miércoles, 31 de octubre de 2018

¿Un millonario checo dueño de Le Monde?

En principio, Daniel Kretinsky sólo va a hacerse con un máximo del 49% de la sociedad Mathieu Pigasse que posee la cuarta parte del holding de control del diario parisino. Pero la operación puede ir más allá. Inquietud. 
El Grupo Le Monde edita el vespertino y revistas como la rentable Telerama y dos títulos influyentes: Le Monde Diplomatique y Courrier International. El 25% del capital está en manos del accionario independiente -e histórico-: la sociedad de redactores, las sociedades de empleados y los minoritarios. El otro 75% es de Le Monde Libre, creada durante la recapitalización en 2010. En ese Le Monde Libre participan: Prisa (editora de El País), con el 20%, y tres capitalistas con el 26% cada uno: Xavier Niel, Mathieu Pigasse y el difunto Pierre Bergé, una parte en proceso de reparto.
Daniel Kretinsky (Brno, 1975) es la quinta fortuna checa que Forbes evalúa en 2.300 millones. Estudió Políticas y domina el grupo EPH, con centrales eléctricas de carbón en Alemania, Reino Unido e Italia. Lo que nadie quiere, vamos. Compradas a precio de ganga, por tanto. Activos rentables no más allá de 10 o 20 años, pero sí ahora. Cifra de negocios en 2017: 6.000 millones. Empleados: 25.000.
Según Le Monde, un cuadro de Oskar Kokoschka preside su despacho. Como todo millonario de postín, tiene un club de fútbol (el Sparta de Praga), un romance con glamour (Anna Kellner, hija del checo más rico) y apetito por los medios. Su grupo se llama Czech News Center y es el más importante del país con 3,25 millones de lectores. Edita en Alemania. Compró las radios del francés Lagardère en Chequia, Rumania y Polonia y está en tratos para adquirir al mismo grupo sus revistas francesas; entre ellas Elle. Además adquirió el semanario francés Marianne. Según Le Monde aparecía en los Papeles de Panamá por un yate. Parece llevarse fatal con el primer ministro checo, Andrej Babis. Dice Libé, que el político fue quien chivó la operación a un periodista de Le Monde...
Iñaki Gil. París. El Mundo, miércoles 24 de octubre de 2018

martes, 30 de octubre de 2018

Pinturas en las que parece oírse el mar

'La entrada del puerto de Marsella, 1911, de Paul Signac.
 "Estoy asustado por los tonos que hay que emplear, temo resultar terrible y, sin embargo, me quedó muy corto". La reflexión de Claude Monet expresa la sensación de sobrecogimiento al contemplar gran parte de las obras de la gran exposición que la Fundación Mapfre dedica al Mediterráneo, del 10 de octubre al 13 de enero de 2019. Son 138 piezas de artistas que plasmaron la intensidad de la luz y la fuerza de los colores en una competición que se desplegó por tres países en los que se estructura la muestra: España, Francia e Italia. 
El recorrido se abre con paisajes que aún  no dejan ver el mar de Joaquín Torres García, un uruguayo que desarrolló parte de su obra en Cataluña, para dar paso a Pinazo, uno de los primeros españoles que mostró una playa, subraya Pablo Jiménez Burillo, comisario de Redescubriendo el Mediterráneo junto a Marie-Paule Vial. La parte española ofrece distintas caras. Las playas de Valencia estallan en luz y alegría porque en ellas se desarrolla la vida, sea por trabajar o por placer, con niños, mujeres y pescadores. Junto a obras de Sorolla como ¡Al agua! y Clotilde y Elena en las rocas, en las que parece oírse el mar, llama la atención Bajo la sombrilla, con un enorme y anaranjado quitasol de Masriera.
Más al norte los pintores catalanes del noucentisme enraizan sus pinturas a una entidad nacional, "una arcadia con estereotipos, como los desnudos de mujeres de Joaquín Sunyer, que las identifica con la naturaleza, apunta Jiménez Burillo. Un tema que se prolonga en un temprano dalí, Bañistas de Es Llaner (1923). La tercera escala es la isla de Mallorca, donde hubo un estilo "con mayor influencia simbolista, más colorista". Y más cercano a la abstracción es la parte francesa de la muestra.
El Mediterráneo galo arranca en París porque, como se explica, gracias a la expansión del ferrocarril los artistas pudieron llegar a la costa. "En esta caso es el descubrimiento de un paisaje casi virgen". El lugar para los colores puros de Monet, o el Renoir con Les Colletes, óleo en el que la mujer representada y los árboles se asemejan, combados. De maestros del impresionismo al divisionismo de Paul Signac, con cuadros con aspecto de mosaico por su pincelada teselada, como un hipnótico puerto de Marsella. Las estrellas se suceden, Cézanne y "una de las obras que ha sido más difícil de traer" , apunta Vial, Las caravanas. Campamento gitano cerca de Arlés, de Van Gogh, con los acostumbrados amarillos del neerlandés. Vial repasa algunos de los más de 70 prestadores para la ocasión: el Museo d'Orsay, el Georges Pompidou, el Reina Sofía, el Museo Picasso de París, y coleccionistas particulares. Han sido más de dos años de preparativos. El pequeño pueblo pesquero de L'Estaque estuvo en el foco de varios artistas. En el caso de Georges Braque se convirtió en una serie, en 1906. Otro de los imanes es la fiesta de luz de La terraza soleada, de Bonnard. De este calor, la exposición se torna más melancólica en la orilla italiana.
Manuel Morales. Madrid. El País, sábado 6 de octubre de 2018

lunes, 29 de octubre de 2018

El príncipe de las vacas

Fotograma de Un héroe singular
Un joven se despierta, se despereza y se levanta de la cama, pero algo dificulta sus movimientos. Su habitación está llena de vacas, pero la intrusión no parece sorprenderle, ni alterarle el ánimo. Abriéndose paso entre los cuerpos rumiantes que ocupan el pasillo, avanza hacia la cocina, donde en compañía vacuna se tomará el primer café de la mañana hasta que el sonido del despertador aclare ante nuestros ojos esta incongruencia que el personaje no ha asumido como tal. Todo era un sueño: durante el verdadero despertar, el muchacho se acerca a la ventana, descorre las cortinas y contempla a las vacas de su granja pastando en el exterior. 
Un arranque tan elegantemente anómalo abre una película que también se descubre como grata anomalía. Debut en la dirección de Hubert Charuel también coguionista, Un héroe singular se aparta de la tradicional alabanza de aldea y menosprecio de corte de cierto cine francés tendente a la idealización rural para proponer un extraño cruce genérico, donde la minuciosa observación realista habilita un considerable espacio para las gratificaciones narrativas del suspense. 
Rodada en el granja familiar del director, la película adopta el punto de vista de su protagonista. Pierre, un joven ganadero que asume su labor diaria anteponiendo el afecto (por sus animales) a la productividad. El avance de una enfermedad anunciado por los vídeos de YouTube que cuelga en la Red un ganadero belga arruinado, dispara la señal de alarma: Pierre sabe que una sola vaca enferma pondrá en marcha el protocolo de seguridad de las autoridades sanitarias, que implicaría el sacrificio de todas sus reses. 
Un héroe singular acaba siendo la historia de una desesperante huída hacia adelante para salvar lo condenado. Valiente y precisa en su juego de tonos, antisentimental e implacable, esta sorpresa encuentra su voz propia sin afectaciones.
J.C. El País, viernes 12 de octubre de 2018.

