o Jean-François Revel. Por la habitación del hotel Cornavin, por la Polonaise de Chopin...

El autor no abandona nunca su objetivo de escribir sobre el yoga. Al contrario, con sus definiciones, sus reflexiones sobre esta disciplina consigue la unidad de esas historias que algunos consideran como una sucesión de diferentes artículos.  Catorce definiciones que desmadeja a lo largo del libro, de las que citaré algunas por el orden en el que las trata: "Llamamos meditación a observar la respiración. Respiración normal y respiración invertida, pequeña y grande circulación. La técnica se aprende en cinco minutos. Consiste en sentarse y permanecer un cierto tiempo inmóvil y en silencio. El interés de la meditación está en suscitar en la persona una especie de testigo que espía el torbellino de nuestros pensamientos sin dejarse llevar por ellos. Aspira a la construcción paciente de un estado de quietud y de deslumbramiento. La tarea consiste en tratar de salir de la rueda  de cambios y sufrimientos  a lo que llamamos la condición humana para acceder al nirvana que es la vida real. Examinar lo que es ese magma al que llamamos identidad. Asumir las contrariedades de la vida. Aprender a no juzgar. Prestar atención, agudizar la facultad de atención...
La ley de la alternancia: todos los fenómenos de la vida van dos a dos y se engendran recíprocamente: el día y la noche, alegría y tristeza, vida y muerte... Completan el relato algunas de sus experiencias logradas con la práctica del yoga: el dojo de la Montaña de Sainte-Geneviève,  el lobo, la luz ...

Toda esta sabiduría no le ayudó cuando se sumió en la depresión y por primera vez en su vida acudió a la consulta de un psiquiatra, no  de un psicoanalista, como en otras ocasiones. Un hombre dulce y humano por el que siente gratitud. Hoy Emmanuel Carrère ha recuperado su salud y su amor a la vida. Así se despide del libro y de sus lectores: "Me gustaría desearnos buena suerte, a él, a mí,  a tí lector. Pasada la última página que no está lejos, podríamos sentarnos un minuto juntos. Cerrar los ojos, callarnos, quedarnos un poco tranquilos. No os olvidéis de apagar la luz al salir".

Carmen Glez Teixeira


martes, 30 de marzo de 2021

Las hermanas Van Gogh toman la palabra

Will Van Gogh, una de las hermanas
del pintor

La vida y distinta suerte de Anna, Elisabeth y Willemien van Gogh, las tres hermanas de Vincent, el famoso pintor neerlandés, han pasado casi desapercibidas debido a la potencia arrolladora del legado fraterno. Aunque el artista dependió económicamente de su hermano Theo, que siempre dijo que su obra sería reconocida, y así ocurrió a su muerte. Mucho antes de que su firma bastará para valer millones, sus cuadros sirvieron para auxiliar a Willemien, la pequeña de las tres. Los problemas mentales afectaron a varios miembros de la familia y la venta de parte de los 17 cuadros que ella tenía en casa permitió sufragar su ingreso en un centro especializado, donde estuvo 39 años internada. En cierto modo, fue como si su hermano Vincent (2853-1890) hubiera conseguido, al fin, devolverle la ayuda que él recibió en vida.

Gracias al estudio de las 900 cartas conservadas de Vincent van Gogh parece saberse casi todo del artista. Menos conocida es la correspondencia entre sus hermanas, formada por centenares de misivas guardadas en el archivo del museo del pintor, en Amsterdam. Al estar escritas en neerlandés no han despertado el interés internacional de las de su hermana que se expresaba también en inglés y francés, pero muestran a unas mujeres con personalidad propia marcada por las convenciones sociales y el paso del siglo XIX al XX. En una de ellas Anna, la mayor, que mantuvo una relación distante con Vincent, admite en 1909 su asombro ante el precio obtenido por la venta de uno de sus lienzos para pagar los cuidados de Willemien. Se lo dice a su cuñada, Jo Bonger, viuda de Theo van Gogh, con estas palabras:"Vaya cifra. Quién podía imaginar que Vincent contribuiría de esa forma al sostén económico de Wil (el apodo familiar de la pequeña). Theo siempre dijo que esto pasaría, pero qué sorpresa", escribe. Le dieron por la pintura 600 florines de la época, unos 6.800 euros de 2016, según cálculos del Internation Institute of Social History, de Amsterdam. Muy lejos todavía de los 13 millones de euros pagados en París este jueves en una subasta de Sotheby´s por Scène de rue à Montmartre (Escena callejera en Montmartre)...

Las cartas han sido analizadas por el historiador del arte neerlandés Willen-Jan Verlinden en su libro De zussen Van Gogh/Las hermanas Van Gogh, cuya traducción al inglés será publicada en abril en el Reino Unido y Estados Unidos. Las considera un tesoro porque habían estado eclipsadas. "Son unas mujeres muy interesantes que en cierto modo no encajaron al estar sujetas al qué dirán", según explica el autor, en conversación telefónica...

Isabel Ferrer. La Haya. El País, domingo 28 de marzo de 2021.

lunes, 29 de marzo de 2021

Crónicas de la edad ingrata

Fotograma de Una niña

Sebastián Lifshitz (París, 1968) se hizo un nombre en la penúltima década con olvidables ficciones homosexuales como Primer verano o Plein Sud, pero acabó encontrando su identidad como cineasta en el documental. El director francés lleva 10 años centrado exclusivamente en este género, donde ha experimentado una plenitud artística que confirman sus dos últimas películas: Una niña, a punto de llegar a las salas españolas tras haber sido uno de los fenómenos de 2020 en su país (fue estrenada por la cadena Arte, donde la vieron 3,5 millones de espectadores), y Adolescentes, disponible en plataformas de streaming, que triunfó en lasa salas francesas...

La primera es el emotivo retrato de una niña transgénero de ocho años enfrentada a una sociedad que la rechaza con gran violencia. La segunda, tal vez su mejor retrato hasta la fecha, recoge el paso a la madurez de dos jóvenes, en la Francia semirrural, dos amigas inseparables a las que el tiempo acabará distanciando. "La ficción cinematográfica funciona, a menudo, a partir de arquetipos, mientras que el documental permite reflejar la complejidad de una vida", asegura Lifshitz, entrevistado en París. "Filmo a anónimos que adopto como héroes del presente, que me hacen entender mejor la época actual y las restricciones que impone nuestra sociedad. Cada individuo lleva en su interior un relato increíble. Basta con ponerse a escucharlo".

Los dos proyectos, que tenían que estrenarse con un año de diferencia antes de que la pandemia los hiciera coincidir en el tiempo, forman un díptico con muchas cosas en común. De entrada, la apuesta por un tiempo de observación muy largo -cinco años de rodaje en el caso de Adolescentes y 12 meses en el de Una niña- y la elección como protagonistas de jóvenes que intentan definir su identidad y luego afirmarla frente a un entorno que preferiría que se limitaran a amoldarse a la norma. Sasha, la niña trans, es un caso extremo de esta tensión, al enfrentarse "a la ferocidad de esquemas de género particularmente binarios", como opina el director. Pero también afecta, de otra manera, a Emma y Anaïs, las heroínas de Adolescentes,  inmersas en el proceso de separarse de sus padres para hacerse adultas. "Quise observar la construcción de un individuo a lo largo del tiempo y reflejar cómo el yugo social deja un escaso margen para que este se convierta en quien quiera. Los referentes son poderosos y autoritarios, y casi siempre empujan hacia el conformismo", afirma Lifshitz. "Es fascinante ver cómo alguien termina convirtiéndose en un ser autónomo, aunque esa batalla nunca esté ganada desde el comienzo"...

Álex Vicente. Babelia. El País, sábado 6 de marzo de 2021

domingo, 28 de marzo de 2021

El maestro de cine a escala humana

Bertrand Tavernier (Franco Origlia /Getty images)

El director francés Bertrand Tavernier, maestro de un cine a escala humana que siempre se mantuvo pegado a la realidad social, falleció ayer a los 79 años, según anunció el Instituto Lumière, que presidía en Lyon, su ciudad natal, desde 1982. El centro no informó de las causas de su muerte. Tavernier firmó películas comprometidas con las causas justas, aunque también partidarias de la licencia poética. Fue u gran defensor del legado de Dumas, Zola y Victor Hugo, una admirador incondicional del jazz estadounidense y de la buena mesa, y un militante que combatió por la excepción cultural, pr la causa de los sin papeles y de las deprimidas banlieues, y contra una tentación extremista que, décadas después de llegar al mundo en plena guerra mundial, veía regresar, con inmenso pesar, en todo el continente europeo.

