lunes, 28 de febrero de 2022

Redimidos por el teatro

Definen El triunfo como la comedia francesa que está triunfando en múltiples festivales. Y añaden que es una comedia social. O sea, que acudo a ella con prejuicios. Al terminar, no tengo claro que sea una comedia. He sonreído en ocasiones, pero en ningún momento he sentido el asalto de la carcajada. Simplemente me parece una buena película. Con planteamiento y desarrollo agradables y sobre todo con un final tan inesperado como brillante. Inesperado porque huye del pasteleo. Brillante porque está muy bien contado. Aunque no se debe a la imaginación del guionista. Al parecer, la historia que nos cuentan es real. Y terminó así. Han cambiado el escenario y los protagonistas auténticos. Lo que nos narran ocurrió durante los años ochenta en la cárcel sueca de Kumla. Y el sorprendente desenlace llegó en el Teatro Real de Gotemburgo.

 El director Emmanuel Courcol describe con sentimiento y gracia los intentos de un actor a la baja, deprimido y sin trabajo, por implicar a cinco presos para que interpreten una obra de teatro que dirigiría él. Y después de muchas vicisitudes y el consiguiente mosqueo de los presos ante oferta tan extraña, estos aceptan meterse en la piel de los personajes que habitan la obra de Samuel Beckett Esperando a Godot. Material dramático o absurdo que el director de la función considera muy adecuado para que la interpreten los reclusos, ya que todo en su dura supervivencia está marcado por la continua espera.

Y el arriesgado experimento acaba funcionando. Los desdichados acaban por engancharse a lo que consideraban un disparate, otra conveniente trampa del sistema para demostrar sus propósitos humanistas. Y no saben de qué va lo que interpretan pero van cogiéndole gusto, se sienten importantes y admirados. Si desertan vuelven pronto, abandonan provisionalmente los muros de la cárcel para actuar en otros sitios, entran en el apasionante juego que les prop
one su compresiblemente ciclotímico director, acongojado o feliz ante esta experiencia al límite con gente que tiene poco que perder. 

Son creíbles los intérpretes, transmiten cierta simpatía, tal vez excesiva, todo resulta demasiado placentero en la aventura teatral de gente que debe sentirse desesperada. Y el actor Kad Merad aporta humanidad y carácter a ese señor que pretende redimir a los enclaustrados ofreciéndoles un respiro y autoestima mediante su interpretación de un clásico del teatro del absurdo. Es una película que se ve y se escucha bien. Pero lo mejor es el cierre espectacular de la historia. Sales con  gesto complacido.

Carlos Boyero. El País, viernes 25 de febrero de 2022

domingo, 27 de febrero de 2022

Lecciones de historia franco-española: pinturas, delfines y princesas

Durante una visita reciente a Madrid se inauguró en la Fundación Mapfre una exposición con este sugerente título: El gusto francés y su presencia en España. Siglos XVII - XIX. Irresistible para mí que siempre acudo puntual a todas las invitaciones relacionadas con el objeto de mi estudio, el que ocupó mi vida profesional y ahora una gran parte de mi tiempo de jubilada. En los años previos a la jubilación me preguntaban con frecuencia: ¿Y tú que vas a hacer cuando dejes  a tus alumnos, tus clases,  tus viajes, tus proyectos, siempre mirando a Francia? Y aunque respondía "ya veré", lo cierto es que ya me estaba preparando sin saberlo. La idea me la dio mi hijo que un día me propuso que ya que me gustaba tanto leer y escribir abriese un blog sobre Francia. Así nació leer y tejer. Aficionada a los periódicos, una presencia habitual en nuestra casa, encontraba con frecuencia noticias relacionadas con Francia. Con ellos empecé. El blog sería una especie de revista cultural que mostraría las noticias recientes sobre cultura francesa, publicadas en España. El objetivo era doble porque también quería demostrar que las relaciones entre los dos países, lo que se suele llamar regards croisés/ miradas cruzadas eran mucho mas frecuentes e intensas de lo que se suele pensar. De ahí viene el tejer. Buscaba que ese blog abierto al mundo, se fuera convirtiendo en una malla, una red de textos, de lectores, de los dos países, y de otros, los unos mirando a Francia, los otros viendo cómo los vemos aqui. Después de 11 años de existencia, con 91.443 visitas hasta hoy, agradezco la acogida que ha tenido. En septiembre de 2021 se ha incorporado como colaborador, uno de los assitants, lectores, de mi última etapa en el instituto. Joven profesor en el Collège Robert Doisneau, en Clichy-sous-Bois,  dispone de poco tiempo. Entregará en este mes su tercera colaboración. 

Dos días antes de volver a Galicia, entré en  la Sala Recoletos de la Fundación MAPFRE, el 11 de febrero, día de la apertura de la exposición. En ella se estudian, como indica su título,  los lazos culturales entre España y Francia desde el siglo XVII al XIX. Período en el que las relaciones y las influencias entre los dos países fueron más intensas. La muestra presenta un conjunto de obras de arte: pinturas, esculturas, dibujos, piezas decorativas y suntuarias, objetos de uso cotidiano, vestidos, objetos de aseo, armas e instrumentos musicales. Todas ellas, conservadas en nuestro patrimonio, se distribuyen en once salas organizadas cronológica y temáticamente. Las primeras salas exponen la llegada de piezas francesas durante el reinado de Carlos II, último de los Habsburgo españoles. Les siguen las que tratan la consolidación del gusto francés durante el gobierno de los Borbones  - con especial incidencia en los reinados de Felipe V, Carlos IV e Isabel II- y por último, la etapa  del afianzamiento de la imagen romántica de España. 

No me voy a extender en la descripción de la exposición sino en uno de sus aspectos en el que me hicieron pensar algunos de los retratos y objetos expuestos: los niños, la infancia en las cortes españolas y francesas. Conforme a este criterio selecciono estos cuadros que se corresponden a las tres etapas históricas presentadas.  Siglo XVII: María Teresa de Austria y el gran Delfín de Francia, 1664, Charles y Henri Beaubrun. Museo Nacional del Prado. Retrato ecuestre del Delfín de Francia a los tres años. 1665, Jean Nocret. Colección particular. Siglo XVIII: Retrato del Infante Carlos, futuro Carlos III, 1716. Colección particular. María Luisa de Borbón-Parma y su hijo, el infante Francisco de Paula en los jardines de Aranjuez, 1805, una miniatura firmada por Joseph --Marie Bouton. Siglo XIX: La duquesa de Beaufort-Spontin y sus hijos, 1789. Anicet-Charles-Gabriel Lemonnier. Colección Duque del Infantado. El duque de Montpensier con su familia en los jardines de San Telmo, 1853. Alfred Dehodencq. Colección particular. 

sábado, 26 de febrero de 2022

París restaura el obelisco de la Concordia

Con sus 3.300 años de historia, el obelisco de Luxor es el monumento más antiguo que posee París. Preside la Plaza de la Concordia desde 1836 y ahora está escondido tras un andamio para proceder a su restauración. 

No es la primera vez que el obelisco es renovado. En 1962, André Malraux impulsó una ley sobre la conservación del patrimonio que cambió el rostro de muchas ciudades de Francia y sobre todo de París. Museos, palacetes y monumentos que parecían trozos de carbón, por los efectos de la polución, pudieron recuperar así su aspecto original. El obelisco de Luxor, a exhibir su color gris rosáceo, pero los efectos no son duraderos y, aunque se conserva bastante bien, el ministerio de Cultura ha lanzado una operación de restauración.

Además, había una buena excusa porque este año Francia celebra el bicentenario del descubrimiento del significado de los jeroglíficos gracias a Jean-François Champollion. Sus vastos conocimientos lingüísticos le permitieron descifrar  en 1922 el texto inscrito en la llamada piedra de Rosetta, la tabla de basalto negro de la época de los ptolomeos, que había sido descubierta en Egipto durante una de las expediciones napoleónicas, y de la que tenía unas litografías.

Como muestra de reconocimiento por los trabajos de Champollion, el vice-rey de Egipto Mehmet Alí ofreció al rey Carlos X los dos obeliscos que se levantaban a la puerta de Luxor. Pero el traslado fue tan difícil que renunciaron a traer el segundo.

La travesía duró más de dos años. Para transportar las 220 toneladas del monolito, con sus 26 metros de altura, fue necesario construir un barco especial, capaz de acogerlo, y lo suficientemente bajo como para poder pasar bajo los puentes de París.

El rey Luis Felipe decidió erigirlo en el centro de la plaza de la Concordia, que antes se llamaba plaza de Luis XV y más tarde plaza de la Libertad, tras ser escenario de la decapitación de Luis XVI y María Antonieta.

Cuando François Mitterrand fue elegido presidente de la República dijo que Francia renunciaba a la segunda parte del regalo, el obelisco gemelo que permanece en su lugar de origen, a la puerta del palacio de Luxor.

Han pasado 60 años desde que el obelisco de la plaza de la Concordia fue restaurado y desde entonces ha perdido lustre, "no ha sufrido una degradación importante", según la ministra de Cultura, Roselyne Bachelot, "pero vamos a poder recuperar un color más rosa y restaurar el pyramidon (el vértice superior) y la base".

