miércoles, 30 de septiembre de 2020

Francia mide su nivel de alerta según la incidencia

 Ni la OMS ni el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades han puesto umbrales de actuación. Cada país hace sus propios cálculos de riesgo con distintos indicadores. Francia, por ejemplo ha establecido tres tipos de alerta -la normal, la reforzada y la máxima- antes de llegar a un eventual estado de emergencia que implicaría un reconfinamiento.

En total 69 de los 101 departamentos del país están en vigilancia por la alta circulación del virus. Esta alerta se desata cuando se registran más de 50 casos por cada 100.000 habitantes, momento a partir del cual se prohibe que fiestas familiares o de amigos como bodas, comuniones, cumpleaños o hasta tómbolas superen las 30 personas. La alerta reforzada se produce cuando hay más de 150 casos por cada 100.000 habitantes y, entre los mayores de 65 años, de más de 50 casos por 100.000 habitantes. Cuando la situación se deteriora peligrosamente, como es el caso de Marsella o Guadalupe, en alerta máxima (más de 250 casos por 100.000), se vigila también la tasa de ocupación de la UCI. En Bélgica, por ejemplo, hay cuatro niveles de alerta según la incidencia acumulada: el primero se activa entre 15 y 30 casos por 100.000 y el cuarto se pone en marcha cuando hay más de 100. El Reino Unido se fija en la Rt, que mide a cuántas personas contagia de media en positivo, y tiene cinco niveles de riesgo (el quinto implicaría otro confinamiento). Portugal e Italia todavía no han concretado umbrales de riesgo. En México hay un semáforo de colores para volver a la normalidad: el porcentaje de camas ocupadas, de ingresos hospitalarios, de contagios activos a 14 días y de positivos determinan el cambio de color. 

S.Ayuso/Ll. Pellicer/ R.D. Miguel/ D. Verdú/G.Morán. El País, martes 29 de septiembre de 2020.   

martes, 29 de septiembre de 2020

Máscaras, nadie se conoce


"Estoy sonriendo", escribe una joven sobre un selfie
 en el que posa con la mascarilla puesta. El Covid-19 nos ha robado la expresión, el rostro, la individualidad. El mundo entero participa desde hace meses en una funesta mascarada que está haciéndonos conscientes de la importancia de vernos las caras. De máscaras e identidades en la modernidad versa esta exposición que tendría que haberse inaugurado el 24 de marzo y que tuvo que esperar a finales de julio. Los comisarios, Luis Puelles y Lourdes Moreno, no podían imaginar cuando la concibieron que todos quienes la visitaran, en un giro tragicómico, deberían ocultar su propio semblante para enfrentarse a las obras seleccionadas.

Es un argumento bien interesante este de las máscaras modernas y nos equivocaríamos si lo diésemos por sabido y sobre todo, por visto. Se ha investigado la influencia de la escultura africana en las primeras vanguardias del siglo XX, se ha explorado la vena grotesca y carnavalesca en el arte, se ha subrayado la fascinación por las figuras de la commedia dell'arte o del circo, se ha sondeado la ambigüedad y la multiplicidad de las identidades que caracterizan la psique contemporánea. Pero hacer todo esto junto, a la vez, lo facilita solo la máscara, objeto enigmático, que recupera a través del arte, en nuestro tiempo, algo de su antiguo poder mágico. Luis Puelles habla de "reencantamiento" para referirse a esa potencialidad y esa dimensión antropológica ancestral, es subrayada en la muestra  a través de unos pequeños conjuntos de máscaras africanas (de la colección Sánchez-Ubiría) y de representaciones escultóricas de máscara precolombinas, que tienen su eco en las de Gallardo o André Derain.

La exposición sigue un hilo : la facultad transformadora de la máscara, la cual va perdiendo su objetualidad - que en la representación pictórica no tuvo nunca- para fundirse en el rostro, adquiriendo una cualidad fantasmal. Estas máscaras no protegen como las que llevamos hoy, sino que exponen y nos exponen a aquello que hace peligrar  el orden social y la seguridad personal, la hipocresía y el vicio, la animalidad, la angustia existencial, la sinrazón, el vacío. Al ocultar, revelan. El proceso parte de los "Disparates de carnaval", en los que se disfraza la identidad para dar salida a fuerzas disruptivas. En el origen de todo Goya que tituló uno de sus Caprichos con la sentencia "Nadie se conoce", con la denunciaba el engaño en las relaciones interpersonales...Y  de Goya a Solana, Ensor, Evaristo Valle, Castelao, Arturo Soto...

La vena expresionista en el sentido más amplio, tiene un considerable desarrollo en la muestra pero hay otro eje en la exposición en el que la máscara es fuente de inspiración para la experimentación formalista, que esencializa faz y figura: de un lado, están los artistas que se basan  en las máscaras africanas  o tribales, como Picasso, Modigliani, Léger, González, Ferrant o Lam que protagonizan la sección "Máscaras sobrenaturales" y de otro los que acuden a las máscaras neutras -teatrales, industriales como Rodchenco...

Máscaras. Metamorfosis de la identidad moderna. Museo Carmen Thyssen. Málaga. Hasta el 10 de enero.

Elena Vozmediano. El Cultural, 25 de sptiembre de 2020.

lunes, 28 de septiembre de 2020

Mona Ozouf. Una gran historiadora, 2

En el conjunto formado por esta amplísima y rica obra, La fiesta revolucionaria, 1789-1799 ocupa un puesto muy destacado. Es un auténtico clásico. Abrió nuevas vías de exploración histórica de las fiestas y aplicó un cambio de perspectiva en el abordaje de la Revolución Francesa, anclado entonces en el izquierdismo social representado por Albert Soboul. En lugar de analizar las fiestas de la década revolucionaria a partir de una estricta cronología evolutiva o dividiéndolas en función de su inspiración política, Ozouf destacaba la unidad festiva de la Revolución Francesa. Un mismo proyecto inspiraba, en el fondo, las fiestas de la Federación, de la Razón, o del Ser Superior. Existía una voluntad de pasar página con las fiestas tradicionales y "decadentes" y fundar lo nuevo, lanzándose a los brazos siempre esquivos de la utopía, fijar una aparentemente nueva simbología con raíces en una imaginada Antigüedad, unir a los franceses -e, inevitablemente, excluir, purgar y disciplinar- y evitar las derivas violentas e incontroladas. Las resistencias populares a las novedades no fueron menores, como puede verse en todas las querellas y desobediencias vinculadas al nuevo calendario. La autora huía de la visión exclusivamente parisiense para abrir la mirada a lo que ocurría más allá de las puertas de la capital.

La conclusión de Mona Ozouf, en esta obra erudita y perspicaz, redactada en una bella prosa que la autora ha sabido cuidar y mimar, nos recuerda más al antropólogo de las religiones Alphonse Dupront que a Albert Soboul: por encima del acierto o el fracaso, más allá de una u otra opción simbólica o partidaria, las fiestas revolucionarias pretendían ser, en esencia, "un comienzo del tiempo", regenerador, pedagógico y sagrado. 

La aparición en 1976 de La fiesta revolucionaria, 1789-1799 constituyó un soplo de aire fresco en los estudios sobre la Revolución Francesa. Su publicación en España puede ser la ocasión, casi medio siglo después, para el descubrimiento o la confirmación de una gran historiadora.

Jordi Canal. Babelia. El País, sábado 19 de septiembre de 2020.  

domingo, 27 de septiembre de 2020

Mona Ozouf. Una gran historiadora

Mona Ozouf, nacida en 1931, es una de las más grandes historiadoras francesas cotemporáneas.
Mona Ozouf. Foto: Franck Ferville
En Prensas de la Universidad de Zaragoza acaba de ver la luz uno de sus primeros libros, de 1976, La fiesta revolucionaria, 1789-1799. Constituye la tercera de la escuálida lista de sus obras traducidas en nuestro país. Solamente resulta posible añadir Composición francesa. Regreso a una infancia bretona, un espléndido ejercicio de carácter autobiográfico sobre las identidades, que esta misma editorial puso a disposición del público en 2015, y el importante Diccionario de la Revolución Francesa, que dirigió en 1998 con François Furet, publicado en España al año siguiente por Alianza Editorial.

Aunque Mona Ozouf es autora de otros muchos e influyentes libros, en España sigue siendo una gran desconocida, lo que constituye, sin duda, una anormalidad. No son ajenas a esta situación excepcional, en un primer tiempo, esto es, los años setenta, ochenta y principios del noventa, la interpretación no marxista que proponía de la Revolución Francesa, la calidad de su escritura, juzgada como negativa en una supuesta ciencia como la historia, y las invectivas lanzadas contra ella, no exentas de misoginia, por parte de Josep Fontana, uno de los grandes maestros inquisidores de la historiografía española. En el último cuarto de siglo, en cambio, aún persistiendo en algunos sectores los ecos de lo anterior, otras son las razones que pueden ayudar a entender la no atención a sus trabajos: la crisis de interés por la Revolución Francesa, secuela todavía de los empachos del bicentenario de 1989, y asimismo la pérdida de peso de la cultura y de la historiografía francesa en el mundo.