Tavernier fue una de las grandes figuras, junto a André Téchiné o Jacques Doillon, de la generación de cineastas que surgieron justo después de la nouvelle vague. No se caracterizó por el mismo rupturismo que sus mayores, salvo en su voluntad de evitar cierta tendencia al solipsismo y de restaurar el relato tradicional y el registro realista como formas cinematográficas válidas y estimulantes. El director asumía como propia una cita célebre de Samuel Fuller, esa que reza que las películas deben surgir de los enfados, de esos brotes de cólera en los que este hombre de silueta pesarosa parecía un especialista, como sabe cualquiera que se cruzara con él en su larga trayectoria. A menudo, a su obra se le colgó la socorrida etiqueta de cine social, que a Tavernier no le convencía del todo. "Nunca he trabajado a partir de problemáticas sociales, sino de personajes. Una situación social nunca puede ser el tema de una película", aseguró una vez.

En Francia, tras el período glorioso que vivió en los ochenta y noventa, con títulos como La muerte en directo (1980), Un domingo en el campo (1984), Alrededor de la medianoche 81986), La vida y nada más (1989), Ley 627 (1992), La hija d'Artagnan (1994), La carnaza (1995), Capitán Conan (1996) y Hoy empieza todo (1999), Tavernier quedó algo arrinconado, poco conectado con las tendencias en boga, más respetado que celebrado. Tal vez más querido fuera de su país que dentro, como él admitía con media sonrisa. "No puedo negar que la primera gran recompensa que recibo procede del extranjero, pero tampoco diría que Francia me ha tratado mal. Por ejemplo he ganado cuatro César. Conozco a cineastas a los que se aprecia todavía menos", ironizaba en la Mostra de Venecia en 2015, donde recibió un premio honorífico, el primero y el último de un gran festival. "Lo que cuenta es que siempre he rodado las películas que quería hacer y que lo he hecho con total libertad. De algunas de ellas me siento orgulloso. Cuando a los 13 años me dije que quería ser director de cine, nunca imaginé que tendría una vida tan extraordinaria", añadió entonces.

sábado, 27 de marzo de 2021

Una casa en la campiña francesa cerca de Tours

Después del fenómeno editorial que supuso la publicación de La elegancia del erizo. Muriel Barbery decidió cambiar de vida. Dejó Francia y se instaló durante dos años, 2008 y 2009, en Japón. Primero fue becada para una residencia literaria en la Villa Kuyoma y luego se quedó en Kioto. "El éxito llegó en un momento en el que tenía sueños de viaje y deseos que el libro me permitió cumplir. No fue abrumador; al contrario, me liberó de lo que no quería hacer y me abrió otra puerta", explica. Esa fama repentina le sobrevino cerca de los cuarenta años y le sirvió para dejar la docencia -hasta entonces había sido profesora de filosofía-, recorrer mundo y dedicarse de lleno a la escritura.

En las novelas que siguieron a La elegancia del erizo -La vida de los elfos en 2015 y Un país extraño en 2019- Barbery exploró otras dimensiones, habló de seres sobrenaturales y ahora, con el lanzamiento de Una rosa sola ( Seix Barral), ha dejado esos mundos para volver a la realidad y viajar, por fin, a Japón. "Durante 10 años fui incapaz de escribir sobre Kioto. Había tomado notas pero no conseguí escribir sobre la ciudad, para mí era imposible, no podía imaginar una historia allí", explica tímida pero sonriente a través de Zoom. Habla desde la casa en la que vive desde hace un año, situada en una zona del centro de Francia cercana a Tours. Afirma que desde que volvió a su país en 2015 -después de Japón pasó un tiempo en los Países Bajos -tenía claro que necesitaba regresar al campo. "Significaba volver a mi vida de la infancia, con árboles, ríos, bosques, un tipo de soledad familiar... Fuera está la campiña, es la Francia típica de las fotos de viñedos, y en el interior están todos los objetos que me traje de Kioto, se nota el gozo que siento al rodearme de elementos propios de Japón y de mis viajes por Asia, y eso se mezcla con mi vida occidental", subraya. Rose, la protagonista de su nueva obra, es una francesa de 40 años que también siente ese deslumbramiento al llegar al país nipón, y como la propia Barbery, toma un rumbo nuevo en su vida. "Antes de empezar a escribir la novela no sabía prácticamente nada de ella, solo que iba a ser la historia de una mujer que va a pasar de lo peor a lo mejor y que de repente tiene que enfrentarse a un cambio radical que provoca una metamorfosis" (...).

viernes, 26 de marzo de 2021

El blues viajero del trovador bereber

La historia del arte de los rrways, poetas y cantantes bereberes del Alto Atlas, el Anti-Atlas y la región de Souss, es uno de los grandes estilos de música popular marroquí y la memoria de una escena musical en constante mutación. Para Aboulkacem-Afulay el Khatir, del Institut Royal de la Culture Amazighe de Rabart, "la práctica de los rrways es el resultado de las mutaciones de las comunicadades bereberes del sur, que tuvieron que afrontar la presión política y económica de finales del siglo XIX". Rrways es el plural de rrays, un préstamo tomado de la lengua árabe que significa jefe o maestro y remite a los cantantes profesionales de los grupos bereberes del sur de Marruecos. Poetas y cantantes itinerantes que deambulan por las villas (más tarde por las ciudades) siguiendo los pasos de los migrantes tras el establecimiento del protectorado francés, aunque su actividad de manera prioritaria y amateur había comenzado ya a fines del XIX. Aviso para navegantes: la singular plaza de Jemaa el Fna de Marraquech, es parada habitual para estos artistas que han preservado el lenguaje musical original hasta los tiempos actuales...

Ahora gran parte de este gozoso patrimonio inmaterial se ha recogido en la antología Rrways. Voyage dans l'univers des poètes-chanteurs itinérants amazighes, dirigida por Brahim el Mazned, director del Festival Timatar, en Agadir, y de la feria Visa For Music, en Rabat, quien ya impulsó en 2017 una compilación de música aïta. Diez cedés, resultado de muchas horas de grabación en el estudio Hiba, en Casablanca, entre abril y junio de 2019, albergan 100 canciones registradas por 49 artistas (hombres rrways y mujeres-tarrwaysin ) y una orquesta de varios músicos...

Un libreto en francés y otro en inglés, de 125 páginas, firmados por El Mazned dan buena cuenta del viaje a través del tiempo de la música de los amazighes, de su morfología y de sus instrumentos, de las primeras grabaciones, de los artistas primigenios y de las biografías de los participantes en la antología...

Javier Losilla. Babelia. El País, sábado 13 de marzo de 2021.

jueves, 25 de marzo de 2021

Libros para una revolución

Desde su final, la Comuna produjo una enorme bibliografía, sobre todo testimonial. De hecho, una obra que, en 2006, recogía todos los libros sobre aquella revolución ocupaba 600 páginas y tenía 5.000 entradas. Entre los primeros testimonios destaca el de Prosper Olivier Lissagaray, uno de los dirigentes del movimiento, titulado, Historia de la Comuna de París 1871, que acaba de editar Capitán Swing. Lissagary logró escapar a Londres, como otros dirigentes communards, y allí mantuvo una larga relación con Eleanor Marx, hija de Karl Marx, un gran admirador de la Comuna. 

El libro de Merriman Masacre, es el último publicado en castellano sobre la revolución, aunque este verano se editó una novela policíaca ambientada en aquellas semanas, Bajo las llamas (Reservoir Books), de Hervé Le Corre. Pese a ser uno de los primeros grandes acontecimientos fotografiados, junto a la Guerra de Secesión estadounidense, es recordada también por el cuadro de Maximilien  Luce, Une rue de Paris en mai de 1871, que muestra la represión versallesca, y por dos litografías del impresionista Édouard Manet, también centradas en la violencia política. El gran relato de la Comuna es un tebeo de Jacques Tardi, basado en un libro de Jean Vautrin, El Grito del pueblo (Norma Editorial), que refleja lo ocurrido con toda la precisión obsesiva del dibujante francés.

Guillermo Altares. Madrid. El País, 13 de marzo de 2021

miércoles, 24 de marzo de 2021

La ruta por la que llegaron los huesos de Santiago

Ruta del Mar y Río Ulla

Dice la tradición y la leyenda que el cuerpo sin vida de Santiago el Mayor -uno de los doce apósteles de Jesús- llegó a Galicia desde el fin del mar Mediterráneo en una barca de piedra que remontó las aguas de la Ría de Arousa, enfiló hasta la desembocadura del río Ulla y fue a atracar a Padrón. Ese recorrido, en lo que se refiere a Galicia,  es hoy un Camino de Santiago oficialmente reconocido y llamado Ruta del Mar de Arousa y Río Ulla

Por lo tanto quien desee peregrinar por él tendrá que disponer de una embarcación. La que sea. Propia o alquilada. O simplemente uniéndose a un remonte que se lleva a cabo todos los años en el mes de julio desde uno de los puertos de la ría hasta Padrón. 