Para cubrir los andamios que se levantan en torno al obelisco de Luxor  han elegido el proyecto de Jonathan Sobel, recién diplomado en la Escuela Nacional de Bellas Artes de París, que ha diseñado un monolito amarillo, por el sol de Egipto, y gris, por el cielo de París, en el que aparecen los rostros de los grandes protagonistas de esta historia: Ramsés II, Mehmet Alí, Carlos X y Jean-François Chapollion.

Los trabajos de restauración cuestan 800.000 euros y son prácticamente financiados por la empresa de limpieza Kärcher, 700.000 euros, y el resto por el Estado. Roselyne Bachelot precisa que "no vamos a restaurar con agua a presión nuestro obelisco", sino que van a utilizar técnicas mucho más finas que las utilizadas en 1962"...

El obelisco estará listo en junio, y podrá verse de nuevo el texto jeroglífico grabado sobre sus cuatro caras, que culmina con una ofrenda del faraón Ramsés II a Amón, el dios de Tebas.

Asunción Serna. París. La Voz de Galicia, lunes 31 de enero de 2022

viernes, 25 de febrero de 2022

Cantos de amor

Hay pocas cosas más sospechosas que un título en apariencia banal. Una de las películas más polémicas del siglo XX tiene un título casi pastoril, Un chant d'amour /Un canto de amor, pero condensa en 25 minutos todo lo que en teoría no estaba permitido mostrar en el cine de su época. La dirigió el nunca tibio Jean Genet, y cuenta una historia de amor entre dos hombres encarcelados en celdas contiguas de una prisión francesa. Separados por un muro de piedra, solo pueden comunicarse a través de los olores. En una de las escenas más famosas, introducen una pajita en un resquicio entre las piedras y se intercambian el humo de los cigarros que fuman. En otra, uno consigue pasarle al otro, con una cuerda, un ramito de flores a través del ventanuco. El receptor de las flores sumerge el rostro en ellas, extasiado. La película rodada en 1950, no pudo estrenarse hasta 1975. Hoy es un clásico de culto, tanto que, hace unos años, Prada le dedicó un perfume en s colección Olfatories. Curiosamente no es la única incursión del iconoclasta Genet en el mundo de la perfumería: el marinero de Jen Paul Gautier  está inspirado en la adaptación cinematográfica de su novela Querelle de Brest

He llegado a Un chant d'amour pensando en el tema inicial de esta columna, que en estas fechas  suele orbitar en torno a la relación entre el amor, los perfumes y, en este caso, las flores. Parece una relación natural, y no solo eurocéntrica. En la cultura mexicana, el dios Xochipilli estaba vinculado a las flores y al amor, ¿Por qué lo metemos todo en el mismo saco? Quizá tenga que ver con la fertilidad, o incluso con la flor como obsequio: en el siglo XIX, los perfumes femeninos solían replicar los olores de los ramilletes que eran moneda común entre los enamorados. De ahí la fijación con la rosa, por ejemplo, que es una flor que no huele tan dulce ni tan goloso como su imagen da a entender. De hecho, los perfumes de rosa suelen tener matices bastante masculinos. Todo lo contrario de lo que sucede con las flores blancas, que en la historia del arte suelen simbolizar virtudes femeninas bastante heteropatriarcales -pureza, virginidad, limpieza de sentimientos, etc.- y han acabado encontrando acomodo en fragancias que suelen definirse como empolvadas y románticas...

Hoy las cosas discurren por otros cauces. Los perfumes no hablan de sometimiento sino de empoderamiento. Incluso la perfumería sin género enfila horizontes más amplios, en los que el amor pasa por compartir el neceser... El amor adquiere muchas formas y, por fortuna, hay un perfume para cada una de ellas.

Carlos Primo. ICON. EL País, febrero 2022

jueves, 24 de febrero de 2022

Nuevos desafíos para Lucky Luke

Mathieu Bonhomme (París, 48 años) no es capaz de recordar la primera vez que vio un álbum  de Lucky Luke, el pistolero más rápido que su sombra creado por Morris en 1946 y luego desarrollado con la colaboración del genial guionista de Astérix, René Gosciny. Pero desenfunda veloz un sueño de su más tierna infancia para concluir que, en el fondo, el vaquero del flequillo siempre estuvo ahí. "Cuando era muy pequeño, soñé que estaba jugando en París, en el parque infantil justo debajo de mi casa de protección oficial, y Lucky Luke vino a verme. Dejé a mis amigos y le invité a subir a mi casa para que conociera a mis padres porque a ellos también les encantaba. Tengo esa imagen fijada en la que Lucky Luke estaba sentado en el sofá de mi casa charlando con la familia", asegura el historietista francés para demostrar que, si alguien estaba llamado a rescribir la historia de ese cowboy solitario, era él. Y lo ha hecho en dos álbumes: en 2016 apareció El hombre que mató a Lucky Luke y el año pasado, Se busca a Lucky Luke, ambos publicados en español por Kraken.

La muerte de Morris en 2001 no enterró a Lucky Luke. El dibujante Achdé y el humorista Laurent Gerra tomaron las riendas respetando el canon de su creador, tanto en el estilo de los chistes como en la línea del dibujo. Con Bonhomme, sin embargo, los tiros no van por ahí. Autor de varias series de estilo realista (Esteban está publicada en español por Norma Editorial), el artista parisino ha estado años planeando la emboscada. "Trabajo desde hace mucho para Dargaud (editorial francesa que tiene los derechos del personaje) y ya llevaba tiempo diciéndoles que tenía muchas ganas de hacer un Lucky Luke. Me parecía que había muchas cosas que se podían hacer con el personaje. Además tenía la sensación de que estaba envejeciendo de una forma que no le correspondía. Cuando murió Goscinny, la serie ya bajó un peldaño, y creo que cuando Morris fue envejeciendo empezó a hacer álbumes cada vez menos buenos, hasta que llegó un momento en el que ya no reconocía a mi cowboy. Lucky Luke se estaba convirtiendo en un tebeo exclusivamente de humor, cuando para mí al principio era también un western auténtico", dispara Bonhomme con vehemencia.

 El 70º aniversario del personaje, en 2016, se convirtió en el particular duelo al sol del creador y el personaje. Ese año lanzó El hombre que mató a Lucky Luke, donde el lector encuentra a un pistolero más maduro, quizá un poco más serio del que recordaba. Pero, como cuando alguien se topa con un viejo amigo al que hace años que no ve, esa sensación de extrañeza pronto se desvanece. "Evidentemente, no tiene el mismo sentido del humor que la obra de Goscinny  y Morris, pero no creo que sea un cómic oscuro. Me he divertido mucho jorobando a Lucky Luke, poniéndole en dificultades, sacando a la luz parte de su humanidad, sus debilidades".

Tanto se divirtió Bonhomme que el año pasado lanzó Se busca a Lucky Luke, donde le arrastra de nuevo por la misma senda polvorienta, cargada de alusiones a los clásicos "Lucky Luke me inició en el wéstern. A fuerza de leerlo y de ver películas del Oeste, me fui haciendo una cultura en ese género. Para mi las más hermosas son las de su edad de oro. John Ford representa cosas que le convenían mucho a Lucky Luke. Tanto del lado  cowboy y aventura como en el aspecto humano. A mí siempre me ha parecido muy humano y atractivo, aunque pueda parecer relativamente parco a la hora de mostrar sus sentimientos. Lucky Luke es una especie de Gary Cooper o de Clint Eastwood del cómic. Tenía de ganas de comprobar si yo era capaz de hacerle expresar todo eso"....

Aitor Marín. Madrid

miércoles, 23 de febrero de 2022

Martín Berasategui, embajador del Camino

Martín Berasategui y Rogelio Rial. Foto: Paco Rodríguez

Martín Berasategui, cocinero que tiene en su haber 12 estrellas Michelín, se ha convertido este año en el primer restaurador de prestigio internacional que en los próximos días recorrerá parte del Camino. En este caso serán varias etapas de la Vía da Prata, entre Ourense y Santiago, una actividad vinculada a la iniciativa Estrelas Solidarias no Camiño. Esta cita promovida por los hermanos Rial, del restaurante Casa Barqueiro de Negreira, contará con otros tres cocineros de renombre como complemento al encuentro gastronómico del próximo verano. 

Acompañado por Rogelio Rial, Berasategui visitó Santiago antes de su peregrinación y fue recibido por el vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda, ya que la iniciativa solidaria en la que colabora este chef, cuya recaudación recibirá Cáritas Santiago, goza de apoyo económico y logístico del Xacobeo. Precisamente, Rogelio Rial señalaba antes del encuentro que, el Camino es importante para Galicia y fundamental para la restauración "y más este año después de lo que pasamos".

El reputado cocinero vasco reconoce que está "enganchado a Galicia" por razones obvias, como que buena parte de los productos que llegan a sus fogones como merluza, carne, marisco, queso, lácteos y pimientos proceden de Galicia porque, añade, "para mí, es una de las reinas del mundo de la cesta de la compra. Es un país maravilloso que tiene huerta, tiene mar, tiene de todo. Y encima tiene una gente que se deja la vida para que los cocineros tengamos el privilegio de tener esos productos que nos hacen cada día más grandes, porque lo que intentamos es vestirlos de gala. Galicia es una parte importante de nuestro éxito, también por profesionales que trabajan con nosotros.

