jueves, 27 de septiembre de 2018

Una literatura sin verdugos

La posible salida en libertad del protagonista El adversario propicia una revisión crítica de la icónica obra de Emmanuel Carrère. Un condenado sale en libertad después de cumplir su pena, y resulta que el condenado también es el protagonista de una novela. ¿Es un personaje? ¿O una persona? El efecto es inquietante. Jean-Claude Romand podría salir de la cárcel en los próximos días en libertad, si así lo deciden los jueces. Suponemos que retomará una vida discreta y normal, tras pasar la mitad de su vida adulta inmerso en una ficción gigantesca y atroz, y la otra entre rejas. 
Hay otro Jean-Claude Romand además del real: el personaje de la novela El adversario . Este es el título del libro en el que el escritor francés Emmanuel Carrère cuenta la historia del hombre que durante 18 años engañó a su familia y a sus amigos -a todo el mundo- haciendo creer que era un médico ilustre y un alto funcionario de la Organización Mundial de la Salud en Ginebra. El Jean-Claude Romand personaje es el protagonista de la obra que consagró a Carrère como un autor central en las letras francesas contemporáneas. El impacto del libro -relato real, o novela sin ficción, por decirlo al modo de Javier Cercas- al publicarse en el año 2000, no se ha diluido. La posible salida de prisión de Romand -fue condenado a cadena perpetua por matar a sus padres, a su esposa y a sus hijos en enero de 1993- es un epílogo a una historia cuyo significado no se agota en una lectura y varía con el tiempo.
El antecedente más citado de El adversario es A sangre fría, de Truman Capote, novela de ficción -así la llamaba su autor- sobre el asesinato de una familia de granjeros en Kansas. Las diferencias son evidentes. Capote pretendía ser objetivo, como una cámara fría y omnisciente; Carrère narra en primera persona e implicándose en la historia. Capote pretendía hacer una crónica periodística en la que nada era inventado, pero fabricaba escenas y conversaciones: engañaba; Carrère cuenta lo que sabe y cómo lo sabe: el foco es más limitado -el narrador no lo ve y oye todo-, pero más honesto y verosímil. 
Podría argumentarse que el antecedente de El adversario es otro, menos evidente que A sangre fría: El extranjero, de Albert Camus, también la historia -en este caso ficticia- de un asesinato y una condena. Ambos libros se parecen por su brevedad y también por los abismos existenciales a los que ambos relatos arrojan. Y por los protagonistas Mersault y Romand, dos hombres solitarios, enigmáticos, arrastrados en su vaivén vital por qué fuerzas. Uno mató porque hacía calor y el sol pegaba fuerte; el otro, porque un día no se presentó a un examen y esto abrió las compuertas a una catarata de mentiras que desembocó en una matanza. El adversario y El extranjero se parecen incluso en las fuentes de inspiración. La frase corta y seca de Camus en su novela es la de la novela policíaca norteamericana de los años treinta; el relato periodístico de Carrère bebe del periodismo de revistas como The New Yorker y de Capote...
Marc Bassets.Babelia. El País, sábado 22 de septiembre de 2018

Leer y tejer empieza mañana una semana larga de vacaciones. a partir del 8 de octubre retomaremos nuestra cita diaria. Hasta pronto. 

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Tomates de sangre azul

 Hay una reflexión de Henry D. Thoreau (1817-1862), considerado el precursor de la ecología, que dos siglos después sigue inspirando a Louis-Albert de Broglie, un aristócrata, empresario y editor francés conocido como el príncipe jardinero: "Fuí a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentar solo los hechos esenciales de la vida por ver si era capaz de aprender lo que ella tuviera que enseñar", dejó escrito el autor de Walden. La vida en los bosques. Salvando las distancias a ambos los une su férrea militancia en el medio ambiente.
Si el célebre naturalista residió dos años en una cabaña que el mismo se construyó en Concord (Massachusetts), alimentándose de su propio huerto, el príncipe galo recibe en La Bourdaisère, un encantador château en Montlouis sur Loire, en pleno corazón del valle del Loira. El castillo cuenta con jardines renacentistas y está rodeado de robles, cedros y secuoyas de 55 hectáreas. Pero el tesoro botánico está en la huerta, donde se cultivan 700 variedades de tomate. En 1998, tras aparcar su brillante carrera de banca, comenzó esta colección única para desarrollar su Conservatorio Nacional del Tomate. Un "laboratorio de la biodiversidad" basado en un discurso de agricultura sostenible que difunde con pasión en los foros internacionales, com la charla TEDx que impartió bajo el título ¿Por qué plantar un huerto es una acción política ?
Para él la belleza depende de la biodiversidad. Y eso le llevó a interesarse por el tomate. "Es la segunda verdura (fruta en el sentido botánico) más consumida en el mundo, por detrás de la patata. Y posee más variedades que cualquier otra especie vegetal.  Antes de empezar mi colección yo también pensaba que todos eran rojos, de tamaño medio y de sabor uniforme. Pero me impresionó la cantidad de colores, formas y texturas que presentaban. El Blanche de Yan, blanco y estriado; el Russian Persimmon, anaranjado y redondo; el Osu Blue que va del azul morado al morado oscuro...Empecé con treinta variedades y a los dos años tenía 300. Hoy, coleccionistas del mundo entero me envían semillas que no dejan de sorprenderme", dice...Juan Carlos Rodríguez. El Mundo. Fuera de serie, 19-09-2018

martes, 25 de septiembre de 2018

Christian Boltanski

Se ha hablado tanto de la vida y obra de de Christian Boltanski (París, 1944) que no es difícil imaginar la huella que dejó en él la Segunda Guerra Mundial. Hijo de madre cristiana y padre judío, empezó sus andanzas en el mundo del arte como pintor y pronto experimentó con otros soportes. "Comencé a trabajar en la época del minimalismo -cuenta en la entrevista con El Cultural- pero lo que me interesaba era hacer un arte que llegara a las emociones". El eco de su biografía resuena de una manera constante en una obra en la que los temas de la ausencia, la muerte y la memoria supuran por cada poro distintas formas -proyecciones de sombras chinescas, instalaciones de gran formato, fotografías encontradas-. En el 2010 llenaba el Grand Palais de París con toneladas de prendas con las que creaba un manto multicolor XXL, sobre el que se abalanzaba el brazo mecánico de una grúa cogiendo aleatoriamente los trozos de tela. ¿Por casualidad? Sí, pero intencionada, ya que el azar es otro de los temas cruciales de la obra de este artista francés. Buena prueba de ello es el título de la pieza con la que representaba a su país en la Bienal de Venecia de 2011. En Chance cientos de fotografías de recién nacidos se deslizaban ágilmente por una estructura de andamios metálicos que funcionaban como rodillos de una cadena de producción...
Vuelve Boltanski a Madrid con Sombras blancas, su exposición en la galería Solo, desde el viernes 14.
P.- ¿Qué presenta en Sombras blancas su nueva exposición en la galería Solo de Madrid?

R.- Aunque en la muestra hay obras antiguas y recientes el conjunto está pensado como una obra única, una instalación que se ve desde dentro y habla de nuestras almas. Rara vez expongo en galerías y he concebido está propuesta como si fuera para un museo, incluso con piezas para el exterior del espacio. En la galería hay de manera intencionada una sala blanca y soleada y una oscura. En el piso de abajo he vuelto a recurrir a una fotografía de 1939, encontrada, de una escuela en Alemania  que he utilizado en varias ocasiones. En este caso por primera vez está troceada y es prácticamente invisible, el tiempo la hace desaparecer igual que ocurre con la memoria de los niños que aparecen en las imágenes sonriendo por una razón que desconocemos. Son espíritus perdidos en medio de un bosque de almas. Cada vez más las imágenes que utilizo se vuelven blancas e invisibles, aquí son pinturas que van desapareciendo sobre esta especie de cortinas como si fueran fantasmas. De ahí el título Sombras blancas... 