Y navegara acercándose más o menos a numerosas islas e islotes: los dos Xidoiros (uno de ellos , el Areoso, está lleno de restos prehistóricos), la pedregosa Rúa (hace más de 80 años fue situado alli un cañoncillo, que ya no está, las dos Malveiras (está prohibido pisarlas), la gran Isla de Arousa (con el parque natural de O Carreirón) y Cortegada (con el bosque de laurel más alto de Europa) por citar las más relevantes.

Pero este itinerario tiene otra característica que produce asombro: presume, y con razón, del único viacrucis fluvial del mundo. Es decir, una serie de cruces colocadas en las islas e islotes y en las orillas de la ría a partir de los años sesenta del siglo pasado, la primera de las cuales se divisa en lo alto de la Malveira Grande. Destacan entre todas, las tres que forman el calvario de punta Patiño, en el municipio de Rianxo, y sobresale también el topónimo de Illa do Rato, esta en Catoira y donde, claro está, hay otro ejemplar. Resulta sencillo imaginar de donde le viene el nombre desde tiempos inmemoriales. El punto final es otro crucero que, en realidad, no es tal, aunque lo parezca a primera vista, porque encima de su fuste y de su capitel lo que se encuentra el visitante es un Santiago Peregrino. Un magnífico final que se alza en el principio del puente de Pontecesures. Porque por allí mismo pasa el Camino Portugués, que gracias a ese puente salva el Ulla y lleva al caminante a Padrón y después a Santiago de Compostela, que solo dista unos veinte kilómetros.

Critíbal Ramírez. La Voz de Galicia, miércoles, 10 de marzo de 2021

martes, 23 de marzo de 2021

El universo de Jean Prouvé

Casa Prouvé

Jean Prouvé diseñó casas prefabricadas, edificios con aluminio, produjo en serie muebles sencillos, elegantes, resistentes y funcionales. Concibió su trabajo para el mayor número de personas posible. Alejado del elitismo creyó que la sociedad del siglo XX que había superado dos guerras mundiales podía beneficiarse de la industrialización de la construcción. Una idea que le convirtió en una figura clave del diseño de aquella época para expertos, estudiantes y amantes de la construcción, la arquitectura y el mobiliario, pero no para una mayoría para la que hoy sigue siendo un desconocido, CaixaForum Madrid, en colaboración con el Centro Pompidou de París, reivindica la figura de Prouvé  en una gran retrospectiva que recuerda que a partir de materiales en apariencia endebles ensamblados en estructuras multiplicables, se puede hacer historia. 

No tenía el título de arquitecto, tampoco el de diseñador. Prouvé (París, 1901-Nancy, 1984) empezó como herrero, con la forja, después se pasó a la construcción y finalmente a la industria. Se hacía llamar industrial porque pretendía trasladar su fascinación por la aviación y el automóvil a la construcción. "Obsérvese que los objetos más industrializados, ya funcionen sobre ruedas, vuelen o sean estáticos, son los más innovadores y en desarrollo constante, tanto en calidad como en precio", se lee en la exposición. "La única industria que no funciona es la de la construcción".

Diseño de Jean Prouvé

Sus materiales fueron el metal, la madera, las estructuras tubulares, las chapa plegada que le permitieron cumplir con su objetivo: que sus piezas fueran útiles y duraderas. "Un planteamiento que no le impidió trabajar con grandes arquitectos como Le Corbusier y Robert Mallet-Stevens", recuerda Marjorie Occelli, la comisaria de la muestra El universo de Jean Prouvé. Arquitectura/ Industria/Mobiliario. Las 235 piezas -de las que 146 son originales-, entre maquetas, planos, fotografías, dibujos, mobiliario, documentos  y facsímiles, de la exposición recorren el trabajo de Prouvé y desvelan, además, que en cada una de sus líneas había una intención ideológica. Europa se derrumbaba en mitad de la II Guerra Mundial y Prouvé decidió colaborar con la Resistencia, asumir la alcaldía de Nancy ( 1944) y no dejar de idear edificios útiles en un contexto bélico. Con Le Corbusier construyó pabellones (con dormitorios, comedores, enfermería) con un sistema que combinaba pórticos centrales y elementos modulables para las fachadas.

De aquellos diseños salieron piezas que después se adaptarían a sus viviendas prefabricadas. "Mis casas son muy sencillas porque creo que la industrialización solo es posible con un reducido numero de componentes", dijo Prouvé... Por eso, como se muestra en la exposición, abogó por tratar de convencer a una mayoría  de que este tipo de alojamiento era una alternativa. Para conseguirlo, en 1946 se hizo con la fábrica de Maxéville, adaptada a la fabricación en serie. Allí produjo las piezas de sus construcciones que después se montaban en la misma obra. Con este método construyó la Casa Tropique (1949), la Casa Métropole (1950) y la Casa Coque (1951), tres de sus obras más conocidas que se ensamblaban a partir de paneles curvos sobre soportes metálicos.

Cada una de estas construcciones las ideaba con el mobiliario. "Siempre decía que construir un mueble o una casa era lo mismo"., recuerda Olivier Cinqualbre, el otro comisario de la exposición...

La mayor parte de estas piezas forman parte de los fondos del Centro Pompidou gracias a las donaciones que hicieron los hijos del industrial que permitieron que otras instituciones públicas, particulares y antiguos colaboradores de Prouvé entregaran al museo francés las obras que conservaban. El trabajo del creador está a buen recaudo en una institución cuyo diseño contribuyó a decidir. Prouvé fue miembro del jurado que otorgó la construcción de la sede del Pompidou a los arquitectos Renzo Piano y Richard Rogers...

Ana Marcos. Madrid. El País, viernes 5 de marzo de 2021

lunes, 22 de marzo de 2021

La Comuna y las mujeres

La Comuna de París estalló el 18 de marzo de 1871, tras la derrota francesa ante Prusia. La capital había padecido, bajo el asedio alemán, una hambruna tremenda, además de constantes bombardeos. Cuando las tropas francesas se rindieron, el pueblo tomó el poder. El 26 de marzo se celebraron elecciones, por las que se eligió un gobierno popular. Su símbolo fue una bandera roja, que inspiró la insignia del movimiento comunista. El 21 de mayo las tropas gubernamentales entraron en París desde Versalles y lanzaron una represión salvaje. Los communards cometieron también crueldades, como el fusilamiento de sacerdotes y prisioneros, y quemaron muchos edificios públicos cuando se supieron derrotados. Como ocurriría pocos años más tarde con el caso Dreyfuss, la Comuna dividió a la sociedad y a los intelectuales franceses. Curiosamente, uno de los críticos más encendidos del movimiento revolucionario fue Émile Zola quién luego se convertiría en un símbolo de la lucha por la libertad.

Los communards decretaron el control de precios de la comida, expropiaron bienes, entregaron empresas a sus trabajadores... Merriman sostiene que uno de los anclajes más rotundos con la Francia actual es la reivindicación por la lucha contra la exclusión social: "Se ha hablado de la Comuna como la venganza de los expulsados, de los pobres echados del centro de París por los planes del barón Haussmann y la construcción de los grandes bulevares. Fueron obligados por un decreto imperial de 1852 a abandonar sus casas por una indemnización ridícula. Ahora se habla mucho del desafío de la integración al que se enfrenta Francia, y eso empezó en la Comuna".

Otro perdurable legado de la Comuna fue su combate por la igualdad entre sexos: hasta entonces ninguna revolución había puesto de una forma tan clara a las mujeres en el centro de la lucha. Estuvieron en las barricadas y en los comités, en el frente y en la política. Junto al escritor y político Jules Vallès, el símbolo máximo de la revolución fue la anarquista Louise Michel, una luchadora que se salvó de la represión, aunque no del exilio. Es raro que haya una manifestación reivindicativa en Francia en la que no aparezca una pancarta con su rostro. De hecho, dio en 2020 el nombre a un barco de rescate de migrantes en el Mediterráneo, financiado por Bansky.

Sobre aquellas mujeres se abatió una leyenda negra: se convirtieron en las pétroleuses/ las petroleras, acusadas de haber prendido fuego a los edificios públicos. Sin embargo, no existe ninguna prueba de que participasen más que los hombres en el aquelarre. Como explica Godineau: "En una época en la que las mujeres estaban relegadas a la esfera privada, los contrarios a la Comuna denunciaron violentamente su presencia en este movimiento. Las petroleras son una consecuencia de aquello y por eso son representadas como mujeres "desnaturalizadas". Aunque se trata de una leyenda, la palabra petrolera ha pasado incluso a la lengua francesa para designar una mujer progresista y reivindicativa"...