domingo, 28 de octubre de 2018

Puy du Fou, 2

El baile de los pájaros fantasma
Entre los espectáculos estrella destaca el llamado Los pájaros fantasma. Solo por él vale la pena el viaje. Cientos de aves, desde rapaces de gran tamaño hasta exóticas especies, danzan sobre los espectadores un ballet que deja boquiabiertos a chicos y grandes. Otro de los platos fuertes es el anfiteatro romano, donde corren cuadrigas al más puro estilo Ben-Hur y donde se escenifica cómo unos amantes cristianos son arrojados a las fieras, leones y panteras de verdad. También los cristianos son los buenos en el espectáculo salvaje de los vikingos (con lobos de verdad y un drakkar de 30 metros que surge como por ensalmo de las profundidades del agua); no digamos en el del rey Arturo, Excalibur y los Caballeros de la Mesa Redonda.
Donde esa tendencia religiosa cobra absoluto protagonismo es en otro de los grandes montajes, El último penacho, en un teatro en el que gira 360 grados no el escenario, sino la propia sala de butacas, para encarar decorados fijos complicadísimos (otra proeza multipremiada). Allí se narra el episodio (traumático para los franceses) del alzamiento de la Vendée contra la Revolución Francesa por su ataque a la religión. La revuelta acabó con la región arrasada y más de 300.000 muertos.
Esa misma historia ampliada es la que se cuenta en el gran espectáculo nocturno, la llamada Cinéscénie, la guinda: a orillas de un lago natural con castillo y pueblo auténticos de telón de fondo, 4000 voluntarios componen un fresco grandioso, con ejércitos de caballos al galope, multitudes imposibles de abarcar con la vista, juego de luce y música hollywoodiense, drones, fuegos de artificio: seguramente uno de los mayores (si no el mayor) espectáculos en vivo en uno de los mayores escenarios del mundo.
El complemento, por así decir, a los grande espectáculos con horario fijo son atracciones que se pueden visitar en cualquier momento del día. Alguna reciente (y premiada) como la que revive la aventura  del explorador del siglo XVIII La Pérouse. O unas trincheras de la Segunda Guerra Mundial... Si este parque está en la cima es sobre todo, más que por sus logros y efectos técnicos, por su magia extraordinaria. Además en los pueblos medievales recreados ejercen su oficio artesanos como herreros, tallistas de piedra, panaderos, yerbateros...
Este aspecto de oficios artesanales tendrá, según la información conocida por el momento, también protagonismo en Toledo. Aunque allí, en un primer momento, solo esta previsto que se pueda ver un espectáculo nocturno  de más de una hora de duración con un aforo de unas 4.000 personas. ¿Qué verán?Eso es un secreto de Estado. Pero la idea es contar la historia de España a través de la historia de Toledo. Ni que hubieran leído a Galdós, quien afirmaba que "Toledo es una historia de España completa". Completa y apasionante. Suerte en España a los locos de la colina.
Carlos Pascual. El Viajero. El País, viernes 26 de octubre de 2018 

sábado, 27 de octubre de 2018

Puy du Fou

Los Vikingos, el principal espectáculo de Puy du Fou
Acaba de ser elegido por los usuarios de la red social viajera y central de reservas TripAdvisor como número uno entre los parques de ocio de Francia. También número uno en Europa y tercero en todo el mundo. No es novedad porque lleva más de 40 años cosechando premios y creciendo con una obstinación cuasi vegetal, como impelido por ese  élan vital que definía el filósofo francés Henri Bergson. Como ya antes hizo en Holanda y en el Reino Unido, el año que viene Puy du Fou extenderá su magia a Toledo (donde está previsto que se ponga en marcha un espectáculo nocturno al aire libre que sería el núcleo de un futuro parque). 
Lo primero que hay que decir es que Puy du Fou no es un parque de atracciones. ¿Cómo definirlo entonces?Tampoco se ajusta a la etiqueta de parque de ocio, a menos que a renglón seguido añadamos que se orienta especialmente a la historia, y también a la naturaleza en su vertiente más ecológica. El nombre del parque hace referencia a un topónimo, "la colina del loco" (y no al revés). Porque fue en el lugar así llamado, en la Vendée francesa, donde Philippe de Villiers inició esta aventura que se ha hecho colosal y que ha revitalizado la región. Calculando por lo bajo, da empleo fijo e indirecto a unas 5.000 personas, y el pasado año atrajo a dos millones y medio de visitantes. 
Así pues la historia se erige en protagonista, con espectáculos que recrean momento álgidos en escenarios de piedra y ladrillo repartidos en más de 50 hectáreas. A lo cual se suma la grandiosidad de un parque que más que un bosque parece una jungla (cuidada, eso sí). Y un complejo de servicios que comprenden cinco hoteles temáticos ambientados en diferentes períodos históricos, 22 restaurantes, más áreas de picnic, aulas de ecología, academias ecuestres espacios dedicados a la cetrería y conservación e reintroducción de especies. Y también escuela de jóvenes para nutrir el futuro. Un auténtico seísmo, pues, que ha cambiado el pulso de la Vendée, un territorio a trasmano de los grandes caminos turísticos y que es ahora, por sí mismo, un destino privilegiado. El conjunto es imposible de ver en un solo día...
Carlos Pascual. El Viajero. El País, viernes 26 de octubre de 2018

viernes, 26 de octubre de 2018

La femme macho del pop francés

Héloïse Letissier
Es un caso excepcional, pero no por su sexualidad ambivalente ni por negarse a elegir entre hombre o mujer y definirse como "femme macho". Tampoco por haber salido de un país que provoca tantas cautelas como Francia para llegar ante los mercados de Inglaterra y EEUU, más cerrados que las conchas marinas, y abrirlos con un chasquido de dedos para devorar sus almejas con sorbo. Ni siquiera por la temeraria decisión de renunciar, una vez logrado un éxito de un millón de ejemplares, a sus alias artístico, Christine and the Queens, y ser simplemente, ambiguamente Chris. No. Si Héloïse Letissier irrumpe como un caso verdaderamente insólito es por la razón misma que la traído a nuestro loco mundo posmoderno: por la riqueza fragante de sus canciones, el equilibrio preciso, como un engranaje de artesano, entre chispa, seducción, ingenio y malicia de su pop, el mejor pop que se ha escuchado y bailado este año...
Chris es su nuevo nom de plume, que es nom de guerre para esta cantante, productora y multiinstrumentista de 30 años. Estrena imagen tras haberse cortado la media melena, apretar las mandíbulas y hacer suyo el evangelio de David Bowie, Madonna y Kanye West, los santos de su panteón personal: renovarse o morir. "Más testosterona, más sudor, más ritmo, pero con semejante minimalismo"; ésos han sido sus mandamientos en el que probablemente es el disco más importante de 2018 en la Europa continental.
Impulsada por el auge del feminismo y la resaca del Me Too, ha encontrado en la música el vehículo para crear un personaje a la medida de sus inquietudes. Una "mujer fálica" que no renuncia a nada en cuestión de género y que hace de ello el enfoque de sus canciones de colores ácidos y melodías apasionadas. En el inicio de su éxito, cuando en 2014 se publicó el excelente Chaleur humaine, su álbum de debut, ella se confesó bisexual y se explayó sobre la influencia de los garitos de drag queens y los cabarés de travestis de Londres, que conoció en sus impresionables veintipocos tras una ruptura sentimental y el abandono del Conservatorio de Arte Dramático. En ese momento de vacío posestudiantil y prelaboral, en la capital inglesa apuró las noches, sació sus curiosidades y no dejó picor sin rascar. Entonces regresó a París con un objetivo: hacer música...
Pablo Gil. El Mundo, domingo 30 de septiembre de 2018

jueves, 25 de octubre de 2018

Paz, amor y death metal

Cuando logró salir de un Bataclan bañado en la sangre, Ramón González decidió mentir a sus padres. Durante el atentado estaba en el cine. No se había enterado de nada, les aseguró. Pasaron días hasta que el superviviente de la matanza, oriundo de Daimiel (Ciudad Real) y asentado en París desde hace ocho años, les confesó la verdad. Su novia argentina que también se encontraba en la sala de conciertos aquel funesto 13 de noviembre de 2015, en el que el Estado Islámico se cobró 130 víctimas, tardaría en hacerlo. "Fue la única reacción racional que tuve ese día. No hubiera sido sensato. Mi madre es muy sensible y tiene problemas de corazón. La que se hubiera muerto es ella", afirma el autor, de 34 años, que refleja su testimonio en un debut literario: Paz, amor y death metal (Tusquets).
Para González, firmar un libro se convirtió en su única escapatoria para superar lo sucedido durante el concierto de Eagles of Death Metal, un grupo que tampoco le apasionaba (y cuyo cantante le caía tirando a mal). Una psicóloga le recomendó sentarse a escribir, puesto que tenía costumbre de hacerlo desde su adolescencia. "La escritura era el lugar donde podía ser sincero". Asegura contar con cinco novelas terminadas, pero no las mandó a ninguna editorial. "Eran demasiado malas. Me estaba encontrando a mí mismo. Y, de hecho, todavía estoy ahí..." y añade: "Uno de los personajes de la novela me dijo que creía haberme visto muerto. Esa imagen me perturbó. Me hizo pensar que los muertos no pueden escribir". Esa frase le llevó frente al ordenador, a escupir varios millares de palabras sobre las que después trabajaría durante dos años, antes de mandar su manuscrito "a seis o siete editores".
Su intención era dejar un testimonio de lo sucedido y alcanzar una catarsis personal, pero también exponer qué le sucede a una víctima cuando se apagan los focos mediáticos. Parte del libro recoge lo hirientes que resultan las reacciones ajenas, incluso cuando parten de la mejor. "La gente que te da apoyo no siempre está acertada. Por ejemplo, que te digan que vuelvas al trabajo cuanto antes es no entender el proceso por el que uno pasa", señala. El autor llama novela a su libro, porque lo es. "He intentado tomar distancia respecto a lo que relataba, aunque todo lo que cuente es verídico", afirma. Por ejemplo cambió los nombres de los cuatro protagonistas: González, su novia y dos amigos españoles que también se encontraban en la sala. "Para mí, el 13-N se ha convertido en una ficción. Ahora cuando recuerdo lo que sucedió, siempre paso por la novela y por el personaje, del que hablo en tercera persona. Siento una frialdad tremenda al respecto. Ha sido un proceso de distanciación gracias al cual se ha producido una estabilización, agrega González usando el término que los psicólogos prefieren a "curación" porque puede que no haya ninguna...
Álex Vicente. París. El País, martes 23 de octubre de 2018.

