jueves, 29 de febrero de 2024

Una vagabunda insumisa

Catherine Guérard (¿1929-París 2010) es antes que nada misterio. Aunque Renata sin más fue publicada en 1967 por Gallimard y llegó a ser finalista del Premio Goncourt, Guérard desapareció sin dejar rastro. Los críticos entonces la compararon con Samuel Beckett y la consideraron una autora excepcional. Antes, en 1955, había publicado una novela corta, Ces princes. Y tras esas dos novelas un eclipse total. La reedición de Renata n'importe quoi en 2021, en una pequeña y exquisita editorial francesa, provocó un renacimiento de esta figura solitaria. Fue amiga de Mitterrand y tuvo una aventura con el escritor Pau Guimard, quedan las huellas de unas cartas. El resto es silencio.

El escritor Jerôme Garcin relaciona esta novela con el teatro de Genet. Cierto: la furia autista del personaje, su insubordinación contra todo lo que oculta su libertad, su soliloquio, recuerdan a Genet. Hablando de Céline y de Genet dice Vargas Llosa que pertenecen a la luciferina tradición "para quienes escribir significa aguar la fiesta de la armonía social". Y eso es lo que hace Renata, el personaje patético y tierno de Guérard, que ni siquiera se llama Renata. Para entrar en una mente cuya deriva es cada vez más estrafalaria, Catherine Guérad se vale de un flujo de conciencia continuo, con una sola frase de 165 páginas, puntuadas solo con comas. En un monólogo imaginamos un destinatario, pero esta divagación radical es un soliloquio. Renata habla sola, las conversaciones se engarzan en su discurso, pero, en realidad, habla para sí misma sin intención de ser escuchada. Asistimos a una rebelón mental, sin reconciliación posible con el mundo.

Renata trabaja como sirvienta hasta que decide que quiere ser libre y se lanza a las calles con unas cuantas cajas; una de ellas contiene las misteriosas "cartas de Paul ". No soportará los comentarios de quienes cuestionan su deserción: "la gente habla, y habla sin saber si te están molestando si te aburren, y a mí me pedía el cuerpo silencio no un silencio sin ruido sino un silencio de chismorreo, y pensaba La Libertad es también el silencio y me decía Soy libre, soy libre, con el silencio y con el sol y es como estar de vacaciones..."

Lourdes Ventura. El Cultural, 16-2-2024.

miércoles, 28 de febrero de 2024

La reina que tradujo un libro sobre Simone de Beauvoir

La reina Margarita de Dinamarca, que acaba de ceder el trono a su hijo Federico, tradujo en los años ochenta una novela de Simone de Beauvoir. Todos los hombres son mortales. No muchas monarcas en activo se han dedicado a la traducción literaria, en este caso de una escritora francesa recordada sobre todo por su ensayo El segundo sexo (1949), un libro que sigue siendo tremendamente influyente y citado. Sin  embargo Beauvoir fue mucho más que una pionera del feminismo.

 Sus novelas, como Los mandarines, un despiadado retrato del París de la liberación con el que ganó el Goncourt en 1954, son extraordinarias. Pero tal vez su obra más perdurable sean sus memorias, que en 2018 la Pléiade reunió en dos volumenes. La influencia en el canon literario europeo de la colección de clásicos de Gallimard es tan rotunda que cuando salieron sus novelas en ella, Mario Vargas Llosa aseguró que la parecía tan importante como ganar un premio Nobel -incluso más-. En este caso sin duda, ha hecho justicia al legado literario de Beauvoir: sus libros de recuerdos trazan un retrato no solo de su vida, sino de toda su época. Memorias de una joven formal (existe una traducción española en Edhasa, que ha editado sus principales textos) es una obra maestra sobre la adaptación y la rebelión  en la que cada nueva generación puede encontrarse.

La elección del título traducido por la reina Margarita es, además, muy significativa. Todos los hombres son mortales, una novela existencialista sobre un príncipe toscano que alcanza la inmortalidad, toca un tema central en su obra, la muerte. Beauvoir escribió un libro tan breve como impresionante sobre la enfermedad y el fallecimiento de su madre. Una muerte muy dulce, un volumen que apenas supera el centenar de páginas, pero que no se acaba nunca. Aunque se trata de un fallecimiento que forma parte de la vida, reflexiona Beauvoir, no por ello deja de resultar doloroso y brutal. Se trata de algo para lo que nunca estamos preparados, aunque sepamos que va a ocurrir. "No morimos de haber nacido, ni de haber vivido, ni de vejez. Morimos de algo", escribe. "Saber que mi madre estaba cerca de su muerte a causa de su edad no atenuó una sorpresa horrible: tenía un cáncer. Fue tan brutal e imprevisto como la parada de un motor de un avión en pleno vuelo"Y un poco más adelante, en las palabras finales del libro, sostiene: "No hay ninguna muerte natural: nada de lo que le ocurre al hombre es natural porque su presencia desafía al mundo. Todos los hombres son mortales pero para cada uno su muerte es un accidente e, incluso si la conoce y consiente, una violencia inusitada".

Cuando fallece alguien cercano, sea en las circunstancias que sea, los recuerdos y reflexiones de Beauvoir ayudan mucho porque cimentan el sentimiento de que existe un dolor compartido por todos los seres humanos. No importa lo mentalizados que estemos, la edad o la enfermedad que padezca la persona que cruza la laguna: nunca estaremos preparados. La madre de Beauvoir le confesó cuando sabía que el final estaba cerca:"No tengo miedo de la muerte, lo que temo es el salto".

Simone de Beauvoir también escribió otro libro impresionante, La ceremonia del adiós, cuando falleció Jean-Paul Sartre, su compañero de vida y otro gigante literario cuya sombra, aunque solo sea para polemizar con ella, sigue flotando en el siglo XXI. Acaba con estas palabras: "Su muerte nos separa. Mi muerte nos reunirá. Es así: ya es bastante bello que nuestras vidas hayan podido estar de acuerdo durante tanto tiempo".

Guillermo Altares. El País, viernes 19 de enero de 2024.

martes, 27 de febrero de 2024

El ojo que acecha al artista

En el taller de Miquel Barceló, Paris 1985.

Jean Marie del Moral lleva 45 años retratando a los grandes del arte en sus estudios. Miró, Tàpies, Saura, Motherwell, Lichtenstein... Pero de entre ellos, Miquel Barceló ha sido y es su presa favorita. 1985-2025: cuatro décadas de arte, fotografía y amistad que protagonizarán el stand de El País en Arco.

 Jean Marie quería ser escritor. Nada. Cineasta. Tampoco. "Soy un escritor y un cineasta frustrado". Puede que pintor. Imposible. No se sabe qué nos perdimos pero sí que descartadas tales opciones artísticas, y tras haber entrado un día de hace 45 años en el estudio de Joan Miró en Mallorca, algo hizo clic en su cabeza. Sería definitivamente fotógrafo profesional (ya llevaba algunos años haciendo pinitos, con grandes reportajes sobre los disturbios  de Mayo del 68 y la post-Revolución de los Claveles portuguesa) y, además, pondría en marcha lo que hoy es toda una historia del arte moderno, una historia en imágenes escrita en los estudios de los pintores y los escultores. O dicho de otro modo: el ojo que acecha al artista.

Así que, durante lustros y más lustros, este todoterreno gráfico, lo mismo reportero del diario comunista L'Humanité que colaborador en lujosas revistas de viajes, nacido en Francia de padre andaluz y madre catalana exiliados tras la victoria franquista, convenció a los más grandes para hacerse un hueco entre sus caballetes, sus pinceles, sus atavíos plagados de manchurrones. De Miró a Plensa y de Saura a Sicilia, pasando por Tapies, Palazuelo, Apel.les.Fenosa, Clavé, Campano, Chillida, Broto, García Sevilla o Esther Ferrer, fue componiendo un fresco gigantesco de la actividad creadora en el arte español del último medio siglo. Eso por no hablar del panorama internacional y los maestros del expresionismo y el pop de los estadounidenses y de estrella hipercotizadas. Pero nada comparable a su relación con Miquel Barceló.

Jean Marie del Moral (Montoire-sur-le Loir, 71 años) empezó a fotografiar al artista mallorquín en 1985. Había conseguido su teléfono gracias al pintor Ángel Campano. Convenció a Barceló de que le permitiera acudir a su estudio de la avenida de Breteuil en París. Se trataba de un piso desvencijado en el que el artista -entonces ya una estrella de 28 años que había triunfado en la Documenta de Kassel y había sido ungido por el dedo protector del galerista Bruno Bischofberger- ultimaba las pinturas de su primera exposición estadounidense, para la galería Leo Castelli de Nueva York. Barceló aceptó a regañadientes ser inmortalizado mientras pintaba y mientras retumbaba en el estudio la música de Jimi Hendrix a todo trapo. (...)

Así que a partir de aquel primer encuentro, en París y en Angers, en Artá, en Villafranca y en Farrutx, en Palermo y en Ségou o Gao (Malí), en Barcelona y en Lanzarote..., se forjó una relación profesional y amistosa que dura ya cuatro décadas. Es una relación de complicidad, silencio y palabra que cobrará cuerpo a través de 23 fotografías de gran formato  en el stand de El País en la feria de arte contemporáneo Arco Madrid entre el 6 y el 10 de marzo. Posados, escorzos, miradas, dudas, complicidades, escepticismos, color, blanco y negro, figuración, abstracción, interiores, paisajes... todo cabe en la Nikon del fotógrafo, aplicado en la composición de una biografía no al uso...