Guillermo Altares. Madrid. El País, 13 de marzo de 2021

domingo, 21 de marzo de 2021

La revolución interminable de la Comuna de París

El gran investigador de las revoluciones, François Furet, escribió  sobre la Comuna de París: "Ningún acontecimiento de la historia reciente de Francia, o de toda su histoira, ha provocado un interés tan exagerado en relación con su brevedad". Fueron solo 72 jornadas, desde el 18 de marzo hasta el 28 de mayo de 1871, cuando los últimos focos de resitencia de los communards fueron aniquilados, en medio de una represión salvaje. Sin embargo, su eco resuena hasta nuestros días. La conmemoración de aquellos 50 años sobre la revolución sobre la que Marx escribió que trató de "asaltar los cielos" no ha estado exenta de polémicas, pero tampoco de novedades literarias y culturales y actos oficiales.

Un ejemplo de que la Comuna mantiene muy viva la conciencia colectiva francesa es que un libro de 1.400 páginas, titulado La Comuna de París 1871: Les acteurs, l'évenement, les lieux, coordinado por el historiador Michel Cordillot, se agotó en apenas unas semanas, convertido en un insospechado éxito de ventas. "Su relevancia en la historia de Francia es enorme", explica el investigador estadounidense John Merriman, autor de Masacre, Vida y Muerte en la Comuna de París (Siglo XXI) y profesor de la Universidad de Yale. "Sin embargo, resulta interesante que en Paris, más allá del Muro de los Federados, en el cementerio de Père Lachaise, prácticamente no haya recuerdos de la Comuna", señala en una conversación por videoconferencia.

El Muro de los Federados es el lugar donde 147 communards fueron fusilados al final de la llamada Semana Sangrienta, cuando las tropas del presidente Adolphe Thiers asesinaron a miles de ciudadanos acusados de haber apoyado la revolución. "La importancia de la represión no es solo por el número de muertos, todavía objeto de debate (algunos historiadores hablan de 6.000, otros elevan la cifra hasta 30.000)", sostiene Merriman. "Es relevante porque muchas personas fueron asesinadas solo por el mero hecho de existir. En mi libro cuento la historia de un obrero detenido por las tropas de Thiers. Le piden que enseñe las manos y cuando comprueban que pertenecen a un trabajador manual, le fusilan allí mismo. Y se conocen muchos casos parecidos".

Año tras año,  aquel paredón centra los homenajes de la Comuna, que en este aniversario se ampliarán a otros lugares de la capital, con 50 eventos y exposiciones organizados por el Ayuntamiento de París, gobernado por la socialista Anne Hidalgo. La oposición ha criticado este despliegue acusando al consistorio de instrumentalizar la conmemoración por motivos electoralistas. La Comuna tiene, indudablemente, una carga simbólica para la izquierda, pero con el paso de los años el debate ha ido derivando desde la política a la academia. De hecho, en noviembre de 2016, la Asamblea Nacional adoptó una resolución  para rehabilitar a las víctimas de la Semana Sangrienta, en la que además consideraba necesario "conocer y difundir mejor los valores republicanos defendidos por los participantes en la Comuna".

Sin embargo, el edificio más visible de la Comuna, que paradñojicamente fue erigido por el régimen que sofocó brutalmente la revolución, no ha sido todavía catalogado monumento nacional por falta de consenso político. Se trata de ese pastelón color merengue que desgraciadamente se ve desde casi todo París: el Sacré Coeur. Pese a ser uno de los edificios icónicos de la capital, no es monumento nacional. El debate sobre su catalogación estaba previsto para este año, pero ha sido aplazado hasta 2022 para tratar de llegar a un acuerdo. "La historia de la Comuna, asociada durante mucho tiempo a una interpretación decidamente militante, se ha renovado en Francia en los últimos años", explica la historiadora Laure Gaudineau, profesora de la Univeridad París Norte y autora, entre otros ensayos, de La Commune expliquée en images. "Sin embargo, los recientes enfrentamientos en el Ayuntamiento de París entre la oposición y la mayoría han demostrado la rápida reactivación de estas memorias enfrentadas. El tema parece menos controvertido, pero quizás eso sea solo en la superficie. Aunque tampoco debemos exagerar la importancia de estas controversias"...

Guillermo Altares. Madrid. El País, 13 de marzo de 2021


sábado, 20 de marzo de 2021

En el jardín de Voltaire

Evidentemente, este es el mejor de los mundos posibles, haciendo caso al filósofo Pangloss, tutor del Cándido inventado por Voltaire, y despreciando la pandemia, la desigualdad y otros percances que aquejan al viejo planeta azul. Ginebra es un buen sitio para evocar la muletilla de Pangloss que tanta dentera producía a Cándido. Claro que este es el mejor de los mundos posibles, y de hecho, el propio Voltaire tuvo que exiliarse en Ginebra para escapar de la represión y censura imperantes en la Francia católica y borbónica de entonces. Por otro lado, fue aquí donde se publicó en 1759, traducida del alemán, la primera edición en francés de Cándido o el optimismo. Un cuento filosófico pero inmortal, pues sigue dando que pensar, además de lustre a la literatura y a la dignidad humana. Siendo un honor que se apunta Ginebra, una ciudad que en puridad se volcó en el ensalzamiento de su ilustre paisano Calvino. En la catedral Saint Pierre casi te tropiezas con la silla de éste, pero nadie se sienta en ella porque han puesto un cordón en sus brazos.  

La ciudad suiza exhibe solidez, de la clase que da el dinero, el éxito económico. No es extraño que este lugar se incline tanto ante Calvino y casi nada ante su otro paisano  Jean-Jacques Rousseau o ante un francés exiliado y siempre provocador como Voltaire. El Museo Internacional de la Reforma tiene una sala con maniquíes parlantes en plena discusión teológica, sin obviar el tema de la predestinación. En Ginebra nunca han escaseado quienes se creen predestinados, y que se salvarán de todas formas puesto que son los elegidos. De hecho los bancos ginebrinos son un clásico consuelo para los evasores financieros, políticos ansiosos de refugio y familias reales que encuentran el sosiego fiscal  (y de todo tipo) que da el lago de Ginebra y la excelencia de su chocolate con leche. 

Ya lo repetía Pangloss, fiel discípulo de Leibniz, el filósofo del optimismo irreductible: "Todo sucede para el bien en este, el mejor de los mundos posibles". Y Cándido tenía que tragar con ello en su viaje por el globo, especialmente por la América hispana del siglo XVIII, donde no florecían los derechos humanos ni se alzaba el árbol de la libertad, la igualdad y la fraternidad. 


Instituto y Museo Voltaire

Voltaire creyó que Ginebra le protegería contra la intolerancia. En 1755 compró la finca Saint Jean y lo primero que hizo fue rebautizarla como Les Délices. Hoy es la sede del Instituto y Museo Voltaire con un jardín francés donde las plantas parecen reproducir modelos geométricos. Mucho de lo que aquí exponen se debe al buen hacer coleccionista que empezó Theodore Besterman en la década de 1950. No solo acopió obras de arte relacionadas con Voltaire, sino sus manuscritos y cartas, de las cuales él mismo editó 107 volúmenes. En las salas destacan cuadros como El despertar de Voltaire en Ferney, de Jean Hubert, con el filósofo en camisón y gorro de dormir. Y la gran escultura de Voltaire sentado de Jean-Antoine Houdon... También guardan a buen recaudo uno de los relojes de porcelana pintada, que fabricaba en los talleres de su propiedad en Ferney, su siguiente residencia.

Voltaire tiene una calle en Ginebra y no falta un modesto café que lleve su nombre. Y eso que solo vivió en la ciudad cinco años. Supuso que allí le iban a tratar mejor los reformadores ginebrinos. Aunque ya en el siglo XVII en Ginebra se había prohibido el teatro y el de François-Marie Arouet no fue una excepción. Ni siquiera recordando que en 1718 estrenó en París su tragedia Edipo, la primera obra que firmaba como Voltaire, y que había escrito en la cárcel.

Pero el filósofo e intelectual parisiense no se fue demasiado lejos de Ginebra. Un autobús que sale junto a la estación de Cornavin tiene su última parada en Ferney-Voltaire, tras pasar la invisible frontera franco-helvética. En menos de una hora se llega a este pueblo francés donde en 1760 nuestro autor adquirió una gran extensión de terreno hoy entre Francia y Suiza. Allí se alzó su château, una mansión fabulosa convertida hoy en museo volteriano -cerrado ahora por la pandemia- entre árboles centenarios y con los Alpes iluminando el horizonte. Las tierras de Voltaire llegaban hasta el aeropuerto ginebrino y, por otro lado se extendían por Suiza, casi hasta las instalaciones del Centro Europeo para la Investigación Nuclear (CERN).