Como embajador del Camino de Santiago y siendo un referente mundial de la gastronomía, Berasategui destacaba ayer desde la plaza del Obradoiro las bondades del maridaje y del buen comer y la ruta jacobea. "La buena comida del Camino hacen la vida mucho más fácil. Nos hacen ser gente con una mirada de ojos brillantes, y nunca un mal gesto ni malas maneras para andar por la vida. Estamos más frescos y alegres, y la vida es eso". Su discurso esta plagado de elogios sobre sus visitas a Galicia ya que afirma que cada vez que viene se va con las pilas supercargadas y con el corazón lleno y con ganas de hacer un montón de cosas".

E. Araújo. La Voz de Galicia, martes 15 de febrero de 2022  

martes, 22 de febrero de 2022

Los diplomáticos frente al Holocausto

Memorial de la Shoah. Paris

Enero de 1934, Hitler reúne a todo el cuerpo diplomático acreditado en Berlín para felicitarles el año. Todos están engalanados, visten frac o uniforme y lucen sus galones, medallas y condecoraciones. Pertenecen a una aristocracia social que todavía guarda el estilo de vida del siglo XIX. El Führer, que siente horror por este tipo de ceremonias, sabe cómo adular a cada uno de ellos gracias a las notas que le preparan sus servicios para preguntar a uno por su mujer enferma, al otro por el colegio de su hijo. 

Los diplomáticos, por su parte, han comenzado a enviar a sus capitales informes bastante lúcidos sobre un régimen potencialmente mortífero. El museo Memorial de la Shoah de París les dedica una exposición, Los diplomáticos frente a la Shoah. Cuánto sabían, cuáles eran sus fuentes, quienes ayudaron a los judíos, quiénes lo hicieron por incapacidad  para percibir la magnitud de la tragedia, por indiferencia, o por colaborar con el Reich...son algunas de las preguntas a las que intentan dar respuesta cuatro historiadores -Jean-Marc Dreyfus, André Kaspi, Claire Mouradian y Catherine Nicault- a través de documentos diplomáticos, fotos , y testimonios escritos y orales.

La labor de los embajadores es generalmente vista a través de la acción de un puñado de ellos que salvaron a judíos, "pero la realidad es mucho más compleja", señala Dreyfus. Desde el nombramiento de Hitler como canciller, en enero de 1993 la correspondencia diplomática  pone en evidencia que la lucha contra los judíos "continua con un método implacable y un odio intenso", como escribía el 5 de abril de 1933 Pierre Arnal, consejero de la embajada de Francia en Berlín .

Los diplomáticos detallan en sus informes las leyes antisemitas, internamientos arbitrarios, humillaciones y violencias, mientras ellos seguían con su vida mundana. "Era una vida brillante: tés, cenas, grandes fiestas, exposiciones... Disfrutaban de una inmunidad diplomática y eran adulados, pero pronto también comenzaron a sentirse controlados y amenazados" comenta Jean-Marc Dreyfus.

Tras el fiasco de la conferencia de Evian, en 1938, para estudiar una solución internacional a la cuestión de los refugiados judíos expulsados por los nuevos amos de Austria, algunos diplomáticos, a veces en contra de las instrucciones recibidas, proporcionaron miles de visados que les permitieron viajar a condición de tener un país que los acogiera.

Con la declaración de guerra en septiembre de 1929, solo se quedaron en Alemania los diplomáticos de países neutrales (Suiza, el Vaticano, Suecia, España, Portugal, Estados Unidos hasta diciembre de 1941), los aliados (Italia, Rumanía, Bulgaria y Hungría) y la Francia de Vichy... 

Asunción Serena. Voz de Galicia, lunes 21 de febrero de 2022.

lunes, 21 de febrero de 2022

En un muelle de Normandía

En Corredor sin retorno (Samuel Fuller, 1963), un periodista ingresaba en un psiquiátrico con el objetivo de ganar el Premio Pulitzer contando la experiencia. Se volvió loco y por supuesto no obtuvo el galardón. En Los viajes de Sullivan (Preston Sturges, 1941), un director de cine de evasión recorría disfrazado de vagabundo los pueblos más desfavorecidos de los EEUU de la Gran Depresión para conocer la sensación y lograr su obra magna. Acabó desechando la idea de hacer una tragedia y decidió filmar una comedia.

Los trabajos de investigación sobre el terreno, los que tienen más que ver con la infiltración, no siempre salen como se espera. Al menos en el cine. Seguramente porque hay en ellos una arrogancia que hace que que no baste con el disfraz y el oficio para comprender una situación inimaginable para el altivo. Algo de eso puede haber también en el ejercicio llevado a cabo por Florence Aubenas, la periodista que se infiltró en un batallón de mujeres de la limpieza tras la crisis de 2008, sin que sus compañeras conocieran su identidad, para acabar escribiendo en El muelle de Ouistreham su inmersión en la clase trabajadora y su labor de exploración.

En un muelle de Normandía, adaptación cinematográfica del texto de Aubenas, viene además con la firma de alguien acostumbrado a la novela de no ficción: Emmanuel Carrère, escritor del que quizá parte de los lectores desconocieran su faceta cinematográfica como director, esporádica -apenas dos películas anteriores y un documental-, pero de particular brío: la adaptación de El bigote (2005), su novela de 1986, es una soberbia película.

Hay, por tanto, una lógica evidente que haya sido Carrère quien se encargue de las tribulaciones de Aubenas, con la siempre perfecta Juliette Binoche, acompañada además de una corte de trabajadoras de la limpieza reales ajenas a la situación. El resultado es una película que durante al menos dos tercios de su relato se presenta auténtica y desoladora, mostrando la impotencia de las de abajo frente a la sin razón de los de arriba.

Sin embargo, el último trecho de la película, el del descubrimiento por parte de sus compañeras, resulta algo atropellado. Sobre todo, porque detrás de ese nebuloso reencuentro entre las dos amigas de trabajo, lo que puede esconderse es el complejo de culpa y la mala conciencia de haberse adueñado de vidas ajenas.

J. O. El País, viernes 28 de enero de 2022

domingo, 20 de febrero de 2022

Las arrugas del alma son la enfermedad más grave que hay

Pascal Bruckner

Dilucidar si los 60 son ya 60  o tan solo 60. Zanjar viejas cuestiones relacionadas con la melancolía y el crepúsculo. Decidir si lo vivido ya lo es a beneficio de inventario o si por el contrario quedan grandes e incluso grandísimos momentos por delante. Vivir la vida o esperar a la muerte. Ver pasar los trenes o viajar en los trenes. ¿Acción o resignación?. Tales son algunas de las cuestiones que aborda Pascal Bruckner (París, 73 años) en su libro Un instante eterno. Filosofía de la longevidad (Siruela). A partir de reflexiones personalísimas e intransferibles - Bruckner considera este libro sobre todo "una autoexhortación" -, de citas de la historia, el arte y las letras, y de datos y estadísticas de la investigación científica, el escritor y pensador francés surge de nuevo como el viejo especialista que es en tocar de forma lúcida asuntos incómodos. El que fuera en los años setenta miembro del movimiento de los Nuevos Filósofos junto a otros autores como André Glucksmann, Alain Finkielkraut o Bernard Henri-Lévy casi nunca deja indiferente a nadie. De hecho, es un habitual de los juzgados y objetivo prioritario de las páginas de opinión  de la prensa francesa de izquierda. Su último libro, ya publicado en Francia pero no en España -Un coupable presque parfait: la construction du bouc émissaire blanc (Un culpable casi perfecto: la construcción del chivo expiatorio)-, ha vuelto a provocar el tradicional revuelo marca de la casa.

-¿Cómo resumir el tema de este libro? Algo así como "renunciar a la renuncia", quizá?

-Exactamente. No resignarse a dejar atrás todo aquello que es la sal de la vida: el deseo, los viajes, el trabajo..., y es así como yo vivo, así que en el fondo el libro es una especie de manifiesto que me dirigido a mí mismo, una autobiografía programática, como una autoexhortación. Me he dicho: tengo 70 años, ¿ que hago ahora?. ¿me meto en la piel de un viejecito en pantuflas que toma sopa en su casa por la noche delante de la tele... o sigo viviendo como antes, cuidándome, eso sí?

-¿Cómo se lucha contra las arrugas del alma?

- Las del cuerpo, uno las conserva tal cual, intentar otra cosa es absurdo. Pero las arrugas del alma son probablemente la enfermedad más grave que hay: el lamento, la amargura, la tentación constante de sostener que antes todo era mejor y que los jóvenes son unos cretinos incultos - cosa que no siempre es falsa, por cierto, aunque también nosotros lo éramos- y que el mundo corre a la catástrofe- y todo eso. Todo ese espíritu es contra lo que lucho desde hace tiempo, y también en este libro. Pero es una cuestión puramente personal, individual...

-Pero el ser humano, se resigne o no, afrontará una derrota segura, que llegará de todos modos. La muerte. La vida como crónica de una muerte anunciada.

-Pero yo sostengo que la derrota no es la muerte, sino la enfermedad. Vivir en una cama, en una silla de ruedas, la vida disminuida, vivir con alzhéimer o con demencia senil, esas son verdaderas derrotas, no la muerte, que de todas formas nos afecta a todos por igual...

