jueves, 1 de octubre de 2015

El Reino

Entre la novela y el ensayo, hay un territorio que podría confundirse con el relato autobiográfico, la investigación no académica, la realidad reelaborada por la ficción y la literatura de viajes. En ese espacio se despliega la obra de autores como Sebald, Charwin, Knausgärd y los últimos libros de Emmanuel Carrière (París, 1957). Carrère no muestra esa preocupación por el estilo que suele ser el sello característico de las letras francesas. Su prosa es sencilla, directa, humorística, sin afectación, casi periodística. Su experiencia como guionista de series televisivas se refleja en el carácter chispeante de sus libros. El Reino es un ambicioso trabajo que le ha ocupado siete años. Es la crónica de una efímera conversión al cristianismo y una minuciosa reconstrucción de la peripecia de Pablo de Tarso, que en ningún caso pretende usurpar el rigor del historiador profesional. En su juventud Carrère experimentó una crisis personal. Después de publicar varios libros con un éxito discreto, se tambaleó su relación de pareja y su inspiración declinó. Jacqueline, su madrina, le incitará a buscar la Verdad y la Vida en Cristo, asegurándole que no hay otro camino para sobrellevar la existencia como una carga ligera. ... Durante algo más de cien páginas, el escritor narra su conversión al catolicismo. En el momento de escribir El Reino apenas recuerda esa vigencia, que duró tres escasos años pues el escepticismo acabó derrotando la fe....Aunque no recupere la fe, Carrère entiende lo que es El Reino. El Reino ya ha comenzado y se halla en cualquier lugar donde aparezca el amor (o el ágape) del que habla San Pablo en la Primera Epístola a los Corintios: "El amor (o caridad) todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta". Con una sinceridad conmovedora, Carrère finaliza su excepcional libro reconociendo que ha intentado entrar en el Reino, pero no lo ha conseguido. Muchos se identificaran con estas palabras, preguntándose si la fe no es una hermosa locura y la razón solo una triste pordiosera.
Rafael Narbona. El Cultural, 4-9-2015

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