Ahí descansa también la ironía. No es verdad que este sea el mejor de los mundos posibles, pero no por inquina a un planeta aquejado de cambio climático e injusticia. Al contrario, pero esa especie de gusano subterráneo de 27 kilómetros que acoge el colisionador de hadrones del CERN sí llega a otros mundos, como el del bosón de Higgs, apodado con optimismo la partícula de Dios. Ahí se plantean esos otros mundos posibles, de partículas subatómicas, universos primigenios y agujeros negros. Queda viaje. Ya lo decía el moderado y lúcido pesimista que era Cándido: "Hay que cultivar nuestro jardín".

Luis Pancorbo. El Viajero. El País, sábado 13 de marzo de 2021.

viernes, 19 de marzo de 2021

Los alumnos, el mestro y Cyrano de Bergerac

El escritor Pablo Gutiérrez. Foto: Eva Blanco
Esta es una historia verdadera y a la vez ficticia. Una de esas que parece que solo ocurren en lasnovelas o las películas, pero que, a veces, también suceden en la vida real. Una clase de Bachillerato, alumnos adolescentes a punto de dar el salto a la vida adulta, y un profesor entregado que les ayuda en ese proceso a través la literatura y el teatro. Como El club de los poetas muertos, pero en un instituto de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).

El profesor se llama Pablo Gutiérrez (Huelva, 43 años) y también es novelista. Autor de obras como Nada es crucial (2010), Democracia (2012) o Cabezas cortadas (2018), todas ellas de marcado corte social, Gutiérrez fue incluido en 2010 en la lista Granta de mejores narradores jóvenes en español. Una prometedora carrera literaria que, sin embargo, no le ha hecho desatender su trabajo como docente. Sus estudiantes le adoran y tiene fama de ser uno de esos maestros que dejan huella. Tanto es así que ambas facetas han terminado por cruzarse: acaba de ganar el premio Edebé de Literatura Juvenil 2021 por un libro inspirado en una intensa aventura que compartió en 2019 con sus alumnos del instituto Juan Sebastián Elcano de Sanlúcar,. Se titula El síndrome de Bergerac (Edebé).

Todo empezó en sus clases de Literatura Universal de 1º de Bachillerato. Solían leer libros en voz alta. Un día pusieron en televisión Cyrano de Bergerac, la famosa adaptación cinematográfica de 1990 de la obra teatral de Edmond Rostand, protagonizada por Gérad Depardieu. Un clásico en verso escrito en 1897. A sus alumnos les gustó y Gutiérrez al verlos motivados, les propuso leer el texto original en el aula. Les fascinó y dieron un paso más. Se propusieron adaptarlo y representarlo para sus compañeros.

Lo que empezó siendo una actividad extraescolar se convirtió en una experiencia iniciática  que marcó su adolescencia. Algunos superaron su timidez. A otros les ayudó a elegir su futuro universitario. Y todos quedaron para siempre enganchados a la lectura y el teatro...

Raquel Vidales. Madrid. El País, sábado 13 de marzo de 2021

jueves, 18 de marzo de 2021

Saint-Jonh Perse. "Obra poética (1904-1974)"

Saint-John Perse

"Celebración del lenguaje, la poesía de Perse es un regreso al origen del poema: el himno, exclamación ante la vida, aprobación del existir, elogio", escribió el autor mexicano Octavio Paz. Sin embargo, la celebración de Saint-John Perse (nacido Marie René Auguste Aléxis Saint-Leger-Léger; Saint Léger-à-Feuilles, Guadalupe, 1887 Giens, Provenza, 1975) no es fácilmente accesible, requiere lectura sosegada y aun así por veces se revela hermética, elíptica, huidiza. Pero basta el discurso que pronunció el 10 de diciembre de 1960 en la recepción del premio Nobel para entender que el esfuerzo merece la pena: "Fiel a su oficio, que es el de la profundización en el misterio mismo del ser humano, la poesía moderna se compromete en una empresa cuya finalidad es la de perseguir la integración plena de la persona. Nada hay de pítico en dicha poesía. Tampoco nada meramente estético. Lejos está de ser el arte de quien embalsama ni del decorador. No ensalza las perlas cultivadas ni comercia con simulacros o emblemas, y no podría conformarse con ningún brindis musical. Ella se alía, en su camino, con la belleza, alianza suprema, pero no hace  de ello su fin ni su única savia. Negándose a disociar el arte de la vida y el amor del conocimiento, es esfuerzo, es pasión, es potencia y es renovación que siempre amplía los límites. El amor es su hogar, la insumisión su ley, su lugar está por doquier en la anticipación. Nunca pretende la inexistencia ni la negación".   

Traducido al italiano por Ungaretti, al inglés por T.S Eliot y Auden, al alemán por Rilke y Walter Benjamin, al brasileño por Drummond de Andrade, llega al castellano el compendio de su obra de la mano de Galaxia Gutenberg y versión de otro poeta, el berciano Juan Carlos Mestre -en colaboración con Alexandra Domínguez-, ambos firman también un hermoso prólogo.

H.J.P. Redacción . La voz de Galicia, jueves 11 de marzo de 2021.

miércoles, 17 de marzo de 2021

Cinco mujeres en el Camino de Santiago

Conocer los distintos Caminos de Santiago desde las experiencias personales de distintos ámbitos es el eje central del programa Xacobeo Peregrinas inaugurado este sábado con un cartel de lujo compuesto por la escritora Espido Freire, la catedrática e investigadora María José Alfonso, la chef Lucía Freitas y la médica y para triatleta olímpica Susana Rodríguez Gacio, a las que se suma la escritora y presentadora de la TVG María Solar.

En un formato talk show y con un ambiente muy distendido, las invitadas desgranaron algunas de sus vivencias de la Ruta, intercambiando opiniones y anécdotas en una sala de la Oficina del Peregrino, en la que se dieron cita de forma presencial todas a excepción de Rodríguez Gacio que intervino virtualmente, y donde se sirvió una tapa elaborada por la Estrella Michelin compostelana, una versión de la empanada gallega líquida con una espuma de maíz y bonito de Burela.

Todas ellas referentes en distintas disciplinas profesionales, se convirtieron en prescriptoras del Camino de Santiago, en un encuentro en el que hablaron de la riqueza de la multiculturalidad, de la experiencia de hacer la peregrinación, de viajar sola...Además desvelaron sus respectivos momentos vitales y laborales. María José Alonso señaló la importancia y madurez de "viajar en el mundo de la ciencia" y de uno de los temas de más actualidad estos días, las vacunas.

Cada eje temático tendrá una serie de invitadas protagonistas que comparten "las mismas preocupaciones desde disciplinas distintas" y proponen "caminos singulares que cobran mayor relevancia al unirse en un reto común". Tendrán protagonismo  cada una de las diez rutas xacobeas que forman parte de los caminos a Santiago, que serán abordadas en nueve encuentros más, uno por cada ruta, con el objetivo de darlo a conocer "desde otras perspectivas, mediante un formato innovador, atractivo y próximo", tal y como señalaron desde la organización...

Toni Martín. Santiago. El Correo Gallego, domingo 14 de marzo


martes, 16 de marzo de 2021

La belleza del día: "Bailarina verde" de Edgar Degas

Bailarina verde de Edgar Degas.
Museo Thyssen-Bornemisza

En tiempos de incertidumbre y angustia, nada mejor que poder disfrutar de imágenes hermosas. La obsesión de Edgar Degas con la danza va mucho más allá de un simple gusto, una simple afición. En casi la mitad de las 1.500 piezas -las pinturas, dibujos y esculturas que se contaron tras su muerte- hay bailarinas. Ahondaba en los cuerpos femeninos que giraban en el aire, que hacían piruetas con sus estilizadas extremidades, y buscaba, con su pincel, con la fuerza del impresionismo, capter los movimientos imposibles de esas mujeres.

Durante la época que más pintó el artista -la segunda mitad del siglo XIX- el ballet no era considerado un espectáculo refinado, como sí lo es hoy. "En aquellos tiempos se asociaba de algún modo a la prostitución (...) La inmensa mayoría del público del Teatro de la Ópera de París eran hombres acomodados de mediana edad que, más que la danza, lo que iban a ver era la desnudez de brazos y piernas de las bailarinas", cuenta Raphaël Bladé en la revista Historia y Vida. 

Degas disfrutaba como pocos de los placeres de la Belle Époque, ese período de la historia francesa entre la Guerra franco-prusiana de 1871 y el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914. En esas poco más de cuatro décadas el arte y la bohemia fueron  bandera. Ir a ver ballet era su salida perfecta. Dicen que podía ver una misma función treinta veces. Antes y después del espectáculo  bebía y conversaba en el foyer con artistas e intelectuales de la época.

