Un cuento de hadas sin letra. Un teatro de maravilla, magia y fantasmagoría. Marionetista e ilusionista, Philippe Genty ha dado varias vueltas al mundo con sus espectáculos sin palabras, en los que los actores se entremezclan con maniquíes confeccionados a su imagen y semejanza y movidos de modo que resulta harto difícil distinguir la carne doliente de la materia inerte...En No me olvides, hombres escapados de algún cuadro de Magritte y mujeres surgidas de un sueño de Delvaux (pero vestidas) bailan, caen a plomo, se yerguen automáticamente, se volalitilizan, abandonando su exoesqueleto en brazos de sus amantes: ensayan pantomimas chaplinescas con una silla de tijera, pierden sus extremidades y agitan unas inmensas alas de tul, emulando a Loïe Fuller, la Meliès de la danza. Genty habla siempre de lo mismo: del viaje de la vida, que transcurre en compañía de semejantes que nos son del todo extraños, y de la soledad con que afrontamos los momentos cruciales...La música de René Aubry y la línea clara con la que están dibujados el paisanaje y el paisaje (un páramo polar a la luz de las noches blancas) sitúan la función en un universo onírico amable y digestivo, próximo a los de Disney, Hergé y el Cirque du soleil...Los nueve intérpretes tejen los ensueños de Genty con hilo de plata, lo cual no obsta para que en algún momento tanto prodigio pueda resultar reiterativo. Este No me olvides reeditado es muy diferente, ni mejor ni peor, del que el director francés estrenó 22 años atrás en el Español, dentro del Festival Internacional de Teatro de Madrid.
Javier Vallejo. El País, jueves 19 d febrero de 2015. Madrid, Teatros del Canal, hasta el 22 de febrero.
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