Chanel hace alarde en la semana de la moda de París de su saber hacer con su colección de alta costura. El director creativo de la firma, Karl Lagerfeld ha perfeccionado el arte de acaparar la conversación y la atención mediática. En el centro de la pasarela un enorme jardín blanco de papiroflexia recibía a los invitados. Al sonar la música, las hojas comenzaron a abrirse revelando pétalos de colores, mientras de las ramas más altas crecían enredaderas. La belleza del truco resultaba inversamente proporcional a su tiempo de vida: apenas un minuto. Sobre la pasarela, Lagardeld volvió a interpretar el clásico traje de chaqueta de Chanel, una fuente de inspiración literalmente inagotable para el diseñador alemán. Primero llegaron las piezas de cortes limpios. Después los conjuntos de tweed deshilachado y las toreras que dejaban al descubierto los ombligos de las modelos. Más tarde, los abrigos de pailletes rematados en grandes flores cosidas y los vestidos preñados de camelias de plástico, perlas y piedras. Esta colección no cambiará la historia de la moda pero reivindica la fuerza de las petites mains como solo puede hacerlo una propuesta que nunca será fabricada en serie sino a medida. Las prendas representan un alarde de la fuerza artesanal de Chanel de los once ateliers que la marca ha adquirido y entre los que se encuentran casas de bordado, sombrererías y botonerías. Con su compra la maison francesa no solo ha preservado estas empresas familiares, sino también las técnicas que en ellas se vienen desarrollando , en algunos casos desde el siglo XIX. La mejor excusa para hacer ostentación.
Carmen Mañana, París. El País, miércoles 28 de enero de 2015
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