Borja Hermoso. E País Semanal, 8 de enero de 2022

sábado, 19 de febrero de 2022

Por la Ginebra de Joël Dicker

A mitad de su novela El enigma de la habitación 622 (2020), Joël Dicker se permite una licencia y anota: "Solo en mi habitación en el sosiego de la noche pienso en Ginebra, mi ciudad querida y le doy las gracias. Ciudad de la paz y las personas buenas". Y prosigue la investigación del crimen que llevarán a cabo el narrador (llamado Joël Dicker) y Scarlett Leonas, huésped accidental del hotel Palace de Verbier donde se retira el escritor para tratar de superar un desamor y desconectar. La joven le impulsará a escribir el libro que no quiere, un thriller que acaba siendo un homenaje a su ciudad natal, descrita al milímetro. Una suerte de guía de viaje actualizada en la que caben una disección de las capas sociales, historia y pistas sobre la idiosincrasia de este centro financiero y cruce de nacionalidades ubicado entre los Alpes y el monte Jura, a los pies del lago Leman.

Empezamos la ruta igual que la novela, en el reputado barrio de Champel, donde vive el narrador y donde hasta hace poco vivía Dicker, en el número 13 de la avenida de Alfred-Bertran, frente al parque de Bertrand, al que se lanza a correr cada mañana con la ilusión de provocar un encuentro casual con su vecina -y novia de dos meses- Sloane. Un parque donde todo está en su sitio y que explica que Ginebra sea la tercera capital más verde del planeta.

Cerca queda la Rue de Contamines, con edificios de los años treinta, incluso uno de Maurice Braillard, arquitecto fundamental en la ciudad suiza. Suyo es el teleférico del Mont Salève de 1932, un prodigio déco cerrado el pasado agosto para su renovación y al que subir sin falta cuando reabra el año que viene. 

En el Quai de Bergues encontramos el Four Seasons, en la novela el Hôtel des Bergues, donde vive Lev Levvovitch (junto a Macaire Ebezner y Anastasia, uno de los miembros del triángulo amoroso). Es el primer hotel que se construyó en Ginebra en 1834 tras la demolición de las fortificaciones. Y en el último piso se halla el restaurante japonés Izumi, donde el narrador invita a cenar a Sloane antes de que esta lo abandone. La vida no es siempre como esperamos, por eso se escriben novelas.

Las riberas del lago Leman resplandecen en la ficción y en la realidad. En frente del alojamiento entre las dos orillas donde el lago se encuentra con el río Ródano, encontramos la acogedora isla de Rousseau, que tan pronto sirve de refugio a los personajes (Lev y Anastasia) como de área de descanso a los constructores de la trama (Joël y Scarlett). Hoy aquí se levanta una estatua de Jean-Jacques Rousseau, otro ilustre ginebrino, alrededor de la cual siempre hay alguien atendiendo al sonido del agua. 

Más allá del Pont du Mont-Blanc (el que más veces se atraviesa en la lectura y en esta ruta), otra localización clave: el hotel Beau Rivage, el mas histórico y el que atesora mejores vistas de la omnipresente fuente Jet d'Eau e incluso, en días claros, del propio Mont-Blanc. No es de extrañar que Olga escoja su terraza para tomar el té con sus hijas tratando de emular a una de sus clientes más renombradas, la emperatriz Sissi, que un 10 de septiembre de 1898 salió para tomar el buque de vapor  y en el mismo muelle fue apuñalada por un joven anarquista, antes de regresar a duras penas al hotel, donde falleció. Basta con pisar la entrada y admirar la prudente arquitectura neoclásica del patio interior, con suelo de mosaico art nouveau, para sentir el peso de la tradición y del charme desde 1865 y la sensación de que, si se entrara en una suite, el exterior dejaría de existir y solo se saldría a la fuerza, esposado, entre gendarmes. Una visita nos hace estar de acuerdo con Kofi Annan, que dijo: "Igual que hay cinco continentes y luego está Ginebra, hay grandes hoteles y luego está el Beau-Rivages". En su libro de huéspedes caben Jean Cocteau, Sophia Loren, Anthony Burgess. Marlene Dietrich o Eleanor Rosselvet.

Otra escenografía imprescindible es el Grand Théàtre, construido en 1879 a imagen de la Ópera Garnier de París y el cercano Café Remor, un clásico estupendo.

Use Lahoz- El Viajero. El País, sábado 6 de febrero de 2022 

viernes, 18 de febrero de 2022

Saint-Saëns, un sabio eclecticismo

Saint-Saëns

Saint-Saëns (París, 1835-1921) a quien a veces y durante décadas se ha considerado un músico menor, puede calificarse como un clásico. Y en tal sentido, un predecesor del llamado neoclasicismo del primer tercio del siglo XX, el de Stravinski y el Grupo de los Seis. Naturalmente con la distancia del tiempo y desde los presupuestos de un artista conservador, un heredero, por ejemplo, de Gounod (cuyo talento no se cansaba de elogiar) y una vía abierta hacia Fauré, a quien tuvo como discípulo y de cuyos planteamientos nada quería saber; y menos de los más avanzados de Debussy y Ravel. En todo caso, en Saint-Saëns se daban a partes iguales rigor, claridad arquitectónica, lógica en los desarrollos y economía de medios...

 El músico se constituyo, además, en un superador del italianismo rampante y en un liquidador en cierto modo del desaforado romanticismo de Berlioz, con el que, no obstante, mantenía puntos de contacto... Como apuntaba Romain Rolland, la sustancia del pensamiento musical de Saint-Saëns estaba formada con la médula de los grandes clásicos de fines del XVIII. Listz fue su protector y el responsable de que, por ejemplo, su ópera más conocida y exitosa, Sansón y Dalila, pudieran estrenarse. Siempre lo reconoció y lo admiraba por su claridad de pensamiento y su actitud abierta, libre de todo prejuicio. Es curioso que lo situara enfrente del "enfático" Brahms. Recordaba el compositor francés cómo el autor de Los preludios se había ofrecido "sin la menor vacilación" para representar en Weimar su ópera "sin querer oír ni una sola nota".

El catálogo del compositor es enorme (alrededor de 500 obras), con música de todos los géneros, tamaños, extensiones e instrumentaciones. Un artista que estaba a todo y que tenía una facilidad portentosa para adaptarse a cualquier estilo y a cualquier clima. En Canarias estuvo varias veces y allí fue festejado repetidamente. Correspondió  con varias composiciones. Enfrente del Teatro Pérez Galdós se levantó hace años una estatua conmemorativa.

Arturo Reverter. El Cultural 10-12-2021 

jueves, 17 de febrero de 2022

La dulce revolución del Siglo de las Luces

Entre finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII, desde los últimos tiempos del Rey Sol, la cocina se transformó en Francia, la convirtieron en un arte los sabios y delicados chefs galos, los philosophes. Los banquetes se sacudieron la opulencia de las elaboraciones renacentistas y barrocas y se entregaron al lujo,  a la sencillez elegante y a la ligereza de los alimentos. Nació una nueva moda culinaria, con atracción por lo exótico, interesada casi más en el prodigio creativo, en ejecutar obras maestras de la ingeniería confitera que en el deleite del paladar. Comer pasó a formar parte de una nueva forma de relaciones sociales en sintonía con el ardor intelectual de la Ilustración y sus coloquios.

Este paisaje elitista, etéreo, frívolo, lo dibuja con erudición y originalidad el ensayista italiano Piero Camporesi (1926-1997) en El sabor del chocolate, que ahora edita Debate en español. El historiador narra el triunfo de los destilados, las gelatinas, los sorbetes, los consomés y bebidas como el té y el café, que no embotaban los sentidos sino que hacían que las personas fuesen más activas y combativas, frente a los a los sanguinolentos pedazos de animales que había que roer. "El gusto del siglo era más propenso a ver y a oír que a saborear y a comer", resume el autor. 

Sitúa Camporesi el embrión de la gran época de la alta cocina francesa durante la negociación del Tratado de Utrech, en las mesas de los embajadores plenipotenciarios, y su madurez  en los años de la regencia de Felipe de Orléans (1715-1723). Vincula, además, la hegemonía cultural y el internacionalismo culinario galo con el expansionismo militar y la política dinástica de los Borbones: Francia exportaba cañones, ideas y recetas.

"Más que una floración fue un estallido, una explosión imprevisible de refinamiento, combinada con la alegría de vivir y el sutil placer de la conversación chispeante", explica el historiador sobre el fenómeno de reforma gastronómica. "Esa ciencia de los sabores dio un brío inigualable a la cultura del siglo y constituyó un propelente inigualable de las ideas de los filósofos y de las damas intelectuales".

El producto estrella de la época fue el chocolate, el "caldo de las indias", esa "bienaventurada eternidad potable", un "gémino tesoro", según lo definieron entonces. Su origen conduce a México, al Nuevo Mundo, fábrica de otras novedades exóticas que fascinaron a los europeos del XVIII. Concretamente fueron los conquistadores españoles, liderados por Hernán Cortés, quienes tomaron su uso de los aztecas, transformando en una bebida agradable, dulcificada, el chocolat picante, especiado, que constituía el alimento de los dioses. 

Durante la Ilustración el chocolate se preparó mezclando sencillamente azúcar y cacao con un ligero toque de vainilla y canela. Fue una bebida especialmente reivindicada por los jesuitas, que conoció un "frenesí generalizado", "una marcha triunfal", destaca Camporesi, más arrolladora incluso que la del café. No podía faltar en las mesas coloridas de la aristocracia y en las veladas de debate de los salones literarios. Atrás quedó su función como ingrediente sólido e importantísimo de las raciones de los soldados, aunque pocos se imaginarían su nueva reputación del futuro, nuestro presente: la virtud de convertirse en comida erótica.