Leer a Mona Ozouf es siempre un placer: una escritura exquisita acompaña a unos análisis sutiles, inteligentes e informados. Esta historiadora, aunque de formación esencialmente filosófica, merecería ser mucho más conocida en España, tanto por la originalidad de los objetos abordados en sus trabajos como por el tratamiento historiográfico y la calidad literaria de su obra. Esta puede ser agrupada en tres grandes bloques. En el primero encontramos los textos sobre la República y la escuela republicana: L'Ecole, L'Élise et La République, 1871-1914 (1962), La République des instituteurs (1992), escrita con su marido Jacques Ozouf, y Jules Ferry, La Liberté et la tradition (2014), entre otros. La revolución Francesa constituye el segundo de sus núcleos de interés historiográfico. A La fiesta revolucionaria, 1789-17998 y el Diccionario de la Revolución Francesa, podemos añadir L'homme régénéré. Essais sur la Révolution française (1989) o la apasionante Varennes, la mort de la royauté (2005). Algunos de estos textos, junto con prólogos y artículos. fueron recopilados en 2015 en De Révolution en République. Les chemins de la France. De su fructífera colaboración con Furet nacieron La Gironde et les Girondins (1991) y Le siècle de l'avènement républicain (1993).

Los libros dedicados a la novela y a la literatura conforman el último de los bloques: Les mots des femmes. Essai sur la singularité française (1998). La muse démocratique. Henry James ou le pouvoir du roman (1998). Les aveux du roman. Le XIX siécle entre Ancien Régime et Révolution (2001) -estas tres obras fueron reunidas en 2006 en el volumen Récits d'une patrie littéraire- y L'autre Georges. Á la rencontre de George Eliot (2018). Ozouf es una gran lectora. Hace casi medio siglo que escribe sobre libros en el Le Nouvel Observateur, que dirigiera Jean Daniel. En 2011 reunió sus siempre cuidados y sugerentes artículos en este semanario en La cause des livres.

Jordi Canal. Babelia. El País, sábado 19 de septiembre de 2020.


sábado, 26 de septiembre de 2020

Aviñón. Bombón provenzal

Siete papas y dos antipapas residieron un siglo largo (1390-1417) en Aviñón y convirtieron este bucólico rincón de la Provenza, fragante a vino y lavanda, en una ciudad que no tenía que envidiar nada al Vaticano. Con un castillo tremendo, 4,5 kilómetros de murallas, siete iglesias (una por pontífice) y un montón de palacios y calles gremiales cuyas esquinas se disputan hoy 170 vírgenes -instaladas antaño para conjurar pestes e inundaciones- además de los neones de los wine-bars, esta es la capital de Côtes-de Rhone, una denominación de origen tan grande y potente que, solo mentarla marea.

Por un euro al día, hay 300 bicis disponibles en las 30 estaciones del sistema público, con las que se puede hacer turismo y ejercicio mañanero rodeando la muralla o acercándonos a la isla de la Barthelasse, que está en medio del inmenso Ródano, frente a Aviñón, y mide casi nueve kilómetros de punta a punta. Rodear la muralla nos llevará 15 minutos sin parar. Ir a la isla y regresar media hora, pero se puede echar el día entero si uno se detiene a tomar algo en el bar flotante Vinotage, a comer en Le Bercail o visitar la destilería Manguin. Se ven aves en la isla todos los días a todas las horas: halcones, garzas reales, ánades, cormoranes...

En 1784 abrió en la céntrica plaza de Sain-Didier, el Grand Café Barretta, un buen sitio para desayunar, rodeado de cuadros y de libros. Otro buen lugar, a 50 metros es Le Nid, 7 rue des Trois Faucons, una concept store que reúne una cantina bio, tienda de diseño y un centro de yoga.

El Palacio de los Papas es una fortaleza gótica impresionante, de 15.000 metros cuadrados, donde cabría holgadamente la catedral de Sevilla. Pero desde 2017 lo es aún más, pues se visita con Histopad, una tableta que muestra, enfocando aquí y allá, como estaba decorado en el siglo XIV, con el tesoro a tope, las mesas llenas de viandas y el fuego a tope en las chimeneas. Es patrimonio mundial, al igual que el gignantesco puente de Aviñón. Solo los cuatro arcos que han sobrevivido a las guerras y a las iras del Ródano miden ¡165 metros de largo!. Y llego a tener 22. La mejor foto del puente y de la ciudad se saca desde el alto jardín Rocher des Doms.

Cuando los papas se cansaban de banquetes y besamanos, se retiraban una temporada a la localidad de Château-neuf-du- Pape, 17 kilómetros río arriba, donde tenían otro castillo. Desde sus ruinas se otea buena parte del valle del Rodano  y la Provenza, incluido el Mont Ventoux, al que Petrarca ascendió en 1336, en tiempos de Benedicto XXII, tercer papa de Aviñón. Château-neuf du-Pape, aparte de un retiro histórico, es la denominación de origen más antigua de Francia, de 1923, y raro es el que no se dedica aquí a cultivar viñas sobre galets/ cantos rodados, que le dan al vino un sabor inconfundible. Dos gustosas visitas son el museo del vino  Brotte y la bodega Domaine de la Solitude, cuyos dueños descienden de los Barberini, familia que dio un papa romano: Urbano VIII...

Andrés Campos. El Viajero. El País, viernes 25 de septiembre de 2020.

viernes, 25 de septiembre de 2020

La voz de Juliette Gréco se apaga

 Todo un mundo ya muy lejano, una época remota pero luminosa en la memoria y los librosdehistoria desaparece. Juliette Gréco fue una leyenda de la canción francesa. Y mucho más. Una imagen de Francia y de su cultura y modernidad. Una mujer libre que convivió, cantó, actuó y se divirtió con Sartre y Camus, con Duke Ellington y Mile Davis, con Georges Brassens y con Jacques Brel. Un monumento de otro siglo que siguió al pie del cañón hasta pocos años antes del final, una vida por la que pasaron las desgracias y los instantes brillantes del siglo XX. 

"Juliette Gréco se ha apagado este miércoles, 23 de septiembre de 2020, rodeada de los suyos en su tan amada casa de Ramatuelle. Tuvo una vida fuera de lo común", declaró su familia en un comunicado remitido a la agencia France Presse. "A los 89 años todavía hacía irradiar la canción francesa", añadía la nota, en referencia a su último concierto, en 2016, cuando interrumpió su carrera tras sufrir un ictus y perder a su hija única, Laurence-Marie.

La llamaban la musa de Saint-Germain-des-Près, por el barrio parisiense donde al final de la II Guerra Mundial se congregó una densidad de intelectuales y artistas por metro cuadrado que seguramente nunca más haya existido en ningún otro lugar. También la llamaban la musa de los existencialistas, por el grupo de pensadores, encabezado por sus amigos Sartre y Merleau-Ponty, que daban el tono literario y filosófico de aquella época, y no solo en Saint-Germain-des-Près, en toda Francia, en Europa, en el mundo.

Pero estos calificativos, que la reducen a un papel de inspiradora, no le hacen justicia. Juliette Gréco, nacida el 7 de febrero de 1927 en Montpellier, fue una protagonista en aquel círculo, uno de los grandes nombres de la chanson, la eterna canción francesa que quizá fue el último movimiento musical global antes de la irrupción del rock and roll y fuera de las modas procedentes del Reino Unido y Estados Unidos, unas canciones y unas letras que se escuchaban desde la sórdida España de la posguerra -"arisca, vil y bella canción francesa de mi juventud", cantó el poeta Jaime Gil de Biedma- a los cenáculos de los intelectuales neoyorquinos, cuando París todavía era para muchos el centro del universo...

Tras la Liberación,-París y Saint-Germain-des-Près- quizá no eran exactamente una fiesta, pero para una joven con talento y ansias de libertad, aunque fuese pobre, había pocos lugares mejores. Las calles y los cafés, los tugurios y las cavas de jazz, los teatros: Gréco se sumergió en aquella efervescencia creativa.. Cantó a los poetas de su tiempo: Aragon, Éluard, Brel. Pisó los escenarios de América. Rodó con Jean-Pierre Melville, con Jean Renoir y en Hollywood. Era una imagen de París, de Francia, con canciones memorables: Jolie Môme, Sous le ciel de París y Déshabillez-moi, sus versiones de Brassens, de Gainsbourg. "58 kilos, 1,65 metros, ¿ningún signo particular? Sí, siempre vestida de negro", la describió Boris Vian.

Infatigable, no paró hasta casi el final. "Lo echo tanto de menos. Mi razón de vivir es cantar", dijo en una revista reciente al semanario Télérama después de dejar los escenarios. "Cantar lo es todo: el cuerpo, el instinto, la cabeza".

Marc Bassetts. Paris. El País, jueves 24 de septiembre de 2020.


jueves, 24 de septiembre de 2020

Venganza, enredos y trapos sucios en Saint-Germain -des-Prés

Raphaël Enthoven
Parece una vieja comedia de enredo, de aquellas en las que se abren y se cierran las puertas, y en las que el espectador pierde la cuenta sobre quién es la pareja de quién y quién el infiel y quién el cornudo. Los protagonistas son famosos en distinto grado, desde celebridades globales como Carla Bruni -exmodelo, cantante y esposa del expresidente francés Nicolas Sarkozy- hasta intelectuales de renombre como Bernard-Henri Lévy, conocido como BHL, o figuras del mundillo literario y editorial de la capital francesa. Todos desfilan como personajes levemente disimulados en la novela que es la comidilla de los cenáculos parisienses, motivo ya de una demanda judicial y de una ruptura familiar: Le temps gagné/ El tiempo ganado  de Raphaël Enthoven, exyerno de BHL, y después expareja de Bruni, además de autor de libros de divulgación filosófica y comentarista habitual en radio y televisión.

