miércoles, 1 de febrero de 2012

Una novela francesa

  Cuando empiezo estas líneas, hace una media hora que he terminado la lectura de “Una novela francesa”, Anagrama, 2011/ “Un roman français”, Grasset, 2009, de Frédéric Beigbeder. No conocía al autor, l’enfant terrible de la vida literaria parisina, sí su nombre y el juicio de algunos críticos sobre su obra, pero siempre posponía su lectura. “Una novela francesa” fue galardonada con el Prix Renaudot 2009. La critica, al menos a la que yo he tenido acceso en internet, tanto la española como la francesa, de los suplementos literarios de los periódicos y de algunos blogs aparece dividida .Tiene tantos detractores como seguidores.
“Contiene páginas espléndidas. Lo que ha perdido en agresividad, lo ha ganado en elegancia, incluso en lirismo. “Y su humor sigue intacto.”L’Express.
“Es un retrato personal y de época... un cuadro melancólico, en el que Frédéric Beigbeder logra lo que quizás se había propuesto desde la primera línea: inspirar ternura.” La Vanguardia.
“Cuando un libro es tan honesto, puede dar lugar, casi inadvertidamente, a verdaderos descubrimientos sobre la naturaleza humana”. Michel Houellebecq.
La selección de estas tres críticas en positivo no es inocente sino que mis comentarios se apoyan en ellas ya que no soy más que una lectora a la que le gusta compartir sus lecturas. La novela me ha gustado, me he reído y en algunos momentos me ha conmovido.
En enero de 2008 F. Beigbeder es detenido por consumo de cocaina en la vía pública. Pasa 48 horas bajo detención preventiva. Desde su celda el escritor reconstruye su infancia olvidada. Ofrece pues distintas lecturas: una reflexión sobre el recuerdo y el olvido así como el papel que juega la literatura en ello, un lúcido análisis sobre las relaciones familiares (el itinerario de su padres, el de su hijos con ellos, él y su hermano, él y su hija), un recorrido por la historia de Francia en los últimos 40 años, una crítica feroz al sistema penitenciario así como un alegato, fallido, en favor de la libertad del individuo. Su hermano Charles Beigbeder, hombre de negocios, es condecorado con la Legión de Honor por Sarkozy, unos días después de su puesta en libertad.
 Para ajustarme al espacio de este texto he seleccionado un capítulo en particular, el 25, Hermano del precedente el título de un ensayo de Jean-Bernard Pontalis,”Frère du précedent” Gallimard, 2006 y que F. Beigbeder considera la mejor definición de su identidad. También de la mía, que como él he sido la segunda de dos hermanos, por eso el análisis de las relaciones entre él y su hermano me resulta tan cercano. Me he hecho preguntas muy similares a las de él: ¿”Y si Freud se hubiese equivocado? ¿Y si lo importante no fueran el padre y la madre, sino el hermano? Tengo la impresión de que todos mis actos, desde siempre, me vienen dictados por mi hermano mayor. No he hecho sino imitarlo, luego oponerme a él, situarme con respecto a él, construirme observándolo”.P.148. Reconozco perfectamente esos sentimientos contradictorios que sintió hacia su hermano, de admiración y de rechazo, su resistencia para que los demás aceptasen su singularidad, su independencia. El amor nunca declarado, la unión en la adversidad a pesar del distanciamiento, la búsqueda de sustitos del hermano mayor, amigos con más años, alguien con voluntad para dos. Si la literatura consiste en escuchar una voz humana, si el argumento es un pretexto, si contar una aventura no es el objetivo sino que son los personajes los que nos ayudan a escuchar a otro que quizá sea mi hermano, mi prójimo, mi amigo, mi ancestro, mi doble, p.113, yo he escuchado esa voz leyendo este capítulo referido a su hermano. Las páginas con su hija que actúa como un cristal que le permite, por una parte, revivir su infancia, por otra, poner al descubierto sus argumentos que no se sostienen sobre sus relaciones con las mujeres o el consumo de droga; el divorcio de sus padres y el modo en que lo aborda, valiente y honesto, son otras razones para leer esta vida contada, con la vista puesta en un horizonte, un paisaje, el detonante del recuerdo, las playas de la Costa Basca, Guéthary, Bidart, Biarritz. “Así es la vida que he vivido: una novela francesa.” Frédéric Beigbeder.
C.G.T.



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