lunes, 31 de enero de 2022

"Delicioso". Linda y estimulante

Se aprecia que Éric Besnard (1964) consideró filmarla al modo canónico en su estructura, diáfana, sin estridencias, con la complicidad del fotógrafo Jean-Marie Dreujou en cuanto a cuadro y luz, y en la elección de interiores y exteriores. Con el añadido de un atinado equipo de arte que nos mete en la Francia de 1789, en los estertores del Ancien Régime y la Revolución a las puertas. Con esos mimbres y el guión compartido con el también director Nicolas Boukhrief, Besnard nos propone una película de las que el tópico dice lindas, pero sin connotaciones cursis. Lo es por su belleza integral, y porque utiliza  la cocina como un recurso dramático a los que suma matices emocionales e incluso políticos, que redondean su resultado. El cine es también eso, y cuando asoman los créditos finales, a uno le queda la sensación de gozo. Son varias las que en el pasado nos metieron entre fogones, pero esta se antoja singular.

¿Y los personajes? Bien, gracias. Grégory Gadebois como el panadero que evoluciona a cocinero de prestigio para un marqués sibarita y acaba despedido, e Isabelle Carré como la misteriosa mujer madura, que un día llama a su puerta para convertirse en su aprendiz, brindan dos recreaciones a las que vemos evolucionar hacia un desenlace, no por intuido, sorprendente. Aclaremos que la trama también recrea el origen del primer restaurante de la historia, ese viejo horno al que regresa el protagonista para convertirlo en parada de postas, que acabará siendo lugar de comidas. Si el ideario de los nuevos tiempos lo representa el hijo del primero, la trama nos irá acercando con trazos concisos a cómo el pueblo se hará con el poder. Un cambio que fue brutal y violento. pero no así en la película, que ese es otro de sus méritos. No pretende estimular los jugos gástricos -que también-, pero a su manera es también un bonito cuento de amores.

Miguel A. Fernández. La Voz de Galicia, viernes 14 de enero de 2022

domingo, 30 de enero de 2022

Recordando a Moliére en su 400 aniversario

Molière ha sido uno de los primeros autores franceses que leí. Ya en el colegio, en aquel curso de 5º de Bachillerato, en el que estudiábamos la literatura francesa con un  manual ¡en francés!  aunque nuestro conocimiento de la lengua francesa en aquella clase era de lo más rudimentario. Unos años después en la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca,  tuve la suerte de ser alumna  de dos célebres profesores, Monsieur Cortés y su esposa a la que conocíamos como Madame Paulette, o "tout court", "Madame", pioneros en la formación de profesores de francés entre los años 60 y 80 . Ella nos transmitió su pasión por la literatura, por el teatro. Desde mis primeros pasos como profesora, recuerdo los buenos momentos que pasé con los alumnos, interpretando con ellos algunos de los personajes más conocidos de Molière. Argan, El Enfermo Imaginario, Harpagon, El Avaro. Textos que figuraban entonces en los manuales, cuando aún no había llegado la didáctica funcional de las lenguas.

No voy a hablar de su obra, ya han empezado a aparecer artículos, libros, anuncios de congresos y coloquios para especialistas y expertos en su obra. Para mi Molière significa mucho más porque. sin querer, a través de él se me ofreció la reparación de una humillación que sufrí de niña, como ahora les contaré.

Durante un intercambio con un instituto de Limoges, las profesoras de español P.L. y C.M.  nos ofrecieron una visita a Ambazac, una pueblo a 23 kms de nuestra ciudad de acogida, donde nos esperaba una sorpresa. Al poco de llegar, nuestro grupo, profesores y alumnos, reunidos en la entrada de un parque, vimos aparecer un cortejo, que se dirigía a nosotros, formado por un grupo de señores muy elegantes con trajes oscuros, ataviados con unas orejas de burro, en francés, bonnets d'ânes. Estábamos asistiendo a una representación de L'Académie des ânes, la institución que mantiene viva la broma que Molière gastó al Marqués de Ambazac, haciéndole creer que sería admitido en la Academia Francesa. Antes lo visitarían en su castillo. Cuando abrió las puertas para recibirlos  se encontró, en  lugar de los bicornios de los académicos, una fila de asnos. Sabemos que Molière ha ridiculizado repetidas veces la vanidad con personajes con Monsieur de Pourceaugnac (algunos creen que fue este marqués de Ambazac que sobreestimaba sus dotes de escritor, quien se lo inspiró) o El Burgués Gentilhombre

Después de una breve ceremonia con algún discurso, compartimos con los "académicos" un festivo picnic, sobre el césped del parque. Impactada por la visión de las orejas de burro en papel plisado verde, con sobrepuestos dorados, no atendí a los discursos, estaba en otro mundo, porque surgió aquel recuerdo de mis orejas de burro. Tenía que compartirlo para aliviar la herida que se abría otra vez, por eso lo conté. Vivía entonces en Celanova, una pequeña villa de la provincia de Orense. Tendría unos 6 años. Iba a un colegio, el único que había, de monjas. Era, según contaban mis padres una niña muy independiente, y sin pelos en la lengua, decía lo que pensaba, lo que ocasionó alguna escena comprometida para mi madre ya que nunca cumplía sus recomendaciones de no repetir todo lo que oía en casa. Una compañera de clase recibió de una de nuestras monjas dos sonoras bofetadas por algo que no hizo bien, no recuerdo el motivo. En la puerta del colegio informé a su madre de lo sucedido con todo lujo de detalles, insistiendo en el color rojo de las mejillas después de las bofetadas. Y así sucedió lo que sucedió por la tarde, una tarde luminosa de mayo: la monja pegona, tan pronto me vio, vino hacia mí, y sin mediar palabra, llena de furia,  me colocó unas enormes orejas de burro de cartón completadas por un cartel sobre la frente que decía: Por mentirosa y tramposa. Así estuve toda la tarde, muerta de vergüenza, comiéndome las lágrimas, sin entender nada. Aún hubo más. En el mes de mayo rezábamos el rosario en el patio, dando vueltas en círculo. Me hicieron presidir el cortejo, con nuestros velos blancos y largos, en mi caso  las orejas de burro sobre el velo, para terminar en la capilla, puesta en el altar, el castigo debía ser ejemplar.

En medio del silencio que siguió a mi relato, se levantó uno de los "académicos", quizá el de más edad, me dio un abrazo y me ofreció su bonnet d'âne, hoy en la pared de mi habitación. Un gesto que  viví como un desagravio a la niña que no sabía que la verdad casi siempre tiene un precio. 

Carmen Glez Teixeira

sábado, 29 de enero de 2022

Pirineo francés, pura diversión

La Pierre Saint-Martin

Baptiste y Yann son pastores y monitores de esquí de fondo en el valle de Azun, en los Pirineos Atlánticos franceses; lo mismo cuidan de sus ovejas y producen queso que enseñan a deslizarse por la nieve. Son una muestra del espíritu que anima la montaña en la cara norte del Pirineo; respeto a las tradiciones y  al medio natural sin menospreciar las oportunidades que ofrecen el turismo y los deportes de invierno. El proyecto de desarrollo para las dos próximas décadas bautizado Montaña 4 Estaciones busca la sostenibilidad de los 39 centros de esquí franceses en esta cordillera. Establece, por ejemplo, que todas las máquinas pisapistas deberán funcionar con hidrógeno dentro de 15 años.

Cada temporada, unos 650.000 españoles pasan a la vertiente norte pirenaica para esquiar. No en busca de grandes dominios e instalaciones a la última -la mayoría de las estaciones son más pequeñas que las españolas-, pero sí de precios más asequibles, una nieve de calidad y 16 centros termales a pie de pistas, entre otras cosas. Quienes decidan ir este invierno deben tener en cuenta que, de momento, Francia exige el certificado de vacunación o una PCR negativa realizada al menos 72 horas antes de entrar en el país.

A las puertas del parque nacional de los Pirineos, las estribaciones más occidentales de la cadena ofrecen tres estaciones situadas a una altura moderada y cuatro espacios nórdicos amplísimos con casi 120 kilómetros para el esquí de fondo. Un territorio bien conservado con tesoros naturales  como el hayedo de Irati -compartido con Navarra- o el macizo del Midi d'Ossau. La Pierre Saint-Martin (altitud: 1527-2153; pistas: 27 kilómetros) estrena tres descensos y una ruta para esquí de montaña con guía. Lo mejor deslizarse por el bosque de Braca y dormir en cabañas de madera entre los pinos. Artouste e s la estación más cercana a España -por el Portalet, en Huesca- a solo 25 kilómetros de la frontera. Gourette, en el corazón del valle d'Ossau, es la cuna del esquí en el Pirineo con más de un siglo de historia deportiva...