Francia tiene esas cosas: las batallas del famoseo no se libran a grito pelado en los platós de televisión sino por novelas interpuestas. Porque en este país existe un famoseo intelectual, y sus peripecias y trifulcas son tan rastreras -y pueden resultar tan adictivas- como las de las celebridades de otros ámbitos. Los lectores se lanzan a leer Le temps gagné no por su cuestionable interés literario, sino ávidos por descifrar quién es quién en la novela (los personajes tienen nombre ficticios) y así asomarse a al vida íntima y las miserias de sus protagonistas. "Esta historia es enteramente imaginada, puesto que la he vivido de principio a final". se lee en la primera página...

Marc Bassets. París. El País, miércoles 23 de septiembre de 2020

miércoles, 23 de septiembre de 2020

Un tigre con apariencia de un lindo gatito

Tadej Pogacar. (Stephane Mahe/Reuters)

Que Tadej Pogacar era un ciclista excepcional en casi todos los sentidos lo descubrió su entrenador el alavés de Laguardia Íñigo San Millán, un día de mayo de 2019, en la Vuelta a California. La víspera de la etapa reina atacaron en un repecho Higuita y  Bennett, dos de los más fuertes, y Pogacar no les siguió, se quedó en el pelotón que en el descenso los alcanzó. Sorprendido por su pasividad, San Millán le preguntó si no se sentía bien, que qué extraño que los dejara ir, y Pogacar, todo sonrisas, todo calma siempre, le respondió que no, que estaba perfecto, que simplemente había preferido quedarse en el pelotón,  para ver la cara de los demás favoritos, oír su respiración, observar sus gestos. "Así ya sé quién está bien y quién está mal", le dijo a San Millán, tan sobrado a los 20 años. "Y solo están bien, justamente, Higuita y Bennett, los que atacaron". A ambos les vigiló y les derrotó al día siguiente en el Monte Baldy. 

"Como ya sabíamos que físicamente era tremendo, con la fisiología excepcional de una bestia , ese detalle ya nos confirmó que su fuerza mental era tan grande, por lo menos, si no más", añade San Millán, que conoce todos los secretos del organismo del ganador del Tour más joven desde 1904, el segundo más joven de la historia. Pogacar cumple hoy 22 años, y carga con una biografía de apariencia tan plana, una vida tan normal, que cuesta entender cómo ha podido concebir tal elemento engañoso, tal tigre con apariencia de ronroneante gato doméstico..."y es un joven de apariencia despreocupado, muy tranquilo, que ataca porque quiere ganar  y no tiene miedo a perder. Mientras otros temen explotar, el pasa de ese miedo, es su valentía y se aprovecha".

Es hijo de una profesora de francés y de un diseñador industrial de Komenda, a 20 kilómetros de Liubliana, la capital de Eslovenia, un país de dos millones de habitantes y un tanto por ciento muy elevado de campeones globales, pues están Roglic y Pogacar, y también Luca Doncic, claro. Conoció a su novia, la también ciclista y pianista, Urska Zigart, un 14 de febrero en una concentración de juveniles y con ella vive en un apartamento mínimo en Mónaco, como 40 profesionales del ciclismo más...

C. A. París. El País, lunes 21 de septiembre de 2020

martes, 22 de septiembre de 2020

El Prado hace justicia a Vigée-Le Brun

El retrato de María Cristina Teresa de
Borbón.

El taller de restauración del Museo del Prado ha devuelto la vida a dos retratos realizados por la pintora francesa Louise-Élisabeth Vigée-Le Brun (1755-1842), que hasta ahora habían estado en los almacenes. Con esta limpieza la institución ha recuperado el aspecto más fiel y cercano a la idea de la autora para, según ha podido saber El País, subir ambos lienzos de los sótanos a las salas de exposición. La dirección del museo ha decidido ligar el rescate de una artista esencial en la evolución de la historia de la pintura del siglo XVIII al XIX,  a la exposición Invitadas, que se inaugurará el 6 de octubre y que analiza el papel de la mujer en el arte español del siglo XIX y los primeros años del XX.

Los retratos redescubiertos son Carolina, reina de Nápoles, un óleo sobre tabla de 1790, y María Cristina Teresa de Borbón, con el mismo soporte y del mismo año. En ambos se descubre la especial sensibilidad que tuvo la autora para la narración cotidiana y la intimidad, así como para el retrato psicológico de sus personajes que lucen espontaneidad y franqueza. Son mujeres -solo una sexta parte de sus retratos fueron de hombres- que celebran la vida, en vueltas en amables tonos pastel. Con este movimiento el museo expone a la sexta mujer artista en sus salas. Vigée-Le Brun se suma así a los nombres de Sofonisba Anguissola, Artemisa Gentileschi, Rosa Bonheur, Clara Peeters y Angelica Kauffmann. Entre todas suman 13 pinturas de las más de 1.700 que se mostraban antes de la reducción de espacio expositivo provocada por la crisis sanitaria...

El año de su revelación fue 2015, cuando se presentó la primera retrospectiva sobre la obra de Vigée-Le Brun -que mantuvo su apellido siempre a pesar de adoptar por ley el de su marido, el marchante Jean-Baptiste Pierre Le Brun-, en el Grand Palais de París, el Metropolitan de Nueva York y en el National Gallery de Canadá, en Ottawa.

Pese a ese rescate, el Prado mantenía apartada de la vista pública la obra de quien ha sido señalada y estigmatizada como la pintora de la reina María Antonieta. En la biografía que mantiene el museo español se dice de ella que "fue una de las artistas femeninas más valoradas de su época, y de las más denostadas sobre todo por ser la autora de algunas de las más grandes obras pictóricas de propaganda política del siglo XVIII al servicio de una idealización de María Antonieta". Nunca ostentó el título de pintora de la reina, pero desde que tenía 22 años la retrató tanto que se le abrieron las puertas del éxito y del exilio...

Peio H. Riaño. Madrid. El País, martes 15 de septiembre de 2020 

lunes, 21 de septiembre de 2020

El álbum de recuerdos de un cineasta francés

En 1985 ocurrieron varios acontecimientos que, conscientemente o n
o, marcaron la vida del cineasta francés François Ozon. Aquel año murió Rock Hudson, el primer famoso mundial que moría a consecuencia del sida . Y aquel año Ozon leyó la novela del inglés Aidan Chambers que sirve como base de Verano del 85, que le dejó la suficiente marca como para que durante décadas elucubrara con adaptarla. "Contaba una historia de amor en la que poco importaba que sus protagonistas fueran dos chicos. Esa normalización me fascinó, no era habitual en los ochenta", confiesa el director que, sin embargo, no alteró el nombre original de la novela  (Dance On My Grave ) al trasladarla al cine por las razones precedentes, sino por un detalle más banal."La canción In Between Days, de The Cure, es de julio de 1985. Y necesitaba incluirla en el filme. Más tarde descubrí los otros detalles que confirmaban mi elección de 1985", cuenta.Verano del 85, que se estrena comercialmente en España el 9 de octubre, concursa en el festival de San Sebastián con el sello de Cannes. Es más, en Francia ya llegó a los cines el pasado 14 de julio y tuvo gran éxito. "Probablemente,  porque nos recuerda un tiempo en que te podías abrazar y besar libremente, sin mascarillas anticovid, o incluso sin el miedo  a contraer el sida, otra gran pandemia; era otro mundo, desde luego uno mejor que el actual", cuenta de forma algo melancólica el director. Alex es un chaval de instituto en un pueblo de la costa normanda que se enamora de David, algo mayor que él, que trabaja en una tienda de antigüedades y recueros turísticos. El choque es impetuoso desde su inicio: por su mutua fascinación, por sus diferencias de clase, por el calor interior y exterior que provoca el verano. También, porque el espectador recibe en el primer minuto un aviso: va a haber una muerte...G. Belinchón. San Sebastián. El País, domingo 20 de septiembre de 2020.  

domingo, 20 de septiembre de 2020

No hay conciliación en la nueva normalidad

Con la llegada de septiembre, España se enfrenta a una vuelta a los colegios en la que la amenaza de rebrotes o de nuevas oleadas del virus marcarán de forma aún incierta el desarrollo del curso escolar. Más allá de los enormes retos educativos, esta situación puede convertirse en una carga sin precedentes para las familias en términos de conciliación. Ante posibles situaciones como cierres totales o parciales de centros educativos o la cuarentena de algunos menores, no existe a día de hoy ningún mecanismo que asegure a padres y madres la posibilidad de conciliar su vida laboral con necesidades imprevistas de cuidados. En ausencia de medidas claras, esta situación podría tener  graves consecuencias, tanto para las oportunidades de los niños pertenecientes a familias más vulnerables como para la igualdad de género.

Ya durante las fases más restrictivas del estado de alarma, España fue con Irlanda el único país de su entorno que no contemplaba ni una prestación económica en caso de reducción de jornada por cuidado de hijos ni la apertura parcial de centros educativos para los hijos de trabajadores esenciales. Las familias con hijos dependientes han asumido el coste del cierre de todo tipo de facilidades de conciliación, debiendo incluso a renunciar a sus ingresos laborables en caso de ausencia de alternativas.

