miércoles, 11 de enero de 2012

El mapa y el territorio

                                                                                             Para Juan Carril por su ayuda

Es la última novela de Michel Houellebecq, premiada con el Goncourt 2010 y que  se presentó en España, un año después de la concesión del premio. La Carte et le Territoire/ El Mapa y el Territorio, Anagrama, 2011. Todas las revistas de libros y suplementos culturales de periódicos han publicado reseñas sobre ella. Parece que esta vez hubiese un cierto consenso para calificarla como la mejor obra del escritor. El libro ofrece diversas lecturas : un ensayo sobre la vida futura en la que se preconizan aspectos como la vuelta a la vida rural y a los oficios. Un látigo contra muchos de los mitos de la sociedad contemporánea: El arte, las nuevas tecnologías. Un mundo sin maquillaje. Un formidable autoretrato en el que todas las preocupaciones están presentes: el arte, el dinero, la ausencia de la madre, la relación con el padre, el trabajo, el amor y la muerte.
 He leído otras dos obras del autor:”Las partículas elementales” Anagrama, 2001 y “La posibilidad de una isla”, Alfagüara, 2005 . La sensación de desasosiego que me produjeron estas dos primeras parecía ser el resultado de mi papel de espectadora ya que no conseguí entrar en ellas. Por el contrario, leí El Mapa y el Territorio en una tarde-noche de noviembre de 2010,  de un tirón. La historia y los personajes, me sentía entonces tan perdida como ellos, me parecieron mucho más creíbles aunque la desolación no fuese menor. Volví a leerlo, en español esta vez, hace un mes. Descubrí un libro que apuntaba muchas más lecturas como señalan las críticas, que les  recomiendo si no lo han leído .
 Uno de los aspectos del libro, la vuelta a la vida rural, en cierto modo ya apuntado en el título, nos lleva precisamente al Limousin, la Creuse, el lugar escogido por Houellebecq para situar a sus personajes en su retiro del mundo. Mi afición a tejer me empuja a tomar el hilo de ese paisaje que parece estar de moda. Es el propio Houellebecq personaje el que deja Irlanda para empezar una vida en le Loiret, al norte de la región y que probablemente antes de la divisón administrativa hecha en la Revolución pertenecía a la misma provincia de las 6 en las que se repartía entonces el territorio francés. Jed Martin, el protagonista vuelve a la casa que heredó de su abuela en Châtelus-le-Marcheix cuando se cierra el libro. También  el comisario, otro de los personajes destacados de la novela, desea regresar a Bretaña. Los tres buscando sus raíces.
 Cuando el padre  de Jed recibe una llamada comunicándole la muerte de su madre,  acepta su proposición de acompañarle para el entierro y las formalidades de la herencia. Es precisamnete en ese viaje, en una área de servicio donde descubre el mapa Michelin de la Creuse, Haute Vienne, que sera el detonante de una revelación estética de enorme importancia : “Veía en ella la esencia de la modernidad mezclada con  la  esencia de la vida animal : en cada una de las aldeas, de los pueblos representados según su importancia, se sentía el pálpito, la llamada de decenas de vidas humanas, de decenas o de centenas de almas- unas prometidas a la condena, otras a la vida eterna.” La carte et le territoire, pg. 54, Flammarion. Y ya en la casa de la abuela en los días posteriores al entierro: “ se sentía bien en esta casa,, se había sentido bien enseguida, era un lugar en el que se podía vivir...... Sentía tentaciones en esta casa de creer en cosas como el amor, el amor recíproco de una pareja que irradia en las paredes un cierto calor, un dulce calor que se transmite a los futuros ocupantes para aportarles la paz del alma.” pg.59.
Cuando decide finalmente instalarse en la casa de los abuelos, en Châtelus- le –Marcheix no quiere aceptar que sigue el mismo camino que Houellebecq personaje cuando dejó Irlanda por el Loriet buscando un hipotético estado de infancia. “Además, él no había pasado su infancia en la Creuse, solo algunas vacaciones de verano de las que no conservaba ningún recuerdo preciso, salvo el de una felicidad indefinida, brutal”. Pg. 400. Si cambia de residencia es con la esperanza de  volver a añadir nuevos objetos, como en el pasado, calificados de artísticos, a los incontables que ya existen en el mundo. Pero el pueblo con el que se encuentra no se parece en nada a los vagos recuerdos del pequeño pueblo decrépito, corriente, como todos los  del  mundo rural...
En una entrevista leída en internet, que no he podido recuperar, a la pregunta sobre el motivo de haber escogido como decorado de parte de su libro este paisaje, Houellebecq respondía que lo había descubierto recientemente, huyendo de las autopistas, en su desplazamientos de Irlanda, donde tiene fijada su residencia a su segunda casa en Almería, y que su belleza le había impresionado.
Veo además otro hilo  que no quiero dejar suelto. En Châtelus- le- Marcheix nació y se crió Pierre Michon, el escritor de Vies Miniscules,  y  de  Los Once. ¿Lo sabía Houellebecq cuando decidió que el pueblo formase parte de la novela?
C.G.T.


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