Borja Hermoso. El País Semanal. Domingo 25 de febrero de 2024.

lunes, 26 de febrero de 2024

"Hors du temps" Olivier Assayas en el Festival de Berlín

De todos los autores presentes en esta Berninale no sobrada a priori de brillos, sin duda, la presencia  del francés Olivier Assayas era la más firme certeza. Qué decir a estas alturas de uno de los cineastas europeos en activo más trascendentales. Una trayectoria, la de Assayas, que se abrió a otros públicos a raíz del estreno en HBO de su prodigiosa Irma Veep, profundización en su largometraje del mismo título y descomunal reflexión sobre el cine dentro del cine. O de la ficción como reflejo de la propia realidad de su creador.

Hors du temps, la película con la que opta al Oso de Oro, es la autoficción más directa de Assayas, Vincent Macaigne encarna al director en este microrrelato de su confinamiento en una casa solariega, junto a su hermano y a las parejas de ambos. Hay que decir que Macaigne ya venía de ser alter ego tragicómico de Assayas en su seriada Irma Veep, solo que allí con una riqueza de matices tragicómicos sin desperdicio. En Hors du temps el menú es frugal. Tanto en su puesta en escena austera como en sus elementos dramáticos, tenues casi hasta el punto muerto, podemos decir que estamos ante un dietario del confinamiento bastante pedestre. Macaigne y su hermano discuten porque uno es germanófobo y el otro no. O porque -pese a sus fobias el primero convierte la casa en un vodevil de repartidores de Amazon. En realidad, es tan sucinta esta tranche de vie del encierro que te preguntas si realmente tiene sentido ahora, a tres años vista. Bueno, se respira sin problemas, paro se olvida como ninguna otra obra de Assayas...

José Luis Losa. La Voz de Galicia, domingo 18 de febrero de 2024.

domingo, 25 de febrero de 2024

El filósofo que piensa desde la igualdad de las inteligencias

Jacques Rancière

¿La igualdad existe? Es probable que muchas veces a ambos lados del arco político respondan negativamente a esta pregunta. A la derecha porque creen que la desigualdad nos define como individuos y, por tanto, la igualdad no existe; a la izquierda, porque la desigualdad es tan evidente que sólo admitiéndola podrá lucharse por la verdadera igualdad el día de mañana. Contra ese acuerdo colectivo, la obra y la vida del filósofo Jacques Rancière responde de forma tan sorprendente como elegante: la igualdad existe, por supuesto, aquí y ahora, y la emancipación consiste en demostrarla no en buscarla. El movimiento de la igualdad se demuestra andando.

Traducido a 30 idiomas, catedrático de Estética de la Universidad París VIII y profesor invitado en Suiza y en los Estados Unidos, Rancière (Argel, 83 años) no se considera un "intelectual" y siempre recuerda que debe su idea más original -la igualdad de las inteligencias- a un maestro del siglo XIX cuyos alumnos aprendían solos. Autor de más de 30 obras -su último ensayo traducido al español, Los treinta gloriosos (Katakrak, 2023), se presentó en enero en Barcelona, Bilbao y Pamplona-, su postura contradice la idea del intelectual: el que se eleva sobre la comunidad que vive la ignorancia por falta de tiempo y talento. Así lo consideraba la tradición marxista, al menos la corriente de la que él formó parte  en los años sesenta, cuando su profesor en la École Normale Supérieur (ENS) Louis Althusser lideró una relectura de Marx. En su primer libro, sin embargo, La lección de Althusser, Rancière rompió con su viejo profesor, con el marxismo y con aquel alumno ejemplar que quiso ser arqueólogo.

Hijo de un funcionario y de una ama de casa franceses destinados en Argelia, Rancière nació el día en que su padre murió en combate en Francia, el 10 de junio de 1940. A París llegó una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, con su madre viuda convertida a su vez en funcionaria, y creció en Neully-sur-Seine, "la banlieue más burguesa de París", según recuerda el propio Rancière por videollamada. Si quería ser arqueólogo, le enseñaron, tenía que ir a la ENS, vivero de la élite académica francesa desde la Revolución y que no admitió mujeres ... hasta 1985.

Si los años en la ENS, por entonces muy teóricamente de izquierdas, supusieron una cierta ruptura con el entorno católico de sus orígenes, La lección de Athusser le sirvió para distanciarse del marxismo ambiente que consideraba que había que rasgar el velo de las masas. La revuelta de Mayo del 68 había sembrado la discordia en el alumno ejemplar: donde la izquierda oficial veía jóvenes fríos y pequeñoburgueses, él, sin participar directamente, vislumbró un "movimiento de los iguales, no de una clase en particular que se enfrentaba  a todas las jerarquías de la sociedad" y que, de hecho, tejió alianzas entre las facultades y las fábricas. 

En 1969 , participó en la fundación de la Universidad de Vincennes (hoy París  VIII). que aglutinó a muchos de los llamados a reinar desde los márgenes en la filosofía francesa, como Michel Foucault, Jacques Derrida y Gilles Deleuze. Desde allí y durante una década se sumergió en los archivos, sobre todo del movimiento obrero del siglo XIX, imprimiendo un cambio de rumbo sin vuelta atrás...

La tesis sobre la igualdad de las inteligencias la encontró en la aventura de un maestro francés en el exilio. Joseph Jacotoc (1770-1840), revolucionario y diputado, tuvo que exiliarse tras la restauración borbónica y acabo enseñando francés en Bélgica en 1808. Pero ni él sabía flamenco, la lengua de sus alumnos, ni ellos sabían francés. Una edición bilingüe de Telémaco publicada por entonces en Bruselas apareció  como lo único en común, y a través de un intérprete emplazó a sus estudiantes a que leyeran la versión francesa comparándola con la flamenca. Al final de curso, escribían en francés mejor que muchos franceses de cuna.

Si todo el mundo aprende por su cuenta a hablar y a razonar, la igualdad de las inteligencias es el punto de partida y no la meta. "La igualdad no es un derecho, no es algo sustancial, antropológico del ser humano: es una hipótesis. Los derechos tampoco los llevamos encima, existen cuando se llevan a cabo" comenta Javier Bassas, autor de Jacques Rancière:ensayar la igualdad (Gedisa) y coautor de El litigio de las palabras (Ned Ediciones), un libro de conversaciones con Rancière, al que también ha traducido. Rancière ha predicado con el ejemplo, participando en las luchas colectivas como cualquiera, tomando la palabra. El 16 de enero de 2020, en una asamblea  de ferroviarios en Huelga contra la reforma de las pensiones , por ejemplo: "La jubilación es la manera en la que el tiempo de trabajo genera tiempo de vida y la manera en que cada uno de nosotros estamos conectados a un mundo colectivo", dijo.

Braulio García Jaén. Ideas. El País, domingo 11 de febrero de 2024.

sábado, 24 de febrero de 2024

Una ruta por el Aveyron

La Couvertoirade
Pueblos medievales, castillos y aldeas fortificadas que fueron feudos de los templarios, el pueblo donde se creó el queso de roquefort son algunas de las sorpresas de esta apasionante ruta.

Para comenzar la ruta habrá que dirigirse a la meseta de Larzac, a dos horas en coche de la frontera con España, poco más de una hora hacia el interior de la ciudad de Montpellier. Hoy forma parte del Patrimonio de la Humanidad y para los amantes de la historia  esta planicie de Larzac es un tesoro, pues durante cinco siglos los templarios estuvieron al cargo de su territorio.

 Dos días nos harán falta para seguir los pasos de estos caballeros y recorrer los 85 kilómetros  que conforman el circuito de sus cinco aldeas fortificadas y bien conservadas. La Cavalerie, La Couvertoirade, Saint-Jean d'Alcas, Saite-Eulalie-de-Cernon y Le Viala-du-Pas-de Jaux. Son encantadoras localidades amuralladas en las que perderse por la Francia más rural en un viaje a la Edad Media.

 En Roquefort-sur-Soulzon, a media hora en coche, nació el famoso queso Roquefort que madura en bodegas excavadas en la propia roca, Cuenta la leyenda que fue un pastor despistado y enamorado quien siguiendo a su amada olvidó su pan y cuajada de oveja  en una de las grutas del monte Cambalou. Al regresar se habían enmohecido y aún así lo probó y le pareció delicioso. La visita a la bodega es imprescindible de la mano de los queseros para descubrir la elaboración artesanal de este queso reconocido en el mundo entero.

Conduciendo media hora desde Roquefort nos encontramos la primera Abadía cisterciense construida en el Aveyron, fundada en el siglo XII en un valle fértil con suaves pendientes arboladas por los discípulos de San Bernardo. Un lugar de proyección cultural y espiritual, donde se organizan festivales de música sacra y muchas otras actividades.