Casi cinco meses tras el cierre de los centros educativos sigue sin existir ningún tipo de prestación específica para aquellos progenitores que se vean obligados a reducir sus jornadas por motivos de cuidado. Y si bien recientemente el Gobierno ha declarado estar estudiando un permiso retribuido para aquellos padres con hijos en cuarentena, no existe una propuesta definida para dicha medida. La posibilidad de reducción de jornada por cuidados llegaría a su fin el 21 de septiembre, al terminar los tres meses de prórroga  de la disposición tras el fin del estado de alarma. En la nueva normalidad, el Estado parece haber dejado de corresponsabilizarse en materia de conciliación. La búsqueda de soluciones es competencia exclusiva de las familias.

Tal vez la consecuencia más preocupante de la ausencia de medidas de conciliación sea la brecha de oportunidades que puede abrirse en la infancia, y que afectará de manera desproporcionada a los niños de hogares más vulnerables.... La OCDE alertaba ya durante el principio de la pandemia del peligro de que el parón educativo se asemeje a las brechas que suponen para los niños de extractos socioeconómicos bajo los meses de verano, que pueden perder hasta un mes de aprendizaje...La otra cara de la ausencia de medidas de conciliación es la desigualdad de género. Ante un aumento inesperado de las necesidades  de cuidado y educación en el hogar, es más probable que las mujeres asuman esas tareas. Según el INE, ya antes de la pandemia las mujeres dedicaban de media 38 horas semanales  a actividades de educación y cuidado de sus hijos, por 23 horas en el caso de los hombres. Los datos de la encuesta para España apuntan efectivamente hacia una mayor carga de labores de cuidado sobre las mujeres durante la pandemia...

Ariane Aumaître, investigadora de doctorado sobre el Estado de bienestar  en el Instituto Universitario Europeo de Florencia.

El País, jueves 3 de septiembre de 2020  

sábado, 19 de septiembre de 2020

La Gioconda en petit comité

Foto: Reuters

Escuchar francés y no inglés, chino o ruso en la Torre Eiffel suena raro. O en el Arco del Triunfo. ¡Hasta en el Louvre! Más extraño aún es visitar estos monumentos icónicos de París tranquilamente, sin empujones ni codazos, sin cámaras de móvil impidiendo ver lo que se ha ido a ver. Sin tener, en fin, que planear con meses de antelación la visita y hacer reservas para horarios imposibles. La epidemia del coronavirus es un desastre para el sector turístico de la ciudad habitualmente más visitada del mundo. Pero para quienes pueden o tienen que quedarse este verano, o para los escasos turistas, sobre todo nacionales, que llegan hasta la Ciudad de la Luz, constituye una oportunidad única de descubrir un París cuya magia suele diluirse entre multitudes que desbordan sus abarrotadas calles.

Como tantos franceses Bruno y Nedelec han decidido quedarse este año en el país. Residentes en Cannes, la playa no era lo que más les apetecía, así que han aprovechado para volver a ver París. "Es el momento ideal", dice Bruno mientras se coloca en la cola para entrar en el Louvre. Aunque a las 9 de la mañana ya hay una larga fila, ésta se mueve rápido y dista mucho de las kilométricas esperas habituales. "Qué raro no ver japoneses ni estadounidenses", comenta. Apenas veinte minutos más tarde, se pierden en unos pasillos que por una vez no parecen la hora punta del metro en vez del museo más famoso del mundo.

Desde que reabrió tras el confinamiento, el 6 de julio, la pinacoteca ha recibido 200.000 visitantes, 10.000 diarios, más de la mitad de ellos franceses, según cifras propias. Suena a mucho, pero son solo la cuarta parte de los del año pasado. En 2018, el museo celebraba el récord de 19,2 millones de visitas.

La prueba definitiva de que este verano es todo distinto está en la primera planta, en la sala de los pintores italianos, donde espera el cuadro más visitado, la Mona Lisa  de Leonardo. Normalmente hay que acercarse mucho y esperar aún más para poder atisbar apenas fugazmente, entre centenares de manos alzadas con móviles (¿cuándo se prohibirá hacer fotos en los museos? ), el pequeño retrato de Lisa Gherardini con su misteriosa sonrisa y esa mirada que parece perseguirlo a uno por toda la sala repleta de otras pinturas magníficas de coetáneos - ahí están obras de Tiziano, Tintoretto o El Veronés-, a menudo ignorados por quienes solo vienen a hacerse un selfi ante la ultrafamosa Gioconda. Eso no ha cambiado. Pocos de los que este agosto tienen el lujo de poder contemplar  por una vez a sus anchas las magníficas obras del Louvre se paran a mirar unos segundos siquiera el cuadro que los ha llevado a hacer otra -ahora breve- cola interior.. Para qué, ya habrá tiempo si acaso cuando se publique en las redes el selfi que demuestra que se estuvo ahí, aunque ese ahí importe menos que el haber estado...

Silvia Ayuso. París. El País, lunes 10 de agosto de 2020.

viernes, 18 de septiembre de 2020

Milo Rau impulsa la renvación del teatro tras la covid

Milo Rau

A mediados de marzo, en cerrado en casa a la espera de que amainara la pandemia, Milo Rau (Berna, 43 años) pensó que quizá no era tan malo parar un poco. ¿Por qué no aprovechar para repensar su trabajo?, se planteó el director de escena suizo, considerado el gran renovador del teatro político contemporáneo, que no es famoso precisamente por tomarse sus trabajos a la ligera. Invitó entonces a un centenar de artistas de todo el mundo a responder a la cuestión "por qué el teatro?" y reunió sus respuestas en un libro que lleva esa pregunta como título y que publicará el 1 de octubre (en inglés) el Teatro Nacional de Gante, institución que dirige Rau.

Entre los participantes, los artistas más influyentes de la escena internacional: el alemán Thomas Ostermeier, la británica Katie Mitchell, los belgas Ivo van Hove, Alain Platel o Jan Lawers, el portugués Tiago Rodrigues, el ruso Kiril Sérebrennikov, la francesa Ariane Mnouchkine o Isabelle Huppert, la brasileña Christine Jatahy, la española Angélica Liddell, la argentina Lola Aria y el suizo Stefan Kaegi, entre otros.

Lejos de la reflexión sesuda, el libro es una especie de caleidoscopio emocional... El libro es también un reflejo de la poderosa corriente reflexiva que atraviesan las artes escénicas en este momento. Obligado por la paralización de la actividad en los escenarios, nunca antes el teatro se había pensado tanto a sí mismo ni había meditado tanto sobre su futuro como en los últimos seis meses. Tampoco nunca antes esa reflexión fue tan global como la que han propiciado ahora las decenas de foros virtuales que han organizado los principales teatros y festivales del mundo, ofreciendo a creadores de muy diferentes orígenes la oportunidad de  debatir e intercambiar experiencias. La pandemia ha forzado un punto de inflexión irremediable...

Convencido siempre de que el teatro puede ayudar a mejorar el mundo, Rau cree que también tiene un papel en la reconstrucción de la sociedad tras la pandemia. "El teatro es una representación simbólica de lo que es nuestra sociedad. Esto influye tanto a quien está en el escenario como entre el público, así como las palabras que utilizan y la realidad que aparece. Mi objetivo es hacer el teatro cada vez más inclusivo: que en esa representación quepan cada vez más realidades", afirma.

Raquel Vidales. Madrid. El País, jueves 17 de septiembre de 2020.

 

jueves, 17 de septiembre de 2020

El espejo de nuestras penas

Pierre Lemaitre
Pierre Lemaitre (París,1951) era un autor de novela negra conocido en Francia. Había creado un personaje muy peculiar: un policía de 1,45 metros de estatura que sufre ataques de cólera. Pero en 2013 ganó el premio Goncourt con una novela diferente, en la tradición picaresca (Nos vemos allá arriba) y adquirió fama en toda Europa. Los colores del incendio fue la segunda entrega y ahora llega El espejo de nuestras penas (Salamandra), ambientada en la primavera de 1940, con los tanques alemanes entrando en Francia.

-¿Duele en su país la escasa resistencia presentada y el Gobierno colaboracionista de Vichy?

-Yo mismo me preguntaba si los franceses querrían oír hablar de eso. Me preocupaba la reacción, pero creo que los hechos han prescrito. Hace mucho que no se publica nada sobre este tema y el éxodo de diez millones de personas está poco tratado. Esta es una novela sobre el pánico del éxodo.

-¿Cómo se recuerda esa experiencia del éxodo de diez millones de personas en su propio país?

-Hay algo que quizá se parece a lo que sucedió con la Guerra Civil en España. Son cosas que la generación joven apenas conoce. No ha desaparecido de la memoria, pero los contornos de esas imágenes ya no son muy precisos.

-Por qué algo así está tan poco presente en la literatura? Alguna novela Némirovski  y poco más-

-Es un tema muy poco tratado. La de Némirovski (Suite francesa) es la última gran novela sobre el éxodo y casi la única que ha tenido éxito. No puedo responderle a por qué ha interesado tan poco. Némirovski lo trata de una manera distinta. Lo aborda desde un punto de vista elegante, casi chic, aunque sea terrible decirlo. Ese no es mi planteamiento.