miércoles, 24 de octubre de 2018

En el Salón del Coche de París

El coche eléctrico en Paris
Un mundo de coches movidos por baterías eléctricas, eficientes, veloces y no contaminantes y además, bellos. Lo que hace unos años parecía una quimera es ya el presente como se vio en el Salón del automóvil de la capital francesa. La ofensiva contra el diésel y las medidas que anuncian ya algunas ciudades europeas han provocado que los planes de electrificación de diversos grupos automovilísticos se aceleren. 
En el Salón del automóvil de París hemos visto una eclosión de nuevos modelos o concept car en avanzado estado de desarrollo que nos hace pensar que en un par de años todas las marcas estarán electrificadas. Empezando por los franceses, que jugaban en casa con Renault anunciando versiones eléctricas para sus modelos de más calado, como el Clio, el Captur y el Mégane; o el grupo PSA apostando por un concept eléctrico y anunciando además su nuevo 508 híbrido; hasta marcas más premium como Mercedes o Audi, que aunque no estuvo oficialmente en París dejo claras sus intenciones. En el caso de Mercedes la entrada en el mundo eléctrico, con un modelo de lanzamiento próximo llamado EQC, pero con guiños a concepts eléctricos de corte deportivo, es importante; mientra Audi anuncia también un primer modelo eléctrico, el e-tron con silueta de crossover, como el EQC de Mercedes.
Los coches eléctricos llaman ya a la puerta de los habitantes de las grandes ciudades, están ahí como alternativa y en dos o tres años los habrá de todos los precios y tamaños. Pero para que sean alternativa hay que desarrollar una amplia red de postes de recarga pública, algo que, de momento, en las ciudades españolas más amenazantes contra el diésel, Madrid y Barcelona, no tiene atisbos de producirse. Como se suele decir, el carro antes que los bueyes.
Juan Ares. La Voz de Galicia, 14 de octubre de 2018

martes, 23 de octubre de 2018

Miró terrenal, Miró metafísico

Miró en el Grand Palais
Joan Miró regresa a París por la puerta grande. El pintor catalán protagoniza una gran retros-pectiva en el Grand Palais de la capital francesa, que revisa la totalidad de sus 70 años de creación artística a través de 150 obras de primer nivel. Se trata de la primera antológica de estas características que se organiza en París desde 1974 y una de las principales muestras celebradas en las últimas décadas, si se observa el número  y la envergadura de los préstamos obtenidos. Todo ello podría explicarse por el nombre de su comisario, Jean-Louis Prat, que dirigió durante varias décadas la Fundación Maeght y fue íntimo amigo de Miró hasta la muerte del pintor en 1983.
La muestra expone la dicotomía existente en la obra de Miró, dividida entre su interés aparente por los anuncios prosaicos, que expresa su fijación por la tierra, el mar y el cielo, y la inquietud metafísica que estos encubren. Esa doble vertiente parece reflejada en la que tal vez sea su primera obra maestra, La masía (1921-1922), evocación de la casa familiar que está presente en la primera sala de la retrospectiva, a la que llega prestada por la National Gallery of Art de Washington, en cuya colección figura hoy, tras haber pertenecido a Ernest Hemingway. "El cuadro evoca la tierra que produce todo lo que hace subsistir al hombre, pero también ese cielo misterioso que, más tarde Miró intentará conquistar", explicaba Prat en una de las salas de la exposición, con las últimas cartelas todavía por colgar. 
Para el comisario, se tiende a olvidar que la trayectoria de Miró dibuja una reinvención constante, como si estuviera inscrita en un movimiento perpetuamente inacabado. "La suya fue una conquista permanente de un lenguaje marcado por la libertad", sostiene Prat. La exposición refleja sus distintas metamorfosis. Miró se definió como fauve cuando empezó a pintar, sin duda por los colores que llevaba su paleta. Después se inscribió en un peculiar realismo, inspirado en los frescos romanos y las miniaturas persas. Pero pronto se dio cuenta de que el mundo exterior no le inspiraba. Encontró una nueva fuente de creación buscando esos mundos paralelos que se esconden en este, aunque de manera muy distinta a la del grupo surrealista, con el que también tuvo una breve vinculación. Miró decía que nunca soñaba cuando dormía. ""Yo solo sueño de día", dijo en una entrevista recogida por la muestra, sin alegoría aparente....
Álex Vicente. París. El País, sábado 29 de septiembre de 2018.

lunes, 22 de octubre de 2018

Promesa al amanecer

Fotograma de Promesa al amanecer
Romain Gary, escritor francés de fama internacional, también conocido como cineasta, aviador, héroe de guerra o marido de estrellas de cine, es el objeto de atención de un filme que se basa en un libro autobiográfico en el cual dicho autor relata su infancia y su juventud, hasta convertirse en el novelista de renombre que luego fue a lo largo de su vida. Sin embargo, hay que señalar antes de nada que el verdadero protagonismo de esta historia no es el ostentado por Romain Gary (con un más que correcto Pierre Niney ocupándose de su versión adulta), sino el encarnado por su madre. Promesa al amanecer es un drama de tintes edípicos donde la personalidad de la madre (excéntrica, acaparadora, posesiva) marca paso a paso la formación de un carácter , de un modo de ser y de unas aspiraciones, que nunca habrían tenido lugar sin ella. Charlotte Gainsbourg toma un papel, para nada fácil, y lo dota de una veracidad rayana en el histrionismo, donde la evolución es simplemente física (con ese maquillaje ahora soy joven-ahora soy vieja), mientras la obsesión que impulsa su vida -el triunfo de su hijo- se mantiene inclusive, en una pirueta final, más allá de su muerte.
El filme se centra pues en esta relación materno-filial, pero nos deja con la sensación de que el periplo vital  de este escritor fue bastante más fascinante de lo que la película consigue transmitir (fuera de su radio de alcance quedan el matrimonio con Jean Seberg, la amistad con André Malraux y Albert Camus, o su facet hollywoodiense). Es desde luego una superproducción que cuenta con sobrados medios a su alcance, pero que sin embargo adolece de fallos en su ritmo y en la transmisión de emociones.
Su excesiva duración aligera la carga dramática por el puro cansancio del espectador y, aunque sus interpretaciones sustentan gran parte de su metraje, no podemos más que percibir cierta frialdad  en su propuesta, y un regusto de lo que podría haber sido más allá de la plasmación del peso de la madre y un retrato de esos amores que ahogan pero también forjan destinos.
Sabla Pillado. La Voz de Galicia, sábado, 1 de septiembre de 2018

