lunes, 10 de agosto de 2015

Los caballos de Dios

Yashin tiene 10 años y vive con su familia en Casablanca. Su madre, Yemma, lleva la familia de la mejor manera que puede. Su padre sufre una depresión, uno de sus hermanos está en el ejército, otro es casi autista y el tercero, Hamid, de 13 años, es el jefe del barrio. Cuando Hamid es enviado a la cárcel, Yashin se dedica a hacer numerosos trabajos para olvidarse de la violencia. Al salir de prisión, Hamid, que ahora es ya un fundamentalista islámico, convence a Yashin y sus amigos para que se unan a sus hermanos. Pronto serán mártires. Les chevaux du Dieu/ Caballos de Dios es el nombre que los yihadistas dan a los fieles que hacen de bombas humanas, esos hombres cargados de explosivos que estallan en el vestíbulo de un hotel, o a bordo de un tren, a cambio de un paraíso lleno de vírgenes al que ascenderán de forma inmediata y a todo galope, como los caballos. El film, una producción de Marruecos, Francia y Bélgica aúna la miseria de Sidi Moumen, un poblado de chabolas de Casablanca (Marruecos), y el fundamentalismo a favor de la batalla del islam. La película nace y crece en ese poblado en el que vive Yashin, portero de un equipo de fútbol a quien su hermano Hamid saca constantemente de problemas amenazando con una cadena que lleva siempre atada de su mano. De este modo, el director Nabil Ayouch muestra en Los caballos de Dios su propia interpretación de los atentados terroristas que tuvieron lugar el 16 de mayo de 2003 en Casablanca. Nabil Ayouch nació en París en 1969 y desarrolla su labor entre Casablanca y París. Su primer cortometraje Les Pierres bleues du désert (1992), fue la carta de presentación del actor Jamel Debouzze. En 1997 dirigió su primer largometraje, Mektoub, una obra que, al igual que Alí Zaoua, príncipe de Casablanca, (2000), representó a Marruecos en la carrera de los Óscar. Luego dirigió Une minute de soleil en moins (2003) y Whatever Lola Wants (2008).
S.Otero. El Correo Gallego, viernes 3 de julio de 2015 

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