El viaducto de Millau, suspendido entre el cielo y la tierra, diseñado por el famoso arquitecto inglés Norman Foster es el tramo más espectacular en la autopista A75 La Méridianne, en la salida 45. Una obra de ingeniería de récord -343 metros de altura (más que la Torre Eiffel ) y 2.460 de largo- que salva el valle del río Lot. Queda muy próximo a Peyre, otro pueblo bonito por descubrir y a tan solo 19 kilómetros de Roquefort-sur- Soulzon.

Rodez, una pequeña ciudad de apenas 24.000 habitantes hace de capital del Aveyron. Las calles peatonales del viejo Rodez intramuros  nos conducen a su catedral gótica de Notre Dame con su campanario , puro encaje de piedra a 87 metros de altura y al museo Fenaille donde se encuentra la más importante colección  de estatuas menhires de Europa.

Belcastel. 25 kilómetros separan Rodez de Belcastel, un pequeño pueblo medieval de postal a orillas del río Aveyron. Sus casas de piedra se posan en un escarpado y frondoso valle y su entramado de callejuelas nos conducen  hasta el castillo del siglo XI, encaramado sobre una roca que domina  desde lo alto todo el pueblo. Sin olvidar su puente medieval.

Conques. Es la estrella del Aveyron y una de las etapas más concurridas  del Camino de Santiago en Francia con su abadía románica de Sainte-Foy, Parimonio de la Humanidad, donde se consrva una reliquia de la jovencísima mártir que le da su nombre...

Hola.com. Viajes, 16 de febrero de 2024.

viernes, 23 de febrero de 2024

Céline Dion reaparece en una gala

Céline Dion
La canadiense asistió por sorpresa en una ceremonia donde destacaron las actuaciones de Tracy Chapman o Miley Cyrus. La 66ª edición  de los premios Grammy fue una ceremonia que se hizo larga (tres horas y media), presentada por el cómico Trevor Noah, que tuvo momentos de chistes brillantes, y que se celebró, el domingo por la tarde (madrugada del lunes en España), en el Crypto.com Arena de Los Ángeles. Estos fueron los momentos más destacados.

La voz penetrante de Tracy Chapman. Vestida con camisa negra, con una pequeña guitarra acústica, con el cabello canoso. Tracy Chapman fue una de las sorpresas de la noche, porque no estaba anunciada. Actuó como invitada de Luke Combs, que ha convertido su versión de Fast Car,  canción de Chapman de 1988, en un éxito de hoy. En cuanto que la artista se puso a cantar, con esa voz penetrante tan inconfundible, Taylor Swift se levantó de su asiento y comenzó a vocalizar la letra. A Chapman y Combs la interpretación les quedó hermosa. Chapman salió de los focos hace décadas y solo se la puede ver en un escenario en contadas ocasiones...

La reaparición de Céline Dion.  El premio más importante al álbum del año, lo presentó Céline Dion. Fue una asistencia inesperada porque la cantante canadiense se retiró de la vida pública después de informar de que sufre una enfermedad rara, el síndrome de la persona rígida. "Cuando digo que estoy feliz de estar aquí lo digo desde el corazón", señaló. Habló poco, pero su comparecencia conmovió en el final de la gala.

Carlos Marcos. Madrid. El País. martes 6 de febrero de 2024.

jueves, 22 de febrero de 2024

"Los sucesos más sórdidos se dan por las cuestiones más banales"

Sandrine Destombes
Sandrine Destombes. La novelista francesa que publica Ritual encuentra inspiración en las historias de los periódicos. He aquí una autora que cuanto más feliz se encuentra más negras son sus historias. Por eso Sandrine Destombes espera a que lleguen las vacaciones de su trabajo habitual como organizadora de eventos para escribir sus thrillers y realizar una "catarsis con el mal a través del papel", tal y como contaba ayer en Barcelona, donde es una de las invitadas estelares del festival BCNegra. En esa vida de hormiguita que recopila ideas, sensaciones, sucesos y localizaciones  durante todo el año para luego escribir en su tiempo de descanso aconteció un pequeño terremoto en 2018 con la publicación de El doble secreto de la familia Lessage (Reservoirs Books), que recibió varios premios y le abrió las puertas a las traducciones y a un  público mucho más amplio en Francia. "Resultó extraño. No tenía la sensación de que hubiera cambiado, pero fue como si me hubiera ganado el derecho a decir que era una autora, y eso añadió un poco más de presión", reflexiona con una sonrisa. Sus respuestas son rápidas y directas, solo alguna vez distrae su mirada hacia el panorama gris y lluvioso de la calle.

Destombes (París, 54 años) asegura que escribe para divertirse y eso condiciona su labor: "No tengo plan y no lo necesito. Busco algo que me atraiga y tiro". En su nueva novela Ritual (Reservoirs Books), redobla el envite desde las primeras páginas. El planteamiento es macabro, arriesgado en lo narrativo e inquietante: siete pies cortados y atados entre sí aparecen flotando en el río Sena. Los policías pronto tienen claro que hay un crimen  terrible detrás, varios crímenes de hecho, e inician una carrera contrarreloj de consecuencias imprevisibles. Lo complicado en estos casos es que al final el resultado esté a la altura del planteamiento, pero Destombes acepta el reto encantada: "Tengo unos indicios y voy en busca de la solución. Cuando llego al final y miro para atrás veo que todo está ahí. No es que sea tan inteligente, qué va, es que la historia y los personajes me manipulan"(...)

Lectora apasionada de las páginas de sucesos, de donde obtiene las ideas para sus historias, Destombes pertenece a una generación marcada  por la muerte en 1984 del pequeño Grégory Villémin, el crimen sin resolver más famoso de la historia de Francia. "Lo seguimos durante años con verdadera pasión", admite. Un caso de oscuras connotaciones que refleja como ningún otro el poder del odio intrafamiliar, uno de los grandes motivos en las obras de Destombes. (...)

Autora de formación audiovisual, confiesa la gran influencia de Alfred Hitchcock y muestra siempre su preferencia hacia el suspense por delante de los aspectos más clásicos de la novela negra. Ese suspense puede estar condicionado por una tecnología que "ha roto un poco la magia  y que en la obra de Destombes,  quizás precisamente por eso, no es un elemento predominante. Sí lo es el ambiente, la atmosfera de las localizaciones, ya sea en París o en pequeñas poblaciones de la Provenza, donde pasa las vacaciones, lugares en los que todo el mundo se conoce y donde un crimen no tiene la misma repercusión. Ahí busca la felicidad de la que se alimentan sus novelas, llenas, paradójicamente, de muerte.

Juan Carlos Galindo. Barcelona. El País, sábado 10 de febrero de 2024.

miércoles, 21 de febrero de 2024

Juana de Arco como nunca se ha visto

Juana de Arco, la histórica heroína francesa abrasada por herejía en la hoguera de Ruan en 1431 (la quemaron tres veces, para que no quedara duda ni restos que pudieran servir de recordatorio, en la segunda explotaron la caja craneal y la cavidad abdominal y algunos trozos salpicaron a los espectadores, según los testigos), ha tenido multitud de representaciones en el arte, la literatura, el teatro o el cine. Pensar en ella evoca, entre otras muchas imágenes , la de la resplandeciente estatua ecuestre de París; el rostro ascético y atormentado de Renée Jeanne Falconetti en La pasión de Juana de Arco de Carl Theodor Dreyer (1928), el de una jovencísima Jean Seberg (Santa Juana, de Otto Preminger, 1957) a los muy carnales rostro y cuerpo de Milla Jovovich en el filme de Luc Besson de 1999, donde la actriz mostraba lo sensual que ser vestir armadura.

Sobre la Pucelle, la doncella, de Orleans -que por cierto no era de allí ni de Arco (el apellido de su padre), sino de Domrémy, Domrémy-l-pucelle, en Lorena- han escrito desde Shakespeare, que no la dejó muy bien en su Enrique VI, donde se la trata de ugly witch, (bruja fea) y strumpet, putita, hasta Michel Tournier (Gilles y Juana, Alfaguara, 1989), pasando por Schiller, Anatole France, Peguy, Bernard Shaw, Claudel, Bertolt Brecht, y Anouilh, sin olvidar la canción que le dedicó Leonard Cohen.

Parecería que todo está dicho y hecho sobre ella, pero llega ahora una novela histórica que da una sorprendente vuelta de tuerca al personaje. En Juana de Arco, de Katherine J.Chen (Destino, 2024, traducción del inglés de Montse Triviño), la protagonista es una joven muy masculina, corpulenta y fea (nada que ver con la chica guapa, inocente y soñadora de la polémica portada española de libro generado por IA, aunque a la autora le gusta). Es un vigaro de anchos hombros y poca higiene que se revela   inesperadamente  como una letal guerrera y cuya capacidad para la pelea y la resistencia -reveladas desde niña- proceden de haber soportado toda su vida las palizas de su padre. Sin visiones del arcángel Miguel, su fuerza no viene de Dios, ni de la santidad , sino de aguantar los terribles abusos. Sus dones le han sido inculcados a golpes. Tampoco su motivación para marchar contra los ingleses es una de las clásicas de Juana (la religiosidad y el amor a Francia) sino simplemente el afán de vengar a su hermana violada y asesinada, Es una Juana, la de Chen, sin milagros ni esplendores, toda tesón y empoderamiento.