Cuando comenzó a pintar las postales de la danza ya estaban ahí. El publico adoraba su estilo impresionista pero también los temas que elegía. De a poco se convirtió en uno de los intelectuales del movimiento impresionista y en un gran cronista pictórico de su tiempo. Solía decir que el ideal de la fama era que todos hablen de él y amén de sus obras pero que nadie lo conociera, para poder caminar tranquilo por cuanto lugar quisiera.

"Por el influjo de la fotografía y de los grabados japoneses, Degas crea un espacio pictórico descentrado y truncado. Para él la realidad, transitoria e incompleta, debía ser plasmada de forma fragmentaria. La fugacidad de la acción es captada con los trazos rápidos de la técnica del pastel, que el pintor aplica en gran virtuosismo", escribe Paloma Alarcón sobre la obra que hoy presentamos como la belleza del día: Bailarina verde cuyo título original  era Bailarina basculando.

Pintado entre 1887 y 1879 -se desconoce la fecha exacta-, este cuadro está hecho en pastel y guache sobre papel. Mide 64 centímetros de alto por 36 centímetros de ancho. Uno de los primeros dueños del cuadro -sino el primero- fue el pintor británico Walter Sickert, un gran admirador de Degas. Ocupaba un lugar privilegiado en su casa en Wes Hampstead. Lo llamaba Bailarina verde, posiblemente por indicación del propio Degas.

Esta colorida, fascinante y conmovedora obra se encuentra hoy en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, en Madrid. Junto con Músicos en la orquesta (1872. Instituto Städel), La clase de ballet (1871-1874, Museo de Orsay) y Ensayo (1878-1897, Museo Metropolitano), entre tantos otros cuadros, forman una serie, la de su obsesión por el ballet. Una vez la coleccionista estadounidense Louisine Havemeyer le preguntó porque pintaba tantas bailarinas.

-"Porque Madame, solo en ellas puedo redescubrir el movimiento de los griegos"- respondió el artista...

Infobae, 14 de marzo de 2021

lunes, 15 de marzo de 2021

Profeta en los César

La virgen de agosto del español Jonás Trueba (Madrid, 39 años), competirá por el premio a la mejor película extranjera en la gala de los César, los galardones del cine francés, tras haberse convertido en uno de los éxitos sorpresa del año pasado en ese país. La obra que se estrenó en España en el verano de 2019, no logró ninguna candidatura a los Goya de ese año, pero aspira ahora a vencer a sus rivales en la categoría: 1917, de Sam Mendes; Dark Waters, de Todd Haynes; Corpus Christi, de Jan Komasa; y la que parece su mayor competidora: Otra ronda, de Thomas Vinterberg. Si gana será la primera vez que el cine español se imponga en esa categoría desde el año 2000, cuando Pedro Almodóvar se alzó con el galardón gracia Todo sobre mi madre.

Este proyecto íntimo y modesto de Jonás Trueba está protagonizado por una chica recién separada que se busca a sí misma en un Madrid veraniego y lánguido, deambulando por avenidas melancólicas y por las verbenas de barrio, donde encadenará encuentros fortuitos que le harán cambiar de paso.

Jonás Trueba, aterrizado en París para asistir a la ceremonia de esta noche, cree en sus posibilidades: "No soy partidario de los premios, porque tienden a convertirse en una vara de medir que determina que películas importan. Pero es tan rocambolesco haber llegado hasta aquí que no me parece imposible ganar...", afirmaba el cineasta en su hotel parisiense, con vistas sobre el Sacré Coeur...

Lo sucedido en Francia con La virgen de agosto- donde se estrenó como Eva en agosto, título más asimilable en la patria del laicismo- roza, efectivamente, el milagro. Llegó a los cines en pleno verano, durante las escasas semanas  en que las salas francesas permanecieron abiertas, entre el fin del encierro de la primavera y el principio del confinamiento del otoño. Llenó el hueco que dejaron los éxitos hollywoodienses, lo que benefició a películas pequeñas que, en otro momento habrían pasado inadvertidas. Y su relato cobró un eco particular en plena pandemia...

El filme terminó teniendo más repercusión en Francia que en su país de origen, como admite el propio Trueba. "Siento que en España mis películas están mal connotadas por el hecho de ser "hijo de" (su padre es el director de cine Fernando Trueba). Se perciben, ya de entrada, con etiquetas y prejuicios. En Francia, en cambio, el proceso ha sido muy limpio. La película  se ha hecho camino sola". La raíz francesa de esta obra, por la herencia de la nouvelle vague/ nueva ola y el referente explícito de Éric Rhomer -La virgen de agosto puede ser vista, en el fondo, como una versión madrileña de El rayo verde, del maestro francés-, también pudo seducir a los espectadores locales, que siempre gustan de descubrir la semilla de su cinematografía en las de otra latitudes...

Álex Vicente. París. El País, viernes 12 de marzo de 2021

domingo, 14 de marzo de 2021

Bruno Le Maire, el ministro francés y su carta de amor a los libros

Bruno Le Maire. Foto AFP/Eric Piermont

Bruno Le Maire, 52 años, ministro francés de Finanzas se sorprenderá cuando sepa que su defensa de la superioridad de los libros sobre las pantallas en un discurso apasionado que dio a un grupo de jóvenes a finales de febrero se ha convertido en España en un fenómeno en Twitter. Pero así es. Él que ha escrito "TWITTER no os permite construiros. Como todas las redes sociales, uno se construye con ellas, uno se ahoga en ellas", surfea en la cresta de la ola de los me gusta. Excepción que confirma la regla. Un hombre de letras al frente del ministerio de los números. Paradojas.

Paradoja solo aparente. Porque el ministro es un hombre construido por la lengua, que ha hecho carrera con la pluma como herramienta, que necesita de la literatura y que publica con regularidad. Su último libro, El ángel y la bestia lleva por subtítulo memorias provisionales y arranca el día de su 50 aniversario, con el champán en la cubitera y los invitados llegando al espectacular ático del Ministerio con impresionantes vistas de París, cuando empieza arder Notre Dame.

"Incapaz de apartar mi mirada de Notre Dame ardiendo, hacía fotos con mi móvil. Me alejaba de mis consejeros, miraba. Quería comprender y no comprendía nada..."Siguen una docena de líneas de recuerdos personales sobre su experiencia juvenil con la religión. "Miraba aún. Lloraba. Me parecía que todos mis recuerdos partían en humo y con ellos mi vida, al menos una parte de mi vida".

Alumno brillante del colegio San Luis Gonzaga, hijo de un ejecutivo de una multinacional y de una directora del colegio jesuita, tiene el currículum de los hombres del poder francés. Instituto de Estudios Políticos, Escuela Normal de Administración de la que han salido la mitad de los ministros de la V República. Su peculiaridad es que su formación de base en la Escuela Normal es las letras modernas.

Notre Dame arde hasta la página 14 del libro, publicado el mes pasado por Gallimard en una de sus colecciones de prestigio. En la página 15 aparece su mentor, Dominique de Villepin, ministro del presidente Jacques Chirac, bonapartista resuelto, el hombre que defendió en el Consejo de Seguridad de la ONU el no de Francia a la guerra de Irak. ¿Saben quiera el escritor de los discursos de Villepin? Bruno Le Maire.

Villepin sostiene que "el político debe escribir para saber qué piensa". Su alumno afirma: "Escribo para comprender lo que hago y para explicarlo"...

Le Maire es un político de derechas que tras seguir a Villepin al palacete de primer ministro y desempeñar la cartera de Agricultura, quiso liderar la derecha. La deriva de los conservadores le permitió saltar con elegancia natural al barco de Macron entre las dos vueltas presidenciales de 2017. Este le dio a escoger ministerio aunque lo sondeó para primer ministro. Le Maire, dijo "Finanzas".

Y así se hizo. "Somos la única nación en el mundo donde la literatura es una forma de poder" escribe. "El nombre y la obra de Houellebecq permanecerán más que la de muchos políticos" afirma. Tiene relación y se escribe con regularidad con él . También con Marie Darrieussecq, con Jean Christophe Rufin y se ha visto hace poco con Peter Handke.

En el video que le dado vuelo en las redes, el ministro desgrana ante un auditorio juvenil, verdades que le son queridas: "La literatura es un inmenso placer (...) una actividad solitaria que os abre al resto del mundo (...) Las pantallas os devoran, la lectura os alimenta (...)La literatura es, un arma de libertad". Dicho en un tono tranquilo, persuasivo sin llegar al sermón, convincente por convencido, claro como el de un emprendedor, pero sin la pasión de un revolucionario letraherido.

