sábado, 10 de diciembre de 2016

Tejados y terrazas de París

L'oiseau blanc
L'oiseau blanc desapareció el 8 de mayo de 1927. Su ambición no era otra que pasar a la historia como el primer avión en realizar la travesía transatlántica sin escalas. Un París-Nueva York para la leyenda. Jamás llegó a su destino. Desde hace un año una réplica exacta del mítico avión está suspendida sobre la última planta del lujoso hotel The Peninsula, una de las mejores y más exclusivas terrazas del ciudad. Desde allí los iconos de una tablet ofrecen la opción de sobrevolar la ciudad a los mandos de un avión imaginario. Un vuelo en un pequeño pájaro blanco para descubrir un París recóndito, escondido entre el cielo, los mitos y los sueños...Me acerco a este mar de cubiertas grises salpicado de pequeñas chimeneas de terracota  y a las historias que tanto inspiran.  Delphine Bürkli, concejal del distrito IX, ha promovido su candidatura para que los tejados parisinos formen parte del Patrimonio Mundial protegido por la Unesco. En su opinión, y en la de los miembros del comité de apoyo, la singularidad de este paisaje urbano le confiere un valor universal que ha de ser preservado. Alturas perfectas para conocer los secretos de París, que permiten adentrarse en esta singular geografía. Desde lo alto de la Tour Eiffel, la ciudad se escapa. Enrique IV, fue uno de los artífices de este interesante tapiz que se despliega a mis pies. En su empeño por mejorar y embellecer algunos de los símbolos de la ciudad, como el Louvre, sustituyó sus viejos tejados de adobe y madera por los de pizarra y teja. Coronan majestuosamente las esquinas y los arcos principales del Palacio del Louvre. Es interesante contemplarlos a través de la pirámide de cristal de I. M. Pei. El mismo monarca mando construir la place des Vosges. Casi un perfecto cuadrilátero, está rodeada de edificios de dos plantas realizados en piedra, ladrillo rojo y tejados de pizarra azul de Angers. Sus tejados parecen mirarnos con esos pequeños ojos que se abren en sus frentes prominentes. Estamos ante las célebres mansardas parisinas que dan tanto carácter a la ciudad. El término proviene de François Mansart, el arquitecto francés que generalizó el uso de estos tejados abuhardillados de fuerte pendiente en el barrio de Le Marais donde se encuentra la plaza. En el ático de los grandes almacenes BHV, con el buen tiempo se despliega Le Perchoir Marais un pop-up con una atmósfera décontractée y branchée similar a su terraza hermana Le Perchoir del distrito XI que permanece abierta todo el año. Tres museos con terrazas interesantes: el Quai Branly, con su restaurante Les Ombres, la terraza del Georges, en el Centro Pompidou y la del Instituto del Mundo Árabe. La Ópera otro soberbio edificio tiene  una elegante cúpula  de un característico y curioso color verde, el mismo que el de la Estatua de la Libertad de Nueva York, regalo de la ciudad de París. El color verduzco se debe al cardenillo, una sustancia venenosa producida por la oxidación del cobre en contacto con la humedad. Es una cubierta sensacional que esconde un curioso secreto que no se aprecia a simple vista: sus paneles de abejas...Amanece y sobrevuelo las gárgolas de Notre Dame, las elegantes cubiertas acristaladas del Grand y el Petit Palais, la majestuosa cúpula de los Inválidos, las buhardillas de la Rive Gauche, el reloj del Museo d'Orsay, las formas bizantinas del Sacré Coeur con esa blancura algo chocante en una ciudad tan apegada a los tonos grises. Buscando el París del futuro  me adentro en el Bois de Boulogne y me sorprenden los tejados superpuestos de la Fundación Louis Vuitton. Velas de vidrio, vigas de madera. Transparencias, naturaleza, movimiento. Nuevos códigos, nuevos lenguajes. Una interesante intervención del artista Daniel Buren ha puesto colorido a estos nuevos tejados de vidrio concebidos por Frank Gehry. Les Halles lucen desde hace unos meses el tejado más grande y sorprendente de la ciudad, 15 metros de altura y casi 100 de extensión. Bautizado como la Canopée  y realizado con láminas de vidrio dispuestas como escamas, es el elemento esencial de la remodelación de este espacio urbano. Innovación, elegancia y rebeldía bajo este cielo plomizo que anuncia lluvia. Au revoir, petit oiseau. Hasta siempre, París.
Vicky Vilches. Traveler, noviembre 2016.

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