Carlos Ara. el Viajero. El País, viernes 24 de diciembre de 2021.

viernes, 28 de enero de 2022

Embriagadas de amor

Juliette Armanet

Nadie canta al desamor como las francesas. Entre las nuevas estrellas que pueblan el pop galo de la última hornada, sobresalen los nombres de Juliette Armanet y Clara Luciani. Las dos tienen mucho en común: pertenecen a la misma generación, ocupando puestos extremos del espectro milenial (37 y 29 años, respectivamente), y escriben sobre rupturas devastadoras, como tantas de sus ilustres predecesoras, aunque lo hagan sobre bases musicales más ligeras, dignas de la música disco setentera. Reivindican la variété francesa que escuchaban sus padres dotándola de una pátina cool, pero también asumiendo su dimensión kitsch como raison d'être. Ambas publican además en el mismo sello: Romance Musique, filial de Universal dedicada a la caza y captura de ese público treintañero con estudios superiores y armarios de ensueño que abunda en las grandes ciudades francesas.

Clara Luciani
Por todos esos motivos, sumados al inoxidable tropo misógino de la pelea de gatas, público y prensa decidieron que iban a ser enemigas. En realidad, sus últimos discos, publicados casi a la vez, desprenden menos rivalidad que emulación y hasta cierto sentido de la sincronía. Pese a centrarse en el mismo tema -ese amour fou que solo puede acabar mal- y rezar a los mismos santos musicales, sus poéticas son distintas. Armanet canta desde el desgarro, en carne viva, mientras que Luciani lo hace escudada en el desapego y la distancia irónica . Escuchar sus discos de forma consecutiva puede recordar aquel célebre aforismo marxista. Como pasaba con la historia, en este programa doble sucederá dos veces: la primera como tragedia y la segunda como farsa.

Revelada en 2017 con un aplaudido debut titulado Petite amie (en Francia vendió 200.000 copias siendo una total desconocida), Armanet da comienzo a su segundo disco, Brûler le feu,  por el final, "Le dernier jour du disco", con un título inspirado en la película de Whit Stillman, describe esa última mañana en la que uno se resiste a soltar la mano del otro, aunque sepa que ya no queda otro remedio... El cariz electrónico del disco no evita que su máximo rferente lírico y sonoro sigan siendo las producciones de Michel Berger, ese Gainsbourg de clase media, y la santa trinidad de vocalistas a las que secundó: France Gall, Françoise Hardy y Véronique Sanson, quien tras años de relativo desdén vuelve a cotizar al alza con el redescubrimiento de su deslumbrante debut, Amoureuse ( 1972).

La herencia musical de los setenta y los ochenta se detecta también en Coeur, lo nuevo de Clara Luciani. El disco parece concebido como un elogio a los placeres carnales tras muchos meses de encierro y depresión. Menos solemne que Armanet, Luciani se inscribe en un disco-funk amable y blanco, elegante y juguetón, con guiños puntuales al Philadelphia Sound y letras menos sofisticadas pero más socarronas entonadas con la sensualidad inalterable de su voz cavernosa...

Àlex Vicente.  Babelia. El País, sábado 22 de Enero de 2022

jueves, 27 de enero de 2022

"Paris-Austerlitz"

Escribo este texto con un ejemplar de Paris-Austerlitz encima de la mesa. También hay un bote con pinceles, una lata de grafito acuarelable, un vaso metálico con agua, dos trapos, unos bocetos de la figura de un demonio  ("El infierno es tener brazos y nadie a quien abrazar", leo en las citas que abren el texto que ilustro por encargo), varios pliegos de papel -300 gramos, grano satinado, 50 por 70 centímetros- y un tubito de minas del 0,5. En mi mesa, que consideraba exageradamente larga, ya no cabe nada más. A la izquierda he instalado un ordenador gris. A la derecha, otro que parece que haya comprendido qué significa vivir: ralladuras, trozos de cinta de pintor, manchas de rotulador, chorretones de tinta. Me parece curioso, porque escribir ensucia como ensucia pintar, pero el ordenador de la izquierda parece nuevo. En mi cuerpo sucede algo parecido: las manchas de pintura son las que más se ven . No me molestan. Permanecen algunos días conmigo y se van yendo poco a poco, sin que tenga que esforzarme demasiado. Las que me deja la escritura son más profundas y tardan en desaparecer. Son, también, mas difíciles de ver.

Hace poco compre París-Austerlitz y durante tres días Chirbes me ha estado acompañando en ese momento que precede al sueño en el que una quiere olvidarse de sí misma y de cualquier situación que provoque malestar. Acabé el libro antes de anoche y la inquietud que iba generando la lectura de la novela sigue aquí conmigo. Ayer fui a la cama pensando en Michel y en sus uñas sucias, en su idea posesiva del amor, que nace y muere, en su olor a Gitanes sin filtro, en su gran pena. También pensaba en su amante, el joven pintor con ganas de comerse el mundo que abocetaba retratos en un cuchitril sin luz. 

A veces me da la impresión de haber estado demasiado tiempo dormida. Llegué a El año que nevó en Valencia en un momento en el que buscaba algo breve que me alejara del proyecto en el que estaba trabajando (el ordenador impoluto como siempre, yo, agarrada con fuerza a una pala, clavándola en el suelo, lanzando lejos la tierra podrida, cavando a más profundidad, descombrando), no había leído a Chirbes pero reparé en el libro por la edición hermosa, me lo llevé porque me atrojo el misterio de la nieve cayendo sobre la ciudad ardiente en la pasé mis años de formación, una Valencia que adoro y echo terriblemente de menos, la ciudad con la que nunca termino de hacer las paces. Anduve de nuevo por sus calles y me reconocí niña en una familia que no era la mía. Algunos personajes de Chirbes hablan y huelen como mis tíos y mis abuelos, como mi madre; el calor asfixiante de sus novelas es el que uno siente dentro de un coche aparcado en un paseo marítimo en pleno mes de julio, intuyendo el peligro que acecha en una ciudad con luz de oro. En aquella primera lectura me encontré de golpe no con esa vida que no era la mía pero que podía reconocer como propia, sino con pistas para entender que estaba haciendo yo con una pala en la mano, empezaba a saber como gestionar toda aquella mugre  que desenterraba y se quedaba atrapada en mis uñas. 

Anoche no podía dormir y salí de la cama para recuperar el libro. Quería volver a caminar de madrugada por las calles de París, preguntarle al pintor cómo lo hacía para no mancharse, meterme en un tugurio, pedir dos cervezas y brindar con él contra el amor romántico. Abocetar a su lado y ensuciarme los dedos con el negro del carbón, celebrar la belleza de la carne y su decadencia. El autor de La buena letra es capaz de alimentar la virtud que crece en lo más oscuro, sabe que se puede estar en el infierno y no tener a nadie a quien abrazar, sabe que si una aprende a cargar con su mugre puede acercarse a aquellos que ama sin apenas mancharlos. Rafael Chirbes ensucia, celebra y perfora la carne casi sin magullarla.

Piedad Bonet. El País, domingo 12 de diciembre de 2021

miércoles, 26 de enero de 2022

Por qué el mundo entero volverá a apasionarse por el Camino de Santiago en 2022

Camiño de Santiago desde Sarria

Por primera vez en más de ocho décadas se ha declarado a dos años seguidos, 2021 y 2022, como Años Xacobeos. Y nada mejor para animarse a vivir algo único que con las historias que inspira el Camino: de los reality shows de la televisión surcoreana basados en él al ciclista que será el primer peregrino en recorrer el Camino Blanco entre Patagonia y Santiago en enero. Que dos años seguidos sean jubilares no es nada habitual. En siglo y medio solo ha ocurrido otras dos veces: en 1885, cuando el papa León XIII determinó que los restos encontrados dentro de la catedral (y cuya ubicación se había olvidado durante tres siglos eran realmente los del apóstol; y en 1937 y 1938, en plena Guerra Civil.

Y si el propio Camino de Santiago ya supone una experiencia extraordinaria, las historias de algunos peregrinos también los son. Extraordinarias pero no imposibles: estas son algunas de las razones, orígenes y compañías diferentes entre los cientos de miles de personas que, a través de algunas de las 281 rutas existentes, confluyen cada año en la meta común que supone la catedral de Santiago y que demuestran que, para hacer el Camino, solo hay que tener ganas.

