martes, 6 de diciembre de 2016

Iconos del arte moderno en París

Retrato de Sergei Shchukin de Christian Cornelius Krohn
Una muestra en París reconstituye, por primera vez desde 1948, la pinacoteca privada de Sergei Shchukin, un mecenas visionario. Monet tenía 25 años cuando pintó la más atrevida de sus obras, un picnic sobre la hierba, tema moderno e impropio del arte con mayúsculas, que inmortalizó con el formato gigante que se solía reservar para las pinturas históricas. Gauguin regresó de Tahití sintiendo que su vida se había acabado para siempre, como también lo haría su arte. Pintó entonces un cuadro dominado por un rosa intenso e irrealista, con dos mujeres polinesias que no solo aparecían desnudas, sino también colocadas en la mitad derecha del cuadro, sin respetar las reglas más básicas del canon pictórico. Solo un par de años antes, Van Gogh sufrió una de sus crisis en Arlés durante la que se mutiló la oreja. Un doctor acudió a curarle y, para agradecérselo, el holandés lo retrató en un cuadro que condensa la esencia del expresionismo. El médico, que respondía al nombre de Rey, lo encontró ridículo e inverosímil, y decidió abandonarlo en un desván , donde tuvo la misión de tapar un hueco en la pared. Las tres obras tienen, al menos. tres cosas en común. En su tiempo, en el mejor de los casos, generaron la más absoluta indiferencia, antes de revolucionar las reglas de la figuración. Y las tres forman parte del colección de Sergei Shchukin, un empresario moscovita que se enriqueció gracias a la floreciente industria textil en la Rusia del siglo XIX. Más tarde se convertirá también en una de los coleccionistas más visionarios de su tiempo y en uno de los primeros mecenas que impulsaron las vanguardias de la Francia de entresiglos. Se exilió en París donde murió en el anonimato en 1936. Años atrás su colección había sido nacionalizada por Lenin después de la Revolución Rusa. Al llegar al poder Stalin se planteó quemarla , considerándola un síntoma de decadencia burguesa, en las antípodas del dogma del realismo socialista. Finalmente prefirió dividirla entre dos museos distintos -El Hermitage de San Petersburgo y el Puskin de Moscú, donde permaneció oculta en sus depósitos durante décadas. Muchos ya la consideran la exposición del año: unas 10.000 personas pasan a diario por este centro privado para descubrirla. Se espera  que sea un millón antes de su cierre previsto para el 20 de febrero.Son 130 cuadros de la colección Shchukin -sobre un total de 275-, incluyendo 29 obras de Picasso, 22 de Matisse, 12 de Gauguin, 8 de Cézanne y otras de Courbet. Derain, Picasso o Rousseau. "La lista corta la respiración, igual que un poco sus salas. Casi tres años de negociaciones han sido necesarios para reunirlos en París. Es su tesoro nacional, como si España prestase sus Velázquez y el Guernica a la vez", ironiza Jean-Paul Claverie, consejero del magnate Arnault, propietario de la marca Louis Vuitton, e ideólogo de esta fundación. La negociación llegó a pasar por el Eliseo y el Kremlin. " Se necesitaba un terreno neutro para reunir las obras, y ese lugar era París, la ciudad donde Shchukin las compró y luego se exilió", añade.
Alex Vicente.París. El País, 5 de diciembre de 2016

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