domingo, 22 de febrero de 2015

La música, esa fiel compañera

En la primera etapa del blog dediqué a la música dos de mis textos: "Lugares para la música" y "Mi caja de música", en ellos les contaba cómo mi  gusto por la música clásica, que había nacido en Francia gracias a la assitante de alemán, ya nunca me abandonó, esa música, la lengua de la emoción. Nietzsche creía que "sin la música la vida sería una fatiga, un exilio, un error". !Qué buena definición! Cuando veo la vida así se rompe la relación. Ella, compañera fiel, espera paciente, respeta mi ausencia, sabe que una mañana cualquiera, camino de mi trabajo, pulsaré el botón de cds del coche  y entonces acudirá, quién sabe, un aria de Haendel, o Kika de Sumrra, olvidadas hace meses dentro del lector. Y la música suena otra vez.
Foto de la Voz de Galicia
 Algunos amigos me preguntan de donde viene mi nueva afición por el jazz. Sin embargo no es nueva, estaba dormida, envuelta entre otros recuerdos. Todo empezó en el club Dado-Dadá. Ya saben que siempre asocio la música a un lugar. Este espacio es lo más parecido a una "cave" parisina  o une" boîte", si lo prefieren, de las que hicieron furor en Francia en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, años 50 y 60. Simone de Beauvoir  narra, en "La force de l'âge"/ "La fuerza de la edad", segundo tomo de sus Memorias, sus días en los cafés de Saint-Germain-des-prés, sus noches en le Tabou. Con esa imagen acudí por primera vez al Dado, en septiembre del 80, recién inaugurado, con mi marido, mi hermano y su novia de entonces, los dos de paso por la ciudad.  Y no me defraudó. !Una cave existencialista  en Santiago!  Y encima con ese nombre que me llevaba a Tristán Tzara y el dadaísmo, a los surrealistas Breton y Aragon. Un trocito de París, un acotado, al alcance de mi mano. Durante años era el  lugar donde nos reuníamos con frecuencia los viernes con nuestros amigos. No había muchos espectáculos en esa etapa, pero la música, siempre jazz, era como un arrullo para una mujer joven por lo general cansada los viernes por la noche y que más de una vez se dejó adormecer/ somnoler con el contrabajo, el piano e incluso  el saxofón.... Pasaron los años, alguna vez caí por allí  hasta el curso pasado en el que me hice asidua, fue entonces cuando me entregué al jazz.
Es en otro escenario, el Teatro Principal, un lugar no común desde luego,  del que les hablaré en otra ocasión, en donde se produce el flechazo. Dentro del ciclo "Sons 2014", el 25 de enero de 2014,  el trío de jazz Sumrra , Xacobe Martínez Antelo , el contrabajo, Manolo Gutierrez en el piano, l.A.R. Legido, batería incombustible, tres individualidades unidas donde cada uno aporta su discurso, sus emociones, en un cierto juego a encontrarse en algún lado (presentación del grupo en la web), lirismo, delicadeza, energía y expresión. El  público en pie, aplausos entusiasmados.  Mi amiga Cruz me acompañaba ese día, las dos salimos "encantadas de nuestro primer concierto",  la mejor felicitación para el grupo, según leí en la web de Xacobe Martínez Antelo ¿ Y qué fue lo que nos gustó? Sin duda  la pasión con que tocaron, su modo de vivir la música, también su cercanía. En cuanto a la música, he leído en la misma web una palabra clave, la melodía. A partir de ese concierto Sumrra cuenta con dos seguidoras más, de mucha categoría, una jubilada y abuela, la otra de la misma edad, todavía en ejercicio de su profesión que escribe por afición. Y siguiéndoles llegamos al Pazo do Faramello una tarde de junio, con sus jardines en pleno esplendor, aunque la lluvia, más que lluvia , orballo, desplazó la actuación de los músicos a una pequeña sala del interior del pazo donde disfrutamos de un concierto íntimo y salvaje  como el que dieron en París el 25 de noviembre de 2013.  Del verano al invierno nos volvimos a encontrar en A Casa das Crechas el domingo 21 de diciembre, el mismo día que celebraron con todo el público su premio Martín Codax, con una copa del vino del mismo nombre. Por supuesto que empezamos este año asistiendo a un nuevo concierto en el Principal, el 13 de enero, con la grabación en directo de su disco nº 5. Un disco que es un sugerente viaje, por las ciudades que dan nombre a sus piezas, donde Sumrra ha  actuado, Lisboa, París, Amsterdan, Johannesburgo entre otras. Dos días después mi alumno Tomás Otero, guitarra de una banda de jazz de la Escuela Estudio, con el que comparto los conciertos, me pregunta cual es mi pieza favorita de este disco: "Johannesburgo" le digo sin dudar, su sonrisa se ilumina contento de mi elección que también es la suya: "mola, mola, profe..."  

No solo hubo Sumrra  en 2014, hubo mucho más, en nuestra próxima Jazz Session  volveremos al Dado, hablaremos de otros músicos, otros amigos. No olvido la pregunta inicial ¿Por qué el jazz?  Hablando esta mañana con mi amiga Monique López  de Burdeos con la que coincido en Madrid creo que encuentro la respuesta: el jazz se mueve entre dos polos: una energía muy vital y una profunda melancolía, esos dos contrarios entre los que me muevo yo.
Carmen González Teixeira.

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