domingo, 21 de octubre de 2018

Volver a Chambord: su ayer y su mañana



Castillo de Chambord
Chambord, la joya de los châteaux de la Loire, en nuestro programa ha sido, muy acertadamente, reservado para el final de la ruta.Y por ello las notas de hoy serán sobre todo unos apuntes sobre lo "nuevo" que he encotrado en este viaje si lo comparo con el que hice en septiembre del 2000. Me gusta "volver". Volver a los sitios por los que ya he pasado. Lo mismo que cuando reelemos un libro, o vemos de nuevo un película siempre descubrimos algo que no habíamos percibido o lo que sentimos no suele ser lo mismo que la primera vez. Las ciudades, los paisajes, siempre nos ofrecen algo que completa, que abre nuevos horizontes a nuestros primeros "abordajes". En las notas que he ido escribiendo sobre las visitas ya señalé algunas diferencias. Pero es en Chambord donde las percibo con más claridad.  Creo recordar que era el château menos preparado para el turismo de los que visité entonces. El más escondido. El autobús nos dejó frente a la fachada principal que casi se encontraba en el borde la pequeña carretera por la que accedimos. No había jardines, únicamente unos grandes espacios con césped separaban al castillo del enorme parque que lo rodea. Dos recuerdos prevalecen de entonces : la doble escalera de caracol  y la vista del castillo, al atardecer, a cierta distancia, ya  en los lindes donde comenzaba el parque. Con sus torres, chimeneas, linternas, claraboyas, torrecillas, el cimborrio en forma de lys, bañadas por  la luz del sol poniente. Esa vista del edificio enigmático, con sus claves misteriosas es el que prevalece sobre cualquier otro. Amboise es el conjunto, Loire incluida. Chambord es el  château. Y la soledad del momento. Eramos los únicos visitantes. 
Si en el 2000 esta ruta me había parecido una ensoñación,  un tiempo detenido, "lo nuevo", la sorpresa de este viaje, ha sido la vitalidad que he encontrado en ella. Sin duda, si el príncipe despertó a la Bella Durmiente con su beso, los miles de viajeros que se acercan a la Loire, la han rescatado de su sueño. Es posible que "el jardín de Francia" haya perdido algo de "su silencio secreto", pero todo tiene un precio. Gracias al turismo los signos de vida y de futuro han sido numerosos a lo largo de esta ruta: los arreglos  florales que decoran el interior de los châteaux, o las hortalizas (calabacines y calabazas en Clos-Lucé), tan al gusto contemporáneo, las escenificaciones de época, con maniquís luciendo vestidos y atuendos de la primera mitad del siglo XX  en varias salas de Ussé  muestran la intención de una nueva mirada para estos espacios extraordinarios. 
En Chambord, el esfuerzo de renovación es evidente. Igual que en Amboise, los jardines, abandonados aquí desde 1970,  comienzan sus obras de recuperación en 2016  recuperando un año después el modelo de los jardines a la francesa del XVIII. Durante nuestra visita vimos los preparativos para una exposición de pintura. Siguiendo esta pista, me entero de que desde 2010  se está llevando a cabo, en Chambord y en los municipios adyacentes, un gran proyecto sobre los tres campos culturales del Renacimiento: el texto, la música y las bellas artes así como el teatro y la danza.La difusión de la música barroca y renacentista es uno de sus objetivos Desde 2011 se celebra el Festival de  Música de Chambord con más de de 100 conciertos. Dentro de dos semanas, del 6 al 8 de noviembre, por iniciativa del conjunto barroco "La Rêveuse", una Opèra-Bus con sus conciertos itinerantes, surcará el territorio del "Grand Chambord" con sesiones dedicadas a grupos escolares, grupos de mayores y dos sesiones abiertas al público en general. El bus, cuyo decorado recuerda los teatros de estilo italiano, permitirá trabajar a partir de la imagen y la pintura sobre el patrimonio musical y los instrumentos antiguos.  
En 2019 se cumplen los 500 años de Chambord. Una gran exposición, del 10 de junio al 16 de septiembre, destaca entre los actos programados para celebrar este lugar definido por su director Jean d' Haussonville como "además de una afirmación real, la evocación de la ciudad ideal, de una utopía" que se reflejará en esa exposición, retrospectiva y prospectiva ligando su ayer y su mañana. 2019 conmemora igualmente la muerte de Leonardo de Vinci y el nacimiento de Catalina de Médicis. 2019 conmemora pues el Renacimiento en la Vallée de la Loire.
Sin duda, el azar, ya que desconocíamos, al menos en mi caso, estos aniversarios, nos ha conducido aquí en el momento oportuno.  Estaremos atentos a los acontecimientos.

 Carmen Glez Teixeira


viernes, 19 de octubre de 2018

De la amistad al amor

Estamos ya en el 5 día del viaje. Es martes, 2 de octubre, cuando salimos de Tours tomando como en los días anteriores la ruta hacia el sur. Antes de que lleguemos a Ussé, château conocido como el de la Belle au Bois Dormant/la Bella Durmiente,  ( la tradición dice que en él se inspiró Charles Perrault para situar su cuento, aunque una amiga visitó otro en Baviera con la misma apelación y la misma justificación), no puedo pasar por alto Le Clos-Lucé, que ha quedado atrás y completa la jornada de Amboise. No es que me haya olvidado de él. Al contrario es el  recuerdo que mejor se ajusta de mi visita de hace casi veinte años a lo que ahora veo. En particular, la sala donde se exponen los inventos científicos que Leonardo había diseñado aquí, en este château que Francisco I puso a su disposición, así como una renta anual de setecientos escudos de oro, muestra de la gran amistad que los unía. Y en él pasó los últimos tres años de su vida hasta su muerte
De la amistad al amor. La gran fortaleza del siglo XV que fue Ussé con sus dos torreones que aún se conservan se fue transformando a medida que cambiaban sus propietarios. Hoy sigue siendo una residencia privada y al igual que en Cheverny donde vive actualmente un marqués,  aquí es un duque quien con su familia ocupa una ala del castillo cerrada a las visitas.
Es difícil escapar al encanto que emana este lugar. Incluso para los que se acercan con cierta reserva por la historia de amor "trasnochada" que encierra si la miramos con los ojos de estos tiempos del "Me too". El conjunto de las edificaciones que se abre ante un patio donde se aprecian sus dos estilos, renacimiento y clasicismo, sus tejados y múltiples clochetons/ torrecillas grises sobre el blanco de la piedra;  su jardín ( Versalles en miniatura, diseñado por Le Nôtre); su emplazamiento en terrazas sobre un afluente de la Loire, configuran un decorado de ensueño, casi irreal. Por eso ya no nos sorprende cuando en uno de los torreones subiendo una escalera de caracol vamos encontrando diferentes escenas con figuras de cera que narran cómo la Bella Durmiente se despertó de su sueño cuando el príncipe la besó... 
 Y seguimos con el amor. Ahora por la tarde en Villandry, el paraíso de los jardines, creados por Juan el Bretón, ministro de finanzas y embajador de Francisco I en Italia. Ocupan 6 hectáreas y están repartidos en tres niveles, el jardín huerto, el jardín del agua y el jardín d'ornement/decorativo . En éste que es el más próximo al castillo, en la terraza más alta, dibujando formas geométricas con setos de boj, se despliega en cuatro tiempos, cuatro cuadrados,  todo un tratado sobre el amor. L'Amour tendre, L'Amour passioné, L'Amour volage, L'Amour tragique: corazones, llamas, laberintos, abanicos, sangre simbolizan las diferentes fases del amor...

Pero no sólo de amor vive el hombre... ¡Qué bien comimos en Langeais!. Un restaurant en el centro de la pequeña ciudad con sus puertas ventanas, cortinas de flores, muebles antiguos, todo tan vintage, ya hacía presuponer una excelente comida tradicional. Sin duda la mejor del viaje: le coq au vin et la tarte tatin. Deliciosos. El chef nos despide estrechando la mano de cada uno como hizo el marqués en Cheverny.