David Barreira. El Cultural, 14-2-2022

miércoles, 16 de febrero de 2022

Javier Gutiérrez, un peregrino en Asturias

Javier Gutiérrez
"Un paraíso en el Camino", muestra en seis etapas el camino hacia la búsqueda de su bienestar a través del Camino de Santiago a su paso por el Principado.

Javier Gutiérrez (Luanco,1971) se ha metido en la piel de tantos personajes durante el último año que necesita encontrar su bienestar. Misión: desconectar y reencontrarse consigo mismo. Para ello, el ganador de dos Goya elige volver a la tierra de sus raíces y hacer, de punta a punta, el camino de Santiago asturiano. Seis jornadas a pie para recorrer más de 150 kilómetros durante los que pretenderá dejar atrás lo que más le pesa: el estrés.

En un primer capítulo de Un paraíso en el Camino , el actor realizará la etapa que va de Busto a Llanes, una caminata  de 24,7 kilómetros que le deparará playas escondidas, manjares salados y dulces, palacios casi tan sorprendentes como los paisajes y, al caer el sol, un colchón en un hotel que exuda historia y cultura para recobrar fuerzas. ¿Será capaz de olvidar el teléfono móvil?

La ruta comienza en Bustio, pueblo marinero en la ribera de la ría de Tina Mayor, en la frontera con Cantabria. La tradición pesquera de la localidad se remonta a tiempos de la pesca ballenera, aunque su estampa porteña se consolida ya en el siglo XIX. Lugar ideal para degustar pixín o sargo, y también para disfrutar de la arquitectura indiana, el estilo que trajeron consigo los triunfadores de la emigración americana: casas con jardines, palmeras y buganvillas y color, mucho color.

Todo transcurre entre el Cantábrico y el curso del Cares-Deva, custodiado por montañas y que, en su desembocadura, sirve de apeadero para las aves que migran al sur de Europa en los meses fríos. Ese es el entorno de la ruta jacobea que sigue el peregrino, al que en Ribadedeva aguardan un monasterio asomado al mar, un mirador, el Pimiango y una cueva, la del Pindal, declarada Patrimonio de la Humanidad. Colombres alberga la sede del Archivo de Indianos  y Museo de la Emigración, sita en la Quinta de Guadalupe... Por fin sintiendo que ya hace un siglo que dejó la gran ciudad e imbuido por el espíritu del camino, su peregrinaje lleva a Javier a Llanes, referente turístico asturiano por sus playas, su cercanía con los Picos de Europa, su encanto marino...

El País, 14 de octubre de 2021

martes, 15 de febrero de 2022

El "Mata Mua" de Gauguin, de nuevo en el Thyssen

El Mata Mua, la legendaria tela de Paul Gauguin, sí colgará de nuevo de las paredes del Museo Thyssen cuando se ratifique en sus salas el contrato definitivo del alquiler de la colección Carmen Thyssen al Estado español. El lienzo tiene prevista su llegada hoy al palacio de Villahermosa. La joya de la colección de la aristócrata y del museo salió del Thyssen en junio de 2020. Desde entonces ha estado custodiada en una cámara acorazada de Andorra, donde Cervera tiene su residencia habitual. Con el cuadro de nuevo en casa, el ministro de Cultura, Miquel Iceta y Cervera culminarán una larga y compleja negociación que, según ambas partes, estaba pendiente "de algunos flecos". El contrato estipula que el Estado abonará 97,5 millones de euros a la coleccionista a lo largo de los próximos 15 años, a razón de 6,5 millones anuales. Una cantidad que se descontaría del precio final de la venta si, como se supone, el Estado acaba ejerciendo su derecho preferente de compra de la colección.

Pintado por el francés Paul Gauguin en 1892, y tasado en 40 millones de euros (aunque algunas estimaciones elevan su valor hasta 150 millones), el Mata Mua salió del Thyssen hace más de año y medio gracias al permiso concedido por Cultura para sacar la obra al extranjero. La tela llegará al Thyssen en un furgón escoltado por un segundo vehículo. Cuando se deposite en la pinacoteca se colgará "en un lugar preferente" reservado desde hace meses en la planta baja del Thyssen, que acogerá toda la colección de Carmen Cervera y de su hijo Borja Thyssen. Serán 179 obras seleccionadas por la propia Cervera y los responsables del museo de entre las 326 que componen el conjunto. 

Con el contrato firmado y el espacio oficialmente inaugurado, el público podrá contemplar de nuevo el mismo día 9 la mítica obra de Gauguin, que contará con una garantía del Estado de 1.700 millones de euros. Bien diferenciada de la colección del barón, adquirida por el Estado Español en 1993, la colección de Carmen Thyssen ocupará unos 1.000 metros cuadrados de la planta baja del museo Nada se ha precisado sobre el futuro de los otros tres cuadros de la colección que Tita Cervera también sacó del museo durante la pandemia y cuyo paradero se desconoce: Caballos de carreras en un paisaje (1894), de Egdar Degas; El Martha Mckeen de Wellfleet (1944), de Edward Hopper, y El puente de Charing Cross (1899), de Claude Monet.

M.l. Madrid/COLPISA. La Voz de Galicia, lunes 7 de febrero del 2022

lunes, 14 de febrero de 2022

Un amor intranquilo

Tres hijos, 10 películas y 27 kilos de más en cuatro años. Leïla Bekhti (Issy-les Moulineaux. Francia, 37 años ) resume su vida reciente rápidamente y riéndose. Sentada en el Hotel María Cristina, en el pasado Festival de San Sebastián, recapitulaba así su presente en una escapada de menos de 24 horas para volver pronto a París, a esa familia numerosa que ha formado con el también actor Tahar Rahim. La power couple del cine francés apenas se muestra en público, pero en esta entrevista la actriz le dedica una sentida declaración  de amor a su pareja. Se conocieron rodando Un profeta (Jacques Audiar. 2009), y esa película disparó la carrera de los dos. Un par de años después, Bekhti ganó el premio César (el Goya Francés) por Todo brilla  y en esta última década ha encadenado un trabajo con otro, de la comedia taquillera al drama íntimo. Vincent Cassel la llama "Robert de Nira" por su versatilidad.

Hija de un taxista y una trabajadora del SEPE francés, inmigrantes argelinos, se crio en la banlieue parisina viendo muy lejos el sueño de ser actriz. Su abuela le enseñó árabe para que se sintiera siempre cerca de sus raíces. "Si sabes de donde vienes, sabes a donde vas", resume Bekhti. Imagen de L'Oréal Paris desde hace una década, en la prensa gala escriben tanto sobre su trabajo y matrimonio como sobre su estrecha amistad con la actriz Adèle Exarchopoulos, a la que llama "mi hermana". Ahora estrena en España Un amor intranquilo (18 de febrero en cines), la historia de una pareja, Leila (Bekhti) y Damien (Bonnard), él es bipolar, ella le cuida. Es la historia de los padres de su director, Joachim Lafosse. Es el retrato de la enfermedad mental y del amor. Del compromiso. Y del sacrificio...

-Creo que le apasionaba el personaje que interpreta en esta película, ¿por qué cree que resonaba tanto con usted?

-Cuando leí el guion lo primero que le dije a Joachim fue que me parecía una gran historia de amor y que necesitaba hablar de esta mujer con coraje, porque me parecía muy feminista querer ocuparse de su marido. Me gustaba la idea de que era una mujer libre e independiente, pero que también quería ocuparse de su familia. Caemos fácilmente en criticar a las mujeres que deciden hacerlo. Una mujer que puede escoger es una mujer libre. Si yo decido mañana dejar de trabajar porque quiero ocuparme de mi marido enfermo es mi elección. La pareja es lo más difícil del mundo, porque es irracional, no hay reglas. Cuando hay momentos de gracia, el amor te da alas. Y yo me siento feliz, da igual comer caviar o patatas pero siempre nos sentamos juntos en la misma mesa. Y eso me enorgullece, mi vida personal me enorgullece mucho, la verdad...

Irene Crespo. Smoda. El País

domingo, 13 de febrero de 2022

Louise Labé entra en la Pléiade

Louise Labé es una leyenda de la poesía y del feminismo renacentista: una mujer nacida en una familia humilde de Lyon, conocida en su tiempo como cortesana y autora de algunos de los versos eróticos más deslumbrantes de la tradición occidental. Acaba de entrar, por fin, en la Pléiade, la colección de clásicos de la editorial Gallimard que es  un verdadero canon de las letras francesas. Pero la edición crítica de sus Obras completas, a cargo de la prestigiosa especialista en el siglo XVI francés Mireille Huchon, consagra la tesis según la cual Louise Labé era en realidad un seudónimo, un nombre de pluma tras él que se escondía un colectivo integrado por algunos de los poetas varones más insignes de la época...

En el caso de Louise Labé ha sido la profesora Huchon quien, tras un minucioso trabajo de detective textual y archivístico ha concluido que Louise Labé es la construcción literaria de un grupo de notables poetas lioneses como Maurice Scève o Pontus de Tyard. Su tesis anticipada en un ensayo de 2006, ha desatado los ataques de algunos seizièmistes -especialistas en el siglo XVI francés- que defiende que La Bella Cordelera o La Safo de Lyon, como se la conocía, existió de verdad o que, como mínimo, no hay pruebas suficientes para concluir que fue una Carmen Mola del Renacimiento.