-Han pasado veinte años desde el armisticio y los soldados saben que van a una carnicería.

-La actitud con la que fueron a una guerra y a otra muy distinta. Pero los franceses pensaban que habían ganado la primera guerra y creían que iban a ganar la segunda. Fue un error colosal. No se dieron cuenta de que la Alemania de 1940 no tená nada que ver con la de 1914 y los militares no enteraron.

- ¿Explica eso la escasa resistencia ofrecida?

-Creyeron que sería una guerra de posición, como la primera, un conflicto de trincheras. Solo De Gaulle dijo que no sería así, que sería una guerra de movimiento y los carros de combate lo cambiarían todo. Nadie escuchó. Los militares fueron incompetentes y tozudos, y se mostraron incapaces de cambiar de estrategia al ver que se habían equivocado. Eran imbéciles.

-Sus novelas hablan de célebres episodios históricos pero no aparecen en ellas grandes personajes.

-En la novela histórica los personajes de ficción se encuentran con los reales. Yo no lo hago. No sé si las mías pueden calificar de históricas. Me interesa hablar de la gente corriente, quiero ver la Historia a través de mi mirada...

César Coca. Bilbao/Colpisa. La Voz de Galicia, miércoles 26 de agosto de 2020. 

miércoles, 16 de septiembre de 2020

El otro pelotón del Tour

Es un tirillas, se llama Boris y vive en Grenoble, no llega a 30 años y como forma parte del pelotón del Tour, podría pasar por uno de los 172 ciclistas que lo sobreviven. Atiende rápido al mediodía en Sisterun -"perdón, tengo que comer y echar la siesta, no tengo tiempo", previene- y cuenta que es su primer Tour, que está emocionado, que todo el mundo le había dicho lo especial que era participar, en la Grande Boucle. Su equipación es un pantalón corto y una camiseta blanca con el anagrama de la empresa XPO Logistics. Pero no, no es un patrocinador, es su empleador, la compañía que le da trabajo, porque Boris no es un ciclista, y ni siquiera le interesa quién gana ni mira la tele por curiosidad. 

Boris es conductor de camión de vallas y otras estructuras pesadísimas, uno más del pelotón de 67 que duermen mientras los ciclistas pedalean y, cuando los ciclistas se retiran a descansar a sus hoteles, ocupan las mismas carreteras manejando con habilidad y precisión 55 monstruos de 40 toneladas. "Me gustaría subir puertos, y sobre todo bajarlos, con el camión, pero me encargo de transportar el material para montar las estructuras de 25 kilómetros", dice Boris y acelera para dormir en un colchón tirado bajo el camión. "Trabajamos demasiadas horas".

El Tour, más que de bicicletas está hecho de vehículos de dos y cuatro y muchas más ruedas y ruidosos motores que asaltan de madrugada tranquilos pueblos, adormilados, silenciosos, los invaden y los hacen suyos en cuestión de horas. Conquistas relámpago, de ejército pacífico que establece su campamento, sus cocinas que montan sus restaurantes de campaña, sus camiones ducha-servicio higiénico, sus caravanas para dormir, sus servicios de orden, su cuerpo de ingenieros que organizan salidas y llegadas, y a las pocas horas se van y dejan solo el recuerdo de su ruido y, construido como una casa de muñecas, el escenario de los sueños de los aficionados. Gendarmes (el cuerpo similar a la Guardia Civil) a moto y en coche, antidisturbios que ocupan una treintena de furgonetas, grandes triales para el podio y estudios de televisión móviles, centenares de coches de periodistas y medios informativos varios, y, sobre ellos, los tráileres de XPO convierten las autopistas, carreteras comarcales y hasta los caminos de cabra empinados que a veces pasan por puertos de montaña en una caravana constante de vehículos, a los que se suman los autobuses y los coches de los propios equipos y los vehículos de fantasía de la caravana publicitaria más llamativa e impregnadora del territorio incluso que el propio pelotón en bicicleta. Más de 3.000 personas se mueven diariamente de pueblo en pueblo simultánea y constantemente, y, sin tensiones excesivas, todos conviven amigablemente, cad uno sabe lo que tiene que hacer y cómo. Entre los 55 camiones  recorren este septiembre en Francia unos 252.000 kilçometros, trans portando 420 toneladas de material...

Carlos Arribas. Orcières-Merlette. Francia. El País, miércoles 2 de septiembre de 2020.

martes, 15 de septiembre de 2020

El loto azul

En 
los tebeos de Hergé solo aparecen dos personajes  reales (si  se considera  
que Tintín, el capitán Haddock, el  profesor Tornasol o la   Castafiore no existen, pero ese  es  otro debate):  Al Capone  y Tchang  Tchong  Yen, un adolescente chino amigo  del  dibujante belga y el héroe  de  uno de  sus álbumes icónicos : El loto azul, el quinto volumen de la serie.

Con este tebeo, publicado originalmente en 1936, despegaron definitivamente las aventuras de Tintín 
entre el público. Su portada, que muestra al joven reportero y a su perro Milú escondidos en un jarrón chino con un dragón enorme sobre un fondo rojo que ocupa casi toda la escena, es tal vez el dibujo más reconocible, universal y reproducido del cómic europeo.

Sin embargo, no siempre fue así: el dibujo original era más sofisticado y colorido, con un fondo más rico salpicado de signos. Su editor Louis Casterman, le dijo que era demasiado caro reproducido en portada y le pidió una ilustración más sencilla. Casi 90 años después de su realización aquel dibujo de Hergé, una mezcla de acuarela, guache y tinta china de 34 por 34 centímetros, acaba de entrar en el mercado y, después de exponerse desde la semana pasada primero en Montecarlo, luego en Bruselas y finalmente en París, se subastará el 21 de noviembre. La sala de subastas Artcurial espera que alcance un precio de entre dos y tres millones de euros que superaría el monto más alto logrado hasta ahora por un original de Hergé (2,6 millones por las guardas de los primeros álbumes, que reproducen 34 escenas diferentes).

"En aquella época, los tebeos de Tintín eran muy caros, el equivalente a 40 euros actuales", explica Eric Leroy, el experto en cómics de la casa Artcurial que en los últimos años ha colocado a precios estratosféricos diferentes originales de Hergé. "Y el proceso de cuatricomía que necesitaba ese dibujo hubiese subido todavía más el precio. Así que Casterman le pidió un dibujo más sencillo y a cambio editó el álbum en un papel blanco un mejor, lo que ahora se ha convertido en un problema porque es muy frágil". 

Hergé aceptó y le regaló el dibujo al hijo del editor, Louis Robert que entonces tenía siete años. Lo plegó y lo guardó en un cajón y allí se quedó hasta 1991, cuando salió a la luz temporalmente para volver a ser olvidado de nuevo hasta ahora...

Guillermo Altares. Madrid. El País, miércoles 22 de julio de 2020.

lunes, 14 de septiembre de 2020

Freud en la azotea

Fotograma de Un diván en Túnez
 La alegre luz de Un diván en Túnez, ópera prima de la franco-tunecina Manele Labidi Labbé, marca el tono burlón y agridulce de esta comedia de enredos, psicoanálisis y brisa mediterránea. Selma, la protagonista regresa a su país desde Francia cargando con una fotografía de Freud ataviado con un sombrero fez en la cabeza. Una imagen algo chusca del padre del diván que la joven psicoterapeuta cuelga en la azotea en la que se instalará para sacar rédito de sus estudios en París. Una consulta situada en la misma planta de un edificio, símbolo en si misma de las sombras y luces de los personajes que por allí desfilarán. Ahí, en las alturas, el espectador pasa revista a un país que se debate entre la tradición y la modernidad. El filme se sitúa justo después de la Primavera Árabe, es decir, poco antes de la ola de fundamentalismo y terrorismo que ha socavado la principal fuente de ingresos de Túnez, el turismo.
El centro de todo -y la que sostiene una película atractiva, pero irregular - es la actriz Golshiftch Farahani, conocida por su trabajo en Paterson, de Jim Jarmusch. Farahani se pone la máscara de payaso triste y taciturno. Una mujer fuera de lugar, que se viste con vaqueros y lleva el pelo corto, que rechaza cualquier gesto femenino y que parece huir siempre de algo. Ni Francia era su casa, ni Túnez le parece. Así, pese al tono de comedia con sus canciones italianas, pese a los personajes extravagantes (muchos mal concebidos), la película está atravesada por una amargura misteriosa, un desarraigo sin solución que revierte todo el sentido del filme y su final abierto. Como si la única que está pidiendo a gritos psicoanalizarse  sea esta solitaria y algo naíf aspirante a Freud.
E.F.S. El País, viernes 11 de septiembre de 2020.

domingo, 13 de septiembre de 2020

Claire Marin: "No hemos interiorizado la idea de que somos vulnerables"