La novelista señala la paradoja de que para crear su Juana de ficción ha tenido que ser realista con la Juana histórica. "Las visiones juegan un papel muy importante  en la historia de Juana, pero en una novela es muy difícil incorporarlas". Además, "la historia de Juana se la han apropiado tantos, en Francia incluso la extrema derecha, que para hacerla  mía  debía buscar mi propio enfoque"... Chen (Wayne, New Jersey, 33 años) dice que ha querido leer  entre líneas en la historia de Juana. "En los interrogatorios que llevan a su ejecución  encuentro a una Juana muy fuerte y dura , orgullosa ante el tribunal, que se niega a seguir el juego de sus acusadores. Una figura de gran personalidad". Recuerda que Juana de Arco "es un mito como Robin Hood o el rey Arturo, pero a diferencia de estos ella está firmemente anclada en la historia".

De las dos imágenes icónicas de Juana, la mujer con armadura y la mujer puesta en hoguera, celebro más la primera", subraya. De hecho, en su novela, que resigue la vida de Juana desde niña, repasando todos los sucesos canónicos ( el encuentro con la corte y el delfín en Chinon, la liberación de Orleans, la coronación de Carlos VII en Reims en 1429, el rosario de victorias y heridas seguido de las derrotas, la captura por los borgoñeses en 1430 y su entrega a los ingleses) no aparece la escena de la ejecución. "Yo pretendía captar otros aspectos de su vida . Ya tenemos muchos mártires femeninos en la historia, quería investigar por qué Juana pervive tanto en la memoria y otras no. Y la respuesta no es cómo murió. Yo no quiero glorificar su pasión y muerte"...

Jacinto Antón. Barcelona. El País, lunes 5 de febrero de 2024.

martes, 20 de febrero de 2024

Los espacios íntimos de Chantal Akerman

Detalle del montaje de Ecarar la imagen en Barcelona.

Una exposición en Barcelona, Encarar la imagen propone un recorrido por las instalaciones de vídeo de la directora, fallecida en 2015, en el que se dibuja una obra ensoñadora y dramática, atravesada por temas como el amor y la historia.

La poesía,  que es el preámbulo de todas las artes, posee una misteriosa autonomía en relación con la poderosa escala de materias, formas, colores y sonidos que la sucedieron, y no digamos si la comparamos con la fotografía y el cine. Durante las últimas décadas, sin embargo, hubo entre ellas momentos de fusión casi nuclear. Chantal Akerman (1950-2015) protagonizó algunos. Para la escritora y directora de cine belga, cada plano cinematográfico debía tener el poder de la letra como mínima expresión del conjunto en su dimensión plástica.

 En cada nueva película partía del espacio en blanco. No hacía conjeturas previas, sino que miraba las cosas a su alrededor como si fuera a fotografiarlas, primero serían imagen sin representación, un armazón, después un ready made. Lo mismo hacía con el sonido: por muy ensimismadas, estas imágenes tendrían música. La emoción y el tiempo rellenarían  la escena de representatividad encargándose de llevar la mirada del espectador de un lado a otro. El plano, como el espacio en blanco del poema, era el lugar donde la cineasta debía persistir. Lo dice Mallarmé: "La hoja de papel interviene cada vez que una imagen concluye o renace por sí misma, permitiendo la sucesión de otras (...) y su aparición perdura en una suerte de puesta en escena espiritual y exacta"(Una tirada de dados nunca abolirá el azar", 1897).

Cada película de Akerman empieza y termina en ese espacio íntimo sin renunciar a la memoria personal y colectiva, ni al futuro. De ahí su radical feminismo. Es fundamental entender su diamantina confianza en la soberanía femenina si queremos valorar su cine. Para la ejecución de sus obras, confiaba casi enteramente en las mujeres, actrices, montadoras, realizadoras, músicas:  Babette Mangolte, Delphine Seyrig, la violoncelista Sonia Wieder-Atherton (que fue su pareja) o su madre, Nelly Akerman, judía polaca superviviente  de Auschwitz, todas coadyuvantes de una abultada filmografía que ahora vemos como partituras del pensamiento traducidas en silencios, dislocaciones temporales, fugas. Rasgos que identifican su cine para la gran pantalla, pero donde mejor se aprecian es en las instalaciones, donde el verso puede aparecer descentrado, en lo alto, en lo bajo, conteniendo otras páginas o pantallas, enmarcado en un muro fotográfico o junto a un objeto. Mallarmé ya hablaba de la "puesta en escena", y esto es lo que precisamente apreciamos en este conjunto de instalaciones  que se exponen ahora en su muestra en La virreina de Barcelona.

Encarar la imagen es la primera exposición concebida íntegramente por su estrecha colaboradora y montadora Claire Atherton, y se compone de una decena  de piezas visuales y sonoras que invitan a un cara a cara con los modos de imaginar y trabajar de ese verso suelto que fue Chantal Akerman...

Ángela Molina. Babelia. El País, sábado 20 de enero de 2024.

lunes, 19 de febrero de 2024

"En el Adamant" Luces y sombras de la bomba humana

En el Adamant del francés Nicolas Philibert fue la ganadora del Oso de Oro de la Berlinale, que en un acercamiento empático a un grupo de pacientes del Adamant -un centro de salud mental ubicado sobre las aguas del Sena, en el corazón de París- articula una resonante defensa del respeto a la diferencia que prevalece en ciertos ámbitos de la sanidad pública francesa. Como señala un revelador intertítulo del filme, "en un mundo en el que se reprime la singularidad, algunos lugares siguen resistiendo para mantener viva la función poética de la humanidad y del lenguaje".

La función lírica figura como un elemento central del retrato que propone Philibert del Adamant. Los planos generales con los que el cineasta señala el inicio de cada jornada  revelan la peculiar arquitectura del edificio, una suerte de gran salón flotante más parecido a un estudio de artista  que a un hospital. Además, estas amplias estampas urbanas permiten observar la privilegiada excepcionalidad del Adamant, que se erige como un templo de sosiego en una ciudad que no escapa al frenesí del mundo moderno. Adquiere especial relevancia la cita con la que se abre la película en la que el pedagogo francés Fernand Deligny defendía el valor de la pausa.

 Atendiendo al reclamo de Deligny, Philibert -quien conquistó a la cinefilia con su luminoso retrato de una escuela rural en Ser y tener (2002)- concibe su nueva película  como un ejercicio de escuchas múltiples. Por un lado, el cineasta se arma de paciencia para conversar con los pacientes del Adamant, superando algunos ecos paternalistas gracias a unas buenas dosis de humor compartido. Y luego está la escucha atenta que comparten todos los "tripulantes" del hospital, tanto los enfermos como los terapeutas, que organizan el programa de actividades, formado mayoritariamente por ateliers creativos, de un modo próximo al asamblearismo.

En el Adamant traza un acercamiento franco y sensible a la compleja realidad de las dolencias psiquiátricas. Un universo de claroscuros vitales que Philibert retrata  a modo de tragicomedia  humana. Del lado de la comicidad, cabe destacar la simpatía de Muriel Thouron, una paciente  que alegra el día a día  del Adamant con su inocencia revertida de picardía... Luego, del lado de las sombras, Philibert sabe capturar con delicadeza y pudor algunos momentos de gran dramatismo... En el Adamant termina basculando entre el retrato de una generación perdida, el alegato en favor de un utópico estado del bienestar, y la oda a la cara más enardecida y turbadora  de la naturaleza humana...

Manu Yáñez. El Cultural, 2-2-2024.

domingo, 18 de febrero de 2024

El mito de Camus deja de ser intocable en Francia

Todo vuelve, aunque sea envuelto en ropajes distintos. Regresa en la Francia de Emmanuel Macron y del ascenso, quizá irresistible de Marine Le Pen, la querella que marcó la vida intelectual francesa a mediados del siglo XX y que enfrentó a propósito de la revolución y el totalitarismo de izquierdas a Jean-Paul Sartre  con Albert Camus.

Un libro, titulado, Olvidar a Camus y escrito por el profesor de la Universidad de Carolina del Norte Olivier Gloag, reabre la herida. El texto retrata a Camus como un escritor colonialista -y machista, entre otros pecados-, alejado de la imagen de santo laico e irreprochable icono humanista. "No se trata de juzgar a Camus, sino de enriquecer la lectura", sostiene Gloag desde Estados Unidos. "Hay que seguir leyéndolo, pero sin ver en él un personaje de cuento de hadas".

A los camusianos no les ha gustado Olvidar a Camus. Acusan a Gloag de "deshonestidad intelectual", de "derribar estatuas", de "cancelar" al estilo de la izquierda americana, como se ha leído en Le Figaro. También de rehacer los procesos estalinistas de los años cincuenta".

Lo fascinante es cómo la disputa que sucedió hace tanto -la ruptura entre dos amigos que resultaban ser los intelectuales más famosos de la época- no ha terminado. A Sartre, autor de La náusea y El ser y la nada, se le lee menos  y se considera que se equivocó estrepitosamente en algunos  de sus compromisos políticos. Camus, autor del El extranjero, es un superventas, se le lee en la escuela y políticos de todos los colores invocan su memoria.

