Hay algunos mantras que a los habitantes de Nantes les gusta repetir. El primero es que están a dos horas de tren de París. Convertirse en residencia de parisienses desencantados es fundamental para su desarrollo futuro que pasa por aumentar su población. El segundo, que todo lo que se ve "es el fruto de la voluntad política de apoyarse en la cultura". El tercero: su ciudad tiene mucho en común con Bilbao. Ambas son ciudades viejas que vieron desaparecer sus medios de vida tradicionales, pero no se resignaron a vivir en la nostalgia. Ambas tiene una historia larga y conflictiva. Las dos se encontraron casi al mismo tiempo en una encrucijada y optaron por mutar. El año que marca la frontera es 1987, cuando el último de los astilleros en la isla fluvial del Loira y la fábrica de galleta Lu cerraban sus puertas. Es difícil de entender el trauma que tuvo que significar para una urbe orgullosamente industrial quedarse sin sus dos motores económicos. Lo explican los datos demográficos. La población de Nantes no dejó de crecer desde la revolución francesa. Pero en 1990 volvió a los números de 1960. "La ciudad era un sitio gris y triste. Los jóvenes sólo pensaban en marcharse", dice un comerciante del centro. Ya nada es así. La fábrica de Lu se ha convertido en Le Lieu Unique, un centro cultural con un hermoso auditorio y una amplia zona expositiva. Nantes fue elegida en 2013 capital verde europea. Hoy es una ciudad que sueña con convertirse en un polo de atracción de empresas, de turistas y de familias en busca de una vida más agradable. El cambio comienza en 1989. Es elegido alcalde el socialista Jean-Marc Ayrault. Él crea el concepto sobre el que gira Nantes desde entonces, Nantes Métropole . La Metropoli de Nantes. Crear un nexo común entre los 20 municipios del área. Unir a los 600.000 habitantes por medio de la cultura. Hay detalles pequeños de los que los habitantes de la ciudad están especialmente orgullosos. Por ejemplo, que es una ciudad en la que las rotondas han desaparecido y se han convertido en plazas como la Place Graslin, el centro del que salen todas las rutas de la ciudad. En una de las esquinas está el restaurante La Cigale, que vive de su leyenda más que de su cocina. Fundado en 1895, ha sido declarado monumento histórico, lo que ha mantenido incólume su decoración art déco. Pero nada representa el cambio como la isla de Nantes. Una zona ecológica de cinco kms. de largo y 18.000 habitantes. Hace una década se inició la transformación de este antiguo reducto de los astilleros. Se ha cedido espacio para escuelas de diseño, arquitectura, artes gráficas... El hangar de Bananas, donde los barcos depositaban su carga, frutas llegadas de Guinea, se ha transformado en una zona de restaurantes con sala de exposición. La máquinas de la isla son animales mecánicos sacados de los sueños de Julio Verne, natural de Nantes, que son creados en las naves que cobijaban los astilleros. La estrella es un gran elefante de metal y madera que mide 12 metros, pesa 45 toneladas y puede desplazar sobre su lomo a 50 personas... Nantes está a 55 kms. del mar. Se puede recorrer esta distancia sin perder de vista la orilla del Loira , y este espacio, que vertebra la ciudad con el resto de los municipios que componen la metrópoli y que convierten una ciudad de 260.000 habitantes en una metropoli de 600.000 , es un gigantesco museo al aire libre. Un silo abandonado es hoy una obra de Roman Signer. Una de las 29 que se integran en el paisaje. Esa casa que flota en el centro del río es para algunos un símbolo perfecto de Nantes. La ciudad que renació gracias a un imposible.
Iñigo López Palacios. www.scoop.it. Les tables de Nantes.24 de junio de 2015