Luisa Espino. El Cultural, 14 -9 -2018

lunes, 24 de septiembre de 2018

Promesa al amanecer

Romain Gary, escritor francés de fama internacional, también conocido como cineasta, aviador,  héroe de guerra o marido de estrellas de cine, es el objeto de atención de un filme que se basa en un libro autobiográfico en el cual dicho autor relata su infancia y su juventud, hasta convertirse en el novelista de renombre que luego fue a lo largo de su vida. 
Sin embargo, hay que señalar antes de nada que el verdadero protagonismo de esta historia no es el ostentado por Romain Gary (con un más que correcto Pierre Niney ocupándose de su versión adulta), sino el encarnado por su madre. La promesse de l'aube / Promesa al amanecer es un drama de tintes edípicos donde la personalidad de la madre (excéntrica, acaparadora, posesiva) marca paso a paso la formación de un carácter, de un modo de ser y de unas aspiraciones, que nunca habrían tenido lugar sin ella. Charlotte Gainsbourg toma un papel, en nada fácil, y lo dota de una veracidad rayana en el histrionismo, donde la evolución es simplemente física (con ese maquillaje ahora soy joven-ahora soy vieja, mientras la obsesión que impulsa su vida -el triunfo de su hijo- se mantiene, inclusive en una pirueta final más allá de su muerte. El filme se centra pues en esa relación materno-filial, pero nos deja con la sensación de que el periplo vital de este escritor fue bastante más fascinante de lo que la película consigue transmitir (fuera de su radio de alcance quedan el matrimonio con Jean Seberg, la amistad con André Malraux y Albert Camus, o su faceta hollywoodiense). Es desde luego una superproducción que cuenta con sobrados medios a su alcance, pero que sin embargo adolece de fallos en su ritmo y en la transmisión de emociones.
Su excesiva duración aligera la carga dramática, y, aunque sus interpretaciones sustentan gran parte de su metraje, no podemos más que percibir cierta frialdad en su propuesta, y un regusto de lo podría haber sido más allá de la plasmación del peso de la madre y un retrato de esos amores que ahogan pero que también forjan destinos.
Sabla Pillado. La voz de Galicia, sábado 1 de septiembre de 2018

domingo, 23 de septiembre de 2018

Vichy, 75 años a la sombra de Pétain, 2

Tras la liberación y el encarcelamiento o ejecución de los líderes de la Francia de Vichy, la ciudad nunca más pudo quitarse el estigma. Han pasado las décadas. Cada vez sobreviven menos testimonios de aquel periodo. Sucesivos presidentes franceses han asumido que la Francia de Vichy era en realidad Francia, a secas. Cuando salen al extranjero, los habitantes de Vichy se han acostumbrado a que sus interlocutores la asocien a las aguas termales o los productos cosméticos que llevan su nombre. En Francia arrastra la incómoda maldición. ¿Qué hacer? ¿Asumirla?, ¿Desentenderse?
Aunque nunca vaya a regresar la Belle Époque y a los tiempos de Napoleón III que la convirtió en capital del reposo decimonónico, cuando la aristocracia pasaba los meses de verano descansando, escuchando óperas y viendo y dejándose ver, Vichy es aún destino turístico. Pero más tranquilo, menos concurrido, con un ritmo perezoso y un aire provinciano de clase media...
Entrar en la Ópera produce una sensación extraña: el teatro que antes de la guerra competía con los de París, pero también el escenario donde el 10 de julio de 1940 se reunió la Asamblea Nacional para disolver por una mayoría abrumadora, la III república y entregar los plenos poderes a Pétain. Vichy es un palimpsesto, un texto que oculta otros textos. O, como escribió el periodista norteamericano Adam Nossiter, que en el libro The Algeria Hotel escudriñó las sombras de la ciudad, un trompe l'oeil, un trampantojo multidimensional.
Existe el Vichy de Napoleón III, el del mariscal Pétain y también el Vichy de 2018, una ciudad donde los laberintos de la memoria son un eco remoto.
Cuando llegó a Vichy en 2016 tras un periplo por Libia, el Mediterráneo e Italia, Ahmed Khanis no sabía nada de aquella historia. Para este refugiado sudanés de 28 años, hincha del Real Madrid, camionero de profesión y cantante de vocación, Vichy era una ciudad sin ninguna connotación, un nombre más. Tuvo la fortuna de cruzarse con Pablo Aiquel, un periodista de origen chileno que había aterrizado allí una década antes. Aiquel que es ciudadano francés -además de chileno y venezolano- y tiene profundamente interiorizados los valores de la liberté, égalité, fraternité , enseñó francés a Khanis y a otros recién llegados, y les echó una mano para crear el grupo musical Soudan Célestins Music.
No es que Vichy celebrase la llegada de los refugiados, pero tampoco los recibió con hostilidad. Y también esto es Vichy: la ciudad abierta donde la extrema derecha tiene poco apoyo, la provincia que raramente sale en las noticias, la Francia hospitalaria donde la llegada de inmigrantes no provoca psicodramas sino que se gestiona con realismo.
Marc Bassets. El País, viernes 24 de agosto de 2018.

sábado, 22 de septiembre de 2018

Vichy, 75 años a la sombra de Pétain

Cada calle cada esquina, cada edificio esconde una historia, un personaje, un drama que muchos preferirían olvidar, pero que nunca acaba de desaparecer. Los fantasmas del periodo más oscuro de la historia del país siguen vagando por Vichy, la ciudad conocida por sus aguas termales y sus palacetes de la Belle Époque y que, entre 1940 y 1944 se convirtió en la capital de la Francia colaboracionista con la Alemania de Hitler. En Vichy el pasado se ve y no se ve. Los turistas que visitan los establecimientos de aguas, pasean por los jardines levemente decadentes o asisten a algún espectáculo musical en la vieja ópera art-déco, recorren al mismo tiempo un escenario siniestro y criminal: el de los ministerios y salones desde los que el mariscal Pétain y su equipo pusieron en marcha un Estado autoritario que sometió Francia a Hitler y cooperó con los nazis en la persecución de los judíos y el Holocausto. 
"No hay que negar o esconder este periodo, pero sí recordar que es un episodio de nuestra historia, y sobre todo un episodio de la historia de Francia más que de la ciudad", dice el alcalde, Frédéric Aguilera, un político de centroderecha y miembro del partido Los Republicanos, aunque de talante macroniano. A los 43 años, este nieto de inmigrantes españoles representa una generación de vichyssois -gentilicio que coincide con el nombre de la sopa- para los que la guerra queda lejos. Argumenta que los años en que Vichy fue capital de Francia es una parte pequeña en una historia de siglos de su ciudad. Y señala la injusticia de que se caracterice como régimen de Vichy lo que en realidad fue un régimen francés. Por eso no es partidario de crear en la ciudad un museo exclusivo dedicado a esta etapa, y si uno de historia que incluya y estudie el pétinismo. Que el Gobierno se instalase en esta ciudad de 25.000 habitantes -la población casi no ha variado- no fue responsabilidad de los vichyssois, se escucha en todas las conversaciones sobre este asunto en Vichy. La decisión respondió a otra lógica. Una vez ocupado medio país, incluido París, por los alemanes, los gobernantes franceses necesitaban una capital provisional. Vichy ofrecía una infraestructura óptima, con centenares de hoteles que podían alojar a los ministerios y buenas conexiones telefónicas internacionales, además de líneas ferroviarias.
"Se habla con frecuencia de las atrocidades y los crímenes de Vichy, pero Vichy no tiene nada que ver", dice Paul Péronnet, un hombre de negocios jubilado que nació y creció en la ciudad. Péronnet tenía nueve años cuando el Gobierno se instaló allí. Recuerda la escasez de comida, la represión contra la resistencia y también la veneración inicial de muchos franceses por Pétain, que era el héroe de la Primera Guerra Mundial. "Yo lo veía cuando iba a la iglesia. Lo tenía tan cerca que veía  lo que él y su mujer daban cuando pasaban el platillo, 100 francos. Nos parecía mucho dinero", recuerda.
Hay topónimos malditos. Ninguno alcanza a Auschwitz, que resume lo peor de lo que es capaz el género humano. En Francia, lo más parecido podría ser Vichy...
Marc Bassets. Vichy. El País, vienes 24 de agosto de 2018 

viernes, 21 de septiembre de 2018

La vida bajo presión del "dj"

Giras interminables, la gran promoción y noches sin fin condicionan la música electrónica que ha perdido este año a estrellas como Hardwell, retirado, y Avicii, que se suicidó.
"La gente tiene la impresión de que estamos siempre divirtiéndonos. Es verdad que es una parte importante de nuestra vida y es increíble hacer lo que te apasiona, pero en este trabajo nunca paras", afirma David Guetta, que el pasado miércoles presentó en Madrid su nuevo disco, 7, mientras no para de hacer giras por el mundo. El dj francés, uno de los más famosos y multimillonarios, asegura que la muerte de Avicii, del que era amigo y con el que compartió escenario, fue "una llamada de atención a todos nosotros". "Lo hemos sentido muy fuerte. Yo he cambiado mi vida y va a influir en muchos artistas", explica. Repleto de festivales y clubes en todos los continentes, el negocio de la música electrónica puede ser voraz. Las estrellas del dance y el techno superan los 150 conciertos por año, una cifra que duplica las actuaciones que dan bandas o artistas del pop y el rock más comerciales durante una gira. "Hoy estoy en Madrid, ayer en París, todo el rato haciendo promoción. Pero el lunes estaba pinchando en el hotel Ushuaïa y el jueves en Pachá (ambos en Ibiza), el fin de semana en Oriente Próximo... Y también estoy trabajando en un remix para las Navidades. Hago todo al mismo tiempo. Es demasiada presión. No te deja nada para tí. Todo es para otra persona. Este trabajo no te deja vida personal y eso es duro", confiesa Guetta...
Fernando Navarro. Madrid.El País, domingo 16 de septiembre de 2016