El niño que buscaba ciervos que vuelan. El Camino ofrece tiempo y un ambiente propicio para la conversación entre los peregrinos que viajan juntos. Una circunstancia que entendió muy bien Jaime González, jubilado gallego que, en 2017, con 77 años, decidió emprenderlo por primera vez con su nieto Santiago, de 7, para ayudarle a sobreponerse a los problemas por los que estaba pasando. Para iniciarse, González optó por la ruta desde Sarria, en la provincia de Lugo, que comprende 111 kilómetros hasta Santiago de Compostela. Este es uno de los itinerarios más conocidos de los peregrinos, especialmente los que se inician, pues permite recorrer los 100 kilómetros mínimos que hacen falta para ameritar la Compostela, el ansiado documento que acredita que se ha realizado el Camino.

"Yo le prometí a Santi que al acabar iríamos a ver ballenas para animarle, pero su verdadera ilusión era ver un escarabajo vacaloura, conocido como ciervo volante, habitual en Galicia", recuerda. El comienzo fue duro, pero todo cambió en la tercera etapa: "Cuando estábamos a punto de dejarlo, nos encontramos uno de esos insectos en medio del recorrido; le cambió la cara". El resto, cuenta, fue una de las grandes experiencias de la vida de ambos: "Me pedía que le hablara sobre mi pasado, sobre mi infancia... Quería saberlo todo". Desde entonces, han recorrido más de 1.800 kilómetros juntos por cuatro rutas jacobeas...

Javier A, Fernández. el país.com, 30 de diciembre de 2021 

martes, 25 de enero de 2022

Batalla judicial por un "pissarro"

Rue de Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia.

La trama suele repetirse: una familia judía se ve obligada a vender su patrimonio para huir de los nazis. En ese patrimonio hay piezas de arte que el tiempo se encarga de revalorizar. Las obras acaban en manos de marchantes y galerías de distintas partes del mundo después de largos periplos de los que no se conocen todas sus paradas. Es decir, en los que se pierden papeles o se realizan transacciones que siempre perjudican a los primeros dueños. Estos viajes suelen terminar cuando acaudalados coleccionistas compran estas joyas (a inmejorables precios) y las depositan en grandes museos. No las ocultan, al contrario, cuelgan de las paredes de sus pinacotecas hasta que un día un amigo, un familiar, o alguien que conoce a los herederos de los propietarios ve las piezas en un paseo por una exposición, los avisa y la historia del cuadro revive con una denuncia judicial. Esto es lo que ha sucedido en las últimas semanas con un cuadro de Pissarro y otro de Mondrian, expoliados por las nazis y exhibidos durante décadas en instituciones culturales. 

La primera batalla judicial en resurgir será el 18 de enero entre la Fundación Colección Thyssen. Bornemisza y el Tribunal Supremo de los EEUU por los derechos del cuadro Rue de Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia, pintado en 1897 por el impresionista francés Camille Pissarro. La corte estadounidense ha aceptado revisar un caso que el museo español ha cerrado en agosto de 2020. Entonces un tribunal de San Francisco determinó que la Fundación era la legítima propietaria del óleo y no la familia Cassirer-Neubauer, herederos de Lilly, una acaudalada mujer judía que tuvo que desprenderse de él en 1939 por 360 dólares para salir de Alemania y evitar ser transladada a un campo de concentración. 

Han pasado casi dos décadas de litigios  y dos sentencias judiciales (la primera fue en 2018 en un tribunal de Los Ángeles) a favor de la legalidad de la compra que el barón Hans Heinrich Thyssen -Bornemisza hizo en 1976 en una galería de Nueva York por 300.000 dólares (unos 251.000 euros al cambio actual). La obra pasó a manos del Estado español en 1993 dentro de la colección Thyssen y desde entonces se expone en el museo que alberga su colección en Madrid. Antes de acabar en estas paredes, la tela fue primero confiscada por la Gestapo. Posteriormente, se perdió su rastro y en 1958 el Estado alemán indemnizó a los Cassirer-Neubauer por la pérdida de la obra con una suma equivalente a su valor en el mercado en aquel momento.

En 2001 un amigo de los herederos estadounidenses de los Cassirer que visitaba el museo en Madrid vio el óleo y se lo contó a la familia, que presentó una demanda alegando que la fundación y sus anteriores propietarios conocían la peripecia de la obra. Entonces empezó la pelea judicial...

Ana Marcos. Madrid. El País, martes 4 de enero de 2022.

lunes, 24 de enero de 2022

Garpard Ulliel, estrella discreta del cine francés

El actor francés Gaspard Ulliel falleció ayer a los 37 años, un día después de haber sufrido un accidente de esqui en la estación de la Rosière, en los Alpes, donde era habitual en los meses de invierno.Ulliel fue trasladado en helicóptero a un hospital de Grenoble tras un choque con otro esquiador en el cruce entre dos pistas azules que le produjo un grave traumatismo craneal. Así termina la trayectoria, breve pero intensa, de esta estrella discreta del cine francés, ganador de dos premios César y popular también por sus interpretaciones en Saint Laurent y en Hannnibal, el origen del mal, que tras unos inicios meteóricos decidió privilegiar los papeles de envergadura en proyectos de autor y se alejó de los taquillazos sin sustancia que le proponían sin cesar.

Nacido en 1984 en Boulogne- Billancourt, en la periferia de París, Ulliel había interpretado pequeños papeles en El pacto de los lobos y Besen a quien quieran cuando André Téchiné lo escogió para protagonizar Fugitivos (2003) al lado de una estrella como Emmanuelle Béart. Terminaría de saltar a la fama con Largo domingo de noviazgo (2004), la primera película de Jean-Pierre Jeunet, por la que Ulliel ganó el César al mejor actor revelación (en la que era su tercera candidatura). Poco después el actor rodó un capítulo de Paris, je t'aime (2006)  y luego dio el salto al cine en inglés  con Hannibal, el origen del mal (2007)...

La carrera internacional de Ulliel nunca despegó del todo. Intentó aprovechar el tirón de Hannibal, pero la experiencia no fue fructífera y dejó Los Ángeles para volver a París donde conectó con el cine de autor. En las últimas dos décadas, Ulliel rodó con directores como Rithy Panh (Un dique contra el Pacífico, adaptación de Marguerite Duras con Isabelle Huppert), Bertand Tavernier (La princesa de Montpensier )...

En 2021, Ulliel regresó a los Estados Unidos para rodar la serie Caballero Luna , que se estrenará en marzo en Disney y en la que comparte protagonismo con Oscar Isaac y Ethan Hawke. Será la extraña despedida de un intérprete que siempre mantuvo una relación algo torturada con la fama.

Álex Vicente. Madrid. El País, jueves 20 de enero de 2022.


domingo, 23 de enero de 2022

"La lucha de razas ha suplantado a la lucha de clases"

Caroline Fourest es blanca y occidental, pero también mujer y homosexual. Dos factores que han sido a menudo, a lo largo de la historia, motivo de discriminación más persistente incluso que la raza. Es por ello y por muchos otros motivos -como que buena parte de sus amigos y antiguos compañeros, los miembros de la redacción de Charlie Hebdo, fueran masacrados por yihadistas por defender la libertad de expresión-, que a esta ensayista, periodista y cineasta francesa (Aix-en-Provence, 46 años), curtida en muchas batallas por la igualdad le resulta "insoportable" que una parte de la izquierda esté "revirtiendo las categorías de la derecha identitaria". De ahí surge el ensayo Generación ofendida. De la policía cultural a la policía del pensamiento (publicado por Península) donde fustiga a esa nueva generación woke, "moralista e identitaria", originada en Norteamérica "que exige un trato particular en nombre de la identidad", donde la "lucha de razas ha suplantado a la lucha de clases y la interseccionalidad ha reemplazado a la convergencia de luchas". Es una crítica feroz, hecha con una visión de izquierdas, dice desde París, porque "los progresistas no podemos dejar esa crítica en manos de los conservadores, de antifeministas o racistas, porque es una de las grandes razones de su éxito actual". "Mientras la izquierda identitaria siga ridiculizando el antiracismo de manera tan liberticida y sectaria, la derecha identitaria ganará las mentes, los corazones, las tripas y luego las elecciones", advierte apuntando a la victoria de Trump y al ascenso en Francia del ultra Éric Zemmour.

P.-¿Qué problema tiene con el discurso woke?

R.-El problema es que plantea tan mal todas las preguntas que acaba dividiendo el campo de la igualdad en vez de hacerlo avanzar. La obsesión identitaria es nueva en la izquierda, siempre fue el capital comercial de la derecha racista. Desde la izquierda, recordar que se pertenece a una minoría discriminada no es un planteamiento identitario es igualitario. Calificar a alguien, su carrera, su combate, sus ideas, sobre la única base de su color de piel... si ese es el logro del antiracismo, entonces hemos hecho algo mal. El mundo por el que lucho es justamente lo contrario, es interesarnos por las ideas de la gente, por lo que proponen, por lo que valen intelectual y humanamente, olvidando, un poco al menos, el factor identitario, su color de piel, su religión o su sexualidad. Los héroes de los derechos civiles o los que lucharon a favor del matrimonio homesexual en Europa no ganaron ese combate excluyendo a los otros de las luchas, sino convenciéndolos, haciéndoles comprender que ese mundo iba a ser mejor para todos, no solo para unos pocos.

