miércoles, 7 de mayo de 2025

"Escribo para la vida, porque está amenazada de muerte".

La autora francoargelina Hélène Cixous, ganadora del Premio Formentor de las Letras, denuncia la identidad como "prisión". Empezó a escribir con 10 años cuando su padre murió y "el mundo desapareció". Aún vivía en Argelia. "Tenía que remplazar ese mundo y a mi padre con papel y palabras", asegura. La obra de Hélène Cixous (Orán, 87 años) es una historia de supervivencia a través de la literatura."Leía para escribir, aunque ambas cosas son como esas dos gemelas, son lo mismo. Cuando no escribo, leo, y escribir es una forma de lectura".

Lo dice mientras mira a sus dos gatas, Isha y Haya, que revolotean por su casa, en París. La acompañan cuando escribe y habla con ellas mientras reflexiona sobre la literatura, la vida y la muerte, el exilio. la guerra o el feminismo. "Escribo para la vida porque está amenazada de muerte", dice la autora francoargelina, que ha sido reconocida con el premio Formentor por su prolífica obra literaria de la que el jurado destacó "la personalidad de su estilo y su soberanía creativa". La ceremonia de la entrega del galardón se celebrará el 1 de octubre en el Teatro Real de Madrid. En las últimas ediciones han ganado el Formentor autores como el húngaro Lázszló Krasznahorkai, el francés Pascal Quignard o la rusa Liudmila Ulítskaya.

Nació en la Argelia colonizada por Francia, en "un período de extrema violencia", por lo que en su obra "hay un gesto permanente, que es el de intentar salvar". "Yo crecí rodeada de muerte, así que cuando era pequeña buscaba  cómo hacer para sobrevivir, y la única manera de hacerlo en el mundo en que vivía era en los libros. El actual es de una violencia distinta, cada época reinventa la suya.

Hija de un médico de origen sefardí y madre alemana, Cixous ya era feminista de niña: "Siempre estuve rodeada de mujeres, todos los padres estaban muertos y mi madre era matrona, así que lo primero que descubrí fue el cuerpo de las mujeres, las veía dar a luz y tener falsos partos, descubrí cosas terribles y que yo pertenecía a ese mundo en el que ellas tenían hijos o los perdían. He conocido bien el cuerpo de las mujeres y sus vidas". 

Fue una de las violencias que conoció en Argelia, porque "había otras como el racismo, el antisemitismo, el racismo antiárabe o la misoginia". Cuando se trasladó a Francia en 1955 descubrió un mundo distinto, "no ese primitivo y colonialista" y fue cuando se dio cuenta de que "lo urgente eran las mujeres": "En Francia las mujeres no conocían a las otras mujeres, ni sus propios cuerpos, así que, de manera natural, me dije que lo urgente quizá no era la colonización militar, sino la colonización de las mujeres. Esa era la primera de las luchas".

Cixous ha publicado más de un centenar de obras, ensayos, novelas y obras de teatro, donde ha tocado todos los géneros  y ha abordado el feminismo, el psicoanálisis, la filosofía, ha escrito hasta sobre los animales. Son disciplinas "que nos aproximan  a lo que nos parece incomprensible porque en el fondo, creo que nos resulta difícil comprender hasta qué punto  el mal está en el mundo y los humanos son capaces de hacer el mal y de hacerse mal. Podemos creer que es pacífico, pero es una especie violenta y destructora".

En 1975 publicó La risa de la Medusa, considerado uno de los referentes del feminismo moderno, donde invita a las mujeres a escribir como modo de reafirmarse. "Es una forma de liberación, una experiencia que todo el mundo puede hacer. Hoy decimos que la mujer ha liberado la palabra, pero hablar no es escribir. Es ya indispensable porque ya en algunos casos las mujeres están mudas, pero no es suficiente, hay que escribir, porque esto conlleva una exploración, es creación. La palabra no crea, sirve para hablar o gritar, pero hay que ir más lejos."

Cixous se especializó en literatura inglesa y con 22 años intentó hacer una tesis sobre el escritor más fabuloso para ella, que era William Shakespeare, pero la disuaderon porque "se había escrito ya mucho". La segunda opción fue el irlandés James Joyce, pero entonces le dijeron que "no era para las mujeres". Estuvo un año entero para encontrar a alguien en la academia que aceptase su tesis: "Pensaba que había gente inteligente, pero la universidad era conservadora y reaccionaria, escribí a medio centenar de personas hata que me repondió uno", dice la autora del ensayo L'Exil de James Joyce, publicado en 1968.

A Joyce dedicó "un trabajo inmenso", pero no es su amigp íntimo": "Son otros menos modernos, Michel de Montaigne, que es antirracista, antimisógino y alguien que se ha adelantado a todo, y luego está Kafka, que tiene una relación con el mundo que nosotros conocemos hoy, es de nuestro siglo. Así que no es a Joyce al que llamo si tengo una pregunta, no tiene nada que decirme. Si quiero discutir de algo doloroso o trágico pregunto a Montaigne o a Kafka...  ¿Qué piensas tú, Haya?, se dirige a la gata.

Fundadora del Centre d'Études Féminines et de Genre, no habla de patriarcado,"una denominación de Europa y de hoy", sino de "falocracia, esa alucinación que hace que los hombres crean que hay una parte de la humanidad que es más fuerte y tiene la autoridad y el poder".

Ella que se sintió apátrida en una Argelia que no la aceptaba como igual por ser de origen judío y "sospechosa de ser colonialista", tampoco se siente francesa y denuncia que el país "nunca ha sabido hacer autocrítica, es colonialista y tiránico"."La identidad es una prisión , intenta reducirnos, es una manera de encerrarnos, de empobrecimiento. Un ser humano es una maravilla, porque es innombrable. La identidad es una obligación policial, en general para mantener las barreras"...

Raquel Villaécija. París. El País, domingo, 27 de abril de 2025.

martes, 6 de mayo de 2025

Una muestra para coronarse

La 44ª exposición de Cartier, recién inaugurada en el Victoria&Albert de Londres, une 360 testigos de su legado -joyas, relojes, objetos, documentos y bocetos- y coreografía con ellos un baile de quilates, historia y emociones. En una orfebrería, al menos desde que Copérnico entró en escena allá por 1543, el sol se erige en el centro y el resto de los planetas gira a su alrededor. En la primera vitrina con la que uno se encuentra cuando cruza las puertas de la exposición Cartier (hasta el 16 de noviembre), el centro del universo lo ocupa la tiara Mánchester. Una diadema de oro, plata y algo más de 1.400 diamantes que Consuelo Yznaga, americana de nacimiento y duquesa por matrimonio -se casó con George Montagu, futuro octavo duque de Mánchester, en una de aquellas por entonces habituales uniones de conveniencia: ella, princesa dólar, ponía la fortuna; él, bucanero, el título-, encargó a Cartier en 1903 e, in lieu del impuesto de sucesiones a la muerte del duodécimo duque, en 2007, terminó en las arcas británicas y de ahí, en la colección del Museo Victoria&Albert. Por cierto, una de las más extensas. 

"En la década en que se creó, Cartier, que entonces operaba solo en París, abriría en Londres y en Nueva York. La tiara Mánchester representa esos tres templos: habla de saber hacer, de aristocracia, de clientela internacional", cuenta Rachel Garrahan, comisaria de la exposición mano a mano con Helen Molesworth. Arrancar con ella e instalarla en el centro de la sala, en el lugar que ocuparía el sol, con un haz dando vueltas lentamente en torno a ella, es definitorio. "Es una inversión de la ciencia", dice Asif Khan, encargado de diseñar la muestra. Intencionada. El arquitecto londinense -el mismo que firmó las puertas de la Expo 2020 de Dubái y la coraza de vidrio del Guggenheim de Helsinki- quería jugar con ese sentido emergente de lo que significa la realeza, el halo de poder que otorga una corona. Como Le Brun cuando pintó a Louis XIV en los techos de Versalles o William Scrots al retratar a Eduardo VI, con las flores dándole la espalda al sol para mirar a su monarca. Pero, sobre todo, "buscaba generar una conexión con el público". La idea es que el reflejo de los diamantes se proyecte en el rostro de quien la mira.

Es tan solo una declinación de la alquimia sensorial con la que se ha ido hilvanando la muestra que, más allá de lo enciclopédico, quiere provocar una respuesta anímica. Habría sido fácil  quedarse en un despliegue ostensible de patrimonio orfebre, pero ha querido, además, capturar esa dimensión ritualista -atávica, si nos ponemos- que solo las joyas tienen. "De todos los objetos que fabrica el ser humano, con la joyería se crea una conexión íntima. La llevamos en contacto con la piel. Creamos historias en torno a ella. La vinculamos a recuerdos", señala Khan. "Pero en una exposición están detrás de un cristal. Ni siquiera compartimos el mismo aire". De tocarlas, ni hablemos. Se retó a "acercar las piezas al público, permitirles sentir que habitaban el mismo espacio, que podían alcanzar a tocarlas".  "Si estimulas todos los sentidos,  se crea una síntesis en la que el objeto cobra vida. Esa es la intención", dice.

En las 14 salas -1.100 metros cuadrados en total- que ocupa la primera gran exposición de Cartier en el Reino Unido desde hace tres décadas, uno no se limita a pasear entre vitrinas. Ve cobrar vida a la pantera desde los trazos de un papel. Se desliza entre la realidad y la ficción por el joyero de Hollywood, saltando desde el anillo de compromiso de Grace Kelly a las pulseras de diamantes  de Gloria Swanson... Imaginen la tesitura de una muestra que maniobra con casi 400 piezas. Algunas imponentes, como el zafiro de la reina Marie de Rumania. Otras míticas, como el collar de serpiente de María Félix y varias nunca expuestas al público, como la pulseras de Sita Devi de Baroda -la Wallis Simpson india...