Como escribió Mario Vargas Llosa en 1981, "aquella polémica  es aún actual", pues cada mañana la reactualizan los diarios, con su ración de estragos, y los dilemas políticos y morales en que nos sumen". Han pasado cuatro décadas, y, aunque Camus haya ganado la batalla de la posteridad, la polémica sigue abierta.

"Yo intento salir de una posición afectiva: no se trata de saber si a uno le gusta o no Camus", dice Gloag. "Si hay una crítica es a su recepción. En los últimos 30 años, ha habido una especie de idolatría". Es casi sagrado en Francia, como se ha visto con las reacciones a mi libro". Lo que persigue, en las 141 páginas de Olvidar a Camus (publicado en francés por La fabrique y sin traducción española), es desacralizarlo. 

No, sostiene el autor: Camus de ascendencia francesa y española y nacido en la Argelia colonial,  en una familia pobre, no era anticolonialista. En El extranjero, ficción narrada por un francés que mata a un árabe anónimo en una playa argelina, "todo (...) parece de facto, negar el estatuto de ser humanos a los argelinos". Camus, sentencia es "el último escritor colonial". 

La peste, la otra gran novela de Camus, narra una epidemia en la ciudad argelina de Orán. Se ha interpretado como una alegoría de la ocupación nazi de Francia. No es así, según Gloag: "Propongo una lectura distinta. La peste no es Alemania ni los alemanes, es la resistencia del pueblo argelino a la ocupación francesa, fenómeno intermitente pero ineluctable, que se asimila a una enfermedad mortal desde el punto de vista de los colonos".

Y así procede el autor, con una lectura inquisitiva e implacable de la obra y la biografía de Camus, Desde la resistencia al nazismo hasta el compromiso contra la pena de muerte, pasando por la ruptura con Sartre, su relación con la actriz María Casares y las mujeres en general, y sus reparos ante la independencia del país donde nació y al que se sentía profundamente apegado.

"Leyendo sus propias palabras, sus obras y sus cartas", escribe Gloag, "se descubren la múltiples facetas del personaje, que desmienten la imagen mítica que se ha edificado del bello novelista, recto, solitario, solidario, atormentado pero justo". "El título Olvidar a Camus, explica a El País, no significa que esté olvidado, ni que haya que olvidarlo. Al contrario. Lo que hay que olvidar es el Camus tal como se nos ha presentado", dice...

Marc Bassets. París-El País, lunes 29 de enero de 2024.

sábado, 17 de febrero de 2024

Juegos Olímpicos: ¿la rifa del tigre?

Cada mañana, junto a millones de usuarios, mis hijos y yo abordamos el transporte público parisiense con incertidumbre. Es raro que transcurra una semana laboral sin que alguna de las líneas de metro, cercanías, autobús y tranvía que tomamos no sufra uno o varios incidentes: desde problemas técnicos hasta interrupciones del servicio causadas por un paquete olvidado, lo que activa un exigente protocolo de seguridad, o por un pasajero indispuesto a causa de la aglomeración en hora punta.. La pregunta que muchos nos hacemos es: ¿Cómo va a acoger una ciudad incapaz de asegurar adecuadamente el desplazamiento de sus propios habitantes a millones de pasajeros añadidos durante los Juegos Olímpicos que se celebrarán este verano? 

Junto a la seguridad (el nivel de alerta actual en Francia es de "seguridad reforzada-riesgo de atentado"), el transporte se ha convertido en el talón de Aquiles del París olímpico. "Tenemos una red obsoleta. Al menos ocho de cada diez líneas ya no están en condiciones  de proporcionar un servicio público de calidad", afirmaba Jean Castex, ex primer ministro y actual presidente de la RATP (Régimen Autónomo de Transportes Parisienses), en diciembre pasado.. Además de las deficiencias estructurales de una red de metro y cercanías vetusta, están los retrasos en la construcción de dos nuevas líneas de metro con las que se contaba y la  falta de efectivos en la red, desde conductores hasta técnicos que cesaron su actividad por los prolongados cierres decretados durante la pandemia. El problema es especialmente grave dado que las competiciones se desarrollarán en 13 recintos diferentes intramuros y otros 12 extramuros. Lo que debería ser una ventaja, el hecho de aprovechar la infraestructura deportiva existente en toda la ciudad y sus alrededores, implica que millones de asistentes necesitarán  desplazarse diariamente de un punto a otro.

A pesar de que los Juegos se celebraran durante el periodo de vacaciones estivales, cuando se calcula  que entre un 30% y un 45% de sus residentes habituales  abandonará París, quedará "una base de cinco millones de usuarios cotidianos  a los que se añadirán diariamente unos 500.000 espectadores de los Juegos", según datos publicados por el diario Les Echos. Las autoridades han iniciado una campaña de concienciación en la que piden a los parisienses que trabajen desde casa durante los Juegos y que anticipen y adapten sus desplazamientos.  Quizá no debe sorprender que el entusiasmo por los Juegos haya caído en picado en los últimos meses: ya en noviembre  pasado, casi uno de cada dos residentes en la región de Île-de-France veía la acogida de la cita olímpica como algo negativo. En una carta abierta a las autoridades competentes, hoteleros y restauradores han reaccionado a la reciente campaña por "generadora de ansiedad" y "derrotista": lo que debería ser una celebración colectiva  se parece más y más a un confinamiento de la población local. 

París es una ciudad olímpica por tercera vez desde que se reinstauraran los Juegos en 1896 a iniciativa de Pierre de Coubertín, fundador del Comité Olímpico Internacional (COI). Los retos que enfrenta la capital gala no son excepcionales y hay mucho que aprender de experiencias previas en la organización de este tipo de megaeventos. Hay bastante consenso en que la clave para unos Juegos exitosos es la planificación, no solo del evento en sí, sino de su legado a medio y corto plazo; más que el presupuesto. Al celebrar unos Juegos, una exposición universal o un Mundial, las ciudades buscan al menos tres cosas: atraer turismo e inversiones, ampliar y mejorar la infraestructura urbana, y, en términos simbólicos, colocarse en el mapa global (...)

A tenor de las últimas experiencias, se ha ido extendiendo la percepción de que los Juegos Olímpicos, tal y como se han celebrado en las últimas décadas, no son tan buen negocio para las ciudades. En la licitación para los de este año, tres ciudades retiraron sus candidaturas, dejando a París y Los Ángeles como únicas finalistas. En un movimiento inédito, el COI adjudicó de golpe los Juegos de 2024 a París y los de 2028  a Los Ángeles, única candidata a ellos...Si bien los Juegos Olímpicos pueden ser un catalizador de mejoras urbanas, al igual que cualquier política pública deben jugarse a favor de una mayoría de ciudadanos, poniendo el foco en su bienestar cotidiano, incluyendo sus posibilidades de desplazamiento. Ojalá Brisbane, que fue seleccionada  para los Juegos de 2032 con los nuevos criterios  del COI, inaugure una nueva era. Si Madrid y Barcelona aspiran a celebrar los 2036, el asunto nos concierne directamente.

Olivia Muñoz-Rojas. El País, viernes 9 de febrero de 2024.

viernes, 16 de febrero de 2024

La alta costura, entre la oda a la memoria y a un botón

De la colección  de Maria Grazia Chiuri, diseñadora de 
Christian Dior.

Big Aura es el nombre de la instalación que envuelve las paredes del desfile de Christian Dior en los jardines del Museo Rodin de París. Las siluetas abstractas de enormes trajes de sultanes otomanos se recortan sobre el fondo componiendo la instalación de Isabel Ducrot, la artista italiana de 93 años escogida en esta edición de la alta costura por Maria Grazia Chiuri, diseñadora de la firma francesa que cada temporada colabora con una artista de trayectoria feminista para enmarcar su propuesta creativa.

"Para Maria Grazia Chiuri, Big Aura es lo que impregna la alta costura, un terreno fértil para la contemplación donde la reproducción del original nunca es la misma. Cada pieza se adapta al cuerpo de quien la use y tendrá su aura específica. Según la definición de Walter Benjamin, el aura refleja la singularidad y autenticidad de la obra de arte", explican las notas del desfile. El mensaje está claro: ninguna de las piezas se confeccionará igual pues se hacen a medida y son únicas..

Las piezas de Chiuri pueden ser sencillas. No lo son. El virtuosismo técnico de la italiana no es estridente, pero el manejo de los tejidos, las proporciones, los pesos y volúmenes, los drapeados y los bordados hacen de sus prendas aparentemente sencillas fáciles prodigios de confección. El desfile comenzó con una serie en caqui que es, quizás, el color más alejado de la concepción clásica de la alta costura. Hubo color, con algunas salidas en amarillo, verde y rosa, hubo bordados en vestidos más ortodoxos inspirados en Catherine Dior, la hermana del modisto, y una curiosa concesión a la tradición de la opulencia de la alta costura, el empleo del moiré, una tela que hasta ahora la diseñadora "solo había asociado con decoración", pero que rescató tras ver un vestido creado por Christian Dior en 1953.

