Nancy Huston |
La autor de Marcas de nacimiento o La especie fabuladora diserta en su obra sobre la identidad contemporánea, la liberación de las mujeres (y sus paradojas) o la crisis medioambiental, de la que lleva años alertando. En su nuevo libro Labios de piedra (Galaxia Gutemberg), compara compara sus años de formación con los de Pol Pot, el jefe de los jemeres rojos, señalando a los intelectuales europeos como incómodos garantes del genocidio camboyano. En paralelo Huston recuerda su propia juventud, marcada por el abandono de su madre, el descubrimiento de su sexualidad y el peligro de la prostitución, que vivió de cerca. En lugar de empatizar con las víctimas, Huston prefiere hacerlo con los verdugos.
P.-¿Usted cree que todos somos dictadores en potencia?
R.- No conozco a mujeres dictadoras, lo que ya elimina a la mitad de la población. Pero si las circunstancias se prestan a ello, casi cualquiera persona que goce de buena salud puede convertirse en dictador. Todo depende de la educación recibida. La de Pol Pot no estuvo mal, en ese sentido: tanto el budismo de la escuela Theravada, que incita a no vivir en el mundo con afectos muy poderosos, como el hecho de haber tenido una infancia deshechada. Es el caso de Hitler, de otra manera.
P.- ¿Este es su libro más incomprendido?
R.- Es una dura crítica a mi generación, que supongo que se sintió atacada por lo que cuento; que participamos en la tragedia al haber apoyado a Pol Pot, igual que sostuvimos a los comunistas en el Vietnam. En Francia los intelectuales siguieron la línea oficial con un conformismo total . Y ahí me incluyo: yo también la seguí como una borrega...
P.- ¿Que salva usted del marxismo?
P.- ¿Que salva usted del marxismo?
R.- Su análisis sobre la emergencia del capitalismo y la opresión de la clase obrera es muy preciso. El problema es que en los países comunistas no tardó en surgir una jerarquía. Se reconstituyó el lugar del rey o del zar y, a su alrededor, surgieron cortesanos que gozaban de enormes privilegios. La única diferencia es que se les llamó "miembros del comité central", en lugar de corte...
P.- Su madre se fue de casa cuando era pequeña. ¿Cómo le marcó?
R.- Me convirtió en escritora. Vivía tan lejos, en lugares como Londres, Madrid o Mallorca, que solo nos podíamos comunicar por carta desde mi Canadá natal . Yo procuraba que mi vida pareciese intersante y le escribía cartas palpitantes. Su acto fue muy valiente, fue nuna feminista antes de tiempo. Me costó años empezar a considerarlo inadmisible. Todo cambió cuando me convertí en madre. Cuando vi lo apegada a mí que estaba mi hija, entonces entendi que había sucedido algo muy violento.
P.- Escribe en francés antes de autotraducirse al inglés. ¿Cuáles son las ventajas del bilingüismo?
R.- Todo el mundo debería hablar una segunda lengua, porque con ella viene otra manera de entender el mundo y la identidad. Siempre he creído que te da ventaja en la vida familiar, donde tendemos a volvernos un poco salvajes. Hablar una lengua extranjera te civiliza.
P,. ¿Le preocupa el estado de Europa?
R.- Constato el renacimiento de tropismos nacionalistas y proteccionistas. Estoy muy preocupada por lo que sucede con el Brexit, por lo que pasa en Hungría o en Italia. Pero es muy difícil predecir lo que va a suceder...Lo mas importante en este momento es el cambio climático y el resto casi ha pasado a un segundo plano. Nos dirigimos a catástrofes de una amplitud inédita. Europa trata de protegerse contra los migrantes que llegan de los países de África y Oriente Medio, en parte, en respuesta a la catástrofe climática. Esa inmigración aumentara. Nadie puede predecir con exactitud que aspecto tendra el mundo en 20 0 30 años.
P.- Por qué hemos tardado tanto en tomar conciencia de esta crisis?