Laura García del Río. El Pais Semanal.

lunes, 5 de mayo de 2025

"La historia de Souleymane"

Hope (2014), la primera película del cineasta francés Boris Lojkine (París, 1969), se cerraba con la imagen de una mujer nigeriana que, después de una ardua travesía por el norte de África, atisbaba las luces del sueño europeo. Ahora, en La historia de Souleymane, el director de Camille (2019) amplía el arco de su estudio sobre los procesos migratorios trasladando la acción hasta su ciudad natal, París, donde transcurre la lúgubre odisea vital de Souleymane, un joven guineano que trabaja ilegalmente como rider mientras intenta tramitar una solicitud de asilo político, Adoptando los modos del cinema verité -cámara en mano, sonido directo, escenarios reales-, Lojkine compone el absorbente retrato de una cotidianidad marcada por una serie de rituales desesperados, desde la reserva diaria de una cama en albergues para indigentes hasta una jornada laboral frenética y esclavizante. Más allá del desgaste físico y anímico, esta cruda realidad trastoca  de un modo profundo la personalidad de Souleymane, quien debe asumir diferentes identidades (alquiladas o simuladas) para poder trabajar  y para aspirar a un permiso de residencia.

Lojkine ha reconocido como sus principales referentes fílmicos la parquedad del cine de Cristian Mungiu, estandarte del Nuevo Cine Rumano, y el vértigo de la obra  de los hermanos  Safdie, responsables de Diamantes en bruto (2019). Sin embargo, La historia de Souleymane es demasiado inmersiva y orgánica como para encajar en modelos estéticos preconcebidos, sean realistas o esteticistas... En definitiva, La historia de Souleymane, con su detallismo disfrazado de atropellamiento, logra esquivar  el exhibicionismo y el maniqueísmo con el retrato del tenso día a día del protagonista, vibrantemente interpretado por el actor no profesional Abu Sangare, quien aportó elementos de su historia personal a la película, alzándose con el premio al mejor actor en la sección Un certain Regard del Festival de Cannes...

Manu Yáñez. El Cultural, 25-4-2025.

domingo, 4 de mayo de 2025

Roland Barthes suena bien entre la juventud

El 1 de marzo una multitud de lectores, sobre todo jóvenes, se arremolinaban a las puertas de la librería Pérgamo en Madrid. Muchos se quedaron fuera esperando bajo la lluvia, de modo que hubo que hacer un segundo pase. No comparecía el escritor de moda, ni un poeta de Instagram o una influencer emergente. Se iba a hablar de un complejo pensador francés de la segunda mitad del siglo XX: Roland Barthes. Las ponentes sí están de moda: Paula Ducay e Inés García, graduadas en Filosofía y artífices del exitoso podcast Punzadas sonoras. En su programa han conseguido popularizar la figura de Barthes, tanto que la editorial siglo XXI ha decidido reeditar Fragmentos de un discurso amoroso. "En la presentación hasta nos hicieron firmar libros de Barthes como si fueran nuestros", cuentan divertidas las podcasters. También se escucharon en silencio, audios de entrevistas con el pensador. Un pequeño fenómeno filosófico.

Ducay y García se conocieron en la facultad y se hicieron muy amigas. En 2021 decidieron practicar lo filosófico lejos de las aulas y comenzaron a enviar una newsletter semanal sobre diferentes asuntos y lecturas. La cosa tuvo éxito y decidieron pasar al formato podcast (inspiradas por otro, Deforme semanal ), que grabaron artesanalmente en casa, con un móvil. "El 24 de noviembre, un día que yo tenía el corazón rotísimo e Inés vino a recogerme porque estaba desintegrada, compramos los Fragmentos en la librería La Central de Callao de Madrid", recuerda Ducay mientras repasa un cuadernito donde apunta todo lo relevante. Ahí también dice en letra manuscrita, que en enero de 2022 comenzaron a grabar, vertebrando las conversaciones con las figuras que utiliza Barthes en los Fragmentos: ausencia, exuberancia, abismarse... Y la cosa con ese tono cercano y coloquial de las que se conocen bien, sin imposturas radiofónicas ni intelectuales, acercando el pensamiento filosófico al oyente medio también tuvo éxito. Tanto que pasaron de su casa a Radio Primavera Sound y a congregar a gente organizando eventos, clubes de lectura y talleres. Mientras tanto el virus barthesiano se iba extendiendo.

¿Por qué Barthes? "¡Porque es el mejor!", bromean. "Barthes no estaba tanto en la conversación: creo que se le había ignorado desde la academia. En la universidad solo se leen sus textos de semiótica, la crítica literaria, los análisis de textos. En su día se dijo que no era serio que un académico del Collège de France hiciera un libro sobre el amor", ahonda García. Cuando se publicó en 1977, el libro, a pesar de no ser una lectura sencilla, fue un best seller en Francia: se vendieron alrededor de 100.000 copias. Una proeza para una obra de semiótica.

Tres años después, en 1980, Barthes semiólogo, crítico literario, pensador estructuralista, moría en París atropellado por una furgoneta de lavandería enfrente del Collège de France. Tenía 65 años. Durante su carrera había visto signos por todas partes, todo formaba parte de un sistema de signos. Sentenció "la muerte del autor": el texto era independiente de la intención de quien lo escribe, el lector tiene un papel activo en su interpretación. Y si todo es signo, todo se puede leer e interpretar. En sus Mitologías (1957), interpreta así la cultura popular, la moda, el deporte o la publicidad, también la masculinidad o la feminidad, y desvela las estructuras de poder subyacentes.

En los Fragmentos analiza el lenguaje del amor a través de fragmentos breves, que no siguen una narración convencional, donde examina los pensamientos, tensiones o emociones que rodean el enamoramiento, también las más desgarradas y dolorosas. "Barthes se centra en el amor pasional, el amor romántico no correspondido, y lo abstrae, es un sujeto que habla y un objeto amado", explica García. "Así construye un discurso que no es de nadie y es de todos".

"En la filosofía actual no hay grandes figuras", dice el filósofo José Luis Villacañas, profesor de la Universidad Complutense de Madrid. "No se logra despertar el interés de un pensamiento genuino, de modo que se mira atrás. Pero muchas figuras procedentes de Mayo del 68, como Foucault, Deleuze, Derrida, dan síntomas de agotamiento por haber sido demasiado frecuentadas. "Así que se recurre al segundo gran escalón de la filosofía en la segunda mitad del siglo XX: ahí está Barthes", añade el pensador.

El pensamiento de Barthes centrado en la interpretación de los signos, está para Villacañas completamente vigente en esta época en la que los textos generados por la inteligencia artificial son "planos, sumamente transparentes, clarísimos. Bathes nos devuelve a un texto que es inimitable por la IA". Lo mismo para las imágenes: "Barthes nos dijo que el punctum de una imagen(algo así como detalle que toca al espectador, en su libro La Cámara lúcida ) solo puede ser visto por quien pone ahí el centro de su corazón". La tecnología, desde luego, no tiene corazón. Por último también está vigente el interés de Bathes por las culturas orientales que se ve en su libro El imperio de los signos, que ahora se materializa, dice el profesor, en películas como Perfect Days o la serie Shogun...

Sergio Fanjul. Madrid. El País, martes 22 de abril de 2025.


sábado, 3 de mayo de 2025

Irún, la última frontera

Migrantes en las calles de Irún. (Álex Iturralde)

El Bidasoa ha sido históricamente lugar de paso. Pero un goteo de migrantes africanos en tránsito a Francia (unos 60.000 en siete años según las redes de acogida) ha cambiado el paisaje y colapsado la ayuda humanitaria. Mientras, los controles de la Policía francesa y las devoluciones en caliente se oponen al espíritu de Schengen.

El chico baja del autobús. Un petate rojo y una bolsa de plástico por todo equipaje. Se llama Alou y dice que tiene 18 años, pero podrían ser 15 o 16. Ha recorrido más de 5.000 kilómetros desde que salió de Malí. Ha hecho Mérida-Irún en autobús. Antes hizo Cádiz-Mérida, y antes Tenerife-Cádiz, y antes El Hierro-Tenerife, y antes, en patera, algún lugar de la costa africana-Tenerife, y antes Bamako (Malí)-algún lugar de la costa africana. Su rostro proyecta por igual fatiga, susto y desconcierto, hasta que el voluntariado de la red de acogida le explica que le va a llevar hasta un centro de Cruz Roja para que cene y descanse. Asegura que su padre que lleva unos años en París vendrá mañana a Irún para llevárselo a una nueva vida. Y pregunta: "¿Por qué me ayudáis? ¿Es gratis?

Esa es su historia y esa es la historia, o similar, de los miles de migrantes esencialmente subsaharianos que cada año llegan a Irún casi con la única idea de cruzar rápidamente la frontera: la muga que separa esta ciudad de 64.000 habitantes -la segunda de Gipuzkoa- de Hendaya, puerta de entrada a la République Française. Y de ahí a emprender el camino a París, o a Alemania, o a Bélgica. También es la historia de un auténtico embudo humanitario que no suele protagonizar los titulares generados por otros enclaves como El Hierro, Melilla o el Estrecho.

La intensificación del tránsito migratorio en la zona a partir de 2018, cuando la Italia de Salvini cerró sus fronteras a la inmigración en el Mediterráneo Oriental y los recurrentes controles que la Policía francesa de Aire y Fronteras (PAF) efectúa en los puentes de Santiago y Behobia, cuya intensidad fluctúa en razón de las presiones políticas de turno, las amenazas terroristas o la celebración de grandes eventos como los Juegos Olímpicos, han devuelto a una triste actualidad a la comarca del Bidasoa. Un hitórico escenario de frontera, cruce e intercambio en el que contrabandistas, espías, redes de apoyo al combate contra los nazis (la famosa red Comète), refugiados españoles o portugueses, mugalaris (pasadores) y terroristas de ETA han recorrido senderos, ascendido montañas y atravesado ríos. El río. No hay fronteras en la Unión Europea de Schengen, donde rige la libre circulación de personas... europeas. Pero esta, que es una frontera interior, es bien real aunque no exista. Una frontera urbana casi de andar por casa, pero que, para algunos (6.243 en 2024, según Cruz Roja), es la separación entre dos mundos. La última frontera.

