viernes, 6 de enero de 2012

Las Musas


  Para Mané Glez. Boán,
 In Memorian,  1944-2011   

Cómo decirte, querida Mané , cuántas veces he pensado en escribir algo para tí, para tu recuerdo, algo tangible , que quede, que no vuele como volaste tú ese día de junio.

Cómo decirte que  no tenía valor de escribir una vez más para mis muertos, ese panteón que se agranda inexorablemente, mis padres, mi hermano, mi marido y ahora tú, la primera de mis grandes amigas que emprendió el viaje sin retorno.

Cómo decirte que siempre tendré presente cuando nos conocimos, tan jóvenes, iniciando nuestras carreras de profesoras en el instituto de Orense. Aquellos años apasionados que vivimos peligrosamente. El grupo se dispersó pronto pero su huella fué decisiva en la vida de cada una.

Cómo decirte que, aunque no seguimos el mismo camino, tú, fiel inquebrantable a los primeros pasos de Orense, yo tratando de ser fiel a mí misma, permanecimos unidas por esos hilos finísimos que se empeñaban en reunirnos. Escogiste Mallorca para tu primer destino obligado  fuera de  Galicia. Allí se había instalado mi hermano, allí vivió más de 20 años, allí nacieron sus hijos, Javier y Miguel, allí murió en 2006.
En tu regreso a Galicia escogiste para vivir Vilanova dos Infantes a dos tiros de piedra de Celanova que había sido el escenario de una parte de mi infancia. Allí empezaste a cosechar tus primeros éxitos como pintora. La parroquia de mi padre, Amoroce, dió nombre a uno de esos paisajes primeros, delicados, que me recordaban las pinturas nórdicas. Allí, en tu casa, estuvimos reunidos, por última vez, los tres: José, tú y yo, cuando fuimos a visitarte en noviembre de 2009. Tú le pediste que escribiese un artículo para el libro que querías dejar a tu familia, en especial a tu sobrina pequeña, a la que adorabas. Consciente de la gravedad de su enfermedad con la serena conformidad que le acompañó hasta la muerte te dijo que lo intentaría. Poco tiempo después me pidió que lo hiciese yo porque se sentía incapaz. Los dos, ahora juntos, en el recuerdo.

Cómo olvidar que pasamos unidas tus casi últimos días preparando la exposición para la Facultad de Químicas que tanta ilusión te hacía ya que tu pintura finalmente era el resultado de tu formación académica y de tu talento artístico.

Cómo olvidar que guardabas como oro en paño el recorte del periódico donde aparecíamos las dos con Celso Emilio Ferreiro  y que, entre risas, le llamábamos “las musas”. La publicación del hallazgo de dos poemas inéditos de Celso Emilio así como el inicio del año de su centenario, 1912-1979, el cincuentenario de la publicación de Longa noite de pedra, viernes 30 de diciembre de 2011, La Voz de Galicia,  me movieron a no aplazar más este texto. Sé que a tí te encantaría ser una de las primeras en participar en estas celebraciones a las que se suman este recuerdo de las musas. Tú y yo sabemos que las musas son otra clase de seres que vienen y van, que nunca se mueren.
C.G.T.

No hay comentarios:

Publicar un comentario