Catherine Robbe-Grillet. (Foto; Eric Hadj) |
Fue el marqués de Sade, un hombre de vida desdichada, quien defendió la convicción de que la filosofía debía decirlo todo. Solo así se sembrarían rosas en el camino de espinas de la existencia. Sade ha quedado como referencia en la teorización del dolor y el castigo como vías de acceso a una forma de placer desconocida. La referencia no es banal al reseñar el interesante ensayo El contrato de prostitución conyugal. Catherine Robbe-Grillet, centrado en la reflexión sobre el sadomasoquismo, distinguiéndose su carácter lúdico y atrevido de sus dimensiones enfermizas. El tema es inhóspito, causa en muchas personas un airado rechazo inicial, hasta el punto de nublar cualquier intento de compresión. Porque lo cierto es que escapa a un sentido razonable de las cosas. José Lázaro fuerza ese umbral de (in)comprensión invitándonos a pensar en un tema que no deja de proyectarse en uno de los ejes de las relaciones sociales, el eje dominio-sumisión, invadiendo este todas las esferas de la vida.
¿Cómo se vertebran nuestras relaciones, nuestra vida mental y cómo todo ello repercute en nuestra vida sexual? ¿Es posible que en las formas del amor más intenso, placer y dolor convivan en el pozo de una misma pasión? La aguja de navegar de Lázaro es Catherine Robbe-Grillet. Merece la pena detenerse en su trayectoria, sobre toda la vital, porque esta mujer de apenas 1,50 metros, nacida en 1930, y de apariencia bondadosa ha mostrado una gran inteligencia a la hora de gestionar una experiencia muy poco convencional que a muchas otras mujeres hubiera arrojado en brazos del victimismo o de la venganza.
Unos meses después de su matrimonio con el novelista Alain Robbe-Grillet, el autor de La celosía le propuso la firma de un acuerdo de sus relaciones que incluían su derecho a ejerce el pleno dominio sexual sobre su mujer a cambio de una remuneración considerable. Catherine nunca firmó aquel documento, aunque le sacaría partido. Jeune mariée. Journal 1957-1962 (2004) y Le tit carnet perdu (2007). De su comportamiento sumiso con Robbe-Grillet -solo en el dominio de la esfera sexual -descubrió o aprendió a descubrir, el placer que le proporcionaba ser una dominatriz con otras personas, que solicitaban de ella su conocimiento del bondage y de otras disciplinas, siempre en su caso muy teatralizadas, con guiones, trajes y decorados.
A los 88 años, fallecido el escritor, se casó con Beverly Charpentier, una mujer mucho más joven que ella. Ambas han sabido fundir sus familias en una nueva estructura envidiable por la armonía y tolerancia que desprende Catherine en sus textos o Beverly en sus declaraciones a José Lázaro. Aquí Catherine Robbe-Grillet hace referencia al amor que hubo en su matrimonio , a quien dedicó un sugerente libro (Alain, 2012) comparando su relación con la establecida por Sartre y Simone de Beauvoir. Ahora sabemos que, a pesar del empeño de la autora de El segundo sexo por construir una relación idílica con el filósofo, apenas funcionó. "No hubo una verdadera franqueza entre ellos y cuando una pareja acuerda darse libertad mutua por las razones que sea, ahí la sinceridad es decisiva", comenta Catherine...
Anna Caballé. Babelia, El País, sábado 9 de noviembre de 2024