sábado, 7 de febrero de 2015

1.808, una herida abierta todavía

En septiembre de 2008 la Asociación de Profesores de Francés de Galicia  en el curso de sus Jornadas Pedagógicas dedicó un apartado temático a la conmemoración del bicentenario de 1808, el principio de la Guerra de la Independencia.
 M. Gérard Dufour, Présidente Honorario y Profesor Emérito de la Universidad de Provence, miembro corresponsal de la Academia Portuguesa da História, fue nuestro invitado de honor. Uno de los más brillantes especialistas de este periodo histórico que concierne a los  dos países. Su conferencia"La opinión pública francesa y la guerra de España" es un magnífico ejemplo de lo que llamamos"regards croisés", cómo nos vio el pueblo francés, qué pensaron de esta "malheureuse Guerre d'Espagne" que según la confesión de Napoleón  en Sainte -Helène, fue la causa de todas las desgracias del Emperador... y de Francia. Voy a permitirme  presentar  algunos de los puntos  de su exposición. Y aunque lo hago sin su permiso, creo que , por su amabilidad y simpatía, no solo no tendría ningún inconveniente sino que le gustaría compartir su sabiduría con los lectores del blog.
Hasta 1807 la prensa imperial no manifestó ningún interés por España. Por el contrario, cuando las tropas imperiales  se dispusieron a franquear los Pirineos para dirigirse a Portugal, se multiplicaron los artículos sobre España insistiendo sobre las riquezas naturales del país  y los inmensos recursos que llegaban de las Indias. La idea de una regeneración  del reino vecino hizo mella en la  opinión pública francesa que por otra parte era totalmente contraria a la familia real española. Hasta el 2 de mayo la prensa francesa no dejo de afirmar  que las tropas imperiales eran recibidas con entusiasmo y admiración por los españoles de modo que el informe de los acontecimientos del 2 de mayo fue una ducha fría que provocó la indignación  de la mayoría de los franceses. Las noticias que llegaban de Bayonne ( renuncia al trono de España por Carlos IV  y su hijo, convocatoria de la Asamblea de Bayonne ) restablecieron la confianza de la opinión sobre  las buenas intenciones de la política imperial que, regenerando España, continuaba el programa  revolucionario que había llevado libertad y prosperidad a los pueblos oprimidos. Los franceses fueron informados de los decretos de Chamartín relativos a la abolición de la Inquisición, la supresión de los derechos feudales y la reducción  del número de ordenes religiosas. Estas medidas tenían el mérito  de adornar una guerra de conquista imperialista con las virtudes de una cruzada  en favor de los ideales revolucionarios  de libertad y igualdad. Pero ni una palabra sobre la capitulación de Dupont en Bailén ni el repliegue de José Bonaparte a Burgos. La prensa  dejó de interesarse por la península y los rumores se convirtieron  en la única fuente de información de la opinión pública. Rumores que propagaban los oficiales franceses que regresaban a Francia contando los peligros, la crueldad de los guerrilleros, el odio a los civiles,  de tal modo que la opinión pública  francesa vio en la guerra de España el paradigma de los horrores de la guerra. El infierno español. Napoleón no solo perdió la guerra de España sino que  ésta le hizo perder la confianza de la opinión  pública francesa. Una opinión pública que, llegada la paz, se apasionó por ese pueblo que había sabido resistir frente a la más importante máquina de guerra  que se había conocido en Europa. 
Joaquín Díaz-Corralejo, Universidad Complutense de Madrid. Secretario de la Federación Española de Profesores de Francés, expuso a su vez la mirada española sobre la llamada por nosotros Guerra de la independencia, una guerra contra el invasor, y, al mismo tiempo una guerra por el mantenimiento  de los privilegios de la monarquía, de los nobles y de la iglesia . Los poderosos habían seguido con interés y prevención los acontecimientos de la Revolución en Francia y la llegada al poder de Napoléon. Cuando este quiso sustituir  a los Borbones por su propia familia, tuvieron miedo. No al cambio de dinastía sino a lo que significaba una nueva constitución, a la pérdida de sus prerrogativas. La insurrección del 2 de mayo la prepararon los aristócratas, la predicaron los curas en las parroquias.  Así fue como esta guerra dividió al país en dos bloques antagonistas los patriotas y los afrancesados  y más tarde, los ancien régime y los liberales. Cerró su intervención  con estas líneas de Arturo Pérez Reverte (Babelia, 1/12/07):
"Mi conclusión es que !maldito día! El Dos de Mayo es una losa que aún nos pesa(...) Los madrileños luchan en el bando equivocado ese día. Para restituir el viejo orden, casposo, ruín. Esta épica callejera nos metió en una pesadilla que arrastamos hasta hoy, ahí nacen las dos Españas."

En el discurso posterior a la manifestación que tuvo lugar en Madrid, el sábado 31 de enero, Pablo Iglesias comparó Podemos con el levantamiento del 2 de mayo de 1808 contra los franceses. "Sol, otra vez símbolo de futuro, 2 de mayo de 1808: no fueron reyes ni generales los que se opusieron a la invasión. Fue el pueblo de Madrid, ese que hoy está con nosotros. Los de abajo los que se enfrentaron a la vergüenza y la cobardía de los gobernantes."


¿ Puede un líder político que aspira a ser presidente del gobierno de España, avalado por las encuestas, mostrar un desconocimiento tal de nuestra historia, hacer ese alarde de demagogia?
¿Puede esa muchedumbre que le sigue dejarse manipular con entusiasmo , por muy hartos que estén de los políticos que nos gobiernan?  ¿ Es el horror español del 2 de mayo el modelo a seguir? ¿Saben hacia donde caminamos?
Carmen González Teixeira.

No hay comentarios:

Publicar un comentario