Léa Seydoux es dulce, escéptica, seductora, portada de muchas revistas de moda, cotizada imagen publicitaria. Y una actriz muy solvente. Tan sólo 24 horas antes de su encuentro con El País Semanal en Berlín , la francesa estaba presentando su última película, Adiós a la reina, del realizador Benoît Jacquot, donde ejerce de cortesana en los convulsos tiempos de María Antonieta y que protagoniza junto a un peso pesado como Diana Kruger. El año 2011 fue para Seydoux el mejor de su joven carrera con cuatro películas y un corto, una película con Woody Allen (Midnigth in Paris) y un megataquillazo de los que hacen época (Misión imposible: protocolo fantasma). No es extraño que sus paisanos la consideren la gran esperanza nacional, el perfecto ariete para abrir brecha al otro lado del Atlántico. Seydoux nació en París en 1985 y fue tanteando el terreno hasta que en 2006 debutó en la pantalla grande con Mes copines, una de esas películas de las que uno se arrepiente con solo ver el cartel. Sin embargo para la francesa su debut representó algo mucho más elevado: "Pensé que igual había encontrado mi sitio en la industria, pero pronto me dí cuenta de que era sólo una sensación porque al final todo está en manos de terceros."
Toni García. El País Semanal, 4 de marzo de 2012
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