Jon Aranguren está sentado en la plaza de San Juan, en el centro de Irún, atendiendo a un grupo de ocho subsaharianos que llegaron ayer por la noche. Es uno de los voluntarios de la red de acogida de migrantes en tránsito Irungo Harrera Saera, que planta aquí su mesa explicativa cada mañana de diez a doce para explicar a los migrantes qué hacer para cruzar al otro lado. Y sobre todo qué no hacer, como tirarse al  río para evitar los controles o aceptar pagar (entre 50 y 200 euros) a los profesionales del menudeo dispuestos a pasarles en el capó de sus coches.

El discurso de este voluntario transita entre la indignación y la resignación: "Lo peor de todo es la gente que no sabe a dónde va. Quieren ir a Francia, sí, porque para ellos es el país de referencia colonial y porque algunos hablan el idioma o tienen algún familiar o amigo que ya está en Francia. Pero miralos: son negros, se ve claramente, ¿verdad? Pues eso, los policías franceses, lo que hacen con ellos en la frontera son controles racistas, basados exclusivamente en el color de la piel. Yo vivo en Hendaya y cruzó a Irún todos los días y a mí no me han parado jamás...¿igual es porque soy blanco?".

En sus tareas de control, la Policía francesa actúa en virtud del Convenio de Málaga sobre readmisión de personas en situación irregular, firmado entre Francia y España en 2002, siendo presidente de Francia el conservador Jacques Chirac y José María Aznar presidente del Gobierno español. Según este acuerdo, si alguien de un tercer país ha cruzado de España a Francia o viceversa de manera irregular, en las cuatro horas siguientes puede ser devuelto al país desde el que ha cruzado. Mucho más recientemente, en enero de 2023, el Tratado de Barcelona firmado por Pedro Sánchez y Emmanuel Macron en el marco de la XXVII Cumbre Hispano-Francesa contemplaba la creación de "un grupo de trabajo hispano-francés sobre cuestiones migratorias (GCM) que reunirá a los servicios responsables de la gestión de fronteras, migración. integración y lucha contra las redes de inmigración ilegal". Sus resultados se hacen esperar en Irún...

En la puerta de la estación de trenes de Hendaya y frente al apeadero del Topo (el tren de cercanías de Euskotren cuya línea finaliza aquí), uno de los policías franceses que hace la ronda acepta hablar mientras mira nervioso hacia el fotógrafo: "Si los interceptamos y tienen papeles, comprobamos que han cruzado la frontera desde España y entonces los devolvemos a Irún. Pero si no tienen ninguna documentación y quieren pedir asilo, entonces eso se convierte en un tema de la República francesa". Los llevan al Centro de Internamiento de extranjeros (CIE) de Hendaya. "En cualquier caso", añade el agente, "el migrante subsahariano no da un solo problema. Otra cosa es el magrebí: a los marroquíes y a los argelinos les gusta mentir y pegarse entre ellos. ¡No a todos, claro!". Los métodos de control son bien diversos. En el verano de 2023, un tribunal francés ordenó suspender el control fronterizo por medio de drones entre Hendaya e Irún, tras la denuncia interpuesta por SOS Racismo...

Borja Hermoso. El País Semanal, 20-4-2025.

viernes, 2 de mayo de 2025

Cuando todo va mal, Hermès va bien

Bolso Birkin de Hermès. (Foto: Christian Vierig)
La diferencia es mínima, pero su significado es enorme. Al cierre de la bolsa de París el día 15, el grupo LVMH (dueño de Dior, Louis Vuitton, Sephora o Moët Chandon, entre otros) tenía un valor de mercado de 246.000 millones de euros. Hermès estaba valorada en 248.500 millones, convirtiéndose, por un día, en la empresa de lujo mejor valorada del mundo. El dato no tendría una gran relevancia sino fuera porque se trata de una empresa que comercializa una única marca homónima (con varias líneas de negocio, de la marroquinería a la seda o la decoración) mientras que LVMH, el holding de lujo más importante del mundo, tiene una cartera  de 75 firmas distribuidas en moda, belleza, bebidas, joyas y hoteles.

En los días que han transcurrido desde entonces, ambas empresas han ido casi a la par. El hecho de que una sola marca supere al conglomerado más poderoso del lujo se explica por varios  motivos que van mucho más allá (y vienen de mucho antes) de los aranceles impuestos por Trump a China y a la Unión Europea.

El día 14, LVMH presentó los resultados del primer trimestre de actividad, y fueron peor de lo que  esperaban los analistas: disminuyeron un 3% respecto al trimestre anterior (la división de moda y accesorios lo hizo un 5%). Esto obviamente hizo que sus acciones cayeran, pero la tendencia venía de más lejos. En 2024, después de más de una década creciendo anualmente  a doble dígito, solo vio un aumento de un 1%, algo inédito que también se vivió  en otros grandes conglomerados de marcas de lujo. Hermès presentó resultados  trimestrales el día 17: creció un 7% (facturó 4.100 millones en tres meses) y lo hizo, además, en todas las regiones...

"Cuando todo va mal, Hermès va bien", escribe Frédéric Laffont en La casa de los artesanos (Lumen), una historia de la casa francesa contada desde una perspectiva poética: "Después de la I Guerra Mundial, cuando el comercio estaba en declive, Emile Hermès supo preservar y transmitir una cierta idea de belleza y humanidad a través de sus objetos y habilidades. Y ese sigue  siendo el principal valor", explica el autor este periódico...

Leticia García. Madrid. El País, domingo 27 de abril de 2025

jueves, 1 de mayo de 2025

Canícula del verbo amar

Hacemos lo que podemos, con lo que podemos. Algunos terminan pinchando horas en una aseguradora, y de ahí sacan libros aterradores, que te dejan tumbado, como los de Kafka.  Faulkner  se las apañó también como pudo, siendo cartero, pintor de brocha gorda, dependiente de librería, portero de prostíbulo, un sinfín de oficios de poca monta, todos ellos regados con bastante botellones para pasar el mal trago.

Otros se hacen grandes reporteros, empuñan la cámara, van de una guerra a otra, y de ahí sacan novelas como el americano Hemingway. El irlandés Beckett, que se codeó con Joyce, como secretario, decía que la vida es un caos entre dos silencios. Que solo hay dos certezas: una es saber que has nacido y, la segunda, saber que has de morir. Y así vamos sin rumbo pillados entre dos silencios, así vamos de un vacío a otro.

No hay fórmula, no hay reglas. El rey, como escribe Michon, viene cuando le da la gana. Y luego, un día, con suerte, te cae encima la vejez. Te transformas en un ser de lejanía, alejado de todos, de todas, mientras el espanto sube como el agua en un pozo. Estás hundido en esa soledad del toro cuando irrumpe en el ruedo. La gran diferencia con el animal es que tu sabes lo que te espera allí. Pero eres igual que él. Cuando te paras y miras a los ojos de la cámara, de los tendidos y lo que ahí brilla es oro.

Y así, ya bordeando el abismo, escribes algo imposible, un júbilo, una jabalina, que plantas en el corazón del olvido. De un zarpazo le rajas la cara a la muerte. Es lo que acaba de hacer Pierre Michon con J´écris L'iliade (Escribo la Ilíada). Lo hace con la alegría del que sabe que no hay vuelta atrás, que puedes, tienes que quemar todas las naves, que este es el último asalto, con el casco puesto, con el escudo empuñado, la espada levantada. Lo sabes, no queda otra que lanzarse contra la muralla, no queda otra que darlo todo, bailar, escribir hasta la sangre .

A cada página está el estilo, apabullante, un bullicio de verbos, de frases que te dejan tirado, y te levantan al siguiente tropiezo. El júbilo alcanza su cúspide cuando, ya en los últimos capítulos, va echando en la hoguera todos los libros que ha amado, que han hecho lo que ha llegado a ser. Sin duda, uno de los escritores más fuertes que hayan dado las últimas décadas.

La escritura no es un ejercicio de peluches, ni un divertimento para caniches. Es algo salvaje, que te debería, cuando es literatura, poner los pelos de punta, que te machaca, te deja morado. Es lo que acaba de hacer el dramaturgo libanés Wajdi Mouawd, en el Collège de France, en París, con un puñado de lecciones que te dejan boquiabierto. Es lo que acaba de hacer Caravaggio en el año de Jubileo, en una retrospectiva en Roma, que reúne casi todas sus obras.

Para tumbar a la muerte no necesitas una armada ni toda una flota de navíos. Necesitas un libro, una novela, una tragedia, un lienzo, apenas un puñado de páginas, apenas una esquina, algo de tela. Y ahí la tienes desangrándose por el monte, con el rabo entre las piernas. Cierto, ella volverá, no se da por vencida así de fácil. Pero no hoy. No mientras estemos vivos. No mientras intemos, escribamos. Y el arte es lo que hace. Nos mantiene con vida, se nos abraza al cuello, se nos mete por los ojos, por la boca, como un beso, como un cielo, se nos mete por todas partes como la canícula del verbo amar.