R.- Con los primeros avisos de los científicos, allá por los setenta, hubo un esfuerzo concertado de los economistas y de ciertos políticos para desviar la atención. Lo importante era que los ricos se enriquecieran . Yo soy la primera culpable de esa distracción, porque formo parte de las masas que debieron implicarse. Mi generación debió haber sido como la de Greta Thunberg.
P.- ¿Cree que es demasiado tarde?
R.- Nos dirigimos hacia una gran mortalidad, pero eso no significa que vaya a ser el final del planeta. La Tierra sobrevivirá porque ya está curada de espanto. Ya he visto aparecer y desaparecer otras especies. Antes cuando leía a Schopenhauer decir que le daba igual si la especie humana desaparecía me parecía una barbaridad. Ahora me parece una posibilidad.
P,- ¿La igualdad entre géneros es posible?
R.- Lo que hay que saber articular es que la igualdad no excluye la diferencia y que la diferencia no excluye la igualdad. En Francia como en todo el mundo occidental, existe una moda de una teoría de género que excluye esa diferencia. Lo que siempre cae en el olvido es la maternidad, que es un tema que siempre ha molestado tanto a los misóginos como a los feministas. Las feministas, a menudo, son muy misóginas. Por ejemplo, aunque hiciera mucho por la causa de las mujeres, podemos decir que Simone de Beauvoir fue misógina. No le gustaba lo que constituye la especificidad del sexo femenino en todas las especies mamíferas. A mí me parece que esa voluntad de que el ser humano sea pura conciencia racional forma parte de lo que nos está llevando al fin del mundo a nivel ecológico. Deseamos dominar la vida de principio a fin, y es imposible hacer eso.
P.- ¿En qué son distintas las mujeres?
R.- Cuando una mujer se integra a un dominio este cambia. Por ejemplo, cuando un Gobierno es menos masculino siempre se transforma. Al principio, para que las mujeres fueran aceptadas como iguales tuvieron que demostrar que eran idénticas a los hombres. Una vez instaladas en el poder han logrado exhibir valores que tradicionalmente no han demostrado tener los hombres.
lo hemos visto con Ángela Merkel repecto a Margaret Tehatcher o Golda Meir.
P.- Apoya el Me#Too, y a la vez es crítica en algunos aspectos. ¿Qué no le convence?
R.- El debate sobre el género ha tomado el lugar que en otro tiempo tuvo el marxismo. Igual que con el marxismo, se adoptan posturas ortodoxas. Para que las cosas cambien, los hombres deben liberarse tanto como las mujeres. Está muy bien luchar contra las agresiones sexuales, pero hay que ir más allá. Las mujeres somos corresponsables d ela violencia masculina, porque seguimos esperando de los hombres que sean fuertes y que nos defiendan. Si queremos una sociedad igualitaria ,¿por qué no hay mujeres en el frente de guerra?..
P.- De un tiempo a esta parte dice que ha dejado de creer en la utilidad de la ficción. ¿Por qué?R.- Estoy menos convencida en su utilidad política. Me sorprende su elitismo. La literatura debe convertirse en el opio de la élite. Los escritores debemos salir de nuestros despachos y bajar a la calle. Estamos destinados a cambiar nuestro modo de vida en los próximos años. Cada cual debe decidir qué proporción de su tiempo y energía consagra a su obra literaria, ya sea para leerla o para crearla, y qué parte dedica a su deber de ciudadano.
P.- Para usted el bien y el mal existen?
R.- Nunca he creído ni en el bien ni en el mal. No sé lo que son. Hay que tener un espíritu un poco religioso para creer en ellos. El bien y el mal emanan de nuestros juicios, porque estamos obligados a tener un sistema de justicia con prohibiciones Pero debo decir que casi nunca me sirvo de esos conceptos en mi vida personal...
Álex Vicente. El País, 27 de diciembre de 2019
P.- Por qué hemos tardado tanto en tomar conciencia de esta crisis?
