sábado, 16 de mayo de 2015

Entre árboles, flores y escritores

Hermosa mañana de mayo en el Jardín Botánico de Madrid,  la que pasé el domingo con Jenny, la mujer de mi hijo, una caribeña, nacida y criada en Ríohacha, que adora  la naturaleza. A las diez en punto, hora de apertura, casi  a solas, iniciamos el paseo. Había estado aqui en otras dos ocasiones pero en ninguna de las dos disfruté de su belleza, de su silencio y sosiego como en ésta. La luz de la mañana, con su juego de claros y sombras; en el aire, un perfume limpio, de flores desplegando colores, como si, a la luz de la luna, escapando del museo vecino, las hubiesen pintado los ilustres pintores. Con esos anfitriones  tomamos el paseo central de Carlos III en la Terraza de los Cuadros, la más baja de las cuatro. Es el lugar de las exposiciones de las plantas ornamentales, habitada ese día por rododendros y azaleas. Vi enseguida el interés con que Jenny las fotografiaba una a una  a pesar de que solo disponíamos de una hora para la visita ya que tenía que incorporarse a su trabajo. Decidimos ir despacio, dedicarnos a esta primera terraza, con el propósito de volver otro día sin prisas. Los árboles también reclamaban nuestra atención: castaños de diferentes países, tejos, varios ejemplares del árbol del amor añosos, troncos y ramas retorcidos, secretos. Los parterres de rosales, sin flores, en recuperación; al final los frutales y el huerto, recién regado, con  múltiples variedades de hortalizas brotando. El regreso lo hicimos por el paseo de plantas aromáticas, sinfonía de grises y azul lavanda hasta la estatua de José Quer, el botánico ilustrado, primer director del Jardín, ya casi  de nuevo en la entrada.
¿Un espacio tan bello tendrá algo que ver con la literatura?- me dije-, busquemos..., y ¿saben a quíen encontré?: a Mallarmé, sí Mallarmé, el poeta simbolista francés que admiraba a Baudelaire, frecuentaba a Verlaine, a Zola, a Manet, el que sintió l'angoisse ou le vertige de la page blanche/ la angustia o el vértigo frente a la página en blanco . El que quiso escribir una lengua sagrada que no dijese más que lo esencial. "Un poème est un mystère dont le lecteur doit chercher la clef"/ Un poema es un misterio, su lector tiene que buscar la llave".

Situémonos en el tiempo y la historia. El 17 de octubre de 1755 Fernando VI ordenó la creación del Real Jardin Botánico que se instaló en la huerta de Migas Calientes (Puerta de Hierro), a orillas del Manzanares (2.000 plantas recogidas por José Quer, botánico y cirujano). Carlos III dió instrucciones para su traslado al actual emplazamiento. Sabatini, arquitecto del rey y Juan de Villanueva (Museo del Prado, Observatorio Astronómico) se hacen cargo del proyecto que sera inaugurado en 1781. Desde  su creación se desarrolló en él la docencia de la Botánica, se auspiciaron expediciones a América y al Pacífico, se encargaron dibujos y herbarios. En 1808 con la Guerra de la Independencia conoce un periodo de tristeza y abandono. En el 57, reformas importantes e instalación de un zoológico que se trasladará 12 años más tarde al Retiro. De nuevo importantes pérdidas entre 1880 y 1890: en el 82 se segregaron  2 hectáreas para construir el Ministerio de Agricultura, en 1886, un ciclón derribó 564 árboles de gran valor. En 1939 pasa a depender del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Se cierra en 1974 para reformas y obras de restauración que le devuelven el estilo original. Es inaugurado por los Reyes en 1981, en el bicentenario de su traslado.
El 11 de septiembre de 1923 el escritor mejicano Alfonso Reyes reunió a un grupo de amigos en el Real Jardín Botánico, con la excusa de un homenaje a Mallarmé, el poeta del silencio. Ortega y Gasset, Juan Ramón Jiménez, Eugenio D'Ors, Antonio Bergamín, Antonio de Marichalar, Enrique Díaz-Canedo acudieron a al cita y siguieron las instrucciones de Reyes: sentarse durante cinco minutos en algún lugar del jardín y a continuación escribir qué habían pensado durante ese tiempo. Bautizaron la experiencia como El silencio por Mallarmé. Aunque pocos dedicaron sus pensamientos al poeta francés, publicaron sus textos breves sobre el silencio, la reflexión y la escritura en el nº 5 de la Revista de Occidente . Ochenta y seis años después  el Real Jardín Botánico recupera, el 15 de abril de 2009, esta iniciativa abierta al público y con el mismo objetivo, el Segundo silencio de Mallarmé.  El 23 de abril de  2010 se celebrará, haciéndolo coincidir con la fiesta del libro, el Tercer silencio por Mallarmé.
Ajena  a estos silencios viví, en la visita, mi particular Silencio por Mallarmé. Mi segundo apellido, Teixeira despierta con frecuencia curiosidad,  me preguntan por su significado, por su origen. Es el apellido de mi abuelo, el padre de mi madre, Joaquín Teixeira, de origen portugués, de Trás-os-Montes, un apellido muy corriente en el norte de Portugal. Sobre su significado mi hermano nos había contado que cuando era estudiante en la Facultad de Filosofía y Letras de Santiago, el profesor de latín, Don Serafín Moralejo, le explicó que, muchos apellidos del gallego-portugués: Nogueira, Maceira, Pereira y otros,  mencionan un conjunto de árboles, bien nogales, manzanos, perales o en nuestro caso tejos /teixos. Un árbol considerado sagrado en las culturas celtas. Hay varios en el Jardín Botánico, el más curioso ha adquirido la forma de una bóveda o túnel, bajo el que aparezco en la foto. De Teixeira viene también el dimunitivo cariñoso con el que me conocen mis colegas de francés de los tiempos de mi trabajo en la Federación de profesores de francés, Teixi. Y en eso pensaba en mi Silencio por Mallarmé mientras Jenny me hacía la foto, sin saber que, quieta y callada, estaba respondiendo a una llamada....
Carmen Glez Teixeira

1 comentario:

  1. Una interesante y original entrada. Los sentidos disfrutan de tan hermosa descripción del paseo al tiempo que se aprenden cosas. No se puede pedir más :)

    Me ha gustado mucho, gracias por compartirla con nosotros!!

    Un saludo.

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