jueves, 1 de diciembre de 2016

Los colores de nuestros recuerdos

M. Pastoureau
El historiador Michel Pastoureau (París, 1947) se formó en la llamada Escuela de los Anales, el movimiento histórico más importante del siglo XX porque cambió el foco de nuestra mirada desde los grandes salones de los reyes y los nobles hacia la vida cotidiana. De ahí surgieron investigadores como Georges Duby, Fernand Braudel, Jacques Le Goff o March Bloch. Pastoureau encontró su propio hueco porque se especializó en dos temas que hasta entonces habían sido ignorados o despreciados: los colores y los animales (dos campos de investigación a los que llegó a través de la heráldica). Profesor en la École Pratique des Hautes Études de París, Pastoureau ha centrado la mayoría de sus investigaciones en la Edad Media, aunque su curiosidad va mucho más allá y ha pasado toda su carrera tratando de responder a preguntas que pueden parecer irrelevantes pero que no lo son: ¿Por qué las banderas tiene unos colores y no otros? ¿Por qué el verde trae mala suerte en muchos países? ¿Por qué el azul reemplazó al negro en los uniformes? ¿Por qué el cerdo es tabú para algunas religiones? Muchos de sus libros han sido editados en castellano, como El oso. Historia de un rey destronado, Negro o Una Historia simbólica del Occidente medieval. Ganó el Premio Médicis por su libro de memorias Les couleurs de nos souvenirs /Los colores de nuestros recuerdos y su ensayo sobre el azul fue un best seller. Gran aficionado al cine, trabajó como asesor de Éric Rhomer en Perceval (aunque el realizador de la nouvelle vague no hizo ni caso de sus consejos) y con Jean-Jacques Annaud en su versión de El nombre de la rosa. Poco antes de rodar una escena Pastoureau se dió cuenta de que los cerdos en el siglo XIII no eran de color rosa, sino negros o con manchas y tuvo que pintarlos al no encontrar marranos así. El color de los cerdos en el siglo XIII es una de esas cosas sobre las que Pastoureau puede disertar durante horas. La entrevista tiene lugar en su amplio piso de París, situado justo enfrente de las pistas de Roland Garros, al que se acaba de mudar. En persona es tan entretenido, divertido, inmenso y humilde como sus libros....
Guillermo Altares. El País Semanal, 2-10-2016

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