jueves, 8 de diciembre de 2016

La séptima función del lenguaje

Roland Barthes
Fue la "muerte del autor" en el sentido más literal. En febrero de 1980, Roland Barthes salía de almorzar con François Mitterand, a punto de convertirse en presidente, cuando una camioneta lo atropelló en plena calle. A Laurent Binet (París, 1972) ese desenlace siempre le pareció sospechoso, demasiado improbable para ser casualidad. Imaginó entonces un crimen urdido por una confederación de universitarios y hombres de poder, temerosos ante el alcance de las teorías de ese pensador estrella. De ahí surgió La séptima función del lenguaje (Seix Barral), su reválida tras el éxito de su novela histórica HHhH. Su nuevo libro es, a la vez un ensayo semiótico y un thriller policial con toques de comedia burda, donde el autor convierte a los sospechosos del crimen a los teóricos del posestructuralismo, como Foucault, Derrida, Deleuze o Lacan, responsables de la revolución de las Humanidades de la Francia de los sesenta. Tampoco se olvida de Mitterand y su archienemigo Giscard d'Estaing, obsesionados con la poderosa séptima función del lenguaje que da título a la novela, completando las seis que enunció el lingüista Roman Jakobson. Laurent Gaudet responde a algunas preguntas formuladas por Alex Vicente. "En el fondo el asesinato es solo un pretexto. El libro parte de esta idea: quien controla el lenguaje tiene el poder. Y el del lenguaje es un poder absoluto, superior al de quien maneja un tanque o un bombardero". " Todo asesinato necesita sospechosos. En este caso, solo podían ser quienes formaban parte del entorno de Barthes. Si iba a hacerles intervenir no podía ser solo a través de mensajes gratuitos. El 75% de lo que Foucault o Derrida dicen en el libro lo dijeron o escribieron en la vida real". ..."Escribo contra una idea rancia de la literatura, contra una representación obsoleta y autosatisfecha de lo que debe ser, que provoca que sigamos tragándonos libros al estilo de Balzac y Chateaubriand. Fueron grandes autores pero de eso ya hace dos siglos...."
Alex Vicente. París. El País, martes 6 de diciembre

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