Carmen Glez Teixeira

jueves, 18 de octubre de 2018

Lo que esconde el programa

La iglesia fortaleza de Saint-Nicolas.
Cuando se lee por primera vez el programa de un viaje no es frecuente descubrir sus claves secretas, que las tiene, sobre todo si ha sido encargado y elaborado por un profesional. A primera vista nos quedamos con los nombres, en este caso, de los châteaux y como mucho pensamos que han sido seleccionados en función de su fama o que las visitas han sido programadas teniendo en cuenta la proximidad o la distancia entre ellos así como del punto central del recorrido, Blois, en nuestro caso. Sin embargo, como ocurre en todo trabajo bien hecho, nada ha sido dejado al azar. A medida que el viaje va transcurriendo o bien al final, para aquellos que tratamos de ordenar lo que hemos descubierto, los hilos que han tejido el programa van apareciendo.
  Tratándose de un recorrido tan cargado de historia y siendo la media de dos châteaux por día hubo una sabia combinación entre los châteaux "libros de historia", Blois, Amboise, Chambord le matin/por la mañana, y por la tarde /l'après-midi, "l'art de vivre"/ el arte de vivir, de las grandes grandes mansiones señoriales. Esta observación es una simplificación ya que la historia está presente, como sabemos, también en los salones, gabinetes y jardines. Una simplificación que no creo que sea inocente sino acertada porque todos agradecemos un respiro en la turbulenta historia llena de nombres de reyes y cortesanos, intrigantes en su mayoría, unos colaborando con los reyes otros traicionando. Otro acierto fue el segundo respiro que se nos dió: las dos cenas libres. En principio eran tres pero finalmente la soirée parisina que se añadió unos días antes del viaje nos mantuvo juntos esa noche también. Teniendo en cuenta no solo que,  por principio, es bueno que haya algún momento de libertad, esa pregunta que me hacían siempre los alumnos cuando preparábamos un viaje:"¿tendremos tiempo libre"sino también que esta vez, para "las nuevas del grupo" fue una ocasión de conocernos compartiendo dos cenas en pequeños grupos. Por otra parte, aunque escasas, esa salidas o escapadas nocturnas nos permitieron conocer, no mucho es cierto, lo esencial de la ciudad. Hicimos una segunda salida nocturna, nosotras, las gallegas, al volver de Amboise, con el pequeño grupo de viajeras procedentes del Escorial y que ya habían aprovechado muy bien el tiempo "libre" tanto de mañana como de noche revelándose ahora expertas conocedoras de Blois.
 Volvimos al gran parque frente al château para asomarnos desde allí al río. Un antiquísima y muy pronunciada escalinata nos lleva a  la parte baja de la ciudad. Todavía con la suave luz del crepúsculo admiramos la iglesia fortaleza de Saint-Nicolas. Su fachada, otro lección de historia del arte, explicada por una de las viajeras, experta en la materia: la transición del románico al gótico de esta antigua abadía cisterciense del siglo X. Importante centro de peregrinaje en la Edad Media porque en ella se conservan varias reliquias entre ellas un trozo de la cruz de Cristo. En cuanto a la cena tuvimos menos suerte que el día de la crepêrie... y nos conformamos con un italiano medio, el único donde encontramos sitio. Mientras cenamos nos recomiendan que no dejamos de visitar los jardines del archêvequé, contiguos a la catedral y así lo hacemos a la mañana siguiente después de un desayuno temprano., antes de salir hacia Usé, el castillo de la Bella Durmiente.

Carmen Glez Teixeira

miércoles, 17 de octubre de 2018

El nuevo jardín de Nápoles de Amboise

Amboise
Después de mi primera visita a la Loire y sus castillos, en el año 2000, con alumnos, de la que ya les hablado cuando me preguntaban cuál me había gustado más, mi respuesta ha sido hasta ahora Amboise. El conjunto que forman: el château, el panorama que se divisa desde el promontorio donde se asienta sobre un pueblo encantador, la Loire, sin olvidar le Clos Lucé, todo envuelto en una luz dorada de principios de septiembre sobresalía entre los otros recuerdos. Bastantes cosas han cambiado en estos casi 20 años que han pasado. el número de visitantes se ha multiplicado. Los espacios exteriores, jardines y parques, algunos se han agrandado, otros se han remodelado o modificado. El château de Amboise es como el de Blois un gran libro de historia abierto que empieza en tiempos muy lejanos. Por su posición estratégica dominando la Loire en su confluencia con l'Amasse, ha sido un importante fortín defensivo.  La primera mención del poblado de Gregorio de Tours se remonta al siglo VI. Los normandos destruyeron la fortaleza en varias ocasiones. Fue reconstruido por el duque de Anjou. Luis XI, Carlos VIII, Francisco I vivieron aquí. 
De mi primera visita solo recuerdo la capilla de Saint-Hubert, el patrón de los cazadores que se encuentra en el recinto exterior dels castillo. De estilo gótico flamígero, se construye entre 1491-1496. Creo que entonces no visitamos el interior como hacemos hoy donde podemos ver la tumba de Leonardo de Vinci, el gran amigo de Francisco I. Sí recuerdo muy bien el dintel de la fachada con un ciervo en el centro que según la leyenda se le apareció a Saint Hubert en el bosque.
 Pero la gran novedad que me estaba reservada la encuentro en los jardines que se ofrecen a la vista desde al terraza del torreón. Son de creación muy reciente, inaugurados en 2017 con el nombre de El nuevo jardín de Nápoles de Amboise. El primer jardín del castillo del que hay testimonios fue realizado por el napolitano Pacello de Mercogliano que acompaño a Carlos VIII a la vuelta de la primera guerra de Italia. Y en él se inspira el proyecto actual de Jean Louis Sureau. Situado en la prolongación de la terraza forma una amplia alfombra verde que va desde la vivienda del rey, colgada sobre el río. Maceteros de terracota cocida  compartimentan los parterres rompiendo la "platitud"  de la terraza, dando unos toques verticales de color . La armonía entre el marrón rojizo de los maceteros, con el verde de las plantas y el blanco, azul y amarillo de las flores, según la estación, crean un lugar apartado del mundo, de sosiego y propicio a la meditación. El mismo que produce un paseo que recorremos ya en el recinto exterior del château lleno de setos de formas redondeadas que se amontonan produciendo en el paseante un suave bienestar.
Carlos VIII escribió al duque de Borbón, desde Nápoles: "Hermano, no te puedes imaginar los hermosos jardines que he visto en esta increíble ciudad. Parece que solo faltan Adán y Eva para hacer el paraíso natural. Son tan hermosos, llenos de cosas buenas y extrañas..."
Después de cinco siglos, su sueño de crear un jardín napolitano en Amboise se ha hecho realidad de nuevo. 
Carmen Glez Teixeira

martes, 16 de octubre de 2018

Chenonceaux, le château des dames

Castillo de Chenonceaux
Comemos en Tours; a continuación  un paseo por el centro de la ciudad con una parada ante su catedral gótica. Muy cerca un cedro del Líbano que me recuerda algunos de los que vimos el año pasado en Lisboa, ocupa casi por entero un parque, foto obligada. Visita a la iglesia de Saint-Martin; cruzando la plaza Plumereau, repleta de gente en las terrazas, nos dirigimos  al autobús que va a llevarnos a Chenonceaux conocido como el château des dames o caprice des femmes. Sus jardines dedicados uno a Diane de Poitiers, otro a Catherine de Médicis recuerdan a las dos mujeres que se disputaban los favores del rey Enrique II, del mismo modo que algunas estancia interiores: la habitación de Diana con sus paredes cubiertas con tapices de Flandes y el gabinete  de Catalina, revestido de verde terciopelo. Mucho antes que ellas había vivido allí Catherine de Briçonnet, la esposa de Thomas Bohier , los que lo hicieron construir salvando un antiguo torreón anterior, la Torre de Marques. El vestíbulo de la primera planta a la que se accede por una escalera de estilo italiano lleva el nombre de la esposa de Bohier.   La cuarta dama que se instaló allí fue Louise de Lorraine, viuda de Henri III. Toda vestida de blanco, según el protocolo real del duelo, se enclaustró en Chenonceaux durante unos doce años. Después de un tiempo de abandono, Mme Dupin, en el siglo XVIII, será su nueva propietaria y el alma de un salón literario, frecuentado por Voltaire y Rousseau, preceptor de su hijo. Parece que consiguió salvar el castillo durante la Revolución por su popularidad entre los lugareños. En 1864 el château fue comprado por Mme Pelouze que lo restauró meticulosamente para cederlo posteriormente a sus actuales propietarios, la familia de  los chocolateros Menier.