Javier Santiso. El País, jueves 24 de abril de 2025. 

miércoles, 30 de abril de 2025

"Necesidades de una viajera". Isabelle Huppert

Isabell Huppert en el Festival de Venecia
 2024.
© Pascal Le Segretain/Getty Images
Es una adicta al riesgo y un ejemplo de integridad artística, irónica y única. Actriz de culto y nuevo icono de la moda (de la mano de Balenciaga), Isabelle Huppert estrena Necesidades de una viajera. "Actuar es un placer extraordinario, pero puede generar dependencia", sostiene. Para ella, el cine y el teatro son "una droga buena". Isabelle Huppert (París, 1953) lleva cinco décadas dedicándose a explorar la complejidad de lo humano y adentrándose  en sus territorios prohibidos. Lejos de la comodidad, su carrera se ha cimentado en la integridad artística y un gusto casi enfermizo por el riesgo. Su última película, Necesidades de una viajera, la nueva entrega del surcoreano Hong Sang-soo (se estrena en cines el 16 de abril), reafirma su capacidad para sorprender. La película, que recibió el Gran Premio del Jurado en la Berlinale, es el retrato minimalista de una mujer que enseña francés mediante un extrañísimo método de cosecha propia -expresar emociones en vez de aprender gramática-, en la que es una de sus interpretaciones más lunáticas y alucinadas hasta la fecha.

Su otro nuevo papel es el de la imagen de Balenciaga, marca que parece un reflejo perfecto de su personalidad kamikaze y su capacidad para desafiar las convenciones. De la mano de su diseñador, Demna, la hemos visto luciendo un chándal "de vestir", con cuellos tubulares dignos de una alienígena o con un vestido inspirado en una creación de su tatarabuela Marthe Bertrand, quien en 1985 fundó la casa de moda Callot Soeurs. Entre un viaje a China y otro a Nueva York, siempre desbordada de compromisos, Huppert nos recibió, cordial y burlona, en un estudio fotográfico en las afueras de San Sebastián durante la edición del festival de cine de la ciudad. "Dígame, ¿ya ha visto la nueva de Albert ? Me muero de ganas", preguntó al empezar, ávida de una nueva dosis de su droga favorita.

En los últimos meses ha dicho varias veces que está preocupada por la supervivencia del cine. ¿Le da miedo que desaparezca?

Es como ver el vaso medio vacío o medio lleno: depende del ánimo con el que te levantes ese día... A veces coincido con lo que decía Jean-Luc Godard, que creía que la muerte del cine se acercaba. Y otros días pienso lo contrario: a pesar de los pronósticos más aciagos, que existen desde hace tiempo, al cine tampoco le va mal. (...)

Su personaje en Necesidades de una viajera encarna lo que significa ser extranjero en un país desconocido: la soledad pero también la libertad y la posibilidad de reinventarse. ¿Es un sentimiento que conoce?

Sí, porque he trabajado a menudo con directores de otros países. Aunque en mi caso siempre hay algo familiar, que es el cine. Es decir, que no viajo con la mochila al hombro, sino con la seguridad que me da el cine, que es como una tierra de acogida. Es un terreno que siempre reconozco, sin importar la forma y el lugar.

Dice que no viaja con la mochila a cuestas, pero sí que es un poco aventurera.

Sí, algunas veces lo he sido. Rodar con el director filipino Brillante Mendoza fue toda una aventura. Fueron cinco semanas en la selva, viajando en barca, subida a un helicóptero... No creo que vuelva a hacer algo parecido porque pasé miedo. Su cine aspira a eliminar por completo la ficción. La ficción, al final, siempre es un refugio para el espectador. Incluso en las películas de Michael Haneke o Paul Verhoeven, que son bastante duras, la ficción es algo que te protege. A mí no me disgusta ese peligro, pero no sé si volveré a la jungla. En cualquier caso, volví sana y salva de esa aventura.

Su madre era profesora de idiomas, ¿verdad?

Sí, antes de que yo naciera fue profesora de inglés...

¿Es la película una especie de homenaje?

No, ni se me pasó por la cabeza. Pero es cierto que la cuestión de los idiomas me interesa... ¿Sabe lo que me fascina? Las parejas que se hablan en una lengua que no es la suya. El otro día conocí a una pareja que venía de dos países  y que se comunicaba en idioma que ninguno de los dos dominaba. ¿Cómo se entienden, cómo se encuentran sin compartir algo tan fundamental como la lengua? Es una de las cosas que cuenta Necesidades de una viajera, aunque plantea un problema que va más allá del idioma: ¿qué somos los unos para los otros? Habla de una incomunicación en el hecho de hablar, e incluso de ser...

Álex  Vicente. Smoda. El País, 22 de marzo de 2025

martes, 29 de abril de 2025

Eternamente joven

After Blake: Less is Known than People Think, 2024.
(Foto; Jonathan Wilkinson)

La Fondation Louis Vuitton de París dedica  sus once galerías a repasar la obra de David Hockney, el juvenil genio de 87 años. La pintura que aparece sobre estas líneas es un homenaje a Willian Blake. Su autor, el británico David Hockney, uno de los artistas más decisivos del último siglo, la pintó el año pasado. Pero para verla no tendrá que acudir a una galería privada, sino a uno de los centros de arte más imponentes del mundo: la Fondation Louis Vuitton, en París. Allí el 9 de abril se inaugura David Hockney, 25, una exposición retrospectiva que incluye obras de todas sus épocas, incluidos clásicos absolutos como A bigger splash (1967), el mítico chapuzón que custodia la Tate, pero donde el foco es para las piezas que ha creado en los últimos 25 años. Y lo que demuestra el Hockney del siglo XXI es que la veteranía no está reñida con el riesgo. Así lo demuestran por ejemplo, las pinturas creadas  con medios digitales, pintadas con una app del iPad y que reflejan las variaciones lumínicas de los paisajes de Normandía, casi como un impresionista de la era Instagram. O los retratos de sus amigos, elaborados con la misma técnica. También hay pintura tradicional y guiños a la historia del arte, de Fra Angélico a Van Gogh. Hay piscinas, paisajes urbanos de Los Ángeles, figuras solitarias en entornos inmóviles  y coloridos. Y, sobrevolándolo todo, un optimismo muy saludable  que empieza en el subtítulo de la muestra. "Do remember they can't cancel the Spring". Recuerda que no pueden cancelar la primavera. Toda una declaración de un genio de 87 años.

C. P. Icon El País, 29 de marzo de 2025

lunes, 28 de abril de 2025

"La viajera". Sentir las palabras

Fotograma de La viajera.

El personaje de Isabelle Huppert enseña francés por el original método de "sentir las palabras", y de esa manera el maestro coreano Hong Sang-soo (1960) ya tiene una de sus agarraderas preferidas en su singular modo de entender el cine. De rodaje rápido, largos planos secuencia y mucho diálogo, recurre a la reiteración, tanto con la cámara como en las conversaciones. Un estilo que va depurando desde que su filmografía arrancó en 1996 con El día que un cerdo cayó al pozo.

Desde entonces es su tercera colaboración con Huppert. Se le aprecia muy cómodo con esa misteriosa mujer que aparece sentada en un banco, le gusta andar descalza y en apariencia es ajena a todo y a todos. Intuimos que tiene sus problemas, y pronto sabremos que se aficiona  a la bebida alcohólica coreana makgeolli, confiando en encontrar en ella la paz emocional que busca. Llega con lo puesto y un bolso grande en donde guarda un bolígrafo y unas fichas que usará para enseñar  la lengua de Molière a dos coreanas que aceptan su docencia.

También encontrará acomodo en un piso compartido con un joven. Como corresponde a Sang-soo, las situaciones que va creando llegan teñidas de una gran fuerza naturalista, sin el recurso a las convenciones de una filmación, comenzando por una aparente ausencia de guión. Semeja que diera libertad a sus actores a partir de una idea general. El atrezo es sencillo, no hay despliegue de vestuario. Se aprovecha la luz natural y se traslada la carga de la trama a esa señora de la que casi no sabemos nada, al tiempo que es el nexo para trazarnos una serie de retratos basados en las relaciones humanas. Gente que aparenta normalidad, con sus necesidades espirituales, sus dudas, su necesidad de comunicarse, mientras se produce el descubrimiento personal y el encaje en su propia vida. Por supuesto, sintiendo el valor de las palabras.

Miguel Anxo Fernández. La Voz de Galicia, jueves 17 de abril de 2025.

domingo, 27 de abril de 2025

David Le Breton "Las redes sociales reducen el placer de vivir"

David Le Breton

David Le Breton (Le Mans, 71 años) empezó su trabajo en antropología estudiando cómo la sociedad traza su influencia sobre el cuerpo humano (en La sociología del cuerpo, publicado en España por Siruela, como sus otros libros traducidos). Luego siguió trabajando sobre las conductas de riesgo de los adolescentes (los excesos en las drogas, los deportes extremos, la participación en la violencia) porque él mismo las había experimentado. Todo nacía de una necesidad interior: la necesidad de comprender. "Nunca he escrito para hacer carrera sino para comprender temas íntimos, cercanos, que me han afectado personalmente", dice. La naturaleza del dolor o el deseo de desaparecer de uno mismo (en Desaparecer de sí ) han sido otros dos de sus temas, un dolor y un deseo que también sintió en su propia piel. Todo eso lo condujo al que tal vez sea su tema estrella: caminar que considera una manera de tomar distancia con el mundo y de buscar tranquilidad. Lo explora en Caminar la vida o en Elogio del caminar. En su último libro sin traducir en España, se pregunta si hemos llegado al final de la conversación: en Madrid, en Estrasburgo, en Río, no ve más que gente enganchada a su smartphone, caminando como zombis, "No quiero ser moralista, ni juzgar, sino comprender lo que pasa alrededor: esa es la tarea fundamental de la antropología", dice.

Le Breton visitó España en febrero para participar en el Foro  de la Cultura  de Valladolid y nos recibió algo tímido y sonriente en un hotel cercano a la Gran Vía madrileña.

