"La trompeta es un instrumento difícil que provoca reacciones ambivalentes. No puede esconder su origen guerrero, su querencia por las victorias bélicas y los desfiles. Pero también sirve para hacer bailar a las chicas en las fiestas populares". De ese modo explicaba su amor por dicho instrumento Maurice André en una entrevista concedida a Le Monde en 2003. El sábado pasado André emitió su última nota. A los 78 años moría en un hospital de Bayonne, cerca de donde vivía medio retirado, desde que en octubre de 2008, ofreció su último concierto en la catedral de San Nazario de Béziers. Después de haber grabado más de 300 discos y tocado con las mejores orquestas y directores del planeta. André será recordado como el virtuoso que renovó la trompeta y la adaptó al repertorio clásico, sacando partido de su idoneidad en los solos con las octavas reales muy altas. André transcribió hasta 130 partituras de conciertos compuestos originalmente para violín, oboe u otros instrumentos solistas, algunos de los cuales -como el Concierto en Re Mayor de Tartini- son hoy más conocidos en su versión moderna para trompeta que en su versión original. Su labor difusora no se limitó a la música clásica. Aceptó registrar piezas populares, trabajar con ídolos de la chanson como Henri Salvador o Charles Trenet. Lo que quiso siempre fue preservar y difundir este instrumento que había aprendido a tocar desde niño, en un entorno familiar muy humilde, en el macizo montañoso de les Cévennes.
Juan Manuel Bellver. El Mundo/Obituarios, lunes 5 de marzo de 2012.
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