Daniel Roseberry ha rescatado Schiaparelli para el gran público con sus juegos surrealistas.. Su colección, basada en el retrofuturismo, en la película Alien, aplica volúmenes exageradísimos, estructuras rígidas como encaje que parecían jaulas  o capas de alguna reina de fantasía...El contrapunto a estos conceptos abstractos como la memoria y el aura lo puso Virginie Viard en Chanel con su oda al botón. Los botones de la firma, con su logo de las dos ces entrelazadas, son un distintivo desde su origen...Alaïa se desmarcó de la grandilocuencia  de la alta costura con una presentación en su tienda de la Rue Marignan. El negro, los pliegues y drapeados y las siluetas pegadas al cuerpo se mezclaban con flecos de satén y remates de lana gruesa...Al finalizar el último pase se escuchó un aplauso estruendoso...Era el equipo de Pieter Mulier, diseñador de la firma.

Sofía Ruiz de Velasco. París. El País, miércoles 24 de enero de 2024.

jueves, 15 de febrero de 2024

Las "Iluminaciones" iluminadas por Miguel Casado y Frederic Amat

El sello Galaxia Gutenberg rescata la versión de las Iluminaciones de Rimbaud realizada por el poeta Miguel Casado (Valladolid,1954), que además revisó para la ocasión  en una edición bellamente iluminada por la labor de interpretación del artista visual Frederic Amat (Barcelona, 1952), para quien la poesía ha sido siempre eje creativo y vocación vital como demuestran sus lecturas de Lorca, Cernuda, J.V. Foix, Octavio Paz o Mark Strand, entre otros. Sus imágenes luchan por captar lo que subyace al texto o, como el propio pintor matiza, su silencio originario.

En el caso de Miguel Casado -que viene de publicar en Tusquets la excelente reunión poética Deseo de realidad-, suele decir que si él mismo escribe es por motivaciones que se resumen bien en el lema de Rimbaud changer la vie (cambiar la vida). Es por tanto un autor al que tiene en altísima estima, aunque también tradujo la obra de otros vates franceses como Paul Verlaine, Charles Baudelaire, Stéphane Mallarmé y Bernad Noël.

Datada su creación entre 1873 y 1875, momento en que Rimbaud dio a leer el manuscrito a Verlaine, Iluminaciones no apareció hasta 1886 en la revista La Vogue (Una temporada en el infierno fue editado por él mismo en 1873). No publicó nada más. Dejo de escribir con apenas veinte años y marchó a Abisinia a probar suerte como como comerciante (traficante). Volvió a Francia enfermo para morir a los 37 años. Tuvo una existencia fugaz pero muy intensa, plena de amor, violencia, libertad, desesperación y bohemia. Sobre esa radicalidad bohemia, el mito del poeta adolescente, fundó la modernidad de la literatura.

El director de Galaxia Gutenberg, Joan Tarrida, trabaja para publicar toda la obra de Rimbaud, personaje sobre el que además hace unos días se estrenó la película Splendid Hotel: Rimbaud en África, dirigida por el realizador donostiarra Pedro Aguilera.

G. N. Redacción. La Voz de Galicia, lunes 8 de enero de 2024.

miércoles, 14 de febrero de 2024

La alcaldesa de la ciudad olímpica

Anne Hidalgo. AFP
Anne Hidalgo. París cumple 10 años bajo su mando, entre  el sueño de la sostenibilidad y una vida inasequible para tantos. En el extranjero, suele verse a Anne Hidalgo (San Fernando, Cádiz, 64 años) como pionera medioambiental, alguien que, como alcaldesa de París, ha construido centenares de kilómetros de carriles bici y está inventando la metrópoli del futuro. En Francia, y en su capital -reluciente y siempre esplendorosa para los foráneos- es algo distinto. Hay una parte del electorado y del espectro político que sencillamente no la traga. En algunos casos el rechazo es visceral. La acusan de mala gestión y consideran que, con ella, la ciudad se ha vuelto sucia y fea, más inhóspita.

Después del resultado catastrófico en las elecciones presidenciales de 2022, en las que fue candidata socialista y obtuvo un 1,75% de los votos, mucho pensaron que la carrera de Hidalgo tocaba a su fin. Era no conocerla. Resistió. Ahora afronta el momento decisivo desde que, hace 10 años, llegó al Hôtel de Ville, el monumental Ayuntamiento parisiense. La culminación de una historia que comenzó poco después de instalarse en el despacho de la esquina suroeste, el despacho oficial más grande de Francia, desde el que Charles de Gaulle saludó a los parisiense en agosto de 1944, tras la liberación  de París. 

Los Juegos Olímpicos 2024, entre el 26 de julio y el 11 de agosto, serán el momento decisivo en la carrera de esta hija de la inmigración española que llegó a Francia con dos años. Quizá el desquite. Pese a los reveses y las críticas, pese al pesimismo generalizado en París y en Francia, pese al escaso entusiasmo que por ahora se nota en la calle, si todo sale bien podría  quedar como la alcaldesa olímpica, el rostro (junto al presidente, Emmanuel Macron) de una ciudad y un país durante el verano olímpico.

"Estamos preparados", decía la alcaldesa en junio poco más de un año antes de la inauguración. A medio año del día D, explica que quedan tareas pendientes. Hay que mejorar los transportes en metro, que no es competencia de la ciudad, y le preocupan las cerca de 3.000 personas sin techo en la capital y la falta de albergues para ellos: en este caso, también apunta al Estado. Para ella, los JJ OO son una herramienta para acelerar sus planes ecológicos e impulsar su agenda social. Lo explicaba esta semana: "Es una oportunidad extraordinaria para París".

Cuando en 2014 Hidalgo fue elegida alcaldesa, rompió barreras. Era la primera mujer en el cargo y la primera nacida en el extranjero. Su madre era costurera. Su padre era hijo de un represaliado por el franquismo. "Toda la infancia de Hidalgo está rodeada de esta leyenda familiar: nunca olvidar la Guerra Civil y el franquismo", contaba, durante la fallida campaña presidencial, su biógrafo, el periodista Serge Raffy. Años después, ya en el Hòtel de Ville, fue clave para el reconocimiento del papel de los republicanos españoles en la liberación de París.

"Hija de inmigrante y de obrero, cada día que pasaba me veía  más como hija de Francia, porque la escuela daba un sentimiento de pertenencia a todos los niños que se encontraban en mi caso", escribió la alcaldesa en el libro Une femme française (Una mujer francesa, sin editar en español). Ideológicamente es una socialdemócrata clásica, en un país en que el Partido Socialista es casi residual y lo dirige una corriente que no es la suya. Y contraria tanto al centrismo líquido de Macron como a la izquierda populista y euroescéptica, la que se negó a calificar a Hamas de terrorista tras el ataque contra Israel el 7 de octubre. 

Fueron los atentados islamistas en París de 2015, precisamente, cuando ella llevaba un año en la Alcaldía, los que la decidieron a luchar por una candidatura que hasta entonces no veía clara. Francia era un país fracturado. Los Juegos Olímpicos podían ser un momento único, el momento que devolviese la fuerza a la ciudad y al país. Un momento de "alegría y fraternidad" en un mundo de guerras y populismos...

Marc Bassets. El País. Ideas. Domingo 28 de enero de 2024.

martes, 13 de febrero de 2024

El caso 'Pissarro', un dilema moral para España

Rue de Saint-Honoré por la tarde. Efecto lluvia,
 
de 1897, de Camille Pissarro. Museo Thyssen

 

Un voto particular sobre la sentencia favorable al Thyssen plantea que el país debería devolver voluntariamente la obra. El caso pissarro continúa. La familia Cassirer, que reclama el cuadro del pintor impresionista al Museo Thyssen de Madrid, seguirá batallando más de 20 años después de que empezara el proceso judicial en tribunales de Estados Unidos. Los primeros propietarios de Rue de Saint-Honoré por la tarde. Efecto lluvia, de 1897, de Camille Pissarro, no están de acuerdo con la sentencia del Tribunal de Apelaciones de California que concluyó que la pieza es del Thyssen. Las posibilidades de ganar esta guerra judicial parecen complicadas. Pero esta familia alemana y judía encuentra algo de esperanza en el voto particular de la jueza Consuelo Callahan, que ha abierto otro debate en torno al caso. "España debería haber renunciado voluntariamente al cuadro", dejó por escrito la magistrada. ¿El pissarro es una cuestión moral o legal?

Callahan plantea al Estado que, si reafirmó su compromiso con los Principios de Washington sobre el arte confiscado por los nazis al firmar la Declaración de Terezin sobre los Bienes de la época del Holocausto y Cuestiones Afines, tal vez el Gobierno debería intervenir y renunciar a que la pieza siga colgada en el Museo Thyssen. La jueza se dirige a un país y no solo a la pinacoteca porque el pissarro es patrimonio nacional al ser propiedad del Estado desde 1993 y expone en un museo nacional.

La Abogacía del Estado se personó en 2017 en apoyo de la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza en este litigio. En aquel momento, María del Carmen Acedo, abogada del Estado firmó un escrito en el que defendió la aplicación de un artículo del Código Civil. Es decir, el Gobierno ha formado parte de la defensa del museo y ha respaldado que en este caso debe aplicarse la ley española, como ha dictado el Tribunal de California. Además como recuera el gerente de esta institución, Evelio Acevedo, los costes de esta larga batalla judicial se han pagado con el dinero de un museo nacional que recibe una partida estipulada en los Presupuestos Generales del Estado. "Siempre ha habido un respaldo estatal absoluto", asegura.