jueves, 20 de septiembre de 2018

El escritor del momento: Joel Dicker

Era (él dice que aún lo es) una de las promesas de las letras francesas, aunque el éxito parece haberlo metido en el agradable bucle que supone repetir la fórmula del éxito. Vuelve Joel Dicker: "Mi carrera va por delante de mí". Cuando Joel Dicker (Ginebra, 1985) tenía 19 años escribió un cuento que tituló El Tigre. Poco después  decidió presentarlo a un concurso de relatos. No obtuvo el primer premio pero los organizadores le llamaron para ofrecerle uno de consolación  y así poder publicarlo. La razón que le dieron fue que el jurado sospechaba que podía ser un plagio. Algún tiempo después Dicker acudió a la ceremonia de entrega de premios, en Bruselas, y le preguntó al jurado qué pruebas tenían del presunto plagio. "Ninguna -le contestaron-, pero es muy extraño que alguien con menos de 20 años haya escrito este cuento". Antes de que el joven autor montara en cólera, el miembro del jurado con el que estaba hablando le espetó: "No te preocupes porque si realmente lo has escrito tú, ganarás el premio Goncourt antes de cumplir los 30 años". El pronóstico se cumplió sólo a medias. Joel Dicker ganó en 2012 el Goncourt des Lycéens, que es la versión juvenil del premio más prestigioso de las letras francesas. Pero aún se le resiste el gran galardón, que ya no ganará con menos de 30. Tal vez ya no le importe tanto, después de vender millones de ejemplares, sobre todo de su primer gran éxito, La verdad sobre el caso Harry Quebert...
La aparición ante el gran público de un escritor joven, talentoso y asequible generó enormes expectativas que Dicker devolvió con El libro de los Baltimore, donde recuperaba a su protagonista para contar una historia familiar con una fórmula no tan diferente  a su éxito anterior. La desaparición de Stéphanie Mailer es una entrega más. "No todo lo que tiene éxito es forzosamente malo" decía el autor hace dos años. Con frecuencia deja también señales de que sigue con los pies en el suelo: "Aunque se ve la faceta de autor que ha vendido muchos libros, todavía me siento como un joven autor al que los editores le han rechazado más libros de los que le han publicado, un joven autor que está aprendiendo el oficio y todavía tiene que aprender mucho y hacer más de lo que ha hecho"...
Jorge Casanova. La Voz de Galicia, viernes 17 de agosto de 2018

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Faire plus pour ceux qui ont moins

Acusado de ser el presidente de los ricos y de gobernar con políticas liberales, Emmanuel Macron intentó ayer dar un giro social a su presidencia con un plan para combatir la pobreza en Francia. Macron promueve un "nuevo Estado de bienestar" que rompa con lo que llamó "el bucle de la fatalidad social". El plan, centrado en la infancia y la juventud y en la búsqueda de alternativas a la distribución de subsidios, supone el primer gran anuncio de un curso político marcado por la caída en los sondeos del presidente, la deserción de su ministro más popular y la ralentización de la economía.
Francia es hoy el país europeo que más recursos dedica a la protección social, un 32,1% del PIB, según datos del Ministerio de las Solidaridades y de Sanidad. Y es uno de los Estados con una tasa de pobreza más, un 13,6%. El avanzado sistema de protección social y fiscal contribuye a hacer de Francia uno de los más igualitarios de la UE. Vista así, la política contra la pobreza de los Gobiernos franceses de las últimas décadas podría considerarse un éxito. Y lo es, según Macron, a la hora de atenuar el coste existencial de vivir con ingresos inferiores al 60% de la media nacional...Lo es menos, en cambio, a la hora de permitir a los pobres dejar de serlo..."No se trata de ayudara los pobres a vivir mejor en la pobreza sino de ayudarlos, de acompañarlos para que salgan de ella", dijo Macron ayer en un discurso en el Museo del Hombre..."Quiero darles a las personas pobres la posibilidad de elegir entre dejar de serlo, y no de serlo un poco menos"...
Marc Bassets. París. El País, viernes 14 de septiembre de 2018  

martes, 18 de septiembre de 2018

Regreso a Orsay

Hoy es el 27 de septiembre de 1900. Dos amigos, con traje negro, sin un duro y ganas de comerse el mundo, es decir, París, acaban de bajar del tren. Vienen de Barcelona, bulliciosa y avanzada. Uno es un joven que abraza con pasión anarquismo y alcohol, Carlos Casagemas. El otro está apunto de cumplir 19 años y lleva en la maleta unos pasteles firmados P.R. Picasso. Pronto olvidará las iniciales de su nombre y del apellido paterno, Ruíz. Este, profesor de dibujo, ha tratado de formarle en el academicismo pero el hijo quiere más.
Los dos artistas llegan a la estación de Orsay. Reconvertida en museo, hoy abre sus puertas a Picasso azul y rosa. Más de 300 obras, hechas antes de cumplir los 25 años. Acontecimiento cultural del otoño. Una colaboración entre el Museo d'Orsay y el Picasso de París, cuyo presidente Laurent Le Bon, es el comisario, y la fundación Beyeler (Suiza). 
Nuestros protagonistas, cuyas peripecias les relato de la mano de Pierre Daix (Picasso, Pluriel) y Gilles Plazy (Picasso, Folio) no se hospedaron aquí. Por la misma razón que Azorín sólo aguantó unas noches. Era caro. El escritor describió la chimenea de mármol blanco de su cuarto, el reloj eléctrico, "el piso muellemente alfombrado" y se sorprendió con agrado de que no se oyera el fragor de las locomotoras.
El museo señero del XIX acoge hoy el primer Picasso que se busca aún. Reciben tres autorretratos. El que ilustra esta reseña, el artista con el cuello subido del abrigo, envejecido y barba pelirroja, como su admirado Van Gogh. A ambos lados, el célebre Yo Picasso, con un fular fauve y el sobrio de 1906. Cinco años, tres estilos. Y esos ojos como carbones que van a abrasar el arte...
Iñaki Gil. París. El Mundo, martes 18 de septiembre de 2018

lunes, 17 de septiembre de 2018

Assayas y Juliette Binoche en Venecia

Olivier Assayas ofreció en Venecia, bajo la forma de una comedia tersa,sutil, muy alleniana
O. Assayas y Juliett Binoche
ahora que Allen semeja proscrito, un relato de fondo de hondura exacerbada: el del fin de la era analógica, del libro, de las ideas fuertes, del compromiso intelectual. Es Non Stop algo así como El gatopardo del cambio de paradigma del siglo XXI como fin de ciclo de la nobleza del espíritu creativo anterior a los nativos digitales, que se aprestan a devorar el papel y el alma, como pasto de tiburones. La grandeza de Assayas y sus actores sensacionales encabezados por Juliette Binoche reside en que ese discurso complejo está expuesto con la liviandad de una elegantísima comedia de enredos amorosos, un vodevil en que sus protagonistas son los últimos mohicanos del tiempo de las almas sensibles anteriores a la canibalizadora era digital. 
Y es un prodigio ese equilibrio que Assayas y sus divertidísimos walking deads, escritores en papel, editores románticos, actrices que se niegan a hacer más series de policías donde el éxito las convierte en virales y se suicidan protagonizando Antígona en un teatro con un director belga. Hay una certera línea de continuidad entre la obra anterior del cineasta, aquel arriesgadísimo filme de fantasmas en los tiempos del WhatsApp llamado Personal Shopper y este coral canto del cisne de los creadores anteriores a la brecha del siglo...Y asistimos a lo que es una elegía , la ceremonia de los adioses de estas criaturas sobrepasadas por el tiempo gélido y digital, servida como una cálida, grácil, mordaz oda al cine, a la literatura y a bel morir.
José Luis Losa. Venecia. La Voz de Galicia, sábado 1 de septiembre de 2018

