domingo, 30 de agosto de 2015

La mixité francesa: un rasgo de identidad

Alain Finkielkraut
Comenzaré por acercarme al significado de la palabra mixité, ya que es muy posible que se pregunten, como lo hice yo, por el sentido de este término. Alain Finkielkraut lo emplea para titular uno de los capitulos, Mixité Française, de su libro "L'identité malheheurese"/Éditions Sttock, 2013. Está publicado en España por Alianza Editorial, 2014, con el título de "La identidad desdichada". Los traductores, Elena M. Cano e Iñigo Sánchez-Paños, han  transcrito literalmente mixité por mixidad aunque la entrada no está registrada en el Diccionario de la Real Academia Española. La Real Academia Francesa propone: Estado, carácter de lo que es mixto, mezcla de sexos. El término se usa preferentemente en el mundo escolar la mixité scolaire, equivalente al nuestro co-educación y de ahí ha derivado a otras acepciones como mixité sociale, expresión fetiche entre los políticos. Su primer significado, mezcla de sexos, es el que abre el capítulo en el que Alain Finkielkraut aborda las relaciones entre hombres y mujeres como un rasgo de la identidad francesa.
La tesis que defiende nuestro filósofo es que la sociedad francesa se comporta de un modo distinto en cuanto a las relaciones entre hombres y mujeres si se la compara con otros paises europeos. "Es el único país occidental que ha prohibido el velo y que lo ha sentido como un problema."(Claude Habib: Galanterie française, Gallimard, 2006). Prohibición que no se justifica por la igualdad ("Cada uno enarbola el estandarte que le place para existir", Hélé Béji, feminista tunecina que nunca ha llevado velo), ni por la laicidad (otros símbolos religiosos han sido tolerados: la kipa y la cruz). La respuesta nos la da de nuevo Claude Habib: "La prohibición se hace comprensible si se conecta al segundo plano  de la tradición galante que presupone una visibilidad de lo femenino." Para A. Finkielkraut la galantería es un tributo a la feminidad, una representación que se da, una furtiva caricia verbal ... porque las mujeres gustan pero como gustan, sigue diciendo el filósofo, son deseables y peor aún, deseosas, hay ocultarlas, separarlas, tratando de esconder, por medio del velo, el cuerpo femenino portador de los símbolos de seducción. Cuando relata la visita a París del egipcio Rifa'a al-Tahtrâwi, envíado por el bajá de Egipto en la primera misión escolar entre 1826 y 1831 destaca la sorpresa que siente ante esos hombres que se ponen a las órdenes de las mujeres, sean o no sean bellas. Finkielkraut considera esta precisión de capital importancia: la galantería no sigue a la naturaleza, incluye también en el respeto al bello sexo a las poco agraciadas. 

Un recorrido por la historia de la literatura nos confirma como desde el siglo XVII se exaltó el arte de vivir juntos. Desde Molière (L'Ecole des Femmes) a Voltaire (Candide), Montesquieu (Les lettres persannes ), a la Francia de los salones, considerada, por Edith Wharton, la mejor escuela de expresión y de ideas del mundo moderno. Y la razón de ser de los salones, la conversación, siempre era entre hombres y mujeres inteligentes que se frecuentaban con regularidad lo que favorecía una relación de franca amistad. Hoy las cosas han cambiado. Las mujeres tienen los mismos derechos, las mismas responsabilidades y las mismas oportunidades que los hombres, ya no viven bajo la tutela de los que las celebraban como el bello sexo. Ahora las mujeres son dueñas de su destino y no se dejan engañar. Sin embargo el autor cree que, si solo en Francia existe el problema del velo, la tradición galante no ha terminado del todo. Singularidad francesa duramente criticada en los Estados Unidos, con motivo del affaire Strauss-Khan, donde se considera que el juego erótico abierto es un componente de la frenchness/ la francisidad. El autor cree que el comportamiento de un individuo no tiene nada que ver  con la galantería ni significa que Francia acuse un retraso en ese terreno con respecto a otros países. Una película, La Journée de la jupe/El día de la falda de Jean-Paul Lilienfeld, confirma sus argumentos. Sonia Bergerac la protagonista, una profesora que no acepta la jerarquización de sexos, muere por no ceder en su modo de vestir, acorralada  en el ambiente hostil de un barrio sensible. La falda convierte a la mujer en objeto de deseo. La desexualización o el acoso es la alternativa que gobierna la vida de las mujeres en los barrios donde domina la violencia. Y hay más que el pañuelo: el burka y el velo integral. Elisabeth Badinter declaró:"Llevar el velo integral, es contrario al principio de la fraternidad. Llevar el velo integral es negarse a la reciprocidad.". Alain Finkielkraut concluye que si estos principios solo valiesen para los franceses, se abandonaría  a su suerte a las mujeres que en el islam denuncian su estatuto de inferioridad. El Estado con la prohibición del velo no solo defiende los principios de fraternidad, igualdad, laicidad, también defiende un modo de ser, una forma de vida....una identidad común.
Pido al autor que me disculpe por esta contracción de las 40 páginas de un capítulo de su libro. Mi interés por su divulgación, dada su calidad, tanto por la tesis que defiende como por la forma en que lo hace, me ha llevado a este resumen, siguiéndole muy de cerca por temor a incurrir en algún error. Gracias por este magnífico capítulo así como por el libro en su conjunto que recomiendo vivamente a  los lectores y lectoras del blog.
Carmen Glez Teixeira

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