P.-Pero hay algunas críticas razonables, voces que ante no se oían. No toda la corrección política es mala, ¿no? ¿Dónde están los límites?

R.- Lo interesante es que esa línea está en movimiento, por eso hay que profundizar en estos temas y no dejarlos en manos de simplistas. Vivimos en una época de gran polarización donde tienes, de un lado, a una derecha conservadora que clama contra lo políticamente correcto en cuanto se le pide no incitar al odio. Pero tampoco quiero -y ese es el debate en la diferencia entre libertad de expresión e incitación al odio- que se pueda prohibir el debate de ideas, la crítica a las religiones, a los valores, diciendo que es racismo. Camus decía que "nombrar mal las cosas es añadir desgracias al mundo". Sobre lo políticamente correcto, hay que hacer bien la distinción entre un humor de dominio y humillación que no se echará de menos porque es un arma de dominación  y un humor expiatorio que sirve para liberarnos de nuestros miedos y permitirnos seguir pensando libremente. La frontera es sutil, por eso tenemos que hablar de ello, debatirlo. No es lo mismo reírse de judíos, musulmanes, homosexuales o mujeres que reírse de la religión, del fanatismo religioso, de los racistas, misóginos y sexistas... 

Silvia Ayuso. Ideas. El País, domingo 26 de diciembre de 2021 

sábado, 22 de enero de 2022

Una visita al Parque Astérix

 Copyright - GP SNCF
Hay un lugar donde puedes cotillear en casa de Obélix (siempre hay un jabalí en el asador y cascos romanos abollados en la ventana), contemplar a Cleopatra navegando en su barco, enrolarte en las legiones, ver pasar volando un menhir y sentir, si no que el cielo cae sobre tu cabeza, sí que te precipitas vertiginosamente de lo alto con los pies hacia arriba: ¡por Tutatis, vaya montaña rusa! Es el Parque Astérix (Parc Astérix) en Plailly, en el norte de Francia, a 35 kilómetros de París, un recinto temático de 40 atracciones y espectáculos que ofrece mucha diversión para toda la familia y hace las delicias de los fanes de los galos irreductibles de Goscinny y Uderzo.

En el parque, según ha podido apreciar este enviado especial, tienes la posibilidad de vivir, si uno se atreve, sensaciones fuertes como las que proporciona o más bien inflige Oziris, una montaña rusa de aquí te espero en la zona ambientada en el Egipto de Astérix y Cleopatra, y en la que literalmente vuelas cabeza abajo haciendo loopings vertiginosos. A los pusilánimes  ("timidus es homo qui futura praevidere potest", que diría Patapalo) siempre nos quedarán atracciones del estilo de Les Petits Drakkars, un paseíto en barquitos como el de los desgraciados piratas de Barbarroja a los que echan a pique indefectiblemente  Astérix y Obélix. El parque ofrece también momentos divertidísimos como el pase de la película en 4D de Estudios Idéfix Attention Menhir!, que se proyecta en una sala con butacas dinámicas capaces de hacerte sentir que saltas, corres o te salpican la cara mientras de la pantalla emerge de forma tan real uno de los megalitos lanzados por Obélix que hace que te agaches para que no te aplaste...

La reconstrucción de la aldea gala es encantadora, puedes deambular por ella  y visitar las casas de los principales personajes. La visita al parque con el último libro (el 39), Astérix tras las huellas del grifo, bajo el brazo tiene la gracia de que, aunque has de ir bien abrigado, te parece que hace menos frío: la historia, muy buena, de Jean-Yves Ferri y Didier Conrad transcurre en las nevadas y gélidas tierras de los sármatas, en los confines del Barbicarum...

El parque que ocupa 80 hectáreas (34 del recinto propiamente dicho, 26 del aparcamiento y 20 de los tres hoteles del complejo) funciona desde hace 32 años en los que no ha parado de evolucionar y ampliarse, y en el curso de los cuales ha atraído a más de 50 millones de visitantes. Paradójicamente, el Parque Astérix, el segundo de Francia en importancia tras Disneyland París, es poco conocido en España, pese a que los españoles se cuentan entre los mayores lectores de los álbumes de los célebres galos, por detrás de los franceses y los alemanes.

Uno de los objetivos de la dirección del recinto es conseguir que acudan más visitantes de nuestro país en el convencimiento, según expresa el director adjunto de la explotación del parque, Sébastien Retailleau, de que reúne atractivos de sobra para conseguirlo. A tal efecto se han conjurado como "aliados estratégicos" el Parque Astérix, la editorial Salvat, editora en España de las aventuras de los galos, y Renfe-SNCF en cooperación, que llevan viajeros en alta velocidad de Barcelona a la Gare de Lyon de París (desde donde hay lanzaderas)...

Jacinto Antón. París. El País, viernes 24 de diciembre de 2021.

viernes, 21 de enero de 2022

Molière cumple cuatro siglos en estado de gracia

La compañía Atalaya representa El avaro de Molière

Molière, el azote de la hipocresía que reinaba en la alta sociedad y la burguesía del siglo XVII, a la que ridiculizó en obras como El avaro, El misántropo o El burgués gentilhombre, nació en París el 15 de enero de 1622. Una efémeride que su país celebra por todo lo alto dedicándole la temporada completa de la Comédie Française, que comienza, el día de su cumpleaños con una puesta en escena de Tartufo dirigida por Ivo van Hove, uno de los grandes nombres de la escena contemporánea europea.

Los escenarios españoles recuerdan también la deuda que el teatro actual tiene con el dramaturgo, actor y poeta, quien, en realidad, se llamaba Jean-Baptiste Poquelin. Desde la compañía madrileña Morboria, que tiene en cartel El enfermo imaginario en el Teatro Fernán Gómez de Madrid hasta el domingo y en febrero iniciarán gira con El avaro, hasta la sevillana Atalaya que estrena El avaro en el Calderón de Valladolid, su primer montaje del padre de la Comedia Francesa.

El avaro es la primera comedia a la que se enfrenta en su carrera Ricardo Iniesta, fundador y director de Atalaya, compañía que en 2023 cumple 40 años. "Para mí Molière fue más importante como hombre de teatro que como autor, si lo comparamos con Calderón o Shakespeare, pero como hombre de teatro fue fundamental", apunta Iniesta tras un ensayo general del montaje en Sevilla...

"El avaro es un miserias, por rácano, pero también por su pobreza espiritual. Algo de lo que hoy tenemos buenos ejemplos en España. Por eso, la obra está llena de referencias a nuestro tiempo: desahucios, abusos de la banca, codicia. El desahucio lo hemos  tomado del guión de Cervi y, además, es un homenaje a Bertolt Brecht"...

Morboria es la otra cara de la moneda. "Molière es como nuestro padrino, un autor recurrente", afirma Eva del Palacio, directora y actriz de esta compañía que festeja el 400 aniversario con la reposición de dos de sus montajes más populares: El enfermo imaginario, que estrenaron en 2006 y El avaro en 2010. "Para nosotros es un autor que tiene vida, juego, ritmo, sabiduría y mala leche. Todo esto atravesado por un sentido irónico que te hace reír, pero también te hace pensar. ¿De qué me estoy riendo, si esto en realidad es muy duro", añade Del Palacio...

Margot Molina. Sevilla. El País, viernes 14 de enero de 2022

jueves, 20 de enero de 2022

Pierre Pachet, la autoficción sin exhibicionismo

"Es posible que determinados hechos, si bien no quedan completamente excluidos de este relato,  no figuren en el lugar que exigiría el orden cronológico. Además es preciso recordar que no he emprendido la composición de una obra literaria sobre un personaje de ficción, sino un trabajo de autoanálisis o de autoscopia realizado sobre un sujeto vivo o, mejor dicho, moribundo, lo cual viene a ser lo mismo". Esta reflexión de Pierre Pachet (París, 1937-2016), este aviso al lector de Autobiografía de mi padre (Periférica), recoge la esencia del propósito literario del gran renovador de la autoficción. Se trata de un libro convertido en una bomba de fragmentación con efecto retardado, una obra publicada en 1987 cuyo rastro podemos seguir luego en la mirada de Pierre Michon, Emmanuel Carrère o Éduard-Louis.