R.- Con los primeros avisos de los científicos, allá por los setenta, hubo un esfuerzo concertado de los economistas y de ciertos políticos para desviar la atención. Lo importante era que los ricos se enriquecieran . Yo soy la primera culpable de esa distracción, porque formo parte de las masas que debieron implicarse. Mi generación debió haber sido como la de Greta Thunberg.
P.- ¿Cree que es demasiado tarde?
R.- Nos dirigimos hacia una gran mortalidad, pero eso no significa que vaya a ser el final del planeta. La Tierra sobrevivirá porque ya está curada de espanto. Ya he visto aparecer y desaparecer otras especies. Antes cuando leía a Schopenhauer decir que le daba igual si la especie humana desaparecía me parecía una barbaridad. Ahora me parece una posibilidad.
P,- ¿La igualdad entre géneros es posible?
R.- Lo que hay que saber articular es que la igualdad no excluye la diferencia y que la diferencia no excluye la igualdad. En Francia como en todo el mundo occidental, existe una moda de una teoría de género que excluye esa diferencia. Lo que siempre cae en el olvido es la maternidad, que es un tema que siempre ha molestado tanto a los misóginos como a los feministas. Las feministas, a menudo, son muy misóginas. Por ejemplo, aunque hiciera mucho por la causa de las mujeres, podemos decir que Simone de Beauvoir fue misógina. No le gustaba lo que constituye la especificidad del sexo femenino en todas las especies mamíferas. A mí me parece que esa voluntad de que el ser humano sea pura conciencia racional forma parte de lo que nos está llevando al fin del mundo a nivel ecológico. Deseamos dominar la vida de principio a fin, y es imposible hacer eso.
P.- ¿En qué son distintas las mujeres?
R.- Cuando una mujer se integra a un dominio este cambia. Por ejemplo, cuando un Gobierno es menos masculino siempre se transforma. Al principio, para que las mujeres fueran aceptadas como iguales tuvieron que demostrar que eran idénticas a los hombres. Una vez instaladas en el poder han logrado exhibir valores que tradicionalmente no han demostrado tener los hombres.
lo hemos visto con Ángela Merkel repecto a Margaret Tehatcher o Golda Meir.
P.- Apoya el Me#Too, y a la vez es crítica en algunos aspectos. ¿Qué no le convence?
R.- El debate sobre el género ha tomado el lugar que en otro tiempo tuvo el marxismo. Igual que con el marxismo, se adoptan posturas ortodoxas. Para que las cosas cambien, los hombres deben liberarse tanto como las mujeres. Está muy bien luchar contra las agresiones sexuales, pero hay que ir más allá. Las mujeres somos corresponsables d ela violencia masculina, porque seguimos esperando de los hombres que sean fuertes y que nos defiendan. Si queremos una sociedad igualitaria ,¿por qué no hay mujeres en el frente de guerra?..
P.- De un tiempo a esta parte dice que ha dejado de creer en la utilidad de la ficción. ¿Por qué?R.- Estoy menos convencida en su utilidad política. Me sorprende su elitismo. La literatura debe convertirse en el opio de la élite. Los escritores debemos salir de nuestros despachos y bajar a la calle. Estamos destinados a cambiar nuestro modo de vida en los próximos años. Cada cual debe decidir qué proporción de su tiempo y energía consagra a su obra literaria, ya sea para leerla o para crearla, y qué parte dedica a su deber de ciudadano.
P.- Para usted el bien y el mal existen?
R.- Nunca he creído ni en el bien ni en el mal. No sé lo que son. Hay que tener un espíritu un poco religioso para creer en ellos. El bien y el mal emanan de nuestros juicios, porque estamos obligados a tener un sistema de justicia con prohibiciones Pero debo decir que casi nunca me sirvo de esos conceptos en mi vida personal...
Álex Vicente. El País, 27 de diciembre de 2019
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