"Hay un no sé qué de especial suavidad y de aristocrática serenidad que se respira en el castillo de Chenonceaux. Situado al final de una larga alameda de árboles, a cierta distancia del pueblo, construido sobre el agua, rodeado de bosques, en medio de un vasto parque de bonito césped, alza al aire sus torrecillas, sus chimeneas cuadradas" Gustave Faubert, Por los campos y los arenales
Carmen Glez Teixeira
  

Blois la nuit, la Loire le matin

Blois
    Es nuestra segunda noche en Blois. Sólo conocemos por ahora el Château con sus intrigas y la farmacia donde compré el jarabe para la tos. Con algunas indicaciones que nos dieron en el hotel sobre un escueto plano además de la recomendación de una crêperie, salimos en petit comité, las dos gallega con M.L. la amiga de Burdeos que nos invitó al viaje, dispuestas a descubrir Blois la nuit. Iniciamos un descenso pronunciado para llegar a la que debe ser la calle principal, algo más iluminada que las anteriores. Completamente desorientadas, preguntamos a una pareja joven, que pasaba por allí, por la crepêrie recomendada. Muy amables se ofrecieron a acompañarnos. Después de unas cuantas vueltas, en la esquina de una plaza muy animada,  que parecía el punto de encuentro de los jóvenes de Blois, estaba la crêperie, pero cerrada. Dos puertas más allá en la misma calle vimos otra, pequeña pero muy animada. Allí nos dejaron nuestros guías. Hubo suerte porque había una mesa libre que sin duda nos esperaba. Buscando alguna información sobre este pequeño restaurant, los datos que encuentro confirman nuestra impresión una vez sentadas. El nombre que aparece al pie de la foto que reconozco, L'Odyssée taupinière conviene a lo que nos costó encontrarla y el ambiente lleno de vida que se respira aquí nos muestra la otra cara de esta ciudad oscura, solitaria y silenciosa que acabamos de cruzar. Las mismas fuentes informativas (internet) hablan de la serveuse, de su simpatía. Yo diría que es mucho más que una serveuse, más bien la patronne del local. Nos explica la carta. Presenta sus galettes, mezcla de tradición y modernidad, con una precisión y un lenguaje no verbal que acentúa su charme natural. Por supuesto mis amigas aceptan su propuesta, yo, sin apetito, me consuelo con una crêpe citron, deliciosa. Todo acompañado por la sidra maison. No hay un alma en la ciudad cuando iniciamos el ascenso hacia el hotel, aun más perdidas que a la bajada. Dios aprieta pero no ahoga. Un viandante solitario nos pone en el buen camino. 
El autobús que nos conduce a Tours a la mañana siguiente sigue el curso del río que hemos visto por primera vez cuando salimos de Blois. Los paisajes son ahora de postal. Ese paisaje que no encontré ni en una sola carte, dominadas todas por los châteaux. Las fotos de una de las viajeras, arquitecta de profesión paliaron este vacío en los stands de las tiendas turísticas de los castillos. Vuelven mis recuerdos antiguos sobre La Loire. Aquella famosa frase de un libro cuadrado y pequeño con que el me inicié en el francés en el Colegio de las Carmelitas de Orense: "La Loire es el río más francés de todos los ríos franceses...". La he buscado cientos de veces pero nunca conseguí encontrar el texto ni su continuación de modo que ya no sé si no será uno de esos recuerdos elaborados por mi misma. He tratado de encontrar una justificación  a la frase. ¿El más francés? ¿Porque es el más largo?¿Porque divide Francia en dos, la Francia del norte y la del sur? La respuesta a estas dos preguntas siempre fue afirmativa para mí y así se lo enseñé a mis alumnos. Con respecto a la segunda les contaba mi estancia en Nantes en un intercambio de profesores puesto a puesto durante tres semanas. Hice entonces, con otros compañeros de Galicia que participaban en el mismo programa, una visita a Angers un domingo muy frío de finales de noviembre. Todo en grises y blancos, tejados de pizarra, el agua helada del río, bien podía ser un país nórdico nada que ver con la Francia de Aquitania, o la Provenza. Sin embargo M.L., mi amiga de Bordeaux piensa que la separación entre las Francias se produce mucho antes, ella la situaría el otro lado del estuario de la Gironde. Su propio hijo nota el cambio de clima en ese punto... 
Ser la cuna de la lengua francesa parece la razón de más autoridad para otorgarle ese plus de francité/francesidad (1539, l'ordonnance de Villers-Cotterêts de Francisco I y el apoyo de la literatura con La Pléiade consagran el francés como la lengua nacional frente al latín y a los dialectos locales.
Estamos entrando en Tours...

Carmen Glez Teixeira



lunes, 15 de octubre de 2018

El arte de vivir: Cheverny

Castillo de Cheverny
Después de visitar un castillo como el de Blois donde vivieron siete reyes y diez reinas a lo largo de más de cuatro siglos, el contraste que se siente al entrar en Cheverny nos coge por sorpresa.  El sol de otoño que resalta la blancura de la piedra destaca la armonía de la fachada frente al extenso paseo de césped verde que debemos cruzar para dirigirnos a la entrada del edificio. El actual propietario, marqués de Vibraye, descen-diente de la misma familia que siempre ha vivido aquí, nos acoge uno a uno, estrechándonos la mano. Cheverny es una de las grandes mansiones señoriales que se asientan en la Loire. Su construcción se terminó a principios del XVII siguiendo el estilo Luis XIII. Es uno de los châteaux mejor conservados y el más suntuosamente amueblado. Modelo del arte de vivir a la francesa: el gabinete rojo, la habitación infantil, el comedor, el pequeño salón, la habitación del rey, la biblioteca. Cuidado al máximo, en seguida nos atraen los arreglos florales que decoran los apartamentos verdaderas obras de arte de la floristería...
A la salida el marqués nos saluda de nuevo. Nuestro paseo continua a través de un jardín inglés que nos conduce a la antigua Orangerie hoy transformada en cafetería donde encontramos algo para calmar la sed en esta inesperada tarde tan calurosa. Antes de abandonar el recinto del castillo dos muestras de otras aficiones de sus habitantes: la caza ( en la perrera unos cuantos ejemplares tranquilos de  raza anglopoitevina, al lado, la sala de los trofeos con unas dos mil cuernas de ciervo) y el huerto donde con una bonita combinación de colores se cultivan hortalizas y flores.
En este castillo se inspiró Hergé, el creador de Tintín, deslumbrado por la armonía del cuerpo central del edificio. Y lo usó como modelo, previa autorización del propietario, para el famoso castillo del capitán Haddock.
Nuestro autobús esta aparcado muy cerca de una iglesia, frente al castillo (Saint-Étienne, del siglo Xll, con su caquetoir, su antiguo porche de madera).  Las voces de una coral llegan hasta nosotros pero el tiempo  apremia y tenemos que irnos. Aunque, solo un instante, la música ha querido sumarse a este festín de los sentidos que ha sido la tarde en Cheverny.

Carmen Glez Teixeira

domingo, 14 de octubre de 2018

Intrigas y amores difíciles en el Château de Blois

Castillo de Blois
Blois amanece despejado y  bastante más frío que el calor sofocante que hemos dejado en Galicia. Las dos somos madrugadoras y después de un buen desayuno nos dirigimos, a paso rápido, a una farmacia que C vió ayer al pasar desde  el autobús en la misma avenida de la parte alta de la ciudad donde se encuentra el hotel. Mi bronquitis que ya me rondaba antes de empezar el viaje se confirma. Me atiende una servicial farmaceútica y aprendo una nueva palabra en francés. Una tos blanda es una tos grasse que espero controlar con el jarabe que me prescribe. Una hora más tarde estamos ante el Château. Una vez en el gran patio central, la guía comienza el relato del gran libro de historia que se abre ante nosotros. Las cuatro grandes alas que lo conforman son un resumen de los estilos arquitectónicos presentes en el Val de Loire: clásico, gótico, gótico flamígero, y renacimiento temprano. La guía destaca la escalera con salamandras y efes (en referencia a Francisco I). Ya en el interior  pasan las páginas de la historia al ritmo de las allées/ pasillos o salas: de la allée de Enrique III donde reunió a loa Estados Generales con el fin de acabar con las Guerras de Religión, a la de Francisco I que emprendió las obras de acondicionamiento al estilo italiano con la colaboración de un paisajista  y que vivió aquí hasta la muerte de su esposa Claude. 
Blois es conocido por el episodio sangriento  que tuvo lugar aquí: el asesinato del Duque de Guisa, apuñalado por los cuarenta y cinco gascones de la guardia personal del rey Enrique III, inmortalizado en dos pinturas del XIX. 
Tres mujeres del château, pasaron a la historia por su belleza, su coraje e incluso por su maldad: Catalina de Médicis de la que se decía que en las paredes del Studiolo guardaba todo tipo de venenos en alacenas secretas. Es el Studiolo un  pequeño gabinete encantador, muy bien conservado. Un respiro en la visita ante la sucesión de reyes que ya ha desfilado ante nosotros. De carácter violento, Catalina de Médicis es la madre de Margarita, la reina Margot, esposa de Enrique IV. Si su madre preparaba venenos, ella era una experta en ungüentos para conservar la blancura de su piel, sabia en la elaboración de perfumes. El mismo Ronsard habla de su olor a jazmín. Un retrato  suyo expuesto en el château testimonia su grande beauté. Y la tercera mujer es María de Médicis, madre de Louis XIII, que fue enviada por su propio hijo en exilio a Blois  pero que consigue huir de un encierro, escapándose  una noche por una ventana...
La visita ha durado dos horas largas, necesitamos reponer  fuerzas. El autobús se dirige ahora al château Cheverny previsto para la tarde, deteniéndose antes en un restaurant en la campagne de la Douce France...

