Para los alumnos de 1ºde Bachillerato porque un día lo verán
Siguiendo con las miradas cruzadas, hablando de clichés y estereotipos, las respuestas que dan los alumnos sobre su representación de Francia y los franceses no se distancian mucho de las que aparecen en un video en Your Tube sobre los franceses vistos por los anglosajones: París, la Tour Eiffel , la moda, los perfumes, París, ciudad del amor... Esta identificación de Paris con el amor me hizo recordar que hace un par de años en una clase de 1º de bachillerato, similar a la que tengo este año, vimos El rayo verde de Rhomer; la reacción de mis alumnas, eran todas chicas, me sorprendió: de 12, sólo le gustó a dos, a las demás les pareció, lenta y aburrida, Delphine, la protagonista, una pesada. Pensé entonces qué lejos estaban mis gustos y mis intereses de ellas, la separación generacional era evidente. Pese a ello me decidí a probar de nuevo, a tratar de establecer un diálogo con los alumnos sobre las relaciones amorosas y volví a la clase con El rayo verde. Supongo que conocen el tema que plantea. El malestar de Delphine que ve truncados sus planes de vacaciones, su soledad al no encontrar con quién compartirlas. Escucha por azar una leyenda escocesa según la cual quién logra ver el rayo verde jamás se equivoca en cuestiones que tienen que ver con el corazón. Se ha dicho que el cine de Rhomer, la película es de 1986, plantea cuestiones sobre los cambios que se produjeron a partir de los años 70, la sustitución de una moral por un sistema de normas sociales, la aceptación de la modernidad sin referencias éticas o religiosas. Delphine se resiste a aceptar el modelo que representa la chica sueca que conoce en la playa y espera encontrar el amor verdadero. Durante la proyección del filme en la clase, hace unos días, observé un inesperado interés, ninguna muestra de aburrimiento; se habían metido en la piel de la protagonista. Así lo vi reflejado en las respuestas al cuestionario que les pasé al final de la película. De 14 alumnos sólo una califica de antipática a la protagonista, la mayoría la comprenden, incluso dos de los cuatro chicos. A una de mis preguntas sobre la identidad francesa y el comportamiento de la protagonista, una alumna se muestra sorprendida ya que su idea preconcebida es otra. Otra alumna deshecha la pregunta considerando que el tema planteado es universal, al menos para la cultura occidental y que no tiene que ver con los países sino con las personas. Me reafirmo en seguir trabajando con documentos “clásicos” que perduran en el tiempo al abordar las preguntas de la vida.
No he visto aún el rayo verde aunque lo he buscado y seguiré buscándolo en las puestas de sol sobre el mar. Dicen que Rhomer lo filmó en la playa de Las Canteras (Las Palmas de Gran Canaria) después de haberlo buscado por todo el planeta. Mientras, los libros seguirán siendo mi rayo verde.
Et si l’amour durait Éditions Stock, 2011, es una de las últimas publicaciones de Alain Finkielkraut, creo que aún sin publicar en España. En el prólogo parte de un estado de la cuestión sobre el amor. Independientemente de la ideología de cada uno, nostálgicos del pasado o volcados hacia el futuro, todos coincidimos en reivindicar la libertad de amar a quién queremos, cómo queremos y el tiempo que queremos. Pero las grandes preguntas siguen abiertas: “¿Es suficiente amar para saber amar?” “¿El amor en sí mismo es amable, digno de estima y de confianza?”, ¿Tiene bastantes recursos una vez levantadas todas las prohibiciones, vencidos todos los obstáculos para resistir a la prueba del tiempo?” “¿Hay fundamento para seguir creyendo en el amor duradero o esta promesa es una quimera, una ilusión, un peligroso espejismo?”Para tratar de responder a estas preguntas, el autor se acerca de nuevo a la literatura, proponiéndonos su lectura de “La Princesse de Clèves” de Mme de Lafayette, El enigma de la renuncia. “Las mejores intenciones” de Ingmar Bergman o El infierno del resentimiento. “El profesor del deseo”de Philip Roth, o El lamento del desamor. Cierra su estudio con una mirada sobre la Obra de Milan Kundera a la que llama Más allá del romanticismo. El libro, sin leer todavía, aunque no sea tan eficaz como el rayo verde en cuanto a la certeza de nuestros sentimientos, es una promesa de sabiduría.
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