
Jordi Savall. (Philippe Masats)
Desde entonces el músico catalán ha protagonizado algunos de los capítulos más sonados de la revolución interpretativa del Barroco. "Los grupos de instrumentos originales forman parte ya de la normalidad, pero hay todavía batallas por librar", cuenta al teléfono. "No creo que a estas alturas vaya aparecer un compositor de la altura de Bach, pero si quedan muchas obras por descubrir y grabar". La prueba la encontramos en la Fiesta criolla que acaba de dirigir en el Liceu, un mestizaje sonoro extraído de las páginas del Códex Trujillo. "Estas piezas reflejan los gustos de las clases populares del Virreinato de Perú", explica el investigador y musicólogo. "A diferencia de los grandes manuscritos de los maestros de capilla, aquí quienes cantan y bailan son las gentes de la calle en una fusión de tradiciones indígenas, africanas e hispánicas".
Ahora Savall se enfrenta a un desafío personal no menos insólito: mañana, este ya octogenario debutará al frente de la Filarmónica de Berlín. "Hablamos de una institución de absoluta referencia para la historia del sinfonismo europeo", dice sobre la que para muchos es la mejor fábrica de sonidos del mundo. "Las grabaciones de Furtwängler, Kleiber padre y Karajan marcaron una época y una generación de músicos Es una orquesta con un sonido muy compacto, preciso y modulable". No han sido pocas las ocasiones que Savall ha dirigido en la Philarmonie a los músicos especialistas de los dos conjuntos que él mismo fundó, Hespeirón XXI y Le Concert des Nations, pero nunca hasta ahora le habían prestado las llaves de la Sala Grande para liderar a los Berliner, a los que considera "extraordinarios en su formación y desempeño".
Lo hará a lo largo de los tres conciertos (jueves, viernes y sábado) que abarcan un período crucial de la evolución musical del siglo XVIII: del refinamiento barroco de Naïs de Rameau al clasicismo vienés de la Sinfonía Júpiter de Mozart a través del puente estilístico que dibuja la música del ballet Don Juan de Gluck. "Soy prácticamente el último décano de la música antigua que queda en activo", asevera Savall.
El ciclo que, a modo de homenaje, le dedica la prestigiosa orqueste alemana arrancó el pasado fin de semana con un recital de obras del Siglo de Oro español y continuará, el 11 de enero con un concierto de música barroca francesa junto a los jóvenes intérpretes de la Karajan-Akademie."Cuando las orquestas modernas, que hablan el lenguaje del siglo XX, se adentran en el repertorio de Lully, Telemann o Händel les falta lo que yo llamo la mochila histórica, esto es, un bagaje técnico y estilístico de más de 200 años", prosigue Savall, que se reconoce más en la figura polifacética de un Kapellmeister que la de un "director de carrera".
Cuando en 1968 Savall se mudó a Suiza para continuar sus estudios apenas se contaban músicos españoles entre las filas de las grandes formaciones europeas: hoy hay cuatro en la sección de cuerda de la Filarmónica de Berlín. "Basta con leer el Quijote para darse cuenta de que en España la música está por todas partes en la riqueza del repertorio andalusí, sefardí y mozárabe, en la polifonía de Las Huelgas, en el prestigio de compositores como Falla, Granados o Albéniz e intérpretes del nivel de Casals, Sarasate o Victoria de los Ángeles..."
Y así hasta llegar a otro registro, a Rosalía, cuyo disco califica de "magnífico": "Se nota que tiene una buena formación musical, pues con sus arreglos, igual que ocurría con los Beatles, utiliza elementos del barroco italiano, como el ostinato". Para el director el problema de los músicos españoles es la ayuda que reciben. En su caso, dice, "el abandono del Gobierno de España es total: las subvenciones no cubren ni el 1% de los gastos, algo inconcebible en el resto de Europa.
Benjamín G. Rosado. El País, miércoles 3 de diciembre de 2025.
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