La profesora Mireille Huchon, nada más descolgar el teléfono para conversar con el País, menciona espontáneamente a Carmen Mola. Había leído en la prensa francesa las informaciones sobre el caso y enseguida cayó en el paralelismo con Louise Labé. "A fin de cuentas se trata en ambos casos de una especie de seudónimo", observa. Y en ambos casos, varios hombres se escondían tras una identidad femenina. 

Pero aquí terminan los paralelismo. Porque Carmen Mola era una identidad totalmente inventada. En cambio, en el Lyon del siglo XVI existió no exactamente una Louise Labé, pero sí una persona llamada Loyse Labbé, cuya existencia Huchon documenta con detalle (e incluye en La Pléiade un documento de un juicio de la Inquisición  en Salamanca en 1570 que la describe como "una bellaca" y "una mala mujer de león"). Esta Labbé, según Huchon, es distinta de la Labé que figura como autora de una breve obra compuesta por la prosa de Debate de Locura y de Amor, tres elegías y 24 sonetos.

Sostiene Huchon:"El libro, si miramos lo que se escribió bajo el nombre de Louise Labé, supone conocer el latín y el griego y tener a su disposición una biblioteca excepcional". Y argumenta: "Es imposible que Loyse Labbé tuviese esa cultura. Era hija de un cordelero iletrado: hay documentos notariales que muestran que su padre no sabe firmar. Su madre murió muy joven y tampoco sabía firmar. Creció en un ambiente iletrado. ¿Cómo habría podido adquirir tal cultura? Además, después se casó con un cordelero que también era iletrado".

La idea es que todo, en Louise Labé y en su único libro publicado en 1555, es artificio. Lo es el nombre, que evoca los "labios", la "loa", y la "Laura" de Petrarca, modelo para todos los poetas del momento. Y lo es el contenido, que no se refiere a los amores y desamores de la Bella Cordelera real, sino que es un ejercicio literario plagado de alusiones a poetas antiguos y clásicos -Safo Catulo y Ovidio- y otros contemporáneos, y basado en los modelos poéticos en boga en el Renacimiento...

Marc Bassets. París. El País, martes 18 de enero de 2022

sábado, 12 de febrero de 2022

LaTorre Eiffel se acicala para los Juegos

La torre Eiffel está recibiendo una capa de pintura para estar reluciente de cara a los Juegos Olímpicos de París del 2024, pero la operación está siendo más difícil de lo previsto debido a la pandemia del covid-19 y a varios imprevistos técnicos. 

Todo momento es bueno para recuperar el tiempo perdido: de noche, en horarios de poca afluencia turística, los domingos o días de fiesta, la treintena de pintores verticales que trabajan en la obra se afanan para aplicar las sesenta toneladas de pintura para tener  la Dama de Hierro a punto.

Es una operación que se lleva a cabo cada siete años y para esta vigésima ocasión  los expertos de Monumentos Históricos de París y el Ministerio de Cultura han decidido recuperar el color que lucía en 1907, el marrón amarillento.

En realidad, su color original fue el rojo veneciano. La 18.000 piezas unidas por 2,5 millones de remaches fueron pintadas en el taller antes de ser montadas, pero, dos años más tarde su creador, Gustave Eiffel, debió de pensar que resultaba demasiado alegre y decidió cambiarla de aspecto cubriéndola con una capa de marrón rojizo que en 1982 cedió el paso a un marrón ocre.

Con ocasión de la Exposición Universal de 1900, la torre Eiffel fue pintada de nuevo con un amarillo degradado. En 1907 fue cubierta con un marrón amarillento que conservó durante casi medio siglo, hasta que en 1954 se optó por un marrón rojizo. Finalmente, catorce años más tarde, se pintó de marrón "torre Eiffel", un color concebido especialmente para la estructura y que ha conservado hasta hoy. En total, el monumento ha lucido siete tonos distintos desde su construcción.

Aunque parezca lo contrario, la torre no está pintada de forma homogénea. Se trata de un efecto óptico. Cuando uno la mira desde la base da la sensación de que el color es uniforme, pero el ingeniero Alexandre Gustave Eiffel quiso que se utilizaran tres tonos, el más oscuro en la base y el más claro en la cima, para dar la sensación de que los 324 metros de la estructura (incluidas las antenas colocadas en la cúspide) se elevan hasta el cielo. 

La torre Eiffel es delicada, sensible a las variaciones de temperatura. Se encoge entre cuatro y ocho centímetros durante el invierno; cuando llega el calor recupera su tamaño original y sufre ligeras inclinaciones cuando le pega fuerte el sol (18 centímetros en 1976). Estos vaivenes, junto a la erosión de la lluvia, el viento y la polución exigen que se pinte regularmente cada siete años para proteger el hierro pudelado (un proceso de refinado del metal utilizado en el siglo XIX)...

Asunción Serna. París. La Voz de Galicia, lunes 27 de septiembre de 2022

viernes, 11 de febrero de 2022

"Cantar junto a una guitarra te desnuda el alma"

Aún cantando como contratenor toda su trayectoria, Philippe Jarousky (Maisons-Lafitte, Francia,1977) siempre ha estado obsesionado con proyectar naturalidad con su voz. Es una paradoja porque este alambicado registro que intenta emular el canto perennemente aniñado de los castrati, solo se obtiene mediante el dominio de complejas técnicas. Él intenta conciliar la antítesis con su carisma y honestidad en escena. Pero en su último disco À sa guitare (Erato), confeccionado con el prometedor guitarrista francés Thibaut García, ha dado un paso al frente por aventurarse por territorios y épocas que trascienden el Barroco y sus piruetas vocales. El álbum incluye, por ejemplo, canciones popularizadas por Barbara y Mercedes Sosa. Es decir, llega casi hasta nuestros días, una época actual que conecta, con el mástil de la guitarra de García como puente intersecular, con Purcell, Dowland, Mozart...Cuatro siglos de música, cantada en seis idiomas, que -confiensa-radiografían su personalidad más que nunca.

-Dice que es su primer álbum acústico. ¿Hasta que punto lo dice en serio?

-Bueno, lo digo un poco provocativamente. Pero es cierto que, por ejemplo, el concepto de los conciertos es muy relajado. Introducimos las piezas, hacemos bromas, contamos anécdotas...Llevo veinte años grabando discos, centrado en el repertorio del Barroco, los castrati y todo eso, y ahora me apetece hacer proyectos más originales. La pandemia me dio el tiempo necesario para elegir las obras meditándolo todo muy bien. Hemos ido mucho más allá del repertorio clásico para voz y guitarra, incorporando muchas transcripciones.

-Y tanto. Para el público hispanohablante, por ejemplo, este disco es un regalo, con El mirar de la maja de Granados, Anda, jaleo, de Lorca, Alfonsina y el mar de Mercedes Sosa.

-Sí, sí. Alfonsina fue un gran reto, porque me obligaba a trabajar con la pronunciación argentina. Para mí es una de las canciones más bonitas de la historia y Mercedes Sosa es una leyenda. Al principio no me sentía capaz de grabarla. Estaba intimidado. Thibaut me convenció. También consideramos las 7 canciones populares de Falla, pero las descartamos porque querías cosas menos trilladas.

-Thibaut García tendrá raíces españolas, ¿no? Con ese apellido...

-Sí, su padre es español por eso la tradición musical española la tiene muy interiorizada. Yo lo conocí en los premios Victoires de 2019, cuando ganó en la categoría de artista revelación. Tiene una manera muy natural de acompañar la voz y una energía que es muy serena. Eso me encanta. Ya colaboramos en Pasión Jarousky. Grabamos juntos Les feuilles mortes de Prévert y Flow my Tears de Dowland. Ahi ya estaba este disco en potencia...

Alberto Ojeda. El Cultural, 17-12-2021

jueves, 10 de febrero de 2022

Valéry

Plagado como ha estado, el año 2021, de efemérides de grandes escritores (centenarios de Baudelaire, de Flaubert, de Dostoievski, etc.), parece razonable que no se haya prestado atención al 150 aniversario del nacimiento de Paul Valéry, el pasado 30 de octubre. Para celebrarlo con todos los honores, sin embargo, basta la lectura, altamente recomendable, de la  biografía de Benoît Peeters recién publicada por ediciones del Contrabando, Valéry, tratar de vivir, se titula y está muy bien traducida por Mateo Pierre Avit.

De Valéry se publicó en Francia, no hace mucho, una monumental biografía que pasa por "definitiva": la que en 2008 le consagró Michel Jarrety (Fayard). La de Peeters, mucho más breve, no pretende competir con ella. Propone un acercamiento más abofeteado, más ensayístico también, más divulgativo... Peeters, quien ya mucho atrás le dedico una: Paul Valéry, une vie d'écrivain? (1989), de la que ésta nueva viene a ser una refactura.