En 1984, Annie Ernaux había reventado el género con El lugar, un libro sobre su padre. Tenía 44 años y el efecto en su obra y en el entorno fue tal que no volvería a escribir ficción. ¿Qué quedaba por hacer? Pachet prescinde de todo lo que se había hecho hasta entonces en un terreno tan transitado por hombres ( J.R. Ackerley, Philip Roth, Martin Amis, o Karl Ove Knausgard son algunos ejemplos notables antes y después) y crea un perfil autobiográfico, pero no suyo, o no solo, sino de su padre, un juego autobiográfico del que sale ileso. No queda claro a quien corresponde la voz que narra. ¿Es la de Simcha Apashevsky, médico, judío, intelectual, superviviente, marido, padre? ¿O es la del hijo a través de los silencios, la vocación intelectual, el pesimismo y la frustración del progenitor? No hay distancia y no importa. Hacia el final del libro, como hacia el final de un periplo vital, la frustración por la enfermedad del padre, por su declive, por la imposibilidad de dar marcha a trás y recuperar el tiempo perdido fusiona ambas miradas con la del lector, quien interpelado en lo más íntimo, se identifica con el relato de la vida, sea quien sea el que habla. Y el padre, por arte de magia, conserva la voz más allá de su existencia gracias a la interacción literaria del hijo.

Autobiografía de mi padre es para Le Monde una de las 50 mejores novelas de la segunda mitad del siglo XX. Visto en perspectiva, es mucho más que una novela. Su retrato del dolor y la pérdida, su intento de dar sentido a lo que quizás no lo tenga, la conecta directamente con Devant ma mère (Gallimard), libro de Pachet dedicado a su madre y publicado 20 años después...

Juan Carlos Galindo. Babelia. El País, viernes 24 de diciembre de 2021

miércoles, 19 de enero de 2022

El Camino se abre al mar, 2

Ponte Nafonso

Los primeros en obtener la Compostela por esta ruta recientemente rescatada han sido dos veteranos senderistas, José da Ponte y Sindo Gandarela, que llegaron a la plaza del Obradoiro a principios de mayo. Este último cuenta a XLSemanal que "lo más impresionante de este Camino es como se fusiona el mar con la montaña. Te pones en marcha al nivel del mar, entre arenas finas y agua cristalina. Asciendes y ves el espectacular monte Louro, desde donde contemplas la ría con todo su esplendor". Durante el trayecto, añade, te encuentras con infinidad de iglesias, cruceiros y hórreos... Otro punto álgido de la ruta es el Ponte Nafonso, un puente medieval de 18 arcos que cruza el río Tambre.

Este Camino cuenta con una peculiaridad: tiene dos puntos de inicio, uno a cada extremo de la ría. En la orilla norte, el peregrino empieza el camino en Muros, en la otra orilla de la ría echará a andar desde Porto do Son. Ambos itinerarios confluyen en la villa medieval de Noia antes de adentrarse tierra adentro hacia Santiago, ¿Por qué dos lugares de partida? Porque de otra manera no se completarían los 100 kilómetros a pie necesarios para obtener la ansiada Compostela.

No es esta la única ruta xacobea que transcurre cerca del mar, por supuesto. La huella de aquellos peregrinos que, provenientes del norte de Europa (países escandinavos, Alemania, Francia, Gran Bretaña...e incluso Islandia), llegaban en barco a las costas gallegas para seguir por tierra hasta Compostela queda patente en rutas como el Camino inglés, que parte desde Ferrol o A Coruña. O el Camino del Mar, una variante del del Norte que comienza en Ribadeo y recorre localidades de costa de la Mariña lucense como Ribadeo, Barreiros, Burela...

Daniel Méndez. XLSemanal, 27 de junio de 2021

martes, 18 de enero de 2022

Muere Ricardo Bofill, arquitecto de la contracultura y de la "jet set"

Ricardo Bofill.  (Getty Images)

Mil veces admirada y mil veces criticada, la vida de Ricardo Bofill Levi valdrá para contar todas las paradojas de la condición humana, del oficio de arquitecto y de la historia de España después de la Guerra Civil. Hoy, el arquitecto barcelonés ha muerto a los 82 años como la primera estrella mundial que tuvo su oficio en nuestro país, como su primer personaje de la jet set , como el más pintoresco de todos sus colegas. Al cabo de su vida, cómo no verlo con simpatía. 

Muy en resumen: la gran paradoja de la carrera de Ricardo Bofill es que empezó en posiciones completamente transgresoras pero que, por el camino, se convirtió en un aliado fidelísimo de los poderes, en abstracto y en concreto, de los económicos y políticos. Como todos los arquitectos pero un poco más. Lo interesante es que ese viaje sirve para explicar parte de nuestro mundo.

Guapo, elitista y de educación cosmopolita, hijo perfecto de la burguesía barcelonesa, Ricardo Bofill nació en el momento y en el lugar justos (Barcelona,1939) para ser una especie de hermano mayor de la contracultura española. Era, entre otras cosas, un afrancesado que tenía la edad y la clase social de las estrellas del 68, que había sido expulsado de la universidad franquista y había terminado la carrera en el exilio dorado en Ginebra y que, además gozaba de una inteligencia nata para interpretar el espíritu del momento.

Y eso, para un arquitecto de su generación, significaba básicamente, refutar la arquitectura racionalista de la primera mitad del siglo XX. No estaba solo Bofill en esa causa. En Madrid, su colega Fernando Higueras, nueve años mayor que él, también trabajaba para derribar el legado de Le Corbusier y compañía, igual que lo hacía Oriol Bohigas en su ciudad. La diferencia es que la refutación de Higueras consistía en construir con un lenguaje brutal y escultórico y la de Bohigas en acercar a la escala de la persona las decisiones de la arquitectura, el enfoque de Bofill era festivo, pop, carnavalesco, quizá lisérgico...

En la década de los 70, el barcelonés pasó de ser un arquitecto hippie a ser un historicista de orden, a tomar un camino que el tiempo ha considerado conservador...A los políticos, desde luego, ese lenguaje historicista les encantaba. Sobre todo, a los franceses. Se han escrito muchas páginas sobre la relación con la arquitectura de François Mitterrand, el presidente de la República que se veía a sí mismo como un faraón. Para un sistema así, convencido de su grandeza y empeñado en transmitirlo a la posteridad, un arquitecto como Bofill era perfecto. En 1978, su taller abrió una oficina en París, Mitterrand ganó sus primeras presidenciales dos años después.

Les Temples du Lac

Les Temples du Lac, en Montigny-le-Bretonneux, Les Espaces d'Abraxas, en París o el Antigone de Montpellier, los grandes proyectos de Bofill en Francia de aquella épca, son todos una mezcla de Versalles y de banlieues de clase media. Edificios descomunales, órdenes clásicos, espacios que parecen cuadros de Piero della Francesca, imágenes al límite de lo kitsch, no se sabe si por error o por gusto... La arquitectura francesa de Bofill no tiene mucho que ver con la discusión de la arquitectura actual, pero sigue siendo fascinante...

Luis Alemany. Madrid. El Mundo, viernes 14 de enero de 2022

lunes, 17 de enero de 2022

La doble vida de una mujer bígama

Fotograma de Madelaine Collins
Un elegante prólogo filmado en plano secuencia, con un magnífico manejo del punto de vista y del fuera de campo -la acción principal se desarrolla fuera del ojo de la cámara, y por tanto, lejos del ojo del espectador- abre la película francesa Madeleine Collins. Hay desesperación en el personaje que mueve la acción principal y suspense en cada una de sus maniobras. Vértigo, mentira, dolor. Y no ocurre nada particularmente misterioso: solo es una mujer en una tienda de lujo probándose unos vestidos y teniendo un bajón de tensión. Hay estilo en la narración de Antoine Barraud, su director; también unas gotas de incertidumbre en las pocas frases que se dicen. De ahí en adelante la historia no te suelta. Y aunque el desenlace quizá tenga algo de desilusionante, la película se ve con el brío de lo enigmático.

En el año 1953, la actriz, guionista y directora estadounidense Ida Lupino, cineasta pionera, compuso la soberbia El bígamo, obra de singular atrevimiento desafiante con el código Hays de autocensura, en la que un hombre experimentaba dos vidas en paralelo con dos mujeres a las que quería de distinto modo, pero con igual verdad. Una película valiente y nada maniquea sobre los roles de género que deambulaba entre el drama social, el policiaco y la intriga, narrada en varios tiempos a partir de flashbacks de apoyo. Con semejantes elementos tonales y casi exacta situación, Baraud articula su obra a partir de la doble existencia de una mujer que, por trabajo -como el viajante Edmond O'Brien de la película de Lupino-, está obligada a desplazarse con continuidad, lo que le facilita su castillo de naipes sentimental.

