lunes, 10 de abril de 2017

El hijo de Juan

Philippe Lioret
Treinta y tantos años, divorciado, ejecutivo en París, pero un tipo que se adivina bajo el peso de algo desconocido. Hasta que una noche recibe una llamada desde Canadá en la que le comunican que su padre ha muerto y le deja en herencia un paquete. Además tiene dos hermanos. Hasta ese momento se creía fruto de la relación de una noche, tal como le había contado su madre, ya muerta. Llevado por la curiosidad, coge un vuelo y se planta en algún lugar de Quebec, casi en medio de la naturaleza y muy alejado de su modus vivendi y su estrés cotidiano. A partir de entonces el espectador ya está emplazado a acompañarle en su peripecia. Lo recibe el amigo de su padre y le presenta a su familia. También a quellos dos hermanos de los que nunca supo....Comenzamos a entender porque el hijo de Jean, pese a su holgada situación profesional, en realidad se pasó la vida buscando. Ahora tiene ante sí la posibilidad de acceder a sus orígenes biológicos. Realiza el productor, guionista y sobre todo cualificado sonidista francés Philippe Loiret, a punto de cumplir 62 años, que desde 1993 dirige esporádicamente cuando tiene una buena historia que contar. Como este drama sobre relaciones humanas que introduce elementos de thriller e incluso de comedia negra para redondear la faena. Si algo le impide volar alto es lo forzado de algunas situaciones -en especial sus dos hermanos y la trascendencia de algunos diálogos- aún soportándose la trama sobre una novela de éxito, en un funcional  guión  del propio Loiret, con ayuda de otros. La habilidad del texto permite sortear tópicos y situaciones previsibles, de modo que nunca sabemos por dónde nos llevará, al tiempo que acompañamos al protagonista en su búsqueda, que si bien incluye saber algo más de ese padre al que no conoció y le deja un cuadro como herencia, también alcanza a su propia peripecia vital, a esa sensación de que la familia de Quebec con la que comparte unos días, quizá sea la que él siempre quiso y nunca llegó a conocer...
Miguel Anxo Fernández. La Voz de Galicia, domingo 9 de abril de 2016

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