Claire Marin
La filósofa Claire Marin (París, 1974) ha dedicado buena parte de su carrera a reflexionar sobre las enfermedades y otras disrupciones que ponen a prueba nuestras concepciones o modo de vida. Rupturas amorosas, como las que analiza en su libro Rupturas (Alienta editorial que se publica el 1 de septiembre), pero también todos esos procesos, desde el nacimiento y la muerte, que marcan un antes y un después -o al menos un giro- en nuestras vidas. Para ella una crisis como la de la pandemia y el confinamiento es un campo de estudio ideal. Quizás, aventura en un encuentro en su casa parisina, una de las mayores sorpresas haya sido descubrir que no eramos tan invulnerables como nos creíamos. Aunque parezca que muchos quieren volver a olvidarlo.
P.- ¿Estaba el mundo preparado para una pandemia?
R.- Era inimaginable, sobre todo para los países más privilegiados, que consideraban las pandemias como algo de otro tiempo. Volver a métodos que nos parecen arcaicos, como el encierro, era algo que jamás habríamos imaginado. Encima recuerda a períodos más sombríos de la historia, lo que hace que en el plano colectivo vivamos esto como una regresión, una debilidad de nuestra medicina, de nuestra ciencia y tecnología. En el plano individual, sobre todo para los pueblos con una larga historia de autonomía y afirmación del individuo, este encierro y esta lógica de lo colectivo, ha sido una experiencia inédita y frustrante, vivida a veces como un ataque a la libertad
P.- ¿Nos creíamos invulnerables?
R.- Había una ilusión sobre el poder que le habíamos conferido a la ciencia, a las tecnologías y a la medicina. Era algo que ya me sorprendía antes de la epidemia, cuando la gente preguntaba:"Pero esa enfermedad ¿no somos capaces de curarla?, como si estuviéramos en un mundo, al menos en los países ricos y desarrollados, donde la ciencia es milagrosa, casi divina, y que haya enfermedades incurables parece una contradicción. De golpe descubrimos que efectivamente estamos vivos y que, por tanto, el riesgo de morir está siempre ahí. Es una idea defendida por el filósofo y médico Georges Canguilhem, que decía que estar vivo es el riesgo de ser mortal. Tendemos a olvidarlo por la confianza que tenemos en la medicina.
P.- ¿Va a cambiar el coronavirus nuestra relación con las enfermedades, con la idea de la vulnerabilidad?
R.- Puede que haya cuestionado nuestra relación con la salud, con lo que comemos y con el impacto de la contaminación. Pero, pese a todo, el reflejo es volver a esa especie de ingenuidad. No creo que, salvo en en las primeras semanas, cuando todo el mundo tuvo miedo por lo que podía suceder, hayamos interiorizado la idea de la vulnerabilidad...
P.- ¿Es buena idea provocar una ruptura, hacer un cambio radical de vida, tras un momento tan particular como el confinamiento? 
R.- A veces las crisis, personales o colectivas, permitan la expresión de algo que ya estaba siendo cuestionado interiormente. Cuando es así podemos estar seguros de nuestra decisión. Pero cuando la reacción esta motivada por angustias, quizás hay que dar un poco de tiempo, ver si pierde fuerza el deseo a medida que la situación evoluciona. Soy bastante escéptica con esa nueva marea de urbanitas reconvertidos en seres campestres. Ese tipo de conversiones funcionan bien si transferimos capacidades o competencias que ya poseíamos. Si no, a veces es una idealización que pensamos que va a salvarnos de una situación peor.
P.- Entonces, aunque las rupturas pueden ser una oportunidad, hay que calcular bien los riesgos.
R.- Sí, está la esperanza de encontrarse, pero también el riesgo de perderse. A menudo tenemos esa idea de que al cambiar seremos mejores. Cuanto más importante es la ruptura más pensamos que todo va a cambiar, y podemos encontrarnos con los mismos problemas en otros contextos. Me alucinan todas esas nuevas vidas que no son más que una repetición de la precedente, en otra ciudad o con una mujer más joven.
Silvia Ayuso. El País, domingo 30 de agosto de 2020. 

sábado, 12 de septiembre de 2020

El pasodoble belga que se hizo himno español

 No hay manera. Desde hace más de medio siglo, las autoridades turísticas han intentado vender las maravillas de la España urbana y la España del interior. Una oferta sintetizada  en la triada "catedrales, museos, gastronomía", que no parece haber penetrado en el caletre del turista medio, emperrado en disfrutar de las tres eses: "sex, sand and sun". Es decir, "sexo, arena y sol". Aunque una somera inspección del actuar de nuestros visitantes constataría que sus prioridades han derivado hacia "alcohol, sexo y sol".
Una posible explicación es la carencia de una banda sonora que identifique el país con la misma eficacia que las canzoni napolitanas o la chanson parisina. Oh sí, está el flamenco pero se trata de un arte hermético, que los guiris aprecian especialmente como baile o en guitarra; el flamenco vocal solo parece internacionalizarse en su vertiente rumbera y en voces francesas. Por oscuros poderes históricos, pocos artistas locales se han lanzado a crear música inequívocamente Spanish pero destinada aun público global, aprovechando la estancia temporal de decenas de millones foráneos.
Así que no deberíamos asombrarnos de que el himno extraoficial del país, Y viva España, sea un producto de importación. Para más inri, obra de los belgas, el compositor Leo Caerts y el letrista Leo Rozenstraten. Por si sirve de consuelo, flamencos, es decir, naturales de Flandes. A Caerts cabe reconocerle la habilidad de elaborar un pasodoble que lo mismo encaja en los parámetros del schlager teutónico que en las exigencias de cualquier banda municipal valenciana. A Rozenstraten mejor no darle ni las gracias. Ajeno a la ortografía del castellano lo titulo Eviva España (sic). El texto confundía la parte por el todo: "con mis manos toco las castañuelas/ y con el pie marco el paso del flamenco/Solo uso vestidos andaluces /y en mi cabeza llevo un gran sombrero negro".
Qué más da. Grabada por la joven Samantha, natural de Amberes, fue enorme éxito en Bélgica y Holanda. De repente en los países nórdicos y centroeuropeos quería traducirlo a sus idiomas. La cantante Hanna Aroni, de pasaporte israelí y vocaión internacionalista, deseaba grabarla no solo en inglés: Quiero hacerla también en español ¿no?. Pues no, pero mejor no confesarlo. Acudieron velozmente a la Embajada española en Bruselas, donde les conectaron con Manuel de Gómez, un empleado aficionado a la versificación. Y muy patriota..
Precisamente esa fue la adaptación que grabó Manolo Escobar en 1973. En su descargo, cabe mencionar que se resistió por considerarlo una obviedad. Se impuso la opinión de su disquera, Belter, y los directivos estaban en lo cierto. Como Y viva España, ya forma parte del patrimonio nacional...
Diego A. Manrique. El País, lunes, 31 de agosto de 2020.

viernes, 11 de septiembre de 2020

Marrakech. Vibrante arte contemporáneo

  1.  Marrakech es na terraza desde la que se ve la nieve de las cumbres del Atlas y los fuegos de Djemas el Fna. Fuegos de velas en faroles artesanales que iluminan escenas de cuentacuentos y de brasas para asar carnes en una de las plazas más icónicas de mundo, donde se teatraliza la tradición oral del relato burlesco, se ponen  a bailar serpientes al son de agudas trompetas o se recolectan monedas a cambio de acrobacias. Por debajo del bullicio turístico de la medina está la verdad de esa metrópolis fundada por los almorávides en 1062, que fue capital imperial, y la verdad africana del palmeral en tierra roja, del mismo rojo que une los ladrillos de sus casas. La ciudad ocre es, a decir verdad, un gran núcleo urbano rosado, de largas avenidas  y parque de datileras bajo un sol perenne y al pie de un macizo imponente. Solidez de desierto y montaña de la que nace el arte, porque hay artesanía centenaria y arte contemporáneo que se instala entre los huecos ornamentales y en todos sus materiales: la arcilla, el textil, los azulejos, la madera, los cueros con sus olores, el ámbar y el almizcle.
  2. Una ciudad de terrazas con vistas, como la del mítico Café de France o enfrente, la del restaurante Argana, hamanes como Rosa Bonheur y el minarete de la mezquita de Koutoubia, gemelo de la Giralda. Pero también de eventos,  grandes auditorios y discotecas, gastronomía internacional e infraestructuras flamantes tras la cumbre de Cambio Climático de 2016, que ha cedido su sello de capital africana de la Cultura 2020 a Rabat, pero que sigue ostentando su capitalidad continental sin necesidad de etiquetas.
  3. Después del café en el riad -casas antiguas de la vieja medina reconvertidas en hoteles con encanto- donde nos alojamos, la jornada perfecta empezaría con un encuentro de arte contemporáneo africano en el Museo de Arte Contemporáneo Afriaco Al Manden (Macaal), actualmente cerrado por la covid-19. Inaugurado en 2018, une arte digital, pinturas, esculturas y video dedicado a promocionar el talento de los creadores del continente. En el parque del museo Al Maaden, que funciona como campo de golf, puede visitarse la exposición permanente de escultura con obras de artistas destacados como Moataz Naar,, Claude Gilli, Daniel  Hourdé, Adiba Mkinsi, Antonio Segui, Sunil Gawde, Mahi Binebine, Hassan Darsi, Yazid Oulab y Abdelkrim Ouazzani. Las vistas desde aquí son soberbias.
  4. Si tenemos al buena fortuna de coincidir con una de las ediciones de la feria de galerías  1-54 (African Art Fair) que se celbra actualmente en tres sedes (Marrakech, Londres y Nueva York), será imprescindible acercarse al majestuoso palacio de La Mamounia para estar al tanto de lo que promueven las galerías de arte africano y de la diáspora. La otra posibilidad de acercarse a la creatividad contemporánea del continente es reservar plaza para una visita a Le Jardin Rouge de la Fundacion Montresso. Es una finca llena de olivares que ofrece residencia de artistas  y espacios expositivos, a unos 45 minutos de Kech -como llaman a la ciudad los locales -. En ese marco se celebra cada año una muestra llamada In-disciplina, que esta temporada reunió obras d eartistas del region del Congo...
        Analía Iglesias. El Viajero. El País, viernes 21 de agosto de 2020.

jueves, 10 de septiembre de 2020

Por las carreteras

Sylvain Prudhomme
 Durante su juventud Sylvain Prudhomme (La Seine-sur-Mer, Francia,1979) fue adicto al autoestop. Recorrió la geografía europea subiéndose a coches de desconocidos. Le gustaba viajar sin costes, por supuesto, aunque no más que sentir picos de adrenalina cada vez que un conductor le abría la puerta. Junto a esos individuos de toda clase y condición, el escritor vivió momentos de genuina intimidad, en los que creyó ver aflorar verdades sobre la existencia. Esa vieja afición que interrumpió a los 25 años, ha inspirado Por las carreteras (AdN), quinta novela de Prudhomme y la primera traducida al castellano, propulsada por su éxito en Francia donde se alzó con el prestigioso Premio Fémina y se convirtió en una de las revelaciones del año pasado.
Cuando su entorno supo que Prudhomme escribía un libro sobre el autoestop, no tardó en intentar disuadirle. "Me decían que estaba pasado de moda y que haría mejor en hablar de BlaBlaCar", recuerda el autor en la bulliciosa terraza de un gentrificado barrio africano de París, que tal vez le haga recordar una infancia transcurrida en países como Camerún, Níger o Burundi, a los que le condujo el trabajo de un padre cooperante. "Para mí, era importante usar una práctica tan anticuada como hacer dedo, porque me permitía introducir temas como el abandono al azar, la confianza en la vida o el encuentro con el prójimo, a contrapelo respecto a nuestra manera de vivir en la época actual". En realidad, BlaBlaCar no tiene mucho que ver con el autoestop, al ser su reverso mercantil. "No se asume ningún riesgo al utilizar esa plataforma: quedas con alguien a una hora precisa, le pagas parte del viaje, pones una nota al conductor y una empresa responde si surge algún problema. Es el reflejo de la sociedad de hoy, en la que exigimos eficacia y garantía. Yo quería hablar de un salto al vacío...", dice el autor.
Su novela está protagonizada por Sacha, escritor parisiense algo desilusionado con la vida que, tras cumplir 40 años, sin hijos ni ataduras, decide mudarse a una pequeña ciudad del sureste francés. Allí se reencuentra con un íntimo amigo de juventud, el Autoestopista, personaje sin nombre, con el que partió peras décadas atrás después de compartir un sinfín de viajes por carretera y noches iluminadas por las estrellas...
Álex Vicente. Babelia, El País, sábado 15 de agosto de 2020.

miércoles, 9 de septiembre de 2020

Tono Arias en la muestra fotográfica de Lille

El Institut pour la photographie de Lille, en Francia, acoge desde mañana jueves, día 10 de septiembre, la exposición colectiva Mascaradas, en la que participa, entre otros, el fotógrafo y artista ourensano y responsable de la galería Dispara de A Estrada, Tono Arias, con su proyecto Encarnados. La iniciativa se incluye en un amplio programa cultural denominado En Quête, integrado por diez nuevas exposiciones que revelan como la fotografía contribuye a desarrollar una visión diferente de los acontecimientos actuales de la historia o de un territorio.
Organizada por Anne Lacoste, Paul Leroux, Clémence Mathieu, con la colaboración de Château Coquelle de Dunkerque y el Museée Internacional du Carnaval et du Masque de Binche. Esta muestra colectiva gira en torno a los carnavales europeos plasmados a través de los diversos enfoques de diez artistas reconocidos internacionalmente y con un objetivo común : registrar la naturaleza profundamente ritualista del carnaval. Así, la serie presentada será una oportunidad para centrarse en la iconografía tradicional de este popular evento. En lo que respecta al proyecto Encarnados del fotógrafo gallego Tono Arias, y que forma parte de este evento cultural, lo realizó a lo largo de más de una década de trabajo sobre el Entroido. Este ensayo fotógrafico dio como resultado la publicación de tres fotolibros: Encarnados, DesXeo Preto y una colección de postales, con un diseño y unas imágenes cuidadas y originales en las que el autor presenta un recorrido visual y a veces absurdo, desordenado, anárquico, irónico y muy intuitivo...

Sol. Elvira. A estrada. El Correo Gallego, miércoles 9 de septiembre de 2020.

martes, 8 de septiembre de 2020

Raíces de árboles, el último cuadro que pintó Van Gogh

La vida y la obra de Vincent van Gogh vuelven a sorprender. El pintor trabajó en su último cuadro dos días antes de morir, a los 37 años, el 29 de julio de 1890. Titulado Raíces de árboles, recoge los que había en una vuelta del camino que llevaba a la posada Auberge Ravoux, que alquiló en Auvers-sur-Oise, al norte de París. Wouter van der Veen, director científico del Instituto Van Gogh, abierto en la propia localidad francesa, ha descubierto ahora el lugar preciso del conjunto al revisar unas postales de la época, y asegura que Van Gogh no abrazó la abstración en el lienzo. Al contrario, cree que reflejó "la lucha entre la vida y la muerte", a través de unas raíces retorcidas que eran reales. También sostiene que Vincent se quitó la vida, y no recibió un disparo fortuito por parte de los dos adolescentes a los que luego había tratado de encubrir para evitarles problemas. Es una de las teorías de su  muerte, pero él indica que la luz de la tarde entra por la izquierda del lienzo. Así que lo más probable es que dejara sus cosas en la habitación para luego pegarse un tiro, por la noche, en el campo.
Raíces de los árboles forma parte de la colección del museo del artista, en Amsterdam, y hasta 2012 figuraba, junto con Jardín de Daubigny y Trigal entre cuervos, en la categoría simbólica de cuadro postrero. La bandada de pájaros negros del segundo encajaba incluso con el peor de los augurios, confirmado luego con el tiro que se disparó Van Gogh. Pero no es así, y el museo del artista en Amsterdam apoya el hallazgo del paraje que muestra, presentado ayer en Auvers-sur-Oise.
Identifican el lugar donde Van Gogh pintó su último cuadro
El Instituto Van Gogh es un organismo sin ánimo de lucro encargado de preservar su legado en la propia localidad. Ante el parón turístico forzado por la covid-19, Wouter van der Veen aprovechó para echar un vistazo a la colección de postales antiguas guardadas por su vecino. Por si sirvieran para hacer un montaje audiovisual. Mientras las revisaba, vio una fechada entre 1900 y 1910  de Rue de Daubigny, un camino por el que un joven arrastra una bici con la rueda trasera pinchada. A la derecha había un conjunto arbolado que le resultó familiar. Dos días antes de morir, Van Gogh había empezado un cuadro con unas raíces y vástagos que brotaban de unos troncos, y "cada elemento de este cuadro misterioso puede explicarse con la postal en la mano: la forma del montículo, la relación entre las raíces, la composición de la tierra y el lugar; se corresponde con la afición de Van Gogh de pintar motivos cercanos", ha declarado un portavoz del mueso de Amsterdam que ha divulgado su hallazgo...

Isabel Ferrer. La Haya. El País, miércoles 29 de julio de 2020.  

lunes, 7 de septiembre de 2020

Blanco en blanco. El pesimismo del fotógrafo

Fotograma de Blanco en Blanco
El fotógrafo, un artista, llega a un remoto lugar de Tierra del Fuego e intuimos que ignora cuanto cambiará su vida. Será su cámara la que levante acta notarial de lo que allí ocurre en los albores del siglo XX. Es más: en algún momento hasta se lo recordarán, porque de no ser por sus placas el mundo nunca sabría lo que de bueno -eso creen quienes les pagan- están realizando allí los mercenarios del terrateniente, siempre armados. Ese profesional buscará la luz y el encuadre adecuados, pues tiene la capacidad de manipular la percepción visual, sea para mejorarla o para empeorarla. Dos fotos abren y cierran la trama con el denominador común del ser humano y las consecuencias de sus acciones en un ambiente de absoluto pesimismo. La primera de ellas, con pretensiones artísticas  y en interiores, será una niña que pronto será la esposa del amo. Fascinado por su belleza, y lamentando el destino de la pequeña, intentará captar la inocencia de su mirada. En la de cierre, se esmerará con desespero en la preparación del encuadre antes de que la noche se cierna sobre un espacio de muerte. 
Segundo filme del guionista y director chileno Théo Court, premio Fipresci en Venecia y La Habana, además de otros reconocimientos, sostenido a su vez sobre un gran trabajo de cámara del documentalista José Angel Alayón, que contribuye a transmitir una sensación inquietante, de atmósfera turbia, de violencia latente. Son tiempos de colonización depredadora, de una clara voluntad de alterar el orden natural de las cosas, el equilibrio de los territorios y sus moradores para derivar en un genocidio indígena, como tantos otros a lo largo de la historia. El poder avasallando al más débil por la fuerza de las armas y la anulación de la dignidad. Blanco en blanco reivindica la pureza del cine, con un tempo narrativo descontaminado de los estándares actuales, dando aire a los personajes para que desarrollen sus instintos, y añadiendo una austeridad emocional que permita al espectador tomarse su tiempo sobre ellos. Eso que llamamos civilización nació sobre bases maltrechas, eso queda claro.

