Bonaparte mandó construir una imprenta especial y convocó a 167 sabios para una edición imperial de su campaña en Egipto. El escritor Javier Sierra es testigo privilegiado del hallazgo en Madrid de una de aquellas joyas perdidas. Un insólito tesoro bibliográfico ha permanecido casi seis décadas olvidado en una de las sedes de la embajada de Egipto en Madrid. Hasta esta misma semana ningún bibliófilo, bibliotecario o egiptólogo español intuía siquiera su existencia pero el jueves, en una fugaz exposición en los salones nobles del Museo Arqueológico Nacional (MAN), se puso fin a más de cincuenta y siete años de desmemoria. "Según consta en nuestros libros de registro esta joya llegó a España en 1958", comenta el profesor Basem Saleh con una sonrisa de oreja a oreja. "Se trata casi con certeza de un regalo que se envió desde El Cairo a Madrid para fortalecer las relaciones entre ambos países y que, por alguna razón que se nos escapa nunca se dio a conocer... hasta hoy". Saleh, consejero cultural de la embajada egipcia, se refiere así a una colección de veintitrés volúmenes impresos entre 1809 y 1826 en París por orden de Napoleón Bonaparte y a los que se conoce como la Descripción de Egipto. Algunos de estos tomos tienen más de un metro de envergadura y cuesta levantarlos. Son la partida de nacimiento de la moderna egiptología. "Pero lo que hemos encontrado no es una edición cualquiera", precisa el embajador de Egipto, Ahmed Ismail al mostrarme por primera vez su hallazgo en una reunión de urgencia con el profesor Saleh hace doce días. "Fíjese bien se trata de la Edición Imperial del informe que Bonaparte en persona ordenó redactar a un grupo de científicos sobre Egipto. ¿Sabe lo que eso significa ?..... Las prisas por mostrar este hallazgo en público han impedido despejar aún todas las incógnitas que rodean a este tesoro. El embajador Isamail, con buen criterio, consideró que era interesante darlo a conocer cuanto antes en un claro gesto de aperturismo y apuesta de su Gobierno por la cultura. "Creemos que esta maravilla pudo haber llegado a Madrid gracias al sueño de nuestro ministro de Educación más querido, el escritor Taha Hussein. Creó el primer gran programa de alfabetización del país y fundó el Instituto egipcio en Madrid en 1950. Estaba convencido de que serviría de puente entre las dos orillas del Mediterráneo. Un regalo como este encaja a la perfección con esa ideario....".....
Javier Sierra. El Mundo domingo 3 de mayo de 2015
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