"Todo poder es una representación. Más que cualquiera de las otras Artes, la literatura es la mejor representación del poder". Bruno Le Maire, admirador de Proust, redacta el guión.

Iñaki Gil. París. El Mundo, 1 de marzo de 2021

sábado, 13 de marzo de 2021

Deauville, playa de arena color beis Chanel

Coco Chanel en Deauville

Deauville fue una fiesta. La luz, el mar, los caballos y la memoria en forma de ilustraciones y fotografías es lo que queda del desinhibido pasado de esa sofisticada localidad normanda a orillas del canal de la Mancha. Los aristócratas, empresarios, artistas y vividores que desfilaron por el paseo marítimo de Les Planches se convirtieron en los modelos de los fotógrafos y de los diseñadores de moda que crearon sus colecciones de ropa inspirados en los deportes con más arraigo en la ciudad: las carreras de caballos, el polo, las regatas, el tenis y el golf. A Gabrielle Chanel, de la que se acaban de cumplir 50 años de su fallecimiento (10 de enero de 1971), las rayas horizontales que lucían los pescadores que faenaban en la zona le cambiaron la vida. Coco, a cambio, le regaló a Deauville la apertura, en el verano de 1913, de una de las tiendas más icónicas fuera de París y un color: el beis Chanel. Es el tono que adopta la arena de su playa cuando baja la marea, momento que se aprovechaba en la villa francesa para celebrar las primeras carreras de caballos cuando todavía no se habían construido los hipódromos de La Touques y Clairefontaine.

Al duque de Morny, de paso por la vecina localidad de Trouville, se le ocurrió a mediados del siglo XIX domesticar las secas marismas y las dunas que había alrededor de un pequeño pueblo agrícola y ganadero asentado en el monte Canisy, y así construir Deauville. Una ciudad balnearia y deportiva, provista de puerto, estación de tren y aeródromo, en la que la crema social europea y estadounidense, alojada en hoteles y villas de una arquitectura creativa y eclética, disfrutó en los cafés, apostando por el hipódromo, en la playa, en la terraza de algún bar, en las brasseries y en el casino.

Los primeros visitantes fueron a Deauville a beneficiarse de las propiedades curativas de sus baños de mar. Después vino la reputación con la que pasó a la historia. Las élites nobiliarias y empresariales, dandis, divas y bohemios se cruzaban en los llamados Baños Pompeyanos. Un conjunto art déco diseñado por Charles Adda e inaugurado en 1924 que combina la arquitectura clásica de la antigüedad con la moderna. La monocromía de esta estructura de hormigón está atenuado por el uso de los mosaicos. El complejo de baños incluye una galería porticada, saunas, salas de masajes, piscinas, un bar americano, peluquería y tiendas.

Entre estas instalaciones y la playa discurre Les Planches. Un paseo marítimo de 643 metros de largo cubiertos de una exótica madera procedente de Madagascar. El paseo está flanqueado `por unas cabinas bautizadas cada una de ellas con los nombres de los emblemáticos actores francesas y las estrellas de Hollywood que se pasan por el Festival de Cine Americano cada mes de septiembre desde 1975. Les Planches es el mejor punto desde el que contemplar la luz, el mar y los caballos entrenando en la playa. En esa arena beis Chanel están clavadas las sombrillas de Deauville desde 1875. Las rayas originarias se desplazaron años después de la Primera Guerra Mundial por colores lisos...

El local estilo normando, como el del hotel Le Normandy -ladrillos en escaques, hormigón en el que los entramados de madera se pintan y los tejados dispuestos a cuatro aguas-, se mezcló a partir de la década de 1920 con el art déco y el art nouveau, convirtiendo a Deauville en un museo de la arquitectura en el que se exhiben chalés anglonormandos cercados por barandillas de madera festoneadas. Son muchas las que hay, pero la que todo el mundo visita es la villa Strassburger , en la avenida homónima. Mansión que mandó construir el barón Henri de Rothschild en 1907, aunque su nombre actual sea el del último propietario, Ralph Beaver Strassburger. En la finca que ocupa antes estuvo la granja que perteneció a la familia del escritor Gustave Flaubert. De ahí que la calle aledaña se llame Madame Bovary...

Galo Martín Aparicio. El Viajero. El País, sábado 6 de marzo de 2021

viernes, 12 de marzo de 2021

La pasarela de París tiene ganas de fiesta

Foto: LOEWE
Resulta irónico que en una semana de la moda enteramente digital como la que termina hoy en París la colección más potente se haya presentado que no solo el contenedor, sino también el contenido, esté en boca de todos: a través de un formato no ya analógico, sino -en opinión de algunos agoreros- vetusto, al borde de la extinción: un periódico. Loewe decidió imprimir casi un millón de ejemplares en formato sábana ilustrados con las imágenes de sus prendas para el próximo otoño-invierno. El titular de la primera página: "el desfile de Loewe ha sido cancelado". Extra, extra: lo moderno es pasar las páginas manchándose los dedos. "Me parece un fantástico objeto de masas y, esta, una forma de democratizar lo que hacemos. Además, yo soy un poco anticuado: descubrí la moda gracias al suplemento dominical de estilo del diario" explica J.W Anderson. El director creativo de Loewe ha conseguido que no solo el contenedor sino también el contenido, esté en boca de todos: una colección luminosa, "pura colorterapia", donde el estudio de los volúmenes y las proporciones da como resultado piezas tan teatrales como estimulantes. "La gente volverá a querer vestirse y a divertirse con la moda. El mensaje de esta colección es solo uno: "Créetelo, sucederá", asegura el creativo...

Incluso Chanel rompe con la formalidad que la caracteriza. Hasta hace un año, la casa no emitía sus desfiles en directo por internet. El pasado marzo capituló: sus invitados asiáticos no podían viajar por el coronavirus; y ayer ofrecía no uno, sino dos contenidos digitales: el desfile y un corto que mostraba a los embajadores de la marca esperando su comienzo. Que corren nuevos tiempos para la maison, lo confirma su última y juvenil colección, con jerséis de punto grueso, mucho plumífero y faldas cortas de pronunciadas aberturas combinadas con ligueros de strass...

Resulta innegable que la temporada también tiene su lado oscuro. Se refugian en el negro desde Elie Saab -el hombre que popularizó los tonos empolvados- hasta Giambatista Valli, pasando por el Givenchy posindustrial y fetichista de Mathew Willians, además de Dior. María Gracia Chiuri, su directora creativa, concibe la colección Belleza perturbadora como una reflexión en torno a la vanidad que pivota sobre dos formas opuestas: por un lado, ejercita su pragmatismo a través de trajes y abrigos militares; y por otro se inspira en los cuentos de hadas más tenebrosos, La Bella y la Bestia, Caperucita o La bella durmiente...

Miu Miu imagina un invierno al aire libre con pasamontañas, gruesos abrigos de piel y capas y vestidos de lana decorados con incrustaciones. Hermès apuesta por esas prendas que funcionan dentro y fuera de casa como ponchos o vaqueros, sin descuidar las piezas de piel que son su seña de identidad y que esta temporada envuelven el cuerpo como una segunda piel...

Carmen Mañana. El País, 10 de marzo de 2021

jueves, 11 de marzo de 2021

Al pie de la torre Eiffel

Es sobradamente conocida la seducción que Francia ejercía sobre Emilia Pardo Bazán (A Coruña, 1851-Madrid, 1921). Tempranamente, apenas contaba 20 años, había visitado con su familia la capital gala -"el cerebro del mundo", elogiaba la autora de Los pazos de Ulloa-. A lo largo de su vida volvió muchas veces, en lo que llamaba sus "invernadas en París", que aprovechaba para empaparse de las novedades de la literatura y del progreso tecnológico, que la condesa traía después de vuelta para trasladar la noticia a sus paisanos. En otra condición muy distinta viajó con motivo de la celebración de la Exposición Universal de 1889. Llega como corresponsal de la publicación , La España moderna, y se percibe que lo hace conscientemente, que se dirige a sus lectores sin olvidar cierta vocación de servicio público en la información que ofrece, como recuerda Ana Rodríguez Fischer en el prólogo que redactó para la edición de la antología de estas piezas periodísticas Al pie de la torre Eiffel, que recupera el sello La línea del Horizonte.