domingo, 16 de septiembre de 2018

Rumbo a la Normandía de Proust, 2

Balbec
Mi ruta para el segundo día es desandar el camino en tren desde Illiers hasta Chartres, y desde allí en Blabacar hasta Cabourg, en Normandía: el Balbec de La Recherche. Si Centro-Valle del Loira es el granero de Francia, Normandía es la leche y el calvados. Pero antes, en Chartres tengo tiempo para visitar una de las catedrales góticas más hermosas del mundo. La rodeo y  la sensación  que tengo es que sin esta catedral, sin estos entornos arquitectónicos que Proust conoció muy bien, La Recherche tal vez no hubiera existido. En la costa de Normandía me espera el Grand Hôtel...Nada más atravesar la puerta giratoria me encuentro con las elegantes escaleras que llevan al ascensor. Esta es otra de las escaleras fundamentales de La Recherche: la imagen de Proust con su abuela llegando al hotel y subiendo asombrado en el reciente invento del ascensor. Me aplico a disfrutar del encanto de un hotel de la belle époque que se conserva intacto desde que en 1907 se construyera sobre las ruinas del antiguo hotel en el que Proust solía alojarse con su abuela y su madre cuando venían a la playa desde París. Nada más llegar a mi habitación me entero de que me han dado la 404 y que la de Proust está al lado. Le pido a la directora del hotel que me la enseñe y que damos para el día siguiente...
La playa es de una llanura infinita, como un campo gris y azul. Una multitud de humanos invade el malecón. ¿Pero dónde están Albertine y sus compinches? ¿Dónde están esas jóvenes ninfas que desfilaban arriba y abajo por este paseo?...
En el 102 del bulevard Haussmann de París la casa a la que se mudará después de la muerte de su madre, se entregará por fin a su obra. En 1910, a causa de las inundaciones del Sena tiene que abandonarla y será Cabourg el lugar elegido para pasar los meses necesarios para el acondicionamiento del piso. Será la base para su recreada Balbec, la villa de veraneo que aparece La Recherche, y donde seguramente empezó a anticipar el beso de la muerte, en el mismo lugar donde se había iniciado en los placeres del amor.
En su cuarto, la famosa habitación 414, se conservan manuscrito de su puño y letra. Siguió viniendo aquí durante 10 años, hasta 1917 y aquí conoció al gran amor de su vida, el adorado Agostinelli, un joven de la zona al que contrato como chófer para que le llevara a pasear por todos los pueblos de la costa cuando acababa de inventarse el automóvil. Agostinelli le exprimirá hasta la muerte. El es el modelo de Albertine la fugitiva...La muerte de su esquivo amante, el hombre que representó la suma belleza y el mayor de los fracasos y la eclosión de la Primera Guerra Mundial que asola Europa y que se lleva por delante a sus mejores amigos, aboca a Proust al agujero de la escritura, que crece y crece desde dentro, reflexionando sobre el amor, los celos, la homosexualidad, la historia, el arte.
En ese momento él ya ha publicado el primer tomo de su obra, Por el camino de Swann, y ya ha recibido el Premio Goncourt, pero debe esperar a que termine la contienda para seguir publicando. Es esa guerra la que hace que La Recherche se dilate. Y no es arriegado pensar que aquí en Cabourg, se puso en marcha, en círculos concéntricos, el mecanismo de recuperación de la memoria, frente a este mar donde el se refugia de lo que ya no vuelve...La guerra termina en 1917 y Proust vuelve a París, pero ya es otro París, ya es otra historia. Él morirá cinco años después, pero habrá recuperado todo el tiempo perdido en los salones de los snobs y en los tugurios de la noche. Tres mil páginas escritas para salvarse de una realidad que nunca le podría dar los goces de la literatura...
Luisa Castro. Escritora y directora del Instituto Cervantes de Burdeos.
El Viajero. El País, viernes 31 de agosto de 2018 

sábado, 15 de septiembre de 2018

Rumbo a la Normandía de Proust

La Maison de Tante Léonie
Llegué a Illiers desde París en tren, agotada, cansada, eso es todo lo que recuerdo. Pero no recuerdo ver  la iglesia que Proust no se cansa de describir en el primer tomo de En busca del tiempo perdido. Mi alojamiento está al lado de la iglesia de hecho, pero así es el mundo, cuanto más cerca, más lejos, y cuanto más pequeño, más inabarcable. Eso mismo debió de sentir Proust, una inmensidad tal en sus veranos de niño que sólo recordarlo le llevó a emprender la hazaña más descomunal de la literatura del siglo XX... Paso por la calle principal del pueblo, la Rue du Docteur Proust, y no me entero. Paso por delante de la casa de sus abuelos y no quiero verla. Tuerzo a la izquierda, en dirección a la casa de la tía Léonie. La Maison de Tante Léonie es el lugar exacto de la escena inicial de En busca del tiempo perdido, ese momento en que el niño Marcel, desde su cama, espera que su madre despida al señor Swann y suba a darle un beso de buenas noches. Es una casa del siglo XIX, la casa de los Amiot, comerciantes del pueblo con los que la tía ha emparentado. Visitamos las habitaciones donde tante Léonie yacía enferma aquejada del mal de los hipocondríacos. Es ella la que aloja en su casa a Marcel, a su hermano Robert y a sus padres durante los veranos en Illiers-Combray. Y ahí está el cuarto de Proust de niño y la ventana desde al que tante Léonie le daba significado a todo y que será el mayor aprendizaje que  Proust adoptará en la segunda parte de su vida, la técnica de su escritura, la del encamado que gira y gira sobre su órbita, mientras ve desfilar al otro lado de los cristales a los personajes de su vida...
Quiero perderme sola por los andurriales que Proust conoció y enseguida los encuentro. El Jardín du Pré-Catelan, diseñado por tío Jules y que sirvió de modelo para los jardines de la mansión de Swann. Y los caminos que bordean los campos de avena y trigo, cruces de caminos que dan a su vez a otros caminos que llevan a Mésèglise, Tansonville, Guermantes...Los recorro en la más absoluta soledad y paso por el seto de flores de espino donde el niño Marcel se encuentra con Gilberta, la hija de Swann en su libro...Estoy en pleno centro neurálgico del mundo desdoblado que nos presenta Proust en La Recherche, un mundo de dos caminos, el de Swann y el de Guermantes , el de la aristocracia y el ancien régime y el de la alta burguesía a la que él pertenece...He cruzado el río, he dejado atrás el camino de Vinteuil y me oriento otra vez hacia la plaza del mercado. La iglesia esta ahí, Saint-Jacques. ¡Y de pronto me doy cuenta de que estoy en un granero! Un prodigioso granero de una sola nave cuyo interior me conmueve por su simplicidad...Miro el techo. Tiene la iglesia una decoración ahí arriba, en la bóveda, que me deslumbra. Sus colores refulgen como soles policromados. Parece toda una narración  y no un templo cristiano...Hay algo en este lugar que abriga y contiene la totalidad del exterior, como si los campos de afuera, todo ese inmenso granero que es la región de Centre-Val de Loire viniera a almacenarse aquí... No es una mala coincidencia, Proust y el pan. Y La recherche, como un inmenso granero, un enorme clasificador...
Luisa Castro. Escritora y directora del Instituto Cervantes de Burdeos
El Viajero. El País, viernes 31 de agosto de 2018

viernes, 14 de septiembre de 2018

Borgoña en el Festival de Música Antigua de Utrech

Josquin Desprez
Pocos discreparán de que la polifonía renacentista es una de las creaciones más sofisticadas concebidas por el ser humano. Fue más de un siglo y medio de creaciones portentosas, plagadas de referencias cruzadas y homenajes, de una complejidad que nos deslumbra hoy tanto como entonces y que, bien interpretadas, provocan emociones estéticas incomparables con las que suscita cualquier otro tipo de música. Hay muchas maneras de darle vida y el Festival de Música Antigua de Utrecht ha sido durante los últimos 10 días un escaparate perfecto de aproximaciones muy diferentes para rememorar "la vida borgoñona" a finales de la Edad Media y comienzos del Renacimiento, un lugar y una época que fueron testigos de un florecimiento cultural inusitado en el que la música, mucho más que ahora, ocupaba un lugar central. 
El compositor más frecuentado ha sido, por méritos propios, Josquin Desprez, el "príncipe de los músicos", como aparece ensalzado en Musae Jovis, el lamento fúnebre que compuso tras su muerte Nicolas Gombert. En el tramo final del festival, la Cappella Mariana ha sido, con mucho, el grupo que ha lucido unas credenciales polifónicas más sólidas y emocionantes. El viernes por la noche, en la Pieterskerk, ofreció tan sólo dos obras: el imponente motete Miserere mei Deus, a cinco voces, una de las cimas del arte de Josquin, y la Missa pro defunctis in Memoriam Josquin Desprez, de su más que probable discípulo Jean Richafort, que en el Gradual y en el Ofertorio cita la música de un fragmento de una chanson  de su maestro con un texto autoexplicativo:"C'est douleur sans pareille"/ "Es dolor sin igual". El grupo que dirige Vojtech Semerád, cinco extraordinarios cantantes checos y el gran contratenor belga Daniel Elgersma, logró la hazaña de mantener la concentración expresiva en todo momento en una interpretación flexible y técnicamente perfecta en la que el texto, a pesar de la complejidad contrapuntística, se entendió siempre con una claridad cristalina y en la que la música avanzó initerrupidamnete con fluidez, dos requisitos imprescindibles de cualquier interpretación polifónica que se precie de hacer justicia al original...
La muerte, el ars moriendi, el bien morir, ha estado muy presente estos días en Utrecht y el festival se cerró el domingo en el Vredenburg con la Messe des Morts de Jean Gilles que se interpretó en 1764 tras la muerte de Jean-Philippe Rameau, ya utilizada previamente en las exequias del propio Gilles, de André Campra y del rey Luis XV... Menos mal que hay vida después de la muerte y, tras tan luctuoso final, el festival ya ha anunciado que tras Borgoña , el destino de 2019 será la luminosa Nápoles, otro lugar que nos toca muy de cerca por razones históricas y que augura un tipo de emociones muy diferentes a las vividas este año.
Luis Gago. Utrecht. El País, martes 4 de septiembre de 2018

