Para Alba e Iria, de la promoción 2001-2007,
por su cariño y sus risas
Limoges, la ville rouge/la ciudad roja, es el título que el historiador inglés Jhon M.Merriman da a su libro publicado en Oxford University Press,1985. En la traducción al francés, publicada en 1991, aparece un subtítulo: Portrait d’une ville révolutionnaire/Retrato de una ciudad revolucionaria. En el siglo XIX Limoges ya era la ciudad roja. Su tradicción militante va de 1830 a 1871. Su papel de primer plano en 1848, año de la publicación del Manifiesto Comunista de Marx y Engels, supuso la aparición de un movimiento obrero organizado. Su implicación en la Comuna ; un nuevo despertar con la municipalidad socialista en la Belle Époque, sus huelgas de 1905 que se extendieron por toda Francia justifican que se le llamase la ciudad roja. Pero ¿por qué Limoges? Su historia y sus luchas obreras están intimamente ligadas a la industria de la porcelana. La fabricación de la porcelana siempre fué una suma de producción artística e industrial. Los primeros que iniciaron este arte fueron los chinos, hace unos 10 siglos. Los ceramistas europeos empezaron a imitarlos, los italianos, con los Médicis, seguidos de los sajones. Francia llegó 60 años más tarde gracias a la clarividencia del Intendente Turgot que apoyó el descubrimiento del caolín en Saint-Irieux, a 40 kms de Limoges. La suma del caolín más los bosques de robles y castaños, los cursos de agua de la región, permitieron la explotación de esta industria que se impuso en el mercado internacional por su calidad y por la dura batalla de los trabajadores, por su talento, por su entrega. Y también por ese horno des Casseaux, superior al resto.
El horno des Casseaux se encuentra en el centro de la ciudad no lejos del río. El edificio y el propio horno fueron clasificados monumentos nacionales en 1986. Es un horno redondo, construido a principios del siglo XX siguiendo el modelo de una serie que había empezado en Sèvres en 1769 y en 1771 en Limoges. Es uno de los 5 que aún existen en Limoges de los 135 que funcionaban en 1905. Se mantiene intacto desde la última cocción. Tiene 20 m . de altura, una capacidad para 10.000 platos. Construido enteramente con 100.000 ladrillos refractarios rojos. La visita permite descubrir la historia obrera oculta por el trabajo y el anonimato. Al entrar tenemos la impresión de sustituir a les hommes de feu/ los hombres de fuego que aquí trabajaban. Comprendemos también la dureza de la lucha contra los elementos, alcanzar una temperatura de 1400 grados en un espacio que contenía 10.000 piezas de porcelana era una verdadera hazaña.
Emmanuel Clancier en su roman fleuve/novela río « Le pain noir » sitúa el inicio de su relato en 1870 , el relato de la tierra, del bosque, del caolín, de la clase obrera y de la burguesía, la historia de la vida de una familia a lo largo de casi un siglo.
El autor, en un anexo del libro, Histoires du Pain Noir/ Historias del Pan Negro, nos cuenta cómo el relato cumplió su destino. La protagonista, Cathie, que no es otra que la abuela del escritor, soñaba junto a su hermano, cuando eran niños, con un viaje que iban a emprender, horadando, en una cantera de caolin, un túnel muy largo que atravesaría toda la tierra para llegar al otro lado del globo, al fondo de otra cantera de caolín, en China. Unos 10 o 15 años después de la publicación del último libro de la saga, La dernière saison , 1961, el escritor recibió la visita de un profesor de literatura francesa en la universidad de Nankin, M. Chen Zong Bao. Había encontrado en la biblioteca de la universidad un ejemplar del Pain Noir, dejado allí por unos cooperantes franceses como recuerdo. Le gustó tanto, le pareció tan próximo a su historia que lo tradujo al chino ; fué publicado en dos volúmenes, en 1986. Así, un siglo después de su sueño, Cathie y Francet, atravesando el espacio y el tiempo llegaron a China para encontrarse con chicos y chicas que a pesar de los ojos rasgados y la tez mate podrían haber sido sus hermanos.
C.G.T.
C.G.T.
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