Miguel Anxo Fernández. La Voz de Galicia, miércoles 5 de agosto. 

domingo, 6 de septiembre de 2020

Civilizaciones

Laurent Binet
A los pueblos amerindios les faltaron tres cosas para resistir a los conquistadores: el caballo, el acero y los anticuerpos. La conocida tesis de Jared Diamond, el geógrafo y antropólogo que teorizó sobre por qué algunas sociedades perduran y otras desaparecen, es el fundamento del nuevo libro de Laurent Binet (París, 1972), autor que ganó un merecido hueco en las letras francesas con dos libros tan distintos como HHhH, investigación sobre el asesinato del oficial nazi Reinhard Heydrich, y La séptima función del lenguaje, intriga policial alrededor de la muerte de Roland Barthes. En su tercera novela Civilizaciones (Seix Barral), Binet plantea una ucronía o historia alternativa, forma narrativa recurrente en la actualidad, para imaginar que habría sucedido si los nativos americanos hubiesen contado con esos tres elementos decisivos. El libro imagina que Atahualpa, el último emperador inca, fue capturado por los españoles y ejecutado a garrote vil. Logró huir a Europa donde desembarcó en Lisboa en 1531, antes de conquistar España y el resto de Europa, que terminaría convirtiendo en un remanso de tolerancia religiosa y justicia social.
"En realidad la novela surgió al leer otra frase e Duamond. ¿Por qué Pizarro capturó a Ataualpa y no fue Ataualpa quien acabó con Carlos V? Me dije que era una buena pregunta y que me apetecía responderla", relata Binet en su domicilio, con vistas sobre un gentrificado barrio de pasado obrero en el noreste de París. Un viaje a Lima haría aumentar su fascinación por los incas, que le gustaban por su folclore vistoso, pero también por una organización social y política en la que creyó detectar "una especie de protosocialismo". No por casualidad, su libro transcure en un momento crucial para el desarrollo del actual sistema económico, en el que se materializa el primer acto del capitalismo que dominará el mundo- La hipótesis que formula Civilizaciones es si una conquista al revés hubiese producido una globalización menos brutal. Aún así el escritor no quiso firmar una historia "de indios buenos y europeos malos". En su libro, los incas son también un pueblo imperialista que coloniza, conquista u comete masacres. "Mi simpatía está al lado de los indios y el motor psicológico del libro fue, en el fondo, dar una venganza a los perdedores pero no los quiero idealizar. Con una conquista inca habríamos evitado los escollos del capitalismo, pero habría otros distintos porque las formas de dominación son infinitas. Eso sí, tendríamos seguridad social desde hace siglos ", responde Binet, ideológicamnete cercano a la izquierda anticapitalista de Jean-Luc Mélenchon...

Álex Vicente, Babelia. El País, sábado 5 de septiembre de 2020

  

sábado, 5 de septiembre de 2020

Vigo, con V de Verne

Julio Verne, que tanto había escrito sobre viajes de aventuras, se embarcó en la primavera de 1878 en su primera gran travesía náutica. Una navegación desde el puerto de Nantes hasta el Mediterráneo. No tenía previsto hacer escala en Vigo, a pesar de que la ciudad olívica protagoniza un  capítulo de sus Veinte mil leguas de un viaje submarino (1869), la novela en la que el lector se introduce en el Nautilius del capitán Nemo.
Monumento al capitán Nemo en Cesantes
En el puerto de Vigo desembarcó y durmió durante su estancia. Muy cerca, en el Real Club Náutico, hay una escultura de un Julio Verne de bronce sentado sobre los tentáculos de un calamar gigante. En la ría de Vigo no los hay, pero si se quiere descubrir qué esconde su fondo marino hay que subir  a bordo del barco oceanográfico Nautilius. Nemo, un robot acuático sumergible hasta 100 metros de profundidad propiedad de Ocean Secrets que manejan los patrones Ismael y Andrés desde al cubierta de este crucero de interpretación, muestra por medio de su cámara de máxima definición  4K lo que esconden las profundidades de esta ría, como los bajos de las bateas en los que se crían los mejillones, alguna cuaderna (costilla de un barco hundido) y la flora y fauna marina de la zona.
Para entender este enclave gallego, Julio Verne se subió al Castro. Este monte es el techo de  Vigo y un balcón desde el que asomarse al tríptico que dibujan el océano, la ciudad y la ría. El paseo hasta la cima se convierte en una escalada urbana tan encantadora como incómoda, pero mientras se asciende se adivina una ciudad herrumbosa que transgrede...
La escala técnica del escritor francés coincidió con la fiesta de la Reconquista y la procesión del Cristo de la Victoria que Verne contempló desde los balcones del Casino de Vigo. Otra sociedad recreativa de la ciudad, La Tertulia, organizó una cena de gala en su honor. En la actualidad ninguna de las dos están abiertas. Tampoco el desaparecido hotel Continental de la rúa Cánovas del Castillo, en el que Verne escribía cartas y tomaba notas telegráficas:"Fiesta por la independencia recobrada en 1809 sobre los franceses. Fuegos de artificio. Música, Admisión al Casino. Iglesia reciente (colegiata de Santa María), murmullos, no hay sillas"...
De seguir abierto, un buen epílogo sería tomar un café en el Café Suizo (calle del Príncipe), donde el autor de Nantes desayunaba mientras leía la prensa...Sentado en el Café Suizo, el ilustre novelista galo leyó sobre la batalla de Rande, y desde lo alto del monte del Castro se imaginó aquel combate naval que tuvo lugar en la ría de Vigo adentro, en la ensenada de San Simón. En aquella contienda las escuadras angloholandesas pugnaron por hacerse con el oro y la plata de los galeones españoles, defendidos por fragatas y navíos franceses. Cazatesoros de toda Europa se desplazaron hasta este lugar para buscar los supuestos metales hundidos. Anclas, cañones y monedas es lo que encontraron. El verdadero tesoro de la batalla de Rande es su historia...
En recuerdo y en honor al viaje del Nautilius, en la isla de San Simón hay una placa conmemorativa. Y entre el miniarchipiélago  y la playa de Cesantes, en Redondela, emerge un conjunto escultórico dedicado al capitán Nemo con dos buzos a sus pies. Al subir la marea el mar se traga a los buceadores y un cormorán se posa en la cabeza del marino creado por Julio Verne. Como una flor que decora una lápida.

Galo martín Aparicio. El Viajero. El País, viernes 21 de agosto de 2020.

viernes, 4 de septiembre de 2020

Blues ácido del Magreb

El cuarteto franco-marroqui Bab L'Bluz que el año pasado fue una de las grandes apuestas del festival Visa for Music, de Rabat, debuta con Nayda!, un arrebatador artefacto sonoro anclado, no atado, a la cultura de los gnwa, subsaharianos que llegaron como esclavos  al Magreb. Bab significa puerta, y Bluz es una forma de escribir blues. Nayda es vocablo polisémico. En Marruecos significa generalmente elevarse o alzarse, pero en el árabe dialectal nombra a un movimiento festivo de la juventud urbana, no exento de un componente de protesta, y también a una forma de renovación artística. Así que bien podríamos hablar de un despertar espiritual y social (una de las piezas del disco  está inspirada en un poema del activista tunecino  Anis Shoshan Bab). Bab L'Bluz forma parte de una nueva hornada de creadores marroquíes que aúna herencia y modernidad, compromiso y celebración. Sigue así de alguna manera el latido que impulsó la carrera del grupo Nass El Ghiwane tras la independencia de Marruecos.
Bab L'Bluz surgió en 2018 en Marrakech del encuentro de Yousra Mansour y Brice Bittin. Rehabilitar la tradición espaciándola con otras músicas, y narrar las vicisitudes del tiempo presente fueron los elementos que animaron la creación del grupo . Dice Yousra que Nadya! es una invitación a cuestionar todas las formas de dogmatismo. Ella es la voz cantante de la formación. Toca el guembri, especie de laúd de tres cuerdas, con caja rectangular recubierta de piel, instrumento habitualmente manejado por hombres ( la argelina Hasna El Becharia fue una de las pioneras, y la marroquí Asmâa Hamzaoui, que lidera la banda Bnat Timbouktou, es una de las intérpretes más jóvenes), pero en su versión awicha; es decir: en formato pequeño, que hace sonar como una guitarra. En casi todas las canciones usa el árabe dialectal, coincide con Hendrix en las propiedades curativas de la música  gnawi, y advierte que Bab L'Bluz es "más que una banda de rock·...
Música gnawi, vibraciones chaabi y bereber, ritmos mauritanios, canciones saharauis, destellos de rock, aderezos instrumentales de la India ...El de Bab L'Bluz es un univeros en expansión; un territorio sonoro que traspasa límites. Composiciones como Gnawa Beat, Ila Mata y Bab L'Bluz son gozosos paradigmas de un trance que hace saltar los plomos. ¡Nayda!

Javier Losilla. Babelia. El País, sábado 15 de agosto de 2020.