jueves, 13 de septiembre de 2018

Llega el rey cuando quiere

Pierre Michon
De su generación, Pierre Michon parece reunir todas las condiciones para encarnar, como ningún otro, la utopía del "último escritor" que imaginó Maurice Blanchot. Es una sospecha que se abre a lo largo de Llega el rey cuando quiere, el libro de conversaciones con Michon que ha publicado la editorial Gerundense WunderKammer (traducción de María Teresa Urrutia).
Blanchot decía que "el último escritor" era aquel que intuía, con conocimiento de causa, que de uno u otro modo, todos lo eran. Y Michon es alguien bien consciente de esto, con su larga risa de todos estos años, con su maravillosa risa de fondo que no acaba de explicarse sin su pasión por la literatura:"Lo que quiero por encima de todo es a la literatura, los libros, los autores, me paso la vida en compañía suya. Pero en una zona más honda, de todos estos autores, de los que me gustan, de los que estimo, de los que idolatro, de los que no me gustan, tanto de los que se creen muy listos como de los que van de tartufos, de los avispados y de los crédulos, de los chantajistas y de los mendigos, en una zona mucho más honda, de todos nos reímos. Hay en todo lector una vocecita que por lo bajo dice a lo que está escrito: ¡anda ya!".
De todos nos reímos porque conocemos la incertidumbre, el temblor de fondo de lo que hacemos y escribimos. ¿Quién está seguro de algo? ¿O no han oscilado todos los "últimos escritores"de ese siglo entre su impresión de incapacidad y de impostura (los más honestos preguntándose por qué iban a ser precisamente ellos los que dejaran constancia, más que cualquier otro escritor, de la totalidad del ser) y el deber que tenían pese a todo?
Negar la impostura es absurdo desde que la escritura quedara establecida -más o menos por Flaubert y por Mallarmé, e incluso antes de ellos- como un fin en sí misma, sin Dios, sin justificación externa, sin ideología que la sustentara, como un campo autónomo. Desde que así quedara establecida la gran literatura, los escritores pasaron a ser conscientes de su paradójica fragilidad: no podían alegar más autoridad que la propia, pero sabían que precisamente ahí estaba la fuerza de esa disciplina, la literatura, pensada para personas con coraje que aceptan situarse sin muletas, solos frente a la totalidad del ser.
Todavía estamos rodeados de personajillos con muletas, que serían felices de hacernos sentir culpables por no haber tomado el buen camino, aunque ya saben ellos que no hay buen camino. Para Michon, "último escritor"de su generación, la literatura está siempre en otro lugar, habla del mundo que le es contemporáneo sin hablar de él, y está fue la mejor lección de Flaubert. Porque cuando la lectura habla del mundo de forma representativa tiene que ver con el texto periodístico o sociológico, y esa es al gran debilidad de, por ejemplo, la literatura norteamericana posterior a Faulkner. La literatura dice Michon, es uno de los lugares donde podemos permitirnos no ser contemporáneos, sino del hombre. 
Enrique Vila-Matas. Café Perec. El País, martes 4 de septiembre de 2018

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Paz en la guerra de la vieira

Profesionales británicos y franceses sellaron la paz en la guerra de la vieira -que en agostoprovocó enfrentamientos entre pescadores de ambos países-, renovando el pacto que había para la especie de las costas de Normandía en años anteriores y que en este ejercicio los franceses se negaron a firmar. "Hemos renovado el acuerdo de 2017" para los barcos de más 15 metros eslora y está encaminado el que afecta a los de menor envergadura, explicó Gérad Romiti, presidente del comité de pescadores de Francia. Las negociaciones se prolongarán otras 48 horas para acabar de definir compensaciones para los pescadores británicos.
"Queremos la paz, que todo el mundo vuelva al trabajo tranquilamente; después nos veremos el año que viene para discutir sobre nuestras relaciones", dijo el presidente del comité de pescadores de Normandía, Dimitri Rogoff, en el inicio de la reunión en Londres. También Mike Park, responsable de la unión de profesionales escoceses Scottish White Fish Producers Association, había dicho que esperaba que la reunión "desembocase en acuerdo".
La tensión entre los productores de vieira de ambos lados del canal de la Mancha existe desde hace tiempo. En los últimos 5 ejercicios se habían concluido acuerdos anuales para apaciguar las relaciones pero este año los franceses se negaron a firmarlos. Ocurre que el pacto imponía a los barcos de más de 15 metros el calendario francés -pueden pescar vieira entre el 1 de octubre y el 15 de mayo- y las mismas reglas de explotación que los galos, pero estos acusaron a los británicos de fletar barcos más pequeños para saltarse el acuerdo y por eso no lo suscribieron, Rogoff afirma que esa ausencia de tratado fue aprovechada por los británicos para intensificar la pesca y "pasaron de extraer 2000 toneladas a capturar 35.000" cuando en Francia se extraen 30.000". El conflicto no afecta a los pescadores españoles, pero el presidente de la Federación Galega de Cofradías, Thomas Fajardo, se posicionó con los franceses. A fin de cuentas los británicos se van a ir de la UE, "así que hay que apoyar a los que quedamos. Si los ingleses se van, bye, bye ".
AFP. Londres. La Voz de Galicia, jueves 6 de septiembre de 2018 

martes, 11 de septiembre de 2018

Gauguin en Bilbao

Lavanderas en Arlés
El Museo de Bellas Artes de Bilbao celebra su 110º aniversario con una exposición de 110 obras maestras de su colección este Gauguin costumbrista: Lavanderas en Arlés. Pintó el cuadro durante su estancia en Arlés, en el sur de Francia, adonde acudió invitado por Vincent Van Gogh para formar un grupo artístico. Gauguin creó dos versiones de Lavanderas en Arlés: una la realizó con una vista muy abierta; la otra es el cuadro que se expone, una versión radicalmente diferente con una vista más cerrada a modo de zoom, casi claustrofóbica, sin horizonte, y con una composición muy asimétrica. La escena está pintada con óleo sobre yute. Los tonos suaves se alternan con otros más vivos. Al azul y al blanco los acompaña un verde intenso, un pigmento elaborado a base de cobre que tuvo muy buena acogida entre los artistas de la época. También resaltan el vivo color rojo y el naranja que representan un árbol en el otoño. Las figuras ya no son estilizadas, se reducen a formas bastas y redondeadas que transmiten la idea de rigidez y pesadez en el movimiento de las mujeres. Se nota que Gauguin empieza a desmarcarse del impresionismo. El canal de Roubine du Roi no ha sido solamente escenario para los cuadros de Gauguin, sino que también ha inspirado a Van Gogh, quien pintó también allí sus propias Lavanderas...
"No copies la naturaleza literalmente -dijo Gauguin cuando ya se alejaba del impresionismo del que provenía- el arte es una abstracción". Su estilo posimpresionista se caracterizó entonces por la austeridad en la composición, sus formas grandes y las líneas verticales que definían forma y contorno. Quería mostrar la armonía entre  hombre y naturaleza. Le atraía lo primitivo, los nativos de la Polinesia y el arte folclórico. Sus obras influyeron en Van Gogh, Matisse, Picasso, el cubismo y el fauvismo, entre otros.
Suzana Mihalic. XLSemanal, 19 de agosto de 2018

lunes, 10 de septiembre de 2018

Oficina de infiltrados

Mattieu Kassovitz, protagoniz la serie.
En Oficina de infiltrados, el relato de espías que algunos han considerado la mejor serie francesa de la historia, los agentes secretos raramente participan en persecuciones espectaculares, las secuencias de tiroteos y explosiones son escasas y los protagonistas están lejos del arquetipo de James Bond. El título original de la serie, que empezó a emitirse en 2015 y próximamente estrenará su cuarta temporada, es Le Bureau des légendes/La oficina de las leyendas. Como su nombre indica los héroes de esta ficción televisiva son burócratas u oficinistas. Pero oficinistas con sentimientos, burócratas que se enamoran. Y es así, con el factor humano como se tuerce todo. Porque esto es Francia, el país que sacraliza el Estado y donde gobierna la casta de los altos funcionarios. Y el país, también, al que le gusta recrearse en el lugar común de la patria de la seducción. 
Es lógico, por tanto, que estos James Bond franceses pasen gran parte de los capítulos sentados en sus despachos ante los ordenadores o discutiendo en salas de reuniones. Y se entiende que en Oficina de infiltrados el trabajo de los agentes sea ante todo una cuestión mental, un juego de espejos en el que al final nadie sabe quién es quién: como partidas simultáneas de ajedrez. Pero un ajedrez peculiar, en el que los sentimientos contaminan la razón, y viceversa...
Éric Rochant, factótum de Oficina de infiltrados y experimentado cineasta, reconoce su devoción por los thrillers estadounidenses de los setenta. Ha explicado que ve su ficción más cercana a El ala oeste de la Casa Blanca o a Mad Men que a tramas de espionaje como Homeland. Sus historias se inspiran también en las novelas del género que han dejado autores como John Le Carré o Robert Littell...
Marc Bassets. París. El País, lunes 20 de agosto de 2018