P.- ¿Qué le pasó en su juventud para querer desaparecer de sí mismo?

R.- Es difícil de decir porque vengo de una familia normal, estructurada, con padres que me querían. Pero, no sé por qué, desde pequeño me sentía mal en mi piel. Margaret Mead, la antropóloga estadounidense, dijo que cuando un joven se siente mal consigo mismo estudia Psicología; cuando se siente mal con la sociedad estudia Sociología, y cuando se siente mal de las dos maneras opta por la Antropología. Han sido mis campos de estudio.

P.- ¿Y ya se siente mejor?

R.- Sí... Acabé encontrando el gusto por la vida, pero tampoco me reconozco en el mundo actual, que encuentro violento, demasiado tecnológico, en el que vivimos juntos, pero en soledad. Me afecta la brutalidad de la política y la geopolítica, por eso busco refugio en la escritura. Es mi salvavidas.

P.- El panorama da ganas de desaparecer. 

R.- Hay que resistir, encontrar razones para amar la vida. Caminar, por ejemplo, no solo es un refugio personal, sino colectivo. En Europa hay 450.000 peregrinos que hacen el Camino de Santiago. Es una manera de mostrar resistencia. Estos caminantes son como una asamblea internacional, pioneros de un mundo futuro donde lo que será importante será la solidaridad, la amistad y el reconocerse  los unos a los otros, más allá de religiones o desacuerdos políticos. Y por encima de las discapacidades físicas.

P.-Además de la idea de desaparecer, hay quien quiere estar presente en todo. Y tiene mucho que ver con las redes sociales.

R.- En realidad cuando estás mirando la `pantalla no estás en ninguna parte, te diluyes. Me gusta oponer conversación a comunicación: la primera es cara a cara, implica estar atento y mirarse a los ojos. Hay lugar para el silencio, la lentitud, la complicidad. La segunda es más dispersa y utilitaria. La pantalla supone una especie de burbuja: no hay sensorialidad común. (...)

P.- Se dice que vivimos en un mundo más emocional que racional, y que eso es malo.

R.- La humanidad es emocional y nuestra relación con el mundo siempre va a ser a través de las emociones. Pero antes estas emociones estaban más controladas, en el debate político y en las relaciones personales. Hoy, efectivamente, la emoción ha superado a la razón. Y eso puede tener consecuencias trágicas. Por ejemplo, el wokismo: el mundo es muy complejo, tiene muchos matices, pero la emoción prevalece a la hora de abordarlo.

P.- Y el auge de las posturas autoritarias.

R.- Sí, vivimos en un universo dominado por la ira y el resentimiento. Trump siempre parece enfadado. En la extrema derecha siempre hay una excusa  contra la minoría, sea mexicana o árabe, siempre hay racismo y antisemitismo. Eso también tiene que ver con este momento emocional.

P.- ¿Qué le hace la tecnología a nuestros cuerpos?

R.- Hemos entrado en la época de la humanidad sentada. Hay problemas  de salud pública como el sedentarismo y la obesidad... Y la pasividad del cuerpo también implica la pasividad de la mente, lo cual tiene derivas políticas.

P.- La izquierda persigue aumentos de libertad, pero la derecha ondea el término.

R.- La libertad es un deseo antropológico, no es de izquierdas ni de derechas. Lo preocupante del aumento del tiempo libre... 

P.- ¿No sabemos utilizar el tiempo  libre?

R.- Cada cinco minutos la gente se lleva la mano al móvil para comprobar si hay novedades. El algoritmo moldea nuestra vida. Y eso es el miedo a la libertad de pensar. Por eso llamo a rebelarnos. a ser insumisos, a no ceder ante las oligarquías tecnológicas. ¿Qué pasará? Yo como Gramsci, creo "en el pesimismo de la inteligencia y en el optimismo de la voluntad".

Sergio C, Fanjul. Ideas. El País, domingo 20 de abril de 2025.

sábado, 26 de abril de 2025

Prada en el París ocupado

Juan Manuel de Prada nos lleva a los escenarios del París bajo dominio nazi donde luchan por su supervivencia los exiliados y falangistas españoles, protagonistas de su nueva novela Mil ojos esconde la noche, el gran bombazo editorial del año pasado. Ahora se publica la segunda parte, Cárcel de tinieblas, también colosal, esperpéntica y aún más oscura.

Pintores hambrientos, escritores golfos, periodistas tramposos, falsificadores, bailarinas, torturadores nazis, timadores, actrices de talento, contrabandistas y políticos dignos desfilan en la segunda parte de Mil ojos esconde la noche (Editorial Espasa). La primera entrega ha protagonizado un llamativo éxito de ventas, algo poco frecuente en una novela de 800 páginas, "muy literaria, con un tono insólito, visceral, brutal", según su autor. En esta continuación -Cárcel de tinieblas (de 840 páginas)-, gentes de todo pelaje pululan por el París ocupado por los alemanes durante las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. Ahora los consume el hambre y los acecha el miedo a morir en un bombardeo o en un atentado de la resistencia; la ciudad se ha entenebrecido; prosperan los gánsteres que manejan el mercado negro; la guerra ha empeorado para los alemanes , y eso dispara su ensañamiento y afecta también a los personajes afines a ellos. Y en el centro de la trama, los españoles exiliados, corresponsales, artistas y escritores y el protagonista de la novela Fernando Navales, un falangista resentido y canalla al que el avance de la guerra está trastornando. A todos los enfrenta Juan Manuel de Prada a la dura experiencia de la supervivencia en una ciudad oscura y acorralada. Viajamos con él a Paris y el escritor nos explica in situ las vicisitudes de la ciudad y las peripecias de sus personajes, casi todos reales, atrapados en Francia, un país que, confiesa Prada, "me fascina y me repele".

Sexo con los nazis.- "La colaboración horizontal, que así se llamaba, estaba mal vista. Pero la realidad es que las francesas tuvieron muchas relaciones con los alemanes. Muchas. Luego las cosas cambian. Esas relaciones se van convirtiendo en más vergonzantes. Y a estas mujeres que habían tenido líos con alemanes luego las castigan de forma feroz, como la actriz Arletty. En los pueblos y ciudades de Francia las rapaban al cero, las ultrajaban, las sacaban desnudas por las calles".

Los españoles ayudaron a judíos.- "Se ha destacado mucho la salvación de judíos del embajador español en Hungría Ángel Sanz Briz, pero hubo muchos diplomáticos españoles que trataron y consiguieron salvar al menos a los judíos que tenían ascendencia española, sefarditas. Concretamente en París, el cónsul Bernardo Rolland rescató a bastantes judíos. En esta época, Europa es furibundamente antisemita. Por ejemplo, la legislación francesa antisemita, al menos hasta el año 42, es más dura que la alemana. La redada del Velódromo de Invierno -la más importante realizada en Francia contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial- la hace la Policía francesa...

La dignidad de las mujeres exiliadas.- "Entre los exiliados hay personajes dignos y otros que son unos crápulas y unos cabroncetes. Las mujeres, sin embargo, yo creo que son personajes positivos: la actriz María Casares, la poeta Ana Martínez Sagi, la bailarina Ana de Pombo lo son. Y Victoria Kent, que tiene una dignidad brutal. Hoy en día se reivindica una República con  derivas insalvables, pero hay personajes republicanos, como Victoria Kent, de una dignidad acojonante y lo he querido resaltar". (...)

Francia colaboracionista.- "La ocupación de París es diferente a la de otras capitales europeas.Al Tercer Reich le interesa mostrar una dominación amable; de hecho, a los artistas que trabajan en París no se les aplica lo del arte degenerado. En París siguen pintando. En un principio los alemanes  cumplen las  órdenes estrictas de tener un comportamiento irreprochable con la población. Pero todo va cambiando. El gozne es el año 42, cuando la legislación contra los judíos se endurece. Los últimos años de la ocupación son ya muy duros. Poco a poco va surgiendo una Francia que ya no es colaboradora. Y eso genera un ambiente de guerra civil en el propio pueblo francés. Luego, De Gaulle tiene la creación magistral de hacer creer a los franceses que la resistencia fue un movimiento colectivo y que frente al pueblo francés resistente estaba una minoría rectora que era colaboracionista. Pero esto es una fábula, es completamente falso.  Solo en los últimos años surge una Francia resistente. La realidad es que cuando los aliados desembarcan en Francia, hay una guerra civil". 

Fátima Uribarri. XLSemanal, 7 de marzo de 2025.

viernes, 25 de abril de 2025

El hombre que no estaba aquí

Manu Chao está de vuelta. Enunciada así, la frase puede resultar incluso pueril y lo más probable es que el interesado, un espíritu libre de los que siempre van y vuelven, no la suscriba. Después de todo Chao (París 63 años) no se había ido a ninguna parte. Seguía alternando la trashumancia compulsiva con breves fases de sedentarismo en su pequeño piso de Barcelona, improvisando giras acústicas a salto de mata por Europa, América Latina, el sudeste asiático o el subcontinente indio, regalando píldoras musicales dispersas en redes o en su web, tocando sin previo aviso en saraos, verbenas y jam sessions a uno y otro lado de la Rambla y del océano Atlántico, frecuentando casas okupadas y ateneos libertarios, participando en acampadas solidarias, ofreciendo su voz a las reivindicaciones de prostitutas madrileñas, tribus amerindias y víctimas del fracking o especulación inmobiliaria.