"El equipo actual del ministerio considera que el caso hubiera podido gestionarse de otra manera en el marco de los acuerdos internacionales sobre incautaciones de obras de arte  por el régimen nazi, pero respetamos la decisión judicial", explican fuentes del Ministerio de Cultura  que dirige Ernest Urtasun. No dan más detalles de esa manera en la que hubieran manejado el litigio y la posible devolución del cuadro...

Ana Marcos. Madrid. El País, viernes 12 de enero de 2024.

lunes, 12 de febrero de 2024

"La cuatro hijas". Dramático juego de espejos

Realidad frente a representación con un claro objetivo: mostrar la crudeza de un drama y, además, evidenciar lo mucho que falta  para erradicar los excesos del patriarcado tunecino. Un juego de espejos moviéndose entre testimonios reales  y partes ficcionadas  que logró colocar a Las cuatro hijas  entre las finalistas al Óscar en la categoría documental. La directora y guionista Kaouther Ben Hania (Túnez, 1977), afincada en Francia, combinando lo anterior, añadiendo un leve tono de metacine y sin renunciar a unas pizcas de humor negro, nos cuenta la historia de Olfa Hamrouni, que, estando en 2016 con su familia trabajando en Libia, perdió a dos de sus cuatro hijas captadas por el Estado Islámico -en sus propias palabras, "devoradas por el lobo"-. Un drama bien conocido y con notable repercusión mediática, dentro y fuera de su país, ese Túnez que en diciembre del 2010 prendió la chispa que incendiaría gran parte de la región en un movimiento de contestación que sería conocido como la Primavera Árabe.

De aquel fuego quedaron rescoldos que Ben Hania no rehúye en su guion. El fime logró en el Festival de Cannes el premio Ojo de Oro al mejor documental -categoría en la que es candidata a los Premios del Cine Europeo-. La historia real está disponible en internet, pero el inteligente juego de reconstrucción a que nos somete la cineasta, con la complicidad de la madre, de las dos hermanas no reclutadas y el recurso a tres actrices para hacer de madre -en determinados momentos- y de las yihadistas, es un destilado emocional y una inmersión a pulmón en una sociedad en que la mujer pide paso con fuerza en un contexto muy islamizado y fudamentalista en lo religioso. Las recreaciones con actores se entremezclan con eficacia, junto a los testimonios de la madres y las dos hermanas, traumatizadas por lo ocurrido con las ausentes inclusión de imágenes reales de las dos, ya enjuiciadas y encarceladas, aunque sin mostrar en absoluto renuncia alguna a su fanatismo aporta al trabajo un agradecido subidón de cierre.

Miguel Anxo Fernández. La Voz de Galicia, viernes, 9 de febrero de 2024.

domingo, 11 de febrero de 2024

Condorcet, el matemático que creyó en la Revolución Francesa

Condorcet
La Revolución Francesa constituye un hito en la historia de la humanidad. El grito a la que está asociada, Liberté, Égalité, Fraternité, todavía se mantiene como uno de los más hermosos programas políticos alumbrados. Pero junto a las luchas por abolir privilegios  y mitos a la luz del deseo de un futuro mejor, no faltó la oscuridad y el terror. La nómina de víctimas de aquel convulso período de la historia es tan amplia como estremecedora. Entre los científicos sobresale el nombre del químico Lavoisier, cuya cabeza rodó víctima de la guillotina. Menos conocido es Marie-Jean-Antoine Nicolas de Caritat, marqués de Condorcet (1743-11794) que, aunque aristócrata, había hecho suya con entusiasmo la revolución de 1789.

Se tiende a pensar que los títulos dan alguna idea de la personalidad de quien los posee, o cuánto menos de cómo este es considerado. De Condorcet se puede decir que fue miembro de la Académie des Sciences, de la Académie Française, diputado de la Convention National, y de las de Berlín, Turín, Bolonia,  San Petersburgo y Filadelfia; que formó parte de la Municipalidad, que fue comisario de la Tesorería Nacional y miembro de la Asamblea Legislativa. Pero para apreciar su espíritu progresista bastan dos ejemplos: en la Asamblea Legislativa defendió la introducción del laicismo en la enseñanza, y en 1790 publicó un ensayo Sobre la admisión de las mujeres al derecho de ciudadanía, en el que escribió: "Los derechos de los hombres únicamente  proceden  de que son seres sensibles, susceptibles de adquirir ideas morales y de razonar sobre estas ideas. Como las mujeres tienen estas mismas cualidades, poseen necesariamente los mismos derechos".

El que formase parte de la Académie de Sciences estaba plenamente justificado. No falta  quien le consideró "el matemático más célebre de Francia", lo que no quiere decir el más importante: coetáneos suyos fueron Legendre, Monge, o Laplace, también astrónomo. En 1765 publicó su primer trabajo matemático, un libro titulado Ensayo sobre el el cálculo integral, pero mucho más importante y pionera es una obra  que representa bien el espíritu que animaba a su autor; la ciencia, en este caso, la matemática, como servicio a la sociedad y la política: su Ensayo sobre la aplicación del  análisis a la probabilidad de las decisiones sometidas a la pluralidad  de votos (1785), en el que analizaba las consecuencias que tenían las votaciones para la gobernación en un sistema democrático. Con él abrió una nueva puerta a las matemáticas, de la que se sirvieron también la sociología y la política, como queda patente en el "Discurso preliminar" que inicia el libro: "Un gran hombre (Turgot, 1727-1781) cuyas lecciones, ejemplos y sobre todo amistad echaré siempre de menos con tristeza, estaba convencido de que las verdades de las Ciencias  morales y políticas, son susceptibles de la misma certidumbre de las que forman el sistema de las Ciencias físicas, e incluso que las ramas de estas Ciencias como la Astronomía que parecen aproximarse a la certidumbre matemática. Esta opinión le era muy querida, porque conducía a la esperanza  consoladora de que la especie humana hará necesariamente progresos hacia la bondad y la perfección, como los ha hecho en el conocimiento de la verdad".

 Cuando el 10 de junio de 1793 la Convención presentó la nueva Constitución, Condorcet pidió abiertamente que el pueblo no la aprobará: "La integridad de la representación nacional -manifestó entonces- acaba de ser destruida al arrestar a veintisiete miembros girondinos. La discusión no ha podido establecerse libremente. Una censura inquisitorial, el pillaje de la imprenta, la violación del secreto de las cartas, deben ser considerados como obstáculos insuperables a la manifestación del sentimiento popular". La consecuencia fue que la Asamblea decretó que Condorcet fuese arrestado. Los jacobinos con Robespierre y  Saint-Just a la cabeza, se habían impuesto. Avisado, se refugió en una casa comprensiva, la de madame Vernet, viuda del escultor Louis-François Vernet, donde permaneció nueve meses, hasta que ante el peligro que acechaba cada vez más a madame Vernet, abandonó aquel protector hogar el 25 de marzo de 1794. Tres días más tarde fue localizado y llevado a una cárcel, en donde al día siguiente fue encontrado muerto. Ciento noventa y cinco años después, el presidente de la República, François Mitterrand, presidía el traslado al Panteón de París de un féretro en el que se suponía se encontraban las cenizas de Condorcet. No lo estaban, pues había sido enterrado en una fosa común del antiguo cementerio de Bourg-la-Reine, que fue eliminado en el siglo XIX, pero fue un hermoso acto simbólico. Un hermoso acto simbólico, sí, pero que no puede hacernos olvidar que con no poca frecuencia los en el pasado "compañeros de ideas" no perdonan a los que "no se amoldan a los cambios que impone la realidad", "su realidad". Sucedió con Condorcet y continúa sucediendo...

José Manuel Sánchez Ron. El Cultural, 28-1-2024.

sábado, 10 de febrero de 2024

Hágase todo el lujo: El Royal Mansour de Marraquech

La etimología es una gran herramienta para enfrentarse a los enigmas del mundo. ¿Por qué me siento algo incómodo y estresado en mis primeras horas como invitado en un hotel más allá de las cinco estrellas y que ha sido diseñado para el máximo disfrute, la máxima relajación? 

Lujo viene del latín luxus, dislocado, fuera de lugar. Su significado actual es el que dice la Real Academia Española -"Abundancia en el adorno o en comodidades y objetos suntuosos"-, pero en su raíz está esa idea de la dislocación, y así me encuentro solo en la cama de mi riad privado de 140 metros cuadrados y tres plantas en el hotel Royal Mansour de Marraquech. Son las cuatro de la tarde de mi primera jornada como huésped, me han recibido con un cuscus de cordero de una calidad elevadísima; ahora debiera estar echándome una siesta mayestática, y. sin embargo, no logro sosiego. Autodiagnóstico: estrés medio-bajo por lujo califal.

Todo es cuestión de costumbre. En unas horas iré habituándome. Y me contarán que con el paso de los años  y de las décadas la adaptación a lo extraordinario puede llegar a ser tan natural como lo ordinario. En este hotel hay una dama francesa que está alojada permanentemente. Vive aquí. No podré saber quién es ni charlar con ella porque es una persona discreta. La huésped es amiga del dueño y promotor del Royal Mansour, el rey Mohamed VI.

