Llega a España por primera vez una muestra monográfica sobre la obra de uno de los grandes pintores franceses del siglo XIX. Un artista cuya enorme influencia atrapó a Picasso y perdura hasta nuestros días. La admiración de Picasso por Jean-Auguste Dominique Ingres fue, como la de tantos pintores, larga y sostenida. Una entrada al museo dedicado por la localidad francesa de Montauban a su más ilustre hijo y un dibujo de pequeño formato conservado en Barcelona atestiguan que el joven genio malagueño decidió a los 22 años hacer un alto en la ciudad de la región de Midi-Pyrénées para rendir pleitesía al maestro de la pintura del siglo XIX. Fue durante su viaje a París en 1904, una de las cesuras más importantes de la vida de Picasso y también del arte del sigloXX: un pregrinaje a medio camino entre su periodo azul y rosa. El pueblo de Ingres, protagonista de la nueva e histórica exposición del Prado, recibió en 1913 la visita del autor de Las señoritas de Aviñón. O al menos así lo anunció el artista a una amiga querida, la ecritora experimental Gertrude Stein. A otro amigo más tardío, el fotógrafo Roberto Otero, le relataría un tercer viaje de 1938. "Fui a visitar un hospital que tenían los exiliados republicanos en Toulouse, y entonce, al salir de él, le dije a Marcel -el chófer-: Vamos a Montauban a hacerle una visita a Ingres. Y cuando estamos llegando, va y me pregunta: Tiene usted las señas de donde vive ese señor?...¿No le parece increible?"....El pintor donó en testamento a su ciudad natal lo que quedara en su taller una vez resuelta la manutención de la viuda, su segunda mujer. El tesoro acabó a buen recaudo en un palacio episcopal del XVII. El museo aún se yergue sobre el río Tarn como un centinela de ladrillo, material predilecto de la arquitectura de la zona que da a este rincón del suroeste un monótono e irreal aire rosáceo. El edifico, que tembién rinde tributo a otra gloria local, el escultor Émile-Antoine Bourdelle, aguardaba con resignación a finales de octubre un saqueo consentido: 14 de sus más emblemáticas obras, entre delicados dibujos y gigantescos óleos como El sueño de Ossian o Jesús entre los doctores, viajan a Madrid a la exposición que El Prado consagrará a Ingres desde el 24 de noviembre y que el director del museo, Miguel Zugaza, describió recientemente en su despacho como"un acontecimiento único". "Nunca se ha celebrado una muestra de Ingres en España, un país en el que sin embargo tuvo valiosos discípulos, como los Madrazo, pero, desgraciadamente un solo cliente, el duque de Alba". Para cubrir los huecos que el proyecto expositivo deja tras de sí en Motauban, la pinacoteca madrileña envía una embajada de pintura española, que permanecerá expuesta, hasta que se produzca de nuevo el intercambio en marzo....
Iker Seisdedos. El País Semanal, 15-11-2015
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