Lo que sí ha dejado de hacer es editar discos de estudio: apenas cuatro firmados en solitario desde la disolución en la primavera de 1995, de Mano Negra, el grupo con el que se hizo famoso y con el redefinió el punk mezclando todas las referencias imaginables en un estilo propio que llamaron patchanka y que ha sido imitado hasta el hastío. Su último disco hasta ahora, La Radiolina, se editó en 2007, hace 17 años. Para un artista de la generación de Chao, anterior a las revoluciones digitales, es mucha ausencia, aunque la haya compensado con otras presencias. Más de 200 meses sin presentar nuevas canciones en forma de álbum equivalen a una deserción en toda regla, una renuncia casi definitiva. En abril, Chao hizo público, con cierta sordina, que acababa de completar la grabación de un nuevo disco, Viva tu (sin tilde). El álbum, según se confirmó entonces, incluye trece nuevos temas y finalmente se publicó el 20 de septiembre. 

Existen  múltiples razones para que un artista que ha dado un paso al costado decida volver a entrar a un estudio después de larga ausencia. David Bowie lo hizo con la intención de enriquecer su legado musical con un álbum póstumo. Leonard Cohen sufrió una estafa que le dejó en la ruina. El saxofonista Sonny Rollins se bajó de la rueda y dedicó dos años a practicar en solitario en el puente neoyorquino de Williamsburg hasta que sintió que empezaba a despertar de nuevo la pasión por su arte, según argumentaba él mismo, por la presión y las expectativas comerciales. Marvin Gaye recuperó la ambición y se reconcilió con la industria tras concederse un largo periodo de indulgencia sabática en la ciudad belga de Ostende. Manu Chao acaba de añadir una nueva página  a su cancionero  particular tras un silencio bastante más largo que el de Bowie, Rollins, Cohen y Gaye. Nadie sabe por qué se apeó de la rueda y sus razones para volver en absoluto resultan obvias, pero tal vez puedan intuirse...

Cuando debutó en solitario en 1998 con Clandestino y se convirtió un éxito global, a Chao parecían quedarle muchas balas en la recámara. Lo que nadie esperaba es que el grueso de su munición  se agotase en apenas cinco años o que, sencillamente, el músico se cansase de disparar y optase por vivir a otro ritmo. De forma inadvertida, su carrera entró en un largo barbecho. Aparcó las grandes giras  renunció al estudio, ni siquiera le importó que fuesen otros los que recogiesen los réditos de la revolución musical que él había liderado. Contaba con la libertad casi absoluta que le proporcionaba el desahogo económico. Es un hombre que se ha ganado el privilegio de hacer solo lo que le apetece. Eso, o es de esos rebeldes viscerales  que siempre se las arreglan para hacer algo distinto a lo que se espera de ellos. 

Viva tu es una confirmación paradójica de esta última tesis. Chao nunca se fue, pero, por si acaso, se las ha arreglado para volver cuando ya casi nadie lo esperaba. Con nocturnidad, alevosía y cargado de canciones que llevan su impronta y suenan atemporales. Porque él no siente la necesidad de evolucionar en ninguna dirección: es de su centro de gravedad, el mismo, en esencia, que alcanzó hace más de 40 años, en los albores de su carrera, de donde brotan las canciones.

Miquel Echarri. Icon . El País 

jueves, 24 de abril de 2025

Pierre Lemaitre, el francés que hace historia a su manera

Pierre Lemaitre. (foto: Toni Mateu)

Lleva más de doce años el bueno de Pierre inmerso en un proyecto literario mastodóntico, casi faraónico. Pero  siempre que presenta libro, especialmente fuera de Francia, surge la misma pregunta: "¿Volverá usted a escribir novela negra?" Todas las posguerras que ha narrado Pierre Lemaitre (París, 1951) siguen sin conseguir asomar fuera de la sombra, irónicamente y cruelmente alargada, de ese inspector bajito llamado Camille Verhoeven, el mismo que no dio más que alegrías a este autor tardío. Quien solo haya leído su novela negra se pierde mucho universo de este francés que se ha propuesto unir lo mejor de Zola y Balzac, que se atreve con todo, que salta de género con una capacidad casi pasmosa y sin despeinarse, porque al lector, sea thriller, folletín o puro sarcasmo, nada le va a chirriar. 

Cuando ya era un autor consagrado y su nombre empezaba a sonar internacionalmente, Lemaitre demostró su  valentía con un peculiar gesto. Decidió publicar la primera novela que había escrito. Habían pasado años y cuando la releyó, meticuloso y casi obsesivo con sus textos, decidió no tocar nada. Publicarla tal cual. Con sus imperfecciones, con sus defectos de principiante, con todas sus taras. Probablemente quien lea La gran serpiente ni lo note, pero él quiso que quedase constancia de que no había cambiado nada. Esa obra había estado años guardada en un cajón, porque después de estudiar psicología, Lemaitre creó una empresa de formación y se pasó buena parte de su vida dando clases de Literatura. El éxito como escritor y los grandes premios le llegaron ya rondando los 60 años. Primero con Irene (2006), el punto de partida de la serie del inspector Verhoeven, y años después, en el 2013, cambiando los crímenes por la guerra, sorprendió al mundo con Nos vemos allí arriba. Fue un punto de inflexión en su carrera y, aunque en ese momento todavía no lo sabía, fue la primera pieza de un puzle para narrar de una forma subjetiva el siglo XX.

Un libro por década para plasmar los ángulos muertos de la historia. Un futuro prometedor, la novela que acaba de publicar en castellano, es la sexta entrega de la serie. Tras El ancho mundo y El silencio y la Cólera es la tercera obra en la que el lector acompaña a la familia Pelletier en sus andanzas profesionales, familiares y en sus viajes por el mundo, Beirut, Saigón, París, la presa que enterró bajo el agua el pueblo de  Chevrigny y, ahora Praga. Una visita de empresarios franceses a la capital de Checoslovaquia es el punto de partida para que el escritor pueda adentrarse en el arranque de la Guerra Fría y recrearse con tramas de espionaje, topos y el miedo a las armas nucleares. Un homenaje a la literatura de John le Carré, sin abandonar la esencia del proyecto, dignificar el folletín decimonónico. Lemaitre se ha puesto a contar la historia de un modo ameno  y mezclando eventos históricos con puntadas de denuncia social sobre los efectos de la colonización, el aborto, los derechos laborales, los orígenes del cambio climático, la deslocalización o ese miedo social a un progreso imparable. Cada miembro de la familia aporta un ángulo en esta historia coral: Jean, la parte empresarial, Hélène los avances de la mujer, François, la evolución del periodismo y la irrupción de la televisión, y los padres, esa generación que sobrevivió a las grandes guerras, son los emigrantes que vuelven a casa tras hacerse de oro en el Líbano. En la última novela asoma una nueva estirpe, con los primeros traumas de Colette y las dificultades de Philippe. La cara B la aporta el personaje de Geneviève, esa mujer cargante entregada al horóscopo que si la saga continuase más allá del siglo XX acabaría en uno de los complejos de lujo de la serie The White Lotus.

A su proyecto histórico de ambición desmesurada, lo dice él mismo, le quedan tres entregas. Ya tiene escrito el séptimo, aunque todavía no tiene título oficial. Después, con todo el siglo XX narrado a su manera, podrá volver a pensar en su "primer amor". Sí, se refiere a la novela negra. En la rueda de prensa telemática para presentar Un futuro prometedor dejó claro que quiere pegarse unas vacaciones tras el empacho de documentación e historia y poner otra vez en marcha la maquinaria más sanguinaria de su creatividad. En realidad, nunca la ha abandonado. Que se lo pregunten a Jean.

David Suárez. La Voz de Galicia, viernes 11 de abril de 2025.

miércoles, 23 de abril de 2025

Catherine L' Ecuyer. Doctora en Educación y Psicología

Catherine L'Ecuyer. (Paula Argüelles)

La retirada de las pantallas en las aulas comienza el curso que viene en Madrid. "Esta es una medida de salud pública, es necesaria y se ha quedado corta", asegura la experta, que ha comparecido recientemente en la comisión de Sanidad en el Congreso. Necesaria pero insuficiente y a deshora, ve la marcha atrás tecnológica en las aulas españolas Catherine L' Ecuyer, doctora en Educación y Psicología, autora de los betsellers Educar en el asombro y Educar en la realidad, que nos han ayudado a entender la diferencia entre asombro y fascinación. "Antes los padres solían controlar lo que veían sus hijos, podían decidir si se encendía la televisión, a qué hora y qué canal. Desde que los niños y los jóvenes tienen el dispositivo en el bolsillo, y desde que hay más pantallas que ventanas en las casas, los padres ya no controlan lo que ven sus hijos", ha advertido la experta en su comparecencia ante la comisión de Sanidad en el Congreso el pasado 27 de marzo.

-La retirada de pantallas avanza. Hace unas semanas, la Comunidad de Madrid anunciaba un veto a las pantallas tanto en las aulas como en los deberes en casa. ¿Es una medida necesaria?

- Es una medida necesaria y que llega tarde. La medida se ha quedado corta. ¿Si es una medida de salud pública, por qué damos un año para que los centros escolares se adapten? ¿Si es una medida de salud pública, por qué no la hemos extendido también a la ESO?, ¿a los 12 años es grave y a los 13 no la es? ¿Y si es una medida de salud pública por qué no la hemos extendido a los centros privados? Hay dos temas fundamentales con las tabletas. El primero es que no hay un conjunto sólido de evidencias que apunten a que las tabletas traigan beneficios  y no daños. El Instituto de Salud Pública de Quebec hizo una revisión de toda la literatura  sobre la cuestión,  y en él se concluye que los resultados a partir de datos científicos recientes sugieren que los dispositivos usados en el aula con fines educativos en el mejor de los casos no aportan ningún beneficio al aprendizaje, y en el peor, tienen un efecto negativo en la cognición de los jóvenes. El otro tema es que esos usos en el aula sirven de puente a otros recreativos, que van hacia la multitarea tecno lógica y a las redes. Y esto sabemos que hace daño.

-Da a impresión de que con la digitalización de la educación en las aulas hace años se puso el carro antes que las vacas, usando una frase coloquial.

-El problema además es que hablamos de algo que tiene efectos a largo plazo. Estamos mirando en el cortísimo plazo. Y confundimos la fascinación pasiva con el asombro y la atención sostenida. Como los jóvenes están en el umbral de sentir por los techos, pensamos que solo podemos cautivarles (ser cautivo es ser esclavo) a base de estímulos frecuentes intermitentes. No es lo mismo esa fascinación que la atención sostenida. El problema de fondo en las aulas no son las tabletas, el problema es que tenemos ratios muy altas. Con el dogma de la inclusión y la diversidad, tenemos clases llenas de alumnos con necesidades especiales que no están siendo debidamente atendidos y unos maestros quemados. Y recurrimos a eso con una tirita o medida de urgencia. Pero esta no es solución en el largo plazo.

-¿El uso frecuente de pantallas es una droga? Está en el Plan Nacional sobre Drogas. ¿Una visión exagerada?

-No, no me parece exagerada. Todas las adicciones tienen mecanismos parecidos. Sí que hay adicción tecnológica. La OMS la contempla en relación al uso de videojuegos. Hay un estudio actualmente que dice lo contrario de lo que apuntan los demás, The Lancet. Fíjate qué poca honestidad, que tenemos a todos los divulgadores propantalla citando este estudio ¡y no los otros 500!

-Qué fuentes son de referencia y qué Gobiernos u organismos lo han sido para lanzarse a dar el paso de esta desescalada tecnológica en las aulas?

- Los estudios hechos con criterios rigurosos, que tienen grupo de control. Tenemos estudios experimentales. La investigación es lenta, la innovación tecnológica rápida. Por eso tenemos un problema: vamos detrás de las innovaciones en el mundo científico. Tarda años en haber evidencias de que algo es dañino. Esto es un gran problema. 

-¿Qué es lo bueno?

-Lo bueno de ahora es que están llegando estudios experimentales. Antes lo que decían los críticos o escépticos de la crítica a las pantallas es que no es lo mismo correlación que casualidad. El verano pasado salió el informe del cirujano general, principal autoridad en materia sanitaria de EE.UU. Ese informe cita estudios que son experimentales, que hablan de casualidad, no solo de correlación , entre las tecnologías y el suicidio, los trastornos alimentarios, la baja autoestima y la depresión y la ansiedad...

-Existe aún ignorancia en la comunidad escolar y en las familias respecto de los efectos que las pantallas pueden tener en la salud y el aprendizaje de los chavales?

- Creo que antes había mucha ignorancia, y una moda en el aire de progreso y modernidad que nos llevó a echarnos en los brazos de la industria. Ahora, los padres han experimentado en carne propia los efectos de las pantallas, en sus hogares, con sus hijos... Hay muchos padres que han perdido a sus hijos. Cuando digo "han perdido a sus hijos", me refiero a que sus hijos están ahí a lo mejor físicamente, pero mentalmente han desaparecido. Los padres tienen ya una intuición tan poderosa que da igual que los estudios dijesen otra cosa... Ellos están convencidos. Los divulgadores que siguen convencidos desde 2012 de que la pantalla es neutra, de que no pasa nada y de que hay que "educar en vez de prohibir" no es que hagan daño a la causa, se hacen daño a sí mismos.

-Más que prohibir, es retirar. Lo que no se tiene no se usa. No hay tentación.

-Exacto. En mi casa nunca he prohibido los videojuegos. Es que no los hay. El tener y prohibir  es la mejor forma de agotarse desde el punto de vista educativo. En lugar de padre te conviertes en policía. Te pasas todo el día diciendo "no, no, no". Los hijos quedan resentidos y los padres agotados...

Ana Abelenda. La Voz de Galicia, sábado 12 de abril de 2025.

martes, 22 de abril de 2025

Un Picasso de bolsillo

Boceto en un cuaderno de "Busto de mujer con los brazos cruzados detrás de la
cabeza" y la obra final. (Museo Picasso de Málaga)

Picasso tenía 58 años y vivía en París cuando estalló la Segunda Guerra Mundial; sus días se reducían a alternar amantes y a pintar sin parar. Alumbrado ya entonces el simbólico Guernica y su inconfundible Paloma de la paz, prefirió, sin embargo, ser prudente ante el imparable ascenso del fascismo en Europa y asumir un perfil político bajo, vivir el conflicto a distancia: tanto que hizo las maletas y seguido por su círculo más cercano se instaló en una pequeña localidad de la costa atlántica francesa. En Royan permaneció callado pero no quieto, nervioso por el despliegue bélico, así que durante el año que pasó allí dio rienda suelta a su actividad artística registrando todo lo que veían sus ojos - y lo que ocupaba la cabeza- en lo único que tenía a mano: libretas. Esta suerte de diarios visuales pueden verse hasta finales de abril en la exposición Picasso: los cuadernos de Royan, que desde enero acoge el Museo Picasso Málaga.

Fue la limitada disponibilidad de materiales, que escaseaban en plena contienda, lo que lo obligó al artista malagueño a reformular la naturaleza de su actividad, aparcando el óleo y centrándose en el dibujo. En la librería local Hachette adquiría compulsivamente blocs que solía llevar siempre encima; en ellos anotaba ideas visuales varias con referencias a obras anteriores o nuevas creaciones, reflexiones para composiciones futuras, bocetos que con el tiempo llegarían a ser emblemáticos picassos. Llenó el pintor cuadernos y más cuadernos de secuencias de figuras femeninas, de bocetos de cabezas de cordero y de dramáticos bodegones, pero también de escritos poéticos y estudios formales. "Mirarlos es ver lo que pasaba por su mente", comentaba en el Palacio de Buenavista -sede del museo- Marilyn McCully, comisaria junto a su marido, Michael Raeburn, de la primera exhibición de este material en nuestro país. La integran un total de ocho volúmenes llenos de dibujos a lápiz y tinta, témperas, fotografías y poemas que acreditan cómo el pintor siguió dando rienda suelta a su pulsión creadora en tiempos convulsos, y se completa con hasta cuatro obras más de la misma época que contextualizan estos trazos: Busto de mujer con los brazos cruzados detrás de la cabeza (1939), perteneciente a la colección permanente de la pinacoteca malagueña; Tres cabezas de cordero (1939), prestada por el Centro Nacional de Arte Reina Sofía; Mujer peinándose (1940), procedente del Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York; y Café en Royan (agosto de 1940), cedida por el Musée Picasso de París.

"En toda la obra de mi abuelo se nota la influencia de los lugares donde vivió -observa Bernard Ruiz Picasso-. Este proyecto de recuperación de los cuadernos nació de la voluntad de ver qué ocurría dentro de ella, de enfocar su naturaleza profunda". Precisamente, de una conversación entre el nieto del pintor y el matrimonio McCully y Raeburn partió la idea de investigar a fondo un momento concreto de la vida de Picasso, que luego se concretaría en su crucial estancia en Royan. "Cuando vi por primera vez los cuadernos casi me puse a llorar -recuerda McCully-. Pensé que era lo más cerca que podíamos estar del artista". En sus páginas dialogan ideas. Desecha paisajes, insiste en el cuerpo de la mujer, proyecta dimensiones de obras futuras. Las libretas funcionan, en definitiva, como geografía artística y reflejo de una identidad, la suya, ya armada, pero  en continuo estado de agitación, siempre mutable. (...)

Antes de abandonar Royan, Pablo Picasso comenzó a esbozar en una gran libreta, ya en papel de alta calidad, su obra Mujer peinándose. A menudo esta obra que concluyó al irse, se interpreta como respuesta a los horrores de la guerra, contrapartida del Guernica. 

María Viñas. Málaga. La voz de Galicia, lunes 31 de marzo de 2025.

lunes, 21 de abril de 2025

"Prodigieuses"

Padre e hijo, Frédéric y Valentin Potier, debutan como directores y coguionistas con la historia real de las gemelas Pleynet, unas virtuosas del piano, por empeño de su progenitor y con la complicidad de su esposa, hasta que una enfermedad rara que les afectaba a los tendones las llevó a reinventarse como intérpretes a dúo y cada una en su instrumento. El único caso a nivel mundial, y material de fuerte atractivo para ser llevado al cine. Prodigieuses se suma a otros títulos por el estilo -varios franceses-, que tocan temas como la superación personal, más todavía en el muy competitivo campo de la música. Su originalidad está en mostrar a dos hermanas tocando juntas, y el resto ya se ajusta a lo esperado en una producción de este tipo, aunque suma en favor de los autores que intentan sortear el tópico en la medida de lo posible, sin poder evitar relucir los conflictos familiares, los amorosos y las obligadas secuencias de audiciones, rivalidades y demás.

Si en el aspecto formal la película ya es canónica, las interpretaciones se elevan algo más allá, en particular el papel de Isabelle Carré como el de la madre, más permisiva, que equilibra el protagonismo excesivo del progenitor que busca hacer de sus hijas "las mejores del mundo". Estas acaban ingresando en la prestigiosa Escuela Superior de Música de Karlsrube, bajo la dirección del eminente Klaus Lenhardt. Está también la relación entre ellas, que conforman en apariencia una pareja perfecta y cómplice, pero no pueden eludir algunas discrepancias en el terreno de las emociones, sobre todo cuando hay amores por medio. O cuando una de ellas comienza a desarrollar su mal, ignorando que acabará por afectar a ambas por su origen genético. Pensada para agradar al gran público, se trataba de jugar con lo insólito de la trama, y ahí cumple con creces. Es, finalmente, otra agradecida feel good movie para cargar pilas.

M. A. Fernández. La Voz de Galicia, jueves 17 de abril de 2025.

domingo, 20 de abril de 2025

La historia de amor inmortal entre Francia y Vargas Llosa

Mario Vargas LLosa  en la ceremonia de ingreso en la La Academia Francesa.