A solo unos meses de que se cumpla el centenario de su muerte, y con el pazo de Meirás recuperado como bien común, estas crónicas son una excelente ocasión para reconciliarse con la franqueza de su espíritu, su decisión y su inteligencia. Pardo Bazán habla de lo que sabe, advierte lo que ignora y reseña sus fuentes cuando refiere conocimientos que le alcanzan por vía de intermediarios (Capitana verdades la apodaban). No hay presunción ni ánimo alguno de aparentar en la gran escritora gallega, lo cual confiere una frescura especial a sus envíos como reportera desplazada. Su audacia feminista, como mujer desprejuiciada, por ejemplo, queda expresada  en su defensa de la comodidad y la pertenencia del traje partido (hoy falda pantalón) que por aquellas fechas lanzaba un modisto en Francia. En fin, un gozoso espectáculo  que eclipsa incluso el de París.

H.J.P. La Voz de Galicia, lunes 25 de enero del 2021

miércoles, 10 de marzo de 2021

Hay enormes ganas de salir al Camino

Paraje del camino inglés. Foto: Álvaro Ballesteros

Que Santiago es el centro de todas las rutas jacobeas es una obviedad sabida, aunque algunos intenten prolongar aquellas para rematar en otros lugares (Padrón tiene argumentos, conste). Que los diversos Caminos están ahora vacíos por completo y que la Oficina del Peregrino suele expedir cero compostelas al día, también. Y la tercera verdad es que todo eso va a cambiar dentro de un mes. Porque con vacunas y medidas restrictivas (polémicas o no, pero efectivas), el virus está en retroceso. Y en los 102 grupos de Facebook referidos al mundo jacobeo se respiran unas enormes ganas de poner un pie delante del otro. De hecho hay un montón de salidas programadas.  

Pero al igual que la afirmación de que nadie se puede bañar dos veces en el mismo río, hecha por Heráclito de Efeso en el siglo V o VI antes de Cristo, el Camino que van a encontrar los peregrinos no es el mismo de antes del covid. No respirarán inicialmente la misma atmósfera -multitudinaria en el Francés-, no dispondrán de todos los servicios y habrá algunos cambios físicos, palpables, a la vista.

En lo que se refiere a la comarca compostelana, quien recorra el Camino Inglés es el que más cambios va a notar. Y para bien, sobre todo en el concello de Oroso. La razón: el recorrido en paralelo a la zona industrial se está transformando a pasos agigantados gracias a la construcción de una senda que evitará que los peregrinos tengan que sufrir 1.600 metros por el asfalto, que por cierto, parecían interminables. Y en Oroso, municipio activo donde los haya en todo lo que se refiere al Camino, la pandemia no ha desanimado al equipo de gobierno local, que ha convocado su ya clásico premio anual entre los escolares en forma de "Escríbele una carta". Todos los años la carta la dirigen a un peregrino que haya pasado por Sigüeiro, y en esta edición le corresponde al suizo Heinrich S. Von Zug, quien galopó por estos lares un 21 de marzo de hace ahora justamente 490 años...

Cristóbal Ramírez. El Comarcal. Febrero 2021

martes, 9 de marzo de 2021

Renoir, el sufrimiento del maestro impreionista

A lo largo de su vida se cree que Pierre Auguste Renoir pintó algo más de 4.000 cuadros que con el paso de los años han incrementado su valor hasta cotas inimaginables. Por ejemplo, en 1900, Sotheby's subastó Au moulin de la Galette  por 78,1 millones de dólares, una de sus obras más conocidas a la par que una de las cifras más elevadas jamás pagadas por este maestro del impresionismo que nació hace 189 años.

Sus orígenes humildes y una madurez con graves enfermedades no fueron impedimento para lograr su sueño. Fue el sexto de los siete hijos de un sastre y una costurera que emigraron a París para liberarse de sus penurias económicas. De pequeño le encantaba pintar con carboncillo las paredes y siendo adolescente simultaneó sus clases gratuitas con diferentes trabajos, entre ellos, aprendiz junto a un pintor de cerámicas baratas, donde coloreaba abanicos y pintaba persianas.

Lise con sombrero de paja

Poco a poco su técnica se fue depurando llegando a realizar magníficos retratos de su musa Lise Tréhot, qu ejemplificó su ideal de belleza femenina en Lise con un sombrero de paja (1884) o Diana (1867), que fueron descartados para la exhibición anual del prestigios Salón de París organizado por la Academia Francesa, el trampolín hacia la fama para cualquier artista. Sin embargo, al igual que les ocurrió a Cézanne o Manet, Napoleón III creo el Salón de los Rechazados para que estas obras pudieran brillar por su belleza. Ese fue el germen del impresionismo.

Finalmente, Renoir exhibió en el Salon en 1868 la obra inspirada en su musa Mujer con sombrilla. A pesar de este logro, a sus veintitantos años aún no tenía dinero ni un techo en el que vivir, por lo que deambuló por los apartamentos de Monet y Sisley. Seis años más tarde se le ocurrió montar la primera exposición impresionistaa a la que acudieron grandes nombres como Degas, Pisarro o Boudin.

A partir de ahí surgieron nuevas amistades en los círculos bohemios de Montmartre, conoció al editor Georges Charpentier quien le presentó a Zola o Flaubert y afianzó su amistad  con Paul Durand-Ruel, que le montó su primera exposición en 1883. Dos años más tarde su vida cambió por completo al nacer su hijo Pierre, fruto de su relación con Aline Charigot, con quien se casaría un lustro después.

Sin un franco ahorrado pagó al doctor  pintándole las paredes de su casa con flores. Y eso que en aquella época Renoir ya había pintado algunos de sus cuadros más célebres (El palco, Baile en el Moulin de la Galette, El almuerzo de los remeros ). Como le pasó a Van Gohg, su gran cotización llegó tras su fallecimiento. Tan solo un dibujo en tinta titulado La danse à la campagne alcanzó en otra subasta los 838.000 euros en 2008.

En 1894 nació Jean, que se convertiría en uno de los cineastas franceses más importantes de la historia, y posteriormente  nació su último hijo, Claude.

Sus últimos 25 años de vida fueron una autentica tortura ya que padeció una artritis reumatoide severa que le obligo a ingeniárselas para seguir pintando. Por ejemplo, le ataban los pinceles a los dedos, sujetaba la paleta entre las rodillas y el borde del caballete o se lo apoyaban sobre uno de los brazos de la silla de ruedas y creó un caballete con poleas para mover los lienzos de gran tamaño.

Su salud empeoró con parálisis faciales, pleuritis, caminaba con bastones y tenía sudoración excesiva que intentaba paliar con balnearios, purgas y ejercicio. Pero al final quedó postrado en una silla de ruedas. Durante todo ese doloroso trance llegó a pintar 400 obras. Murió a los 78 años en 1919 a causa de una neumonía.

Luis Fernando Romo. El Mundo, jueves 25 de febrero de 2021 

lunes, 8 de marzo de 2021

Un cuento infantil para abolir las generaciones

Fotograma de Petite maman

Tras el éxito internacional de Retrato de una mujer en llamas, Céline Sciamma cambia de registro y de escala. La cineasta francesa presentó ayer en la sección competitiva de la Berlinale su nueva película, Petite maman, un proyecto más modesto en apariencia, con aspecto de cuento infantil y 72 minutos de duración. La protagoniza una niña que, tras perder a su abuela, conoce en el bosque a otra chica con la que guarda un increíble parecido. Podría ser una gemela de la que fue separada al nacer, una amiga imaginaria que el duelo por su abuela le hace imaginar o una bisnieta que viene a contarle como es el futuro.

Sciamma va desechando esas pistas para dejar claro que esa misteriosa niña es, en realidad, la madre de la protagonista cuando tenía su edad. "Se me ocurrió en plena ensoñación diurna:¿cómo sería conocer a nuestros progenitores cuando eran niños? Esa fue la matriz de la que surgió esta ficción", precisó la directora durante una rueda de prensa virtual en París. Sciamma definió su relato como "un nuevo mito" apto para nuestra era y como "una película de viajes en el tiempo sin máquina para viajar en el tiempo", para la que se inspiró en el maestro japonés de la animación Hayao Miyazaki -"cuando dudaba pensaba en él", reconoció-, pero también en películas como Big o Regreso al futuro, solo que despojadas de las obsesiones propias del capitalismo ochentero, como el dinero y las tías buenas.

La película es un acercamiento al género que nunca renuncia al registro naturalista. Sciamma tiende a una abstracción del relato, lleno de misterios y de elipsis, que permite que el espectador rellene los huecos. "En todas mis películas trato de dejar lugar para la experiencia del espectador. A él le pertenece jugar con este cuento", precisó la directora, que con su quinta película vuelve a adentrarse en el mundo de la infancia 10 años después de Tomboy, retrato de un niño trans que presentó en la sección paralela Panorama en 2011. Petite maman, que compite en Berlín y no en Cannes, donde triunfaron sus últimas películas, parece tener premio asegurado, a juzgar por la entusiasta acogida de la crítica ayer...

Álex Vicente. París. El País, jueves 4 de marzo de 2021.