domingo, 9 de septiembre de 2018

La Familia Nobel

 
Hélène Langevin-Joliot rodeada de jóvenes estudiantes
Hélène Langevin-Joliot  (París, 19 de septiembre de 1927) pertenece a la única familia que cuenta en su haber con cinco premios Nobel. Su abuela Marie Curie obtuvo el preciado galardón en dos ocasiones, en 1903 uno de Física y en 1911 otro de Química. También contaron con esta distinción su abuelo Pierre, esposo de Marie, y sus padres Frédéric e Irène Joliot-Curie, que llevaban la ciencia a casa, como a su vez sus antecesores lo habían hecho con ellos (Irène y Frédéric se conocieron porque él era asistente de Marie). 
Quedamos con Hélène en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, donde su abuela Marie ocupa un lugar destacado en la exposición Mujeres Nobel. Hélène aparenta menos de los noventa años que tiene. Su mirada es curiosa y sus pasos ágiles. Viste pantalones, camisa de algodón y chaqueta de lana, todo muy sencillo. Sobresale un pañuelo anudado a su cuello. "Es de Hermès, muy antiguo, regalo de mi tía Ève", nos aclara.
Confiesa Hélène que lo que más le ha marcado fue vivir la II Guerra Mundial, mucho más que pertenecer a una familia con cinco premios Nobel, aunque llevar ese ADN familiar también le ha supuesto mucha presión social. La guerra fue un tiempo difícil para ella porque su madre estuvo enferma de tuberculosis entre 1935 y 1948 y no remontó hasta que se descubrió la estreptomicina. A su abuelo no lo conoció, tenía 7 años cuando murió su abuela Marie, una mujer cariñosa y dulce que jugaba con ella en el parque, la llevaba a pasear por la orilla del Sena, y la envolvía de amor y ternura. Fue a partir de los 15 años cuando empezó a tener conciencia de la importancia del trabajo de su abuela y de la repercusión que tenía el decir su nombre o el de sus padres en todo el mundo...
Hélène terminó el bachillerato con muy buenas notas. En su casa se hablaba de ciencia continuamente , y ella pensaba que era un trabajo fácil, así que se dejó llevar por aquel impulso y por la sensación de poder ser feliz a través de su profesión... "Nunca he pertenecido a ninguna asociación feminista"..."Yo estoy ligada con el comunismo desde un punto de vista intelectual"...
Al termina la guerra, Hélène comienza a trabajar en el laboratorio; se casa, tiene dos hijos y compagina la maternidad con su trabajo. En su familia la igualdad se da por hecha. "Cuando llegó en los años 60 el movimiento feminista para la igualdad entre hombre y mujer, yo ya la tenía desde que nací...Yo he descubierto los problemas de la mujer para incorporarse a la ciencia  y a la igualdad hace unos 30 años, porque nunca lo había vivido...
Hoy la vida de Hélène Langevin-Joliot transcurre plácidamente en su casa de las afueras de París."Sigo leyendo todas las revistas científicas y últimamente me interesa mucho el movimiento llamado La unión racionalista. Fui presidenta de este movimiento de 2004 a 2012. y sigo siendo la directora de la sección científica. Intentamos llevar la ciencia al público en general y especialmente a la juventud"..."Se trata de compaginar la ciencia con las humanidades, esa es la fórmula perfecta...
Paloma Sanz. El Mundo. Fuera de serie, domingo 7 de mayo de 2018

sábado, 8 de septiembre de 2018

La última "aldea gala"

La última aldea gala es un McDonald's de Marsella. Su particularidad es que los empleados del restaurante, los vecinos, los líderes sindicales y los políticos de izquierdas locales no boicotean, como habría ocurrido en otra época, a la multinacional por considerarla un símbolo de comida basura y del capitalismo sin rostro. No, este verano de 2018 llevan semanas protestando para conseguir que McDonald´s se quede en uno de los barrios con más paro, droga y violencia de la metrópoli mediterránea. 
Hace 20 años, en agosto de 1999, los campesinos liderados por el carismático José Bové destruían un McDonald's en la población de Millau. A Bové se le comparó entonces con un Astérix moderno, que, como el personaje del cómic, resistía en la pequeña aldea gala ante el asedio del Imperio Romano. Ahora, en Marsella, los activistas pelean por lo contrario: para que el McDonald's del barrio de Saint-Barthélemy no se desmonte. Pelean para que este McDonald's, donde trabajan 77 personas, algunas desde su apertura en los años noventa, no se venda y pase a manos de un empresario enigmático que quiere transformarlo en un restaurante de comida halal: quieren la comida norteamericana de toda la vida. "No combatimos a favor de McDonald's", precisa Tony Rodríguez, trabajador de otro McDonald's en Marsella y representante sindical. "Combatimos por lo que McDonald's representa para las personas del barrio"...
En Francia, país que se asocia a un antiamericanismo chovinista, el éxito de la comida rápida norteamericana es rotundo. La patria del foie-gras - y las 258 variedades de queso -que el general De Gaulle consideraba la prueba de su ingobernabilidad- adora chez McDo. Este es el país donde la cadena es más rentable después de Estados Unidos. La multinacional tiene 30.000 empleados en Francia, el 80% con contratos indefinidos, según la web de la compañía.
El restaurante del barrio de Saint-Barthélemy sigue abierto pese a las protestas, pero la entrada es una pequeña exposición de eslóganes y las ventanas están cubiertas por bolsas de basura. El líder sindical explica que, McDonald's en este barrio, es más que un restaurante de comida rápida. Es uno de los pocos lugares de encuentro entre los vecinos. Y más que esto: la empresa que puede dar la primera oportunidad laboral a jóvenes sin demasiadas perspectivas, "un trampolín", dice, para financiarse una buena formación profesional o los estudios universitarios. Y un escape a los peligros que para los adolescentes acechan en las malas calles del norte marsellés...
Marc Bassets. Marsella. El País, domingo 26 de agosto de 2018

viernes, 7 de septiembre de 2018

Las hermanas Labèque

Las hermanas Katia y Marielle Labèque 
Las hermanas Katia y Marielle Labèque nacieron en Bayonne, pero su vocación pianística les hizo abandonar el País Vasco Francés en un peregrinaje musical por París, Londres e Italia. Se convirtieron en el dúo de piano más prestigioso del mundo y conquistaron los auditorios más importantes, de Nueva york a Tokio. Pero la conexión con su tierra seguía ahí. Y es el deseo de volver a ella lo que ha motivado el proyecto Amoria, dedicado a la música vasca y navarra, que se materializa en un disco editado por Deutsche Grammophon y en un espectáculo que se estrenó mundialmente en la Quincena Musical de San Sebastián y que girará por Vitoria (13 de septiembre), San Juan de Luz (14), Bilbao (15 de noviembre) o Pamplona (28 de noviembre).
Amoria reúne piezas anónimas del siglo XVII con composiciones de Pablo Sarasate y un Bolero de Ravel tocado al piano con txalapartas. "Hemos buscado durante mucho tiempo en el Archivo Vasco de Música Eresbil. Y hemos encontrado música tradicional  muy ligada a la música clásica", explica Katia, la mayor de las dos Labèque. Así, en ese proceso de investigación destaca el descubrimiento de "Juan de Antxieta, un maestro de la polifonía del siglo XVI". Katia explica que la intersección que se plantea en Amoria  es aquella donde se cruzan las músicas populares con las cultas...La pianista recuerda que "compositores muy serios como Stravinsky, Bartok, Mozart y Schubert usaron la música tradicional para sus obras. No es una cosa nueva. Lo diferente es que los vascos lo han mantenido durante muchos siglos...Cada una de las piezas de este proyecto representa su siglo", en este viaje del XVI al XXI. "Pero es sólo una selección"...
Katia defiende que la música vasca es "de melodía muy rica" y pone como ejemplo la pieza más popular que aparece en Amoria, que es también la pieza más conocida de Maurice Ravel. "El Bolero es vasco más que español. Mucha gente piensa que viene de Andalucía, pero no. Tiene mucho que ver con la tradición vasca", explica...De hecho Ravel es quizá el pilar más importante sobre el que se sostiene Amoria, como indican las notas que acompañan al disco. "Su obra siempre estuvo muy conectada a las raíces de la música vasca. Siempre hablaba de su País Vasco y nadie como él era capaz de describirlo así. Así que nosotras teníamos ganas de hacerlo también"...
Darío Prieto. Madrid. El Mundo, miércoles 29 de agosto de 2018