La imponente Virginie Efira es una mujer instalada en la mentira, en principio con sorprendente naturalidad, conforme avanza el relato con acechante desequilibrio. Y a su lado, el español Qim Gutiérrez, estupendo en un papel  en el que pasa por la ternura, el desconsuelo y, finalmente, el agravio. Madeleine Collins tiene una gran virtud: la cadencia de la información ofrecida al espectador, sugestiva por las pistas mínimas y sutiles, que provocan que durante buena parte del relato el público esté tan perdido como interesado. Y, por desgracia, también un borrón final: un desenlace un tanto superficial, que quizá nos hable de un personaje que ha convertido su destino en una adicción, pero que también resulta decepcionante con respecto a la altura de miras desplegada hasta entonces.

Javier Ocaña. El País, viernes 14 de febrero de 2022

domingo, 16 de enero de 2022

El culto a Proust, más vivo que nunca un siglo después

Marcel Proust
Jen-Yves Tadié quedó fascinado con Marcel Proust a los 16 años, cuando su profesor de Filosofía leyó en clase un fragmento de El tiempo recobrado, séptimo y último volumen de En busca del tiempo perdido. "Fue como un flechazo" recuerda en el salón de su piso en el proustiano distrito XVI de París. "En cuanto volví a casa busqué en la biblioteca de mis padres En busca del tiempo perdido y lo leí entero". 

Desde entonces, Tadié (Boulogne-Billancourt, 85 años) ha leído como mínimo tres veces de inicio a fin el ciclo novelesco de Proust, una de las cumbres de la literatura del siglo XX, e incontables veces por separado los libros que lo componen y múltiples fragmentos. Ha dedicado a ello buena parte de su vida. Desde su tesis doctoral, Proust y la novela, hasta Proust y la sociedad, publicado en noviembre. En este ensayo analiza En busca del tiempo perdido como un fresco de la Francia de su tiempo comparable con la Comedia humana de Balzac, con los grandes debates y dramas políticos de la época -el caso Dreyfuss y la Primera Guerra Mundial- como telón de fondo. Entretanto, Tadié dirigió la edición crítica de la obra cumbre del autor francés en La Pléiade, la colección de clásicos de la editorial Gallimard. Escribió la biografía de Proust. Enseñó en ocho universidades de varios continentes y tuvo tiempo de dedicarse a otro de sus objetivos de estudio académico: la novela de aventuras.

Tadié es hoy el primero de los proustianos o proustólogos, en Francia y en el mundo, y de ahí que tenga un papel destacado en una de esas conmemoraciones que no parecen terminar nunca. En 2019 se cumplió un siglo del premio Goncourt para A la sombra de las muchachas en flor, segundo volumen de En busca del tiempo perdido; en 2021 se conmemoran los 150 años del nacimiento del escritor, 2022 será el centenario de su muerte.

En estos años no han dejado de publicarse inéditos  ni nuevos ensayos sobre el autor. Además, se reeditará la biografía actualizada. El Museo Carnavalet de París inauguró en diciembre una exhaustiva exposición, titulada Marcel Proust, una novela parisina, abierta hasta el 10 de abril. En vísperas de Navidad había colas para entrar. Puede parecer un misterio la capacidad de convocatoria y la vigencia de un autor con reputación de difícil, y con una obra de miles de páginas, que requiere un tiempo y una concentración raros en la era de la dispersión y la brevedad.

"Se ha convertido en una leyenda", constata Tadié. "Le ha ocurrido lo mismo que a Cervantes o Shakespeare. Escapa a su país y a su lengua. Su contenido es universal. Los chinos o los japoneses le aprecian tanto como los americanos o los españoles. Ya ni siquiera es un escritor francés". Proust, para Tadié, es uno de esos escritores que no hace falta haber leído para conocerlos, o para creer que se conocen. Dante o Kafka también pertenecen a esta categoría, como los citados Cervantes o Shakespeare. En el caso de Proust la famosa magdalena que despierta un mundo de recuerdos cuando el narrador de En busca de un mundo perdido la moja en el té, es hoy un lugar común, casi como los adjetivos dantesco o kafkiano. 

"Es como un culto incluso para quienes no creen; la gente respeta las iglesias sin entrar en ellas", dice el estudioso . "Proust plantea todas las grandes cuestiones de la vida y de la sociedad de una manera que supera su tiempo y su vida. Además inventó un estilo tan diferente que nunca ha pasado de moda. Proust nunca estuvo de moda y su estilo perdura en todas las lenguas"...

Marc Bassets, martes 28 de diciembre de 2021

sábado, 15 de enero de 2022

La ruta migratoria a Francia vía Irún

La historia de Yos Khartoum está marcada por la desesperación y la mala suerte. La fatalidad ha vuelto a cebarse con él esta semana pasada. Yos se encuentra ingresado en el Hospital del Bidasoa, en Irún (Gipuzkoa) tras ser operado de una fractura en el fémur. Este sudanés de 20 años lleva recorrido más de 6.000 kilómetros desde que decidió abandonar su país y se propuso llegar al Reino Unido. No lo ha conseguido. El pasado viernes se rompió la pierna cuando escapaba de la Policía francesa. La afluencia de migrantes, la gran mayoría subsaharianos, no para de crecer en este paso. Las desgracias humanas también: el año pasado murieron aquí siete personas en tránsito. Esto no parece asustar a Ousmane, maliense de 21 años: "Tengo que pasar a Francia. No sé cómo voy a hacerlo, pero allá voy. Quizás de noche".

Ousmane, Adou, este de Guinea Conakry, y otros siete jóvenes africanos han pasado la última noche en el centro Hilanderas de Irún, un centro temporal de atención humanitaria que gestiona la Cruz Rja. En este alojamiento pernoctaron el año pasado, 8.115 migrantes, la cifra más alta de estos últimos años. En 2020 fueron menos (3.493 por el confinamiento general) y un año antes 4.244. Josune Mendigutxia, voluntaria de la red de acogida de Irún (Irungo Harrera Sarea), asegura que la situación en que viven estas personas es cada vez más precaria y peligrosa: "Llegan aquí con mucha ansiedad porque ven que Francia está ahí, muy cerca, y quieren llegar a toda costa, pero no encuentran una forma segura de pasar. Lo peor es que no son conscientes del riesgo al que se exponen".

Este es el caso de Yos Khartoum, el herido. Corría desconsolado por las vías del tren para evitar ser atrapado por los gendarmes y se rompió la pierna en una aparatosa caída. Al joven ya le habían dado el alto en otras tres ocasiones cuando trataba de cruzar el puente  que hace de frontera y da acceso a la localidad francesa de Hendaya. Su periplo comenzó cuando salió de su país y atravesó medio continente hasta llegar a Melilla. Allí saltó la valla y pudo reanudar una travesía que le llevó al puerto de Calais (Francia), a las puertas de su destino. "En Calais fue detenido". cuenta Mendigutxia,  y devuelto a las autoridades españolas. Desde Madrid tuvo que volver hasta aquí y ahora está hospitalizado, asustado, con un pronóstico de unos tres meses de recuperación por delante".

Este pasado domingo llego otro joven de origen africano en un estado "muy perjudicado", cuenta la voluntaria. Lo trajeron en brazos entre varios porque él no podía sostenerse de pie. Necesitó una transfusión de sangre y está ingresado en la planta covid del mismo centro. Dramas como este se suceden casi todos los días. Iker Barbero, profesor de Derecho de la Universidad del País Vasco (UPV) e investigador principal del proyecto Transiteus  sobre acogida de migrantes en tránsito en Euskadi, achaca esta situación a "los controles cada vez más férreos que está aplicando Francia en la frontera". "Lejos de estar justificados por motivos de la pandemia o por la amenaza terrorista", añade, "la actuación  policial tiene un marcado perfil racista porque solo se practica con los negros y los árabes"...

Mikel Ormazabal. Irún. El País, miércoles 12 de enero.

viernes, 14 de enero de 2022

Primeros síntomas del Año Molière

El enfermo imaginario en el Teatro Fernán Gómez
Molière, le patron (a decir de la Comédie Française) ha sido para Morboria (compañía creada por Eva del Palacio y Fernando Aguado hace 30 años) un talismán del que no se ha querido desprender desde que en 1994 estrenara El burgués gentilhombre en el Festival de Otoño de Madrid.

A las puertas de su 400 aniversario, la compañía retoma el pulso crítico y grotesco del genio galo para representar en el Teatro Fernán Gómez la comedia ballet El enfermo imaginario. Volveremos a reencontrarnos con el miedo a la muerte y al dolor del viejo Argan, personaje universal víctima y verdugo de sí mismo rodeado de seres indeseables y aprovechados pero también de otros cargados de vida, amor, sentido común y cordura.

