El maravilloso don de Juan Diego Flórez, ese do de pecho cristalino y fácil que le sale como a nadie en el mundo, es para el tenor peruano muchas veces como una cortina de humo, tras la que enmascarar sus defectos como cantante, que alguno tiene, aunque pequeñito. En el Festival Castell de Peralada Flórez profundizó en el repertorio operistico que más le interesa ahora, el francés del siglo XIX -a lomos de su nuevo disco, L'amour-, y dejó de lado el bel canto alegre, pirotécnico y ágil que borda con maestría. Cantar a Gounod o Massenet no es su fuerte pero igualmente salió a hombros. Es lo que tienen los dos de pecho bien puestos. El público le adora como solo adora a los divos... La noche francesa de Flórez comenzó en terreno cómodo. Tombe degli avi miei, una de las arias de Edgardo en Lucia di di Lammermoor pieza encajada entre las oberturas de Le toréador (Adam) y Carmen (Bizet) para ir calentando, escuchar a la Orquesta de Cadaqués -dirigida por su paisano Espartaco Lavalle y comprobar que al público lo tenía ganado desde el minuto uno. A partir de ahí, Flórez se empleó con disciplina en arias fundamentales de la ópera francesa como Salut!Demeure chaste et pure (Faust), Pourquoi me réveiller (Werther) y la anhelante Ah! Léve-toi soleil! (Roméo et Juliette), compensando la fuerza menor de su interpretación -y la dicción; necesita un poco de coaching con la pronunciación francesa- con instantes destellantes de sus sobreagudos sobrehumanos, que se guardó sobre todo para Au mont Ida, un fragmento de opereta de Offenbach....
Javier Blánquez . Peralada. El Mundo, sábado 8 de agosto de 2015
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