Carmen Glez Teixeira

sábado, 13 de octubre de 2018

Un breve apunte sobre el origen y esplendor de la Vallée des Rois

 La historia de los Châteaux de la Loire comienza hace seiscientos años. En la noche del 28 de mayo de 1418. Los borgoñones asaltan París. Un fiel servidor del rey Carlos VI salva al delfín de 18 años, llevándolo, acompañado por un grupo de caballeros, fuera de París, al castillo de Chinon. Es entonces y durante un siglo cuando la corte real se estableció en las orillas del río, siguiéndoles señores y poderosos. Carlos VII y sus sucesores encontraron en  la Loire un refugio ideal. Se levantaron castillos, se repararon las murallas, se construyeron  residencias suntuosas. Fue una corte itinerante. Iban de un palacio a otro, desplazándose en barco por el río, los reyes y sus servidores, transportando muebles, tapices, cuadros y todo lo necesario par el confort y la belleza. Escenarios de fiestas, intrigas, venganzas, galantería...En una carta escrita el 15 de marzo de 1528 Francisco I manifiesta su deseo de establecerse de nuevo en París... y aunque las luces de estos escenarios se apagaron nunca cayeron en el olvido. Cuna de grandes escritores: del Renacimiento al XIX, Ronsard, Du Bellay, Rabelais, Balzac, Stendhal, Flaubert, Musset entre otros , sin nombrar a los contemporáneos, la han mantenido viva en sus textos. Hoy, más de un millón de turistas al año  la visitamos y la Loire nos sigue contando su historia , con sus paisajes, sus pueblos y ciudades tranquilas y sobre todo en sus treinta y tantos castillos. Nuestro recorrido se limita a siete entre los más conocidos. Nos esperan otros de nombres evocadores: Saumur, Chinon, Loches... y las ciudades del comienzo de la ruta desde el este, Orléans y Angers en el final, al oeste, que también guardan tesoros secretos. Será otra vez.

Carmen Glez Teixeira.

De nuevo en La Loire: de Blois a Tours

Al día siguiente empezará nuestro encuentro con la Loire, el río tranquilo,
en cuyas orillas tantos castillos...
Cuando mi amiga M.L. de Burdeos me propuso que la acompañase en un viaje a La Loire y sus Châteaux no lo dudé, imposible resistir ante tal tentación. Ya conocía la ruta que había descubierto en septiembre del 2000 con un grupo de alumnos del instituto. Un viaje que nos cautivó, no sólo a mí y a la colega, profesora de arte, que me acompañó sino también a los  chicos y chicas del grupo que lo recuerdan como uno de los mejores momentos de su vida en el instituto. El lugar donde nos alojábamos, un pequeño y encantador château, cerca de Amboise, regentado entonces por la Ligue 92, una institución parisina que acogía grupos escolares tanto en la capital como en algunos puntos dispersos de Francia, sin más habitantes que nosotros y las personas que se encargaban del mantenimiento, fue fundamental para la convivencia y el trabajo de aquellos días. Ese lugar donde nos reuníamos en la gran sala acristalada de la planta baja, después de la cena, donde comentábamos las visitas del día para la elaboración del diario del viaje. Sin duda es el paisaje, con la luz de septiembre que convertía en oro todo cuanto tocaba lo que envuelve el recuerdo de esa primera visita a "La Vallée des Rois".

Acepté pues la propuesta de mi amiga y  es así que el 28 de septiembre pasado, aterrizamos en Madrid de buena mañana, las dos viajeras habituales: viene conmigo C.P.A. de Orense, con la que he compartido otros viajes de los que le hablado aquí, y a la que no me costó mucho convencer de sumarse a la expedición del Club Viajes, Paisajes y Cultura, en su mayor parte antiguos alumnos de la Complutense. El marco de este viaje parece situarse en el extremo del que guardo tan celosamente en mis recuerdos. Los viajeros, muy lejos de los adolescentes con los que solía viajar, son todos  de una edad más que respetable, figurando C. P. A y yo entre el sector "juvenil" por decirlo de algún modo si se tiene en cuenta que me acabo de jubilar en el límite legal de la edad. Además por nuestra procedencia enseguida seremos identificadas como "las gallegas", una novedad en este grupo madrileño. El cambio más significativo es que ya no soy yo la que me ocupo de la dirección del grupo como habitualmente. Al llegar a París nos espera una guía con mucha experiencia y sabiduría que empieza por tratar de resolver el incidente de una maleta perdida. Mientras se hacen los trámites de reclamación de la maleta, tomamos un tentempié rápido y salimos en autocar hacia Blois donde nos alojaremos como punto central del recorrido de estos días. Poco después de la salida de París, siempre difícil, es viernes y los coches se amontonan, Marisa, nuestra guía de origen italiano nos presenta el paisaje y sus industrias: las eólicas y  las grande llanuras de la Beauce, el granero de Francia,  que se extienden ante nosotros.
El Novotel  nos ofrece un kirsch de bienvenida, y a dos pasos, el restaurant Le Boeuf Gourmant  la cena, harán las veces de nuestros "petits châteaux XXI siècle" de estos días. 
Al día siguiente empezará nuestro encuentro con la Loire, el río tranquilo, en cuyas orillas se levantan tantos castillos rodeados de murallas, entre los bosques, reflejándose en sus aguas. Testigos de la Historia de Francia.

Carmen Glez Teixeira

viernes, 12 de octubre de 2018

Monsieur Chanson

Aznavour
Tenía poca voz. Era canijo y feo. Pero a todo hizo frente y se convirtió en un mito. Uno de los dioses de la chanson. ¿Chanson? ¿Aznavour?Humm, no me suena. Y es que tenía tropecientos años y cantaba en francés, ahora que todo el mundo canta en inglés. Pero vamos a ver señora, ¿Acaso no se le saltan las lágrimas cuando Elvis Costello canta She en Notting Hill ? Pues eso lo cantaba Aznavour en 1966 cuando tenía el pelo escaso pero negro. Y usted señor que mueve la cabeza de un lado a otro, ¿acaso no ha cerrado una despedida con Qué triste está Venecia sin tí ?
Pues es uno de los grandísimos éxitos de Aznavour. Ah, "la Bohème, la bohèeemmme...".
Charles Aznavour, 94 tacos y en activo, murió la noche del domingo al lunes en su casa de Les Alpilles, al sur de Aviñón. Acababa de volver de una gira por Japón y tenía conciertos previstos en París y Bruselas. La noticia de su muerte barrió de los informativos franceses la última polémica política. Porque se ha muerto un grande de la música. Voz imprescindible del olimpo de la chanson con Trenet, Piaff, Bécaud y Brassens. Banda sonora de varias generaciones.
Murió como quiso. Entre dos recitales. Porque no se quiso retirar nunca. Su última entrevista es de hace cuatro días, en un programa matinal de France 5, C à vous . "Yo vivo en el escenario. Soy feliz en el escenario y eso se ve", decía, flaquito y en cazadora de cuero. "Yo me siento bien y eso es lo importante, suelo decir cuando me preguntan si me siento mayor. La edad no es más que un cálculo..." También contaba que había hecho un pacto con su hermana para llegar a los  100. Poco le ha faltado a Shahnourh Varinag Aznavourian, nacido en 1924 en París, cerca del Jardín de Luxemburgo. Su padre y su madre , de origen armenio esperaban un visado para Estados Unidos. "Soy café-crème, francoarmenio. Es indisociable". En 1988 cantó Ils sont tombés / Han caído al genocidio armenio y también recaudó fondos para el país tras un terremoto...
Iñaki Gil. París. El Mundo, martes 2 de octubre de 2018