"Sus retratos siguen vigentes -explica Del Palacio-. No importa la distancia en el tiempo ni la parte de historia que nos ha tocado vivir. Es una comedia llena de tragedia, un fabuloso y divertido retrato del hipocondríaco que sigue estando vigente en nuestra sociedad. La risa, la carcajada y la reflexión están aseguradas en Molière. Son sus armas para denunciar las malas prácticas, los defectos y los vicios humanos. A través del humor y el divertimento la verdad impacta como un clavo en nuestra razón". 

La peripecia de Argán, su impulso y obsesión irrefrenables, llega con la pandemia condicionando nuestras vidas. El más reciente en experimentarlo fue Josep María Flotats, que debía haber llevado a su "enfermo" al Teatro de la Comedia en el convulso mes de marzo de 2020. Ahora, algo más sabios sobre los efectos de la Covid-19 como nos hemos hecho, Del Palacio dedica su montaje "a todos los médicos y personal sanitario que, pese a las condiciones tan difíciles, realizan su trabajo de forma ejemplar". Fernando y Luna Aguado, Malena Gutiérrez, Virginia Sánchez, Eduardo Tovar y Daniel Migueláñez, entre otros, protagonizan un montaje en el que Miguel Barón firma la música original y al clavecín la interpretación de Miguel Brayda Charpentier...

Javier López Rejas. El Cultural, 17-12-2021.

jueves, 13 de enero de 2022

La intemporalidad perdida

Anaïs Nin

Cuando Anaïs Nin terminó de escribir los 16 relatos de La intemporalidad perdida, que Lumen acaba de publicar por primera vez en español, tenía 26 años y aún no había conocido al bohemio escritor estadounidense con quien estaría una década enredada. Compañera de cama y mecenas de Henry Miller, gracias a la fortuna de su marido, Hugh Guiler, la francesa de origen cubano, criada entre París y Nueva York, fue fundamental en la creación de Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio. Tanto es así que, como ha quedado probado, sus notas sobre la mujer de Miller, June-con quien la escritora también tuvo un affaire-, acabaron incorporadas a la novela de él.

Aquel legendario idilio que arrancó en París en 1931 pasó a la historia de la literatura e hizo de Nin un estandarte de mujer liberada, adúltera y bígama. Esto último se supo cuando los obituarios en Los Angeles Times  y The New York Times, al hacer referencia a su viudo, daban nombres distintos, y los dos resultaron correctos. Corría 1977 cuando Nin murió a los 73 años, reivindicada como icono por las feministas de la Segunda Ola y convertida, al fin, en una estrella literaria tras 40 años en los márgenes.

La intensa vida de Anaïs y su obra están inextricablemente unidas. De los nueve libros que imprimió en vida, cuatro fueron autoeditados y la crítica, con Edmund Wilson a la cabeza, solo alabó el puñado de relatos reunidos en Una campana de cristal a finales de la década de 1940. La fama le llegó en los últimos años de los sesenta con una edición purgada de sus diarios, que Nin empezó a escribir de niña  en el viaje de París a Nueva York, tras abandonar su padre a la familia...

Para quienes ya han leído las obras de Nin, los cuentos de La intemporalidad perdida descubren una faceta poco conocida de la autora. Con un cierto aire onírico y psicoanalítico y un inconfundible ambiente de los locos años veinte y de la sensibilidad surrealista, los nuevos relatos no contienen el marcado tono sexual que Nin desarrollaría más adelante. Hay pulsiones artísticas, atracción, bailarinas flamencas y escritores, mujeres jóvenes seductoras que aún no son del todo conscientes de su poder. Estos cuentos fueron escritos entre 1928 y 1931, cuando la autora vivía en París con su marido, el poeta banquero Hugh Guiler, y fueron rechazados por todas las publicaciones y editoriales.

En los años setenta Nin publicó La intemporalidad perdida en una tirada corta que no comercializó y con un prólogo en el que reconocía que, aunque los cuentos no mostraban su estilo plenamente desarrollado, ayudaban a entender su evolución como escritora, y eso podía ser valioso e inspirador. El ya desaparecido Gunther Stuhlmann, amigo, agente, editor y estudioso de la obra de la autora, destaca en sus notas a la primera edición comercial estadounidense de 1993 (incluidas en la edición en español) la "ironía  y los tempranos indicios de feminismo que asoman en esos textos...

Andrea Aguilar. Madrid El País, miércoles 22 de diciembre de 2021.

miércoles, 12 de enero de 2022

El Camino se abre al mar

El camino de Santiago por mar. Foto: Carmen Romero

El Camino de Santiago ha estado ligado al mar desde sus orígenes. Los restos mortales del apóstol, decapitado en Jerusalen en torno al año 44 por orden de Herodes, fueron trasladados por sus discípulos en barco hasta Hispania, donde según la tradición había predicado Santiago. La larga travesía partió del puerto israelí de Jaffa hasta el puerto romano de Iria Flavia, la actual localidad de Padrón. Aquel viaje de siete días es conocido como Translatio y fue recogido en el célebre Códice Calixtino, redactado en el siglo XII.

Muchos años después, los cruzados acudieron también a pedir su favor al santo por mar. En 1147 tuvo lugar la primera gran peregrinación a Santiago por la ría de Muros y Noia. Unas 200 naves pertenecientes a la Segunda Cruzada que habían zarpado del puerto inglés de Dartmouth con destino a la Tierra Santa, fondearon en este estuario del río Tambre. Un buen número de aquellos cruzados caminaría hasta Santiago para implorar la protección del apóstol antes de partir a su campaña militar. Fue esa peregrinación antes de viajar a Tierra Santa el acto fundacional de este bellísimo Camino de Muros y Noia que hoy, siglos después, con a Ruta Xacobea Ría de Muros-Noia vuelve a tomar vida.

Aquel trayecto de peregrinación había caído en el olvido y se había quedado fuera de las rutas xacobeas iniciales. Hasta ahora. Después de un trabajo de tres años de estudio y documentación, el pasado mes de diciembre el decano del Consello da Catedral y jefe de la Oficina de Atención al Peregrino, Segundo Pérez, estampaba su firma en el documento que reconoce oficialmente esta ruta que tiene el mar como protagonista: cerca de 60 kilómetros de camiño se realizan por la costa con impresionantes vistas a la ría. El resto cruza el valle de A Maía hasta llegar a Santiago. Puede consultarse el trazado en la web ríademurosnoia.com...

Daniel Méndez. XL Semanal, 27 de junio de 2021

martes, 11 de enero de 2022

Pasear, mirar y hacer clic

Le petit Parisien, 1952. Willy Ronis

"Soy uno de esos fotógrafos que trabaja mucho a partir del azar", escribe Willy Ronis (París 1910-2009) junto al retrato de una pequeña campesina que tomó en la campiña alsaciana. Su totografía tenía mucho de esta casualidad, de la magia que surge al dar con el momento preciso. No solía intervenir en las escenas y esperaba, atento a que algo ocurriera. "Cuando encuentro el tema lo percibo de inmediato", continúa en Aquel día, que publica por primera vez en España la Editorial Perférica&Errata Naturae, un lujo de imágenes comentadas en primera persona por su autor. Trabajó en periódicos, en la revista Life y fue uno de los cinco autores, junto a Henri Carier-Bresson o Brassaï, a los que el MoMA dedicó su icónica Five French Photographers. Alejado de clichés, posaba su cámara en escenas de fiesta o en una madre y sus hijas mirando un escaparate en navidad, bajo una luz que le recordaba a Rembrandt. Reparó también en escenas de trabajo, de mineros, de una fábrica textil y en un vagón de metro en el que los viajeros le dan la espalda: "Me gusta mirar esta imagen cada cierto tiempo, me vienen a la cabeza esos dibujos robados al barullo". Llega con esas poéticas estampas al blanco y negro hasta los noventa, a una esquina del Centro Pompidou.

De la colección Bernard Plossu, 1974

Fotógrafo tambien de lo encontrado, la obra de Bernard Plossu (Vietnam, 1945) se sustenta en sus continuos viajes. Desde su primera visita a Barcelona en 1974, cuando la revista Nueva Lente publicó sus fotografías, ha vuelto a nuestro país en numerosas ocasiones acompañado siempre de su vieja Nikkormat de 50 mm. Cautivado por las personas, además de por los paisajes, encontramos en estas páginas retratos  de amigos como Pérez Siquier, Javier Campano, Alberto García Alix o a un jovencísimo Chema Madoz, fumando en un bar en 1996. El profesor de la Sorbonne Jacques Terrasa recorre en este volumen los "vagabundeos urbanos" y "las caminatas por la natura" de este autor nómada y discreto. Una publicación de SD Edicions de corte académico que, organizado en seis capítulos, recorre el conjunto de su obra: Barcelona, Andalucía (con especial atención al desierto de Almería, donde vivió varios años), Valencia... y su gusto por captar los paisajes en movimiento desde el tren...

