Primera noche en autobús, tranquila y sin incidentes. Los chicos se portan bien. Alegres y nerviosos durante unas cuantas horas hasta que se hace el silencio. El autobús se desliza por la desierta noche castellana. Nuestros chóferes, Sandra y Secundino, competentes y simpáticos, hacen más fácil el camino. Al amanecer, un chico pregunta por la frontera. La frontera suena a antiguo, ahora ha sido sustitutida por un peaje. También ha desaparecido la estampa idílica del país vasco francés que recibía al viajero. No puedo soltar mi discurso habitual sobre el contraste entre los dos paises. La autopista está en obras, escombros y enormes tablones inundan todo. Llegamos al hotel Campanile en Gonesse, banlieue parisina a las 7 de la tarde. En el restaurant la cena de buffet encanta a nuestro grupo pero recibimos nuestra primera reprimenda por las voces y el ruido. Nous sommes en France, les enfants! Veremos como se presenta la noche... Mañana nos espera una buena caminata por París.
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