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Las Cigarreras, óleo de Gonzalo Bilbao, 1915. |
Carmen, la gitana cigarrera, la mujer empoderada, dueña de sus pasiones y de su destino, nacida del vientre de la Sevilla industrial del siglo XIX, en las galerías de la primera fábrica de tabacos de Europa, para convertirse con el paso de los años en un mito. Para unos, un personaje diabólico con su capacidad de seducción, para la mayoría hoy, un referente obligatorio en la construcción de la imagen de la mujer libre; y todo ello partiendo de un relato breve de no más de 100 páginas.
¿Pero hasta qué punto es necesario que Carmen sea cigarrera en Sevilla para la configuración del personaje? Es la pregunta que sobrevuela la celebración de los tres aniversarios que coinciden en 2025: el personaje literario que cumple 180 años; el de la protagonista de la ópera de Georges Bizet, hace 150 años, en 1875; y el de la mujer luchadora y obrera, trabajadora de la Fábrica de Tabacos de Sevilla, que retrató el pintor sevillano Gonzalo Bilbao en el óleo Las cigarreras hace 110 años (1915) y que se expone estos días como pieza destacada en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. ¿Es Carmen un producto de Mérimée, cobró vida gracias a la reelaboración musical de Bizet o debe su existencia al marco que la inspiró?, se pregunta también el profesor de Literatura, Alberto González Troyano en su volumen sobre los mitos sevillanos Don Juan, Fígaro, Carmen (2007).
"Es necesario que Carmen tenga como protagonista a una mujer libre, que dispone de su tiempo, de su libertad trabajando, fuera de una vida matrimonial", explica el profesor en el interior de la antigua fábrica de tabacos de Sevilla: "Esa aparición de Carmen de Mérimée, que luego en el caso de Bizet queda más pintoresca, es porque realmente necesita una mujer que se esté valiendo de sí misma y en ese momento lo más ideal para cumplir esa función es que fuera cigarrera, una mujer que viene ya pidiendo decir sí o no, con éste me voy, con el otro no, que tiene una disponibilidad erótico-amorosa y dependía de un trabajo".
Ciertamente, las cigarreras, hasta 6.000 obreras desde 1860 trabajando juntas en la Fábrica de Tabacos de Sevilla, fueron un ejemplo de sororidad, independencia y lucha obrera, con una presencia fuerte en las huelgas. Fueron las primeras mujeres que consiguieron tener horas de lactancia y una cuna en el trabajo para sus hijos. "Así las describe el viajero norteamericano Severn Teackle Wallis en su libro Glimpses of Spain (Vistazos a España), donde relata un viaje a Sevilla que coincide con un momento de grandes revueltas derivadas de la subida del precio del pan", cuenta la profesora de la Universidad de Sevilla Rocío Plaza. "La calle está tomada, hay muchísima tensión y en un momento Wallis observa que los obreros se dirigen a la fábrica de tabaco, sacan a las cigarreras y las ponen delante a modo de escudo. Ellas están siempre en la lucha obrera".
Esta imagen realista se recoge en el lienzo de Gonzalo Bilbao. Lejos de centrarse en el tópico romántico de la Carmen transgresora, el pintor sevillano las retrató en sus verdaderas condiciones de trabajo: "La aparente amabilidad de la escena, en la que una cigarrera amamanta a su hijo ante la mirada de sus compañeras, refleja la triste realidad de falta de conciliación laboral", explica Lourdes Páez, la conservadora del Museo de Bellas Artes de Sevilla.