Las alusiones del personal del establecimiento al monarca son escasas. A veces usan eufemismos como "la propiedad". Explican que él no quiere quitarle protagonismo al lugar, inaugurado en 2010 y creado a iniciativa suya como joya turística y escaparate de la riqueza patrimonial de Marruecos. A finales de este año se abrirá otro en Casablanca.

Royal Mansour, un vocablo francés y otro árabe, significa literalmente "el triunfador real". Construido de cero, ocupa unas seis hectáreas intramuros de la ciudad vieja de Marraquech. Es como una medina del siglo XXI dentro de una medina del siglo XII; está edificada, más concretamente, hacia uno de sus bordes, contra la muralla histórica en un aérea donde había huertos y una piscina municipal, a 10 minutos andando de la plaza Yamaa el Fna, patrimonio inmaterial de la humanidad.

La arquitectura del hotel a cargo del estudio OBMI, está formada por un conjunto de 53 riads-tradicional casona construida alrededor de un patio- caracterizado por su sobriedad exterior, con la paleta de colores ocre-rojiza de los materiales autóctonos. Por dentro, bien al contrario y acorde a la dialéctica de la arquitectura islámica, destaca la opulencia afiligranada. Unos 1.000 artesanos trabajaron en carpintería, forja, alicatado, marquetería, tapicería, restauración de muebles... a fin de que el hotel sea un compendio de lo mejor de los viejos oficios y una reivindicación de su potencial. "Es una maravilla. ¡Es más lujoso que La Mamounia!", exclama un huésped belga comparándolo con otro hotel de la ciudad, el legendario La Mamounia del que Churchill sentenció que era "el lugar más delicioso del mundo". Si viviese, el premier podría ver qué le parece el Mansour, donde como dignatario sería acomodado en el Grand Riad, un palacio de 1.800 metros cuadrados -lo más exclusivo dentro de lo exclusivo.

El Royal Mansour, dirigido por Jean-Claude Messant (exdirector del hotel Crillon de París), tiene cinco clases de alojamientos, empezando por el riad superior, el que me corresponde, y cuyos 1.400 euros por noche suponen la base de la escala de precios del hotel. Consta de una planta baja con un patio encantador y sala de estar, una primera planta donde está el apabullante dormitorio y una azotea-terraza con pileta. Según la web del hotel, en el riad superior "la decoración seduce intuitivamente", "el espacio privilegiado de la habitación se abre como un acogedor capullo a un baño vestido de porcelana , ónix y mármol". "Calmados en sábanas sedosas, tus párpados  brillan con una luz maravillosa", dice y sigue: "Las sedas más delicadas se codean con las creaciones  de nuestros artistas floristas". Como huésped y periodista, lo suscribo...

Pablo de Llano. E País Semanal, 1 de abril de 2023.

viernes, 9 de febrero de 2024

París, entre el príncipe y el oficinista

Cierre del desfile de Balmain en la semana de la moda
masculina en Paris. (Alain Jocard/ AFP)

Que en la nueva colección de Pharrell Willians para Louis Vuitton, además de enormes baúles, hubiera chaquetas de trabajo, sastrería años setenta y deseables pantalones vaqueros es la constatación de una de las principales tendencias de la semana de la moda masculina de París: que a las grandes firmas de lujo, más allá de los rentables complementos y las alfombras rojas, vuelve a interesarles vestir al hombre real. O algo más parecido al hombre de la calle que las anteriores propuestas, más orientadas a millonarios adolescentes. El relato de Pharrell se apropiaba del mito de los primeros cowboys y reivindicaba la diversa herencia racial y de clase norteamericana -desde los pueblos nativos hasta los operarios blue collar- en una colección festiva y entregada al pop: la actuación estelar no fue de una estrella del hip hop, sino de Mumford & Sons. Fue una lección de poderío.

Lo que muchas marcas han asumido esta temporada es lo que el belga Dries Van Noten lleva defendiendo desde hace años que los desfiles son un espectáculo pero que no hay que olvidarse de las prendas. El patriarca de la moda europea ofreció una cuidada selección de sastrería de proporciones alargadas pero no restrictivas, grandes bufandas de punto y su habitual juego de texturas. Ropa que uno desearía tener antes que fotografiar.

De ahí que la colección de Givenchy haya sido una de las sorpresas más gratas de la semana. La primera creada tras la marcha del director creativo Matthew Williams, y un perfecto ejemplo de la misión  de una casa histórica  de costura que quiere hacer prêt à porter masculino: prendas reales, pero con la magia necesaria para justificar su precio y honrar su imaginario chic. Siluetas con las que Hubert de Givenchy se convirtió en el príncipe de la moda de París en los años sesenta, demostrando que las revoluciones que han transformado el armario masculino en la última década se pueden sublimar en prendas relevantes y contemporáneas.

Realista y exquisita fue la colección de otro patriarca, Yohji Yamamoto, que aprovechó su 80 cumpleaños para poner a desfilar al cineasta Win Wenders con chaqué deconstruido con camisa, chaleco y lazada al cuello. Junya Watanabe, una de las firmas de la constelación de Comme des Garçons, firmó una de las colecciones más aplaudidas. Sus gabardinas y abrigos largos demuestran los resultados extraordinarios de algo tan aparentemente sencillo como observar la vida cotidiana...

También había modelos tejanos en Dior Men, aunque en otra liga, porque llevaban perlas bordadas en el cuello. Su propuesta, inspirada por Rudolf Nureyev, incluía ejemplos artesanales que remitían tanto al imaginario decadente del ruso como al sugerente París que habitó...

No hay miedo, en cualquier caso, a las corbatas y al traje de oficina: su escasez lo ha convertido casi en un fetiche. Así lo han demostrado algunas colecciones  que han sucumbido a la magia del abrigo beis, el traje gris, la camisa formal, el pantalón holgado o el zapato...

Carlos Primo y Daniel García. París. El País, martes 23 de enero de 2024.

jueves, 8 de febrero de 2024

Cuentos completos. Bajo las máscaras de la burguesía

Irène Némirovsky

Existen seres singulares que viven varias vidas que crean diferentes biografías del alma y cuyas relaciones con el mundo exterior se transmutan de modo radical. Es el caso de la escritora Irène Némirovsky (Kiev, 1903-Campo de concentración de Auschwitz, 1942), hija de un banquero judío ruso, vivió un primer exilio en 1918, por la persecución a su familia tras la Revolución de Octubre. Después de un tiempo en Finlandia, se instalaron en Francia en 1919.

Políglota y culta, Irène empezó a escribir a los dieciocho años. Sus relatos completos publicados por Punto de vista transpiran esos cambios de existencia. De chica de la alta burguesía, entre el disfrute y la ironía existencia, al miedo por su condición de judía. Se licenció en Letras en la Sorbona y se casó con el banquero Michel Epstein. Tuvieron dos hijas, Dénise y Élizabeth. Pese a su integración social y literaria en Francia, el gobierno francés, le negó la nacionalización. En julio de 1942, Némirovsky fue arrestada e internada en el campo de Pithiviers; deportada posteriormente  a Auschwitz, murió de tifus en agosto de 1942. Unos meses más tarde, su marido moriría en las cámaras de Auschwitz. Sus hijas pudieron salvarse y custodiaron la maleta con manuscritos inéditos de Némirovsky entre ellos el texto inacabado de la impresionante Suite francesa, inédita hasta 2004.

Esbozados sus datos biográficos y su trágico destino se comprende la intensidad y multiplicidad de estos cuentos compilados con magnífica edición de Mauro Armiño. Si Balzac decía que descubrir las causas de los movimientos soterrados de la sociedad era la tarea más alta del escritor, la marcada ironía de Némirovsky al descifrar las máscaras de la burguesía, hace que sus relatos, sencillos en apariencia, estén cargados de poderosa crítica social. Punto de Vista ha reeditado igualmente, en un volumen, las novelas cortas, El baile y Las moscas de otoño...

Los relatos están organizados por el año de su escritura, o por la fecha de su publicación. El primero de ellos, 1921, "Noche en la Clarividente", ya nos anuncia el humor cáustico, en unos diálogos que desentrañan las farsas de la trama... Con más dramatismo, no exento de crítica, el relato "El principio y el fin" pone en escena la súplica de una madre, esposa de un exministro, cuyo hijo va a ser juzgado por un asesinato pasional...

Aunque la mayoría de los cuentos serán alimenticios, las amenazas previa a la Segunda Guerra  y las leyes antisemitas de Vichy volverán los contenidos más inquietantes y desesperanzados. Como indica Mauro Armiño en el magnífico prólogo, siete de los cuentos finales está escritos "en el fatídico medio año que todavía le queda de vida a Irène Nemirovsky". Entre ellos "El incendio" que han comparado con "La madre de los monstruos" de Maupassant...

Todas las vidas de Némirovsky están dispersas en estos relatos. La narradora  se vale de la ironía para describir un mundo implacable y sinuoso, y, bajo un humor crítico, se revela un trasfondo cruel y amenazante.

Lourdes Ventura. El Cultural, 22-12-2023.