jueves, 6 de septiembre de 2018

Vuelve Fouché, el señor de de las tinieblas

Fouché
La historia que cuenta este libro -publicado hace noventa años- ocurrió hace dos siglos. Sin embargo, cada nueva reedición de Fouché. Retrato de un hombre político, una de las obras maestras de Stefan Zweig, que vuelve a las librerías de la mano de Acantilado, es un pequeño acontecimiento literario. Joseph Fouché, lo sabe la historia, fue una de las claves de bóveda sobre las que se sostuvo la Francia revolucionaria y napoleónica. Feo, taimado, capaz de aliarse con todos y de traicionar a todos, República, Terror, Imperio y Monarquía, fue un Maquiavelo del siglo XIX que desplegó desde la Convención y después desde el Ministerio de la Policía todas las -malas- artes conocidas para conseguir permanecer siempre al lado del poder. pero el volumen escrito por Zweig, intelectual imprescindible del período de entreguerras, lleva al personaje a otra dimensión: gracias al genio del escritor austríaco, el lector se siente en medio de la Convención, cree escuchar a Robespierre, vive los discursos de Napoleón. En pocos textos el período revolucionario crepita como en el de Stefan Zweig. 
La biografía de Fouché (subtitulada en sus primeras ediciones como Un genio tenebroso ) se manifiesta en capas. La de arriba es la literaria: si se tratase sólo de ficción ya valdría la pena, por la calidad de la prosa del autor, llena de hallazgos y de un lenguaje riquísimo, gracias también a la impecable traducción de Carlos Fortea. Más abajo está la pura narración de los acontecimientos que sacuden Francia desde 1789 hasta 1820. La siguiente es la política, en la que se aprecian las maniobras de unos y de otros, con Fouché siempre en el centro. Y en el corazón, la psicológica, la más difícil de encontrar y en la que Zweig se apunta el mayor de los éxitos. Porque realmente Fouché es un tratado de psicología, la disección de la mente de un político de discreto origen que, trampa tras trampa, acaba siendo temido incluso por Napoleón, el emperador más poderoso de su tiempo, que lo odia  y, sin embargo, no sabe qué hacer cuando no lo tiene junto a él. Mantener siempre la sangre fría, golpear a tiempo y mutar de color como un camaleón son las claves que ofrece Zweig para entender a su biografiado, del que escribe: "Solo disfruta de una cosa en el mundo: del placer de la doblez, del ardiente estímulo y el excitante peligro del doble juego"...
Miguel Lorenci. Madrid. La Voz de Galicia, lunes 27 de agosto de 2018

miércoles, 5 de septiembre de 2018

La velutina en Francia

Nido de velutina
Francia fue el primer país donde desembarcaron las velutinas, en el 2004, como polizones en un carguero que transportaba madera desde el sudeste asiático hasta Burdeos. Ahora el país está completamente colonizado por la especie y la única posibilidad para luchar contra ella es controlar los niveles de población. Tras muchos años de búsqueda de métodos llegaron a la conclusión de que la medida más efectiva para combatir la plaga es la destrucción de nidos, pero resulta complicado detectarlos antes de que las avispas los abandonen. Para solucionar el problema, los investigadores del Instituto Nacional de la Recherche Agronomique  (INRA) y sus colegas ingleses de la University of Exeter han desarrollado una nueva técnica: equipar a los insectos con un dispositivo de localización y seguirlos hasta el nido. Aunque no es la primera vez que se intenta utilizar a las propias avispas como cebo, los científicos franceses han ahondado en esa técnica.
El proceso comienza con la captura de una obrera a la que colocan el transmisor colgando del abdomen, dentro de un cápsula. El artilugio tiene un alcance de 800 metros y pesa 0,28 gramos. Puesto que esta especie puede transportar cargas de hasta el 80% de su peso, los ejemplares que se seleccionan para realizar el seguimiento deben superar los 0,35 gramos. Los elegidos son entrenados para volar con el bulto adicional en una jaula antes de ser liberados. A partir de ese momento, solo queda seguirles el rastro hasta el nido, que puede estar situado en un radio de hasta 1330 metros desde el punto de partida de la obrera, que se convierte, involuntariamente, en infiltrada. Este modus operandi, propio de una película de espías, puede parecer complejo, pero se postula como un método prometedor para combatir la especie invasora al ser la primera herramienta que permite localizar los nidos antes de su abandono y, así, destruirlos tan pronto como sea posible. Según los investigadores, es la técnica más efectiva para el control de la plaga, ya que califican de ineficiente la otra vía que se utiliza actualmente, basada en la captura de las reinas.
Pero los científicos del INRA han ido más lejos y han detectado una cepa de hongos, concretamente el beauveria y el metharizium, que pueden infectar a las velutinas y resultar letales. Su utilización se complementaría con la técnica de ubicación de nidos, puesto que sería donde se inyectarían como agentes de control biológico para acabar con sus habitantes sin dañar el medio ambiente...
Cualquier invento, técnica o herramienta es bienvenida entre los que combaten la plaga asiática. Y con razón. Desde que entraron en el continente las avispas se han expandido sin freno y ya se ha detectado su presencia en ocho países. Portugal, Italia, Alemania, Bélgica, Holanda y Reino Unido se suman a España y Francia en la lista de territorios invadidos por la velutina.
Rebeca Cordobés. La Voz de Galicia, viernes 24 de agosto de 2018

martes, 4 de septiembre de 2018

El último viaje de Robert Kennedy

Foto de Fusco desde el tren  que llevaba los restos
de  Robert Kennedy a Washington
Robert Kennedy hizo su último viaje subido a un tren. Fue el 8 de junio de 1968. Dos días después de su asesinato en un hotel de Los Ángeles, tras haber ganado las primarias demócratas en California, un convoy funerario condujo los restos mortales del senador desde la catedral de San Patricio, en Nueva York, hasta el cementerio militar de Arlington, en las afueras de Washington, donde sería enterrado. El fotógrafo Paul Fusco, futuro integrante de la agencia Magnum, se encontraba en ese tren. Las imágenes que recogió a lo largo de aquel viaje son recordadas este verano en el 50º aniversario del asesinato de Kennedy, en dos exposiciones distintas, en Nueva York y Arlés. Ambas rememoran aquel día en que la población salió a la calle para despedirse de un político que logró suscitar un ápice de esperanza en un tiempo marcado por la violencia y las tensiones raciales, tras la muerte de su hermano, el presidente John Kennedy, cinco años atrás, y la de Martín Luther King, solo dos meses antes. El asesinato de Bobby, perpetrado por un palestino desequilibrado que dijo haber actuado por su país, dejó claro que la oscuridad era total. "Hay vidas que tienen el valor de iluminarse cuando llega la muerte", escribió una vez Norman Mailer sobre ese hombre "con dientes de conejo y "ojos de un azul lechoso", a quien el pueblo estadounidense terminó amando "cinco veces más estando muerto que vivo",
Ese día Fusco -que nació en Leominster (Massachusets) hace 88 años- había llegado temprano a la redacción de Look, la revista ilustrada para la que trabajaba como reportero. Era sábado, una jornada tranquila. Hasta que su editor llamó al despacho. "Paul, hay un tren que sale de Penn Station para llevar el féretro de Bobby a Washington. Súbete", le ordenó. El fotógrafo se armo de dos Leicas, una Nikon y 30 carretes Kodachrome. Su cometido era retratar las dos ceremonias oficiales....
"Funcionaron mal como fotografías de actualidad, pero muy bien como documentos históricos... En general fueron descubiertas y celebradas con retraso" expresa Clément Chéroux, conservador de fotografía del Museo de Arte Moderno de San Francisco y comisario de la muestra The Train, que recupera las copias originales de Fusco en el marco de los Encuentros de Arlés, festival fotográfico de referencia que se celebra en la ciudad francesa hasta el 23 de septiembre. La exposición también indaga en la influencia de esta serie exhumada en otros artistas...
Álex Vicente. El País, sábado 25 de agosto de 2018

