sábado, 15 de agosto de 2015

Las islas de la tranquilidad: Ré, La Blanca

A se accede también por un puente, pero este de peaje. De la isla se ha adueñado un turismo de lujo tras años de conflicto entre quienes querían abrir su patrimonio al forastero y quienes preferían conservarlo solo para ellos. Ese lujo se respira y se palpa en los escasos treinta kms. de largo y cinco de ancho que tiene La Blanca, un apodo que le viene del color blanco que tienen todas las casas. Es el destino más popular y exclusivo de Francia para los parisinos. Como en Oléron, la reina es la bicicleta, la mejor forma de recorrer salinas y marismas. es un reducto de paz en invierno para sus 15.000 habitantes que cuando llega la época estival deben acoger a cerca de 200.000. Es una petite SaintTropez con calles empedradas, tiendas gourmet, establecimientos refinados y pájaros poco asustadizos. En Ré, en todos sus pueblos, la vida transcurre despacio, incluso para los veraneantes. En Sait-Martin-de-Ré, la capital, a las casas de no más de dos pisos y coloridas contraventanas en verde, azul, rojo y gris -el último color de moda-, las rodea una fortaleza en forma de estrella declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco que supone la obra maestra de Vauban, el ingeniero militar de Luis XIV que amuralló media Francia para prevenir ataques de los ingleses en el siglo XVII y de quien también son obra las fortificaciones de Villefranche y Saint-Louis. Saint-Martin resume la esencia de lujo de toda la isla, pero Ars-en-Ré y Les-Portes-en-Ré,  considerados como dos de los pueblos más bonitos de Francia, lo ejemplifican aún más si cabe. Para conocerlos hay que emprender rumbo hacia el norte y disfrutar de esta llanura que en primavera parece un cuadro del mismísimo Monet. En ellos se concentra el turismo parisino más chic, que ha abandonado otros referentes turísticos de la costa francesa como Biarritz.
Carmen G. Benavides. El Mundo, martes 29 de julio de 2015

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