Durante mucho tiempo, Valéry encarnó el mito del "escritor sin obra", pues apenas publicó en vida un par de poemarios y un puñado de ensayos, prólogos y discursos, aparte de entregas escogidas de sus míticos Cuadernos. Hoy cuesta explicar como demonios logró, con tan poco, labrarse un prestigio tan grande entre sus contemporáneos. Al morir, en 1945, el general De Gaulle, gran admirador suyo, decretó funerales de Estado, y su ataúd fue llevado al Trocadero y aupado a un catafalco en una solemne ceremonia. Sólo Victor Hugo había merecido antes tales honores. Pero cómo comparar la obra amazónica de Hugo con el gotero de la obra de Valéry.

Valéry, por lo demás no sólo encarna el mito del escritor sin obra , sino también -como, a su modo, Borges, que tantas cosas comparte con él- él del escritor sin biografía. Sólo póstumamente salieron a relucir sus amores tardíos con tres amantes sucesivas, las tres mucho más jóvenes que él: René Vautier, Émilie Nouler y Jeanne Loviton...

Pero la vida de cualquiera no sólo la integran sus "hechos". Su intensidad, su tumulto incluso, pueden venir determinados por la abundancia y el dramatismo de sus pensamientos y de sus sentimientos. La biografía de Peeters contribuye a hacerse cargo de esto... Despertaba tempranísimo, a las cinco de la madrugada, para encontrar las horas en que vagabundear por su mente y destilar los millares de anotaciones que llenan sus cuadernos que terminaron siendo la gran obra de su vida. Le gustaban el sol y el Mediterráneo. Le gustaba nadar.

Peeters acierta a contarlo con humor, inteligencia y sensibilidad. Su libro es antes que nada una apasionada invitación a leer, a releer a Valéry, de cuya vida y obra propone un medido balance y una experta guía.

Ignacio Echevarría. El Cultural, 17-12-2021 

miércoles, 9 de febrero de 2022

El diario de una peregrinación convertido en novela gráfica

Los apuntes del diario que Helder Rodrigues tomó cuando peregrinó por el Camino del Norte y el Primitivo en el año 2006 se han convertido ahora en la novela gráfica Destino Santiago (Demo). Una narración llena de sinceridad y con muchas dosis de humor. "Quise hacer la novela gráfica de la manera más honesta posible y me costó plasmar algunas cosas porque son muy personales. Yo quería hacer una obra que se parezca a la realidad y también contar la historia con humor", aseguró el autor que presentó la novela en Kornic. 

Para Helder Rodrigues supone un sueño ver publicada la novela gráfica. El ilustrador nació en Alemania, donde estudió diseño gráfico y animación tradicional. Allí autopublicó un cómic y también trabaja para revistas de música haciendo tiras cómicas. En el 2004 comenzó a vivir en España, y al ver que no encontraba empleo en el ámbito de la animación, empezó a trabajar en una compañía de elaboración de pizzas. "Pero no me gustó y, en un momento de crisis, decidí hacer el Camino", explica apuntando que es la mejor opción para conocerse a sí mismo y a él le sirvió como terapia. Recorrió la ruta del Norte mezclándola con la Primitiva en 2006, sin embargo, tardaría seis años en tomar papel, lápiz y rotulador para plasmar esa experiencia. Fue en el 2012, coincidiendo con el nacimiento de su hijo y cuando llevaba dos años viviendo en Santiago. "Tardé cuatro años en acabarla porque tampoco había prisa", detalla. Después la guardó en un cajón hasta que el año pasado se la mostró a Manuel Cráneo, de Demo.

Helder Rodrigues, que combina sus trabajos en el ámbito del diseño, la animación y la ilustración con el de guía en el Camino, concibe Destino Santiago como la primera obra de una trilogía, pero por ahora no se fijó plazos.

La Voz de Galicia, sábado 5 de febrero de 2022

martes, 8 de febrero de 2022

El Marcel Duchamp más fetichista

Marcel Duchamp

Autor total, revolucionario y padre de los ready-made, una exposición en la galería Thaddaeus Opac de París despliega un punto de vista muy concreto sobre la  obra, compleja y llena de densidad de Marcel Duchamp (1887-1968). El título en francés Prière de toucher/Se ruega tocar, utilizado en una de sus piezas por el propio artista, expresa una inversión que alude y cuestiona la indicación que se emplea en los museos para que los públicos no toquen las obras: Se ruega no tocar.

El fetichismo, en todas sus variedades, algunas de ellas no expresamente físicas, implica siempre un contacto. Y al situarnos en este ámbito, lo que Paul B, Franklin, comisario de la muestra, pretende subrayar es la importancia central del fetichismo en la vida y en la obra de Marcel Duchamp, quien siempre había buscado que los públicos diversos no se quedaran "fuera" de sus piezas, sino en un contacto, intenso y libre con sus piezas.

En el texto de la presentación de la muestra el comisario dice que "es la primera vez que se examina la importancia del fetichismo y del fetiche en la obra de Marcel Duchamp". Esto requiere una pequeña matización, ya que en 2016 el Museo Tingueley de Basilea presentó una exposición con el mismo título: Se ruega tocar; y el subtítulo El toque del arte, comisariada por Roland Wetzel. Eso sí, aunque en esa ocasión el punto de partida era Duchamp, la muestra no estaba concebida  de un modo tan específico en torno al fetichismo y además se desplegaba con un enfoque abierto a la presencia de otros artistas.

Esta versión de Se ruega tocar de la galería Thaddeus Ropac de París, se presentó primero en su espacio en Londres. Es sin duda una muestra de gran interés que a través de 34 objetos, obras gráficas, fotografías y reproducciones en pequeño formato, profundiza algunas de las  cuestiones que hicieron de Duchamp uno de los artistas más importantes de su tiempo. La irradiación del fetichismo se articula en cinco secciones: la consideración del ready-made como objeto fetiche; su presencia en las réplicas en miniaturas y reproducciones ; su papel en el juego del género; la utilización de materiales fetiches como el cuero, el vinilo, el caucho y el papel metalizado, y el desdoblamiento de su identidad artística (en Marcel y en Rrose Sélavy)...

José Jiménez. El Cultural 14-1-2022

lunes, 7 de febrero de 2022

"El brindis". Monólogo de neurótico

Con 35 años a nuestro protagonista le deja su novia (ese famoso descanso que asemeja una tierra de nadie entre la esperanza y una ruptura real), tiene que tragarse una aburrida y repetitiva cena familiar mientras espera un mensaje de ella que parece no llegar nunca, y para colmo debe afrontar que su futuro cuñado le pida que dé un discurso en la cercana boda de su hermana. Problemas que implican un mayor o menor grado de estrés dependiendo de cada cual, pero que en el mundo interior de un neurótico se convierten en una debacle de proporciones catastróficas.

Tomando como base una novela de difícil adaptación (obra homónima del dibujante y actor francés Fabcaro) que a priori tendría -y ha tenido- más salida en formato teatral que cinematográfico, El brindis nos sumerge en la mente de un personaje neurótico e hipocondríaco por medio de la continua ruptura de la cuarta pared. Apelando directamente al espectador, la acción se vehicula por medio de un diálogo interior que muta en desquiciado monólogo a cámara, como un intento de conversación personaje-espectador donde el primero no deja de meter baza al segundo, sin otorgarle un segundo de respiro.

La ansiedad del discurso se traduce en una acción que avanza a buen ritmo, siempre entre el sarcasmo, lo absurdo y lo salvaje, consiguiendo gracias a esta rapidez y fluidez que el filme no se quede en una pieza teatral sustentada por una sucesión de monólogos sobre la familia, el amor y los traumas varios de quien los relata. Esta comedia excéntrica gana puntos en sus momentos más surrealistas, donde los flashbacks, la realidad y la mente del protagonista se juntan y superponen en un mismo plano (esa secuencia con los intérpretes de la ONU en el comedor), consiguiendo que la fórmula no se agote antes de llegar al final, y que su discurso alocado tenga una base a la que acogerse.

Sabela Pillado. La Voz de Galicia, viernes 4 de febrero de 2022

domingo, 6 de febrero de 2022

Francia no ha dicho todavía la última palabra

Francia no ha dicho todavía la última palabra es el titulo del reciente libro de Éric Zemmour, la nueva voz de la extrema derecha francesa. Sus declaraciones contra los inmigrantes y el discurso de género le han valido seguidores y detractores. Pero sobre todo popularidad. Aspira a la presidencia. Hablamos con él. 

Zemmour es un tipo bajito, con cierto parecido con Charles Aznavour. Sin embargo, piensa a lo grande. Sus héroes son Napoleón y Charles de Gaulle, y las encuestas sugieren que muchos franceses -burgueses y sans-culottes por igual- consideran que podría ser el próximo gran hombre francés. En paralelo, los bien pensants opinan que se trata de un individuo hambriento de publicidad personal, y eso en el mejor de los casos. En el peor, le acusan de ser un fascista salido de la televisión que utiliza las legítimas preocupaciones sobre la inmigración para generar un odio visceral a los musulmanes franceses nativos, pues Zemmour asegura que su cultura y su religión ponen en peligro la misma existencia de Francia. En lo que están de acuerdo los unos y los otros es que Zemmour tiene las mismas posibilidades que Le Pen de enfrentarse al presidente Macron en la segunda vuelta electoral. (Recordemos que Le Pen ya se estrelló en dos elecciones presidenciales anteriores). 

Este político que habla sin pelos en la lengua en su día fue periodista de la sección de política de Le Figaro y más tarde se hizo famoso como tertuliano televisivo.

