Raúl Rivero en su Diario Libre recuerda a unos tipos raros en el Barrio Latino. Aquel París de los años 60, si fue una fiesta, se amenizaba con valses, tangos, boleros, rancheras, vallenatos, otros ritmos que ofendían a los franceses, bebidas baratas y cafés claros con panecillos para las resacas. Si fue una escuela, los alumnos no llevaban uniforme, nunca supieron que estaban en un aula y la mayoría pertenecía a un grupo de impertinentes y presuntuosos que se acostaban con hambre y tenían sueños imprecisos en los que se ganaban los más importantes premios literarios del mundo. Uno de ellos era del Perú , estaba enredado en las cuartillas de una novela titulada La ciudad y los perros y le iba a leer unas páginas a un chileno que tenía un cargo en la embajada que a su vez terminaba un libro llamado El peso de la noche . En una esquina podían ver aun argentino alto con pinta de adolescente eterno que trabajaba de traductor y por la otra pasaba un colombiano desgreñado , enfundado en un liquilique gastado que enviaba notas periodísticas a Bogotá. El caso es que aquella ciudad ya es otra, ellos asisten a fiestas diferentes , no tienen nada que aprender y muchos ganaron todos los premios, del Nobel al Cervantes. En Santigo de Chile , Mario Vargas Llosa se acordaba de todo estos días porque Jorge Edwards celebra un cumpleaños redondo. Había algo de nostalgia en sus palabras. Enseguida dijo que su joven amigo del café parisino "es un magnífico escritor que resucitó un género casi extinto como la crónica memorialista. Creó un estilo que réune ficción. memoria, Historia, una especie de fantasía literaria.Me da gusto que llegue a los 80 años con salud."
Raúl Rivero. Diario Libre. El Mundo, martes 27 de marzo de 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario