24 horas en....Le Havre. El arquitecto Augusta Perret planificó la reconstrucción de Le Havre, la ciudad francesa reconstruida en la Segunda Guerra Mundial. Un trabajo de sutiles modulaciones declarado patrimonio mundial.Percibida durante décadas como una anodina ciudad portuaria de clima inclemente y arquitectura brutalista, la suerte de Le Havre cambió hace exactamente una década, cuando al Unesco la declaró patrimonio mundial de la humanidad. Desde entonces, este enclave del litoral de la Mancha, destruido casi integramente durante la Segunda Guerra Mundial, se empieza a situar en el mapa turístico, jugando bazas tan contundentes como la alucinante reconstrucción urbanística liderada por Auguste Perret (1874-1954) o el Volcán de Oscar Niemeyer, centro cultural ahora abierto tras una larga renovación.El recorrido por este diamente en bruto puede comenzar en el lugar emblemático de la reconstrucción de la posguerra, la iglesia de Saint-Joseph (Boulevard François I). Adentrarse en esta catedral futurista corta la respiración incluso a los más escépticos. Concebida como memorial a los caídos, el templo fue erigido por Perret con 50.000 toneladas de hormigón, su material predilecto, que considera tan bello como la piedra o incluso más, y que resultaba adecuado durante la estrechez económica de los cincuenta. Sus alucinantes vitrales están formados por pequeños cristales que recuerdan a los de un caleidoscopio, cuyo reflejo cambia según la luz exterior y la hora del día. A pocos minutos a pie se alcanza el Volcán (plaza Niemeyer), erigido por el arquitecto brasileño en 1982. Se trató de un encargo del Partido Comunista Francés, que gobernó la ciudad durante tres décadas y la convirtió en uno de sus principales feudos. Este complejo cultural consta de dos unidades independientes en forma de volcán . El mayor reabrió sus puertas en enero y funciona como teatro de programación selecta, completado por un espectacular foyer. El menor lo ocupará, a partir de septiembre, una mediateca. Avanzando por la Rue de Paris se llega a la catedral de Notre-Dame , que conserva un campanario de 1540 y una desconcertante fachada barroca, ambos restaurados tras la guerra. Siguiendo en la misma dirección se alcanza el lugar donde Monet, que vivió en la ciudad durante su juventud, pintó el mítico lienzo Impresión sol naciente . Se impone la visita al Museo André Malraux (MuMa; 2, Boulevard Clemencau) cuadrilátero de cristal en primera línea de mar que expone una colección permanente que incluye obras de Renoir, Pissarro, el mismo Monet o Raoul Dufuy, otro hijo pródigo de Le Havre......
Alex Vicente. El País. El Viajero. 03-04-15
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