L. Espino. El Cultural, 7-1-2022.

lunes, 10 de enero de 2022

Vuelta a casa de mi hija

Vuelta a casa de mi hija es una secuela de la exitosa Vuelta a casa de mi madre (Eric Lavaine, 2016),  una comedia que en su momento tuvo su-gran- relevancia en la taquilla francesa, aunque fuera de las fronteras de su país pasase más desapercibida. La fórmula de aquella (cuarentañera que se ve obligada a volver a vivir en la casa materna con el consiguiente choque madre-hija) se invierte ahora, pues es la madre la que irá a parar a casa de una de sus hijas ante las obras interminables de su piso. Josiane Balasko, actriz ( así como directora y guionista) y referente del cine galo, es quién, ciñéndose aquí solo a la interpretación -, se pone en la piel nuevamente de esta madre que no consigue entender el mando de la tele ni los términos técnicos actuales, mientras se entromete y reorganiza hasta la extenuación la vida de su primogénita.

En este papel hecho a medida, Balasko evita caer (aunque a veces por muy poco) en el exceso y la caricaturización, brindándonos sus mejores momentos junto a su yerno (Jerôme Commanduer que aquí conocemos por otra comedia francesa con mayor repercusión por estos lares, Bienvenidos al Norte ). Y aunque los malentendidos entre ellos no dejan de ser lugares comunes y chistes fáciles, terminan por ser efectivos.

Eric Lavaine también director de la original, se limita a tomar el esquema que tan bien le funcionó anteriormente, evitando cualquier innovación al margen. Es por ello que Vuelta a casa de mi hija es una comedia amable y muy francesa, una película resultona, de tono intencionadamente ligero, no por vista menos disfrutable, que busca agradar a todos los públicos sin más complicaciones. 

Sabela Pillado. La Voz de Galicia, viernes 31 de diciembre de 2021

domingo, 9 de enero de 2022

La diagonal de los "olvidados"

La diagonal de los "olvidados" es una  variante de la apelación "La diagonal del vacío", término  con el que el geógrafo Roger Brunet, en los años 80,  denominó  esa  franja del territorio francés que va del noreste al suroeste, de las Ardenas hasta los Pirineos, llamada también la diagonal de las bajas densidades de población. Mientras la media nacional es de 110 habitantes por kilómetro cuadrado, es al menos dos veces inferior en provincias como la Lozère, La Creuse, Las Landes. Al margen de las grandes ciudades, estos territorios rurales cuentan con la mitad de los parques naturales regionales y algunos macizos montañosos: El Macizo Central, el Morvan, los Pirineos. Grandes espacios, casi desiertos de hombres, propicios para el turismo verde. Uno de esos viajeros nos propone una primera mirada a esa Francia desconocida.

Mathieu Mouillet

La diagonale du vide es el título del conjunto de recuerdos con sus correspondientes fotos, acompañado de un mapa, publicado en 2019, en el que Mathieu Mouillet ha recogido las experiencias de su viaje, subtitulado, Un viaje exótico en Francia. A pie, a 4 kms por hora, durante año y medio, pasando por 18 provincias, explorando esos lugares donde no hay nada que ver. Y su sorpresa fue que descubrió una Francia inesperada, ligada fuertemente al territorio que sabe enfrentarse a los problemas sin dejarse abandonar. Para este fotógrafo y experto viajero que ha recorrido el mundo entero, ha sido su viaje más bello y más lleno de energía positiva.

Sobre ese mapa  de M. Mouillet  los equipos de "Grands Reportages de la TVF (octubre de 2020)  nos ofrecen otra mirada. En un viaje de 6 meses, esta vez en tren, en autocares, visitaron esas ciudades pequeñas y pueblos perdidos víctimas del éxodo rural. Menos transportes, menos servicios públicos, menos empleo. Hablaron con esos franceses que luchan por sobrevivir y que a veces encuentran soluciones sorprendentes. Un alcalde y unos padres de alumnos en el corazón de Los Vosgos luchando por salvar una pequeña clase de infantil y de Curso Preparatorio. A propósito de esta iniciativa no puedo dejar de recordar aquí, Etre et Avoir, una conmovedora película del año 2002, sobre una escuela rural en Auvergne. En Nevers, la ciudad donde los chalecos amarillos han sido más activos, el Ayuntamiento, tratando de revivir el centro ciudad, ha impulsado un puesto de trabajo para ayudar al pequeño comercio. Los hipermercados de la periferia se llevaron a todos los clientes en los últimos años. El viaje se termina en Agen visitando una empresa de farolas solares que ha logrado crear empleo convirtiéndose en líder mundial. Su patrón, no abandonaría su región por nada del mundo. Él se siente en esta pequeña ciudad del Lot y Garonne más que en la diagonal del "vacío" en la diagonal de la "felicidad". 

He reservado una pequeña joya para esta segunda parte: un libro, Los países (Minúscula, 2018), de Marie Hélène Lafon.  Una novela en la que no solo están los datos y las impresiones de los párrafos anteriores sino que, gracias a la literatura, la escritora va más allá, ilumina esos Países contrastados: la granja del Cantal y la Sorbona en París a donde Claire, la protagonista, ha ido a estudiar  griego, latín y francés. Porque es una buena estudiante y ha conseguido una beca. Ha dejado atrás aquel rincón del mundo desgastado, aquella grieta hundida en el viejo país, plisado, alisado. Ahora otro país empieza a conformarse para ella: los anfiteatros de la Sorbona, los pasillos del Instituto de Griego o la casa de su profesor Monsieur Joffre  que tenía la costumbre de invitar a sus alumnos a un aperitivo servido en una mesa griega bajo el cerezo del jardín, una casa que se sostenía por los libros, por el cerezo, por la música, una casa que olía a alegría. Una vida así era posible.

Había aprobado. Se había esforzado, sin salidas, ni cafés, ni diversiones. Cruza por primera vez el parque de Luxemburgo, a los diez meses de su llegada. El lunes siguiente, en dos días, empezaría su trabajo en una sucursal del Crédit Lyonnais hasta el 31 de agosto. Mientras que allá arriba, en su otro país, estarían segando ya. En el parque de Luxemburgo pensó en eso, en el arce del patio, el río, la hierba, la que se convierte en heno y que nos se parece en nada al césped impecable del jardín de Luxemburgo. Ella se quedaría en París. En el banco, ganaría un dinero que no gastaría y añadiría a su beca para el curso siguiente. No echaría de menos aquellos veranos del heno almacenado. Aquel primer año en París forma un bloque detrás de ella.

Hélène Lafon

El curso siguiente, en la biblioteca de la Sorbona, uno de los empleados que facilitaban los libros a los estudiantes la reconoció como paisana. Un chico de un pueblo próximo al  suyo en aquel rincón del Cantal que suspira por conseguir un traslado, que al fin obtiene, un puesto en Clermont-Ferrand. Pero para Claire su lugar, "al otro lado del mundo, donde había empezado a ser y ya no estaba, no estaría nunca más". "De las infancias nos escapamos; esas impresiones fuertes que tenemos dentro había que ampliarlas, ampliar la vida, ganarla y ampliarla gracias a la mediación única y muda de los libros".

París y la Sorbona,  territorio nuevo y salvaje se van abriendo a ella,  algunos de sus compañeros se le aproximan. Tienen una cultura muy superior a la suya. Saben lenguas extranjeras, leen Le Monde, releen a Proust, conocen a Sthendal. Lucie Jaladis la invita a su casa en La Isla de Saint-Louis. Allí descubre a Bach y poco después, un fin de semana al mes, acompaña a la familia Jaladis a Coutances, un nuevo país para Claire, esa casa familiar en Normandía, donde tiene lugar la revelación de Flaubert. Un corazón sencillo será a partir de entonces su breviario, como para Monsieur Jaladis, el padre de Lucie...

Cuarenta años después, Claire, su proyecto de vida cumplido,  es profesora, vive en París,  recibe la visita anual de su padre acompañado de uno de sus nietos durante tres días de las vacaciones de Navidad. No quiero contarles más. Ya me he extendido más de lo previsto porque este libro, calificado como pequeña joya, es pequeño en su forma (143 páginas, E, Minúscula),  joya es, en verdad, un pequeño diamante de los que brillan en la noches de insomnio ofreciéndonos compañía. "Diamants que brillent dans la nuit ".

Carmen Glez.Teixeira