-¿Le resulta extraño que los periodistas ahora escriban sobre usted?

-Sí que es un poco raro estar al otro lado del espejo. Pero hace tiempo que dejé de ser un periodista a uso. Llevo años defendiendo determinadas ideas y convicciones, y me he convertido en lo que llamamos un intelectual. El problema es que en Francia, si no eres de izquierdas no te consideran un intelectual. Te etiquetan como un tertuliano de tres al cuarto... y punto.

-¿Usted es un intelectual?

-Yo creo que sí. Por lo menos hago el esfuerzo de tratar de entender nuestra historia y la situación en que nos hallamos. De hacer un diagnóstico y de ofrecer soluciones válidas a la situación en que estamos.

-La gente suele verlo más bien como un Donald Trump a la francesa.

-Es verdad que llevan meses comparándome con Donald Trump, pero si acaso tengo más que ver con Boris Johnson. Piénselo un momento. Los dos somos antiguos periodistas. Ambos hemos escrito libros de historia, sobre Churchill en el caso de Johnson, sobre la historia de Francia en el mío, sobre Napoleón y De Gaulle. Tenemos muchos puntos en común, y lo más interesante es que Johnson ha logrado poner en práctica una estrategia electoral precisa, que me propongo emular: la alianza entre la clase trabajadora y el segmento de burguesía patriótica que aspira a restaurar la soberanía nacional que, por desgracia, ahora mismo se encuentra en peligro.

-El problema con los populistas es que no tardan en volverse impopulares

-Yo no lo veo así. En primer lugar, ¿qué significa esto del "populismo"? Hay que definir lo que queremos decir  con "populismo". Suele pasar que las élites nos acusan de populistas cuando la gente deja de hacerles caso. Llevo largo tiempo diciendo que a los que ellos acusan de populistas son personas que no están dispuestas a morir ni a dejar que las instituciones mueran. Y creo que los pueblos de Europa, en Francia, sobre todo, están en peligro de extinción por causa de la inmigración masiva, de la demografía y de la presión cultural ejercida sobre estos países. ¿Que los populistas pierden la batalla de la opinión pública con gran rapidez? Es posible. Pero con menor rapidez que los no populistas... 

Andrew Billen. XLSemanal, 9 de enero de 2022

sábado, 5 de febrero de 2022

Burdeos, el Wall Street del vino

Jean-Guillaume Prats, de pie, junto al viticultor Telmo Rodríguez
Cuatro candelabros de plata y cristal en el centro de la mesa proyectan una luz tenue, casi fantasmal, sobre el delicado mantel de hilo. La vajilla está grabada con el escudo de la familia, y la cubertería bruñida como un espejo. Ante cada comensal tres copas de vino: añadas de 1955, 1962 y 2019 de Château Lafite, quizá la bodega más icónica del planeta. El comedor privado del barón Éric de Rothschild está entelado en tonos pastel, decorado con retratos de antepasados y carece de electricidad, como cuando la adquirió la estirpe de banqueros en 1868. Hachones sobre los muebles y las estanterías segundo imperio aportan la única iluminación. Cae la noche. En una repisa reposa un mágnum (vacío) de la cosecha de 1975 rubricado por Juan Carlos I. El menú es ligero y muy francés.

El anfitrión es Jean-Guillaume Prats, de 50 años, presidente de Château Lafite Rothschild, en Paulliac, a una hora de Burdeos. Estamos en la milla de oro del vino, en la margen izquierda del río Garona, la más conservadora y elitista. La derecha con capital en Saint-Émilion, es más minimalista y rompedora: la cuna de los "vinos de garaje". E igual de cara. Su último récord, 12 millones de euros por hectárea del Cháteau Beauséjour desembolsados por la multinacional Clarins. En ambas márgenes nacen las marcas más cotizadas e imitadas, donde la demanda siempre supera a la oferta. Bodegas sin precio. El capricho de los milmillonarios y los holdings del lujo, y la apuesta de los grupos bancarios, de seguros y cosmética. Algo que "ha deshumanizado la propiedad y provocado problemas sociales", critica un alcalde socialista, Joyas de una tierra, clima e historia irrepetibles, y también de la especulación y el marketing. En especial, los únicos cinco châteaux clasificados en 1855, y 1973 como Premier Cru: Latour, Lafite, Margaux, Haut-Brion y Mouton Rothschild, que producen entre 100.000 y 200.000 botellas según la añada. Son los más codiciados. Estamos en Lafite, uno de los pocos que aún pertenecen a una familia.

La corbata es de rigor. Prats, elegante traje gris muy V República, abrigo de Loro Piana y zapatos de Berluti, forma parte de la más vetusta aristocracia del vino bordelés. La familia materna de su padre, los Ginestest, fueron poderosos comerciantes y propietarios del Château Margaux (hoy pertenece a una familia enriquecida con los supermercados de bajo coste); él trabajó en la iconoclasta bodega familiar de los Prats, Cosd'Estournel (desde el año 2000, propiedad del imperio hotelero de Michel Reybier), antes de ser uno de los primeros en abrir mercado en China, a finales de los noventa, y a continuación, durante cinco años, responsable de la veintena de viñedos globales  de LVMH (Moët Hennessy Louis Vuitton), el mayor conglomerado de lujo mundial. Prats aterrizó de nuevo en la rive gsuche la orilla izquierda en 2017, fichado por esta rama de los Rothschild,  (una de las tres que hace vino). Y está apunto de abandonar Lafite, cuyas riendas tomará Saskia de Rothschild, de 34 años, la única hija del barón, periodista de formación, que tiene la misión de poner al día esta propiedad (unas 100 hectáreas de viñedo) originario de 1234 y enfrentarse al reto del cultivo orgánico y el cambio climático sin que se resientan las esencias de la casa. Un equilibrio complicado. Una botella de la última cosecha de Lafite (la de 2019) cotiza en el mercado internacional teledirigido desde el Wall Street bordelés por encima de los 1000 euros.

Jean-Guillaume ha invitado a cenar en la intimidad de este palacete al viticultor español Telmo Rodríguez, su amigo de la infancia y correrías por la propiedad riojana de Remelluri, y a los dos periodistas. El motivo es celebrar el ingreso de Telmo y su último vino, el tinto Yjar, en La Place de Burdeos, lo que para un bodeguero supone ascender a las grandes ligas del vino mundial. Es el primer español que accede al sofisticado sistema de comercialización global ideado en Burdeos hace cuatro siglos  y que alcanza de forma capilar y segmentada a 186 países. Y utilizan sin excepción todos los grandes châteaux de la región (no más de 200 entre las 8.000 marcas existentes, que solo aportan el 4% del volumen, pero suponen el 20% del negocio). Y al que también se han ido incorporando con cuentagotas desde 1998 algunas de las más renombradas bodegas mundiales de fuera de Burdeos...

Jesús Rodríguez. El País Semanal, 31 de diciembre de 2021

viernes, 4 de febrero de 2022

El Festival de Nimes pisa nuevos territorios

El Festival de Nimes se sumerge en el juego de los contrastes y para mantener una práctica que se ha convertido en seña de identidad, se dispone a descubrir territorios que en ediciones anteriores no había pisado. Con el fin de otorgarle protagonismo a las propuestas de artistas jóvenes a los que también se les está ofreciendo la oportunidad de participar en el acontecimiento flamenco más prestigioso fuera de nuestro país, el certamen celebra su trigésima segunda edición, un dato que avala su madurez organizativa y también su consistencia como manifestación artística de primer nivel. 

Y en el terreno de los contrastes, el festival ofrece una rica gama de actitudes musicales y dancísticas. Si por un lado tenemos el cante clásico, pero siempre renovado en cada actuación, de Pedro el Granadino, o el de Inés Bacán, con el peso de una tradición familiar de músicos gitanos, que tienen el flamenco a modo de ceremonial íntimo y sagrado, por otro nos encontramos con los sonidos que Antonio Moreno crea para En talleres, el espectáculo de la bailaora Leonor Leal: "Se trata de hacer vivir lo inanimado, inyectándole energía y carácter musical y escenográfico, descubrir la utilidad sonora de una serie de materiales que en cualquier otro contexto no servirían para nada, cacharros impensables que se transforman en instrumentos para acompañar mi baile adquieren otro significado y los coloca en una escala metafórica".

Yinka Esi Graves, bailarina y bailaora nacida en Londres de padres ghaneses y jamaicanos, alumna de grandes maestras de la danza flamenca, como Merche Esmeralda, Carmen Ledesma o Juana Amaya, cada vez que atravesaba el Guadalquivir por el puente de San Telmo, camino de la academia de baile "sentía algo muy fuerte, como una llamada ancestral del agua. Después supe que en esa zona de Sevilla fondeaban los barcos venidos de las Indias, es decir, de América, y también del continente africano. Y eso estaba latente en el espacio y mi cuerpo lo podía percibir". De manera que para hacer su espectáculo Disappearing Act (El acto de desaparecer), no quiso encerrarse en su estudio, sino buscar ingredientes en el exterior...Se trata de construir el flamenco y llevarlo al mundo de las sensaciones, las mismas que observé cuando llegué a Andalucía. Ha existido una trata de esclavos y un comercio, pero también un intercambio de músicas y ritmos. El flamenco tiene raíces plurales"...

José María Velázquez-Gaztelu. El Cultural, 7-1-2022