Francia no era solo la patria literaria de Mario Vargas Llosa, era mucho más. Hasta el punto de que el país se saltó sus propios códigos y lo incluyó en vida en su biblioteca de autores más ilustres, la Pléiade, donde suelen entrar a título póstumo, y además le dio un asiento en la Academia Francesa, el club "de los inmortales" a pesar de no haber publicado jamás un libro en la lengua patria. El flechazo tuvo lugar en la librería Joie de lire (Alegría de vivir), en el barrio Latino de París. Era 1959 y Mario Vargas Llosa tenía 23 años. Ese día salió de la tienda con un libro en las manos, Madame Bovary, de Gustave Flaubert. Se pasó la noche leyendo y "al día siguiente decidió que su alegría de vivir era escribir". No sabía que esa historia iba a ser para siempre.

La anécdota, como se la contó el escritor, la recuerda uno de sus amigos y referentes en Francia: Daniel Rondeau que entró en la Academia Francesa en 2019, poco antes de que lo hiciera Vargas Llosa, en febrero de 2023. "Él me contaba que, cuando vino a París, quería respirar el aire de Balzac, de Baudelaire, de Proust, que sería un escritor también de domingos y de días festivos", recuerda Rondeau en una conversación telefónica con El País.

 En París, en los sesenta, el Nobel de literatura primero fue periodista y trabajó en la agencia de prensa  APF cuando se creó un área de noticias en lengua española y empezaron a contratar periodistas sudamericanos. "Mario fue uno de los primeros en llegar. Éramos tres, no teníamos ni idea de lo que hacíamos, pero la vida era bonita. Él era discreto y muy trabajador", ha recordado a France Info Sergio Berrocal, uno de los integrantes de ese trío pionero. A Rondeau, a quien conoció en los ochenta, le contaba que "las conferencias de prensa de Charles de Gaulle eran el espectáculo de teatro más bonito de Europa", recuerda. Compartieron la época de Jean Paul Sartre o Albert Camus, "un periodo de mucho estímulo, que supo aprovechar. Amaba la ciudad de París. Francia y su literatura siempre fueron su fuente de inspiración. De Los miserables se sabía todos los personajes y dialogaba con ellos, con Jean Valjean o con Gavroche. Fueron los que le salvaron", dice, en referencia a la obra de Víctor Hugo.

Esa devoción francófila le fue correspondida, sobre todo, en dos momentos clave. Su entrada en La Pléaide, una de las colecciones de libros más exclusivas, de la editorial Gallimard. Creada en los años treinta, solo se seleccionan las obras más relevantes y por ello "suelen entrar autores a título póstumo. Mario fue uno de los pocos que entró en vida", explica Gustavo Guerrero, su editor durante muchos años en Gallimard. En la biblioteca de la Pléiade solo hay otros dos autores latinoamericanos: Jorge Luis Borges y Gabriel García Márquez. "Fui a Barcelona a entregarle la carta y es uno de los momentos en que lo he visto más emocionado", cuenta Guerrero. Su relación con la editorial francesa duró 60 años. "Siempre fue fiel. Era divertido porque tenía buen oído en los títulos para el francés, pero en castellano no sonaba igual, así que siempre estábamos viendo cómo se podía traducir", explica. Para su editor y amigo, "no era concebible la vida de Vargas Llosa sin Francia ni París, el lugar donde se hizo escritor e intelectual". "No ha habido, desde Jorge Semprún, un escritor tan vinculado, y Francia le agradeció todo lo que el hizo con su obra, por la literatura y la cultura", patria. 

También se le reconoció  con otro de los mayores privilegios posibles para un intelectual: entrar en la Academia Francesa. Fue en febrero de 2023. Se convirtió en el primer autor que, sin haber publicado un libro en francés, consiguió un asiento en el "club de los inmortales", como se llama a los académicos. Son  40 miembros, su misión es velar por la lengua y ahí figuran mitos de la talla de Molière, Balzac, Camus, Baudelaire o Flaubert. Fue Rondeau el que le llamó para informarle. "Él estaba en Madrid, explotó de alegría. A los pocos días me llamó para preguntarme si todo era una broma", cuenta. El día que tomó posesión de su asiento, tras su discurso, le confesó a su amigo: "Hoy es el mejor día de mi vida literaria".

Rondeau le dio la réplica en la ceremonia: Vargas Llosa ensalzó todo lo que le había dado Francia y su literatura, y su amigo destacó a su vez todo lo que el escritor había aportado al país. "Vargas Llosa me prometió que acudiría a las reuniones de los académicos y lo hizo, se lo tomó en serio. Venía cada 15 días. Se sentaba detrás de mí y comenzó un nuevo libro que escribía en el local de la librería de la Academia. Cuando yo fui elegido miembro, en 2019, le dije a su mujer: sé que el próximo en entrar será Mario", cuenta. 

En Francia, Vargas Llosa tuvo así tres hogares: la editorial Gallimard, la universidad de La Sorbona, donde dio algunas conferencias, y la Academia Francesa. Le debemos algo muy importante. Toda una generación de escritores nos desesperábamos con la ficción, que se teorizaba mucho. Mario, como Gabriel García Márquez y Milan Kundera, nos devolvieron el amor por la ficción. Mario fue el cabeza de fila. "Su posición como novelista, intelectual comprometido, e incluso su incursión política, proceden del modelo francés", dice su editor Gustavo Guerrero. 

Vargas Llosa quiso a Francia y Francia quiso a Vargas Llosa, en un gesto de reciprocidad que el país no suele conceder  a cualquiera, solo a los francófilos más elevados. El presidente Emmanuel Macron, que lo invitó a cenar cuando entró en la Academia, dijo esta semana: "Vargas Llosa es Francia". Los medios han ensalzado lo que el autor, un chaval que llegó enamorado de París y no pudo dormir leyendo Madame Bovary y acabó significando tanto para Francia. Tanto que estará en La Pléiade y en la Academia con Gustave Flaubert, donde solo hay sitio para los inmortales.

Raquel Villaécija. París.  El País, jueves 17 de abril de 2025.

sábado, 19 de abril de 2025

La historia bordada

El rey Harold cruza el canal de la Mancha. (Fuente: Wikimedia)
Leo que retiran el tapiz de Bayeux del museo de Normandía en el que se guarda, para hacerle unas restauraciones. Ya he escrito aquí alguna vez sobre esta maravilla que nos ha llegado casi intacta desde la Edad Media: un enorme bordado de medio metro de alto y setenta metros de largo que narra  en una sucesión de paneles la historia de la conquista de Inglaterra por los normandos en el siglo XI. Escribía yo entonces sobre las costureras inglesas de manos blancas que lo habrían tejido, y reflexionaba sobre lo que un tapiz tiene de metáfora acerca de la historia, que parece algo ordenado y lógico en el anverso, pero que mirado por detrás es un caos de hilos, puntadas y nudos. A mí siempre me ha apasionado el tapiz de Bayeux; por eso y porque es el primer reportaje de guerra de la historia de la televisión, y eso que fue bordado casi mil años antes de que existiese la televisión. Las escenas se suceden con un ritmo trepidante, explicadas por rótulos en latín, secos y concretos como la prosa de Hemingway, como si fuesen una voz en off solemne.

La historia que se cuenta es la de Harold, un noble inglés que naufraga en el canal de la Mancha y es rescatado por los hombres de Guillermo duque de Normandía. Presionado o agradecido, Harold jura sobre unas reliquias sagradas que si algún día las circunstancias le hacen heredero del trono de Inglaterra se lo cederá a Guillermo. El tapiz remarca la seriedad de la promesa con un personaje que apunta con un dedo a la palabra sacramentum. Como el destino es un escritor que imita a Borges, sucede lo que la premisa ha hecho inevitable: Harold regresa a Inglaterra y recae en él la sucesión. En la escena de la coronación vemos a la multitud señalar en el cielo el mal presagio de un cometa (era el cometa Halley, que aún no tenía ese nombre). Guillermo y sus normandos cruzan el canal para reclamar su deuda. Lo hacen en barcos que todavía recuerdan sus orígenes vikingos en sus mascarones de proa en forma de serpiente. La guerra asola Inglaterra. Un panel famoso muestra una mujer  y a un niño  en una casa en llamas. Hic domus incenditur, "aqui vemos arder una casa", dice lacónico el texto. Se la considera una de las primeras imágenes del sufrimiento de los civiles en la guerra.

Harold cae herido de muerte. (Fuente: Wikimedia)
Cuando vi el tapiz de Bayeux, hace ya bastantes años, venía de visitar con Pilar las costas de Normandía. En las playas habíamos visto los restos de las fortificaciones alemanas de la Segunda Guerra Mundial y las barcazas de desembarco varadas como cachalotes en la arena. En Sainte-Mère-Église habíamos contemplado el muñeco de tamaño real de un paracaidista norteamericano colgando de un tejado, y las tiendas de recuerdos con toda clase de suvenires de aquella guerra entre las botellas de Calvados. Cuando entramos en el museo de Bayeux, ese tapiz desplegado que contaba otra invasión, otro desembarco y otra guerra en las orillas del mismo mar, me pareció un pleonasmo, una triste reiteración, la constatación de que la guerra es una de las maldiciones de las que el ser humano no se puede librar. Hic ceciderunt simul angli et franci in proelio, "aquí ingleses y franceses cayeron juntos  en la batalla", dice, mientras la cenefa muestra un paisaje de cuerpos mutilados que podría ser Ucrania, Gaza, el Congo... Harold cae herido de muerte por una flecha, y dos o tres viñetas más tarde la narración se interrumpe. Porque a esta historia, como a casi todas las historias que cuentan algo universal, le falta el final.

Miguel-Anxo Murado. La Voz de Galicia, domingo 13 de abril de 2025.