sábado, 8 de agosto de 2015

Las islas de la tranquilidad: Oléron, La Luminosa

Oléron, Ré y Aix, tres islas de la costa oeste francesa, se mueven en bici, saben a ostras y rezuman glamour ajenas al conocimiento masivo. Ancladas frente a la costa atlántica de la Rochelle son de esos lugares que una vez descubiertos atraen como un imán. Son la representación de que se puede seguir viviendo de la naturaleza, pero también son la materialización del lujo. Es la cara y la cruz de una moneda que divide a los lugareños y turistas. Allí además, Napoleón Bonaparte pasó sus últimos días antes del destierro definitivo en Santa Elena.
Oléron, La Luminosa: Todo hace de esta tierra un oasis en medio de la inmensidad del océano Atlántico, un baluarte que defiende la desembocadura del río Charente y La Rochelle de la furia marina. Oléron es la segunda isla más grande Francia (175 kms. cuadrados), solo superada por Córcega.. Y afortunadamente para sus habitantes mucho menos turística, lo que la mantiene salvaje, auténtica. Todos sus pueblos huelen a ostra. Aquí se cultiva más del sesenta por ciento del total de ostras francesas. El secreto para lograr el máximo sabor radica en los claires. En estos estanques se mezcla  agua de mar y  agua dulce, factor que diferencia este manjar francés de todas las ostras del resto del mundo. La isla está conectada con tierra firme mediante el puente más largo que hay en Francia para unir la costa con un islote. Le Viaduc es el brazo que se le tiende desde el cuerpo del país. Por ese puente se llega a la joya del lugar, la ciudadela del Château d'Oléron, que da nombre al conjunto de construcciones de colores vivos que en su momento fueron cabañas de pescadores, los carrelets, clavadas en el mar como palafitos que ahora hacen las veces de pequeñas fábricas en las que los artesanos de la zona dan rienda suelta a su creatividad. La Cotinière, un pequeño pueblo de pescadores, es el sexto puerto pesquero más importante de Francia. Es también la meca de surfistas y amantes del catamarán y la vela que se despliegan por kilómetros de playas semi-vírgenes. El recorrido termina por el norte, cerca de Saint-Denis d'Oléron, donde la inmensa playa de La Boirie comparte protagonismo con las originales casetas de baño que sus propietarios personalizan con los mismos colores y estampados vivos que caracterizan a toda la isla...
Carmen G. Benavides. El Mundo. Viajes, martes 28 de julio de 2015 

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