jueves, 11 de octubre de 2018

El romántico que buscó la felicidad

Stendhal
Espuela de Plata publica la traducción de La cartuja de Parma del poeta Manuel Machado con prólogo de Paul Morand. La literatura de Stendhal, ahí donde lo ven, en el primer tercio del siglo XIX tuvo mucho de autobiografía. Fabricio del Dongo (La cartuja de Parma), Julián Sorel (Rojo y negro ) y Lucien Leuwen (en la novela homónima e inacabada) tienen mucho que ver con las fallidas peripecias vitales y amorosas de Henri Bayle, más conocido como Stendhal, y con los contextos y acontecimientos políticos que condicionaron la vida del escritor de Grenoble, el francés que tanto quiso a Italia y a quien le hubiera gustado ser uno más entre los carbonari, los escritores liberales italianos que trató.
Fátima Gutiérrez, en su edición de Rojo y Negro (1830) para Cátedra, habla de que el tardío novelista se manifestó literariamente entre el exhibicionismo y la máscara, entre la ostentación de su personalidad en diarios, novelas, textos memorialísticos - Recuerdos de egotismo (1832) y La vida de Henri Brulard (1835), por ejemplo-e, incluso crónicas viajeras y su ocultación paradigmática en el uso que hizo de más de 200 pseudónimos.
Gran psicólogo y gran lírico del sentimiento amoroso -como le llama consuelo Bergés en el prólogo a su traducción de Lucien Leuwen (1834) para Alianza-, el realista romántico que fue Stendhal, que nunca se casó, tuvo una larga lista de amantes, verdaderas o anheladas, una vida sentimental agotadora y, con frecuencia frustrante -como la de Fabrizio en La cartuja de Parma (1838)-, enmarcada en una voluntad constante  de lograr la felicidad y disfrutar de todos los dones de la existencia -beylismo se llamó a ese impulso- y sin duda condicionada por los sinsabores de su niñez y juventud...
En la edición de La cartuja de Parma, -¡escrita en en 52 días!-, que ahora publica Espuela de plata con la traducción inédita en España de Manuel Machado, Paul Morand recuerda en su brillante, personal, extraño y amargo prólogo que Balzac, al elogiar casi en solitario la novela, se lamentó de su destino minoritario. Como vaticinara el propio Stendhal, sus grandes obras solo fueron reconocidas como tales y llegaron a millones de lectores mucho tiempo después de haber muerto.
Manuel Hidalgo. Galería de imprescindibles. El Mundo, lunes, 1 de octubre de 2018

miércoles, 10 de octubre de 2018

El paraíso de la homeopatía se tambalea

Hasta hace no tanto, Francia era el paraíso de la homeopatía. Una altísima cifra de franceses dice confiar en estas pseudoterapias y consume regularmente sus productos, prescritos por muchos médicos, vendidos en prácticamente todas las farmacias del país y subvencionados en parte por la Seguridad Social. Pero algo está cambiando. El debate sobre la eficacia y hasta la peligrosidad de la homeopatía ha saltado a la sociedad, el Gobierno estudia dejar de financiar estos productos y tres universidades han cerrado este año sus cursos de homeopatía. Pero todavía queda mucho camino. El lobby homeópata es muy fuerte en Francia, sede además -o quizás sea ese el origen de todo- de la todopoderosa empresa homeopática Boiron. Los defensores de la homeopatía no están dispuestos a perder un negocio que el año pasado movió 620 millones de euros sólo en este país y que emplea a miles de personas.
La guerra total estalló el 19 de marzo. Ese día, 124 médicos franceses advertían en una tribuna publicad en el diario Le Figaro de las "promesas fantasiosas y la eficacia no probada de las medicinas llamadas alternativas como la homeopatía", practicadas "por charlatanes" que gozan de la "tolerancia" de las instituciones y reclamaron que se exija a los profesionales de la salud que dejen de recomendar esos tratamientos, que la Seguridad Social no pague por ellos, que no se reconozcan los títulos de homeopatía, mesoterapia o acupuntura "como diplomas médicos" y que se informe más y mejor sobre la naturaleza de las terapias alternativas, sus "efectos perjudiciales y su eficacia real"...
La ministra de Salud, Agnès Buzyn, se ha mostrado precavida. Llegó a decir que no se debe minusvalorar el "efecto placebo"que pueden tener las pseudoterapias. Aún así, los médicos antihomeopatía celebran la decisión del Gobierno de consultar a la Alta Autoridad de la Salud si deben seguir sufragando parte de la homeopatía... La Sanidad francesa ha "abierto la puerta", según la agencia France Presse, a revocar la subvención de los productos homeopáticos...
Silvia Ayuso. París. El País. martes 2 de octubre de 2018  

martes, 9 de octubre de 2018

Tamara de Lempicka, reina del art déco

 Tamara de Lempicka
Amiga -cuando no amante - de reyes exiliados y aristócratas de alta y baja estofa, perpetradora de fiestas y orgías, cocainómana y cazadora nocturna en busca de marineros que llevarse a casa, fiera bisexual, trabajadora impenitente, amante y militante del lujo y la decadencia burguesa, inspiración de modistas y diseñadores, icono pop e influencer adelantada a su tiempo, todo en la vida de Tamara de Lempicka resulta excesivo. Empezando por el propio personaje, que sin duda aplastó a la artista. "El personaje mató a la artista, más bien", asegura Gioia Mori, profesora de arte medieval y moderno en la Academia de Bellas Artes de Roma y comisaria de la exposición Tamara de Lempicka, reina del art déco que abrirá sus puertas el próximo viernes en el Palacio de Gaviria de Madrid...
La exposición que ha montado Gioia Mori - la primera gran muestra española sobre Lempicka desde la organizada en la Casa das Artes de Vigo hace 11 años- llega con una pequeña exclusiva artística bajo el brazo: el pequeño retrato del rey Alfonso XIII atribuido a Lempicka, propiedad de un coleccionista privado de París, Jean-Claude Dewolf. Los expertos en la obra de la artista ruso-polaca siempre hablaron de esta pintura, pero su paradero era desconocido hasta ahora. Mori asegura haberla descubierto en uno de sus innumerables periplos en busca de pinturas de la enigmática artista. En su opinión, la autoría de la obra no ofrece dudas. Tamara de Lempicka conoció a Alfonso XIII durante el exilio del Borbón en Roma tras la proclamación de la II República. Pero fue según ella en la pequeña ciudad balnearia de Salsomaggiore Terme, al norte de Italia donde el rey posó para la pintora en varias sesiones...
"El retrato fue pintado en 1934. La primera noticia que tenemos de él fue en una carta de la autora al galerista italiano Gino Puglisi: Estoy retratando al rey de España. Y la segunda, en un texto sobre una exposición celebrada en Estados Unidos en 1939 escrito por la artista , donde da cuenta de que ha pintado al rey"...
Será sin duda uno de los ingredientes más atractivos de la exposición en el Palacio de Gaviria...
Borja Hermoso. El País Semanal, domingo 30 de septiembre de 2018

lunes, 8 de octubre de 2018

Enamorado de mi mujer


Daniel es un editor maduro que saliendo de su oficina parisina, se da de bruces con Patrick, viejo amigo de la familia, divorciado de su primera mujer y ahora -le cuenta- vive con una novia mucho más joven, que al parecer le cambió la vida. Le sugiere quedar a cenar para presentársela, pero Daniel tiene un problema: su mujer odia a Patrick por haber dejado a su pareja, que además era su mejor amiga. En fin, que la cena acaba celebrándose en casa del editor y Daniel queda fascinado con Emma, esa nueva conquista a la que viste con notable acierto nuestra Adriana Ugarte, como Sandrine Kiberlain niquela a la atribulada anfitriona.
Desde ese momento el protagonista se mostrará ensimismado durante toda la noche, imaginándose que es él, y no su amigo, quien se liga a ese bombón, naturalmente ante el mosqueo de su señora, tomada por los celos y sacando punto a todo cuanto hace... la otra. Con esos mimbres trenza su relato el otro Daniel , el apellidado Auteuil, cuatro largos como director y casi un centenar de títulos como actor desde su debut como secundario en La agresión (1975) junto a Catherine Deneuve y Jean-Louis Trintignant.
El novelista y dramaturgo Florian Zeller adopta su propia obra teatral, en un texto que Auteuil resuelve a trompicones, no tanto por falta de oficio, que lo tiene y notorio, sino por lo arriesgado de jugar con dos niveles: el real y el imaginario. Lo que otros solventan manejando la luz o el sonido como trazo diferencial para que el espectador no acabe hecho un lío, él prefiere dejarlo a la inteligencia del público o usando como transición su propio rostro ensimismado mientras deambula por su ensoñación de Romeo ligándose a Julieta y de paso lamentando su rutinaria vida marital. No es una comedia sentimental totalmente fallida porque tiene momentos delirantes a los que Depardieu aporta un registro bien definido, pero el vaivén entre realidad y ficción acaba resultando excesivo. A cambio Auteuil sí acierta en su retrato de la burguesía víctima de sus tedios y sus frustraciones, con unos varones que se alborotan cuando la lascivia embota los sentidos. 
Miguel Anxo Fernández. La voz de Galicia, lunes 8 de octubre de 2018