Fue la propuesta que hizo el sociólogo francés Pierre Bourdieu (Denguin, 1930-París 2002) en el que tal vez sea su libro más célebre: La distinción. Criterio y bases sociales del gusto (1979). Ahí expone que cada clase social tiene un habitus, es decir, una forma de pensar, un estilo de vida, unos gustos culturales, y por ese habitus nos definimos frente a los otros, se perpetúan las diferencias de clase y las dinámicas de dominación social. Como veremos, las teorías de Bourdieu (que también ahondaron las relaciones entre los diferentes capitales: el económico, pero también el social o el cultural) pueden ser matizadas y cuestionadas en un mundo que ha experimentado cambios radicales, como la digitalización y la globalización. "Pero La distinción es inapelable, nos mira como nos miran los clásicos, y en Francia sigue siendo un monumento de la sociología", explica Alonso.
La obra de Bourdieu es estudiada en un instituto francés en el que un profesor novato trata de hacer notar esas sutilezas de la desigualdad a un grupo de alumnos variopinto y, en principio no muy receptivo. Pero, poco a poco, observando a sus familias, a los ambientes en los que se relacionan, a las diferencias entre los unos y otros, los alumnos acaban detectando en su vida cotidiana algunas de las observaciones del famoso sociólogo. No es lo mismo provenir de una familia obrera sin demasiado interés por la cultura refinada o el interiorismo moderno que ser la hija de un esteta adinerado que asiste a la ópera y desprecia la música popular. La distinción funciona así como una forma de dominación simbólica.
La historia de ese instituto es la que cuenta la autora francesa Tiphaine Rivière (Francia, 42 años) en su obra La distinción (Garbuix Books), una divulgación narrativa, en cómic y para todos los públicos del tocho sociológico de 700 páginas en lenguaje académico. "Pensé que era importante hacer accesible a Bourdieu, tiene un gran potencial emancipador precisamente para las clases sociales que no podrán leer un libro largo en un lenguaje complejo", explica la autora.
La meritocracia, afirma La distinción y recalca Rivière, es una ficción útil para hacer creer que los privilegios de la clase dominante se deben realmente a su mérito. Y que cualquiera puede llegar lejos si se esfuerza lo suficiente. Bourdieu demuestra que no es así . "Estadísticamente, las clases se reproducen masivamente y la escuela no cambia nada", señala la autor)a... Las ideas de Bourdieu, volviendo al principio, merecen un repaso porque el mundo ha cambiado mucho. Por ejemplo, internet ha democratizado el acceso a muchos materiales culturales antes restringidos, mientras que se han dado fenómenos como el omnivorismo cultural (según el concepto de Richard Peterson): entre las clases altas se pica de todo. "Hoy todo parece más fluido", dice Rivière. "La cultura popular está en todas partes, y la mayoría de los jóvenes usan sudaderas con capucha y zapatillas, independientemente de su clase social. Y, sin embargo, creo que el sistema de dominación no ha cambiado profundamente".
Sergio C. Fanjul. Madrid. El País, sábado 3 de mayo de 2025.
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