lunes, 3 de septiembre de 2018

La belleza triste del western según Audiard

Fotograma de Sisters brothers
Dice Horacio Quiroga en su más célebre y brillante cuento de frontera, Los desterrados, que allí, en ese espacio sin límite, se dan por fuerza tipos pintorescos; sujetos inacabables. E inacabados. Especialmente raros son aquellos que, como las bolas de billar, nacieron con efecto. Apenas tocan una banda y emprenden los rumbos más inesperados. The Sisters brothers, de Jacques Audiard y con participación española en su producción, es, en efecto, eso: un delicado, brillante, cruel y hasta melancólico cuento de frontera. Y, como toca, cada uno de los personajes ideados por el director de Un profeta posee su propia deriva impredecible. Digamos que se trata de una película con efecto. Y hasta perfecta. El cineasta que fue Palma de Oro por Dheepan en 2015 vuelve a sus obsesiones más queridas. De nuevo la colección de personajes que presenta intenta poner orden en un mundo tan irascible como violento; otra vez, los héroes de su película apenas son capaces de conciliar su deseo de paz con una realidad que les empuja tozudamente hacia el abismo, la sangre y la ira. Son tipos necesariamente  marcados por la frontera, inacabados y con efecto. La cinta cuenta la historia de dos hermanos (Joaquin Phoenix y John C. Reilly), de profesión pistoleros, asesinos a sueldo desde antes incluso de la invención de la muerte. La primera escena, un tiroteo en la noche en el que sólo se aprecian los relámpagos de la pólvora encendida, da una pista de todo lo que vendrá después. En efecto, lo relevante  no es tanto lo obvio, la luz, como el dibujo que cada fogonazo arranca a las sombras. Y lo que vale para una modélica secuencia inicial  vale para todo lo demás. Lo que cuenta no es tanto el camino por el que avanza la narración como las heridas que asoman, en apenas unos cuantos instantes iluminados, por las cunetas, por los límites, en ese espacio en el que la frontera se convierte de nuevo en banda de una mesa de billar...
Luis Martínez. El Mundo, lunes 3 de septiembre de 2018

domingo, 2 de septiembre de 2018

Jean Pisany-Ferry

 Jean Pisani-Ferry es uno de los observadores más respetados de la actualidad. Este economista francés dirigió entre 2005 y 2013, Bruegel, el think tank mas importante e influyente de Bruselas. Ese año volvió a casa como Commissioner-General of France Stratégie, responsable máximo del laboratorio de ideas del Gobierno galo. y de ahí se convirtió en uno de los asesores principales de la campaña de Emmanuel Macron. Pisani-Ferry fue tentado para cargos importantes del Gobierno, pero optó por seguir en su mundo, donde más falta cree que hace. Sobrio y realista recibe en Florencia a Crónica, desde donde analiza los grandes desafíos del continente en su cátedra del Instituto Europeo. Con poco optimismo, mucho pragmatismo y contagiosa calma.

P.- El año 2017 fue un momento muy tenso . Hubo elecciones muy tensas en Francia, Holanda y Alemania, el inicio del Brexit. Como no acabó tan mal vino la Euforia.  ¿Dónde estamos realmente?
R.- Lo que estamos viviendo realmente no se va a arreglar con una o dos elecciones. Estamos ante una redefinición fundamental de Europa y el futuro de la economía libre y las sociedades abiertas. Se ve por todas partes, no sólo en Europa  aunque aquí es muy acuciado. No hablamos de un mero ciclo electoral, por eso hace falta claridad al definir las posiciones . Esto va a seguir durante un tiempo, posiblemente un largo tiempo, con nosotros. La dimensión que más nos afecta es la discusión de qué es Europa y qué queremos que sea. Como economista diría que es un debate sobre bienes públicos. En la UE todo empezó con la noción de paz y prosperidad como piedras angulares. 

P.- Pero eso ya no basta.
R.- No, ya no basta. Con la paz ya no vamos a convencer no le digo a las nuevas generaciones, sino tampoco a las actuales. No es suficiente decir que el objetivo de Europa es evitar la guerra entre Francia y Alemania. Porque no es un tema de hoy. Sobre la idea de prosperidad, el resultado de estas décadas es aún más agridulce.

P.- Ahora se escuchan otras muchas otras preguntas.
R.- Exactamente. Hay muchas otras preguntas emergiendo. Una es el cambio de contexto globalizado, algo que se ve muy bien con la actitud de Trump, con la asertividad china, y con lo que llamamos the raise of the rest , el auge del resto del mundo, que hace 25 años representaba el 20% del PIB mundial y hoy son el el 60%. La UE nació bajo la protección del paraguas estadounidense y fue forjada en un mundo donde el liderazgo norteamericano no era discutido. Las cosas han cambiado  y el mensaje de Trump es que EEUU es cada vez más reacia a comportarse como el ancla del orden económico y seguridad mundial. El mensaje estaba ahí ya con Obama...Tenemos que cuidar nuestros propios intereses y luchar por los valores en los que creemos.

P.- El migratorio e identitario va a ser el gran debate durante al menos una generación.
R.- Sí. El sistema de Dublín (que regula la concesión de protección internacional a los demandantes de asilo) obviamente no funciona y por lo tanto hay que redefinir el rol de los países y la UE. La gente viene a Europa por todas las rutas posibles. Por Marruecos hacia España. A Italia, por tierra o mar. Cambian las rutas pero la idea de Europa o de un refugio atrae. Para muchos de los refugiados o los migrantes económicos, el objetivo es Europa, no un país en particular. Por eso deberíamos abordar los flujos de llegadas como un asunto común que requiere una una respuesta común de la UE. La solución, al final, tendrá que ser un acuerdo legal único, una agencia europea de refugiados y un sistema unificado de control de fronteras...

P.- ¿Está preocupado, asustado, afectado por Europa?
R.- Estoy preocupado. Estamos ante una de esas instancias en las que o eres capaz de redefinirte o puedes perder tu importancia, tu relevancia en el mundo. Si la UE no es capaz de responder  a las preguntas clave en seguridad, en economía, en protección de los datos de los ciudadanos, en el clima...Tiene que ser antes de las elecciones europeas de 2019. Si no logramos nada importante antes, será un revés terrible...

Pablo R. Suances. Florencia.Crónica. El Mundo, domingo 2 de septiembre de 2018 

sábado, 1 de septiembre de 2018

En busca de la ciudad "bicicletable"

                              Grenoble.    Foto: Alamy Stock
Si alguien tiene previsto desplazarse en coche hasta Grenoble y al bordear la ciudad descubre que le adelantan bicicletas e incluso algunos peatones, no conviene poner el grito en el cielo. Es lo habitual desde que su alcalde decidió apostar por la bicicleta como medio de transporte  preponderante. Por un lado, el regidor peatonalizó el centro histórico, y por otro impuso un máximo de velocidad de 30 kilómetros por hora  en la mayoría de sus calles. Si quería pasar inadvertido con esta norma no lo ha conseguido. Pero si quería llamar la atención y despertar admiración de muchos colegas, sí. Éric Piolle (45 años) es el primer alcalde del partido Europe-Écologie-Verts de una gran ciudad. En Grenoble, históricamente una de las más avanzadas de Francia tecnológicamente y pionera en la recuperación  del tranvía (2005), inauguró el pasado marzo una bienal dedicada a las ciudades "en transición" para que se debatiera sobre eco construcción, medio ambiente, agricultura urbana, agua y demás problemas que afectan a las urbes de hoy en día.
 La transición que le interesa a Piolle consiste en hacer más verde a Grenoble, buscar la pureza del aire y convertirla en una "ciudad inteligente ", es decir, que sus habitantes se sientan actores, no consumidores. Gracias a ese espíritu participativo prosperó la idea de liberar del diésel  a Grenoble en 2030, imitando la iniciativa de la alcaldesa Anne Hidalgo de hacer lo propio en 2024 en París.
 "La polución no aparece por azar, es el resultado de una manera  de entender la producción , la circulación e incluso la calefacción", sostenía Piolle en una entrevista en France Bleu, "la ciudad de los gloriosos años treinta estaba concebida y organizada en clave de aumento de consumo y producción, el espacio público fue interpretado en la posguerra pensando en el coche y por eso había autopistas que casi penetraban hasta el centro. Ahora queremos recuperar el espacio para peatones, transporte público y bicicletas, y al mismo tiempo reconciliar dinamismo económico y salud de sus habitantes, porque enfrentar estas dos ideas es mortífero".  
Optimista y "futurista", Piolle ha hecho de Grenoble la segunda ciudad más bicicletable  de Francia, después de Estrasburgo. Por supuesto, él usa la bici para ir al ayuntamiento cada mañana. Proliferan bicicletas con cajones para transportar niños y talleres que restauran talleres vintage del siglo XIX, lo que demuestra que el vehículo de dos ruedas  genera creatividad y simboliza un arte de vivir. 
El sueño de ser como Ámsterdam o como Copenhague no es imposible en Francia, un país cuya relación con la bicicleta se entiende al leer el libro del sociólogo Frédéric Héran Le retour de la bicyclette donde se argumenta la eficacia que tiene en tiempos de crisis económicas y ecológicas. Aunque quizá mejor aún a partir del documental de Laurent Védrine La reine bicyclette, que desde su aparición en 2013, contribuyó a cambiar la manera de concebir este democrático medio de transporte. En la película queda claro que si a finales del XIX la bicicleta fue símbolo de la revolución social, hoy es el icono de la revolución ecológica.
Use Lahoz. El País Semanal, domingo 19-8-2018